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martes, 14 de septiembre de 2021

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 14 DE SEPTIEMBRE DE 2021 - LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 



14 de Septiembre: La Exaltación de la Santa Cruz

Martes 14 Septiembre 2021


1ª Lectura (Núm 21,4b-9): En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo». El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: «Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla». Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.



Salmo responsorial: 77

R/. No olvidéis las acciones del Señor.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado.


Cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor.


Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza.


Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor.



2ª Lectura (Flp 2,6-11): Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 3,13-17): En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».





«Para que todo el que crea en Él tenga vida eterna»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)



Hoy, el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos: la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).


Bien sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él: ¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original: «¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor ha impreso “sentido” al dolor.


«Mirad el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle» (Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados». 

lunes, 14 de septiembre de 2020

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ, 14 DE SEPTIEMBRE


Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. 
El triunfo de la Cruz




En la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz Recordamos con cariño y veneración la Cruz porque en ella murió nuestro Señor Jesucristo

La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, también llamada Elevación de la Santa Cruz, o el Triunfo de la Santa Cruz, es una fiesta de la Iglesia Católica es donde se hace la veneración a las reliquias de la Cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito. En esta fecha gloriosa, todos en la Iglesia Católica celebramos tanto el descubrimiento como la recuperación de la Verdadera Santa Cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Fecha celebración: 14 de septiembre.

Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.


Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz.
La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, celebra tres grandes acontecimiento para nuestra vida cristiana: el descubrimiento de los verdaderos fragmentos de la Santa Cruz por Santa Elena, la dedicación de la Basílica junto con el Santuario construidos en el Calvario por su hijo el Emperador Constantino, y además, el triunfo de la cruz por la cual nuestro Señor Cristo venció a la muerte, derrotó el pecado, concediéndonos el donde la salvación.

La verdadera Santa cruz fue considerada uno de los preciados tesoros de la Iglesia Católica y se convirtió en un objeto muy venerado por los fieles. En la fiesta se honra con la Exaltación de la Santa Cruz, o Elevación de la Cruz y se ha celebrado continuamente hasta este día.

La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz se celebra el 3 de mayo en el antiguo calendario romano (fecha de su descubrimiento), y el 14 de septiembre en Jerusalén y en el nuevo calendario romano (fecha en que se hizo la dedicación a la iglesia).

Historia de la Santa Cruz.
Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la verdadera Santa Cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo. La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia. Le pusieron por nombre la basílica de la "Resurrección".

La consagraron el 14 de septiembre. Como consecuencia, este día se eligió para celebrar la fiesta que se llama la "Exaltación de la preciosa y vivificadora Cruz", lo que hoy conocemos como Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

El rey Cosroes II de Persia, en el año 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo, recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año.

Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Santa Cruz,  la Exaltación de la Vera Cruz.

El regreso de la Santa Cruz.
Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dio cuenta de que no era capaz de avanzar.

Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles". Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión. Esto fue una pequeña muestra de lo que sería la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz para el mundo cristiano.

Los fragmentos de la Santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, su produjeron muchos milagros.

Para evitar robos, la Santa Cruz fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz" (verdadera cruz).

Celebrando la Fiesta de la exaltación de la Cruz.
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, también conocido como Elevación de la Santa Cruz, a pesar de que obviamente tuvo un origen político, goza hoy de gran significado en la Iglesia. Es un día en el que recordamos que la Santa Cruz en la que entregó su vida nuestro Señor Jesucristo, es el único signo o símbolo digno de toda nuestra lealtad. Y que nuestra salvación viene, no por ninguna clase de victoria terrenal, sino por la única verdadera y duradera victoria de la Crucifixión de Cristo y nuestra co-crucifixión con Él.

Cuando realizamos la Elevación de la Santa Cruz y nos postramos ante ella en veneración y en adoración a Dios, proclamamos que pertenecemos al Reino que no es de este mundo, y que nuestra única ciudadanía verdadera, que perdura por siempre, es con los santos en la "ciudad de Dios". (Efesios 2,19; Hebreos 11,10; Apocalipsis 21-22)

Así, en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, los cristianos vuelven a dedicarse al Señor crucificado y prometen su lealtad absoluta a Él, mediante su veneración de la Vivificadora Cruz y su adoración de Cristo Crucificado. Esto es el significado que tiene esta fiesta eclesiástica, día de ayuno y arrepentimiento, en la Iglesia hoy día.

