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viernes, 13 de agosto de 2021

EXPLICACIÓN Y IMÁGENES DE LOS 7 SACRAMENTOS


 

 ¿Cuáles son los 7 Sacramentos de la Iglesia? Te los explicamos con caricaturas

Escrito por: Mauricio Montoya


Los Sacramentos son acciones de la Iglesia, que por medio de la acción de Cristo, edifican a la misma. El carácter sacramental es un sello espiritual conferido tanto por el bautismo como por la confirmación y el orden sacerdotal.

Por medio de este sello, el cristiano queda configurado con Cristo, participando de diversos modos en su sacerdocio y formando parte de la Iglesia. El carácter sacramental es indeleble, por lo cual solo se puede recibir una vez en la vida.

Los siete Sacramentos, no solo suponen la fe sino que la alimentan, fortalecen y expresan. En ellos, la Iglesia recibe un anticipo de la vida eterna. Hoy quisimos explicarte cada uno a través de caricaturas:





1. El bautismo

Es el primer sacramento de la iniciación cristiana. En razón de su nombre el rito central de este sacramento consiste en «sumergir» en el agua a quien se bautiza. Este sumergir en el agua es también un sumergir en la vida en Cristo, es decir que durante el bautismo la persona se une a la muerte y resurrección de Cristo y así se hace una nueva criatura. Esto es lo más importante de este sacramento, pues nos hacemos hijos de Dios por adopción en Cristo.

El bautismo se celebra en la Iglesia desde Pentecostés, llevando así la salvación a todos aquellos que han recibido el anuncio del Evangelio. Además este sacramento constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos, otorgando los dones del Espíritu Santo.

«Y acercándose Jesús les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». (Mt 28, 18-19)



2. La confesión

También conocido como el sacramento de la penitencia o reconciliación, es necesario ya que la vida nueva recibida en el bautismo, no suprimió la debilidad de la naturaleza humana ni la inclinación al pecado. Por esto Cristo ha instituido este sacramento, para la conversión de los bautizados que se han alejado de Él por el pecado.

Jesús instituye este sacramento cuando en la tarde de Pascua se muestra a sus apóstoles y les dice: «Recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les serán perdonados, a quien se los retuviereis, les serán retenidos». (Juan 20, 22-23)

Este sacramento consiste en la curación del alma que se encuentra enferma a causa del pecado, y se compone de dos elementos esenciales que son: los actos que lleva a cabo el hombre que se convierte bajo la acción del Espíritu y la absolución del sacerdote.



3. La Eucaristía

Es el sacrificio mismo del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Fui instituida por Él mismo en la noche de la Última Cena con sus apóstoles, para perpetuar en los siglos el sacrificio de la cruz, confiando a la Iglesia, en memoria de su Muerte y Resurrección.

La Eucaristía es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana, pues en ella está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia, Cristo. La celebración eucarística se compone de dos momentos: la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía.

«Tomando pan se los dio diciendo: este es mi cuerpo que es entregado por vosotros, haced esto en memoria mía. Así mismo tomo el cáliz diciendo: este es el cáliz de la nueva Alianza en mi sangre que será derramada por vosotros». (Lucas 22, 19-20)



4. La confirmación

En Pentecostés, los apóstoles reciben el Espíritu Santo y anuncian las maravillas de Dios, luego comunican a los bautizados este mismo Espíritu, mediante la imposición de las manos. La Iglesia a lo largo de los siglos ha seguido viviendo de la fuerza del Espíritu y sigue comunicándolo a sus hijos.

Llamamos confirmación al sacramento por el cual se confirma y refuerza la gracia bautismal. Debe conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, una familiaridad con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y llamadas.

La parte fundamental del rito de este sacramento es la «Crismación», que es la unción con el Santo Crisma. Los efectos de este sacramento son: la especial efusión del Espíritu Santo, que otorga el crecimiento de la gracia bautismal, une más fuertemente con Cristo y su Iglesia, y fortaleciendo los dones del Espíritu en el corazón del hombre, le concede una fuerza especial para dar testimonio de la fe cristiana.

«Cuando los apóstoles oyeron cómo había recibido Samaria la Palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan, los cuales bajando, oraron sobre ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, pues aún no había venido sobre ninguno de ellos. Solo habían sido bautizados en el nombre del señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo». (Hechos 8, 14-17)





5. El matrimonio

La celebración de este sacramento por el cual se bendice la unión de un hombre y una mujer, se da por medio de una celebración pública en presencia del sacerdote o diácono, y los testigos. El momento central de este sacramento es el consentimiento de los novios, donde reconocen su amor y prometen su fidelidad, donde se crea un vínculo perpetuo y exclusivo.

