martes, 12 de noviembre de 2013

EL ESPÍRITU SANTO Y LA VIRGEN MARÍA


El Espíritu Santo y María
Padre Francisco Fernández Carvajal


I. Mientras dura la espera de la venida del Espíritu Santo, Nuestra Señora vive como un segundo Adviento, a la vez muy semejante y muy diferente al primero, el que preparó el nacimiento de Jesús. En ambos se da la oración, el recogimiento, la fe en la promesa, el deseo ardiente de que ésta se realice. En el primero, María llevaba a Jesús oculto en su seno, permanecía en el silencio de su contemplación. Ahora, Nuestra Señora vive profundamente unida a su Hijo glorificado, en compañía de los apóstoles y de las santas mujeres, todos el cenáculo, animados de un mismo amor y de una sola esperanza. La tradición, al meditar esta escena, ha visto la maternidad espiritual de la Virgen sobre toda la Iglesia. Nosotros esperamos la llegada del Paráclito muy unidos a nuestra Señora rezando el Santo Rosario, contemplando sus misterios.

II. El Espíritu Santo, que ha habitado en María desde el misterio de su Concepción Inmaculada y la llenó de su gracia, que la cubrió con su sombra ( Lucas 1, 35) cuando concibió a su Hijo Jesús, ahora, en el día de Pentecostés vino a fijar en Ella su morada de una manera nueva, con una plenitud única. Su corazón era el más puro, el más desprendido, el que de modo incomparable amaba más a la Trinidad Beatísima. La Virgen es la criatura más amada de Dios. Pues si a nosotros, a pesar de tantas ofensas, nos recibe como el padre al hijo pródigo; si a nosotros siendo pecadores, nos ama con amor infinito y nos llena de bienes cada vez que correspondemos a sus gracias, ¿qué hará para honrar a su Madre Inmaculada, Virgo Fidelis, Virgen Santísima, siempre fiel? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa.

III. Todo cuanto se ha hecho en la Iglesia desde su nacimiento hasta nuestros días, es obra del Espíritu Santo. “Lo que el alma es al cuerpo del hombre, eso es el Espíritu Santo en el Cuerpo de Jesucristo que es la Iglesia. El Espíritu Santo hace en la iglesia lo que el alma hace en los miembros de un cuerpo” ( SAN AGUSTÍN, Sermón.) El Espíritu Santo es también el santificador de nuestra alma. Después de Pentecostés la Virgen es “como el corazón de la iglesia naciente” ( R. GARRIGOU- LAGRANGE La Madre del Salvador.) El Espíritu Santo, que la había preparado para ser Madre de Dios, ahora, en Pentecostés, la dispone para ser Madre de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Santa María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros y ayúdanos a preparar la venida del Paráclito en nuestra alma.

Fuente: Colección "Hablar con Dios"  Ediciones Palabra.

RUEGA POR NOSOTROS, VIRGEN MARÍA


Ruega por nosotros, Virgen María.
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R


Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.

Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes 
a la gloria te ha ensalzado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios luz eres radiante 
en Cristo Muerto y Resucitado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque en Dios eres puente 
para llevarnos al cielo 
a nosotros pecadores.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre 
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.

ROSA MÍSTICA


Rosa Mística
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


Rosa Mística, fragancia del Eterno
que perfumas mi templo en tu presencia
aroma suave de su complacencia
que floreces en el frío del invierno.

Eres la flor que adorna mi plegaria
el pensamiento que bendice mi conciencia
la suavidad y el color de la paciencia
la faz de una inocencia legendaria.

Alabo en la mañana tu belleza
la armonía que la gracia te regala
y el cándido fulgor de tu pureza.

Resplandece inmaculada la realeza
pues la luz que de Ti brota no se iguala
y proclama al universo tu grandeza.
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