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domingo, 16 de mayo de 2021

ASCENSIÓN DEL SEÑOR: PAPA FRANCISCO PIDE CUIDAR LA FE, LA UNIDAD Y LA VERDAD


Ascensión del Señor: Papa Francisco pide cuidar la fe, la unidad y la verdad

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

Foto: Vatican Media




Al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro este 16 de mayo, séptimo Domingo de Pascua y solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Francisco alentó a cuidar la fe, la unidad y la verdad y a no caer en la división, que viene del diablo, sino a ser testigos del Evangelio incluso cuando se tenga que ir contracorriente.

El Santo Padre presidió la Eucaristía junto a algunos fieles de Myanmar residentes en Italia para rezar por la difícil situación social que vive el país después del golpe de estado del pasado 1 de febrero. Más de la mitad de los participantes a esta Misa fueron religiosas, algunas de ellas, llevaban puestos pañuelos y trajes tradicionales.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó en la oración de Jesús en las últimas horas de su vida antes de su ascensión a los cielos y exhortó a cuidar la fe, cuidar la unidad y cuidar la verdad.

“En las últimas horas de su vida, Jesús reza. En el momento doloroso de la despedida de sus discípulos y de este mundo, Jesús reza por sus amigos. Mientras en su corazón y en su carne está cargando con todo el pecado del mundo, Jesús continúa amándonos y reza por nosotros. Teniendo como modelo la oración de Jesús, aprendamos también nosotros a atravesar los momentos dramáticos y dolorosos de la vida”, invitó el Papa.

En primer lugar, el Santo Padre recordó que “custodiar la fe es mantener la mirada en alto, hacia el cielo, mientras sobre la tierra se combate y se derrama sangre inocente. Es no ceder a la lógica del odio y de la venganza, sino permanecer con la mirada puesta en ese Dios de amor que nos llama a ser hermanos entre nosotros”.

“La oración nos abre a la confianza en Dios incluso en los momentos difíciles, nos ayuda a esperar contra todas las evidencias, nos sostiene en la batalla cotidiana. No es una fuga, un modo de escapar de los problemas. Al contrario, es la única arma que tenemos para cuidar el amor y la esperanza en medio de tantas armas que siembran muerte”, afirmó.

Sin embargo, el Papa reconoció que “no es fácil alzar la mirada cuando estamos en medio del dolor, pero la fe nos ayuda a vencer la tentación de replegarnos en nosotros mismos. Tal vez quisiéramos protestar, expresar a gritos, incluso a Dios, nuestro sufrimiento. No debemos tener miedo, porque también esto es oración. Decía una anciana a sus nietos, incluso enojarse con Dios puede ser una oración”.

Luego, el Santo Padre destacó que Jesús pidió cuidar la unidad porque la división “es una enfermedad mortal” y lamentó que experimentamos la división “en nuestro corazón, porque frecuentemente estamos divididos dentro de nosotros mismos. Experimentamos la división en las familias, en las comunidades, entre los pueblos, incluso en la Iglesia”.

En este sentido, el Papa enumeró algunos de los “pecados contra la unidad” que son “las envidias, los celos, la búsqueda de intereses personales en vez del bien de todos, los juicios contra los otros”.

“La última recomendación que Jesús hace antes de su Pascua es la unidad. Porque la división viene del diablo que es el que divide, el gran mentiroso que siempre divide. Estamos llamados a cuidar la unidad, a tomar en serio esta apremiante súplica de Jesús al Padre: que sean uno, que formen una familia, que tengan el valor de vivir vínculos de amistad, de amor, de fraternidad”, dijo el Papa.

Ante esto, el Pontífice pidió que también en la Iglesia se promueva “el diálogo, el respeto por el otro, la custodia del hermano, la comunión y no dejemos entrar en la Iglesia la lógica de los partidos, la lógica que divide, la lógica que nos coloca a cada uno al centro descartando a los otros, esto destruye: destruye la familia, destruye la Iglesia, destruye la sociedad, destruye a nosotros mismos”.

