viernes, 28 de julio de 2017

LAS 7 INIGUALABLES CARACTERÍSTICAS DEL PERDÓN DE DIOS

Las 7 inigualables características del perdón de Dios
Si tenemos que ser misericordiosos como el Padre, lo mejor que podemos hacer es ver cómo nos perdona Dios para comprender cómo debemos perdonar 


Por: Andrés D' Angelo | Fuente: Catholic-link.com 



En Las 9 cosas que me hubiera gustado saber antes de casarme», uno de los puntos que generó más preguntas y consultas fue el número 8: «Un buen matrimonio es la unión de dos buenos perdonadores». Muchas personas me contactaron por privado para consultar sobre este punto porque, «les cuesta mucho», «no pueden perdonar» o «están atrapados en un círculo de rencor».
¡Es que el perdón no es fácil! Pedir perdón no es fácil porque somos orgullosos. Y perdonar tampoco es fácil, porque estamos heridos. Así puede pasar que no nos pidamos perdón y esa falta de pedir y dar perdón se acumule en resentimiento. El resentimiento es tomar veneno y esperar que el otro se muera. Y si no es fácil lidiar con el perdón cuando estamos bien, con resentimiento es muchísimo más difícil.
Pero tenemos que perdonar. No hay opción. Jesús nos dice que seamos «misericordiosos como nuestro Padre Celestial es misericordioso. Y también lo decimos constantemente en el Padre Nuestro: «Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Si nosotros no perdonamos, ¡Dios no nos puede perdonar!
Si tenemos que ser misericordiosos como el Padre, lo mejor que podemos hacer es vercómo nos perdona Dios para comprender cómo debemos perdonar nosotros. Para ello vamos a seguir a nuestro querido Papa Francisco, que es un «misericordiólogo» de primer orden.

1. Dios está ansioso de perdonarnos

En la parábola del Padre Misericordioso, como la llama el Papa Francisco, más conocida como la del hijo pródigo, hay un rasgo tiernísimo del Padre que muchas veces pasamos por alto: «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente». (Lc 15, 20). ¡El Padre lo estaba esperando! ¡Fue corriendo a su encuentro! ¡Y el hijo todavía no le había pedido disculpas! En nuestras relaciones personales, tenemos que estar dispuestos a salir corriendo al encuentro de nuestros hermanos que nos hirieron, sin dudarlo  y sabiendo que así es el perdón de Dios. Tenemos que estar ansiosos esperando la reconciliación. Y cuando nuestro hermano que nos hirió nos pide disculpas, correr a su encuentro y manifestar la alegría del reencuentro.


El papa Francisco dijo en su sermón del domingo 6 de marzo pasado:
«Él es el Padre misericordioso que en Jesús nos ama más allá de toda medida, espera siempre nuestra conversión cada vez que nos equivocamos, espera a nuestro regreso cada vez que nos alejamos de Él».

2. Dios perdona de inmediato

En la parábola el Padre casi ni permite que su hijo le diga todas las palabras de arrepentimiento que tenía preparadas: lo manda levantar y manda a sus criados que lo vistan y le pongan anillos. Jesús, estando en la cruz, mira a aquellos que lo estaban torturando y a punto de matar y dice algo increíblemente desconcertante: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). ¿Se puede perdonar a alguien que nos hiere, sobre todo a aquellas personas que son más cercanas? ¡Por supuesto que sí! Tenemos que tener en cuenta que, como dice Nuestro Señor «no sabían lo que hacían». Tal vez creemos que esa persona nos hiere porque es mala, o porque nos odia. Pero, generalmente, la explicación es mucho más sencilla: no saben. El pecado, para ser pecado debe ser «cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1857). Y esas condiciones no siempre están presentes. Muchas veces nos herimos sin saber, sin querer, sin poder evitarlo. Por eso nuestra disposición a perdonar debe ser siempre generosa y abierta. Tanto si nos piden disculpas como si no nos piden disculpas, teniendo en cuenta que la persona que nos ofendió puede no saber que nos ofendió. Debemos evitar la tentación de decir: «yo eso no lo puedo perdonar» o «jamás te perdonaré». Si no perdonamos, le atamos las manos a Dios para que nos pueda perdonar.

