lunes, 26 de enero de 2015

MARÍA ESTÁ SIEMPRE A TU LADO



Unidos a María

María está siempre a nuestro lado, pero a Ella le gusta que la llamemos para acudir pronta en nuestro auxilio. ¿Qué debemos temer si tenemos a esta buena Madre que nos cuida de todos los terrores nocturnos, es decir, de los demonios que tratan de perdernos? Si nuestra sentencia está en las manos de María, es cierto que nos salvaremos, pues hemos puesto toda nuestra confianza en Ella y no quedaremos defraudados ni confundidos. Como hombres siempre estamos buscando seguridades, apoyos, garantías. Pues bien, María es la Seguridad, es el Apoyo, es la Garantía. Con María estamos más seguros que un niño en brazos de su madre.


Hoy, que aumenta la sensación de inseguridad en el mundo, corramos a María y refugiémonos en su Corazón Inmaculado por medio de la consagración a Ella, y así estaremos bien seguros, como María misma lo promete.

CONFIDENCIAS DE LA VIRGEN MARÍA



Unidos a María


La Virgen le decía una vez a Sor Natalia Magdolna: “Confía en Mí hasta el punto de parecer una tonta”.

Y es que la Virgen quiere que confiemos ciegamente en Ella. Así como el bebé en brazos de su madre, se abandona a los cuidados maternales y está seguro en el regazo materno; así también debemos hacer nosotros con la Virgen, nuestra Madre del Cielo, que tiene mayores cuidados que cualquier madre de la tierra.
Si confiamos en María, entonces obtendremos muchas gracias. Si confiamos mucho, completamente, entonces la Virgen hará maravillas en nosotros y en nuestras vidas, y también en las vidas de los que amamos.

Dios nos ha querido dar un secreto que está desvelado pero que, a pesar de ello, son pocos los que lo descubren. Ese secreto es María. Dios la ha puesto como la dispensadora de todos sus tesoros de gracias y dones, y el mundo muere de hambre espiritual porque no acude a María.

¡Que no nos suceda esto a nosotros! Sino vayamos a la Virgen a buscar, con el recipiente de la confianza, grandes gracias y favores celestiales y hasta materiales, todo lo que necesitemos para la vida, porque Ella jamás despacha a sus hijos con las manos vacías, sino que colma de bienes a los hambrientos.

RUEGA POR NOSOTROS


Ruega por nosotros
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R




Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.

Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes 
a la gloria te ha ensalzado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa, 
porque de Dios luz eres radiante 
en Cristo Muerto y Resucitado.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque en Dios eres puente 
para llevarnos al cielo 
a nosotros pecadores.

Ruega por nosotros, 
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre 
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.

EL ABECEDARIO DEL AMOR



El abecedario del amor
Autor: Luciana Brescacin




Cuando a mí me enseñaron el abecedario, la maestra nos hacía relacionar el sonido de cada vocal o consonante con el dibujo de un objeto cuyo nombre iniciaba con el sonido de la letra que estábamos estudiando. Recordando esto, pienso que podríamos profundizar en lo que es el amor si a cada vocal o consonante le pusiéramos las características de lo que es y debiera ser el amor porque él, en sí mismo encierra su propio abecedario.

A de aprecio. Apreciar al ser que se ama es darle su valor, es considerarlo digno de afecto y de reconocimiento. Se ama a la persona humana, rica siempre -no obstante sus defectos y limitaciones- en cualidades y potencialidades a las que el amor deberá de ayudar a desarrollarse a lo largo del tiempo. Se aprecia a la persona por lo que es, independientemente de lo que tiene y de su apariencia externa.

B de búsqueda. El amor es una continua búsqueda del bien para el ser amado.
Para ello es preciso conocerlo, descubrir su riqueza interior, encontrar los medios para su crecimiento y desarrollo hacia la plenitud de su ser. El amor es una aventura hacia el descubrimiento de la grandeza y trascendencia de la persona humana. 

C de coherencia. Decir lo que se piensa y vivir lo que se dice, eso es la coherencia. Vivir y tratar de vivir siempre lo que se promete es ser coherente. La coherencia en el amor es la unión íntima de dos seres entre sí, el esfuerzo por realizar, a costa de cualquier dificultad, el compromiso de entrega asumido en el momento del encuentro y de la decisión de donarse recíprocamente. La coherencia es signo de madurez en el amor.

D de diálogo. El amor es comunicación. Es el encuentro íntimo de dos personas, el diálogo constante de dos mentes, dos voluntades, dos corazones... dos cuerpos. A través de gestos y palabras se establece un dinamismo de comunicación y escucha que lleva al conocimiento recíproco, a la valoración y, de ahí, a la entrega auténtica.

