lunes, 29 de julio de 2013

VERDADERA DEVOCIÓN A LA VIRGEN MARÍA


Verdadera devoción a María


Si hubiera menos beatería y más cristianismo, se arreglarían muchos problemas» Bernadette Devlin.

Tal vez, a ciertas personas les suene a despropósito de enfant terrible esta frase; sin embargo, su sinceridad no tiene nada de reprochable, ya que la beatería no es auténtica religiosidad, sino sólo una caricatura de lo que debe ser el culto debido a Dios.

Beatería es confundir la devoción, que significa dedicación, entrega, con una serie de pequeñas devociones sin compromiso alguno para quienes las practican. Y cristianismo significa donación generosa a los intereses de Dios por encima de nuestros gustos, incluso piadosos.

Beatería es camuflar la verdadera religión, que significa atadura, ligazón, tras la cortina de humo de ciertas prácticas devotas, compatibles con la libertad del propio egoísmo. Y cristianismo quiere decir ligadura a los problemas del hombre vivo en quien palpita Dios.

Beatería es olvidar que piedad significa misericordia, que es actitud cordial ante la miseria, huyendo de las miserias del mundo en la presencia de Dios. Y cristianismo es acordarse de que Dios se encarnó para compartir misericordiosamente la miseria material y moral del hombre.

Por eso, Señor, también yo creo que «si hubiera menos beatería y más cristianismo, se arreglarían muchos problemas».

REFLEXIÓN

¿Cultivas tu devoción a la Madre con la ingenua espontaneidad de un menor de edad?

El amor a las madres está tejido de pequeñas e inocentes sorpresas filiales, hecho de besos espontáneos, de confidencias gozosas y tristes, de inofensivas bromas.

¿Vives tu devoción a la Virgen en clima de hogar?

No olvides que un hijo, a pesar de los años y de la representación social es, siempre, un niño de pantalón corto para su madre.

Y María es tu Madre. En San Juan todos quedamos comprometidos a cuidar de Ella.

¿Cómo cumples tu compromiso filial?

Fuente: mercaba.org

SI BUSCAS A MARÍA, ENCUENTRAS A JESÚS


Si buscáis a María, encontraréis a Jesús
San Josemaría Escriva de Balaguer



Si buscáis a María, encontraréis a Jesús. Y aprenderéis a entender un poco lo que hay en ese corazón de Dios que se anonada, que renuncia a manifestar su poder y su majestad, para presentarse en forma de esclavo. Hablando a lo humano, podríamos decir que Dios se excede, pues no se limita a lo que sería esencial o imprescindible para salvarnos, sino que va más allá. La única norma o medida que nos permite comprender de algún modo esa manera de obrar de Dios es darnos cuenta de que carece de medida: ver que nace de una locura de amor, que le lleva a tomar nuestra carne y a cargar con el peso de nuestros pecados.

¿Cómo es posible darnos cuenta de eso, advertir que Dios nos ama, y no volvernos también nosotros locos de amor? Es necesario dejar que esas verdades de nuestra fe vayan calando en el alma, hasta cambiar toda nuestra vida. ¡Dios nos ama!: el Omnipotente, el Todopoderoso, el que ha hecho cielos y tierra.

Dios se interesa hasta de las pequeñas cosas de sus criaturas: de las vuestras y de las mías, y nos llama uno a uno por nuestro propio nombre. Esa certeza que nos da la fe hace que miremos lo que nos rodea con una luz nueva, y que, permaneciendo todo igual, advirtamos que todo es distinto, porque todo es expresión del amor de Dios.

Nuestra vida se convierte así en una continua oración, en un buen humor y en una paz que nunca se acaban, en un acto de acción de gracias desgranado a través de las horas. Mi alma glorifica al Señor —cantó la Virgen María— y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío; porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava, por tanto ya desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Porque ha hecho en mí cosas grandes aquel que es todopoderoso, cuyo nombre es santo.

Nuestra oración puede acompañar e imitar esa oración de María. Como Ella, sentiremos el deseo de cantar, de proclamar las maravillas de Dios, para que la humanidad entera y los seres todos participen de la felicidad nuestra.

Fuente: escrivaobras.org "Es Cristo que pasa"

SER MARTA O SER MARÍA


Ser Marta o ser María
Padre Javier Leoz
  

Soy Marta cuando me afano por lo inmediato
Tú eres María cuando me haces ver el fondo de las cosas.

Soy Marta cuando exijo que camines a mi ritmo
Tú eres María cuando me invitas a reposar en el camino.

Soy Marta cuando pienso que en el “hacer” está el todo.
Tú eres María cuando en el silencio me descubres el valor del silencio


Soy Marta cuando olvido que tengo corazón y alma
Tú eres María cuando me haces descubrir la vida interna que llevo dentro.

Soy Marta cuando me desgasto sin saber por qué ni cuando.
Tú eres María cuando me enseñas a guardar energías para lo alto.

Soy Marta cuando vivo sin freno ni medida.
Tú eres María cuando me invitas a la paz y al sosiego.

Soy Marta cuando digo que creo en Jesús y no le escucho.
Tú eres María cuando me invitas a escuchar para saber si creo.

Soy Marta cuando vivo perdido en lo aparente.
Tú eres María cuando me haces buscar lo trascendente.

Soy Marta cuando lo exterior me llena de ansiedad.
Tú eres María cuando me recuerdas que en el interior está la felicidad.

Soy Marta cuando pienso que la fortaleza está en lo que realizo.
Tú eres María cuando me recuerdas que Dios es inspirador de todo.

Soy Marta por poner todo mi esfuerzo en los medios y trabajo.
Tú eres María si me haces ver que todo eso es secundario frente al Maestro.

Soy Marta cuando subo y bajo, hablo y canto, planifico y pienso.
Tú eres María si me llamas al sosiego que nos da el Misterio.

Soy Marta cuando me dejo llevar por lo aparentemente válido.
Tú eres María si me enseñas el tesoro de lo contemplativo.

Soy Marta cuando me ensordece el ruido del mundo.
Tú eres María si me invitas a afinar el oído hacia lo divino.

Soy Marta cuando me agobian los problemas de cada día.
Tú eres María cuando me enseñas la fortaleza de Dios y de su Palabra.

Soy Marta cuando pongo en el centro de todo mi esfuerzo.
Tú eres María si me haces ver a Dios como fuente de todo.

Soy Marta si pierdo el control por lo que me empuja.
Tú eres María si me induces al equilibrio y a la esperanza.

Soy Marta cuando pienso que en la velocidad reside el triunfo.
Tú eres María por frenar mis caprichos y mis impulsos.

Soy Marta cuando busco y no alcanzo, cuando trabajo a tiempo y destiempo, cuando pongo el acento en la pura materialidad.
Tú eres María cuando, simplemente, me invitas a pararme un poco y ese poco, que es mucho, es ni más ni menos que JESÚS.

Fuente: autorescatolicos.org

PENSAMIENTO MARIANO 6


PENSAMIENTO MARIANO

Pídele a la Ssma. Virgen que sea tu guía; que sea la estrella, el faro que luzca en medio de las tinieblas de tu vida. 

Santa Teresa de los Andes
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