martes, 23 de junio de 2015

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: MARTES 23 DE JUNIO DEL 2015


Nardo del 23 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, abundancia de Amor!

Meditación: ¡Oh Señor!. Quién pudiera conocerte verdaderamente a Vos, Señor que te hiciste Hombre y pescador, para enseñarnos a trabajar en el Amor. ¡Oh Señor!, que a todos buscas. Tú, el Rey, te sentabas en una barca y desde el lago de Galilea enseñabas Tu Palabra. Tú, que a los leprosos curabas y sanabas las almas. Tu mirada era sólo Amor y ofrenda del dolor que causaba el hedor de las almas putrefactas. Tú, Señor, que conoces todos nuestros pecados pero a pesar de eso nos sigues amando. Tú, que por nosotros te sigues dando, para que volvamos a Tu lado. Tú, Señor, que por gran Misterio nos quieres dar un corazón nuevo para nacer a Vos y vivir en unión con Nuestro Creador. Señor, que nos regalas la esperanza de habitar algún día en eterna alabanza en la Morada Santa, permite a este siervo Tuyo tirar las redes para llevar a mis hermanos hacia Tus Benditas Manos.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Pidamos al Señor, en humilde oración, que podamos ayudar a la conversión de nuestros hermanos.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

ESTAMPAS CON ORACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS








CUANDO LA FIDELIDAD MARCA LA DIFERENCIA


Cuando la fidelidad marca la diferencia
El hombre fiel es el que confirma su opción fundamental con cada una de las pequeñas decisiones que forman el entramado de su existencia.
Por: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net




La fidelidad hoy en día es un término que ha perdido valor y sentido, sin embargo, es una virtud que está al alcance de todos y que tiene infinitas expresiones en cualquier campo de la vida humana para enriquecernos y hacernos buenas personas.

Es fiel, el amigo que no vuelve la espalda a los suyos en los momentos de dificultad, más aún, los acompaña y les brinda todo su apoyo moral y material.

Es fiel, el novio que ni de lejos juega con el amor de su prometida, sino que lo cultiva con los pequeños detalles de cariño y afecto: la invita a salir, la respeta, evita lo que le molesta.

Es fiel, el esposo que después de una larga aventura de años y años con su mujer, cada mañana le brinda la misma frescura de su amor en su beso de "¡Buenos días!"; reina entre los dos un ambiente de total confianza, porque saben que son fieles y ninguno fallará.

Es fiel, el hombre consagrado que cada mañana se presenta ante su Señor con una sonrisa en los labios y un sincero "Gracias por el nuevo día. Aquí estoy para hacer tu voluntad".

Nadie es verdaderamente fiel por temor al castigo, esto no sería auténtica fidelidad. La fidelidad es un compromiso que nace de lo más hondo de nosotros mismos, es un "conozco las consecuencias y quiero, con todo lo que implique...". El hombre fiel es el que confirma su opción fundamental con cada una de las pequeñas decisiones que forman el entramado de su existencia; es un hombre libre que aceptó y sigue aceptando, que amó y sigue amando. La fidelidad es la confirmación diaria de un sí, que no pertenece al pasado.

Los frutos del que es fiel no se hacen esperar. La felicidad profunda y la alegría verdadera, vienen a constituir el fruto más evidente de la auténtica fidelidad. El hombre fiel es maduro, sincero, trabajador, realista; hay una coherencia entre lo que es y dice ser.

Ser fiel es creer, confiar, amar…, sufrir con resignación, aguantar con paciencia, esperar contra toda esperanza, luchar sin desalentarse, empeñarse en la meta, apasionarse por el ideal, perseverar en medio de las más atroces dificultades… para corresponder a otro que primero nos ha sido fiel. Para nosotros, cristianos, ese Otro se escribe con mayúscula y su nombre es Jesucristo. Les dejo esta historia, que espero les ayude a confiar y valorar cada acto de fidelidad.