«En cuanto a los casados, el precepto no es mío sino del Señor, que la mujer no se separe del marido y si se separa que no vuelva a casarse, y el marido que no repudie a la mujer». (1 Corintios 7, 10-11)



6. Orden sacerdotal

Es el sacramento por el cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles continua siendo ejercida hasta el fin de los tiempos. Este sacramento, confiere por un don singular del Espíritu Santo la potestad sagrada al servicio del pueblo de Dios en nombre y con la autoridad de Cristo.

Este sacramento se confiere por la imposición de manos sobre la cabeza del ordenado por parte del obispo, quien pronuncia la solemne oración consagratoria. «Les constituyeron presbíteros en cada iglesia por la imposición de las manos, orando y ayunando y los encomendaron al Señor». (Hechos 14, 23)



7. La unción de los enfermos

Este sacramento junto con la penitencia, conforman el grupo de los sacramentos de curación o sanación. La Iglesia ha recibido de Cristo el mandato de curar a los enfermos y es por esto que con la oración de intercesión y con la unción con el óleo, les acompaña y asiste en el sufrimiento.

Este sacramento lo puede recibir cualquier fiel que comienza a encontrarse en peligro de muerte por enfermedad o vejez. El momento esencial del rito de este sacramento es la unción con el óleo de los enfermos por un sacerdote.

«¿Alguno entre vosotros está enfermo? Que haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor». (Santiago 5,14)

domingo, 10 de enero de 2021

5 COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DEL BAUTISMO CATÓLICO

 


 

5 cosas que tal vez no sabías del Bautismo católico

Redacción ACI Prensa




“Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión”, dice el Catecismo de la Iglesia Católica (CCI 1213).

Te presentamos 5 cosas que tal vez no sabías de este sacramento, puerta para los otros sacramentos, en la víspera de la celebración de la Solemnidad del Bautismo del Señor.


1. Jesús mismo fue bautizado y el bautismo se inició con los Apóstoles

La periodista, bloguera y oradora católica Marge Fenelon comenta en un artículo del National Catholic Register que “Jesús fue y es el Rey de reyes, Dios-Hombre y el Todopoderoso mismo. No tenía absolutamente ninguna necesidad de ser bautizado. Él es la salvación y él mismo no la necesita. En la Cruz, la sangre y el agua que brotaban de su costado son ‘tipos de Bautismo y Eucaristía, sacramentos de vida nueva’, como dice el Catecismo (CCI 1225)”.

“Aún así, Jesús insistió en que Juan lo bautizara (a pesar de la resistencia del Bautista). Jesús le dijo: ‘Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia’. (ver Mt 3:14) ¡Qué ejemplo para todos nosotros!”.

“Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha celebrado y administrado el santo Bautismo. En efecto, san Pedro declara a la multitud conmovida por su predicación: ‘Convertíos [...] y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo’ (Hch 2,38)”, indica el Catecismo en el numeral 1226.

San Higinio, pontífice aproximadamente entre los años 138 al 142, instituyó el padrino y la madrina en el bautismo de los recién nacidos para que guíen a los pequeños en la vida cristiana.


2. Tiene varios nombres

Bautizar, del griego “baptizein”, significa “sumergir” o “introducir dentro del agua”. Esta inmersión simboliza “el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él” (CCI 1214).

Este sacramento también es llamado “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo”, así como “iluminación” porque el bautizado se convierte en “hijo de la luz”.

San Gregorio Nacianceno decía que es “Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios”.


3. Se renueva cada año

“En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Por eso, la Iglesia celebra cada año en la vigilia pascual la renovación de las promesas del Bautismo. La preparación al Bautismo solo conduce al umbral de la vida nueva. El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana” (CCI 1254).

Fenelon indica también en su artículo que “el bautismo de Jesús, de hecho, el bautismo en general, me asegura la promesa de Dios de salvación para quienes lo buscan. Dios sabe, literalmente, que ciertamente lo busco. La Iglesia llama al bautismo el ‘lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo’. ¡Eso es realmente algo maravilloso para reflexionar!”.


4. Un no bautizado también puede bautizar

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1256) que “son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (cf CIC can. 861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal trinitaria”.

“La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo para la salvación (cf Mc 16,16)”(CCI 1253).


5. Es un sello único y permanente

“El Bautismo imprime en el cristiano un sello espiritual indeleble (character) de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación (cf DS 1609-1619). Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado” (CCI 1272).

Fenelon recuerda asimismo que “junto con el bautismo, se me dio una misión y no soy la única. A todos los bautizados se les ha encomendado la misión de difundir la Buena Nueva de Jesucristo hasta los confines de la tierra y bautizar a todos los pueblos”.