Meditación: "La Cruz, extremo de Amor".
La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz nos muestra el doloroso y glorioso camino del amor de Nuestro Señor hacia nosotros. La Santa Cruz es trono para Nuestro Señor Jesucristo. Tan noble Rey venció en ella al pecado y la muerte, no al modo humano, sino al misterioso modo divino. El odio de los hombres combatió contra su mismo Redentor, pero venció el Amor de Jesús por los hombres. Estos se unieron para atormentar a Jesús e irrumpieron contra Él. Y Él soportó todo tormento y se sometió a la misma muerte, con la mansedumbre de un cordero. Su Cuerpo divino, llagado de amor, no encontró otro descanso que la Cruz.

Mientras Jesús sufría, amaba. Nos devolvió con amor tanta ofensa. Tanta ofensa hecha por cada uno de nosotros día a día. Y es en virtud de ese amor unido al sufrimiento que Él gustaba una gran felicidad: la de salvar el género humano. Se sometió a la muerte para darnos vida. Fue en la Cruz donde nos conquistó el perdón de su Padre. Celebrar la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz es celebrar estos méritos inmerecidos por la humanidad, pero que, en su misericordia, Dios supo regalarnos.

¿Por qué Señor tanta mansedumbre, tal gozo entre tantos expertos de muerte? Precisamente se debe a que el cáliz de la Pasión Él lo tomó no de la mano de sus enemigos, sino de las del Padre; y por consiguiente lo tomó con amor infinito. He aquí el secreto de padecer con mérito y con gloria: recibir las tribulaciones, no de las manos de los hombres, sino de las de Dios.

Secreto del amor: Exaltación de la Santa Cruz.
El dolor en esta tierra es inevitable y no se puede evitar siempre; pero también está claro que el amor tiene su precio: y siempre resulta un precio amable. Este es el secreto del amor de Dios por los hombres, y del mismo modo puede ser el secreto del gozo de los mártires. También será el gozo de cualquier cristiano que reciba un aumento del amor de Dios. En la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz recordamos este misterio de amor de Dios por nosotros.

Del mismo modo que vale la pena gastarse por un amigo, un familiar, una persona querida, a los que aman a Dios les resulta fácil "gastarse" (o sacrificarse) por Él.

Cuando rápidamente decimos que sí a lo que nos cuesta es porque amamos sinceramente a esa persona. Con Dios sucede otro tanto. A veces le ofrecemos a Dios sacrificios que nos parece le gustarán, y otras es Él mismo quien golpea a nuestra puerta pidiéndonos algo: a través de otras personas o directamente.

Jesús cargó con la Cruz y nos invita a que cada uno de nosotros lo imitemos también en esto. No hay camino sin Cruz. Dios regala la Cruz a quienes ama, a quienes quiere regalar también con muchos otros bienes. Ese es el sentido de las palabras del Apóstol: "No quiero otra cosa que Jesús y Jesús crucificado."

En la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, unimos nuestros corazones en esa Cruz gloriosa para encontrarnos y unirnos a Jesucristo. Busquémoslo siempre allí. Él, con sus brazos extendidos, nos espera para regalarnos el abrazo de su infinito amor.

Eventos sobre la Exaltación de la Santa Cruz.
Año por año, recordamos entonces los eventos que suscitaron la celebración de la Santa Cruz a la que rendiremos gran veneración en la Iglesia.

