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domingo, 31 de diciembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 31 DICIEMBRE 2017, LA SAGRADA FAMILIA


Lecturas de hoy La Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo B
Hoy, domingo, 31 de diciembre de 2017



Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 127

R/. Dichosos los que temen al Señor 
y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos. 
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos,
como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y celebrad la Acción de Gracias: la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios



Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. 
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. 
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 31 de diciembre de 2017
 Fernando Torres cmf


Unidos en el amor

      La Navidad se centra en el niño que nace en Belén. Pero la fiesta de hoy nos invita a levantar la vista y mirar a su alrededor, a los que le rodean. Son María y José. Pero también habría en el pueblo una nube de primos y primas, tíos y tías. Son la familia de Jesús. Son los que se encargaron de cuidar de él desde el primer momento. En momentos de alegría y en momentos de dificultad. Compartieron todo. Así es como Dios se hizo hombre del todo. 

      Porque en la encarnación no se trata sólo de nacer, de hacerse carne. Dios se hizo carne humana, se humanizó en todos los sentidos. Eso implicaba hacerse miembro de una familia concreta. Con toda esa nube de relaciones, conflictos, amores, cariños, cuidados, olvidos, rencores, desconfianzas y gozos que hay en toda familia humana. Ahí, en ese contexto, fue donde Jesús creció y se hizo verdaderamente hombre. Ahí, en esa escuela de vida que es la familia, fue aprendiendo lo que significa ser persona, querer, perdonar, acoger, tomar decisiones, contar con los demás. Ahí conoció sin duda el poder de la enfermedad y la muerte, capaz de llevarse lejos a los que más queremos. Ahí aprendió a relacionarse con otras familias, con otras personas, con su pueblo, que también se fue convirtiendo en su familia, en esa familia grande que son los conocidos. No hay que dudarlo: fue en el seno de su familia donde tuvo lugar la verdadera encarnación de Dios. Allí fue donde Dios asumió totalmente la condición humana.

      La familia la hacen las personas que la forman, su capacidad de quererse, de amarse, de perdonarse, de reconciliarse, de estar abiertas a compartir la vida con otros familias. La familia está cambiando. Es normal. Pueden cambiar las formas de establecerse los vínculos entre las personas. Puede cambiar el hecho de que todos vivan en la misma casa o que vivan separados. Pero al final, hay un vínculo clave en la familia: el amor. Ése es el vínculo que mantiene y mantendrá viva a la familia. Ése fue el vínculo que Jesús aprendió a valorar en su familia. Allí descubrió que es más fuerte incluso que los lazos de la sangre. Por eso, luego, más tarde, habló de Dios como el Padre, el Abbá que reúne a todos sus hijos en torno a la mesa común. Y para que entendiésemos la relación que nos une a Dios nos dijo que éramos sus hijos y él nuestro Padre. 

      Hoy nos toca a nosotros asumir la realidad concreta de nuestras familias, con sus luces y sus sombras, y seguir partiendo de ellas para construir el reino, la gran familia de Dios. Es nuestra responsabilidad fortalecer todo lo que podamos el vínculo del amor, que rompe las barreras de la sangre, de la raza, etc. y nos une a todos en una única familia. Hoy, como a Jesús, nos toca a nosotros encarnarnos en nuestra realidad concreta y construir la familia de Dios aquí y ahora. 



Para la reflexión

¿Valoro la familia como el mayor tesoro que tengo en mi vida? ¿Hago todo lo posible por cuidarla y cuidar a sus miembros con amor y cariño? ¿Qué más puedo hacer?

lunes, 25 de diciembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 25 DICIEMBRE 2017, LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


Lecturas de hoy Natividad del Señor
Hoy, lunes, 25 de diciembre de 2017



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 25 de diciembre de 2017
Fernando Prado, cmf


Saludos, amigos,

El día de Navidad es un día para dejarse envolver por el Misterio. Dios. Él, que siendo grande se hizo pequeño, rompe con nuestras pretensiones. Él, que siendo rico se hizo pobre, nos invita a ser agradecidos y a moderar nuestros deseos. Él, que siendo Dios se hizo hombre, ha proclamado la cercanía y la projimidad como características propias de la naturaleza divina.

