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sábado, 10 de octubre de 2015

LA PRESENCIA DE JESÚS Y MARÍA EN NUESTRA VIDA


Presencia de Jesús y María en nuestra vida
Meditación misterios del Rosario

Meditaciones del Rosario. Segundo Misterio de la Luz. Jesús en las Bodas de Caná. María es el camino más corto para llegar a Jesús.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Presencia de Jesús y María en los acontecimientos humanos: una boda. Hay que invitarlos a todas las cosas de nuestra vida, seguros de que accederán con gusto. Su presencia transforma las realidades humanas, las alegres y las tristes, en acontecimientos santificadores. Sufrir en su compañía es muy distinto que sufrir solos.

Ellos dan la fuerza y el ejemplo para llevar la propia cruz con amor y alegría. También quieren participar en nuestras alegrías. Porque la alegría es cristiana, es fruto maduro del misterio pascual. Si, según Santa Teresa,”un santo triste es un triste santo”, quiere decir que el cristiano tiene el derecho y el deber de ser un irradiador de alegría. Si Jesús inventó la religión del amor, inventó por lo mismo la religión de los hombres y mujeres más felices. Es la paradoja del cristianismo: Los santos –los mejores cristianos- son los que más han sufrido y también los más felices. “Con la amistad de Cristo, con su presencia, he sido y soy inmensamente feliz, cargando la cruz que Él ha querido darme ...” María adelanta los milagros. Y Jesús condesciende con mucho gusto. Jesús abre el corazón de sus discípulos a la fe, obrando su primer milagro, gracias a la intervención de María.

Todos los que quieran ser apóstoles de Jesús, deben aprender a amar a María, para ser eficaces en su labor de salvación de los hombres. En la salvación de los hijos, debe intervenir la presencia de la Madre, por voluntad del Redentor. El rosario que reza el sacerdote habla muy bien de él. Cuantas veces al Papa se le ve con el rosario entre los dedos. El sacerdote que invoca frecuentemente a María, que predica con entusiasmo sobre Ella a los fieles, tiene garantizado el éxito apostólico. No se puede decir lo mismo del ministro –quizás celoso y trabajador- que no tiene tiempo de rezar el rosario y que demuestra hacia su Madre una superficial adhesión. “Totus tuus” fue lema elegido amorosamente por Juan Pablo II. Pero, aunque no esté esculpido en un escudo, cada sacerdote debe hacerlo propio. La importancia de María para llegar a Jesús: La devoción a María es señal de predestinación.

Dios no permitirá que un alma que ame a María no se salve. El amor a María es un elemento muy específico y gratificante de la religión cristiana. La devoción a María otorga al cristianismo una ternura, una finura y delicadeza extraordinaria. La necesidad que en el orden humano experimentan de una mamá todos los seres humanos, no es menos requerida en el orden del espíritu, Y Dios, que quiso darnos una madre de la tierra para las necesidades materiales, tuvo la buena idea de regalarnos una Madre para las necesidades del espíritu.

El huérfano de madre lo demuestra, el huérfano de madre en el espíritu lo acusa también. María no es un estorbo para llegar a Jesús, al contrario, es el camino más corto y maravilloso para llegar al Mediador. Esta es la voluntad del mismo Mediador, Jesucristo. Jesús mismo que quiso tener una madre, no ha querido privarnos a nosotros de ella, Más aun, la misma madre suya nos la regaló a nosotros, Con ello no sólo nos ha dado una madre, sino la mejor de todas. El agua convertida en vino: Vida triste convertida en vida feliz; mediocridad en santidad; esterilidad en apostolado fecundo. “En tu nombre echaré la red”, dijo Pedro a Jesús. También podemos decir nosotros: “En tu nombre, María, echaremos la red”. Jesús no es celoso, y llenará también nuestras redes de peces. Sin duda que el vino mejor del mundo se bebió en Caná, como lo atestigua el mayordomo de la fiesta.

Cuantas veces nuestra triste vida se nutre de vinagre, de vino de poca calidad o tiene que conformarse con simple agua. María puede pedir Jesús que convierta esa pobre agua en dulce vino que nos dé gusto y fuerzas para el camino de la vida. “Haced lo que Él os diga”. Siempre nos guía a Él, nos invita a obedecerle, a seguirle, a imitarle. Y los discípulos creyeron en Él, por María. Cuando la presencia de María en la vida de un apóstol es constante, ese apóstol tiene la bendición y el beneplácito de Dios. María nunca se cree ni se nombra Maestra, sino discípula; la mejor de todas. Es la que conoce como nadie la religión del amor y quien la ha vivido mejor que ningún cristiano. Por eso puede enseñar a sus hijos lo que Ella sabe. Jesús dijo “ Yo soy el camino, la verdad y la vida”, María podría decirnos. “Yo soy la caminante más decidida, la seguidora de la verdad, la distribuidora de la vida”. Ella nos dice:”Hagan lo que Él les diga”. Él nos dice: “Hagan lo que Ella les diga”

viernes, 9 de octubre de 2015

JESÚS HUMILDE Y MARÍA... TAMBIÉN


Jesús humilde y María....también
Rosario. Primer Misterio Luminoso

Meditaciones del Rosario. Primer Misterio de la Luz. El Bautismo de Jesús. Juan había sido el primer hombre que había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Durante el mes de Octubre, Mes del Rosario, en esta sección, meditaremos cada día un misterio, y así poder "guardar y meditar en  nuestro corazón" la Vida de Jesús.

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Dios puesto en la fila de pecadores. En la fila había ladrones, asesinos, adúlteras, fariseos podridos, soldados...Jesús metiendo los pies en la charca del pecado. Él, el tres veces santo. Besó el suelo podrido de las almas, y no sintió náusea. Sabía que podía limpiar todas las almas, todos los basureros, todas las cloacas.

