domingo, 19 de junio de 2016

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA

Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme; 
en lo rudo del trabajo, ayúdame; 
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme; 
en las tentaciones y peligros, defiéndeme; 
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.

QUERIDO PAPÁ, QUE SAN JOSÉ SEA TU MODELO - FELIZ DÍA DEL PADRE

“Querido papá: Que San José sea tu modelo”, alienta Arzobispo por Día del Padre


PIURA, 18 Jun. 16 /  (ACI).- Con ocasión del Día del Padre, que se celebra en muchos países el tercer domingo de junio, el Arzobispo de Piura en el norte de Perú, Mons. José Antonio Eguren, saludó afectuosamente a los papás y los alentó a seguir el ejemplo de San José.

“Querido papá: que San José sea tu modelo”, escribió el Prelado peruano, pues si bien el esposo de Santa María “no es el padre biológico de Jesús, del cual solo Dios es Padre, sin embargo ejerció una paternidad plena y un total servicio al Plan de Dios”.

“Ser padre es por encima de todo ser servidor de la vida y del crecimiento de sus hijos”, destacó, y señaló que “San José ha dado prueba, en este sentido, de una gran dedicación. Ha sido el fiel custodio del Niño Dios, ha protegido y educado a Jesús, lo ha dado todo por Él y por su adorada esposa la Virgen María, hasta el extremo de conocer la persecución, el exilio y la pobreza”.

La única “recompensa” que recibió San José, dijo Mons. Eguren, fue “estar siempre con Jesús y con María”.

“Tú también, con esa misma devoción y celo de San José, dedícate por entero a tu esposa e hijos y dalo todo por ellos”.


El Arzobispo de Piura reconoció que muchas veces la jornada de trabajo de los padres “es exigente y extenuante”, pero les pidió que “al llegar a casa no dejes de abrazar a tu esposa y a tus hijos, dales un beso y dedícales un tiempo para escucharlos y para prodigarles tus consejos”.

“Ama a tus hijos como Dios Padre los quiere y edúcalos en libertad”, subrayó.

Mons. Eguren indicó que “en la raíz de toda paternidad está el amor: el amor tierno y fiel a la esposa, y el amor diligente por los hijos que se expresa en el esfuerzo por orientarlos hacia su plenitud por medio de la educación cristiana”.

El Arzobispo exhortó además a las esposas e hijos a no dejar de “expresarle a tu esposo y a tu padre tu gratitud, cariño y solicitud por todo lo que él hace por ustedes”.

“Comprendan que él es la cabeza del hogar y que la autoridad que ejerce es la cumbre de su paternidad y de su servicio a la unidad de su familia”.

Mi deseo en esta fecha es que la familia cristiana comprenda que en el equilibrio entre la autoridad, la obediencia y la libertad, está la base para una auténtica comunión familiar fundada en el respeto a la vocación de cada uno.

Mons. Eguren pidió también a los padres hacer “de Jesús el centro de su vida familiar”, pues así “el amor que es Cristo, alimentará sus relaciones familiares, y el hogar que forman obtendrá siempre del Señor Jesús la esperanza y la fuerza para el camino de la vida diaria”.

“Que la Misa dominical sea el centro de la semana cristiana de tu familia”, alentó.

El Prelado expresó luego su deseo de que el Día del Padre “nos recuerde que todos nacemos de un hombre y de una mujer, y que es en la relación con papá y con mamá donde se da la verdadera maduración humana”.

“Afirmar y defender la heterosexualidad como requisito para el matrimonio del cual brota la familia, frente a la imposición de modelos alternativos de vida familiar como el mal llamado ‘matrimonio gay o igualitario’, no es discriminar, sino partir de una nota antropológica objetiva que es su propuesto. Es defender la verdad natural y sobrenatural del matrimonio”.

FELIZ QUIEN HA ESCUCHADO


Feliz quien ha escuchado


La vocación consagrada es un llamado que Dios hace a quien él quiere, y que exige una gran renuncia de sí mismo para poder amar a todos. Es un servicio, es un testimonio, es amor. Es en definitiva, un llamado a vivir plenamente la gracia bautismal. Es vivir un riesgo absurdo a los ojos de los hombres, pero maravilloso a la luz de la fe.

Feliz quién ha escuchado la llamada al pleno seguimiento del Maestro,
feliz porque él, con su mirada, lo eligió como amigo y compañero.

Feliz el que ha abrazado la pobreza para llenar de Dios su vida toda,
para servirlo a él con fortaleza, con gozo y con amor a todas horas.

Feliz el mensajero de verdades que marcha por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades, pregonando la paz contra las guerras.