Este es el gran misterio que celebramos: la projimidad de Dios para con el hombre. Dios, enamorado de nuestra fragilidad y pobreza, ha decidido confiar y creer en nosotros. Se ve que la humanidad, aun con su pecado, ha sido considerada digna de su amor. Dios se ha puesto en nuestras manos. ¡Qué locura!

Así, aun en medio de tanta oscuridad –lo más maravilloso siempre sucede de noche- Dios ha querido acercarse a nosotros con su luz. No es una luz fuerte. Dios ha querido manifestarse débil como un niño. No se impone. Respeta nuestra libertad. Incluso acepta que esta luz no se reciba.

Pero los que la reciben, son agraciados con el poder de saber que son hijos de Dios y, por tanto, herederos de la promesa: “Sabed que yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin de los tiempos”. Confiados en las palabras de quien es verdaderamente la Luz de las gentes, los cristianos no caminamos a ciegas, sino guiados por esa cercana luz y sintiendo la compañía de esa alegre y confortadora presencia.

Pidamos hoy la gracia de acoger ese misterio de cercanía en nuestra vida. Que descubrir un año más a este Dios que se hace cercano nos inunde con su luz y que haga nuevo el milagro de encender en nosotros la alegría serena de saber que este Dios-con-nosotros camina con nosotros, todos los días, hasta el fin de los tiempos.

Que tengamos un buen día de Navidad. Que el Señor nos bendiga con su cercanía.

Un saludo cordial de vuestro hermano
Fernando Prado, cmf.

martes, 12 de diciembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 12 DICIEMBRE 2017 - NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE



Día litúrgico: 12 de Diciembre: Nuestra Señora de Guadalupe (Reina de México, Patrona de las Américas y Filipinas)


Texto del Evangelio (Lc 1,39-48): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada».

Palabra de Dios



«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada»


Hoy, México celebra solemnemente a Nuestra Señora de Guadalupe, venerada como Reina del pueblo mexicano. Toda América también la celebra como su Patrona. Pero aún hay más: todo el mundo se alegra con esta fiesta de nuestra Madre. No en vano el Espíritu Santo le inspiró esas palabras: «Todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1,48). 

¡Todas las generaciones y de todo el mundo! ¿Parece una exageración? Pues no lo es. Preguntémonos, por ejemplo: ¿cuántas veces hoy mismo repetiremos en el mundo entero “bendita tú eres entre todas las mujeres”? Millones y millones de veces. ¡En un solo día! ¡Y así cada día! En fin, que el Espíritu Santo no se equivocó.

Santa María es un caso único: ninguna otra persona es tan recordada como ella en todas partes del mundo. Es un “caso único” como lo es también su Hijo Jesús, pues «no hay ningún otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el que tengamos que ser salvados» (Hch 4,12).

En relación a la Virgen hay, además, otro hecho impresionante: Ella es venerada en tantas regiones y comarcas distintas del mundo y, a la vez, frecuentemente, es representada según la fisonomía y los rasgos propios del lugar. Eso ocurre porque María es Madre de todos y, lógicamente, cada uno, cada pueblo la representa según su propia imagen. ¡Los hijos se parecen físicamente a su Madre! Por eso en México la contemplamos morena y con rasgos mestizos. Tampoco fue casual que María le hablara a Juan Diego en lengua azteca.

