jueves, 3 de septiembre de 2020

PAPA FRANCISCO HA VUELTO A DAR AUDIENCIA GENERAL A LOS FIELES







Después de 6 meses, el PapaFrancisco ha vuelto a dar la audiencia general con presencia de fieles, que había sido cancelada desde marzo.
Miércoles 2 de septiembre de 2020

¡Ya extrañábamos esa sonrisa!

Fuent: Zenit

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 3 DE SEPTIEMBRE DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 22ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 3 de septiembre de 2020


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,18-23):

Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia.» Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.» Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy jueves, 3 de septiembre de 2020
Fernando Torres, cmf



Vamos a fijarnos en la última frase del Evangelio de hoy. Posiblemente es la más importante: “Y dejándolo todo, lo siguieron.” Eso marca el final de un proceso. Y el final suele ser lo más importante. Por en medio habrá habido pasos adelante y pasos atrás, dudas, vacilaciones, momentos de luz y claridad... Pero lo importante es llegar. 

Dos historias para aclararlo. Recuerdo que cuando estaban a punto de beatificar al fundador del Opus Dei, vi un programa de televisión en el que unos invitados debatían sobre la vida del santo. Uno de ellos comenzó a contar que en la vida del futuro beato había habido algunos momentos de oscuridad, no tan santos para entendernos. Fue un jesuita el que le respondió –y muy bien– que lo importante era el final, que en todo proceso hay momentos diversos y que, dadas las limitaciones que tenemos todas las personas, no es de extrañar que en la vida de monseñor Escrivá hubiese habido momentos de dificultad, de oscuridad, errores incluso. Lo importante había sido su capacidad para superar esos momentos, para seguir caminando, para mantener firme la mirada en la meta. 

La otra historia pertenece a mi propia experiencia cuando hace año hice el Camino de Santiago. Es un camino largo, 700 kilómetros. Un mes caminando todos los días. Hay momentos para todo. A veces duelen los pies y las piernas. A veces uno se siente cansado. Hay momentos en lo que uno se pregunta por qué se metió en semejante locura o qué se le ha perdido en Santiago. Pero también hay momentos de luz, de claridad, de buen humor, de diálogo con los otros caminantes con los que se comparte el Camino. Y, al final, cuando se llega, se sabe que todo lo que se ha pasado, alguna tendinitis y muchas ampollas incluidas, ha valido la pena. 

Pedro escuchó a Jesús, luego le siguió, luego dudó, luego le volvió a seguir. Por el camino llegó a negar haber conocido a Jesús. Es que Pedro era una persona normal, como nosotros. Con sus debilidades y sus fortalezas. Lo importante es que se mantuvo en el empeño. Siguió tras Jesús. Y llegó a su meta. Si él pudo, nosotros también. No importa lo que haya habido por el camino. No importan los errores cometidos. Lo importante es seguir y llegar. Y, no lo dudemos, la gracias de Dios está con nosotros. Como lo estuvo con Pedro.

HOY SE INICIA LA NOVENA AL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA - DEL 3 AL 11 DE SEPTIEMBRE


Hoy se inicia la novena al Santísimo Nombre de María
Redacción ACI Prensa




“En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el nombre de Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos”, dejó escrito San Alfonso María de Ligorio en su libro “Las Glorias de María” (Cap. X).

“No se aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos nombres tan dulces y poderosos, porque estos nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para vencerlas todas”, añadió el santo mariano.

Cercanos a la Fiesta del Santísimo Nombre de María, que se celebra cada 12 de septiembre, aquí una novena en honor a la Madre de Dios.



Primer día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el primer día

Oh Virgen Madre María, cuyo santísimo y augusto Nombre , que significa Mar de gracia nos descubre, que el Altísimo se complació en Vos desde toda eternidad , y por lo mismo os preservó de la culpa original, en atención a los méritos previstos del Redentor del mundo, que había de nacer de Vos: recibid el sincero parabién que os damos no solo por esta primera y especialísima gracia, con que fuisteis enriquecida en vuestra Concepción inmaculada, sino también por todos los demás dones, privilegios, prorrogativas y distinciones, que la Beatísima Trinidad se dignó reunir en vuestra alma, para que fueseis verdaderamente un mar inmenso de gracias celestiales.

