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viernes, 9 de septiembre de 2016

SE PUEDE SER CRISTIANO SIN MARÍA?


¿Se puede ser cristiano sin María?
Un cristiano sin María no es cristiano porque ella nos ha dado a Cristo. 


Por: Fátima Moreno y Pedro Mira | Fuente: https://catolicosconaccion.com 




“Dichosa por haber creído” (Lc 1, 45)

El término cristiano es bíblico, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra que fue en Antioquía en donde los Apóstoles recibieron el nombre de “cristianos” (Hch 11, 26), ahora bien, definido de donde proviene término cristiano, nos podemos preguntar ¿Qué significa ser cristiano? En la más simple de las definiciones cristiano es aquel que cree en Cristo, pero en realidad ser cristiano es aquel que cree en Cristo bajo la Fe de los Apóstoles, ya que no se puede creer en Cristo sino es por aquellos quienes contaron su historia y la han hecho trascender hasta nuestros días, por medio de la Sagrada Tradición en un primer momento, y luego por la Sagrada Escritura.

En nuestra querida América Latina, se ha acuñado el término cristiano para referirse a los hermanos separados que viven su fe, iglesias o sectas de diferentes denominaciones, una equivocación que nosotros como católicos cometemos muy frecuentemente. No se debe caer en el error de reducir el término cristiano únicamente para refiriéndose a hermanos separados, es decir, quienes nacieron de la protesta contra Iglesia Católica (luteranos, calvinistas, anglicanos, presbiterianos, bautistas, pentecostales, etc.) y sectas fundamentalistas que existen en nuestro entorno. Los católicos somos cristianos, siempre lo hemos sido, porque nuestra fe proviene directamente de la Fe de los Apóstoles. La palabra “católico” viene del griego “katholikos”, que significa universal y en los primeros siglos de la Iglesia los términos cristiano o católico se utilizaban indistintamente. Somos cristianos universales, católicos, porque Jesús antes de ascender al cielo nos dejó el siguiente mandato que expone la universalidad de su mensaje: “Vayan y prediquen el Evangelio a toda criatura.” (Mc 16, 15)

San Juan Crisóstomo en su homilía sobre el Evangelio de San Juan 19,2- 3 en el año 390 decía:

“Entonces recibían diversos nombres. Mas ahora tenemos todos un único nombre, mayor que todos aquéllos; nos llamamos cristianos, hijos de Dios, amigos, un solo cuerpo. Esta apelación nos obliga más que cualquier otra y nos hace más diligentes en la práctica de la virtud. No hagamos nada que sea indigno de tan gran nombre, pensando en la gran dignidad con la que llevamos el nombre de Cristo. Meditemos y veneremos la grandeza de este nombre.”



Somos cristianos y bajo la universalidad del mandato que Cristo nos encomendó nos llamamos católicos, por ende somos cristianos católicos; comprometidos en la vivencia del misterio de Cristo a la luz de la Fe Apostólica. Dentro de la Fe Apostólica, María es celebrada tanto en la Tradición como en las Sagradas Escrituras como “Dichosa por haber creído” (Lc 1, 45). No se puede separar a María de la Apostolicidad, ya que desde la comunidad primitiva (compuesta por discípulos, amigos y familiares de Jesús) tenía especial estima entre todos los miembros, el cual se fue extendiendo entre los que se agregaban. Cabe destacar que antes de ser escritos los evangelios, hubo un período de aproximadamente 20 años en que los relatos de la vida de Jesús fueron de boca en boca; pero al ir falleciendo quienes contaban estos relatos, los cristianos empezaron a poner por escrito todo cuanto escuchaban de quienes habían sido testigos de primera mano de la vida y obra de Jesús (La Sagrada Tradición Apostólica).

En este contexto, podemos tomar como referencia el trabajo de San Lucas, discípulo de Pablo, en el cual es palpable que antes de escribir su evangelio, recopiló la mayor cantidad información sobre Jesús mediante una especie de investigación que tuvo que documentar, para escribir su obra y en la que podemos apreciar la importancia de María en la comunidad cristiana; él la llama “llena de gracia” (Lc 1, 28). A partir de este punto podemos empezar a esbozar que la figura de María está estrechamente ligada a la herencia cristiana que hemos recibido de los Apóstoles, no solo por tener el privilegio de haber sido la madre del Cristo, sino por méritos que ella reflejaba en su diario vivir. María fue la primera cristiana, ya que ella creyó en Cristo antes que cualquier otro ser humano, María fue la primera discípula, debido a que ella siguió atentamente los pasos y las enseñanzas de su hijo, siempre fue consciente que el fruto de su vientre era el Mesías, el Hijo de Dios; María fue la primera Apóstol, ya que el día de Pentecostés ella estaba presente en el cenáculo y fue testigo de la obra maravillosa del Espíritu Santo de la cual ella ya era partícipe desde la anunciación años atrás (Lc 1, 35).

Muchas de las sectas “cristianas” que están en el entorno Latinoamericano y con el que a diario nos encontramos, negando la Tradición Apostólica e interpretando a conveniencia la Sagrada Escritura manifiestan un odio tal, que en ocasiones hasta se percibe como diabólico hacia la Madre de Dios, María Santísima; a lo que tomando como base la definición del término cristiano genera los siguientes cuestionamientos: ¿Será digno de un cristiano no amar a la Madre de Cristo? ¿Se honra el nombre de Cristo al ofender a su Madre?

Tratando de obviar la Sagrada Tradición y tomando básicamente lo narrado en los Evangelios, nos podemos preguntar: ¿Cristo negó a su Madre? ¿Les enseñó Cristo a los apóstoles a no querer a su Madre? ¿Por qué entonces la encomendó al apóstol San Juan? ¿Se puede ser Cristiano sin María? ¿Por qué los hermanos separados nos atacan tanto en el tema de María?

Parece un poco extraño que los propios reformadores tenían una concepción de María diametralmente opuesta a lo que predican nuestros hermanos de las sectas cristianas. Veamos que dicen algunos de sus fundadores acerca de la Santísima Virgen María, la madre de Jesús.

Martín Lutero – fundador de los luteranos.

Sermón Navidad 1531: “[Ella es] la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo… Ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente. Aun cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras.”