Pero tratemos de parecernos a Ella, sobre todo, espiritualmente. La Virgen de Guadalupe refleja en sus ojos a su querido hijito Juan Diego. ¡Nuestra Madre nos mira! ¡Qué responsabilidad tan grande tenemos! —Madre, yo quisiera que en tus preciosos ojos se reflejaran sólo cosas buenas, como la piedad, humildad y obediencia de san Juan Diego… y las flores que tú misma le diste y que tanto te gustan…


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

viernes, 8 de diciembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 8 DICIEMBRE 2017, SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Lecturas de hoy Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Hoy, viernes, 8 de diciembre de 2017




Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (3,9-15.20):

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?»
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.»
El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?»
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?»
Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí.»
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.»
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3c-4

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas: 
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria, 
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad 
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios. 
Aclama al Señor, tierra entera; 
gritad, vitoread, tocad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-6.11-12):

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1.26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy viernes, 8 de diciembre de 2017
Ciudad Redonda



Queridos amigos y amigas:

En el adviento, como en el juego de la brisca, jugamos con tres cartas. Estas son: la memoria, la presencia y la esperanza. Avivamos el recuerdo de lo que fue: el esperado Mesías se hizo hombre. Celebramos al Mesías que sigue viniendo a nosotros hoy, y anhelamos el pleno encuentro con él en el futuro.

Hoy en el centro del camino del adviento está la figura de María, la hija de Sión, la nueva Eva. Esta fiesta nos llama a admirar el misterio de su novedad. Con ella empieza algo realmente nuevo. En ella se estrella la lógica del pecado, de la envejecida condición humana. Ella es la llena de gracia, la bendita por excelencia. La elegida para ser la madre del Mesías.

Pero su santidad y su comunión con Dios no es sólo un privilegio; es un paradigma para todos nosotros. Todos nacemos bajo la benevolencia de Dios, afectados por la condición humana pecadora, pero estrechamente abrazados por el Padre de las gracias. En el bautismo nos incorporamos de lleno a la nueva vida; pertenecemos del todo a la familia del Mesías. Iniciamos un camino de crecimiento en la relación.



¿Cómo queremos seguir viviendo las promesas de nuestro bautismo? Ellas nos marcan el camino de la vida como una vía de crecimiento en la santidad, es decir, en la esperanza del amor y de la fe. No estamos llamados a quedarnos en la mediocridad y en el vacío. ¿Tengo la sensación de que no pasa nada nuevo en mi vida cotidiana? ¿Tengo la sensación de que nadie sigue viniendo a mi vida? ¿Cómo puedo vivir despierto? ¿Cómo dejarme sorprender como María por la propuesta del ángel?

domingo, 3 de diciembre de 2017

LECTURAS BÍBLICAS: DOMINGO 3 DICIEMBRE 2017 - PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


1 Domingo de Adviento – Ciclo B
Domingo 3 de diciembre de 2017

“Estad en vela“





Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (63,16b-17.19b;64,2b-7):

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es «Nuestro redentor». Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia, jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos; aparta nuestras culpas, y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.

Palabra de Dios

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Salmo

Salmo 79,2ac.3b.15-16.18-19

R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

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Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,3-9):

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Palabra de Dios

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Lectura del santo evangelio según san Marcos (13, 33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

Palabra del Señor

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mc 13, 33-37

UNA IGLESIA DESPIERTA

Jesús está en Jerusalén, sentado en el monte de los Olivos, mirando hacia el Templo y conversando confidencialmente con cuatro discípulos: Pedro, Santiago, Juan y Andrés. Los ve preocupados por saber cuándo llegará el final de los tiempos. A él, por el contrario, le preocupa cómo vivirán sus seguidores cuando ya no lo tengan entre ellos.

Por eso, una vez más, les descubre su inquietud: «Mirad, vivid despiertos». Después, dejando de lado el lenguaje terrorífico de los visionarios apocalípticos, les cuenta una pequeña parábola que ha pasado casi inadvertida entre los cristianos.

«Un señor se fue de viaje y dejó su casa». Pero, antes de ausentarse, «confió a cada uno de sus criados su tarea». Al despedirse solo les insistió en una cosa: «Vigilad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa». Que, cuando venga, no os encuentre dormidos.

