jueves, 30 de noviembre de 2017

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 30 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 30





Has de considerar que la Virgen, que participó en la cruz de Jesús, participó también en la glorificación de su Hijo resucitado por el poder del Padre. Ella es nuestra Madre no sólo desde la cruz sino desde la resurrección. La vida de la gracia brota, al mismo tiempo, de la muerte y la resurrección de Cristo: único e inseparable misterio de amor.

María, siendo de modo inseparable la Madre del crucificado y resucitado, es Madre de todos los hijos de Dios, nacidos de la Pascua de Jesús.

María vivió en su corazón el gozo de la resurrección y sus entrañas exultaron de júbilo por el triunfo del resucitado.

Madre nuestra, te decimos con la Iglesia: Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque Cristo a quien llevaste en tu seno, aleluya, ha resucitado según su palabra, aleluya. Ruega al Señor por nosotros, aleluya.



* P. Alfonso Milagro

SOY PESCADOR


Soy Pescador.
El Buen Pescador no luce exagerado ni impaciente, sino equilibrado y sereno.


Por: Oscar Schmidt | Fuente: Catholic.net 




Soy pescador, hijo de la Iglesia que me envía a atravesar los mares del mundo en busca de almas, como lo hicieron Pedro y tantos otros a través de los siglos. Orgullo del pescador, la misión recibida da una inigualable alegría que ilumina el espíritu cuando un hermano se enamora del Pescador de hombres, Jesús de Galilea.

Pero Señor, qué difícil es encontrar el equilibrio necesario para acercarse a tantas almas que requieren un trato distinto, sin que se pueda comparar a la una con la otra. ¿Qué decir a ese hombre religioso pero sin amor en su corazón? ¿Y que a aquella mujer que no te conoce ni siquiera por Tu Nombre? Sin embargo yo sé muy bien que hay reglas que debo respetar, si es que deseo no alejar a tus hijos de Tu Barca.

La regla básica es la de no espantar a nuestros hermanos, no asustarlas con una postura demasiado alejada de su entendimiento actual. Muchas veces nos presentamos como nosotros quisiéramos que ellos fueran, apasionados y convencidos de nuestro carácter de hijos de Dios. Sin embargo, si la brecha entre quienes encontramos en nuestro camino y nosotros aparece ante sus ojos como demasiado grande, hacemos imposible para ellos el siquiera pensar que se puede atravesar el foso que nos separa, y entonces se asustan y alejan.

Los santos, por siglos, han comprendido esto y tornaron sus vidas en puentes que los acercaron a las almas. Fueron flexibles, dúctiles, comprendieron a aquellos que no tenían en el alma ni el amor ni la comprensión que las cosas de Dios requieren. Por esto es que la regla básica de todo pescador de almas es la de no exagerar, ni lucir amenazador, ni demasiado lejano. Jesús mismo tenía un mensaje consistente en el contenido, pero totalmente distinto en la forma, dependiendo de si el público que lo escuchaba estaba formado en las cosas del pueblo de Israel, o si eran gentiles alejados de la religión.

La otra regla fundamental es la de la paciencia, paciencia que es entrega a Dios en la confianza de que El tenderá los puentes que unan las brechas, las falencias y las incomprensiones que encontremos en nuestro trajinar de pescadores. Muchas veces nos desesperamos porque las cosas no van tan rápido ni en la dirección que esperamos. Sin embargo, Jesús está siempre detrás de los suyos, y con Su Mano corrige y modela aquello que es fundamental a Su obra. Lo demás, lo deja seguir su propio rumbo, lo que muchas veces se torna en las cruces que El nos pone en el camino.

El buen pescador no luce exagerado ni impaciente, sino equilibrado y sereno. Se presenta de tal modo que las almas se sienten seguras de que Dios es a Quien debemos mirar en este mundo, alejándonos paso a paso de lo que no llena nuestro interior, de aquello que es simple ruido y confusión. Pero también, el buen pescador sabe cuando tiene que acelerar el ritmo y empujar a las almas a dar un paso hacia adelante, hacia la luz. Ese paso creará tensión y desaliento, pero pronto será comprendido por aquellos que están bien afirmados a la Mano del Salvador. Otros, para tristeza del pescador, se soltarán de la Barca y se alejarán nuevamente, a aguas peligrosas.