E de esperanza y entrega. Así como el amor produce esperanza, confianza en el otro y en el futuro de los dos, la falta de éste causa apatía, desinterés, desconfianza y desaliento. El entusiasmo por la vida nace de una actitud de amor sincero y de entrega a los demás. El amor es entrega porque es ponerse en manos del otro, regalándose y dedicándose a él.
Aunque mucho cuidado, con esto no quiero decir que uno debe entregarse físicamente, cuidado con el acto sexual antes del matrimonio, esto no agrada a Dios. La entrega es el llamado más hondo y sublime de la naturaleza humana, por eso el hombre está llamado a amar, como su misión más alta y prioritaria en la vida.

F de fiel y fecundo. Ser fiel es ser leal con el otro. El verdadero amor no puede dejar de ser fiel ya que es don de sí mismo al otro y, cuando se hace un regalo, no se pide -luego de algún tiempo- su devolución. Además el amor es fecundo porque produce y se reproduce, mientras que el egoísmo destruye y acaba con la dignidad del otro.

G de generoso. La generosidad implica nobleza y sinceridad, implica darse sin medida, sin conveniencias. Quienes del amor hacen un negocio, un trato interesado, devalúan el arte de dignificar a la persona humana y pisotean una de las cualidades que elevan al amor y lo colocan por encima de cualquier otra actividad.

H de humilde y honesto. El amor no es egoísta ni soberbio sino humilde servicio a la persona amada, reconociendo en ella un don digno de ser cuidado con lo mejor de sí mismo. Para que el amor sea auténtico, se necesita reconocer los propios defectos y las cualidades del otro con sinceridad y honestidad aunque a veces cueste aceptarlo.

I de invitación. El amor es una invitación a crecer en todos los aspectos, es invitar a el otro a ser mejor, es ofrecer un camino de realización personal.

J de joven. La juventud no consiste tanto en la edad corporal, cuanto en un estado de vitalidad y renovación interior, aunque esta palabra se use más por determinar una época de la vida que para otra cosa. Por eso el amor es joven por ser y tener que ser siempre nuevo. 

L de luz. Luz en el amor significa saber iluminar y guiar la vida de la persona amada pero con Cristo como cabeza. Quien se acerca a un hombre o a una mujer que ama, descubre un manantial de vida para su existencia y claridad para el camino y la meta de su vida.

Ll de llamado. En el amor existe un llamado constante a la persona amada para que sea luz, y a la vez es una llamado personal a ser luz para nuestra pareja. Y juntos un llamado para ser luz para los demás.

M de movimiento y meta. El amor es dinámico, es actividad continua en bien del otro, es esfuerzo efectivo para edificar su personalidad, implica variedad en sus manifestaciones y evita la rutina en el transcurso del tiempo. Meta, además, porque el amor en sí es un gran objetivo por alcanzar.

N de núcleo. El amor es el núcleo de la vida misma. Hay un dicho que dice así: "el que no ama no vive", porque el ser humano está llamado a amar y amando es como construye la vida, crece en su personalidad y a la vez ayuda a crecer al otro.

O de optimista. El amor no puede dejar de ser optimista, aunque no deje de ser realista. El optimismo implica la esperanza y la ilusión de un futuro mejor para sí y para la persona amada. Optimismo que se fundamenta en Dios, como lo superior a todo.

P de perseverancia. Es tener firmeza y constancia en mantener lo prometido.
De nada sirve emprender un camino si no se llega al término del mismo. La grandeza de un hombre y de una mujer se encuentra en su capacidad de ser perseverantes en el esfuerzo de donarse sin límites a través del tiempo.

Q de Querer. Amar es querer con la fuerza de voluntad más que con los sentimientos. Siempre basados en la voluntad del Dios y padre Celestial. Es la expresión más auténtica de la decisión libre y personal de buscar el bien del otro.

S de sacrificio y de silencio. El amor exige el sacrificio entendido como ofrenda, como don, y esto implica callar el propio egoísmo, sin dejar de exigir lo que en justicia corresponde.

T de trabajo. El amor no puede dejar de ser trabajo, acción continua, esfuerzo constante por lograr su culminación en cada instante, no sólo al final de la vida.

U de único y de universal. El amor es único porque no es repetible, y al mismo tiempo es universal porque es común a todos y dirigido hacia todos. El ser humano puede y necesita amar, y cada uno ama de forma única.

V de valiente. Para amar se necesita mucho valor, se necesita "garra" y valentía frente a una mentalidad adversa, que ha desvirtuado el sentido del amor y lo ha convertido en una expresión más del egoísmo.

Z de zumo. El amor es el jugo de la vida, es lo que da sabor a la lucha y al esfuerzo diario, es el alimento de la propia historia. 