El relato sugiere que los seguidores de Jesús formarán una familia. La Iglesia será «la casa de Jesús» que sustituirá a «la casa de Israel». En ella, todos son servidores. No hay señores. Todos vivirán esperando al único Señor de la casa: Jesús, el Cristo. No lo han de olvidar jamás.

En la casa de Jesús nadie ha de permanecer pasivo. Nadie se ha de sentir excluido, sin responsabilidad alguna. Todos somos necesarios. Todos tenemos alguna misión confiada por él. Todos estamos llamados a contribuir a la gran tarea de vivir como Jesús. Él vivió siempre dedicado a servir al reino de Dios.

Los años irán pasando. ¿Se mantendrá vivo el espíritu de Jesús entre los suyos? ¿Seguirán recordando su estilo servicial a los más necesitados y desvalidos? ¿Le seguirán por el camino abierto por él? Su gran preocupación es que su Iglesia se duerma. Por eso les insiste hasta tres veces: «Vivid despiertos». No es una recomendación a los cuatro discípulos que le están escuchando, sino un mandato a los creyentes de todos los tiempos: «Lo que os digo a vosotros os lo digo a todos: velad».

El rasgo más generalizado de los cristianos que no han abandonado la Iglesia es seguramente la pasividad. Durante siglos hemos educado a los fieles para la sumisión y la obediencia. En la casa de Jesús, solo una minoría se siente hoy con alguna responsabilidad eclesial.

Ha llegado el momento de reaccionar. No podemos seguir aumentando aún más la distancia entre «los que mandan» y «los que obedecen». Es pecado promover el desafecto, la mutua exclusión o la pasividad. Jesús nos quería ver a todos despiertos, activos, colaborando con lucidez y responsabilidad en su proyecto del reino de Dios.

domingo, 26 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 26 NOVIEMBRE 2017 - CRISTO REY

Lecturas del Domingo 34º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Domingo, 26 de noviembre de 2017
Solemnidad de Cristo Rey



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (34,11-12.15-17):

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrio.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar. R/. 

Me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,20-26.28):

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Palabra de Dios


Evangelio
Evangelio según san Mateo (25,31-46, del domingo, 26 de noviembre de 2017



Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»




Comentario al Evangelio del domingo, 26 de noviembre de 2017
Fernando Torres cmf


¿Quién es el juez?

      La parábola de hoy es fácil de entender. Estamos en un momento solemne: el juicio final. El momento en que se valorarán nuestras acciones, se pesará cada uno de nuestros actos. La parábola nos dice que en aquel momento Dios separará a unos de otros, a los buenos de los malos. Exactamente como un pastor separa en su rebaño a las ovejas de las cabras. ¿Quién es quién? Casi todos al escuchar la parábola no tenemos duda en identificar a las ovejas y a las cabras. A la derecha se sitúan las ovejas, los justos, los que han pasado la vida haciendo el bien. Los que se sitúan a la izquierda son las cabras, los malos, los que se han portado mal.

      Tampoco nos resulta difícil identificar a los receptores de las buenas acciones de los buenos y de las malas acciones de los malos. Jesús lo deja claro. Son los más necesitados, los últimos de la sociedad, los despreciados y dejados de lado. Son los que tienen hambre, los forasteros, los que están desnudos, los que están enfermos y en la cárcel. Es interesante observar que los buenos son buenos por lo bien que han tratado a esos, a los últimos, a los que nadie quiere ni valora. Y el rey, Dios mismo, se identifica con ellos. No dice que los buenos sean buenos porque han tratado bien a los pobres, a los enfermos y a los encarcelados. Dice que son buenos porque le han tratado bien a él mismo. Dios se identifica con los pobres. Así lo ha afirmado siempre la tradición cristiana. Lo que se hace a los pobres se hace a Dios mismo. Hay que tener buena vista para descubrir en los pobres, en los últimos, a Dios mismo. Esta ya es una importante lección para este domingo con el que termina el año litúrgico. Es la última lección, la más importante, el resumen de lo aprendido en todo el año. Nos salvaremos por el modo como tratamos a Dios mismo en la figura de los pobres, los enfermos, los encarcelados... Y pobre del que no se haya enterado de que en ellos está presente Dios mismo. Los pobres son sacramento de Dios para nosotros. 