Juan Calvino- fundador de los calvinistas.

“Helvidius mostró demasiada ignorancia al concluir que María debió haber tenido muchos hijos, por la razón de que son mencionados algunas veces los hermanos de Cristo”

Ulrico Zuinglio – reformador protestante.

Publicó en 1524 uno de sus sermones que trató sobre María, siempre virgen, madre de Dios: “Nunca he pensado, ni mucho menos enseñado o declarado públicamente, nada concerniente al tema de la siempre Virgen María, Madre de nuestra salvación, que pudiera ser considerado deshonroso, impío, sin valor o malvado… Creo con todo mi corazón, de acuerdo con el santo Evangelio, que su pureza virginal nos conduce hacia el Hijo de Dios y que ella permaneció, durante y después del parto, pura y sin mancha, virgen por la eternidad>.

Heinrich Bullinger – reformador protestante.

“La Virgen María… completamente santificada por la gracia y la sangre de su único Hijo, abundantemente dotada del don del Espíritu Santo y distinguida entre todos… ahora vive felizmente con Cristo en el cielo, es llamada y permanece siempre Virgen y es la Madre de Dios.”

Es interesante analizar como los fundadores de las iglesias provenientes de la reforma también amaban y veneraban profundamente a la Virgen María, pero aún más interesante como la Iglesia Católica ha logrado custodiar el agradecimiento a ella. Con este artículo no se pretende atacar a las Iglesias protestantes nacidas de la reforma, mucho menos las sectas cristianas que están presente en nuestro entorno, lo que se pretende con este artículo es crear conciencia que no es cristiano apartar a María de nuestra Fe, mucho menos menospreciarla o insultarla, porque dentro del corazón del cristiano lo mínimo que debe de existir es un infinito agradecimiento por haber colaborado con el plan de Salvación que Dios tenía preparado para cada uno de nosotros.

Cristiano sin María no es cristiano. ¿Virgen María que me has dado? con tu sí me has dado a Cristo, por tu sí, yo soy cristiano. ¡Gracias Señora!

jueves, 8 de septiembre de 2016

POR QUÉ LLAMAMOS A MARÍA LLENA DE GRACIA?


¿Por qué llamamos a María "llena de gracia"?


Al tener el privilegio de nacer inmune de pecado, o sea la parte negativa de su santificación, la plenitud de gracia verifica la parte positiva de esa admirable limpieza original del alma de María. Ya que el pecado es absolutamente incompatible con la gracia, la misma plenitud de gracia de la Virgen exige de por sí la ausencia, en todo momento, del pecado original y actual.

La gracia es una participación de la naturaleza de Dios en la creatura racional, que, entonces, vive de la vida de Dios es un don sobrenatural que infundido por Dios en el alma, nos hace justos, agradables a Dios y amigos suyos, sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna.

En el Evangelio de San Lucas leemos: " Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José... entrando junto a ella, le dijo: Salve, llena de gracia, el Señor es contigo" (Lc l, 26-28).

Palabras semejantes de boca del arcángel en nombre de Dios no pueden menos de ser la expresión más palpable de la benevolencia divina, la que a su vez no puede ser menos que la plenitud de la gracia santificante. Esta sola prerrogativa de Nuestra Señora la haría de por sí acreedora al título especial de culto con que la honra el pueblo cristiano.

sábado, 27 de agosto de 2016

MARÍA Y UN RÍO DE ROSAS


María y un Río de Rosas
Miro tu rostro, María y tu sonrisa me inspira confianza, como siempre…


Por: Susana Ratero | Fuente: Catholic.net 




Durante estos días, en los que debí guardar cama por mi salud, he pensado muchísimo, Señora, en el tema del Santo Rosario…, tú siempre nos dices que debemos rezarlo, la Iglesia misma nos aconseja y yo… amiga mía, trato de hacerlo, pero… me falta constancia… es que entre el trabajo, la casa, la familia, rara vez hallo el tiempo de rezarlo completo y… no te molestes pero… a veces me baja sueño, es... tan monótono, decir siempre lo mismo, siento que termino no diciendo nada… María, no te me enojes, por favor, es que no entiendo como ese simple cordón lleno de cuentas iguales, sin nada en particular, puede ayudar a salvar mi alma…

- No quiero ni levantar mi mirada hacia ti, Señora, pues supongo que estarás muy desilusionada de mí… todo es silencio en la Parroquia de Lujan, en esta tarde de domingo…

- Hija querida ¡Si supieras cuanto te amo! Sabrías que no puedo entristecerme por tan poco…

Miro tu rostro y tu sonrisa mansa me inspira confianza, como siempre…

- Lo que sucede contigo, es que del Rosario sólo ves las cuentas…

- No entiendo, Señora…

- Claro, hija, dejas que el árbol te oculte el bosque…te quedas en las cuentas… en la repetición monótona… así ¡Hasta yo me dormiría!

- Y… ¿Qué debo ver, entonces?

- Debes ver las rosas…- dices con voz angelical, que, viniendo desde los comienzos del tiempo, parece un eco de tu respuesta al ángel…

- Perdón María pero... ¿Qué rosas?

- Trataré de explicarte, el Rosario es… un río de rosas, un hermoso, difícil, triste y glorioso río de rosas que, si puedes verlo en cada uno de sus misterios, te aseguro te parecerán pocas las cuentas del cordón…

- Enséñame, Señora, a ver tan bello río.