Refluya, Madre nuestra, en nosotros ese piélago soberano y alcáncenos vuestra poderosa intercesión auxilios eficaces, con que solicitemos, obtengamos y conservemos la divina gracia, para que asemejándonos en la santidad a Vos, no desmerezcamos el título de hijos vuestros, y después de celebrar en la tierra las glorías de vuestro Nombre, bendigamos en el cielo con Vos al que vive y reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.





Segundo día de novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el segundo día

0h Virgen Madre María, cuyo Augusto Nombre de Iluminadora en su significación nos declara haber sido Vos en vuestro nacimiento la brillante Aurora, que anunció al mundo la próxima llegada del Eterno Sol de Justicia Cristo JESÚS. Seáis bendita, Oh Madre nuestra, por aquella luminosa claridad, con que comenzasteis desde luego a disipar las tinieblas del mundo, iluminándole con los ejemplos de vuestra vida inocentísima y con los beneficios de vuestra ilimitada misericordia. Dignaos, Señora, iluminar nuestras almas con la memoria de vuestras admirables y puras costumbres, y con los celestiales auxilios, que nos alcance vuestra solícita piedad.

Vuestros ejemplos sean antorcha que guíe nuestros pasos, e ilumine nuestras sendas: vuestra misericordia alumbre los ojos de nuestro corazón, para que no durmamos en la muerte del pecado. Aparezca vuestro Nombre sacrosanto en medio de nuestras últimas agonías, y devotamente pronunciado disipe los temores de nuestras almas, ahuyente de nosotros y nuestras habitaciones a los espíritus infernales y selle los últimos alientos de nuestra vida opaca que, terminada así felizmente, prosigamos cantando vuestras alabanzas por toda la eternidad. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.






Tercer día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el tercer día

Oh Virgen Madre María, cuyo Nombre Augusto interpretado Estrella del Mar nos demuestra que fuisteis por Dios destinada para guía y consuelo de los mortales, mientras fluctuamos por el turbulento mar de este mundo. Ved, Señora, y ved con ojos compasivos cuan terribles son las olas de molestas tentaciones que nos combaten, cuan formidables los escollos de los malos ejemplos, que continuamente se presentan a nuestra vista. Y nosotros débiles zozobramos a cada paso y perdemos el rumbo de nuestra patria.

El oculto cielo se nos oculta, y el abismo se abre bajo nuestros pies, porque pecamos, y después que pecamos, somos acometidos de la desconfianza y de la desesperación. Oh cuantas veces, Virgen santa, si no hubiera sido por Vos, habríamos desconfiado de la divina misericordia! Bendita seáis, Madre piadosísima, que cual Estrella del mar habéis aparecido en nuestros corazones turbados con la memoria de nuestras culpas, y habéis restituido a nuestras almas la calma y la serenidad. No os ocultéis jamás a nuestra vista, no permitáis que nuestro corazón os olvide, o deje de invocaros con fervorosa confianza. Porque ciertos estamos, oh MARIA, que siguiendo vuestra dirección no nos extraviamos , y pensando en Vos no erramos: que con vuestra ayuda no caemos, y que con vuestra protección, nada tenemos que temer; que si Vos nos guiais no nos fatigamos, y si nos sois propicia arribaremos con felicidad al puerto de la bienaventuranza, donde por siempre cantaremos las glorias de vuestro Nombre. Amén.


Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Cuarto día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el cuarto día

0h Virgen Madre María, cayo venerable Nombre significando Señora nos recuerda el dominio que ejercéis sobre las celestiales, terrenas e infernales criaturas. Grande admiración, oh Madre, consuelo y alegría nos causa el contemplaros Señora universal. Sois Señora de los Ángeles, y ante Vos, humana criatura, se postran reverentes los soberanos espíritus, que muchos siglos antes de que Vos nacieseis, solo se postraron ante el supremo Creador. Pero vuestra santidad casi infinita, y vuestra dignidad de Madre de Dios os ha colocado sobre las celestiales jerarquías.