¿Qué te costaba convertir los basureros en jardines, las ruinas en castillos donde Tú te sintieras divinamente a gusto? Cada santo es un pecador reconstruido como santo sobre sus propias ruinas. María se enteró porque se lo contaron. “Si Él se humilla así, yo... esclava del Señor. Yo quiero imitarlo sufriendo el castigo de los hombres –luego serán mis hijos- para ayudar a salvarlos.” Tal vez a nosotros no nos ha impresionado ver a Jesucristo bautizado en el Jordán; a ti, María, te debió impresionar muchísimo, porque tú sabías, como nadie, que Él era Dios. ¡Qué humillación! Tu humildad te parecía pequeña, muy pequeña junto a la suya. Él no se había hecho esclavo, sino pecador. Y Tú, que a todo le buscabas la razón y el sentido, preguntarías: ¿Por qué Jesús se ha querido bautizar por Juan como un pecador más, ¿por qué? La pregunta sigue todavía en el aire...

Juan había sido el primer hombre que había reconocido a Jesús como el Hijo de Dios y trató de comunicárselo a los demás. Pero muy pocos lo aceptaron. Un día dijo a Andrés y a su amigo: “He ahí el cordero de Dios”. Y éstos sí le siguieron, para su bien. Los demás no le hicieron caso, para su mal. Posteriormente Jesús se lo reclamaría: “¿El bautismo de Juan venía de Dios o de los hombres?” Le respondieron: “No lo sabemos, es decir, no lo queremos saber”.

Jesús venía del desierto donde había realizado una dura penitencia: oración y ayuno muy fuertes. Ella aprendió que la oración es muy importante para un cristiano. Ella oraría con más fervor a partir de entonces, si se podía. Aprendió que la humildad y el sacrificio eran muy propios del cristianismo. Ella no pensaba como muchos cristianos y aún sacerdotes, que estas cosas están pasadas de moda y que no ayudan mucho para lo esencial, que es vivir la alegría pascual. Se han olvidado de que se llega a la alegría de la resurrección pasando por la humillación y el sufrimiento de la cruz. “¿No era necesario que el Cristo sufriera esto para entrar en su gloria?”

“Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias”. Jesús era Hijo del Padre e Hijo suyo. Cómo recordaría la pérdida a los doce años-“¿No sabéis que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?” Ahora lo había dejado ir, para que se ocupara de las cosas de su Padre. Ella lo devolvía al Padre; sacrificaba su amor de madre. Dolor que sería total en la muerte en el Calvario. Muchas madres de posibles hijos sacerdotes no han sabido sacrificar el amor al hijo y no le han dejado trabajar en las cosas del Padre. Se trataba de un amor equivocado.

El Espíritu Santo descendió sobre Él para investirlo de la misión que le esperaba.
Un nuevo tema de meditación de María, sobre su Hijo. Aquí ya no es la sencillez del Jesús que parecía un simple hombre. Aquí interviene el cielo en pleno: El Padre celestial, Yahvé (con todo lo que significaba para un israelita) y el Espíritu Santo que ya había intervenido en Ella. “El Espíritu Santo descenderá sobre ti”. Ahora sobre Él. La imagen de su Hijo crecía a sus ojos; y Ella se sentía pequeñita junto a Él. Como Juan, el hombre humilde por excelencia, Ella también se decía a sí misma: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya”.

miércoles, 7 de octubre de 2015

SONRISAS CON LA VIRGEN


Sonrisas con la Virgen
En el ambiente de las peregrinaciones y santuarios marianos flota un aire de paz y de alegría que no se da en otras partes. ¿Por qué será?...


Por: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net 




Se ha observado muchas veces dentro de nuestro entorno religioso que las almas amantes de la Virgen María gozan y esparcen una alegría especial. Es un hecho comprobado y que nadie puede negar. La Virgen arrastra a multitudes hacia sus santuarios. Ante su imagen se congregan las gentes con flores, con velas, y rezan y cantan con fervor y entusiasmo inigualable. Y sobre ese ambiente flota un aire de paz y de alegría que no se da en otras partes. ¿Por qué será?... Una respuesta nos sale espontánea de los labios, y no nos equivocamos: ¡Pues, porque están con la Madre!...

Si esta es la razón más poderosa. Entonces, si queremos vivir alegres, y ser además apóstoles de la alegría para desterrar de las almas la tristeza, ¿por qué no contamos más con María?...

Partamos de la realidad familiar. Se trata de un hogar bien constituido. La madre ha sido siempre el corazón de ese hogar y los hijos se han visto siempre también amparados por el calor del corazón más bello que existe. ¿Puede haber allí tristeza?...

Aún podemos avanzar un poco más en nuestra pregunta, y plantear la cuestión de otra manera diferente.

Se trata de un hijo que viene con un fracaso espantoso, del orden que sea. No sabe dónde refugiarse. Pero llega a la casa y se encuentra con la madre que le está esperando. ¿Cabrá allí la desesperación? ¿Dejarán de secarse las lágrimas de los ojos? ¿Volverán los labios a sonreír?...

Todas estas cuestiones están de más. Sabemos de sobra que el amor de una madre no falla nunca. Y al no fallar su amor, al lado de ella la tristeza se hace un imposible. Esto que nos pasa a todos en el seno del hogar cuando contamos con la bendición de una madre, es también la realidad que se vive en la Iglesia. Dios ha querido que en su Iglesia no falte la madre, para que en esa casa y en ese hogar del cristiano, como es la Iglesia, no sea posible la tristeza, pues se contará en ella con el ser querido que es siempre causa de alegría.

Por eso Cristo, moribundo en la Cruz, declaró la maternidad espiritual de María, nos la dio por Madre, y nosotros la aclamamos gozosos: ¡Madre de la Iglesia!