3. El perdón de Dios es una fiesta

El padre, inmediatamente después de rehabilitar a su hijo a su plena dignidad ¡Les pide a los sirvientes que organicen una fiesta! ¿Olvidó la ofensa? ¿Se olvidó de todo lo que su hijo le había hecho? No. La respuesta se la da al hijo que protesta del trato que le dio el Padre Misericordioso al hijo descarriado: «este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado». ¿Cómo no alegrarnos si la paz ha vuelto a nuestra vida? ¿Cómo no alegrarnos si podemos dejar atrás nuestras diferencias?
El Papa Francisco, en una catequesis sobre esta parábola, el 13 de Enero de 2016 dijo:
«[El padre, después]… va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluído de la fiesta de la misericordia, la misericordia es una fiesta».
Si Dios se alegra y arma una fiesta cuando le pedimos perdón, ¿por qué a veces nosotros perdonamos y seguimos con mala cara durante un tiempo? ¡Perdonemos con alegría, sabiendo que Dios nos va a perdonar de igual modo!

4. No es Dios quien nos acusa

En el episodio de la mujer adúltera, luego de confundir a los acusadores, hay un hermoso diálogo entre Nuestro Señor y la mujer: «”Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella respondió: “Nadie, Señor.” Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno”». (Jn 8, 10-11) ¿Por qué cuando estamos enojados acusamos constantemente a quien nos hirió? ¿Por qué buscamos pelea? ¿Estamos tan libres de pecado que creemos que podemos acusar a quien nos hirió?¿Creemos que vamos a conseguir la benevolencia del otro repitiéndole mil veces las cosas que nos hizo? Yo creo que no. Más bien es una táctica espantosa si queremos la paz.
El Papa Francisco dijo en la homilía en la Casa Santa Marta el 3 de junio de 2014:
«¿Quién es el acusador? En la Biblia se llama “acusador” al demonio, Satanás. Jesús juzgará, sí: al final del mundo, pero mientras tanto intercede, defiende. [Quien juzga] es un imitador del príncipe de este mundo que siempre va detrás de las personas para acusarlas ante el Padre».
Si acusamos no nos parecemos a Jesús, ¡nos parecemos al diablo! ¿A quién nos queremos parecer? ¿Al Príncipe de la Paz o al príncipe de este mundo?

5. El perdón de Dios requiere una transformación

Pero eso no significa necesariamente que nunca más lo vamos a volver a hacer. Luego de ese hermoso diálogo con la mujer, Jesús le dice: «en adelante no peques más» (Jn 8,11). Y esa es la parte que a veces más nos cuesta cuando hemos sido nosotros los que ofendimos. A veces caemos en la rutina de pecar «porque la misericordia de Dios es infinita», y no ponemos los medios para producir esa conversión, esa transformación interior que es nuestro deber hacer para agradecer el perdón misericordioso de Dios. Cuando nuestro «Perdóname» a quien ofendimos se vuelve rutinario, o cuando vamos a la confesión sacramental sin propósito de enmienda, el poder del perdón se diluye. Tenemos que agradecer constantemente la misericordia de Dios y de nuestros hermanos y poner todos los medios para esa transformación interior. ¿Y si caemos de nuevo? ¡De nuevo nos levantamos! Pedimos perdón sincero y volvemos a poner todos los medios para no volver a caer. ¿Cuántas veces debemos perdonar a quienes nos hieren? ¡Setenta veces siete!
El Papa Francisco dijo a Andrea Tornielli en el libro «El Nombre de Dios es Misericordia»:
«Hay muchas personas humildes que confiesan sus recaídas. Lo importante, en la vida de cada hombre y de cada mujer, no es no volver a caer jamás por el camino. Lo importante es levantarse siempre, no quedarse en el suelo lamiéndose las heridas. El Señor de la misericordia me perdona siempre, de manera que me ofrece la posibilidad de volver a empezar siempre».