- Bien, comenzaré por decirte que este río tiene una fuente inagotable, que son los Misterios Gozosos, y tres poderosos afluentes que son los misterios dolorosos, gloriosos y luminosos. El río nace pleno de rosas blancas allá en Nazaret… aún recuerdo el perfume del Ángel Gabriel… piensa, hija, siente y medita ese momento, acompáñame a la pequeña habitación, quédate conmigo mientras repites los 10 Ave María... Escucha el saludo del ángel… escucha con el alma como describe la Encarnación del Hijo de Dios en su más humilde esclava…

- ¡Es cierto, Señora!... Reina mía, es cierto, pocos resultan los diez rezos para acompañarte en semejante momento…

- Luego, hija mía, las rosas se van salpicando de arena, porque me acompañan en la caravana a casa de Isabel, afrontan conmigo el viento y la soledad, y me cubren con sus pétalos para que nadie sospeche el secreto…Mientras rezas este misterio, escucha el sonido del viento, deja que me apoye en tu hombro, porque el viaje es largo y estoy un poco cansada…

Ya estamos entrando al tercer misterio, las rosas se han tornado rosadas y con una increíble suavidad… muchas decidieron dejar sus pétalos en el pesebre, morir allí, para ser cuna de Cristo, decidieron entregar sus pétalos, para que no lastimasen al niño las espinas ¿Comprendes, hija? Ya había espinas esperando a Jesús... Oye, mientras rezas, como cantan los ángeles, percibe desde el alma como el cielo, expectante, espera en Belén…

- Señora… ahora voy comprendiendo, como debe mi alma entrar en cada misterio, conocerlo profundamente, aprender de cada gesto, de cada palabra del Maestro y tuya… así, no soy yo quien reza, sino mi alma, extasiada de amor, hace brotar de mis labios la oración hecha alabanza…

- Me alegras mucho, querida, me alegras al esforzarte por comprender… tú sólo pon la voluntad de comprender, que mi Hijo te iluminará al alma, ni lo dudes… Sigamos ahora, si miras las rosas con atención, veras que tienen fulgores plateados… me esperan ansiosas a la puerta del Templo… Jesús es reconocido por Simeón, pero el color de las rosas me habla de espadas que aún no puedo ver…

En el último misterio las rosas están azuladas de angustia… mi Hijo no está conmigo, son tres días de búsqueda desesperada, tres días que son prefacio de los que llegarán después. Al tercer día las rosas se van dirigiendo al Templo, las sigo, ya casi no razono pues un atroz dolor me desgarra el alma…, entro al Templo, tras José ¡Allí está! Bendito Dios, no entiendo, no importa, le abrazo, le pregunto, le miro, le beso… mi hijo, mi querido amor. Volvemos a casa, las rosas nos siguen... por dieciocho años el río vivirá oculto en mi corazón… serán largos y difíciles años, en los que la rutina contrastará con la magnificencia del anuncio del ángel, pero será tiempo de aprendizaje para mí… valiosos años, hija, muy valiosos. Dime ahora, querida mía ¿Te has aburrido rezando los misterios gozosos?

- Para nada, hermosa Madre mía, mil horas te escucharía… me has regalado una inmensa alegría al despertar en mí esta forma de rezar el Rosario…

- Pero aún nos queda un problema, hija…, tú me decías que no hallabas tiempo entre las muchas tareas que realizas... piensa hijas, las tareas, son eso, tareas, necesarias unas, superfluas otras, pero ¿Todas son beneficiosas para la salvación de tu alma?... Trata de que nunca te falte tiempo para la oración… este tiempo es más bien un estado interior…, verás como la oración es el camino para hallar la paz, sentirás que tienes de donde aferrarte para superar las tormentas del alma… sólo la oración te acerca al corazón amoroso de Dios… no existe sitio más bello……

Te marchas ahora, María, me dejas tu mejor sonrisa, un beso en el alma, y una profunda enseñanza… te vas y te quedas, siempre estarás cuando te necesite… no, mejor decir, siempre estarás… no solo cuando te necesite, sino siempre, siempre… querida madre mía… aún debes contarme como sigue este río de rosas, como han llegado las rosas a ser cuentas y las cuentas oración… pero eso será otro día… ahora… ahora sostengo el rosario entre mis manos… ya no será más un cordón con cuentas… ahora, tú me has enseñado a ver en él un Río de Rosas….

NOTA

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."

sábado, 13 de agosto de 2016

APRENDAMOS JUNTOS A ORAR



Aprendamos juntos a orar ¿vale?
Reflexiones María


Con María hacia Jesús


Por: Dr. Javier Mandingorra | Fuente: es.catholic.net 



Tanto a vosotros como a mí, estoy seguro de ello, se os habrá dicho o habréis oído que María es ejemplo, maestra, de oración.
Y esto no es una frase hecha, María al haber sido protegida del pecado original, su sensibilidad para todo lo referente a Dios, es tan grande que, nosotros pobres pecadores, apenas podemos entender. Pero baste recordar cómo eran esos momentos de Adán y Eva en el paraíso, como se relacionaban con Dios antes de su caída, de su desobediencia. Era una comunicación natural y espontánea, era una oración perfecta. Pues así debió de ser en la Tierra también la de María, un dialogo con Dios de forma natural y continua.
Un pasaje que siempre me ha fascinado por su delicadeza y por su naturalidad es el de la Anunciación, en ese episodio narrado por Lucas, autor del tercer Evangelio, se aprecia como debe ser nuestro orar a ejemplo de María.
“En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María.”
Lucas con esta introducción nos pone en presencia de Dios, nos va preparando para lo trascendental.