Por eso el pueblo cristiano, con ese instinto tan certero que tiene --como que está guiado por el Espíritu Santo-- llama a María Causa de nuestra alegría.

Unos jóvenes ingeniosos, humoristas y cristianos fervientes, hicieron suyo un eslogan publicitario, que aplicaron a María y lo cantaban con ardor: - Y sonría, sonría, con la protección de la Virgen cada día.

Habían cambiado el nombre de una pasta dentífrica por el nombre más hermoso, el de la Virgen. ¡Bien por la imaginación de nuestros simpáticos muchachos! Esos jóvenes cantaban de este modo su ideal y pregonaban por doquier, de todos modos y a cuantos quisieran oírles, su amor a la más bella de las mujeres.

Amar a la Virgen es tener el alma llena de juventud, de ilusiones, de alegría. Un amar que lleva a esparcir siempre en derredor ese optimismo que necesita el mundo.

Amar y hacer amar a la Virgen alegra forzosamente la vida. La mujer es el símbolo más significativo del amor, el ser más querido del amor, el difusor más potente del amor.

Y mujer como María no hay, la mujer más bella salida de la mano de Dios. María, al dar amor, llenará de alegría, de canciones y de flores el mundo; porque, donde existe el amor, no mueren ni menguan nunca la felicidad, la belleza, el cantar...

Alegría y cantar de los que el mundo moderno está tan necesitado. Alegría la más sana. Cantar el más puro a la más pura de las mujeres. Con María, las caras aparecen radiantes, con la sonrisa siempre a flor de labios, como un rayo primaveral. Ser apóstol de María es ser apóstol de la felicidad.

Llevemos María al que sufre soledad, y le haremos sonreír.

Llevemos María al tímido, y lo convertiremos en decidido y emprendedor.

Llevemos María al triste, y el que padece comenzará a disfrutar.

Llevemos María al anciano, y lo veremos volver a los años felices de la juventud.

Llevemos María al pecador, y veremos cómo el culpable vuelve muy pronto a su Dios.

Llevemos María a nuestro propio hogar, y veremos lo que será nuestra familia con dos madres juntas, que no son rivales celosas, sino dos amigas inseparables.

Llevemos María a nuestros amigos, ¡y sabremos lo que es amarnos con una mujer como Ella en medio del grupo!

Hemos dicho antes que la piedad cristiana, siempre conducida por el Espíritu Santo, llama a la Virgen: Causa de nuestra alegría.
No puede ser de otra manera. Porque María nos trae y nos da siempre a Jesús, el que es el gozo del Padre, el pasmo de los Ángeles, la dicha colmada de los Santos.

Como los jóvenes aquellos, junto con la plegaria, tenemos siempre en los labios el nombre de María, y sabemos decirnos:

- Sonría, sonría, con la protección de la Virgen cada día.....

MARÍA TE OFRECE AL HIJO DE DIOS


María te ofrece al Hijo de Dios
Rosario. Cuarto Misterio de Gozo

Meditaciones del Rosario. Cuarto Misterio de Gozo. Presentación del Niño Jesús en el templo. El templo se había hecho para esta ofrenda única.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 




Durante el mes de Octubre, Mes del Rosario, en esta sección, meditaremos cada día un misterio, y así poder "guardar y meditar en  nuestro corazón" la Vida de Jesús.

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En aquel templo se habían ofrecido muchos animales, en particular abundantes corderos. Muy poco valían- aquel día una joven madre ofrecía un par de tórtolas con una mano y con la otra y con el corazón ofrecía la ofrenda mejor, salida de sus purísimas entrañas, al Hijo de Dios envuelto en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para esta ofrenda única. El Padre la aceptó totalmente satisfecho. Tomó aquel puñadito de carne de manos de María diciendo. Este es mi Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias. ¡Gracias, María! ¡Gracias, Hijo mío”. Acepto la ofrenda, acepto el Cordero sin mancha”.

Nadie supo, nadie vio salvo dos privilegiados testigos, Ana y Simeón, la singularidad del momento y la grandeza de la ofrenda. Y siguió la fila de animales ofrecidos sin importancia.

Todo lo que tenga valor en el futuro solo lo tendrá si va unido a aquella ofrenda. Cuando el sacerdote eleva en la misa el cáliz y la hostia consagrados repite el gesto de María en aquella mañana: Por Cristo, Con Él y en Él, a Ti, Dios Padre Omnipotente todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

Como en todo sacrificio aparece el cuchillo que se clava y la sangre que brota. Ese cuchillo se clavó ya un poco en el alma de María. Se clavaría hasta la empuñadura en el Calvario, atravesando el corazón de una virgen y una madre. Y se convertiría en cinco cuchillos, para las dos manos, para los dos pies. Y si algo de vida quedaba, para matarla del todo hundiéndose en el corazón. El Calvario era el monte del sacrificio: del sacrificio de la segunda Eva. Ahí murió casi del todo María. Y del segundo Adán: totalmente muertoNuestra presentación en el templo:
Fue en el bautismo. Éramos niños, pero no inocentes. El bisturí extrajo el pecado original. Morimos al pecado para vivir para Dios. Quedamos señalados con el signo de Cristo: cristianos. Por eso nuestra ofrenda fue agradable al Padre. Lo que debemos hacer en la vida es vivir como cristianos y morir como cristianos, para reinar con Cristo por toda la eternidad. Nuestra señal cristiana es la que nos vuelve aceptos al Padre y nos devuelve la imagen y semejanza de Dios, que es la cruz de Jesucristo. Como religiosos resaltamos esa cruz en rojo, en sangre y sacrificio.