Por último, el Santo Padre pidió cuidar la verdad que significa “ser profetas en todas las situaciones de la vida, es decir, estar consagrados al Evangelio y ser testigos aun cuando haya que pagar el precio de ir contracorriente” y advirtió que custodiar la verdad “no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de un sistema de doctrinas y de dogmas, sino permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio”.

“El Evangelio nos pide estar en la verdad y para la verdad, dando la vida por los demás. Y donde hay guerra, violencia y odio, ser fieles al Evangelio y constructores de paz significa comprometerse, también a través de las decisiones sociales y políticas, arriesgando la vida. Sólo así las cosas pueden cambiar”, explicó el Papa.

De este modo, el Santo Padre recordó que “el Señor no necesita gente tibia, nos quiere consagrados a la verdad y a la belleza del Evangelio, para que podamos testimoniar la alegría del Reino de Dios también en la noche oscura del dolor y cuando el mal parece más fuerte”.

Por ello, el Papa rezó para que “la oración de Jesús nos ayude a cuidar la fe también en los momentos difíciles, a ser constructores de unidad, a arriesgar la vida por la verdad del Evangelio”.

“Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero llevar al altar del Señor el sufrimiento de su pueblo y rezar con ustedes para que Dios convierta los corazones de todos a la paz... Por favor, no pierdan la esperanza. Jesús todavía hoy reza al Padre, hace ver en su oración las llagas con las cuales ha pagado nuestra salvación, con esta oración. Jesús reza e intercede por todos nosotros, para que nos cuide del maligno y nos libere del poder del mal”, concluyó el Papa en su homilía.

Antes de finalizar la Misa, un sacerdote de Myanmar agradeció al Papa por su cercanía, por las diversas ocasiones que ha rezado públicamente por Myanmar y por la celebración de esta Misa; unas religiosas le regalaron un cuadro y un fiel le obsequió un libro con fotografías.

Después de la bendición, los fieles entonaron una canción tradicional en su lengua nativa.

domingo, 24 de mayo de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY ASCENSIÓN DEL SEÑOR - DOMINGO 24 DE MAYO DE 2020


Lecturas de hoy Ascensión del Señor - Ciclo A 
(Domingo VII de Pascua)
Hoy, domingo, 24 de mayo de 2020




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,1-11):

EN mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseno desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):

HERMANOS:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20):

EN aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 24 de mayo de 2020
Fernando Torres cmf


El último encuentro con Jesús

      Con esta fiesta de la Ascensión termina prácticamente la Pascua. Es el último encuentro de Jesús resucitado con los discípulos. Y se repiten en él dos constantes que han estado presentes a lo largo de los cuatro evangelios. Por una parte, la confianza que Jesús pone en los discípulos. Les dice que ellos van a ser los encargados de continuar su obra. Las palabras de Jesús no pueden ser más claras: “Id y haced discípulos de todos los pueblos”. En sus manos ha puesto Jesús el tesoro del evangelio, del anuncio de la buena nueva de la salvación para la humanidad.

      Pero, por otra parte, el autor de los Hechos de los Apóstoles no renuncia a dejar en claro incluso en este último momento la incomprensión de los discípulos. Después de haber seguido a Jesús por los caminos de Galilea y en su viaje hacia Jerusalén, después de haber sido testigos directos de sus palabras y sus milagros, de su cercanía a los pobres y su llamada a la conversión porque “el Reino de Dios está cerca”, después de haber visto como el maestro era detenido, juzgado y condenado a muerte en cruz, después de haber experimentado la resurrección, todavía los discípulos siguen sin comprender del todo la misión de Jesús –y, por tanto, su misma misión como continuadores de aquella–. Al final de todo no se les ocurre más que preguntar si “¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?” No se habían enterado.

      Sólo la promesa del Espíritu Santo mantiene la esperanza de que los discípulos lleguen a comprender del todo la misión de Jesús y su propia misión. Ese periodo tan especial que va desde el día de la Pascua, el de la resurrección de Jesús, hasta su ascensión termina con la fiesta de hoy. Pero el periodo de aprendizaje de los discípulos no ha terminado. Necesitan recibir el Espíritu Santo que será el que les haga conocer de verdad el significado de las palabras y de la vida de Jesús. De alguna manera, es necesario que Jesús desaparezca de sus vidas para que abran su corazón a una comprensión más profunda y verdadera de su figura. Hasta comprender que hay otra forma de presencia de Jesús en medio de la comunidad, una presencia que será constante y firme hasta el final de los tiempos. 