Cuando vamos a orar eso es lo que tenemos que hacer en primer lugar, prepararnos para lo trascendental, vamos a dialogar con Dios, que más trascendental que esto
Lucas como médico que es y cumpliendo lo que nos dice en el Capítulo I de su Evangelio, de que se ha informado con exactitud de todo, nos da una serie de datos para confirmar la veracidad de lo ocurrido, como son el dar el nombre de la ciudad, el nombre de esa virgen, que estaba desposada con José aunque no vivían juntos, que pertenecía a  la casa de David. Es como darnos datos “científicos” para que creamos lo sobrenatural que viene a continuación.
María es su nombre, y es este nombre, al pronunciarlo, es ya una forma de orar. María, el nombre de la virgen era María.
Etimológicamente hay varias propuestas a este nombre de María, me gusta la que lo relaciona de con los vocablos luz y mar en hebreo,  de ahí que en las letanías se la llame Stella Maris.
Los padres de la Iglesia la vinculan a otra palabra aramea que significa Señora, y si pensamos que puede tener origen en Egipto, la hermana de Moisés llevaba ese nombre, derivaría del vocablo amada.
Si las reunimos, estas tres acepciones para invocarla, tendríamos: Amada Señora Estrella del Mar. Esa es María, nuestra amada señora que nos ilumina en la travesía, no siempre fácil, de las aguas, en ocasiones turbulentas, del mar que es la vida.
Que buena forma de comenzar la oración pues. invocando así a María, como Amada Señora que nos ilumina en este caminar de la oración.
Sigamos con Lucas en esta nuestra oración:
“Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”
Y habiendo entrado… ¿dejamos tu y yo entrar a Dios en nuestro corazón?, estamos receptivos a lo sobrenatural a la gracia de Dios. ¿Cómo esta nuestro corazón?, cerrado o abierto a las cosas de Dios.
Tal vez lo tenemos lleno de “cosas” y eso no nos permite la acogida de lo realmente importante que es Dios. Que buen punto inicial de examen en presencia de Dios y de María, ver que sobra en nuestro corazón, que cosas hay en el que, como espinas, ahogan a Dios en el. Puede ser que sobren cosas materiales o afectos, amores impropios. Hay que saber vaciarse de todo ello y aunque duela y aunque cueste, es algo que vale la pena, pues ese vaciarnos, ese tirar lastre nos prepara para recibir la gracia, al Espíritu y de esa forma ser en verdad  felices.
Pidamos un corazón grande para el amor, para saber ver en todo la bondad de Dios, ver a Dios en nuestro caminar diario.
El texto griego dice literalmente Alégrate, en vez de Dios te salve. Y es que lo que le va a comunicar es motivo de gran alegría. Es la salutación que todos quisiéramos de nosotros oír. Una salutación jamás dada a nadie en toda la historia de la humanidad.
Llena de gracia, María es la llena de gracia, y eso hace que se llene de Dios, que este llena de Él. Estar con Dios, el tenerle en nuestro corazón, en nuestra vida como referente, nos da paz, alegría. Un cristiano no puede ser una persona triste, si lo está, triste, es que la gracia de Dios no habita en él. La alegría y Dios van de la mano.
Que buen punto para examinarme en alegría pues ello me indicara como es mi trato con Dios, cuáles son mis prioridades, como es mi amor a Dios y a los demás.
Cuando acudimos a la Confesión, Sacramento de la Reconciliación, reconciliación con Dios y con nuestros semejantes, nosotros lo necesitamos por ser pecadores,: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” Juan VIII, 1. “Siete veces cae el Justo” Proverbios, 24. Allí nos llenamos de gracia  al ser perdonados, reconciliados en este Sacramento hacemos más santa a la Iglesia al aumentar la santidad de sus miembros. Así pues el acudir a este Sacramento es ya de por si un acto de Caridad grande, un acto de amos, al hacer mas santos a los miembros de la Iglesia por medio de la Comunión de los Santos.
Esto nos permite que Dios habite en nuestra alma de forma espiritual y también de una forma sacramental y real al comulgar. Podemos decir como el Ángel a María: El Señor está conmigo.
Si, el Señor está conmigo mientras no lo expulse por el pecado, pero la salutación a María nos aporta algo nuevo, el Ángel no le dice el Señor está contigo, sino, el Señor es contigo.
Indica permanencia, no algo temporal como en ti y en mí. Dios permanentemente estaba en María, en la sin pecado. Que maravilloso es pues en nuestra oración meter a María, será señal cierta, clara, de que a pesar de nuestra indignidad, Dios va a estar presente por María en nuestra oración.
Quiero recordar, pues ayuda a nuestra oración, que en algunos importantes manuscritos griegos y versiones antiguas añaden: Bendita tú entre la mujeres.
Es la exaltación de María como Mujer entre las mujeres, es la nueva Eva, la que vence a la serpiente, al maligno, al Malo.
Su dignidad es la más grande por haber sido elegida para ser Madre de Dios.
El evangelista nos sigue diciendo:
“Ella se turbo al oír estas palabras, y consideraba que significaría esta salutación.”
Siempre me ha sorprendido que María no se turbara ante la presencia del ángel sino por su saludo. Ello me hace pensar que al ser inmaculada, al haber sido concebida sin pecado original la presencia o visión de los ángeles no debía serle algo novedoso. Se turba por el saludo, enrojece ante esas palabras de alabanza que le dedica. En su humildad esas palabras le generan confusión, pues se siente ante Dios poca cosa.
Qué ejemplo nos da también María de humildad, de que al orar nos humillemos ante Dios, que nuestra actitud no sea de prepotencia sino de sabernos muy poca cosa ante el Señor, somos humus, nada, hojarasca. Por eso en la oración no podemos dejar de ser pedigüeños, no vamos a contar nuestros logros, lo importante que somos, sino a: Adorar, Desagraviar, dar Gracias y Pedir.
Orando así conoceremos nuestra vocación, lo que Dios espera de nosotros, lo que nos tiene destinado desde siempre, desde la eternidad.
“Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Sera grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinara eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.”
Tu y yo, ante el descubrimiento de lo que Dios espera de nosotros, el descubrimiento de la vocación, podemos perfectamente tener un miedo inicial, es lógico, es miedo a lo que desconocemos, es miedo a no saber si seremos capaces de hacer, de cumplir, lo que Dios nos pide. Es miedo a fracasar, es miedo de nuestras inseguridades, de nuestras limitaciones. Miedo a nuestros miedos.
No tener miedo, se repite en la Biblia 365 veces, es como si el Señor nos lo dijera todos los días del año, nos lo recuerda a diario pues nos conoce bien y sabe de nuestras limitaciones, pero ese no temas no es una sugerencia, es una orden. Nos pide confianza ciega en Dios, Él nos da siempre su gracia ante lo que nos pide, gracias suficientes para el cumplimiento de la misión encomendada, de ahí la orden: no temas.
Ese miedo inicial no nos ha de hacer sentir mal, es una reacción normal ante la perspectiva de lo divino, de lo sobrenatural, pero hay que saber superarlo confiando en Dios, orando y pidiendo consejo a la persona que nos puede ayudar y que Dios siempre pone cerca de nosotros. En el caso de María es Gabriel, el ángel.
María conocedora de las citas de las Escrituras que el ángel da, reconoce que se le pide ser Madre de Dios, algo que la deja fuera de los planes que creía que Dios esperaba de ella y por eso pregunta:
“María dijo al ángel: ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?. Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo, será llamado Hijo de Dios.”
María estaba convencida de su vocación a la virginidad como algo que Dios le pedía, pero por las circunstancias de la época debía ser en el matrimonio y este plan de Dios lo desbarata el anuncio del ángel, por eso no es que dude, sino que pide como será eso, pero no es pregunta de duda sino de aceptación de la Voluntad de Dios aunque no la entienda. No es la duda de incredulidad de Zacarías, ella esta pronta a cumplir lo que se le pide aunque no entienda como. Es  abandono  en Dios.
En María se cumple en perfecta conjunción la vocación a la santidad mediante el celibato y la vocación a la santidad en el matrimonio.
La llamada, la vocación es en un instante, pero tiene sus propias dimensiones sus escalones, como el Papa Juan Pablo II comentaba y son:
El primer paso es la búsqueda, buscar lo que Dios espera de nosotros.
Un segundo paso es el de aceptación de la vocación, la acogida.
Un tercer paso sería el de la coherencia, el vivir con arreglo a esa vocación, el ser consecuentes a lo que Dios nos pide.
Y el cuarto paso, que junto con el tercero son los  más difíciles,  es el del tiempo. La fidelidad. Ser coherente toda la vida, ser fiel siempre.
María cumplió perfectamente esos cuatro pasos en su vocación.
Es momento de que tú y yo analicemos, nos examinemos, también de la nuestra a ejemplo de Ella.
Podemos dar por realizado los dos primeros pasos, el de búsqueda y el de acogida o no estaríamos leyendo esto.
Pero como vivimos el de la coherencia, ¿vivimos de acuerdo a lo que creemos?. Aunque ese vivir de acuerdo a mi vocación me acarree incomprensiones, habladurías, perdida incluso de amigos y ser calificado de intolerante tan de moda hoy y que con ese calificativo se nos excluya, y pasemos a ser bichos raros, gente a la que hay que descartar por creerse en posesión de la verdad en un mundo relativista.
Y el cuarto punto, la fidelidad. Podemos ser coherentes uno o dos días, un mes o un año o alguno más, ¿pero siempre, toda la vida?. Esa es la fidelidad: para siempre. Algo también hoy que no se comprende, pues si no se cree en la verdad como ser fiel a ella, como ser fiel a una verdad cambiante, es algo imposible.
Es esta una virtud que ya ni los mayores creen, ¿fidelidad?, ¿a qué y para qué?, si todo cambia.
Y eso nos lleva a una vida sin cimientos, sin valores y construir así la vida es ir hacia un mundo personal lleno de dudas, de trastornos psicológicos, de infelicidad.
Tomemos a María también de ejemplo de fidelidad a su vocación desde el anuncio del ángel hasta al pie de la Cruz.
“Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”
Y con este generoso Fiat, María se convierte en Madre de Dios y por tanto también en madre de todos los vivientes.
Se convierte en la nueva Arca de la Alianza, donde Jesús es el único y perfecto mediador y  también en la Puerta del Cielo y así orando, comprendemos esa exaltación gozosa de piropos que nacen del corazón y que constituyen las Letanías del Santo Rosario dirigidas a nuestra madre María.
Pero antes del Fiat, del hágase, María se define como la esclava del Señor. Es una entrega total a la voluntad de Dios una vez ha comprendido lo que Dios espera de ella. No es una obediencia ciega atolondrada. Es una obediencia de persona madura, reflexiva, que pregunta lo que no entiende y luego acepta lo que Dios le pide, libremente, no de forma servil. Con ella descubrimos lo que en Rom. VIII, 21 se nos dice que descubramos la: “libertad gloriosa de los hijos de Dios”.
Y como rezamos en el ángelus: El Verbo se hizo carne”
Y para que tengamos plena confianza en que Dios no nos abandona, ese Verbo que se hizo carne, carne  como la nuestra pero sin el pecado, el discípulo amado del Señor nos recuerda en su Evangelio: “Y el Verbo era Dios”

