martes, 31 de diciembre de 2013

IMÁGENES DE FELIZ AÑO NUEVO 2014






ORACIÓN A SANTA MARÍA EN EL AÑO NUEVO


ORACIÓN A SANTA MARÍA EN EL AÑO NUEVO
Autor: Antonio DÍAZ TORTAJADA, sacerdote-Periodista

Santa María Madre de Dios:
Son pocas las veces que lo hago.
tú sabes que ya no acertamos a rezar,
solo te miramos y te miramos, y tu nos miras:
Y eso nos basta.

Hemos olvidado aquellos oraciones
que nos enseñaron siendo niño
y no hemos aprendido a hablar contigo
de otra manera más viva y concreta
que encadenar palabras
que salen del corazón y la pluma.
Ellas son la expresión de nuestro amor
y la expresión de nuestro cariño de hijos.

Al comenzar el nuevo año,
te pedimos que nos ayudes a creer.
Pero nos resulta todo tan difícil… tan difícil
Y, sin embargo, María, te necesitamos.
A veces nos sentimos muy mal dentro de nosotros.
Van pasando los años y sentimos el desgaste de la vida.
Por fuera todo parece funcionar bien:
el trabajo, la familia, los amigos….
Cualquiera nos envidiaría.
Pero, tú lo sabes, no nos sentimos bien.

Ya ha pasado un año más.
Y comenzamos un año nuevo,
que muy pronto se va a desgastar,
y sabemos que todo seguirá igual.
Los mismos problemas,
las mismas preocupaciones,
los mismos trabajos…
Y así ¿hasta cuándo, Madre? ¿Hasta cuándo María?

¡Cuánto desearíamos poder renovar
nuestra vida desde dentro! ¡Desde dentro!
Encontrar en nosotros una alegría nueva,
una fuerza diferente para vivir cada día.
¡Cambiar¡ Cambiar,
ser mejores con nosotros mismos y con todos.
Pero la existencia nos dice
que no podemos esperar grandes cambios.

Santa María:
Tu nos entregaste el fruto bendito de tu vientre: Jesús.
Aquella noche en Belén
escuchaste resonar en los cielos
el anuncio angélico de la paz,
primer don al mundo del Verbo hecho carne.
Tu que tuviste en tu brazos al Enmanuel,
inclina benigna tu mirada
sobre la noche oscura de nuestra tierra
todavía embriagada de odio y de violencia.

Comenzamos un año nuevo:
Lo ponemos en tus manos de Madre.
Y en este año que comenzamos
queremos pedirte que nos regales a tu Hijo,
Palabra eterna del Padre,
y fruto bendito de tu vientre.

Que esta Palabra esté en nuestros labios,
aunque nos queme como un fuego,
para que sepamos hablar como Jesús,
para que comuniquemos la verdad y la vida,
para que proclamemos la Paz.

Te pedimos, Señora y Madre,
la palabra del payaso, para crear alegría;
y la palabra del amigo, para crear amistad.
Te pedimos, Madre de misericordia
que donaste al Salvador al mundo,
la palabra del maestro que enseña,
la palabra de la madre que ama,
la palabra del niño que empieza a hablar
que empieza a nombrar las cosas, que dice papá y mamá.
Te pedimos la palabra del poeta que es bella y profunda…
Te pedimos la palabra del hombre
que sabe guardar silencio
porque su palabra comienza en el corazón.
Te pedimos, esclava del Señor y Reina
no los gritos, sino el silencio;
no la palabrería, sino la palabra;
no la palabra aprendida de memoria,
sino la palabra que expresa y comunica la vida;
no la palabra del mentiroso,
sino la palabra del hombre que es hombre de palabra.

Virgen María:
Que en lo escondido de la casa de Nazaret
viviste con amor sencillo y fiel
la dimensión cotidiana de la relación familiar,
entra en cada una de nuestras familias
y derrite el hielo de la indiferencia y del silencio
que vuelven extraños y lejanos a los padres
entre sí y con sus hijos.

Te pedimos para nuestras familias,
la palabra cálida,
la palabra cercana y entrañable…,
la palabra humanizada.
Te pedimos la palabra de los hombres.
Te pedimos la palabra de Jesús, tu Hijo.
Tu que velas por cada uno de nosotros
y sabes lo que más necesitamos
recibe nuestros miedos y temores
y transfórmalos en confianza.