¡Vocación! Está claro que dejándolo todo para seguirte, no sólo no pierdo nada, sino que lo gano todo... Todas las cosas las hemos dejado para seguirte, ¿qué nos darás? "Ustedes que todo lo han dejado para seguirme recibirán el ciento por uno y después poseerán la Vida eterna... Yo seré tu recompensa infinita". Todo bautizado debería pensarlo.


Enviado por el P. Natalio

MARÍA, CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA


María, causa de nuestra alegría


Se ha observado muchas veces dentro de nuestro entorno religioso que las almas amantes de la Virgen María gozan y esparcen una alegría especial. Es un hecho comprobado y que nadie puede negar. La Virgen arrastra a multitudes hacia sus santuarios. Ante su imagen se congregan las gentes con flores, con velas, y rezan y cantan con fervor y entusiasmo inigualable. Y sobre ese ambiente flota un aire de paz y de alegría que no se da en otras partes. ¿Por qué será?... Una respuesta nos sale espontánea de los labios, y no nos equivocamos: ¡Pues, porque están con la Madre!...

Si esta es la razón más poderosa. Entonces, si queremos vivir alegres, y ser además apóstoles de la alegría para desterrar de las almas la tristeza, ¿por qué no contamos más con María?...

Partamos de la realidad familiar. Se trata de un hogar bien constituido. La madre ha sido siempre el corazón de ese hogar y los hijos se han visto siempre también amparados por el calor del corazón más bello que existe. ¿Puede haber allí tristeza?...

Aún podemos avanzar un poco más en nuestra pregunta, y plantear la cuestión de otra manera diferente. 

Se trata de un hijo que viene con un fracaso espantoso, del orden que sea. No sabe dónde refugiarse. Pero llega a la casa y se encuentra con la madre que le está esperando. ¿Cabrá allí la desesperación? ¿Dejarán de secarse las lágrimas de los ojos? ¿Volverán los labios a sonreír?...

Todas estas cuestiones están de más. Sabemos de sobra que el amor de una madre no falla nunca. Y al no fallar su amor, al lado de ella la tristeza se hace un imposible. Esto que nos pasa a todos en el seno del hogar cuando contamos con la bendición de una madre, es también la realidad que se vive en la Iglesia. Dios ha querido que en su Iglesia no falte la madre, para que en esa casa y en ese hogar del cristiano, como es la Iglesia, no sea posible la tristeza, pues se contará en ella con el ser querido que es siempre causa de alegría.

Por eso Cristo, moribundo en la Cruz, declaró la maternidad espiritual de María, nos la dio por Madre, y nosotros la aclamamos gozosos: ¡Madre de la Iglesia!
Por eso el pueblo cristiano, con ese instinto tan certero que tiene -como que está guiado por el Espíritu Santo- llama a María Causa de nuestra alegría.

Amar a la Virgen es tener el alma llena de juventud, de ilusiones, de alegría. Un amar que lleva a esparcir siempre en derredor ese optimismo que necesita el mundo.

Amar y hacer amar a la Virgen alegra forzosamente la vida. La mujer es el símbolo más significativo del amor, el ser más querido del amor, el difusor más potente del amor. Y mujer como María no hay, la mujer más bella salida de la mano de Dios.

María, al dar amor, llenará de alegría, de canciones y de flores el mundo; porque, donde existe el amor, no mueren ni menguan nunca la felicidad, la belleza, el cantar... Con María, las caras aparecen radiantes, con la sonrisa siempre a flor de labios, como un rayo primaveral. Ser apóstol de María es ser apóstol de la felicidad.

Llevemos María al que sufre soledad, y le haremos sonreír.

Llevemos María al tímido, y lo convertiremos en decidido y emprendedor.

Llevemos María al triste, y el que padece comenzará a disfrutar.

Llevemos María al anciano, y lo veremos volver a los años felices de la juventud.

Llevemos María al pecador, y veremos cómo el culpable vuelve muy pronto a su Dios.

Llevemos María a nuestro propio hogar, y veremos lo que será nuestra familia con dos madres juntas, que no son rivales celosas, sino dos amigas inseparables.

Llevemos María a nuestros amigos, ¡y sabremos lo que es amarnos con una mujer como Ella en medio del grupo!...

Hemos dicho antes que la piedad cristiana, siempre conducida por el Espíritu Santo, llama a la Virgen: Causa de nuestra alegría. No puede ser de otra manera. Porque María nos trae y nos da siempre a Jesús, el que es el gozo del Padre, el pasmo de los Ángeles, la dicha colmada de los Santos.


Autor: Pedro García, misionero claretiano

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA CON MENSAJES









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