En el Calvario corrió mucha sangre, sangre divina, y se rompieron las compuertas del amor del Padre y del amor de María. Tanto amor y tanto dolor con puedo hacerlos inútiles con la infidelidad total y la condenación. Todos los condenados gritan a Dios: “Moriste por mí de sobra”. Esta es la blasfemia más horrible. Y gritan a María: Tu dolor fue para nada” ¿Cómo gritar ese insulto a María?

lunes, 5 de octubre de 2015

NO HE VENIDO A SER SERVIDA SINO A SERVIR


No he venido a ser servida sino a servir
Meditaciones Rosario. 2o. Misterio de Gozo. Visita de la Virgen a su prima Isabel. María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.


Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net 


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De tal palo tal astilla, o de tal astilla tal palo. El hijo y la madre tan parecidos, no sólo en la cara sino en la vida. Dos vidas paralelas.

Dos personas que vinieron a inaugurar una nueva forma de vivir: No la del egoísmo, sino la de la generosidad y la entrega. El que no vive para servir, no sirve para vivir.

María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.

Un sí a Dios: Hágase en mí según tu palabra. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. María el encanto de Dios. Mirarla es sonreír. La única criatura que ha agradado a en todo y siempre a Dios. Hermana nuestra, intercesora, pararrayos. Nuestra raza ha producido monstruos horrendos. Pero la figura de María le cura a Dios de todas las heridas que le provocan los hombres.

Un sí a Jesús: Soy tu madre, tu compañera, tu sostén hasta la muerte. Lo tuvo en brazos cuando era un bebé desvalido, lo defendió de la espada de Herodes, lo acompañó en su vida pública con su oración y fortaleza: Jesús hombre, el Siervo de Yahvé incomprendido se cobijó a la sombra reconfortante de María, encontrando el único alivio en la tierra, porque su padre lo “abandonó en la tierra”. “Dios mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?”

María cuidó de un hijo de Dios “abandonado” por el Padre y perseguido por los hombres. Es difícil imaginar hasta qué punto María ayudó a Jesús hombre en su dura travesía por la tierra. Le acompañó en la cuesta más dura, en el último trecho hacia el Calvario. María supo sostener con su oración y su presencia y con todo el amor de una madre a un dios semiagonizante que sudaba sangre en Gethsemaní. Y dio aliento a su hijo Dios crucificado para que terminara de entregar su vida por os hombres. En el templo lo entregó de niño en sus brazos. En el Calvario lo entrego de hombre en sus mismos brazos. “Padre, te ofrezco lo que queda de mi hijo en altar destruido de mi corazón de madre”.

Jesús murió en el lecho duro de la cruz. Pero cobijado por el amor y el abrazo heroico de María. Retuvo en sus ojos un mar de llanto con la compuerta de su fortaleza, para no herir más al herido de muerte.

Cuando Jesús expiró, se rompieron los diques y María se convirtió en un mar de lágrimas. Jesús da gracias a María por haberlo ayudado a subir al Gólgota, por haberlo ayudado a morir como un crucificado. En la cruz no quedaba nada de la omnipotencia de Dios y nada de la dignidad del hombre. Era la aniquilación total. Jesús no hubiera podido sólo. Quiso necesitar la ayuda de María no sólo para nacer, sino para morir. Fue corredentora porque ayudo al Redentor a redimirnos.

Un sí a los hombres: No sabemos lo que le debemos a Dios. Ni sabemos lo que le debemos a María. Somos muy desagradecidos por ser muy ignorantes de tanto amor. “Ahí tienes a tu hijo, a tus hijos. No te dé pena de cómo son. Ámalos y cuídalos, como si fuera yo mismos”. María ha tomado en serio como al mismo Dios el cuidar de ti y de mí. No cabe duda que uno de los momentos en que Dios me ha amado más es cuando me dijo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces hay un amor en mi vida, el más puro, el menos merecido el de la madre más maravillosa. El corazón que amó a Dios me a mí como madre. ¡Bendito el momento en que esto empezó a suceder!. La madre de Dios es mi madre.

Ella me sostiene con su oración y amor a lo largo de mi vida, en mis problemas y sufrimientos y en la hora de mi muerte
Si servir hace felices, María fue la mujer más feliz, porque fue la mejor servidora. El método ha funcionado siempre, igual que el del egoísmo jamás ha funcionado ni funcionará. El de servir al prójimo crea hombres y mujeres felices. Se sirve rezando por los infelices; se sirve sufriendo por los pecadores; se sirve dedicando tiempo, mi tiempo, al apostolado; se sirve dando algo mío, y se sirve, sobre todo, dándose a sí mismo con amor al prójimo.

Donde está María las personas y las cosas cambian

Nazareth es un pueblo bendito por Ella y por Jesús y José. ¡Qué trilogía! Nunca tan pocos han hecho tanto por toda la humanidad. La casa de Zacarías no fue la misma desde que en ella se hospedó María. El nivel de gozo y serenidad subió al máximo. La boda de Caná, que hubiera acabado en un naufragio por escasez de vino, terminó siendo la boda más feliz, donde se sirvió el vino mejor del mundo. Por Ella. La vida de Jesús en este mundo hubiera sido insoportable sin Ella. Pero la vida de Jesús, la dura vida terrena del Hijo de Dios fue maravillosamente soportable por aquella flor de Nazareth.

La vida de un cristiano, la tuya, la mía es muy diferente: amable, dulce, llevadera, cuando María convierte nuestra pobre agua en dulce vino. María es la alegría de vivir para quien la toma simplemente en serio. Invito desde aquí a todos los tristes, pesimistas, amargados a que toquen a la puerta de María. Verán renacer la esperanza.

Y amar a María es la cosa más sencilla, más dulce, más inefable. El primer mandamiento de “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...” podríamos adaptarlo así:”Amarás a María, tu Madre, una milésima menos de la que amas a Dios”.