6. Dios perdona completamente

Dios perdona completamente. Jesús le dice al buen ladrón: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23, 43). ¿Cómo perdonamos? El perdón no significa que tenga que olvidar la ofensa recibida.El perdón no tiene que ver con tu memoria. El perdón tampoco tiene nada que ver con los sentimientos. ¡Jesús pidió perdón por sus torturadores desde la Cruz! Tal vez, si la ofensa fue muy grave, nos vamos a acordar de la ofensa que nos hicieron hasta el último momento de nuestras vidas. Perdonar significa «seguir dando». Perdonar significa «donarse otra vez». Cristo le da su perdón a alguien que manifiestamente no lo merece. Tan buen ladrón fue que a último momento «se robó el Cielo». Cuando perdonamos, no podemos seguir con «cara de víctimas», mucho menos con «actitud de víctimas». Si el perdón es real y completo, no volveremos a hablar del tema nunca más, ni con el ofensor, ni con nadie, exceptuando con nuestro confesor. Eso significa perdonar: dejar atrás una ofensa y hacerlo de una vez y para siempre.

7. Es Dios quien perdona

El perdón no puede limitarse a pedirnos perdón mutuamente, aunque es un buen comienzo. Pero luego de perdonarnos mutuamente, en forma inmediata y completa, debemos saber que aquella persona que ofendimos, es ¡hija o hija de Dios! (y uno de sus favoritos) Entonces, lo siguiente que tenemos que hacer es ir y confesarlo a un sacerdote, para que mediante la absolución, la penitencia y el consejo adecuado podamos tener realmente paz en el alma, en nuestro matrimonio, en nuestra familia o en nuestras comunidades. La paz verdadera se cimenta sobre el perdón sobrenatural. Nuestro Señor nos lo dijo al dejarnos la paz «mi paz les dejo, mi paz les doy: no la doy como la da el mundo» (Jn 14,27).
El Papa francisco dijo en sermón de Santa Marta del 15 de junio de 2013:
«Pero ¿qué es la reconciliación? Tomar a uno de esta parte, tomar a otro y hacer que estén unidos: no, esta es una parte pero no es… La verdadera reconciliación es que Dios, en Cristo, ha tomado nuestros pecados y Él se ha hecho pecado por nosotros. Y cuando vamos a confesarnos, por ejemplo, no es que decimos el pecado y Dios nos perdona. No, ¡no es esto! Nosotros encontramos a Jesucristo y le decimos: ‘Esto es tuyo y yo te hago pecado otra vez. Y a Él le gusta eso, porque ha sido su misión: hacerse pecado por nosotros, para liberarnos».
Y para cerrar, otra cita del Querido Papa Francisco, esta vez a los niños el 11 de mayo de 2015:
«Sí: peleamos, pero no se debe terminar la jornada sin hacer la paz. Tengan siempre en mente esto. A veces yo tengo razón, el otro está equivocado, ¿cómo voy a pedir perdón? No pido perdón sino que hago un gesto y la amistad sigue. Esto es posible: no dejar que haber peleado dure hasta el día siguiente. ¡Esto es malo! No terminar el día sin hacer la paz».

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 28 DE JULIO


Los cinco minutos de María
Julio 28




Mira qué hermosa oración, para cuando Dios llame a su cielo a un ser querido:

“Que la clemente Virgen y Madre de Dios, María consoladora de los afligidos, recomiendo a su Hijo el alma de su siervo N.N., para que con esta intervención maternal no tema el dolor de la muerte, sino que consiga entrar en su compañía en la deseada morada de la Patria celestial”

Virgen entre todas la más bella, que yo pueda comparecer en la presencia de Dios, cuando me llame, limpio de todo mal y con un corazón lleno de gestos de amor.