No es fácil ser pescador, porque si nos equivocamos, podemos alejar a muchas almas de tal modo que después resulte muy difícil volver a acercarlas. Es una responsabilidad muy grande que todos debemos ejercer, laicos o consagrados, porque para eso fuimos izados a la Barca de la Iglesia, para ser pescadores. Nuestra sonrisa es probablemente el arma más poderosa que Dios nos ha dado para realizar nuestra tarea, porque la alegría de estar a bordo es una de las señales que nos distinguen, ¡la alegría de ser hijos de Dios!

Hermanos, pesquemos en las aguas del mundo, las almas abundan y nos esperan. Seamos eficientes en tan grandiosa tarea que Dios nos ha encomendado, la más alta que El ha puesto en nuestra misión de vida. Cuando estemos frente al Señor, El nos preguntará por los actos de amor que dejamos como legado de nuestro paso por la vida. Y qué duda cabe de que el mayor acto de amor es el de poder mostrarle, orgullosos, a aquellos que hemos subido a bordo de la Barca de Pedro. Jesús sonreirá porque verá que hemos comprendido nuestro legado de pescadores, como El lo es, como la Iglesia lo es, como todos debemos serlo.

FELIZ JUEVES!





miércoles, 29 de noviembre de 2017

PAPA FRANCISCO: EL AMOR DE CRISTO REVELADO EN LA CRUZ ES COMO UN GPS ESPIRITUAL


Papa Francisco: El amor de Cristo revelado en la cruz es como un GPS espiritual
 Foto: L'Osservatore Romano






RANGÚN, 28 Nov. 17 / 10:56 pm (ACI).- En la Misa que presidió en el Kyaikkasan Ground en la ciudad de Rangún en Myanmar, el Papa Francisco afirmó que el amor de Cristo revelado en la cruz “es como un GPS espiritual”.

Ante unos 150 mil fieles presentes en la Misa que presidió el 29 de noviembre desde las 8:30 a.m. (hora local), el Santo Padre reflexionó sobre la sabiduría del Señor, y cómo ante el odio y la violencia, siempre respondió con misericordia y amor.

Al concluir la Misa y en sus palabras de agradecimiento por la presencia del Papa en Myanmar, el Arzobispo de Rangún (Yangon), Cardenal Charles Maung Bo, dijo que “esto es como la experiencia del Monte Tabor. Los católicos sencillos tienen una experiencia impresionante” y “la vida nunca será la misa para los católicos en Myanmar”.

“Hace solo un año, el pensamiento de este pequeño rebaño de partir el pan con el Santo Padre Francisco era solo un sueño. Somos un pequeño rebaño, somos como Zaqueo. Entre las naciones, no podemos ver a nuestro pastor. Como Zaqueo, si somos llamados, bajamos porque queremos ir a tu casa”.

“Santo Padre Francisco: Un buen pastor va por los pequeños y por los que son marginados. Usted ha dicho la palabra y ha partido el pan”, dijo el Cardenal.


El Purpurado dijo además que “este día quedará en cada corazón humano que está aquí. Nuestro queridísimo Santo Padre, todos los católicos te saludan aquí con corazón generoso”.

“Un milagro se ha obrado hoy. Todos volvemos como un milagro de Dios. Gracias y este pequeño rebaño reza por usted”.

“Muchas gracias, gracias por todo”, finalizó el Cardenal con esta frase en español.

La homilía

El “mensaje de perdón y misericordia” de Cristo, dijo el Pontífice en la homilía pronunciada en italiano y traducida a la lengua local para los asistentes, “se sirve de una lógica que no todos querrán comprender y que encontrará obstáculos”.

“Sin embargo, su amor revelado en la cruz, en definitiva, nadie lo puede detener. Es como un GPS espiritual que nos guía de manera inexorable hacia la vida íntima de Dios y el corazón de nuestro prójimo”, resaltó durante la Misa que fue celebrada en inglés, latín y algunas lenguas locales.

El Papa dijo además que “el intérprete definitivo de los misterios de Dios es Jesús. Él es la sabiduría de Dios en persona. Jesús no nos enseñó su sabiduría con largos discursos o grandes demostraciones de poder político o terreno, sino entregando su vida en la cruz”. “A veces podemos caer en la trampa de confiar en nuestra propia sabiduría, pero la verdad es que podemos fácilmente desorientarnos. En esos momentos, debemos recordar que tenemos ante nosotros una brújula segura: el Señor crucificado”.