Bendita tú que has creído...

Tu fe gigantesca borra la incredulidad aterradora de millones de ateos e incrédulos. Y Dios lo sabe, lo mide. Bendita por ti y bendita por nosotros, que tanto tenemos la cerrazón de Tomás. Tú dijiste, antes que él, sin pedir tocar ni ver:”Señor mío y Dios mío”, cuando aquel Dios era sólo un puñadito de células en tu seno.

Jesús diría a Tomás y a todos los incrédulos: “Dichosos los que sin ver creyeron”. En aquel momento la alabanza era para ti y para Juan. Después sería para todos los creyentes. Dichoso el que sigue creyendo en la Eucaristía, en la Iglesia, en Jesús, en María.

Creer es un acto de amor y confianza en el amado; no en lo que yo veo o palpo o discurro, sino en su palabra. Creer es fiarse, es amar, es entregarse sin agarraderas. La fe fue toda tu vida la estrella polar. La fe te salvó de la desesperanza y del orgullo; de la rutina y del cansancio. La fe es la victoria que vence al mundo. Tú eres la mujer vencedora por excelencia.


Mi alma glorifica al Señor...

Debías cantar muy bellamente. Me gustaría oírte cantar uno de tus canciones favoritas, el Magnificat con el alma encendida de amor y gratitud a tu Creador. Sabías agradecer: Te nacía del alma como fuente a flor de corazón. Sabías ser humilde: Eras la humildad encarnada y transparente. Conocías tu grandeza, pero sabías que era regalo, y así lo proclamas: “Soy grande, andaré boca de todas las generaciones, porque Él es bueno y grande”. Yo sé que das las gracias a quien te reza un avemaría.

Te llamas esclava, palabra sublime de amor. Ser esclavo del amado representa la plena disponibilidad, el sí total; por eso al llamarte esclava te declarabas totalmente a las órdenes de tu amado, Dios.

Del amor hiciste tu identidad. Te podemos llamar Amor como san Juan llamaba a Dios. De amor llenaste la vida, y, así, esa vida se tornó maravillosa como todo lo que toca el amor. De amor viviste , y de amor moriste. Y de amor vivirás eternamente en el cielo; enamorada para siempre de tu Dios y enamorada de tus pequeños. Enséñanos a amar, a vivir de amor como tú.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

LAS QUINCE PROMESAS DE LA VIRGEN MARÍA A QUIENES RECEN EL ROSARIO



LAS QUINCE PROMESAS
DE LA VIRGEN MARÍA
A QUIENES RECEN EL ROSARIO 





1.- El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2.- Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3.- El Rosario será un fortísimo escudo de defensa contra el infierno, destruirá los vicios, librará de los pecados y exterminará las herejías.

4.- El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor del mundo al amor por Dios y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!.

5.- El alma que se encomiende por el Rosario no perecerá.

6.- El que con devoción rezare mi Rosario, considerando misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracias, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.

7.- Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin auxilios de la Iglesia.

8.- Quiero que todos los devotos de mi Rosario tenga en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia, y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.

9.- Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.

10.- Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo una gloria singular.

11.- Todo lo que se me pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12.- Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13.- Todos los que recen el Rosario tendrán por hermanos en la vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.

14.- Los que rezan mi Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15.- La devoción al santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.

NOS QUEDA REZAR O REZAMOS PARA EMPEZAR



¡Nos queda rezar! o ¡rezamos para empezar!
Que el rezo del Rosario haga posible el cambio de la situación de sufrimiento actual, pero también nuestro cambio de vida


Por: Mons. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real




Suele suceder que cuando nos encontramos abrumados por alguna situación, reaccionamos según el viejo dicho de: «¡Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena!», y que el miedo a lo que está ocurriendo nos lleve a rezar. Pues bien, estoy escribiendo esta carta en la primera semana de este mes, cuando los países de nuestra Europa se están repartiendo el número de refugiados procedentes de la guerra en Siria, y cuando las instituciones gubernamentales, civiles y religiosas empezamos a reaccionar manifestando nuestra disponibilidad de acogida. Los próximos días van a ser cruciales para enfocar bien las soluciones que demandan estos cientos de miles de personas que vienen huyendo de la masacre que se está llevando a cabo en dicho país.

El rezo del Rosario está especialmente vinculado a momentos cruciales de la historia de esta misma Europa y aunque las distancias temporales y las significaciones político−sociales sean muy grandes, y distintas, sí quiero proponer este mes de octubre, tradicionalmente dedicado al Rosario, la oración diaria del Rosario para que con María, la Virgen, nuestra Señora, pidamos a Dios el que se den soluciones inmediatas a esta realidad que estamos sufriendo y en la que Europa está muy directamente implicada.

Y, vuelvo al título de la carta de este domingo: «¡Nos queda rezar!, o ¡Rezamos para empezar!» Probablemente viene bien hacer las dos cosas, puesto que esta catástrofe con todas sus víctimas ni se ha sabido evitar ni, como es evidente, se podrá resolver con nuestras solas fuerzas humanas. Estamos siendo testigos de la incapacidad e impotencia efectiva de los países más poderosos de la tierra. Siempre ¡nos queda rezar!, pedir a Dios con insistencia que se acabe el conflicto y sepamos paliar sus desastrosas consecuencias para esta gente que viene pidiendo refugio a nuestros países.

Sin embargo, la propuesta de rezar: ¡para empezar!, no es menos importante en el sentido en que lo primero es, no solo que se cumpla la ley internacional que implica a los países que nos decimos civilizados, que como estamos viendo ya es mucho, sino que los particulares hagamos lo que está a nuestro alcance, y esto lleva consigo generosidad, renuncia y sacrificios que nos tocan muy de cerca.