      Hoy en la Iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro corazón, seguimos necesitando la presencia del Espíritu que nos ilumine para comprender cuál es la esperanza a la que nos llama Jesús, la riqueza de la gloria que es la herencia de los que creen en él, la grandeza de la misión de ser testigos del amor de Dios para todos, sin límites ni distinciones. Quizá nos convendría releer la segunda lectura y hacer con ella nuestra oración para pedir al Padre que nos envíe el Espíritu de Jesús, porque, aunque como a los apóstoles nos cuesta entender, queremos seguir su llamada a anunciar la buena nueva de la salvación a todos los hombres y mujeres. 



Para la reflexión

      ¿Qué significa para mí anunciar el Evangelio a toda la creación? ¿Es un mandato que afecta sólo a las curas y a las monjas? ¿Qué tendría que hacer para anunciar el Evangelio a los que viven conmigo?

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, 24 DE MAYO



Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Redacción ACI Prensa





Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

domingo, 2 de junio de 2019

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR EN LA VIDA DEL CRISTIANO

La Ascensión del Señor en la Vida del Cristiano



Luego que el Señor Jesús se apareció a sus discípulos fue elevado al cielo. Este acontecimiento marca la transición entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. Marca también la posibilidad de que la humanidad entre al Reino de Dios como tantas veces lo anunció Jesús. De esta forma, la ascensión del Señor se integra en el Misterio de la Encarnación, que es su momento conclusivo.

Testigos de Cristo

La Ascensión de Cristo es también el punto de partida para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo exaltado que volvió al Padre para sentarse a su derecha. El Señor glorificado continúa presente en el mundo por medio de su acción en los que creen en su Palabra y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos. El mandato de Jesús es claro y vigente: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Por ello, la nueva presencia del Resucitado en su Iglesia hace que sus seguidores constituyan la comunidad de vida y de salvación.

La fuerza del Evangelio

La Ascensión de Cristo al cielo no es el fin de su presencia entre los hombres, sino el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo. Su presencia acompaña con signos la misión evangelizadora de sus discípulos.
La comunidad pospascual necesitó de un tiempo para reforzar su fe incipiente en el Resucitado. La Ascensión es el fin de su visibilidad terrena y el inicio de un nuevo tipo de presencia entre nosotros.

Misión de la Iglesia

San Lucas, después de escribir su Evangelio, emprende también con la inspiración divina la tarea de redactar algo de lo que ocurrió después de que Jesús resucitara y subiera a los cielos. Es la historia de los comienzos de la Iglesia, esos tiempos fundacionales en los que el mensaje cristiano comienza a proclamarse como una doctrina nueva y sorprendente que habría de transformar al mundo entero. Así nos refiere que el Señor, antes de subir al trono de su gloria y enviarles la fuerza avasalladora del Espíritu, se les aparece una y otra vez durante cuarenta días, para fortalecerlos en la fe y encenderlos en la caridad, para animarlos con la más viva esperanza.

Toma tu Cruz

Con la Ascensión, el mandato de Jesús cobra una fuerza singular; se comprende el valor de la Pasión y la Muerte. Desde esa nueva perspectiva, la Cruz era la fuerza y la sabiduría de Dios. Desde ese momento se podía hablar de perdón y de conversión, sin dudar del amor y del poder divino de Jesús. Fue posible predicar la conversión, exhortar a los hombres para que se reconciliaran con Dios, lleno de misericordia. Con la Ascensión de Jesucristo el camino está abierto, y los feligreses invitados a recorrerlo de la mano de Él.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Redacción ACI Prensa




 Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

domingo, 28 de mayo de 2017

TE VAS SEÑOR..