jueves, 4 de agosto de 2016

POR QUÉ EL DEMONIO ODIA TANTO A MARÍA Y POR QUÉ TÚ DEBERÍAS AMARLA?

¿Por qué el demonio odia tanto a María y por qué tú deberías amarla?
Porque él aborrece el hecho de que su derrota final vendrá de la mano de una sierva humilde


Por: Sam Guzman | Fuente: CatholicGentleman.net // PildorasDeFe.net 



Satanás odia a la Santísima Virgen María. De hecho, ha estado haciendo todo lo que está en su poder para desmotivar la devoción hacia ella e inculcar odio hacia ella durante dos milenios. ¿Te has dado cuenta que son los dogmas Marianos y las devociones a la Virgen las que despiertan las más fuertes reacciones en aquellos que rechazan a la Iglesia? Incluso algunos buenos católicos se avergüenzan de la devoción a Nuestra Señora, y sienten que no deberíamos ser tan extremos en nuestra veneración a ella.
Tal vez, te has preguntado porque la Iglesia tiene en tal alta estima a la Inmaculada Virgen María. Tal vez, te has preguntado porque Dios ha escogido servirse de ellaen la obra redentora. Hoy, me gustaría echar una mirada al porque el diablo odia tanto a nuestra Santísima Madre, y porque nosotros deberíamos ser sus fieles siervos.
Ella aplastará su cabeza
El escenario es el jardín del Edén. Los personajes son Dios, la serpiente, Adán y Eva. El diablo se regodea en su triunfo. Acaba de engañar a Eva, y a través de ella, a Adán. Que orgulloso está de sí mismo. Casi puedes sentir su orgullo demoniaco en la destrucción, ya que ha podido malograr la obra de la mano creadora de Dios, y arrastrar a los seres humanos - por quien Dios tiene un amor especial - a la muerte y la miseria.
Dios aparece en la escena a limpiar el desorden, declarando la trágica maldición que arrastra el pecado, pero también para proclamar el proto evangelio, un primer vistazo al Evangelio y la condena del diablo.