En la cruz, continuó el Santo Padre, “encontramos la sabiduría que puede guiar nuestras vidas con la luz que proviene de Dios. Desde la cruz también nos llega la curación. Allí, Jesús ofreció sus heridas al Padre por nosotros, las heridas que nos han curado. Que siempre tengamos la sabiduría de encontrar en las heridas de Cristo la fuente de toda curación”.


El Papa dijo luego que la curación ante las heridas de la violencia no puede venir de la ira ni la venganza, ya que “el camino de Jesús es radicalmente diferente”.

“Cuando el odio y el rechazo lo condujeron a la pasión y a la muerte, él respondió con perdón y compasión. En el Evangelio de hoy, el Señor nos dice que, al igual que él, también nosotros podemos encontrar rechazo y obstáculos, sin embargo él nos dará una sabiduría a la que nadie puede resistir”.

“Con el don de su Espíritu, Jesús nos hace capaces de ser signos de su sabiduría, que vence a la sabiduría de este mundo, y de su misericordia, que alivia incluso las heridas más dolorosas”, prosiguió.

Francisco también animó a confiar en la Virgen María, para que “ella nos obtenga la gracia de ser mensajeros de la verdadera sabiduría, profundamente misericordiosos con los necesitados, con la alegría que proviene de encontrar descanso en las heridas de Jesús, que nos amó hasta el final”.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 29 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 29




Cristo es el que te pide que en la vida llegues a ser fermento que haga levantar la masa, que la haga apta para formar un pan capaz de apagar el hambre del mundo de hoy.

La función y misión personal de María es esencialmente maternal: hace posible la vida de Cristo en nosotros. Como Madre nuestra, nos la da diariamente -y nos la aumenta-, de suerte que cada día vamos viviendo más y mejor.

María, que comuniquemos a los hombres la vida divina y seamos así “fermento” en la masa de la humanidad.




* P. Alfonso Milagro

FELIZ MIÉRCOLES!!!





martes, 28 de noviembre de 2017

SI CRISTO ES REY, MARÍA ES TAMBIÉN REINA?


Si Cristo es Rey, ¿María es también Reina?
¿Hay algún fundamento bíblico para afirmar esto?


Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com 




Es muy conocida por todos la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, que se sitúa al final del año litúrgico. Sin embargo, a la luz de ello, podemos hacernos esta pregunta: ¿si Cristo es Rey, María es reina? ¿Hay algún fundamento bíblico para afirmar esto? Lo veremos a continuación.

El Padre Sam comienza aclarando que hay muchas cosas que incomodan a nuestros hermanos protestantes (él prefiere llamarles “hermanos esperados”), sobretodo respecto a la Virgen María, por ejemplo, el de llamar a María “madre de Dios” o “nuestra intercesora”… y luego se detiene a hablar del título de “reina de cielos y tierra”, fiesta que celebramos cada 22 de agosto.

Luego, el sacerdote nos recuerda uno de los misterios gloriosos que meditamos en el Santo Rosario (el quinto): la Coronación de la Santísima Virgen (Ap 12, 1; Lc 1, 32; Jr 13, 18), con su respectivo fundamento bíblico.

Después se detiene a analizar el texto de 2 Tim 2,12: “Si sufrimos con Cristo, reinaremos con Él”. Y este es el texto que nos ayuda tanto para entender el reinado de María. Ella es reina de cielos y tierra, aclarando que es “reinar CON Cristo” no “EN VEZ de Cristo”. Y enfatiza que de ahí viene la fuente de la confusión, cuando creemos que el reinado de María le quita protagonismo a Dios. No, su reinado es junto a Cristo, no en lugar de Cristo.

“El triunfo de Cristo es también el triunfo de todos aquellos que son de Cristo, y la Virgen María es aquella que se mantuvo fiel, que le acompañó en los momentos más difíciles, por eso, a toda honra se merece el título de “reina del universo”, enfatiza el Padre Sam.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 28 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 28




El ángel saludó a María como “llena” de gracia. Dios concedió a la que iba a ser Madre de su Hijo esa plenitud de gracia desde el primer instante de su existencia, pero esa gracia también creció hasta alcanzar un grado que no puede llegar a comprender la mente humana.