Después del abecedario se antoja una pregunta... 

¿Vale la pena vivir? ¡Sí! porque podemos amar. Y Dios es amor, el que no ama no es de Dios porque El es amor, así que a amar, pero con todo esto que acabamos de mencionar, y mucho mas que aun queda por mencionar, pero que Dios no lo define claramente en primera Corintios 13.

¿POR QUÉ SE APARECE LA VIRGEN?



¿Por qué se aparece la Virgen?
Verdaderas y falsas apariciones marianas

Alguna vez María se comunica de manera particular con algunas personas, sólo con el fin de que nosotros lleguemos a conocer, amar y seguir a Jesús.


Por: Joan Antoni Mateo García | Fuente: Catholic.net



¿Cómo te sentirías si te llegara un e–mail del cielo donde te avisaran que Dios mismo iría a cenar a tu casa esta tarde?

A María le sucedió algo más grande. No se trataba de una cena, ni de una visita, sino de ser la Madre de Dios. No se trataba de tenerlo como invitado por unas horas, sino como hijo por muchos años. Compartió sus penas y alegrías, éxitos y persecuciones. Experimentó, como ninguna madre, la congoja de ver la muerte de su Hijo amado. Fue la primera en atestiguar su Resurrección. Desde entonces, su amor hacia su Hijo la llevó a ser la primera de los apóstoles.

Como se ve, María ha servido a Dios como puente para caminar entre nosotros en la persona de Jesús: ha sido el único instrumento posible del que podía valerse, pues ella era la única creatura sin pecado, la única estación por donde Dios podría comunicarse.

Por lo mismo María es la primera interesada en que todos conozcan a su Hijo, ella ahora quiere ser otra vez un camino pero en sentido contrario, de los hombres a Dios, pues en la Cruz, Cristo la nombró Madre de todos nosotros.

María sin Dios no hubiera sido nada, una chica buena, silenciosa y servicial de una aldea periférica del Imperio Romano; pero su fe arriesgada en la sola palabra de Dios, su vida de peregrina tras las huellas de su Hijo, sus virtudes heroicas para ser fiel al compromiso tomado un día con Dios hacen de Ella una luz radiante, un ejemplo verdadero para nosotros cristianos. No es objeto de adoración, que en sí se debe sólo a Dios, sino de especial veneración y de cariño por ser la mamá de Jesús y también de todos.

Desde la muerte y resurrección de su Hijo es la primera que anuncia y testimonia de Jesús, la más interesada que nosotros lleguemos a conocer, amar y seguir a Jesús. De allí que alguna vez María se comunique de manera particular con algunas personas siempre y sólo con el fin de elevar la mirada de todos hacia Cristo.

De ahí, que cuando la Virgen se aparece en algún lugar, se produce invariablemente un mismo milagro, y es que al lugar acude un numeroso grupo de gente que automáticamente empieza a rezar el Santo Rosario. Allí reza todo el mundo, los que habitualmente lo hacen y sobre todo, los que nunca rezan.

Si las apariciones de María consiguen hacer rezar a la gente que normalmente no lo hace... ¿No es esto un milagro?, ¿no eleva los corazones de todos hacia Cristo?, ¿no nos da a gustar un poco del cielo?


Así pasó en 1534 en Guadalupe (México), a través de Juan Diego, en Lourdes (Francia), en 1858 con Bernardette Soubirous, en 1917 en Fátima (Portugal), a través de tres niños: Francisco, Jacinta y Lucía.


Hay que evitar como nocivo para la fe cuando se presentan manifestaciones de vana credulidad, sentimentalismo, milagrería, práctica exterior sin fe o sin compromisos morales y cuando se disocia a María de la Iglesia y de los sacramentos, ya que es indicio de veracidad cuando el contenido de un mensaje de María está de acuerdo con el Evangelio, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

María como buena Madre espera que todos sus hijos amen a Cristo y hoy, como en las bodas de Caná, nos vuelve a decir: “haced lo que Él os diga”; ésta es la misión que sigue desarrollando entre todos los hombres.

Es el modelo de creatura perfecta de esta sociedad y de la de todos los tiempos, ella nos enseña cómo se puede amar Dios, cómo su gracia obra maravillas en las almas que se le prestan; además María, como Madre de toda la Iglesia, intercede y vela por sus hijos.

El papel actual de la Virgen es el mismo que ha desempeñado desde hace 2000 años: que todas las almas conozcan el amor de Dios y le correspondan.




Si tienes alguna consulta utiliza este enlace para escribirle a Dr. Joan Antoni Mateo García. Sacerdote del obispado de Urgell, en España. Especialista en Cristología y Mariología. Miembro de la Universidad Balmesiana Santo Tomás.

 
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