Sí, vamos a rezar el Rosario todos los días del próximo mes, y desgranando sus Avemarías podremos caer en la cuenta en los Misterios Gozosos del propósito realizado de Dios Padre de enviarnos a su Hijo para salvar al género humano. En los Misterios Dolorosos veremos a Jesucristo asumiendo el sufrimiento que la maldad humana es capaz de producir. En los Misterios Luminosos sentiremos la llamada a vivir como Jesucristo, metido de lleno en nuestra historia, convocando a todos a poner la mesa común de la Eucaristía, para sabernos hermanos. Y en los Misterios Gloriosos contemplar el final que se tiene que dar a todas esas desgracias por la resurrección de Jesucristo, puesto que estamos destinados a vivir plenamente. Así se nos ha de llenar el corazón de esperanza para empeñarnos en lograrlo ya aquí y ahora, pues debe ser posible.

Que el rezo del Rosario haga posible el cambio de esta situación, pero también nuestro cambio de vida, ese que se necesita para complicarnos la vida acogiendo a quien lo está necesitando, ese que se necesita para abrirnos los ojos y los brazos para dejar que entren en nuestras casas, en nuestras calles, en nuestra vida esas personas que todavía no conocemos personalmente pero que están aquí mismo llamando a nuestra puerta

OCTUBRE, MES DEL ROSARIO


Octubre: Mes del Rosario
La Iglesia ha dedicado un mes, el de Octubre, para honrar a María con el rezo del Santo Rosario


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 




Origen e historia de esta devoción: 

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas". 

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

La Iglesia recomendó entonces rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas pero no la mayoría de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

Cuenta la Historia que un día, a finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán quien sufría mucho al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses, decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.

Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.

En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos.

Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia.

El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado.

En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra” en la que murieron muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.

¿Cuándo se instituyó formalmente esta fiesta?

El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota. En Roma estaba el Papa despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había sido victoriosa. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

La fuerza del Rosario

A lo largo de la historia se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.

El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación.

Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.

Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda. Al rezarlo, recordamos con la mente y el corazón los misterios de la vida de Jesús y los misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los dolorosos, los luminosos y los gloriosos. Nos metemos en las escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos, el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado, el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros labios oran.

Las Letanías

El Rosario no es una oración litúrgica, sino sólo un ejercicio piadoso. Las Letanías forman una parte oficial de la liturgia en cuanto que las invocaciones reciben permiso de la Santa Sede. Se cree que su origen fue, probablemente, antes del siglo XII.

La forma actual en la que las rezamos se adoptó en el santuario mariano de Loreto, en Italia y por eso se llama Letanía lauretana. En 1587, el Papa Sixto V la aprobó para que la rezaran todos los cristianos. Todos los cristianos hemos recurrido a la Virgen en momentos de alegría llamándola “Causa de nuestra alegría”, en momentos de dolor diciéndole “Consoladora de los afligidos”, etc.
Podemos rezar las Letanías con devoción, con amor filial, con gozo de tener una Madre con tantos títulos y perfecciones, recibidos de Dios por su Maternidad divina y por su absoluta fidelidad. Al rezarlas, tendremos la dicha de alabar a María, de invocar su protección y de ser ayudados siempre ya que la Virgen no nos deja desamparados.

Como rezar el Rosario

Como se trata de una oración, lo primero que hay que hacer es saludar, persignarnos y ponernos en presencia de Dios y de la Santísima Virgen.
Luego, se enuncian los misterios del día que se van a rezar y comenzamos a meditar en el primero de estos cinco misterios. Durante la oración de cada misterio, trataremos de acompañar a Jesús y a María en aquellos momentos importantes de sus vidas. Aprovechamos de pedirles ayuda para imitar las virtudes y cualidades que ellos tuvieron en esos momentos. Al meditarlos frecuentemente, estas guías pasan a formar parte de nuestra conciencia, de nuestra vida. Podemos ofrecer cada misterio del rosario por una intención en particular y se puede leer una parte del Evangelio que nos hable acerca del misterio que estamos rezando.
Cada misterio consta de un Padrenuestro seguido de diez Avemarías y un Gloria. Usamos nuestro rosario pasando una cuenta en cada Avemaría. Así seguimos hasta terminar con los cinco misterios.
Al terminar de rezar los cinco misterios, se reza la Salve y se termina con las Letanías.



Los Misterios

Los veinte misterios que se rezan nos recuerdan la vida de Jesús y, dependiendo del día, se rezan de la siguiente forma:

LUNES Y SÁBADO
MISTERIOS GOZOSOS VIRTUD (sugerida)
1. La Anunciación del ángel a la Virgen. La obediencia.
2. La Visita de la Virgen a su prima Isabel. Amor al prójimo.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios. Desprendimiento
4. La Presentación del niño Jesús en el templo. Pureza de intención.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo Sabiduría en cosas de Dios.

