miércoles, 18 de enero de 2017

LA SOLEDAD, COMPAÑERA DE VIDA


La soledad, compañera de vida



La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por sí solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....

Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.

La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad

La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible... Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez lamentan hasta que hayan nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él? ¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!

Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.

Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia... que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.

La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...

Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.

En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.

Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque Él es todo amor.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

LA SALVACIÓN SE DECIDE EN LA PRÁCTICA


La salvación se decide en la práctica
Los primeros para Dios son con frecuencia los últimos para los hombres. Porque Dios no juzga según las apariencias, sino que ve en el corazón.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer 




En el libro de Isaías del Antiguo Testamento se anuncia la reunión de todas las naciones, lenguas y razas en un solo pueblo elegido. En el Nuevo Testamento, Jesús dice a sus paisanos que vendrán extranjeros del norte y del Sur, de Oriente y Occidente, para sentarse a la mesa del Reino de Dios.

Esta universalidad de la salvación de Dios nos deja todavía sin saber nada acerca del número de los que se salvarán. Nos basta con saber que Dios llama a todos, que la puerta que conduce al Reino es estrecha y puede cerrarse en cualquier momento. Lo único importante es la conversión al Evangelio. Todo lo demás es simple curiosidad que nos distrae peligrosamente.

El Evangelio es salvación para los que lo escuchan responsablemente, sean o no descendientes de Abrahán o católicos desde su nacimiento. Escuchar responsablemente el Evangelio es vivirlo, practicarlo en la vida de cada día.

Y esto no es nada fácil. Por eso dice Jesús que la puerta es estrecha y que sólo los que se esfuerzan entraran por ella en el Reino de Dios.

No basta con escuchar sermones o ir a misa todos los domingos. No son las prácticas piadosas las que nos van a salvar. Todo esto tiene su valor, pero sólo cuando nos ayuda y anima a vivir nuestra fe en la vida de cada día: en nuestra vida personal y familiar, nuestra vida social y profesional, nuestra vida política...

El último día, el Señor reconocerá sólo a aquellos que ahora y aquí lo reconocen en los hombres. Reconocer a Jesús en los hombres, es reconocer la dignidad de cada ser humano, respetar sus derechos, tener en cuenta sus necesidades y, sobre todo, solidarizarse con los pobres, los marginados, los oprimidos. Cualquier cosa que hagamos a uno de estos, al Señor mismo se lo estamos haciendo.

“Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”. Llegará el gran Día del juicio, y entonces vendrá la sorpresa implacablemente sobre muchos que se creyeron los verdaderos cristianos.

Y estos, que se tuvieron a sí mismos por los primeros, dirán: “Señor, ábrenos”. Y el Señor les contestará: “No sé quienes sois”. Y ellos comenzarán a decir: “Hemos comido tu pan y bebido tu sangre, tu Evangelio se ha predicado en nuestras iglesias.”
Pero el recuerdo de todas estas prácticas religiosas no servirá de nada si no va acompañando de la prueba verdaderamente decisiva en el juicio: del amor a los demás, sobre todo a los necesitados.

Llegará el gran Día del juicio, y entonces vendrá felizmente la sorpresa sobre muchos hombres de oriente y occidente, del norte y del sur. Son los que practicaron en el mundo el mensaje cristiano del amor.
Por eso, el Señor les abrirá la puerta, los sentará a su mesa y les dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui peregrino, y me acogisteis...”

Los primeros para Dios son con frecuencia los últimos para los hombres. Porque Dios no juzga según las apariencias, sino que ve en el corazón.

Hay un cristianismo oficial que es bueno cuando expresa auténticamente en palabras y obras las actitudes de la fe, la esperanza y el amor pero que es vana hipocresía cuando no es así.
En cambio, hay otro cristianismo sin nombre, anónimo, que no se expresa en ritos y palabras, pero que realiza en la vida el mensaje de Cristo.

La verdad cristiana es eminentemente práctica. Consiste en la conversión del hombre hacia un orden nuevo, en el que habita la justicia, la paz, la fraternidad y el amor. Los hombres que trabajan por estos valores, se salvarán y ascenderán a los primeros puestos.

Queridos hermanos, esforcémonos para que Dios nos encuentre también entre ellos y nos deje entrar en su Reino celestial.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Cómo vivo mi cristianismo durante la semana?
2. ¿Qué acciones hago en pro de los necesitados?
3. ¿Se nota mi cristianismo en mi ambiente laboral, familiar…?