Te vas Señor 


Te vas, Señor, pero te quedas en el Evangelio
Te vas, Señor, pero vives en los que te amamos
Te vas, Señor, pero hablas en los que dan testimonio de Ti
Te vas, Señor, pero te dejas comer en la Eucaristía
Te vas, Señor, pero te haces audible por la oración
Te vas, Señor, pero te dejas adorar en el Sagrario
Te vas, Señor, pero te dejas abrazar en el prójimo
Te vas, Señor, pero te dejas ver en el que sufre
Te vas, Señor, pero te haces visible en el amor
Te vas, Señor, pero gritas en el que habla en tu nombre
Te vas, Señor, pero vendrás en un nuevo soplo del Espíritu
Te vas, Señor, pero nos enviarás la fuerza de tu presencia
Te vas, Señor, pero nos darás el hálito de tu vivir
Te vas, Señor, pero andarás en los pies de tus enviados
Te vas, Señor, pero tu nombre será universalmente conocido
Te vas, Señor, pero vivirás en los que guardan tus mandamientos
Te vas, Señor, pero tu Iglesia es signo de tu presencia
Te vas, Señor, pero tu partida nos hace madurar
Te vas, Señor, pero tu Ascensión es suerte que nos aguarda
Te vas, Señor, pero tu vida en el cielo es plenitud de felicidad
Te vas, Señor, pero tu estar en el cielo, 
es garantía y seguridad de todo lo que nos espera
cuando se vive, como Tú lo has hecho, primero en la tierra
Te vas, Señor, pero más que nunca…vemos que te quedas.
Amén.


P. Javier Leoz

IMÁGENES DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR






HOY ES LA FIESTA DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, 28 DE MAYO


Construyendo un cielo; La Ascensión del Señor
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 28 de mayo de 2017

¡Ah! No olvidemos, Cristo promete: “y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | 



Lecturas:

Hechos 1, 1-11: “Serán mis testigos… hasta en los rincones de la tierra”.

Salmo 46: “Dios asciende entre aclamaciones”.

Efesios 1, 17-23: “La esperanza a la que ustedes han sido llamados”

San Mateo 28, 19-20: “Vayan a todas las naciones”



México se ha caracterizado en los últimos tiempos por una tendencia escandalosa al suicidio, sobre todo de adolescentes y jóvenes. “No le encuentro sentido a mi vida. Todo me parece oscuro, difícil. ¿Para qué seguir viviendo esta vida estúpida? Todo se desmorona, todo se cae a pedazos”. Son, en resumen, las confesiones de un adolescente que me presentan unos agobiados padres. Varias veces ha intentado suicidarse de diferentes maneras y constantemente se hace daño cortándose en diferentes partes del cuerpo. Tiene miedo a vivir, tiene miedo a todo. Nada le entusiasma. ¿Cómo darle sentido a su vida?

La vida es difícil, muy difícil para muchas personas. Cuando hacemos un análisis serio de la realidad, con frecuencia terminamos agobiados por los graves problemas que se nos presentan: creciente narcotráfico, crímenes horrendos que nos hacen estremecer,  profecías que auguran desabasto de alimentos, pérdida de valores, crecientes conflictos individuales y entre las naciones, y, lo más triste, sólo unos cuantos parecen estar contentos con esta situación y salir beneficiados. La mayoría de las personas se sienten cada vez más agobiados, más inseguros, sin perspectivas en su vida.  Esto provoca más violencia y más tensión. Muchos se repiten esa pregunta: “¿Vale la pena seguir viviendo, seguir luchando?”. Hoy, al celebrar la Ascensión del Señor, tenemos una gran oportunidad de descubrir el verdadero sentido de nuestra vida,  reflexionar sobre nuestra situación,  examinar hacia dónde se dirigen nuestros pasos y  llenarnos de esperanza.

Cristo se nos presenta triunfante y glorioso. Lleno de símbolos de victoria: la nube, las alturas, el ascender, pero todo esto después de haber asumido con valentía y generosidad la misión que Dios le había confiado. Sí, el Cristo que se ha encarnado, que ha asumido nuestro dolor y nuestra muerte, que comprende nuestro caminar, hoy es exaltado y elevado a los cielos. El libro de Los Hechos de los Apóstoles nos narra con un sentido de Pascua como Jesús es ha sido introducido en un ámbito de trascendencia  y en el mundo de lo divino. Y en el Evangelio Jesús mismo asume que le ha sido dado todo poderío: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Sí, el crucificado, el ignorado, el despreciado, ahora es reconocido como el Rey de cielo y tierra. No en el sentido del poderío humano que destruye y traga todo, que lo somete todo, sino en el sentido del Rey que da vida, que armoniza y que humaniza y al mismo tiempo diviniza. Los discípulos no lo entienden y preguntan si ahora sí va a restablecer la soberanía de Israel. ¡Qué lejos están todavía de entender el reinado de Jesús!

