martes, 21 de enero de 2014

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA


Oraciónes a la Virgen de Altagracia

!Oh, Madre de la divina sabiduría y por eso Madre de Dios de Altagracia! Postrado/a a tus pies vengo a pedirte dos gracias con esta oración.

La primera es una alta gracia de grande honra y gloria para la tierra, pues es la exaltación de la santa fe católica, la extirpación de las herejías, la paz y concordia entre los cristianos, las victorias contra los infieles y la rendición de los cristianos cautivos.

La segunda es la gracia justificante para este/a arrepentido/a pecador/a, que ya aborrece los viles deleites de la culpa, y propone no ofender más a la bondad infinita.
Por tu mano, Señora, espero esta misericordia, para que después de servirte en esta vida, llegue a gozar en la otra de la Divina Gracia.
Para que más bien pueda contar las misericordias de Dios, os pido atendáis a mi necesidad y me concedáis la gracia que os voy a pedir.

(Aquí parándose un poco en silencio, pedirá cada uno lo que necesite), y después dirá:

Así Madre mía lo espero de vuestra piadosa liberalidad; más si acaso no conviniere mi petición, me resigno en tu santísima voluntad; dadme paciencia para tolerar los trabajos y pasiones de la vida, hasta el fin dichoso de verte con tu hijo Jesús en la gloría. Amén.




Oración de Consagración de la familia a la Virgen María de la Altagracia.

¡Oh Madre de La Altagracia!
Queremos consagrarnos a Ti.
Y por eso te reconocemos a partir de este día
como Reina de nuestra familia.
Virgen María de La Altagracia,
hoy consagramos nuestras vidas a Ti.

Sentimos necesidad constante de tu presencia
para que nos protejas, nos guíes y nos consueles.
Sabemos que en Ti encontramos el amor de una madre
y todos los ejemplos de la primera discípula de Jesús.
Tú nos dices con mucha sabiduría:
Hagan todo lo que Él diga.
Dios nos conceda la Alta Gracia de vivir para Ti,
de amarte, escucharte e imitarte hoy y siempre;
ayúdanos a ser padres ejemplares para nuestros hijos.
Amadísima Madre de La Altagracia,
enséñanos y a nuestros hijos a amar a Jesús.
Haznos dignos de Jesús y de Ti, Madre,
y que la Consagración de este día,
nos una más a Ti y a tu Hijo.
Santa María Virgen de La Altagracia, Reina de nuestra
familia, ¡Ruega por nosotros! ¡Ruega por nuestros
jóvenes! ¡Ruega por nuestras familias! Amén.

NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA, ADVOCACIÓN MARIANA, 21 DE ENERO


Autor: . | Fuente: Corazones.org
Nuestra Señora de la Altagracia
Advocación Mariana, 21 de enero
Patrona de República Dominicana

Tiene la República Dominicana dos advocaciones marianas:
Nuestra Señora de la Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia, Protectora y Reina del corazón de los dominicanos. Su nombre: "de la Altagracia" nos recuerda que por ella recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Ella, como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".

Existen documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos hermanos a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.

La piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a este que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes; ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación mariana. Ya de vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda.

Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al mercader diciéndole: "Esto es lo que usted busca". Era la Virgen de la Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio. El cuadro de Ntra. Sra. de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.

Sobre una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos.

María de la Altagracia lleva los colores de la bandera Dominicana anticipando así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente, añadida a la pintura original. Un poco retirado hacia atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan Pablo II también visitó a la Virgen en su basílica en Higüey

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