Año 326 D.C.: Santa Elena descubre la verdadera cruz en Jerusalén el 3 de mayo.
Año 335 D.C.: Constantino dedica la Iglesia del Santo Sepulcro el 14 de septiembre. (Celebramos entonces la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz).
Año 614 D.C.: Jerusalén es invadida por los persas que roban la Verdadera Cruz.
Año 629 D.C.: La Verdadera Cruz es recuperada y traída de vuelta a Jerusalén el 14 de septiembre.
En la Iglesia Católica venerar la entrega de Neustro Señor Jesucristo a través de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz es también una tradición litúrgica durante la Semana Santa, sobre todo el viernes Santo cuando se le rinde veneración. Es la razón por la que los católicos y cristianos orientales mantienen cruces y crucifijos en sus casas. 

Si no tiene una cruz o un crucifijo en su casa, considere elegir uno en este día de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, una fecha especial. Hágala bendecir y colóquela en un lugar prominente de su casa donde sea honrada y venerada.


Oración por la Santa Cruz.
Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 14 DE SEPTIEMBRE DE 2020, EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


Lecturas de hoy Exaltación de la Santa Cruz
Hoy, lunes, 14 de septiembre de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de los Números (21,4b-9):

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.»
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.»
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: «Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.»
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 77,1-2.34-35.36-37.38

R/. No olvidéis las acciones del Señor

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R/.

Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R/.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R/.

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R/.

Puede sustituirse por la siguiente lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios




Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 14 de septiembre de 2020
CR
Exaltación de la Santa Cruz

“La señal del cristiano es la santa cruz”, repetíamos en el viejo catecismo. Por eso vemos esta señal, al bautizar a los niños, en los “cruces” de los caminos, en la cabecera de la cama, en la delantera de los coches, en el recuerdo de los muertos, al salir de casa, y en mil momentos. También abusamos de ella. Cuando hacemos la cruz de una manera mágica u ostentosa; cuando la llevamos –cruz de pasión e infamia- como adorno precioso o señal de dignidades. 

La cruz es la cruz de nuestro Señor. Es el instrumento de nuestra redención. La muerte en cruz era el suplicio reservado sólo para los esclavos, tan cruel como lleno de ignominia. ¿Cómo se podía pensar que la redención podía venir de la impureza de un cadáver?  Sin embargo ahí está la paradoja. Un hombre inocente carga con todos los pecados de la humanidad. Condenado, no condena. En el mayor dolor brilla el mayor amor.  La cruz de Jesús, dando muerte al pecado, es causa de reconciliación. Reconciliación de los hombres con Dios. Pero también de gentiles y judíos, de la economía de la ley y de la economía de la fe. 

Pero aún sorprendemos otra paradoja que da nombre a la fiesta de hoy. Este condenado, sometido a la máxima humillación, envilecido, desnudo, es exaltado, elevado como la serpiente en el desierto, en signo de salvación para cuantos le contemplan. Es la exaltación del amor: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo”. La Pasión de San Juan que leemos el Viernes Santo contempla a Cristo en la Cruz, lleno de majestad.

Que bien estaría que en este día nos parásemos a contemplar la santa cruz. Y, después de un silencio de asombro, podríamos recitar textos tan bellos, y al alcance de todos, sobre Cristo crucificado. Por ejemplo: “Delante de la Cruz los ojos míos” (Sánchez Mazas). “Pastor que tus silbos amorosos” (Lope de Vega). “El Cristo de Velázquez” (Unamuno).

Luego vendrían los buenos propósitos de no abusar o frivolizar con el signo de la cruz. Nada de adornos con crucifijos lujosos, no hacer la señal de la cruz repetidamente de manera que se banalice, etc. Por supuesto, y en un orden muy distinto, no he visto a ningún maestro espiritual que enseñe el victimismo, el dolorismo y todos espiritualismos que busquen el dolor por sí mismo para parecerse más a Jesús. Jesús nos dice que tomemos “nuestra” cruz y le sigamos. Pues, venga, tomemos nuestra cruz, amemos como Jesús nos mandó, perdonemos y bendigamos a los que nos maldicen, estemos dispuestos a ser perseguidos por la justicia. Si amamos, siempre encontraremos la cruz. Entonces, sí que podremos repetir con San Pablo: “Lejos de mí gloriarme sino en la cruz de Cristo”.

sábado, 14 de septiembre de 2019

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ, 14 DE SEPTIEMBRE


Hoy la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz
Redacción ACI Prensa




Cada 14 de septiembre se celebra la Exaltación de la Santa Cruz “en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en el amor, para vivir eternamente”, como dijo alguna vez San Juan Pablo II.