Los cristianos también estamos llamados a crecer en la gracia y en la virtud, expandirlas y comunicarlas.

María, Virgen fiel, concédenos crecer en gracia y ser fieles administradores de los dones recibidos para bien del Reino de Dios.



* P. Alfonso Milagro

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE LABOURÉ


SANTA CATALINA LABOURÉ, VIDENTE DE LA MEDALLA MILAGROSA, 28 NOVIEMBRE


Santa Catalina Labouré
Vidente de la Medalla Milagrosa
Fiesta: 28 de Noviembre





Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ) de una familia campesina, en 1806. Al quedar huérfana de madre a los 9 años le encomendó a la Sma. Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición. "A Ti he elegido por mi Madre", dijo Catalina a María.

Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.

A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: "Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos". La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria.

Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dió cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos. Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.

Entró a la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, 21 de abril, fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.

Fue destinada al hospicio de Enghien, en la calle de Reuilly de París. Durante cuarenta y cinco años se dedicó a oficios humildes: de la cocina a la ropería, al cuidado del gallinero, lo que le recuerda sus pichones de la granja de la infancia: a la asistencia a los ancianos de la enfermería, al cargo, ya para hermanas inútiles y sin fuerzas, de la portería.

El 27 de noviembre de 1830 estando Santa Catalina rezando en la capilla del convento, la Virgen María se le apareció totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Ella le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen María "M", y una cruz, con esta frase "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración. 

En 1865 muere el padre Aladel, su confesor y quien cnoce todo de las aparciones y cualquiera puede pensar en la gran pena de la Santa. Sin embargo, durante las exequias alguien pudo observar el rostro radiante de sor Catalina, que presentía el premio que la Virgen otorgaba a su fiel servidor. 

Otro sacerdote le sustituye en su cometido de confesor: la religiosa le informe sobre las apariciones, pero no consigue ser comprendida. 

Sor Catalina habla de tales hechos extraordinarios exclusivamente con su confesor: ni siquiera en los apuntes íntimos de la semana de ejercicios hay referencias a sus visiones. 

Ella vive en el silencio, y hasta tal punto es dueña de sí, que en los cuarenta y seis años de religiosa jamás hizo traición a su secreto, aun después que las novicias de 1830 iban desapareciendo, y se sabe que la testigo de las apariciones aún vive. La someten a preguntas imprevistas para cogerla de sorpresa, y todo en vano. Sor Catalina sigue impasible, desempeñando los vulgares oficios de comunidad con el aire más natural del mundo. 

La virtud del silencio consiste no tanto en sustraerse a la atención de los demás cuanto en insistir ante su confesor con paciencia y sin desmayos, sin que estalle su dolor ante las dilaciones. Ha muerto el padre Aladel y el altar de la capilla sigue sin levantarse, y la religiosa teme que la muerte la impida cumplir toda la misión que se le confiara. 

El confesor que sustituyó al padre Aladel es sustituido por otro. Estamos a principios de junio de 1876, año en que "sabe" la Santa que habrá de morir. Tiene delante pocos meses de vida. Ora con insistencia, y, después de haber pedido consejo a la Virgen, confía su secreto a la superiora de Enghien, la cual con voluntad y decisión consigue que se erija en el altar la estatua que perpetúe el recuerdo de las apariciones. 

La misión ha sido cumplida del todo. Y sor Catalina muere ya rápidamente a los setenta años, el 31 de diciembre de 1876. 

En noviembre de aquel año tuvo el consuelo de hacer los últimos ejercicios en la capilla de la rue de Bac, donde había sentido las confidencias de la Virgen. 

Su muerte fue dulce, después de recibir los santos sacramentos, mientras le rezaban las letanías de la Inmaculada. 

Cuando cincuenta y seis años más tarde el cardenal Verdier abría su sepultura para hacer la recognición oficial de sus reliquias, se halló su cuerpo incorrupto, intactos los bellos ojos azules que habían visto a la Virgen. 

Hoy sus reliquias reposan en la propia capilla de la rue du Bac, en el altar de la Virgen del Globo, por cuya erección tuvo 

El papa Pío XI la beatificó el 28 de mayo de 1933 y Pío XII el 27 de julio de 1947 la canonizó. Su fiesta se celebra el 27 de noviembre. 

FELIZ MARTES!!!