A nosotros también nosotros nos pasa: qué lejos estamos de comprender a Jesús.  Equivocamos el camino,  confundimos reino con poder, evangelio con conquista, paz con pasividad y sufrimiento con fracaso. El mismo Cristo que se encarnó, ahora nos muestra el camino del triunfo. Desde la nada hasta la plenitud de la vida. Nosotros queremos triunfar sin seguir el camino. Nos han presentado triunfos fáciles, inflables, aparentes y lo hemos creído. Después cuando creíamos haber llegado al final nos sorprendemos con las manos vacías, con el corazón destrozado, ¡qué desilusión! Cuando descubrimos que el placer no es el amor, que el poder no es la felicidad, que el tener no es esencia del hombre, nos quedamos sin nada y sin deseos de volver a intentarlo.

La Ascensión de Jesús despierta en nosotros la esperanza, nos lanza en búsqueda de las alturas y del cielo, pero fuertemente cimentados en este suelo, partiendo de nuestra realidad. No podemos vivir de angelismo. Cuando se quiere construir un cielo, se comienza con la tarea muy concreta y básica de poner los pies sobre la tierra. Cristo hoy  nos manifiesta la belleza y grandiosidad de ese cielo y nos encomienda la misión de construirlo con nuestras propias fuerzas, con nuestros débiles recursos, pero contando con su presencia. Construir un cielo es posible. No ese cielo pasivo, angelical, donde no se hace nada, donde se tiene todo, donde se vive de recuerdos y de músicas. Sino ese cielo que es presencia plena del amor de Dios que a todos nos hace hermanos. Cristo no promete bienes inalcanzables, sino nos ordena compartir todo con todos, empezando por la gran noticia de su Evangelio. No promete abundancia para unos cuantos, sino pone las bases para una vida integral y plena para todos: un mismo Padre, un mismo Espíritu que habita en nosotros.

San Pablo, uno de sus más entusiastas seguidores, tuvo que caer y transformarse para comprender el verdadero mensaje de Jesús. Ahora, el apóstol incansable, nos anima y nos exhorta: “Le pido a Dios que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza a la que han sido llamados y cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos”. Toda una trayectoria y todo un proyecto de vida. Saber dónde estamos y saber a dónde vamos. No es podemos seguir vagando sin sentido. Cada persona tiene una misión hermosa, cada no de nosotros hemos sido llamados a participar de la rica herencia de Dios.

Contemplar la Ascensión de Jesús nos invita a poner los pies en la tierra pero mirando el cielo. No en vano se nos presenta la Ascensión con una cumbre, pues debemos subir a lo alto, pero poniendo atención al camino para no tropezar. Al caminar se pisa firme, se mira el suelo, pero no se puede perder de vista la meta trazada para no desviarse. ¡Ah! No olvidemos, Cristo promete: “y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. El significado de la nube, desde el antiguo testamento, es doble: por un lado significa la trascendencia, pero por otro significa fuertemente la presencia de Dios que camina con su pueblo. “Yo estoy contigo”, nunca caminamos solos. Siempre ha nuestro lado camina Jesús.

¿Qué sentido tiene nuestro diario caminar? ¿Somos los hombres y mujeres de la esperanza? ¿Nos comprometemos en la lucha por la justicia y la igualdad, al mismo tiempo que miramos más de lo terreno? ¿Construimos el cielo aquí en la tierra?

Señor Jesús, en este día de tu Ascensión, te pedimos que no permitas que nos esclavicemos mirando nuestras realidades pero que tampoco nos olvidemos de luchar por la justicia y la verdad ignorando tu Reino. Concédenos que  con una sana esperanza construyamos tu Reino aquí en la tierra pero mirando siempre hacia el cielo donde Tú nos esperas. Amén.
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