“Traer a otros a la Iglesia no es una opción; es una obligación”, remarcó.

viernes, 7 de agosto de 2020

VATICANO ADVIERTE: UN BAUTISMO NO ES VÁLIDO CUANDO USAN ESTAS PALABRAS



Vaticano advierte: Un bautismo no es válido cuando usan estas palabras
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Vaticano negó la validez de la fórmula empleada en algunas celebraciones del Sacramento del Bautismo administrado con las palabras: “Nosotros, el padre y la madre, el padrino y la madrina, los abuelos, los familiares, los amigos, la comunidad, te bautizamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Afirmó también que el sacerdote “carece de autoridad para disponer a su gusto de la fórmula sacramental”.

En una respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del 24 de junio de 2020, se establece que el Bautismo conferido con esa fórmula no es válido y que las personas para las cuales se ha celebrado el Bautismo con esa fórmula deben ser bautizadas en forma absoluta.

Según se señala en el punto 1240 del Catecismo de la Iglesia Católica, la única fórmula válida en el Sacramento del Bautismo en la Iglesia latina es la que va acompañada de las palabras “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, después de pronunciar el nombre del catecúmeno.

Esa fórmula, como se recoge en el mismo punto del Catecismo, varía ligeramente en las liturgias orientales.

La respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe está acompañada de una nota doctrinal en la que se explica que la modificación de esta fórmula “se ha introducido para subrayar el valor comunitario del Bautismo, para expresar la participación de la familia y de los presentes y para evitar la idea de la concentración de un poder sagrado en el sacerdote, en detrimento de los progenitores y de la comunidad”.


En ese sentido, se recuerda en la nota doctrinal que el Concilio Vaticano II, por medio de la Constitución Sacrosanctum Concilium, declara que “cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza”.

“La Iglesia, en efecto”, continúa la nota doctrinal, “cuando celebra un sacramento, actúa como Cuerpo que opera inseparablemente de su Cabeza, en cuanto es Cristo-Cabeza el que actúa en el Cuerpo eclesial generado por él en el misterio de la Pascua”.

En la Sacrosanctum Concilium se establece también que “nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”.

Por ello, se afirma en la nota doctrinal, “modificar al propio arbitrio la forma celebrativa de un sacramento no constituye un simple abuso litúrgico, en cuanto transgresión de una norma positiva, sino también un vulnus (una ofensa) infligido tanto a la comunión eclesial como a la posibilidad de reconocer en ella la obra de Cristo, que en los casos más graves hace inválido el sacramento mismo, porque la naturaleza de la acción ministerial exige transmitir con fidelidad lo que se ha recibido”.

Y se insiste en que “en el caso específico del Sacramento del Bautismo, el ministro no solo carece de autoridad para disponer a su gusto de la fórmula sacramental”, “sino que tampoco puede declarar que actúa en nombre de los padres, los padrinos, los familiares o los amigos, y ni siquiera en nombre de la misma asamblea reunida para la celebración, porque el ministro actúa en cuanto signo-presencia de la acción misma de Cristo, que se realiza en el gesto ritual de la Iglesia”.

“Cuando el ministro dice ‘Yo te bautizo…’, no habla como un funcionario que ejerce un papel que se le ha asignado, sino que opera ministerialmente como signo-presencia de Cristo, que actúa en su Cuerpo”.

Se subraya también la completa sintonía entre el Concilio de Trento (celebrado entre 1545 y 1563), y el Concilio Vaticano II “al declarar la absoluta indisponibilidad del septenario sacramental a la discreción de la Iglesia”.

“La doctrina de la institución divina de los sacramentos, solemnemente afirmada por el Concilio de Trento, ve así su natural desarrollo y su auténtica interpretación en la citada afirmación de Sacrosanctum Concilium”, señala.


Por lo tanto, los sacramentos, “en cuanto instituidos por Jesucristo, se le entregan a la Iglesia para que los salvaguarde” y, aunque “como intérprete de la Palabra de Dios” la Iglesia pueda, en cierta medida, “determinar los ritos que expresan la gracia sacramental ofrecida por Cristo, no dispone de los fundamentos mismos de su existencia: la Palabra de Dios y los gestos salvíficos de Cristo”.

“Resulta, por tanto, comprensible que, a lo largo de los siglos, la Iglesia haya custodiado con atención la forma celebrativa de los sacramentos, sobre todo en aquellos elementos que la Escritura refrenda y que permiten reconocer con absoluta evidencia el gesto de Cristo en la acción ritual de la Iglesia”.

Sobre la pretensión de subrayar la importancia de la comunidad mediante la modificación de la fórmula del Bautismo, en la nota se indica que “en la celebración de los sacramentos, en efecto, el sujeto es la Iglesia-Cuerpo de Cristo junto con su Cabeza, que se manifiesta en la concreta asamblea reunida”.

Pero, al mismo tiempo, se recuerda que la asamblea “actúa ministerialmente, no colegialmente, porque ningún grupo puede hacerse a sí mismo Iglesia, sino que se hace Iglesia en virtud de una llamada, que no puede surgir desde dentro de la asamblea misma”.

