domingo, 11 de enero de 2015

MI ÁNGEL GUARDIAN



Mi Ángel Guardián


Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le dijo a Dios:


Me dicen que me vas a enviar mañana a la Tierra; pero ¿cómo viviré allí solito, tan pequeño e indefenso como soy?

Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando; él te cuidará.

Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso me basta para ser feliz. 

Tu ángel te cantará y te sonreirá todos los días, tú sentirás su amor y serás feliz.

Y ¿cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?

 Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar,
 y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.

Y, ¿qué haré cuando quiera hablar contigo?

Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar.

He oído que en la Tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?

Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.

Pero estaré siempre triste porque no te veré más, Señor.

Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a Mi presencia; aunque Yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño, presuroso, dijo suavemente:

Dios mío, si ya me voy dime su nombre. ¿Cómo se llama mi ángel? 

Su nombre no importa, tú le dirás simplemente: Mamá.

PREGÚNTALE A LA ESTRELLA


Pregúntale a la estrella
Autor: Padre Justo López Melús


En la vida hay dos maneras de reaccionar frente a las realidades concretas. Unos contemplan melancólicamente las situaciones penosas de muchas personas, y se lamentan porque son tantas que no las van a poder remediar. Otros, en cambio, van más allá de las lamentaciones, se dejan de utopías y empiezan a actuar.
Estaba un escritor junto al mar y vio cómo un joven recogía las estrellas de mar que las olas lanzaban a la orilla, y las devolvía a su elemento, pues sabía que, si quedaban sin agua, en la marea baja morirían.

— No tiene sentido lo que haces —le dijo el escritor—. Hay miles de estrellas de mar en el Pacífico que se quedarán en seco y no podrás salvarlas a todas.

— ¿Qué no tiene sentido lo que hago? — le replicó el joven— ¿Por qué no le haces la misma pregunta a las estrellas de mar que acabo de salvar?

Y los dos se dedicaron durante un buen rato a salvar estrellas.
Tú no puedes hacer todo en el mundo, pero hay algo que sólo puedes hacer tú.

LA MUERTE DE JOSÉ Y LA FE DE MARÍA


La muerte de José y la fe de María
Vida Oculta de Jesús

Vida Oculta de Jesús. No se sabe cuando murió José, pero se indica que ya había pasado al seno de Abraham. 


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net




Tras este episodio Jesús vuelve a Nazaret con María y José. "Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres"(Lc).

La vida de Nazaret

En Nazaret la vida oculta sigue su curso, ocultando la realidad de aquel hogar lleno de oración, de santidad y de trabajo. La maduración humana de Jesús va unida a una plenitud interior que tendrá un desbordamiento en la vida pública.

No se sabe cuando murió José. Pero el hecho de no mencionarle para nada en el ministerio público de Jesús, indica que ya había pasado al seno de Abraham. Ha experimentado la santidad en la vida ordinaria. No vio la vida pública de Jesús, ni sus milagros, ni el aplauso de muchos; pero tampoco vio la malicia de los hombres que perseguirán al que todos en Nazaret creían su hijo. Su vida es una vida plena, no evidente a los ojos de los hombres, pero sí a los ojos de Dios.

La fe de María

María también ha crecido interiormente en estos treinta años. En su infancia vivió la unión con el Padre de la que es inmune al Pecado de origen como llena de gracia. Ella será la nueva Eva cuando el ángel le anuncie la voluntad de Dios y su aceptación libre –un acto de fe soberano- hace posible la Encarnación del Verbo en sus entrañas virginales. Es parte activa de la Redención que va a realizar su divino Hijo. En los años siguientes ama a su Jesús, el Hijo de Dios. Habla con Él, le enseña lo que sabe. Profundiza con luces del cielo en la misión de Jesús, entregándose libremente como colaboradora de ella. Y Jesús se hace hombre maduro, preparado para la misión que comenzará en el Jordán. María santísima también está preparada.
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