En el siglo IV, la emperatriz Santa Elena encontró el madero en que murió Cristo Redentor. Sin embargo, en el 614 la Cruz fue tomada de Jerusalén por los Persas como trofeo de guerra.

Más adelante, el emperador Heraclio la rescató y el madero retornó a la Ciudad Santa un 14 de septiembre de 628. Desde entonces se celebra litúrgicamente esta festividad.


Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dio cuenta de que no era capaz de avanzar.

Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

El emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

Para evitar nuevos robos, el Santo Madero fue dividido en varios pedazos y repartidos a Roma y Constantinopla, mientras que un tercero se quedó en Jerusalén en un hermoso cofre de plata. Otro se partió en pequeñas astillas para ser repartidas en diversas iglesias del mundo, las cuales fueron llamadas “Veracruz” (verdadera cruz).


En la vida de los santos se narra que San Antonio Abad, al ser atacado por terribles tentaciones del demonio, hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Desde ese tiempo, se dice, que se hizo costumbre el hacer la señal de la cruz para librarse de males.

Otro hecho de lo poderoso y sagrado de este signo lo mostró la Santísima Virgen María, quien al aparecerse por primera vez a Santa Bernardita y al ver que la niña quiso santiguarse, nuestra Señora se persignó muy despacio para enseñarle que es necesario hacerlo calmadamente y con más devoción.

viernes, 14 de septiembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 14 SEPTIEMBRE 2018 - EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ



Lecturas de hoy Exaltación de la Santa Cruz
 Hoy, viernes, 14 de septiembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de los Números (21,4b-9):

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo.»
El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.»
Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: «Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla.»
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 77,1-2.34-35.36-37.38

R/. No olvidéis las acciones del Señor

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. R/.

Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo su redentor. R/.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. R/.

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. R/.

Puede sustituirse por la siguiente lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,13-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 14 de septiembre de 2018
 CR


Exaltación de la Santa Cruz

“La señal del cristiano es la santa cruz”, repetíamos en el viejo catecismo. Por eso vemos esta señal, al bautizar a los niños, en los “cruces” de los caminos, en la cabecera de la cama, en la delantera de los coches, en el recuerdo de los muertos, al salir de casa, y en mil momentos. También abusamos de ella. Cuando hacemos la cruz de una manera mágica u ostentosa; cuando la llevamos –cruz de pasión e infamia- como adorno precioso o señal de dignidades. 

La cruz es la cruz de nuestro Señor. Es el instrumento de nuestra redención. La muerte en cruz era el suplicio reservado sólo para los esclavos, tan cruel como lleno de ignominia. ¿Cómo se podía pensar que la redención podía venir de la impureza de un cadáver?  Sin embargo ahí está la paradoja. Un hombre inocente carga con todos los pecados de la humanidad. Condenado, no condena. En el mayor dolor brilla el mayor amor.  La cruz de Jesús, dando muerte al pecado, es causa de reconciliación. Reconciliación de los hombres con Dios. Pero también de gentiles y judíos, de la economía de la ley y de la economía de la fe. 

Pero aún sorprendemos otra paradoja que da nombre a la fiesta de hoy. Este condenado, sometido a la máxima humillación, envilecido, desnudo, es exaltado, elevado como la serpiente en el desierto, en signo de salvación para cuantos le contemplan. Es la exaltación del amor: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo”. La Pasión de San Juan que leemos el Viernes Santo contempla a Cristo en la Cruz, lleno de majestad.

Que bien estaría que en este día nos parásemos a contemplar la santa cruz. Y, después de un silencio de asombro, podríamos recitar textos tan bellos, y al alcance de todos, sobre Cristo crucificado. Por ejemplo: “Delante de la Cruz los ojos míos” (Sánchez Mazas). “Pastor que tus silbos amorosos” (Lope de Vega). “El Cristo de Velázquez” (Unamuno).