 



lunes, 27 de noviembre de 2017

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 27 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 27




En la tradición de Israel las corrientes de agua son un símbolo de la vida que Dios da a su pueblo, especialmente en los tiempos mesiánicos anunciados por los profetas.

Cuando María llevaba su cántaro a la fuente para llenarlo de agua refrescante, llevaría al Niño Jesús consigo e iría pensando quizá este tema tan querido para su pueblo, y podemos pensar que se lo comentaría a Jesús.

Con el correr de los años María se iba a ver colmada por el agua de la vida que brotaría del misterio de la muerte y resurrección de Jesús, Pascua de la Nueva Alianza y realización plena de los símbolos y anuncios proféticos sobre su vida.
Nuestra Señora de Nazaret, llena el cántaro de nuestro corazón con el agua de la vida nueva que brota de la Pascua de Cristo.



* P. Alfonso Milagro 

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA, 27 NOVIEMBRE


Hoy 27 noviembre
es la fiesta de la Virgen de la Medalla Milagrosa




 (ACI).- "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza", dijo la Virgen María a Santa Catalina Labouré un 27 de noviembre de 1830.

En la aparición, la Madre de Dios estaba con una túnica blanca y un velo del mismo color que cubría su cabeza hasta los pies. Su rostro era bellísimo. Los pies se posaban sobre un globo blanco y aplastaban una serpiente.

Sus manos, a la altura del corazón, portaban un globo pequeño de oro, coronado con una crucecita. En los dedos aparecieron anillos con piedras preciosas que brillaban y alumbraban en toda dirección.

La Virgen miró a Santa Catalina y le dijo: “este globo que ves (a los pies) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden”.

El globo de oro que tenía la Virgen entre manos se desvaneció y sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz continuaban cayendo sobre el globo blanco de los pies.

De pronto apareció una forma ovalada en torno a la Virgen con una inscripción en el borde interior que decía: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti".

Las palabras formaban un semicírculo que iniciaba a la altura de la mano derecha, pasaba por arriba de la cabeza de María y terminaba a la altura de la mano izquierda. Es aquí donde la Virgen le pide a Catalina que acuñe una medalla según lo que está viendo.

La aparición dio media vuelta y en el reverso estaba una “M” con la cruz sobre una barra, la cual atravesaba la letra. Debajo estaban el corazón de Jesús, circuncidado con una corona de espinas, y el corazón de la Virgen María, traspasado por una espada. Alrededor había doce estrellas.

La manifestación se repitió hacia fines de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. En un principio la medalla era llamada “de la Inmaculada Concepción”, pero cuando se expandió la devoción y se produjeron muchos milagros, se le llamó “La Medalla Milagrosa”, como es conocida hasta nuestros días.






La medalla



El Arzobispo de París permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros. (Lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).

En esta capilla escogida por Dios, la Virgen María en persona ha venido a revelar su identidad por medio de un objeto pequeño, una medalla, destinada a todos sin distinción!

La identidad de María era tema de controversias entre teólogos desde los primeros tiempos de la Iglesia. En 431, el Concilio de Efeso había proclamado el primer dogma mariano: María es madre de Dios. Desde 1830, la invocación « Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti » que se levanta hacia el cielo, mil y mil veces repetida por miles de almas cristianas en todo el mundo a petición de la Madre de Dios, va a producir su efecto.

El 8 de diciembre de 1854, Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción: por una gracia especial que ya le venía de la muerte de su Hijo, María fue concebida sin pecado.

Cuatro años más tarde, en 1858, las apariciones de Lourdes van a confirmar a Bernadette Soubirous el privilegio de la madre de Dios.

Corazón Inmaculado, María fue la primera rescatada por los méritos de Jesucristo. Es luz para nuestra tierra. Todos estamos destinados, como ella, a la felicidad eterna.

Unos meses después de las apariciones, sor Catalina es destinada al hospicio de Enghien, en el distrito 12 de París, para cuidar a los ancianos. Se pone al trabajo. Pero la voz interior insiste: hay que hacer que se acuñe la medalla. De eso Catalina vuelve a hablar a su confesor, el Padre Aladel.

En febrero de 1832, hay en París una terrible epidemia de cólera, que va a hacer más de 20.000 muertos. Las Hijas de la Caridad empiezan a distribuir, en junio, las 2.000 primeras medallas acuñadas a petición del padre Aladel.