MARTES Y VIERNES
MISTERIOS DOLOROSOS VIRTUD (sugerida)
1. La Oración de Jesús en el huerto. Verdadero arrepentimiento de los pecados.
2. La flagelación de nuestro Señor Jesucristo. Espíritu de sacrificio
3. La coronación de espinas. Desapego a lo material
4. Jesucristo es cargado con la Cruz. Paciencia por mi cruz.
5. La crucifixión de nuestro Señor Jesucristo. Generosidad

MIERCOLES Y DOMINGOS.
MISTERIOS GLORIOSOS VIRTUD (sugerida)
1. La Resurrección de Jesucristo. Fe, Esperanza y Caridad
2. La Ascensión del Señor a los Cielos. Deseo de ir al Cielo
3. La venida del Espíritu Santo. Deseo de vivir en Gracia
4. La Asunción de la Virgen a los Cielos. Amor a María
5. La Coronación de la Virgen en los Cielos. Perseverancia

JUEVES.
MISTERIOS LUMINOSOS
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán 2 Co 5, 21; . Mt 3, 17.
2. Las bodas de Caná; Jn 2, 1-12.
3. El anuncio del Reino de Dios Mc 1, 15; Mc 2. 3-13; Lc 47-48.
4. La Transfiguración; Lc 9, 35.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. Jn13, 1.

lunes, 6 de octubre de 2014

HISTORIA DEL SANTO ROSARIO - OCTUBRE, MES DEL ROSARIO


LA HISTORIA DEL SANTO ROSARIO 
Octubre mes del Rosario
Entre las devociones a la santísima Virgen María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario



El pueblo cristiano siempre ha sentido la necesidad de la mediación de María, Omnipotencia suplicante, canal de la gracia: se multiplican así a lo largo de los siglos las devociones marianas, tanto litúrgicas coma populares. Sin embargo, entre las devociones a María, con el paso de los años, una se destaca claramente: el Santo Rosario, el ejercicio piadoso por excelencia en honor de la Santísima Virgen María, Madre de Dios. Se compone, en su forma típica y plenaria, de quince decenas de Avemarías, intercaladas por el rezo del Padrenuestro y del Gloria y añadiéndose al final las invocaciones de las letanías lauretanas. A la oración vocal se une la meditación de los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos.



ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra rosario significa “corona de rosas”. Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.



ORIGEN Y DESARROLLO

En la Edad Media, se saluda a la Virgen María con el título de rosa, símbolo de la alegría. El bienaventurado Hermann le dirá: «Alégrate, Tú, la misma belleza. / Yo te digo: Rosa, Rosa», y en un manuscrito francés medieval se lee: «cuando la bella rosa María comienza a florecer, el invierno de nuestras tribulaciones se desvanece y el verano de la eterna alegría comienza a brillar». Se adornan las imágenes de la Virgen con una «corona de rosas» y se canta a María como «jardín de rosas» (en latín medieval rosarium); así se explica la etimología del nombre que ha llegado a nuestros días.

En esa época, los que no sabían recitar los 150 salmos del Oficio divino los sustituían por 150 Avemarías, acompañadas de genuflexiones, sirviéndose para contarlas de granos enhebrados por decenas o de nudos hechos en una cuerda. A la vez se meditaba y se predicaba la vida de la Virgen. En el s. XIII, en Inglaterra, el abad cisterciense Étienne de Sallai escribe unas meditaciones en donde aparecen 15 gozos de Nuestra Señora, terminando cada una de ellas con un Avemaría.

Sin entrar en una discusión crítico-histórica pormenorizada sobre los detalles del origen último del Rosario en su estructura actual, podemos afirmar que es, sin duda, Santo Domingo de Guzmán el hombre que en su época más contribuyó a la formación del Rosario y a su propagación, no sin inspiración de Santa María Virgen. Motivo fue el extenderse la herejía albigense, a la que combatió, «no con la fuerza de las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo…» (León XIII, Enc. Supremi apostolatus, 1 sept. 1883).

A finales del s. XV los dominicos Alain de la Rochelle en Flandes, Santiago de Sprenger y Félix Fabre en Colonia, dan al Rosario una estructura similar a la de hoy: se rezan cinco o quince misterios, cada uno compuesto por diez Avemarías. Se estructura la contemplación de los misterios, que se dividen en gozosos, dolorosos y gloriosos, repasando así en el ciclo semanal los hechos centrales de la vida de Jesús y de María, como en un compendio del año litúrgico y de todo el Evangelio. Por último se fija el rezo de las letanías, cuyo origen en la Iglesia es muy antiguo.

La devoción al Rosario adquirió un notable impulso en tiempos de León XIII añadiéndose a las letanías lauretanas la invocación «Reina del Santísimo Rosario».

En los últimos tiempos ha contribuido de manera especial a la fundamentación y propagación de esta devoción mariana los hechos milagrosos de Lourdes y Fátima: «la misma Santísima Virgen, en nuestros tiempos, quiso recomendar con insistencia esta práctica cuando se apareció en la gruta de Lourdes y enseñó a aquella joven la manera de rezar el Rosario.


ESTRUCTURA

La forma típica y plenaria del rezo del Rosario, con 150 Avemarías, se ha distribuido en tres ciclos de misterios, gozosos, dolorosos y gloriosos a lo largo de la semana, dando lugar a la forma habitual del rezo de cinco decenas de Avemarías, contemplando cinco misterios -diarios (la costumbre suele asignar al domingo, miércoles y sábado los gloriosos; los gozosos al lunes y jueves y los dolorosos al martes y viernes), rezándose al final de los cinco misterios las letanías lauretanas.

Los tres grupos de misterios nos recuerdan los tres grandes misterios de la salvación. El misterio de la Encarnación nos lo evocan los gozos de la Anunciación, de la Visitación, de la Natividad del Señor, su Presentación en el templo y la Purificación de su Madre y, por último, su encuentro entre los doctores en el Templo. El misterio de la Redención está representado por los diversos momentos de la Pasión: la oración y agonía en el huerto de Getsemaní, la flagelación, la coronación de espinas, el camino del Calvario con la Cruz a cuestas y la crucifixión. El misterio de la vida eterna nos lo evoca la Resurrección del Señor, su Ascensión, Pentecostés, la Asunción de María y su Coronación como Reina. «Todo el Credo pasa, pues, ante nuestros ojos, no de una manera abstracta, con fórmulas dogmáticas, sino de una manera concreta en la vida de Cristo, que desciende a nosotros y sube a su Padre para conducirnos a Él. Es todo el dogma cristiano, en toda su profundidad y esplendor, para que podamos de esta manera y todos los días, comprenderlo, saborearlo y alimentar nuestra alma con él» (R. Garrigou-Lagrange, La Madre del Salvador y nuestra vida interior, 3 ed. Buenos Aires 1954, 261).