* P. Alfonso Milagro

NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ, PATRONA DEL SALVADOR, 28 DE JULIO


Nuestra Señora de La Paz – Patrona de El Salvador




Patrona de la Republica de El Salvador

Señora de la PazAmerica fue poblada, en épocas tempranas, de manifestaciones de Maria que pronto dieron un tono Mariano al continente todo. Fue primero El Salvador, con semejante nombre, no podía dejar de ser tierra de milagros. Y fue la Madre de El Salvador la que hizo lo necesario para que las generaciones se mantengan abrazadas al Manto que las protege. Una extraordinaria historia dio origen a la devoción a Nuestra Señora de la Paz, devoción que ha seguido alimentándose por medio de la fe popular que a fuerza de milagros ha visto la Mano de Dios expresarse a través de la Patrona del pueblo.
Una amiga salvadoreña, Eli,nos ha enseñado estas maravillas, que hoy compartimos con nuestros lectores. Los invitamos a gozar con la historia que rodea a la devoción a Nuestra Señora de la Paz, Patrona de El Salvador.

Señor, que haz sabido encontrarnos en epocas tan tempranas
no nos abandones aunque el paso de los años resquebraje nuestra fe.

Historia del hallazgo

En el año de 1682, unos mercaderes se encontraban en las riberas del Mar del Sur, vieron en la playa una caja de madera que había sido posiblemente arrojada por la fuerza de las aguas. Los mercaderes trataron de abrir la caja para ver su contenido, pero estaba sellada y les fue imposible abrirla, por lo que optaron por dejarla abandonada en el mismo lugar.

Pocos días después, otros mercaderes vieron la caja y estimaron que algo interesante podía contener. Solicitaron entonces de un vecino inmediato para que les prestase una burrita, que estaba asida a un árbol, para conducir la caja a la Ciudad de San Miguel.

Los caminos de aquel lugar eran intransitables y peligrosos a causa de los piratas ingleses. El medio obtenido para el transporte de dicha caja resultaba incomodo, por lo que el recorrido tardo varios días. El 21 de Noviembre del citado año llegaron al final de la jornada.
Los conductores de la pesada carga, habían dispuesto dar cuenta a las autoridades, pero se dio el caso de que la burrita, con la preciosa carga, se echó en tierra en plena plaza pública, frente a la antigua Iglesia Parroquial, donde se encuentra la Catedral Migueleña.

Se procedió entonces a abrir la caja. Después de retirar algunas envolturas, con gran sorpresa, se dejo ver el rostro resplandeciente de una bella imagen con un niño.

La noticia cundió inmediatamente; así las revueltas fratricidas en que se encontraba la población, terminaron pronto, deponiendo las armas, a la vez que volvía la calma a los vecinos que desesperados, llevaban tiempo en angustiosas situaciones de desorden.
Para perpetuar aquel acontecimiento de gran trascendencia, colocaron la imagen en el atrio de la Parroquia y a los pies de María se juró solemnemente no guardar rencores y borrar el odio de los corazones para que la Paz germinara en Fraternidad y Reconciliación. Por esto dieron a la imagen el hermoso titulo de Nuestra Señora de La Paz.
El origen de la imagen permanece en el misterio, pues nunca se pudo conocer qué destino tenía aquella caja, ni como llegó a las playas del Salvador.

Protección Milagrosa

San Miguel - El SalvadorLa fe y confianza depositadas en la Virgen de la Paz, vive desde que llegó a nuestras playas, en el alma del pueblo salvadoreño y especialmente en el migueleño.

– El 21 de septiembre de 1787, 105 años después del hallazgo, el volcàn Chaparrastique, de la Ciudad de San Miguel hizo erupción.
La lava ardiente casi llegaba a la ciudad amenazando su destrucción. Angustiados los vecinos, se congregaron en la plaza principal, junto a las autoridades locales, sacerdotes y religiosos franciscanos y mercedarios, quienes infundían confianza al afligido pueblo, exhortándolo a pedir a Dios misericordia con arrepentimiento de los pecados y a invocar la protección maternal de la virgen de la Paz.