Son numerosas las curaciones, lo mismo que las protecciones y conversiones. Es un maremoto. El pueblo de París califica la medalla de «milagrosa».

En el otoño de 1834 ya hay más de 500.000 medallas, y en 1835 más de un millón en todo el mundo. En 1839, se ha propagado la medalla hasta alcanzar más de diez millones de ejemplares.

A la muerte de sor Catalina, en 1876, se cuentan más de mil millones de medallas.



La Medalla Luminosa


Las palabras y los símbolos grabados en el anverso de la medalla expresan un mensaje con tres aspectos estrechamente ligados entre sí.

«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.»

La identidad de María se nos revela aquí explícitamente: la Virgen María es inmaculada desde su concepción. De este privilegio que ya le viene de los méritos de la Pasión de su Hijo Jesucristo, emana su inmenso poder de intercesión que ejerce para quienes le dirigen sus plegarias.

Por eso la Virgen María invita a todos las personas a acudir a ella en cualquier trance.

Sus pies en medio de un globo aplastan la cabeza de una serpiente.

Este globo representa a la tierra, el mundo. Entre judíos y cristianos, la serpiente personifica a Satanás y las fuerzas del mal.

La Virgen María toma parte en el combate espiritual, el combate contra el mal, cuyo campo de batalla es nuestro mundo. Nos invita a entrar nosotros también en la lógica de Dios que no es la lógica del mundo. La gracia auténtica de conversión es lo que ha de pedir el cristiano a María para transmitirla al mundo.

Sus manos están abiertas y sus dedos adornados con anillos que llevan piedras preciosas de las que salen rayos que caen esparciéndose por toda la tierra.

El resplandor de estos rayos, lo mismo que la hermosura y la luminosidad de la aparición descritas por Catalina, requieren, justifican y alientan nuestra confianza en la fidelidad de María (los anillos) para con su Criador y para con sus hijos; en la eficacia de su intervención (los rayos de gracia que caen en la tierra) y en la victoria final (la luz), ya que ella misma, primera discípula, es la primera salvada.



La Medalla Dolorosa


La medalla lleva en su reverso una inicial y unos símbolos que nos introducen en el secreto de María.

La letra « M » está coronada con una cruz.

La letra « M » es la inicial de María, la cruz es la Cruz de Cristo. Los dos signos enlazados muestran la relación indisoluble que existe entre Cristo y su Madre Santísima. María está asociada, a la misión de Salvación de la humanidad por su Hijo Jesús, y participa con su compasión en el mismo sacrificio redentor de Cristo.

Abajo, dos corazones, uno rodeado de una corona de espinas, el otro traspasado por una espada.

* El corazón coronado de espinas es el Corazón de Jesús. Recuerda el cruel episodio de la Pasión de Cristo, relatado en los evangelios, antes de que se le diese muerte. Significa su Pasión de amor por los hombres.

* El corazón traspasado con una espada es el Corazón de María, su Madre. Recuerda la profecía de Simeón relatada en los evangelios, el día de la Presentación de Jesús en el templo de Jerusalén por María y José. Significa el amor de Cristo que mora en María y su amor por nosotros: Para nuestra Salvación, acepta el sacrificio de su propio Hijo.

* Los dos Corazones juntos expresan que la vida de María es vida de intimidad con Jesús.

Las doce estrellas grabadas alrededor corresponden a los doce apóstoles y representan a la Iglesia. Ser de la Iglesia, es amar a Cristo y participar en su pasión por la Salvación del mundo. Todo bautizado está invitado a asociarse a la misión de Cristo uniendo su corazón a los Corazones de Jesús y de María.

La medalla es un llamamiento a la conciencia de cada uno, para que escoja, como Cristo y María, la vía del amor hasta la entrega total de sí mismo.




La Medalla Milagrosa



En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti"

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda.

Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.

En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras, hija mía; pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes".

Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual:

En el Anverso:

-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a quienes pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielo y tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.

En el reverso:

-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. Obediencia, sacrificio, entrega

-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".


FELIZ SEMANA!!!





domingo, 26 de noviembre de 2017

SALVE REGINA


Salve Regina
Una oración de saludo, petición y súplica.


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Corazones.org 




Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!

V. Ruega por nosotros santa Madre de Dios,

R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.


Una oración antigua siempre nueva.