Luego vendrían los buenos propósitos de no abusar o frivolizar con el signo de la cruz. Nada de adornos con crucifijos lujosos, no hacer la señal de la cruz repetidamente de manera que se banalice, etc. Por supuesto, y en un orden muy distinto, no he visto a ningún maestro espiritual que enseñe el victimismo, el dolorismo y todos espiritualismos que busquen el dolor por sí mismo para parecerse más a Jesús. Jesús nos dice que tomemos “nuestra” cruz y le sigamos. Pues, venga, tomemos nuestra cruz, amemos como Jesús nos mandó, perdonemos y bendigamos a los que nos maldicen, estemos dispuestos a ser perseguidos por la justicia. Si amamos, siempre encontraremos la cruz. Entonces, sí que podremos repetir con San Pablo: “Lejos de mí gloriarme sino en la cruz de Cristo”.

jueves, 14 de septiembre de 2017

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ, 14 SEPTIEMBRE


Autor: evangeliodeldia.org | Fuente: Catholic.net 
Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta, 14 de septiembre



Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta

Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo, La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.

Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fuellevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.

El cristianismo es un mensaje de amor. ¿Por qué entonces exaltar la Cruz? Además la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida.

Pero ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo. Nosotros no hubiéramos introducido la Cruz. Pero los caminos de Dios son diferentes. Los apóstoles la rechazaban. Y nosotros también.

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.

Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.

Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).

En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.

Pero el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade: "El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor. ¡Qué bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega.

"No se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años. Se va cuando se es pobre y se está crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo. La Cruz es un signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido -la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás. La Cruz son dos palos que se cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos. Si besamos la Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya.

Es la ambigüedad del dolor. El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.

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La Exaltación de la Santa Cruz 

Himno (laudes)

Brille la cruz del Verbo luminosa,
Brille como la carne sacratísima
De aquel Jesús nacido de la Virgen
Que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,
Lágrimas Eva junto a Adán vertía;
Brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
Cruz que se enciende cuándo el Verbo expira.

¡ Salve cruz de los montes y caminos, 
junto al enfermo suave medicina,
regio trono de Cristo en las familias,
cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el señor crucificado,
Levantando la cruz donde moría;
Nuestros enfermos ojos buscan luz, 
Nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,
Pecadores, con manos deicidas;
Te adoramos, ornato del Señor,
Sacramento de nuestra eterna dicha. Amén 



ORACIÓN

. Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-



Himno (vísperas)

Las banderas reales se adelantan 
Y las cruz misteriosa en ellas brilla:
La cruz en que la vida sufrió muerte
Y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.

Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
Que, al ser herido por la lanza dura,
Derramó sangre y agua en abundancia
Para lavar con ellas nuestras culpas.

En ella se cumplió perfectamente
Lo que David profetizó en su verso,
Cuándo dijo a los pueblos de la tierra:
“ Nuestro Dios reinará desde un madero”.

¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,
árbol hornado con la regia púrpura
y destinado a que su tronco digno 
sintiera el roce de la carne pura!

¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes, 
en que estuvo colgado nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató su presa a los infiernos!

A ti, que eres la única esperanza, 
Te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
Que acrecientes la gracia de los justos
Y borres los delitos de los malos.

Recibe, oh Trinidad, fuente salubre
La alabanza de todos los espíritus, 
Y tú que con tu cruz nos das el triunfo, 
Añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén 

miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ, 14 DE SEPTIEMBRE


Hoy 14 de septiembre 
se celebra la Exaltación de la Santa Cruz

 (ACI).- Cada 14 de septiembre se celebra la Exaltación de la Santa Cruz “en la que se muere para vivir; para vivir en Dios y con Dios, para vivir en la verdad, en la libertad y en el amor, para vivir eternamente”, como dijo vez San Juan Pablo II. 

Según la historia, por el siglo IV, la emperatriz Santa Elena encontró el madero en que murió Cristo Redentor. Sin embargo, en el 614 la Cruz fue tomada de Jerusalén por los Persas como trofeo de guerra. 

