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miércoles, 19 de octubre de 2016
SENTIR LA PRESENCIA DE DIOS
Sentir la presencia de Dios
Jesús hoy me anima a orar sin desfallecer y les explica a sus discípulos cómo hacerlo: “Cómo tenían que orar siempre sin desanimarse”. Orar sin desesperanza. Orar a pesar del desánimo. Orar sin dejar un momento de vivir en la presencia de Dios. Es el camino de vida que Dios me invita a seguir.
Decía el padre José Kentenich hablando de la oración: “He aquí una tragedia tan común en nuestros días: nos quejamos de no poder orar y nos olvidamos que ello en gran parte se debe a que estamos muy distraídos a lo largo del día. Si estuve toda la jornada volcado y disperso en varias actividades, cuando quiera ponerme en oración no podré decir sin más ni más: – A partir de este momento se acabaron las distracciones, ahora voy a recogerme para hacer oración. Si nuestra vida cotidiana no reza con nosotros, no lograremos rezar en los momentos de oración”.
Quiero que mi vida cotidiana sea oración. Rezar en cualquier momento. Es difícil que viva a Dios cada momento del camino si no he cuidado mi relación de amor con Él en momentos largos reservados sólo para Él.
Sólo en unión con Jesús puedo reflejar su rostro: “Debemos llegar a ser una señal de Dios totalmente original, tal como lo es el niño. Y esto lo alcanzaremos a través de un permanente y respetuoso estar en la presencia de Dios, en la permanente relación de amor con Dios”. Vivir en Dios. Perseverar en el amor a Dios. Este es el camino.
Hay un libro muy conocido, “El peregrino ruso”. Este peregrino quiere ser fiel a la petición de Jesús e inicia un camino de conversión. Quiere rezar cada día, en todo momento, así no le quedará tiempo para apartarse de Dios. “Reza y haz lo que quieras” se convierte en la máxima de su vida.
Si estoy unido a Dios en la oración, todo lo que salga de mis labios, todo lo que anide en mi corazón, será de Dios. Pero para ello tengo que perseverar.
Sin el ejercicio de la oración no llego al hábito: “La oración puede ser árida y distraída, pero continua e incesante, de este modo se convertirá en hábito, transformándose en algo natural, convirtiéndose en pura, luminosa, apasionada y digna”.
El tiempo que invierto en la oración es lo que depende sólo de mí. Puedo orar más tiempo. Aunque no pueda forzar con mi voluntad la intimidad con Jesús: “La frecuencia de la oración depende únicamente de nuestra voluntad, mientras que la pureza, el fervor y la perfección de la oración son dones de la gracia”. Eso es una gracia que Dios me da.
Decía la Madre Teresa: “La oración me permite estar unida a Jesús las veinticuatro horas del día. Para vivir en Él, con Él y para Él. Si creemos, amaremos y si amamos, serviremos. El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios”.
Quiero cuidar más mi vida de oración. A veces me distraigo, me dejo llevar y me desanimo. Quiero orar sin desanimarme. Orar sin desfallecer. Es la clave en mi camino de santidad. Vivir en la presencia de Jesús cada hora del día.
Que las jaculatorias me mantengan en su presencia en cada momento. ¿Cuál es esa jaculatoria, esa frase, esa imagen que repito sin cesar en mi corazón? Me habla de Dios, me habla de mí.
Al acercarme más a Dios, me conozco con más profundidad. Al ahondar en mi identidad, me encuentro más con Dios. Como leía el otro día: “No hay encuentro con Dios que no sea simultáneamente un encuentro con uno mismo. Tampoco puede haber experiencia con uno mismo que no brinde simultáneamente un creciente conocimiento de Dios”.
En Dios me reflejo con mayor nitidez. En la soledad me encuentro conmigo mismo y con Dios. Es el camino de santidad que Dios me ofrece. Mirarme en las aguas de su mar hondo para saber mejor quién soy yo. Ahondar en los mares de mi alma para descansar en Dios. Esa es la oración que deseo en mi vida.
*Carlos Padilla Esteban
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 19 DE OCTUBRE
LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 19
¿Has pensado alguna vez en la maravilla que son tus ojos? En ellos cabe todo el universo, con ellos abarcas la inmensidad, pues puedes posarlos en la flor que crece a tu paso y en las estrellas que voltean sobre tu cabeza.
En esa pequeña flor, lo mismo en esas estrellas... en las nubes arreboladas, lo mismo que en las montañas cubiertas con el turbante de la nieve bruñida, debes contemplar la grandeza de Dios, que pudo hacer la violeta humilde e insignificante y la montaña majestuosa.