En la formación religiosa de todo cristiano ocupan un lugar muy relevante aquellas plegarias que desde niños hemos estado escuchando y rezando. De una forma imperceptible pero eficaz esas oraciones han ido formando nuestra piedad y delineando nuestro trato con Dios, con la Santísima Virgen, con el ángel de la guarda y con los santos; han enriquecido nuestra oración con unas determinadas actitudes, sentimientos y modos de invocar que sin duda influyen hoy en nuestra vida.

Sin embargo, tales oraciones, a base de repetición, pueden perder su brillo y atractivo, como ciertas hermosas catedrales y monumentos que ya no inspiran nada al transeúnte que ha vivido siempre frente a ellas. No obstante, bastaría detenerse un momento y contemplarlas tranquilamente para arrancarles nuevos secretos y emociones.

Una de estas oraciones es la Salve Regina. Se trata de una oración muy antigua: consta por la historia que ya existía en el siglo XI, antes de la primera cruzada y, de hecho, su vocabulario rebosa de la cortesía y galantería que por aquellos tiempos se comenzaba a abrir paso en la sociedad. La Salve es una oración que ha gustado en todas las épocas por su brevedad y sencillez, por su ternura y profundidad, en la que se entrelazan de modo admirable la tristeza del peregrino y la esperanza del creyente: no por nada, tanto los franceses como los españoles y alemanes se han disputado siempre su autoría.

La Salve es un maravilloso ejemplo de lo que significa una oración "esencial". En ella se hace una única petición: et Jesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium, ostende. Esta única súplica va precedida de un saludo (Salve, Regina, Mater misericordiae, vita, dulcedo, et spes nostra, salve) y de una breve presentación (Ad te clamamus, exsules filii Evae; ad te suspiramus, gementes et flentes in hac lacrimarum valle). Termina con una brevísima "coda": O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.

El adjetivo "nuestra" nos indica que cuando rezamos esta oración no nos presentamos...


Saludo

El saludo es una sucesión rápida pero abundante de piropos, que tienen la función de atraer la mirada y ganar la benevolencia de la Santísima Virgen. Los latinos dirían que es la captatio benevolentiae con la que debe comenzar todo buen discurso.

- Salve es el típico saludo latino, respetuoso y familiar al mismo tiempo, y ciertamente, no tan solemne como la traducción española: "Dios te salve". Es simplemente un augurio de buena salud.

- Regina: es el primer piropo de la oración. Es verdad que María es Reina, pero no es normal que un hijo llame así a su madre: nosotros no nos dirigimos a nuestras madres recordándoles sus títulos: <"doctora o licenciada"... Si alguna vez lo hacemos está claro que hay de por medio una intención bien concreta: queremos llegar a nuestra madre por el lado femenino -toda mamá guarda siempre algo de la coquetería femenina- para obtener mejor lo que deseamos. Por otra parte, este título también nos recuerda -a María y a nosotros- que Ella, por ser reina, es poderosa y puede concedernos lo que le pedimos.

- Mater misericordiae: inmediatamente después la oración pasa al título más querido por nosotros: Mater. Y además, con un matiz especial: misericordiae. El que suplica quiere salir al paso, cuanto antes, de una posible objeción: es cierto que él no se presenta con méritos y que no tiene ningún derecho para obtener lo que pide. Su único argumento es que Ella, María, es misericordiosa. También el Mater misericordiae se podría traducir, aunque no es el sentido de esta oración, como "Madre de la Misericordia", es decir, Madre de Cristo, de Jesús, que es la misericordia infinita, como diciendo: "Tu hijo no tendría ningún problema en que me concedieras esto que te pido... Él es la misericordia misma".

- Vita, dulcedo: apelativos muy tiernos y cariñosos. Creo que no hay oración mariana en la que le dirijamos nombres más dulces: "mi vida... dulzura...". Spes nostra: el adjetivo "nuestra" nos indica que cuando rezamos esta oración no nos presentamos a María como hijos únicos, sino junto con todos los hermanos. Si ya de por sí es difícil a una madre resistirse cuando su hijo le pide algo, ¿qué será cuándo se le presentan todos al mismo tiempo?

... a María como hijos únicos, sino junto con todos los hermanos.