Oh ¡que grandeza la vuestra, Virgen poderosa! Si os obedecen los Ángeles bienaventurados ¿cuánto de Vos temblarán los espíritus malignos? Y que felicidad para nosotros, que Vos tengáis tal dominio! He aquí, Señora, nuestros ojos se dirigen siempre a vuestras manos. De ellas nos ha venido cuanto bueno poseemos, de ellas esperamos recibir cuanto necesitamos, por ellas queremos ofrecer al Señor cuanto de bueno practiquemos con su gracia. Nuestro corazón suspira por amaros, ansían nuestros labios bendeciros, desea veneraros nuestro espíritu y nuestra alma se complace en suplicaros. Admitid, Señora, nuestros obsequios y ejerciendo vuestro dominio contra los enemigos de nuestras almas , alejadlos de nosotros en la hora de nuestra muerte , para que libres de su tiranía nos gocemos eternamente en vuestra amable servidumbre. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Quinto día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el quinto día

Oh Virgen Madre María, cuyo santo Nombre interpretado Mirra del mar, nos descubre los frutos admirables de vuestras virtudes perfectísimas. Fuisteis de cierto, Madre nuestra, mirra suavísima y escogida en la presencia del altísimo. Atraído por su olor el Rey de la Gloria descendió del seno del eterno Padre a morar en vuestro vientre y engendrasteis así Vos en el mundo la perla de la inmortalidad. Llena después de amargura en la pasión de vuestro querido JESUS y abrasada en el fuego de la caridad más sublime, exhalasteis una suavidad tan fragante, que embalsamó los cielos y la tierra recreando maravillosamente a sus moradores. La Iglesia se goza aun percibiendo el aroma exquisito de vuestro corazón sacrificado por los pecadores al pié de la cruz en la cima del Calvario.

Oh Madre querida, seamos semejantes a ti los que nos gloriamos de ser hijos vuestros. La memoria de vuestras penas toleradas por nuestro amor, amargue nuestros corazones con la mirra de la compunción y encendidos nuestros pechos en el amor de Jesús ofendido, destilen esta mirra nuestros ojos en abundantes lagrimas, y destílenla nuestras manos en obras de virtud y penitencia. Seremos entonces buen olor de Jesucristo, y el Señor no rehusará habitar en nuestras almas por su gracia, hasta que logremos con la misma ser coronados de gloria en la feliz eternidad. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Sexto día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el sexto día

Oh Virgen Madre María, que os dignasteis interpretar vuestro sagrado Nombre Madre de misericordia a fin de consolar a un siervo vuestro en la hora de su muerte. ¿A quién mejor que a Vos clamaremos nosotros miserables y desolados implorando el alivio de nuestros males y miserias? ¿A quien mejor que a Vos, verdadera Madre de misericordia? Oh Madre santa, Madre única, Madre inmaculada, Madre incorrupta, Madre de misericordia, Madre de piedad y de indulgencia, abrid vuestro seno piadoso y recibid en él a los que estamos muertos por la culpa. Hijos pródigos pero ya arrepentidos clamamos a Vos, y con todas las veras de nuestro corazón llenos de confianza os apellidamos Madre nuestra.

Y recordamos oh con cuanto agradecimiento, las veces innumerables, que nos habéis protegido, defendido y excusado con el divino Padre. Qué fuera ya de nosotros sin vuestra mediación, Madre amantísima! Continuad, Virgen pía, vuestros oficios de maternal misericordia para con nosotros desdichados pecadores. Vos sois nuestro refugio. Vos nuestro consuelo; en Vos está nuestra esperanza durante la vida, y en Vos confiaremos, cuando acercándose el momento de comparecer ante el tribunal de Jesucristo, pida justicia contra nosotros nuestro común enemigo. Haced, oh Madre, que en aquel instante os invoquemos fervorosos y responded piadosa a nuestra invocación; tomad a vuestro cargo nuestra defensa, y aplacado el divino Juez por vuestra intercesión logremos con Vos bendecirle por los siglos de los siglos; Amen.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Séptimo día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el séptimo día

Oh Virgen Madre María, toda dulzura, y toda suavidad como lo declara vuestro Nombre sacrosanto. ¿Quién podrá dignamente celebrar la dulzura de vuestro trato y la benignidad de vuestra condición? Una sola palabra vuestra llenó de alegría al mundo y regalando dulcemente los oídos del divino Esposo, os hizo al mismo tiempo Esposa suya,  Madre de Dios. Saludasteis a vuestra prima Isabel, y apenas vuestra dulce voz resonó en sus oídos, el hijo que llevaba en sus entrañas, dio saltos de gozo y ella misma fue llena del Espíritu Santo. Oigamos, Madre nuestra, también vuestra voz; habladnos, Madre dulcísima, eficazmente al corazón.