“El ministro es, por consiguiente, signo-presencia de Aquel que reúne y, al mismo tiempo, lugar de comunión de la asamblea litúrgica con toda la Iglesia. En otras palabras, el ministro es un signo exterior de que el sacramento no está a nuestra disposición, así como de su carácter relativo a la Iglesia universal”.

La nota doctrinal finaliza subrayando que “alterar la fórmula sacramental significa, además, no comprender la naturaleza misma del ministerio eclesial, que es siempre servicio a Dios y a su pueblo, y no ejercicio de un poder que llega hasta la manipulación de lo que ha sido confiado a la Iglesia con un acto que pertenece a la Tradición”.

martes, 19 de septiembre de 2017

LOS SIETE SACRAMENTOS - EXPLICACIÓN PARA NIÑOS


Los siete Sacramentos
(Explicación para niños)




¿Tienes que explicarle los sacramentos a tu hijo o a tu hija? ¿Te falta material para la catequesis en tu parroquia? ¿A veces te resulta un poco complicado? No te preocupes. A través del libro Guía de los Sacramentos para niños de Arturo Cañamares publicado por Ediciones Palabra, y de este artículo, te vamos a ayudar a usar las palabras adecuadas para que ellos lo entiendan bien.

Para empezar, tenemos que saber qué son los sacramentos. Los sacramentos son acciones de Dios con las que nos muestra el amor que tiene por sus hijos. Todos ellos han sido creados (instituidos) por Él, y por eso, es Él mismo quien los realiza a través de distintos medios.

¿Y para qué nos los dio? Para darnos la gracia. Es decir, para darnos, junto con su amor, la fuerza necesaria para luchar contra las dificultades de la vida. Claro que siempre y cuando nosotros tengamos una disposición y una actitud positivas de querer agradar a Dios.

¿Cuáles son los siete Sacramentos?

1. Bautismo
Cuando nacemos, lo hacemos con el primero de los pecados. Se llama pecado original y fue el que cometieron nuestros primeros padres Adán y Eva. Al bautizarnos nos limpiamos de ese pecado y de todos los cometidos antes de recibirlo, nos hacemos hijos de Dios y pasamos a formar parte de la Iglesia. Dios se pone muy contento cuando el sacerdote, al derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

2. Confirmación
Es tan sencillo como que Dios (Su Espíritu Santo), nos aumenta la fe para que tengamos la seguridad de que Él está con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para lo que también nos da esperanza. Finalmente, nos aumenta la caridad para que le amemos más a Él y a los que nos rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el confirmante y unja con aceite (el Santo Crisma), mientras dice: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.

3. Penitencia
¡Este Sacramento es un enorme regalo de Dios! A través de un sacerdote que escucha nuestros pecados cuando vamos a confesarlos en confidencia con él, Dios nos perdona todo en lo que le hemos ofendido. Eso sí, tenemos que ir bien arrepentidos por el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. Además, nos da una paz tremenda y nos aumenta la fuerza para ser buenos cristianos, buenos hijos de Dios.

4. Eucaristía
Todos los días Jesús convierte el pan y vino en su Cuerpo y su Sangre en la santa Misa. Esto ocurre en un momento llamado Consagración. De este modo podemos comerle y recibirle en nuestra alma. Jesús instituyó este sacramento en la Última Cena con los doce apóstoles. Este tiene un plus: perdona los pecados veniales y nos preserva de los mortales para el futuro. Es el mismísimo Jesús el que tenemos dentro de nosotros.

5. Matrimonio
Este sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para siempre. Cuando estos se casan en la iglesia, es Dios quien está uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se casan no deben romper ese matrimonio: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. (San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que seguir es el de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José.

6. Orden sacerdotal
Este lo reciben solo los que tienen vocación al sacerdocio, que luego son los que pueden administrar todos estos sacramentos. Es un obispo quien impone las manos y reza sobre el nuevo sacerdote, consagrándole. El orden sacerdotal otorga una especial efusión del Espíritu Santo y tiene una característica especial: quien recibe este sacramento, será sacerdote para siempre.

7. Unción de los enfermos
Dios ama a los enfermos. Cuando alguien está muy enfermo o es muy mayor y puede morirse pronto, necesita la ayuda de Dios para ese momento. La unción es una ayuda que es fuerza, paz y ánimo. Además de perdonar todos los pecados del enfermo y prepararle para el momento de la muerte. Es como si se crease una unión con la Pasión que Cristo sufrió. Así, los enfermos ayudan con sus dolores a llevar la Cruz a Jesús y a la vez, Él les ayuda a ellos en sus últimos momentos de vida.



Fuente: Catholic Link / Aleteia
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