Dios comienza por dirigirse a Satanás, diciendo que se arrastrará en el suelo por el resto de sus días. Luego revela algo que hace que Satanás tiemble de horror: su derrota final vendrá de las manos de una mujer.
"Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón". (Génesis 3,16)
Ahora los académicos argumentan acerca de si el pronombre en la frase es o no masculino, "Su descendencia te aplastara la cabeza" - eso es si se refiere a la Virgen María o a Jesucristo. Pero voy a contarles un pequeño secreto: eso no importa. Verán, Jesús aplastará la cabeza de Satanás a través de María. Ella es el instrumento que Jesús utilizará cuando destruya a su antiguo enemigo.
Con eso en mente, es totalmente legítimo decir “Él aplastará tu cabeza” tanto como es decir “Ella aplastará tu cabeza”. Es casi como decirle a un asaltante armado, “Un paso más y te disparo” y “Un paso más y mi magnum .44 te volará la cabeza”. Ambas afirmaciones son verdaderas.
Entonces, ¿Por qué le duele tanto al diablo que María sea quien lo derrote? ¿Porque Dios quiso utilizar a María para derrotar a Satanás? Ahora lo explico.
Derriba del trono a los poderosos
El diablo odia, y me refiero a que él aborrece el hecho de que su derrota final vendrá de la mano de una sierva humilde. De alguna forma, su corazón orgulloso puede manejar el ser derrotado por Dios porque sabe que es Todopoderoso y Omnipotente. ¿Pero ser destrozado por una pequeña Dama de Nazaret? La idea es sencillamente humillante. Eso lo vuelve loco. Porque si hay algo que la creatura más orgullosa de toda la creación odia, es ser humillada.
Satanás encuentra que su derrota a manos de la Virgen María es tan humillante porque ella es mujer, y las mujeres son el sexo débil (1 Pedro 3,7), y él desprecia a los débiles. Él de verdad disfruta ver a las mujeres siendo abusadas, degradadas y siendo vista como objetos. Eso sin mencionar que nuestra Bendita Señora es humana, y Satanás odia a los humanos porque tenemos cuerpos y él es puro espíritu, que desprecia los cuerpos. Pero hay otra muy profunda razón por la que Satanás odia ser derrotado por la Virgen María: Ella es su reemplazo en el cielo.
Verás, Lucifer fue originalmente la mejor creación de Dios. Él era más hermoso, más poderoso que todas las otras creaturas que Dios había hecho. Y como todos sabemos, se le subió a la cabeza. Él era tan hermoso, tan poderoso que realmente creía que podía ser mejor que Dios. Las marcas indelebles de Satanás son el orgullo y la envidia del Todopoderoso.
¿Y cuáles son las características que definen a nuestra Señora? Primero y principalmente, ella es supremamente humilde. De hecho, ella es la más humilde creatura que ha existido. Por cada onza de orgullo que el diablo tiene, María tiene el doble de humildad. Por cada gota llena de odio y amargura en el corazón negro de Satanás, el Corazón de María está llena del doble de alabanza, adoración y amor. Por cada parte de la depravada, pervertida y deformada alma del diablo, el Corazón de María está lleno de pureza y fecundidad. Y por gracia, Dios ha hecho de ella la más exquisita y más gloriosa creatura en el universo, el título que el diablo solía reclamar para sí.
En todas las formas, la Inmaculada es totalmente opuesta a Satanás. En cada forma, ella es su reemplazo en el Cielo, y él lo sabe. Este Divino intercambio de Satanás por María se revela en el himno de nuestra Señora, el Magníficat:
"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre".
En el Magníficat, vemos el rol de María en la salvación resumida bellamente:
  • La humildad de María “Porque ha mirado la humillación de su esclava.
  • El maravilloso trabajo de la gracia de Dios en ella: “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”
  • Dios reprendiendo a Satanás “dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos”
  • Su colocación de María en el lugar de Satanás:” y enaltece a los humildes”
Lo peor de todo para Satanás, su reemplazo en el cielo no es otra que la Madre de la Palabra viva, Jesucristo, cuya pasión y muerte redimió a toda la humanidad a la que él ha tratado tanto de destruir. Su «SÍ» a Dios deshizo la desobediencia de Eva, labrando del camino para la obra salvadora del nuevo Adán. La misma debilidad de Eva que Satanás instigó, fue reemplazada por la debilidad de la obediencia de María, una obediencia a la voluntad de Dios que la ha hecho poderosa más allá de cualquier límite. Este es el plan Divino para la derrota del enemigo. Esta es la humillación y condena de Satanás.
Hasta la vista Satanás
Tal vez no lo sepas, pero Satanás te odia. Su amarga envidia lo lleva a querer destruir la obra de Dios y arrastrarla al abismo del infierno. A él no le gustaría nada más que tú - hecho a imagen de Dios - lo acompañaras en las llamas eternas de un lago de fuego, porque a la miseria le gusta la compañía.
Pero no temas. La antigua serpiente no tiene poder contra la Inmaculada Virgen, porque en el plan de Dios, ella es el instrumento que Jesús utilizó para humillar y destruirlo. ¿Quieres aplastar la cabeza del diablo en tu vida? ¿Quieres pasar con seguridad a través de las pruebas, tentaciones y tormentas hacia tu hogar eterno? La respuesta es simple, recurre a María. Ámala, sé su devota servidora. Se su siervo, su defensor, su apóstol. Consagra tu ser total y completamente porque nada de lo que le pertenezca se verá perdido. Como San Juan Damasceno dijo de forma tan hermosa:
"Ser devoto a la, Santísima Virgen María, es un brazo de salvación que Dios nos entrega a aquellos a los que Él quiere salvar".
Satanás esta todo alborotado, haciendo todo lo que puede porque sabe que su tiempo se acaba. Está asustado y enojado, porque sabe que un día muy pronto, él será aplastado por la Mujer que hace que su corazón tiemble, la mujer que "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, Hermosa como la luna llena, Refulgente como el sol, Imponente como escuadrones abanderados?" (Cantares 6:10).
Oración
Majestuosa Reina del Cielo y Reina de los Ángeles, recibiste de Dios el poder y la comisión de aplastar la cabeza de Satanás; por lo cual humildemente te suplicamos, enviar a las legiones de los cielos, que, bajo tu mandato, puedan expulsar a los espíritus malignos, e involucrarlos en todas partes en la batalla, frenar su insolencia, y lanzar de nuevo en el abismo del infierno. "¿Quién como Dios?" Oh buena y tierna Madre, has de ser siempre nuestra esperanza y el objeto de nuestro amor.
Oh Madre de Dios, envía los santos ángeles para defenderme y conducir lejos de mí al cruel enemigo. Santos Ángeles y Arcángeles, defiéndenos y guárdanos. Amén

jueves, 28 de julio de 2016

MARÍA SIGUE TOCANDO LA PUERTA EN LOS CORAZONES DE TODOS

María sigue tocando la puerta en los corazones de todos”
La Virgen, a lo largo de la historia de la humanidad ha tenido una presencia muy especial. Necesitamos una mamá, una mujer, que con más ternura, con más cariño, con más misericordia, acoja y acompañe los momentos difíciles.