Ya sabemos, que nos diréis como a los sirvientes de las bodas de Cana; Haced lo que mi Hijo os diga: Dadnos pues que llegue a los oídos de nuestra alma esta vuestra voz, y dadnos voluntad de cumplirla con prontitud y perfección. Habladnos así mismo, Madre querida, en la hora de nuestra muerte, allí entre los clamores y remordimientos de nuestra conciencia suene vuestra voz en nuestros oídos: cuando en medio de nuestras agonías os digamos: Madre, oigamos de vuestros labios el dulce nombre de hijos, y consolados y reanimados con tal palabra volemos en vuestros brazos a bendecir para siempre vuestro Nombre en las moradas eternas de la gloria. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Octavo día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el octavo día

Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre nos revela vuestra celestial hermosura. Nosotros, Madre bella, nos complacemos singularmente en contemplaros superior en belleza a todas las criaturas sensibles e insensibles producidas por la sabia mano del Omnipotente. Con indecible gozo de nuestra alma os predicamos hermosa cual la luna en su plenitud y escogida como el sol. Os miramos y admiramos toda linda, toda bella, sin mancha alguna ni sombra de pecado o de ignorancia. Nos congratulamos de tener una Madre, que fue siempre objeto de las complacencias del Altísimo; alábenla los astros de la mañana, y cuya hermosura celebran el sol y la luna admirados, con júbilo universal de los hijos de Dios.

Oh felicísima, oh bellísima, oh hermosísima sobre todas las hermosuras inferiores al Creador. Cautive, Madre querida, vuestra casta belleza nuestros corazones, y enamorados estos de vuestras gracias singulares, jamás sean presa del amor profano, ni se dejen seducir de la pasajera hermosura de los cuerpos corruptibles. Agrádenos solamente la belleza de la virtud, la hermosura de la gracia, el resplandor de la inocencia, estas bellezas que no pasan con los años , que no se marchitan con la enfermedad , estas bellezas que la muerte perfecciona y eterniza. Amemos, oh María, tu belleza celestial, y para poder gozarla conservemos por tu intercesión limpias de toda culpa nuestras almas , a fin de que terminada nuestra carrera mortal, logremos ser eternos admiradores de vuestra belleza en la mansión de los justos. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Noveno día de la novena al Santísimo Nombre de María



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contricción

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para invocar el nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

Oración para el noveno día

Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre interpretado por el Crisóstomo: Gran Milagro, nos revela vuestra suma perfección, y nos enseña a miraros como la criatura predilecta del Altísimo. Así es en verdad, Madre nuestra, con placer indecible lo reconocemos y confesamos. Milagro sois de la gracia que se anticipó a la muerte de Jesucristo para redimiros en virtud suya y librarnos de la culpa original. Milagro sois del divino Espíritu, por cuya soberana operación brillan en Vos juntamente la flor de la Virginidad, y los frutos de la Maternidad, siendo Virgen fecunda y Madre intacta.

Milagro sois que al cielo asombra, contemplándoos criatura y Madre del Creador. Haced, oh Madre, que la consideración de tanta grandeza vuestra excite en nuestras almas vivos deseos de contemplaros eternamente, y que para conseguir tanta dicha nos resolvamos de una vez a renunciar al pecado y practicar las máximas del Evangelio, cuya fiel y constante observancia nos haga merecedores de gozar de vuestra presencia y bendecir con Vos en el cielo al que vive y reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para pedir la gracia que se necesita

Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el alejarnos de Vos.

Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.

Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos, esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.

(Se reza cinco Ave María con un Gloria  en veneración de las cinco letras que componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia especial que se solicita)

Bajo tu amparo

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

Oración de San Alfonso María de Ligorio

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.

Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.

Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia!

Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo.

Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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