Fue en el año de 1912, la señora Straus y su esposo, eran pasajeros del Titánic en el fatídico viaje. No muchas mujeres se hundieron con el barco, pero la señora Straus fue una de las pocas que no sobrevivieron por una sencilla razón: no podía soportar separarse de su marido.
Así es como Mabel Bird, la sirvienta de la señora Straus, quien sobrevivió al desastre, narró la historia después de su rescate:

Cuando el Titánic comenzó a hundirse, los primeros en pasar a los botes salvavidas fueron las mujeres y los niños dominados por el pánico. El señor y la señora Straus estaban tranquilos, consolaban a los pasajeros y ayudaron a muchos a entrar en los botes. Si no hubiera sido por ellos, declaró Mabel, me hubiera ahogado. Yo estaba en el cuarto o quinto bote salvavidas, la señora Straus me obligó a entrar en el bote y me cobijó con algunas frazadas gruesas.

El señor Straus suplicó a su esposa que subiera al bote salvavidas con su sirvienta y los demás. La señora Straus comenzó a hacerlo, y con un pie ya en la borda, de pronto cambió de parecer, se dio la media vuelta y regresó al buque que se hundía.

"¡Por favor, querida, sube al bote!", suplicó su esposo. La señora Straus miró profundamente a los ojos del hombre con quien había pasado la mayor parte de su vida, el hombre que había sido su mejor amigo y siempre un consuelo para su alma. Se aferró a su brazo y acercó el cuerpo tembloroso de su esposo al suyo.

"No", se dice que la señora Straus respondió desafiante, "no me subiré al bote, hemos estado juntos durante demasiados años, ahora somos viejos y no te dejaré; a donde tú vayas, yo iré".
Amigos míos: Ahí fue donde se les vio por última vez, parados, brazo con brazo, sobre la cubierta, a esta devota esposa, abrazada valerosamente de su esposo, a este amoroso esposo, estrechando protectoramente a su esposa, al hundirse el barco... 

Juntos por siempre. Una fidelidad incondicional.

PRÁCTICAS DE DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Prácticas de devoción a María.

El culto a María en la Iglesia (3a. parte)

La verdadera devoción a la Santísima Virgen puede expresarse interiormente de diversas maneras... 



Por: San Luis María Grignion de Montfort | Fuente: www.mercaba.org




a. Prácticas comunes.
115. La verdadera devoción a la Santísima Virgen puede expresarse interiormente de diversas maneras. He aquí, en resumen, las principales:
  • 1º honrarla como a digna Madre de Dios, con un culto de hiperdulía, es decir, estimarla y venerarla más que a todos los otros santos, por ser Ella la obra maestra de la gracia y la primera después de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
  • 2º meditar sus virtudes, privilegios y acciones;
  • 3º contemplar sus grandezas;
  • 4º ofrecerle actos de amor, alabanza y acción de gracias;
  • 5º invocarla de corazón;
  • 6º ofrecerse y unirse a Ella;
  • 7º realizar todas las acciones con intención de agradarla;
  • 8º comenzar, continuar y concluir todas las acciones por Ella, en Ella, con Ella y para Ella a fin de hacerlas por Jesucristo, en Jesucristo, con Jesucristo y para Jesucristo, nuestra meta definitiva.
Más adelante explicaremos esta última práctica.