Por: Cardenal Cipriani | Fuente: Arzobispado de Lima Lima 




“María sigue tocando la puerta en los corazones de todos”

En el programa “Diálogo de Fe” del sábado 16 de julio del 2016, el Cardenal Juan Luis Cipriani resaltó la importancia de nuestra Madre María al celebrarse la festividad de la Vírgen del Carmen.

“La Virgen, a lo largo de la historia de la humanidad ha tenido una presencia muy especial. Necesitamos una mamá, una mujer, que con más ternura, con más cariño, con más misericordia, acoja y acompañe los momentos difíciles. Necesitamos esa mamá y esa mujer que se encarga en la Virgen María”.

“Me pregunto, ¿y no será que ahora nosotros a veces nos olvidamos un poquito de ella? El que sea madre es una buena característica de una mujer, el que sea madre te ayuda a tener un mayor respeto, comprensión y cariño. (…) En estos tiempos, María sigue tocando la puerta en los corazones de todos, en los hogares, en los hospitales, en los enfermos, pero me parece que la gente está acostumbrándose a que la mamá es una idea y no la buscan”.

“La presencia de esa madre, María”

Luego, se refirió al valor de la presencia de la Virgen María reflejada en cada mamá:

“Por qué no intentamos tener más presencia de esa madre, María, en la oración, en la conversación. Pedirle a ella por nuestros hijos, hijas, padres, familia. Pero, ¿tú crees que eso es útil hoy? No solamente es útil, es vital para salir de este huayco. Esta semana hemos tenido esta triste noticia de Niza (Francia) y en otras semanas otras, y aquí mismo en el país”.

“Cuando uno tiene a su mamá delante, uno deja fuera insultos, deja fuera peleas, por respeto a la mamá. Y si uno es buen hijo tiene detalles de especial cariño. Si a la Virgen María la tenemos más presente en nuestra realidad, cómo voy a actuar de esa manera si está la Virgen. No es un freno represivo, es una realidad”.

“Que no se elimine la cultura de la familia”

Asimismo, reflexionando sobre las palabras del Santo Padre, el Papa Francisco en su mensaje en su visita a Cuba, pidió a los jóvenes desconectarse de esa inmediatez de las redes sociales y acercarse a su familia:

“Este juventud digital tiene cosas muy positivas, pero definitivamente se está empobreciendo en su capacidad de relacionarse. Estamos con lo inmediatista, ese vivir tan efímero, lo que pasa no deja huella. ¿Qué pasa en tu capacidad de analizar posibilidades de estudio, acercarte a Dios para rezar, pensar si tu mamá te necesita, hacer deporte, visitar a un amigo enfermo o leer un libro? Desconéctate de ese inmediatismo del whatsapp, del twitter y del Facebook”.

“El Papa habla de esas familias donde no hay relaciones, no hay cambio de ideas. Todo eso arranca del primer cambio de ideas, ¿le hablas a Dios, a la Virgen? ¿Les pides por aquel hijo, aquel enfermo? ¿Hay comunicación o no crees? Yo pienso que es una gran crisis de un mundo que no es capaz de hacer al hombre feliz”.

“Hay que iluminar la imagen de la mujer madre”

Finalmente, reconoció el aporte que tienen las madres en la sociedad y pidió que se le dé el lugar que realmente merecen:

“Hay que iluminar la imagen de la mujer madre. Hay un ataque subliminal a la mujer. Te dicen que la están cuidando y hay que respetarla, pero la están atacando más que nunca. No le están dando el lugar que tiene. La mujer tiene carácter, genio, dulzura, elegancia y atracción femenino; es todo un aporte a la sociedad que cuando falta, le falta ese sabor al ambiente”.

“Esa ideología de género hace mucho daño. No reconoce que haya ni mujeres ni hombres, hay géneros. No pues, hay hombres y hay mujeres, hay masculinidad y feminidad, y todo eso, maravillosamente, se complementa. Hoy más que nunca creo que hombres y mujeres necesitan la presencia de María”.

sábado, 2 de julio de 2016

MARÍA ES UNA MUJER CON EL CORAZÓN EN EL CIELO


María es una mujer con el corazón en el cielo
Alegria, distintivo de los cristianos. María nuestro mejor ejemplo


Por: Juan J. Ferrán, L.C. | Fuente: Catholic.net 




María es una mujer alegre. La alegría es la virtud de los resucitados, de los que tienen a Dios, de los que han puesto su corazón en el cielo. Vemos esta alegría en María Magdalena cuando descubre al Resucitado, en los discípulos de Emaús cuando reconocen a Cristo en la fracción del pan, en los apóstoles cuando Cristo resucitado se les presenta en el Cenáculo.

La alegría no puede abandonar nunca a quien cree en Dios. Y éste debería ser el rostro de nosotros los cristianos que ya vivimos de alguna forma nuestra fe en la resurrección. Por el contrario, la tristeza, como vivencia habitual y permanente, no entra nunca, pase lo que pase, en la vida de quien cree en Cristo.

María es una mujer con el corazón en el cielo. María veía todo a través del cielo. ¿Qué importancia tenían el sufrimiento, las carencias, las luchas, los sacrificios, los esfuerzos, las renuncias, los momentos difíciles, cuando todo eso se ve desde el cielo? Ninguna. Todo es parte de ese camino hacia el cielo, ese camino estrecho que tanto asusta al ser humano, que conduce a Dios. Ella ha sido nuestra precursora en este camino, dándonos ejemplo. Sigamos a María en esta vida que sin duda es para todos "un valle de lágrimas", pero tengamos siempre el corazón arriba, junto a Dios, con espíritu de resucitados.