Más adelante, el emperador Heraclio la rescató y el madero retornó a la Ciudad Santa un 14 de septiembre de 628. Desde entonces se celebra litúrgicamente esta festividad. 

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dio cuenta de que no era capaz de avanzar. 

Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".

El emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

Para evitar nuevos robos, el Santo Madero fue dividido en varios pedazos y repartidos a Roma y Constantinopla, mientras que un tercero se quedó en Jerusalén en un hermoso cofre de plata. Otro se partió en pequeñas astillas para ser repartidas en diversas iglesias del mundo, las cuales fueron llamadas “Veracruz” (verdadera cruz).

En la vida de los santos se narra que San Antonio Abad, al ser atacado por terribles tentaciones del demonio, hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Desde ese tiempo, se dice, que se hizo costumbre el hacer la señal de la cruz para librarse de males.


Otro hecho de lo poderoso y sagrado de este signo lo mostró la Santísima Virgen María, quien al aparecerse por primera vez a Santa Bernardita y al ver que la niña quiso santiguarse, nuestra Señora se persignó muy despacio para enseñarle que es necesario hacerlo calmadamente y con más devoción.



Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta, 14 de septiembre


Por: evangeliodeldia.org | Fuente: Catholic.net 



Fiesta

Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo, La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.

Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fuellevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.

El cristianismo es un mensaje de amor. ¿Por qué entonces exaltar la Cruz? Además la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida.

Pero ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo. Nosotros no hubiéramos introducido la Cruz. Pero los caminos de Dios son diferentes. Los apóstoles la rechazaban. Y nosotros también.

La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.

Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio.

Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).

En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.

Pero el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade: "El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor. ¡Qué bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega.

"No se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años. Se va cuando se es pobre y se está crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo. La Cruz es un signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido -la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás. La Cruz son dos palos que se cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos. Si besamos la Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya.

Es la ambigüedad del dolor. El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.

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La Exaltación de la Santa Cruz 

Himno (laudes)

Brille la cruz del Verbo luminosa,
Brille como la carne sacratísima
De aquel Jesús nacido de la Virgen
Que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,
Lágrimas Eva junto a Adán vertía;
Brillen sus rostros por la cruz gloriosa,
Cruz que se enciende cuándo el Verbo expira.

¡ Salve cruz de los montes y caminos, 
junto al enfermo suave medicina,
regio trono de Cristo en las familias,
cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el señor crucificado,
Levantando la cruz donde moría;
Nuestros enfermos ojos buscan luz, 
Nuestros labios, el río de la vida.

Te adoramos, oh cruz que fabricamos,
Pecadores, con manos deicidas;
Te adoramos, ornato del Señor,
Sacramento de nuestra eterna dicha. Amén 


ORACIÓN

. Señor, Dios nuestro, que has querido salvar a los hombres por medio de tu Hijo muerto en la cruz, te pedimos, ya que nos has dado a conocer en la tierra la fuerza misteriosa de la Cruz de Cristo, que podamos alcanzar en el cielo los frutos de la redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.-

Himno (vísperas)

Las banderas reales se adelantan 
Y las cruz misteriosa en ellas brilla:
La cruz en que la vida sufrió muerte
Y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.

Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
Que, al ser herido por la lanza dura,
Derramó sangre y agua en abundancia
Para lavar con ellas nuestras culpas.

En ella se cumplió perfectamente
Lo que David profetizó en su verso,
Cuándo dijo a los pueblos de la tierra:
“ Nuestro Dios reinará desde un madero”.

¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,
árbol hornado con la regia púrpura
y destinado a que su tronco digno 
sintiera el roce de la carne pura!

¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes, 
en que estuvo colgado nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató su presa a los infiernos!

A ti, que eres la única esperanza, 
Te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
Que acrecientes la gracia de los justos
Y borres los delitos de los malos.

Recibe, oh Trinidad, fuente salubre
La alabanza de todos los espíritus, 
Y tú que con tu cruz nos das el triunfo, 
Añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén 

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