      Un último detalle. A la hora de identificar a los personajes de la parábola, nos suele resultar fácil identificarnos con los pobres que necesitan ayuda, con los buenos que les tratan bien o con los malos que los dejan de lado. Pero reconozcamos que en la práctica con quien nos identificamos muchas veces es con el juez. Nos gusta ser jueces de nuestros hermanos y determinar quiénes deberían estar a la derecha y quienes a la izquierda, quienes son los buenos y quienes los malos. Última parte de la lección: nunca ser jueces de nadie, porque ese puesto se lo ha reservado Dios a sí mismo. Que no se nos olvide, que es muy importante.


Para la reflexión

      ¿Con qué ojos miramos a los pobres, a los necesitados, a los enfermos, a los encarcelados? ¿Vemos en ellos a Cristo o simplemente les despreciamos? ¿Cuántas veces juzgamos a nuestros hermanos? ¿Cuántas veces ocupamos el lugar de jueces, ese lugar que Dios se ha reservado a sí mismo? 

lunes, 20 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 20 NOVIEMBRE 2017



Lecturas de hoy Lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, lunes, 20 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos
 (1,10-15.41-43.54-57.62-64):

En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida.
Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!»
Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 118,53.61.134.150.155.158

R/. Dame vida, Señor, para que observe tus decretos

Sentí indignación ante los malvados, 
que abandonan tu voluntad. R/.

Los lazos de los malvados me envuelven, 
pero no olvido tu voluntad. R/.

Líbrame de la opresión de los hombres, 
y guardaré tus decretos. R/.

Ya se acercan mis inicuos perseguidores, 
están lejos de tu voluntad. R/.

La justicia está lejos de los malvados 
que no buscan tus leyes. R/.

Viendo a los renegados, sentía asco, 
porque no guardan tus mandatos. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43):

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. 
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 20 de noviembre de 2017
 Imprimir Bonifacio Fernandez, cmf



Queridos amigos y amigas:

Los personajes del evangelio de hoy son el ciego, Jesús, la gente en camino con Jesús hacia Jerusalén...

El ciego: Lucas omite su nombre; simplemente es un ciego y mendigo a la entrada de Jericó. Del ciego se nos dice que oye, pregunta, que empieza a gritar.... que grita mucho más fuerte. Lo que pide no es una limosna. No pide una ayuda para comer. Va directamente a la raíz de su exclusión y su condición: “Hijo de David, ten compasión de mi”. A la pregunta de Jesús “¿qué quieres que te haga”? responde el ciego exponiendo su necesidad fundamental: ¡Señor, que vea!. Recobró la vista. Siguió al Hijo de David.

El personaje central de este relato milagroso es Jesús el Nazareno. Recibe también el título de Hijo de David y Señor. Pasa y va camino de Jerusalén; escucha los gritos del ciego; se para; lo manda traer, le pregunta: ¿Qué quieres que te haga?. Lo cura con un lacónico mandato lleno de autoridad: “Ve. Tu fe te ha salvado”. No se refiere explícitamente a la ceguera: muestra que el encuentro confiado con él, resulta ser curativo, iluminador y salvador.

El tercer personaje de la narración es la gente que acompaña a Jesús. Informan al ciego de lo que pasa; le increpan para que se calle; acercan el ciego a Jesús. Son testigos de la curación. La ven y alaban a Dios uniéndose a la alabanza del curado.

A través de esta narración, Dios nos habla a nosotros hoy; nos sale al encuentro. ¿Qué palabra escuchamos? ¿Con qué personaje me identifico hoy al escuchar la narración? ¿Qué palabras del texto me resuenan más dentro? ¿Qué palabras o acciones necesito repetir hoy?.

Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf
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