jueves, 10 de abril de 2014

ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS SACRAMENTADO


Oración para una visita a Jesús Sacramentado.


¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?

Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.

Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.

Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo.

Amén.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DE RUSIA A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA


Consagración requerida por Nuestra Señora de Fátima
(por la conversión de Rusia  y la era de la paz)

Consagración a la Santísima Virgen
Hecha por el Papa Juan Pablo II y 
los Obispos del Mundo
25 de marzo de 1984


1. "Recurrimos a tu protección, Oh! Santa Madre de Dios."
Al repetir las palabras de esta antífona, con la cual la Iglesia de Cristo ha orado por siglos, nos vemos hoy ante ti, Madre, en el año Jubilar de la Redención.

Nos encontramos unidos a todos los Pastores de la Iglesia de una manera particular ya que constituimos un solo cuerpo y un solo colegio junto a Pedro.

En el vínculo de esta unión, pronunciamos las palabras de la presente consagración, en las que deseamos incluir, una vez más, las esperanzas y ansiedades del mundo moderno.

Hace cuarenta años y de nuevo, diez años después, su servidor el Papa Pío XII, teniendo ante sus ojos las experiencias dolorosas de la familia humana, consagró y confió al mundo entero a tu Inmaculado Corazón, especialmente a aquellas personas, por las que tienes un amor y preocupación particular, dadas sus circunstancias.

Nosotros también tenemos hoy, a este mundo de individuos y naciones ante nuestros ojos; el mundo del segundo milenio que se acerca ya a su fin, el mundo moderno, nuestro mundo!

La Iglesia, teniendo en cuenta las palabras del Señor: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes ....Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28:19-20), ha dado, en el Concilio Vaticano II, vida fresca al conocimiento de su misión en este mundo.

Por lo tanto, Oh Madre de los individuos y de los pueblos, tu que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, tu que tienes el conocimiento materno de todas las batallas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, que afligen al mundo moderno, acepta nuestra súplica que dirigimos a tu Corazón movidos por el Espíritu Santo.
Abraza, con el amor de Madre y de Sierva del Señor, este nuestro mundo, que confiamos y consagramos a ti, ya que estamos llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno de los individuos y de los pueblos.

De un modo especial te confiamos y consagramos a ti a aquellos individuos y naciones que particularmente necesitan ser confiados y consagrados.

"Recurrimos a tu protección, santa Madre de Dios ": no desprecies nuestras peticiones en momentos de necesidad.

2. Contémplanos, mientras nos encontrarnos frente a ti, Madre de Cristo, ante tu Inmaculado Corazón. Deseamos, junto a toda la Iglesia, unirnos a la consagración, que por amor a nosotros, tu Hijo hizo al Padre: " Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad ". (Jn 17 : 19). Deseamos unirnos a nuestro Redentor, en esta Su consagración para el mundo y para la raza humana, la cual, en su Corazón divino, tiene el poder para obtener el perdón y asegurar la reparación.

El poder de esta consagración, dura por toda la eternidad y abarca a todos los individuos, personas y naciones. Esta supera toda maldad que el espíritu de maldad pueda provocar, y que de hecho ha provocado en nuestro tiempo, en el corazón del hombre y de su historia.

¡Cuan profundamente sentimos la necesidad de consagrar la humanidad y al mundo - nuestro mundo moderno- en unión con el mismo Cristo! Ya que la obra redentora de Cristo, debe ser compartida en el mundo por medio de la Iglesia.

El presente año de la Redención nos muestra esto: el Jubileo especial de toda la Iglesia.

¡Seas tu bendita, sobre todas las criaturas, tu la Sierva del Señor, quien obedeciste, en su totalidad, el llamado divino!

¡Gracias a ti, estamos totalmente unidos a la consagración redentora de tu Hijo!

¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios en el camino de la fe, esperanza y amor! Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana el mundo moderno.

3. Al encomendarte a ti, o Madre, al mundo, a todos los individuos y personas, también te encomendamos esta consagración del mundo, colocándola en tu Corazón maternal.

¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer las amenazas del maligno, que tan fácilmente se siembran en los corazones de la gente de hoy, y cuyos efectos inconmensurables ya hacen peso sobre nuestro mundo moderno y parecen bloquear nuestros caminos hacia el futuro!

De la escasez y de la guerra, libéranos.

De la guerra nuclear, de la incalculable auto destrucción, de todo tipo de guerra, libéranos.

De los pecados en contra de la vida del hombre desde su inicio, libéranos.

Del odio y de la reducción de la dignidad de los hijos de Dios, libéranos.

De toda clase de injusticia, en la vida de la sociedad, nacional e internacional, libéranos.

De la disposición a incumplir los mandamientos de Dios, libéranos.

De los intentos de sofocar en los corazones humanos, la verdad de Dios, libéranos.

De la perdida del sentido del bien y el mal, libéranos.

De los pecados contra el Espíritu Santo, libéranos, libéranos.

Acepta o Madre de Cristo, este grito cargado con los sufrimientos de todos los seres humanos, cargado con los sufrimientos de la sociedad.

Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo, a vencer todo pecado: el pecado individual y el " pecado del mundo ", todas las manifestaciones del pecado.

Permite que sea revelado, una vez más en la historia del mundo, el infinito poder salvador de la Redención: ¡El poder del Amor misericordioso! ¡Que ponga un alto a la maldad! ¡Que transforme las conciencias! ¡Que tu Inmaculado Corazón revele para todos la luz de la Esperanza!

Juan Pablo II

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