Dios nos ha dado a María como Madre, Abogada, Intercesora, Mediadora, Amiga y Compañera. En la espiritualidad cristiana debe haber un gran sitio para María en el corazón de cada cristiano. De lo contrario nuestra espiritualidad estaría incompleta, sería muy pobre. Podríamos proponer algunos caminos o medios de espiritualidad mariana para nuestro corazón de cristianos.

El amor tierno y filial a María. María debe convertirse en la vida de un cristiano en objeto de ternura, de cariño, de afecto. A María hay que quererla como se quiere a una madre. Lejos de nuestra espiritualidad una actitud seca, austera, distante, fría hacia quien nos ama tanto, hacia quien aboga tanto por nosotros ante Dios, ante quien tanto nos cuida, ante quien vigila nuestros pasos para que no caigamos en el mal. De ahí la necesidad de tener con María momentos de encuentro, diálogos cordiales, intimidad y confianza. No puede pasar un día en nuestra vida que no nos dirijamos a Ella con la sencillez de un niño a contarle a nuestra Madre del Cielo nuestros problemas, nuestras alegrías, nuestras luchas, nuestros planes.

Pero la devoción a María no debe quedarse sólo en un afecto y amor, porque entonces se empobrecería. Debe convertirse en imitación de sus virtudes. Para nosotros María es la obra perfecta de Dios y en Ella resaltan con luz muy especial todos aquellos aspectos de una vida que agradan a Dios. Aunque nunca seremos tan perfectos como Ella, sin embargo podemos seguir sus pasos para llegar a Cristo a través de María. Su mayor deseo es que amemos a su Hijo, que seamos como Él, que vivamos su Evangelio. ¡Qué María sea nuestra guía en este camino!

Y no olvidemos esas formas de oración particular centradas en María como pueden ser el Santo Rosario. Una devoción que hay que llegar a gustar y gozar, metiendo el corazón en cada Avemaría, en cada invocación, en cada recuerdo de María. En casa en familia, ante el Santísimo, en los viajes, el rosario debe ser nuestro acompañante.

domingo, 26 de junio de 2016

LA NIETA QUE SALVÓ A SU ABUELO

LA NIETA QUE SALVÓ A SU ABUELO



En un lugar del Perigord (Francia), ejercía su profesión un médico, a quien nadie hacía referencia  por su propio nombre, sino al que todos llamaban «el buen Doctor»,Y en verdad merecía este título, porque era realmente bueno con todos, y, sobre todo, con los 
pobres.

Sin embargo, el doctor no era un hombre religioso. No es que fuese descreído. No llegaba a tanto. Más bien era «indiferente». Así, se daba el caso de que desde la fecha lejana de su matrimonio no se habla preocupado de recibir los sacramentos...

Los muchos años y la excesiva actividad profesional desarrollada postraron al doctor en el lecho,  con irreparable agotamiento. Toda esperanza de curación quedaba descartada. ¡Y «el buen Doctor» iba a morir en la impiedad!


Este pensamiento y temor torturaba el corazón de una nieta que le acompañaba en aquella ocasión. La niña era un ángel de dulzura y de piedad. Sentada junto al enfermo, lo entretenía y cuidaba. Y mientras descansaba el anciano, dirigía con lágrimas esta plegaria al cielo:

«Oh, Virgen buena, Vos que sois todo misericordia y todo lo podéis, moved a penitencia el corazón de mi abuelo! No permitáis, santa Madre de Dios, que muera sin auxilios espirituales. En vos, Madre mía, tengo puesta toda mi confianza.» Y tras de esa oración rezaba las fres Avemarias...

Una tarde, con el fin de distraer a su abuelo, la niña empezó a pasar revista al contenido de una gran cartera donde aquél había ido dejando recuerdos de pasados tiempos... Sus ojos se detuvieron en un sobre viejo, y exclamó:

—Una antigua carta, abuelo. ¿De quién será que la has conservado?...
El anciano le respondió:
—Léela y haremos memoria.

Y la joven leyó:
«Mi querido ahijado: ¡Cuánto siento no poder abrazarte antes de que te marches a París!, pero me es imposible ir a verte. Estoy atada a la cama por mi reumatismo. Seguramente no volverás a ver aquí abajo a tu vieja madrina, y por esto te pido escuches mis consejos, que serán los últimos.

«Tú sabes que París ha sido siempre un abismo, y ante ese peligro tiemblo por ti. Sé un hombre fuerte, de buen temple, firme en la fe. Permanece fiel al Dios de tu bautismo, que has de ver en la eternidad.- Yo te pongo bajo la protección de la Santísima Virgen María, y te recomiendo encarecidamente seas constante en la práctica de piedad que desde muy niño tuviste de rezar mañana y noche las tres Avemarias... «Rogará por ti tu madrina, que te estrecha fuertemente sobre su corazón...»

La carta, que tenía fecha de hacía cuarenta y ocho años, produjo una honda emoción al doctor. Rememoró los años despreocupados de su juventud, sus extravíos y ligerezas, su alejamiento de los actos de culto y el abandono de sus devociones. Pensó también en sus tareas profesionales y en su vida familiar y se detuvo recordando a su bondadosa madrina, que murió a los pocos meses de escribir aquella carta. Ella le había enseñado a rezar las tres Avemarias en su infancia...

Sintió el doctor un vivo impulso de gratitud hacia esa mujer buena, cuyos buenos consejos no siguió. Y mirando tiernamente a la nieta, balbuceó:

—¡Por mi madrina!... Dios te salve, María...
Y rezó las tres Avemarias juntamente con la nieta, que, con íntimo gozo, sonreía y lloraba a la vez.

¡Estaba ganado para Dios «el buen Doctor»!...
—Llama al Padre —dijo el enfermo—, porque he de contarle estas cosas.

Acudió el sacerdote diligentemente, y el doctor hizo su confesión con singular fervor, Al día siguiente empeoró alarmantemente y hubo que administrarle el Santo Viático... Con paso acelerado se aproximaba la muerte.

Cogió «el buen Doctor» con dificultad una mano de su nieta y, haciendo un gran esfuerzo, le dijo:
—Esto se acaba..., reza conmigo las tres Avemarías,,,
Al terminar la tercera Avemaria expiró dulcemente.
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