Decidieron sacar la imagen de Nuestra Señora de la Paz a la puerta principal de la antigua Iglesia parroquial. La colocaron frente a las fuerzas volcánicas, al aparecer la sagrada imagen, el pueblo gritó Sálvanos Reina de la Paz, inmediatamente la lava tomó otro rumbo, buscando al sur de la Ciudad, justo en un Pueblo que hoy se llama Milagro de la Paz. Cubrió grandes extensiones de tierras fértiles, a la vez que gran parte de la Laguna El Jocotal.

Después de efectuarse el portentoso milagro, en el cielo se dejó ver con toda claridad una bellísima palma formada por blancas nubes, cuyo pie fue a posarse en el inmenso cráter del turbulento volcán.
Con gran admiración quedaron, quienes vieron aquella magnífica señal, que el pueblo optó por colocar en la diestra de la Sagrada Imagen, una palma de oro en conmemoración de aquel gran acontecimiento, que la tradición se ha encargado de hacer prevalecer como algo notable, asombroso y único en estas latitudes.

La Corporación Municipal, con distinguidos vecinos de la Ciudad, religiosos franciscanos y mercedarios, en nombre del pueblo agradecido, formularon y juraron estos votos a su Patrona: Celebrar a perpetuidad, todos los años, la conmemoración del portentoso milagro.

La víspera del 21 de septiembre, ayuno de todo el pueblo, hasta los niños de pecho, en señal de penitencia y mortificación voluntarias.

Sucedió otro hallazgo el jueves 25 de junio de 1903, entre cinco y seis de la tarde, un estruendo conmovió a la Ciudad de San Miguel. Un rayo fulminó sobre la cúpula de la Iglesia de San Francisco, templo santuario de nuestra Patrona e iglesia parroquial.

La chispa produjo incendio, que comenzó en el camarín de la Virgen, quemando las vestiduras de la imagen, ennegreciendo y ampollando el retoque, sin dañar las perfecciones escultóricas.

La lluvia arreciaba y el huracán amenazaba a la Ciudad, derribando árboles y los tejados de las casas eran arrancados por la violencia de la tempestad.
Pronto se supo la noticia de la desgracia, que en el momento se lleno el templo de fieles. La consternación era general.

Se llamó al escultor guatemalteco, Don Cipriano Dardón para restaurar la Imagen. Con ese fin se la llevó en procesión de desagravio de la Iglesia parroquial a la de Santo Domingo, llevando la Imagen y el Niño, con el rostro cubierto, en medio de una manifestación impresionante. El trabajo lo hizo el escultor en la sacristía de este último templo.

La Catedral Basílica

Catedral de Nstra Sra de la Paz - El SalvadorEl nuevo Templo Catedral Basílica, dedicado a Nuestra Señora de la Paz, fue terminado en 1953, en cuyo altar de mármol de Carrara, de gran belleza escultórica, luce toda su Realeza de Madre de Cristo. Rodeada de numerosos vitrales con bellos paisajes bíblicos.

En la parte exterior lucen en mármol estatuas del Capitán Don Luis Moscoso, fundador de la Ciudad y la del Capitán General Gerardo Barrios, iniciador de los trabajos de la Catedral.

Con ocasión del Congreso Eucarístico Nacional, en 1942, su Santidad San Pío XII dirigiéndose al Pueblo Salvadoreño, exclamó: Que Nuestra Señora de la Paz os coloque a todos bajo el amparo del simbólico ramo que en su Iglesia de San Miguel alza en su mano derecha y cuyo nombre amaríamos ver proyectado sobre el mundo entero.

El 10 de Octubre de 1966, el Papa Pablo VI, a través de la Sagrada Consagración de Ritos, constituyó y declaró de manera perpetua, a Nuestra Señora de la Paz, Patrona Principal de la República de El Salvador, con todos los honores y privilegios litúrgicos correspondientes.

FELIZ VIERNES!!!


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