Cada lucero en la noche es como una volada de amor que se asoma al ventanal de la creación. Cada estrella es una firma divina sobre el pergamino del cielo.
Es bueno que nos acostumbremos a saber leer las firmas de Dios en todo lo que nos rodea; al fin, Dios lo escribió para nosotros.
“Exaltado por el poder de Dios, Él ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen” (Hch 2,33). También en ti derramará Dios su Espíritu, si es que sabes disponerte con verdadera humildad; y con el Espíritu de Dios podrás hacer y decir cosas que nunca soñaste.
* P. Alfonso Milagro
ORACIÓN PARA REZAR ANTE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
ORACIÓN PARA REZAR ANTE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Amadísirno Señor de los Milagros, hasta tu presencia he venido para confiarte nuestros problemas y nuestras dolencias. Con la misma fe de la mujer que se acercó para tocar el borde de tu manto y que fue curada porque creyó, así nosotros nos postramos ante ti y te decimos desde el fondo del alma: "Señor, si quieres puedes curarnos". Tú sigues obrando maravillas y sanando los enfermos, porque Tú has asumido nuestras debilidades y cargado nuestros sufrimientos. Concédenos, pues, la gracia que hemos venido a implorarte.
(Pausa de silencio para expresarla gracia que se pide).
Sabemos bien que tu corazón se conmueve al vernos tan afligidos y desorientados, como ovejas que no tienen pastor. Tú eres nuestro buen Pastor, el que ha dado la vida por las ovejas.
Tu victoria en a muerte yen la resurrección es la mejor garantía para nuestra victoria sobre todo lo que tiene a marca del pecado, es decir, el egoísmo, la injusticia, la violencia, el dolor y la muerte.
Que tu Espíritu santificador nos haga partícipes del triunfo sobre el mal y testigos de la novedad de vida en el amor.
Misericordioso Jesús crucificado, te alabamos, te bendecimos y te damos gracias. Que seamos protegidos con tu bendición constante, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
HUYES DE LOS POBRES? VIVE LA MISERICORDIA EN LA CALLE CON LOS CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO
¿Huyes de los pobres? Vive la misericordia en la calle con los consejos del Papa
Por Álvaro de Juana
Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa
VATICANO, 19 Oct. 16 / (ACI).- La catequesis del Papa Francisco este miércoles durante la Audiencia General llevó por título “Dar de comer a los hambrientos. Dar de beber a los sedientos”. El Pontífice explicó que se trata de una de las obras de misericordia más importantes que acerca además al Evangelio.
El Obispo de Roma comenzó denunciando que “una de las consecuencias del considerado ‘bienestar’ es la de conducir a la persona a cerrarse sobre sí mismo, haciéndolo insensible a las exigencias de los otros”. “Se hace lo que sea para eludirlas presentando modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra vida fuese una moda a seguir y que hay que cambiar con cada estación”, señaló.
Francisco negó que esto sea así y explicó que “la realidad es acogida y afrontada por aquello que es, y a menudo nos hace encontrar situaciones de necesidad urgente”.
“Cuántas veces los medios de comunicación nos informan de pueblos que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños”, reflexionó.
El Papa recordó que gracias a las imágenes que se ven a través de los medios se inician campañas de solidaridad para ayudar. “Las donaciones se hacen generosas y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos” y aunque destacó que esta forma de ayuda es importante, añadió que “no nos involucra directamente”.
Sin embargo, “cuando andamos por la calle y nos encontramos con alguien que tiene necesidad, o un pobre llama a la puerta de nuestra casa, es muy diferente, porque no estamos más delante de una imagen, sino que somos involucrados en primera persona”.
“No hay distancia alguna entre yo y él o él y yo, y me siento interpelado”, añadió. En este caso, “¿cuál es mi reacción?”, preguntó. “¿Evito mirarle y voy a otra cosa? O me paro a hablar y me intereso sobre su estado?”. “¿Veo si puedo acoger de alguna manera a esa persona o busco librarme de ella lo antes posible?” Quizás ella solo pida lo necesario: algo de comer y beber”, detalló.
El Papa pidió pensar cómo en el Padre Nuestro se pide que Dios “nos de el pan de cada día”. “La experiencia del hambre es dura”, manifestó afirmando también que esta realidad “convive junto a la abundancia y los residuos”.
Después de recordar que la fe sin frutos está muerta, el Santo Padre dijo que siempre hay alguno que tiene necesidad, que “necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi compromiso”.
También recordó el relato evangélico de la multiplicación de los panes y los peces y dijo que “nos dice que si lo poco que tenemos se lo confiamos a las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza sobre abundante”.
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