116. La verdadera devoción a la Santísima Virgen tiene también varias prácticas exteriores. Estas son las principales:
  • 1º inscribirse en su cofradías y entrar en las congregaciones marianas;
  • 2º entrar en las Ordenes o Institutos religiosos fundados para honrarla;
  • 3º publicar sus alabanzas;
  • 4º hacer en su obsequio limosnas, ayunos y mortificaciones espirituales y corporales;
  • 5º llevar sus libreas, como el santo rosario, el escapulario o la cadenilla;
  • 6º rezar atenta, devota y modestamente:
* el santo Rosario, compuesto de 15 decenas de Avemarías, en honor de los 15 principales misterios de Jesucristo,
* o la tercera parte del Rosario, que son cinco decenas, en honor de:
los cinco misterios gozosos (Anunciación, Visitación, Nacimiento de Jesucristo, Purificación y el Niño perdido y hallado en el templo) o de los cinco misterios dolorosos (Agonía de Jesús en el Huerto, Flagelación, Coronación de espinas, Subida al Calvario con la cruz a cuestas y Crucifixión y Muerte de Jesús) o de los cinco misterios gloriosos (Resurrección de Jesucristo, Ascensión del Señor, Venida del Espíritu Santo, Asunción y Coronación de María por las tres Personas de la Santísima Trinidad).
* o una corona de seis o siete decenas en honor de los años que, según se cree, vivió sobre la tierra la Santísima Virgen.
* o la Coronilla de la Santísima Virgen, compuesta de tres Padrenuestros y doce Avemarías, en honor de su corona de doce estrellas o privilegios.
* o el Oficio de Santa María Virgen, tan universalmente aceptado y rezado en la Iglesia,
* o el Salterio menor de María Santísima,
compuesto en honor suyo por San Buenaventura y que inspira afectos tan tiernos y devotos, que no se puede rezar sin conmoverse.
* o catorce Padrenuestros y Avemarías en honor de su catorce alegrías u otras oraciones, himnos y cánticos de la Iglesia, como la Salve; Madre del Redentor; Salve, Reina de los cielos, según los tiempos litúrgicos: el himno Salve, de mares Estrella, la antífona Oh gloriosa Señora, el Magnificat u otras piadosas plegarias de que están llenos los Devocionarios.
  • 7º cantar y hacer cantar en su honor cánticos espirituales.
  • 8º hacer de su honor cierto número de genuflexiones 9 reverencias, diciéndole, por ejemplo, todas las mañanas sesenta o cien veces: Dios te salve, María, Virgen fiel, para alcanzar de Dios, por mediación suya, la fidelidad a la gracia durante todo el día, y por la noche. Dios te salve, María Madre de misericordia, para implorar de Dios, por medio de Ella, el perdón de los pecados cometidos durante el día.
  • 9º mostrar interés por sus cofradías, adornar sus altares, coronar y embellecer sus imágenes;
  • 10º organizar procesiones y llevar en ellas sus imágenes y llevar una consigo, como arma poderosa contra el demonio.
  • 11º hacer pintar o grabar sus imágenes o su monograma y colocarlas en las iglesias, las casas o los dinteles de las puertas y entrada de las ciudades, de las iglesias o de las casas;
  • 12º consagrarse a Ella en forma especial y solemne.


117. Existen muchas otras formas de verdadera devoción a María, inspiradas por el Espíritu Santo a las personas santas y que son muy eficaces para la santificación. Pueden leerse, en extenso, en el Paraíso abierto a Filagia, compuesto por el Reverendo Padre Pablo Barry S.J., quien ha recopilado en esta obra gran número de devociones practicadas por los santos en honor de la Santísima Virgen, siempre que se hagan con las debidas disposiciones, es decir:

  • 1º con la buena y recta intención de agradar a Dios solo, unirse a Jesucristo, nuestra meta final y edificar al prójimo;
  • 2º con atención, sin distracciones voluntarias;
  • 3º con devoción, sin precipitación ni negligencia;
  • 4º con modestia y compostura corporal respetuosa y edificante.

b. La práctica perfecta.

118. Después de esto, protesto abiertamente que aunque he leído casi todos los libros que tratan de la devoción a la Santísima Virgen y conversado familiarmente con las personas más santas y sabias de estos últimos tiempos no he logrado conocer ni aprender una práctica de devoción semejante a la que voy a explicarte, que te exija más sacrificios por Dios, te libere más de ti mismo y de tu egoísmo, te conserve más fácilmente en gracia de Dios y a la gracia en ti, que te una más perfecta y fácilmente a Jesucristo y sea más gloriosa para Dios, más santificadora para ti mismo y más útil para el prójimo.

119. Dado que lo esencial de esta devoción consiste en el interior que ella debe formar, no será igualmente comprendida por todos.
- algunos se detendrán en lo que tiene de exterior, sin pasar de ahí serán el mayor número;- otros, en número reducido, penetrarán en lo interior de la misma, pero se quedarán en el primer grado.¿Quién subirá al segundo? ¿Quién llegará hasta el tercero? ¿Quién, finalmente, permanecerá en el habitualmente? Sólo aquel a quien el Espíritu de Jesucristo revele este secreto y lo conduzca por sí mismo para hacerlo avanzar de virtud en virtud, de gracia en gracia, de luz en luz, hasta transformarlo en Jesucristo y llevarlo a la plenitud de su madurez sobre la tierra y perfección en el cielo.
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