Recibe nuestros sufrimientos y dolores
y transfórmalos en crecimiento.
Recibe nuestros desalientos y temores
y transfórmalos en confianzas
Recibe nuestros silencios
y transfórmalos en adoración.
Recibe nuestra soledad
y transfórmala en contemplación.
Recibe nuestras crisis
y transfórmalas en maduración.
Recibe nuestras amarguras
y transfórmalas en paz del alma.
Recibe nuestras lágrimas
y transfórmalas en plegarias.
Recibe nuestras esperas
y transfórmalas en esperanza.
Recibe nuestras frialdades,
y transfórmalas en una presencia cálida
Recibe nuestra ira y transfórmala en intimidad.
Recibe nuestra muerte y transfórmala en resurrección.

Santa María, Madre de Dios:
Danos la fe que tuviste tu para mirarte en todo.
Esperanza para no desfallecer en el camino
y amor para amarte cada vez mas
y hacerte amar por los que nos rodean.
Que en este año que comenzamos
que tengamos el corazón alerta,
el oído atento,
las manos y la mente activos
y que nos hallemos
siempre dispuestos a hacer la voluntad de tu Hijo Jesús.

santa maria 3 300x200 Oración a Santa María en el Año Nuevo

Han pasado tantas cosas estos años.
Ha cambiado tanto la vida
y hemos envejecido tanto por dentro…
Quisiéramos sentir más vivo y más cercano a tu Hijo.
Estamos demasiado acostumbrados a un estilo de vida.

Tu sabes, María,
que nos dejamos arrastrar por la agitación de cada día.
Tal vez por eso no nos encontramos casi nunca
con esa palabra que es vida y luz para nuestra historia.
Tú estás con nosotros
y nosotros andamos perdidos en mil cosas.

María:
Graba bien en nuestro corazón
que tú hacia nosotros sólo puedes sentir amor y ternura.
Recuérdanos, desde dentro, que tú nos aceptas
tal como somos
con nuestra mediocridad y nuestro pecado,
y que me amas incluso aunque no cambiemos.
Que a lo largo de este año nuevo
no nos alejemos mucho de ti.
Que sepamos encontrarte
en nuestros sufrimientos y nuestras alegrías.
Entonces tal vez cambiaremos
Y será un año nuevo.
Amén

HOY ES NOCHE VIEJA


Autor: P Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
Hoy es Noche vieja
Deseo dormir en paz la última noche del año y despertar con el alma renovada para emprender la nueva jornada de este año que comienza.


Se fue un año más. 

Al final del año es conveniente hacer un balance de los 365 días, para ver qué se hizo con ese año de vida. Conviene también saldar todas las deudas que se tienen con Dios y con los demás. 

Quiero asomarme a la ventana de mi casa y mirar hacia atrás, hacia ese largo camino que he recorrido durante todo el año. 

Si algo puedo ver, es que cada día de ese año transcurrido estuvo lleno del amor de Dios. Estoy en deuda con Él; por eso mi primera palabra al final del año es: ¡Gracias!. 

Pero, al lado de tantas bondades de ese Dios, está la triste historia de la ingratitud y la mediocridad para con ese gran amigo. Por eso la segunda palabra tiene que ser: "¡Perdóname todos los errores, todas las mediocridades!. ¡Yo sé que me perdonas!" 

Pero hay una tercera palabra que quiero decir: "Te pido un gran año para hacer con el una gran tarea, ayúdame a que este año que empieza sea mejor, que valga la pena vivir. Conviértelo en un gran año. Que aquello de "próspero año nuevo" no se quede en una ironía, sino en una verdad. 

También quiero, al final del año, saldar cuentas con mi prójimo, quiero sacar de mi espíritu, arrancar, tirar todos los rencores, odios, resentimientos hacia mis hermanos. Quiero terminar el año bien con todos. Quiero poder decir que no tengo malos sentimientos hacia ningún ser humano. 

Es hora de pedir perdón a todos los que en el camino he herido, molestado, desairado. A los que tenían derecho a esperar una respuesta y no se la di, a los que necesitaban una palabra de aliento y me quedé con ella. A los que encontré tirados en el camino de la vida, desesperados, tristes, vacíos de Dios y de ilusión, y pasé de largo porque tenía mucha prisa. Quiero pedirles perdón. 

Deseo dormir en paz la última noche del año y despertar con el alma renovada para emprender la nueva jornada de este año que comienza. 

Es importante recordar que este año será lo que cada uno haga con él. ¿Será el mejor o será el peor? ¿Será uno de tantos, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario? De cada uno de nosotros depende. 

Dios que te da ese año nuevo es el que más ardientemente te dice: ¡FELIZ AÑO! 

Al Dios que me dio la vida, ¡gracias!. 
Al Dios de mis días felices, ¡gracias!. 
Al Amor de mis amores, ¡gracias!. 
Puesto que al final de la vida me examinarán del amor, perdóname por no haber amado lo suficiente, y concédeme morir de amor. 
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