PAPA FRANCISCO: CUANDO LAS COSAS SE VUELVAN OSCURAS, RECEN MÁS


Papa Francisco: Cuando las cosas se vuelvan oscuras ¡recen más!
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



VATICANO, 18 Ene. 17 / 05:01 am (ACI).- La esperanza y la oración, dijo el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles, van de la mano y ayudan a descubrir al verdadero Dios. "La oración te lleva adelante en la esperanza y cuando las cosas se vuelven oscuras, más oración", dijo ante miles de fieles.

En su nueva catequesis, el Pontífice explicó que “en la Sagrada Escritura, entre los profetas de Israel, destaca una figura un poco anómala, un profeta que intenta sustraerse a la llamada del Señor rechazando ponerse al servicio del plan divino de salvación: el profeta Jonás”.


“Es un profeta ‘en salida’ que Dios envía ‘a la periferia', a Nínive, para convertir a los habitantes de esa gran ciudad”, explicó. “En Nínive, para un israelita, Jonás representaba una realidad amenazante, el enemigo que ponía en peligro a la misma Jerusalén”. Y por eso, “cuando Dios manda a Jonás a predicar en esa ciudad, el profeta, que conoce la bondad del Señor y su deseo, busca sustraerse a su misión y huye”.

Francisco entonces señaló que el comportamiento de Jonás permite reflexionar sobre la “esperanza y la oración”.

“Durante la travesía de Jonás en el mar, comienza una terrible tempestad, y Jonás baja a la bodega del barco y se abandona al sueño. Los marineros, sin embargo, viéndose perdidos, ‘invocaron a su propio Dios’”, dijo el Papa. “El capitán del barco despertó a Jonás y le pidió que orase a su Dios”, añadió.

“La reacción de estos paganos es la justa reacción delante de la muerte, porque es entonces cuando el hombre vive una experiencia completa de la propia fragilidad y de la propia necesidad de salvación”.

En definitiva, “el instintivo horror de morir despierta la necesidad de esperar en el Dios de la vida” y la “esperanza se convierte en oración”.

El Santo Padre alertó que “demasiado fácilmente desdeñamos el dirigirnos a Dios en la necesidad como si fuese solo una oración interesada, por tanto, imperfecta. Pero Dios conoce nuestra debilidad, sabe que nos acordamos de Él para pedir ayuda y con la sonrisa indulgente de un padre responde de manera benevolente”.

“Cuando Jonás, reconociendo las propias responsabilidades, se arroja al mar para salvar a sus compañeros de viaje, la tempestad se calma. La muerte inminente ha llevado a aquellos hombres paganos a la oración, ha hecho que el profeta viviese su propia vocación al servicio de los otros aceptando sacrificarse por ellos, y ahora conduce a los sobrevivientes al reconocimiento del verdadero Señor y a su alabanza”.


El Papa subrayó que la esperanza “se revela entonces más potente y opera una realidad que va también más allá de cuanto se esperaban: no solo no mueren en la tempestad, sino que se abren al reconocimiento del verdadero y único Señor del cielo y de la tierra”.

“Así, bajo la luz del misterio pascual, la muerte puede convertirse, como fue para San Francisco de Asís, en ‘nuestra hermana muerte’ y representar, para cada hombre y para cada uno de nosotros, la sorprendente ocasión de conocer la esperanza y de encontrar al Señor”.

Para terminar, el Papa recordó que “más tarde, el rey de Nínive tras oír la predicación de Jonás, se confía a la misericordia divina y llama a todos a la oración y a la penitencia, salvando así la ciudad”.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 18 DE ENERO


Los cinco minutos de María
Enero 18



María amó a todos sin excepción y a todos les deseó el bien y el mayor bien que se puede desear: el amor de Dios. Porque, comparado con el amor de Dios, todo lo demás resulta insignificante, por valioso que se lo quiera suponer.
Y así, María por todos oró, por todos sufrió, por todos entregó a su Hijo, para que a todos salvara y redimiera.
Esta universalidad del amor de María es fiel modelo de lo que debe ser nuestro amor cristiano. El verdadero amor no es envidioso, no busca las cosas propias, sino que busca el bien de los demás. El verdadero amor cristiano debe ser definido como la entrega de sí mismo a los demás a imitación de María, que se entregó a sí misma y al que quería más que a sí misma: su Hijo Jesús.
María, que con amor te uniste a la entrega de tu Hijo, ayúdanos a entregarnos en el servicio a los hermanos.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ MIÉRCOLES!!

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