Presentación de la súplica

Antes de entrar de lleno en su única petición, el suplicante se presenta a sí mismo y describe el estado en el que se encuentra:

- Clamamus: la traducción exacta es más fuerte que la que ordinariamente se usa en castellano. No sería "llamamos" sino más bien "gritamos" o "clamamos". Suspiramus: indica esa dificultad para respirar propia de aquél al que le asaltan las lágrimas o una pena muy grande. Gementes et flentes: describe dos formas de llorar: ruidosa y violenta una, suave y mansa la otra. No hace falta más introducción para expresar que el suplicante no es feliz y que se encuentra en una situación de necesidad. Exsules filii Hevae: sin concretar sus penas, las resume todas ellas en su condición de pecador (hijo de Eva), desterrado de un Paraíso maravilloso que podría haber sido suyo. Esta nostalgia del Paraíso perdido se hace más acuciante todavía en esos momentos de abatimiento y de tristeza que la vida tiene y que están maravillosamente sintetizados con la alusión a las lágrimas y con la imagen geografica del valle: in hac lacrimarum valle. Mientras la montaña sugiere sentimientos de exaltación, luminosidad y fuerza, al valle, por el contrario, le acompaña la niebla, la oscuridad, la incertidumbre.


Petición

Antes de hacer la petición, una última alabanza, precedida de una expresión sumamente coloquial: eia: ea, venga!, orsù dirian los italianos.

- Advocata: "si tú, que eres nuestra defensora, no nos ayudas, ¿a quién vamos a recurrir?". Es una invocación que pone a María entre la espada y la pared... Illos tuos misericordes oculos ad nos converte: el suplicante, antes de pedirle a la Santísima Virgen la gracia que necesita, le pide que le mire: ¿cómo va a negar algo una madre cuando su hijo le está mirando a los ojos? Por eso, el hijo le pide a María que, por favor, le mire. Pero, obviamente, no lo dice así, sino con un giro poético y finísimo: "dirige hacia nosotros esos tus ojos misericordiosos". De nuevo, otro piropo a María como mujer: y concretamente a sus ojos, cuya belleza natural se ve potenciada por el amor y la misericordia que en ellos se reflejan.

Finalmente, llegamos a la petición. En latín, por el hipérbaton característico, que pone normalmente el verbo al final, la construcción de la frase tiene un encanto especial: et Jesum, benedictum fructum ventris tui, nobis post hoc exsilium, ostende. Refleja muy bien el titubeo, la indecisión, los anacolutos del que quiere hacer una petición difícil y no sabe cómo comenzar. Una traducción literal sería ésta: "y a Jesús, que es el fruto bendito de tu vientre... a nosotros, después de este exilio... muéstranoslo".

¡Qué bien dicho! La idea es que nos deje entrar en el cielo, que nos alcance esa gracia. Pero no lo dice de modo tan directo y burdo, pues podría parecer una petición interesada. El suplicante quiere expresar que lo de menos es el cielo; lo que a él le interesa es... ver a Jesús. Obviamente, es lo mismo, pero dicho de modo más fino, más elegante. Esto me recuerda una anécdota de mi infancia: cuando era pequeño en mi barrio existía la costumbre de invitar a todos los amigos de los hermanos a una pequeña merienda cuando nacía un nuevo niño.

Pues bien, cuando mis amigos y yo nos enterábamos de que en tal casa se estaba festejando un nuevo nacimiento, acudíamos a la casa aunque no tuviéramos nada que ver con la familia, y le preguntábamos a la señora: "Disculpe, señora, ¿nos deja ver al niño?". La señora, emocionada y contenta de ver niños tan modositos, nos hacía pasar de mil amores y nos mostraba a la criatura. Después de esto, obviamente, no nos iba a echar de la fiesta con las manos vacías...

Los momentos de abatimiento y de tristeza de esta vida están sintetizados con la alusión a las lágrimas.


Coda final

La coda, que algunos atribuyen a san Bernardo, es el broche final y la despedida de esta hermosísima oración: · O clemens: invoca la clemencia de María y muy discretamente hace referencia a nuestra condición de pecadores. O pia alude a nuestra triste condición de hombres que sufren. O dulcis Virgo sintetiza todos los cariñosos apelativos que se le han dirigido a la Virgen a lo largo de la oración. Y concluye de modo magistral pronunciando simplemente el nombre de María: Maria. El último recurso para alcanzar de la Virgen la gracia de las gracias: pronunciar su nombre con un hilo de voz, con amor y mirándola confiadamente a los ojos.
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