INSTITUCIÓN DE LA FIESTA DEL SANTO ROSARIO

El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto, en la cual los cristianos vencieron a los musulmanes  turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla, su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota.

Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.
Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.



Fuente: J. FERRER SERRATE , M. GARCIA MIRALLES (GER)

miércoles, 1 de octubre de 2014

MES DE OCTUBRE, MES DEL SANTO ROSARIO


OCTUBRE: MES DEL ROSARIO


Autor: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 
Octubre: Mes del Rosario
La Iglesia ha dedicado un mes, el de octubre, para honrar a María con el rezo del Santo Rosario

 Octubre: Mes del Rosario
Origen e historia de esta devoción: 

En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas". 

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

La Iglesia recomendó entonces rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas pero no la mayoría de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

Cuenta la Historia que un día, a finales del siglo XII, Santo Domingo de Guzmán quien sufría mucho al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses, decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.

Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.

En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador. 
Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos.
Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia. 

El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado.

En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra” en la que murieron muchísimas personas.
Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia. 




¿Cuándo se instituyó formalmente esta fiesta?

El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota. En Roma estaba el Papa despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había sido victoriosa. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre. 

Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.


La fuerza del Rosario

A lo largo de la historia se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.

El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación. 

Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.

Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda. Al rezarlo, recordamos con la mente y el corazón los misterios de la vida de Jesús y los misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los dolorosos, los luminosos y los gloriosos. Nos metemos en las escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos, el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado, el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros labios oran. 




Las Letanías

El Rosario no es una oración litúrgica, sino sólo un ejercicio piadoso. Las Letanías forman una parte oficial de la liturgia en cuanto que las invocaciones reciben permiso de la Santa Sede. Se cree que su origen fue, probablemente, antes del siglo XII.

La forma actual en la que las rezamos se adoptó en el santuario mariano de Loreto, en Italia y por eso se llama Letanía lauretana. En 1587, el Papa Sixto V la aprobó para que la rezaran todos los cristianos. Todos los cristianos hemos recurrido a la Virgen en momentos de alegría llamándola “Causa de nuestra alegría”, en momentos de dolor diciéndole “Consoladora de los afligidos”, etc. 

Podemos rezar las Letanías con devoción, con amor filial, con gozo de tener una Madre con tantos títulos y perfecciones, recibidos de Dios por su Maternidad divina y por su absoluta fidelidad. Al rezarlas, tendremos la dicha de alabar a María, de invocar su protección y de ser ayudados siempre ya que la Virgen no nos deja desamparados. 


Cómo rezar el Rosario

Como se trata de una oración, lo primero que hay que hacer es saludar, persignarnos y ponernos en presencia de Dios y de la Santísima Virgen.
Luego, se enuncian los misterios del día que se van a rezar y comenzamos a meditar en el primero de estos cinco misterios. Durante la oración de cada misterio, trataremos de acompañar a Jesús y a María en aquellos momentos importantes de sus vidas. Aprovechamos de pedirles ayuda para imitar las virtudes y cualidades que ellos tuvieron en esos momentos. Al meditarlos frecuentemente, estas guías pasan a formar parte de nuestra conciencia, de nuestra vida. Podemos ofrecer cada misterio del rosario por una intención en particular y se puede leer una parte del Evangelio que nos hable acerca del misterio que estamos rezando. 
Cada misterio consta de un Padrenuestro seguido de diez Avemarías y un Gloria. Usamos nuestro rosario pasando una cuenta en cada Avemaría. Así seguimos hasta terminar con los cinco misterios.
Al terminar de rezar los cinco misterios, se reza la Salve y se termina con las Letanías.



Los Misterios

Los veinte misterios que se rezan nos recuerdan la vida de Jesús y, dependiendo del día, se rezan de la siguiente forma:

LUNES Y SÁBADO
MISTERIOS GOZOSOS VIRTUD (sugerida) 
1. La Anunciación del ángel a la Virgen. La obediencia.
2. La Visita de la Virgen a su prima Isabel. Amor al prójimo.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios. Desprendimiento
4. La Presentación del niño Jesús en el templo. Pureza de intención.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo Sabiduría en cosas de Dios.

MARTES Y VIERNES
MISTERIOS DOLOROSOS VIRTUD (sugerida)
1. La Oración de Jesús en el huerto. Verdadero arrepentimiento de los pecados.
2. La flagelación de nuestro Señor Jesucristo. Espíritu de sacrificio
3. La coronación de espinas. Desapego a lo material
4. Jesucristo es cargado con la Cruz. Paciencia por mi cruz.
5. La crucifixión de nuestro Señor Jesucristo. Generosidad 

MIERCOLES Y DOMINGOS.
MISTERIOS GLORIOSOS VIRTUD (sugerida)
1. La Resurrección de Jesucristo. Fe, Esperanza y Caridad
2. La Ascensión del Señor a los Cielos. Deseo de ir al Cielo
3. La venida del Espíritu Santo. Deseo de vivir en Gracia
4. La Asunción de la Virgen a los Cielos. Amor a María
5. La Coronación de la Virgen en los Cielos. Perseverancia

JUEVES.
MISTERIOS LUMINOSOS 
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán 2 Co 5, 21; . Mt 3, 17.
2. Las bodas de Caná; Jn 2, 1-12.
3. El anuncio del Reino de Dios Mc 1, 15; Mc 2. 3-13; Lc 47-48.
4. La Transfiguración; Lc 9, 35.
5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. Jn13, 1. 
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