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jueves, 15 de mayo de 2014

ORACIÓN A LA VIRGEN Y MADRE MARÍA - SAN JUAN PABLO II



VIRGEN Y MADRE
San Juan Pablo II

Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel, 
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu. 
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia, 
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor. 
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos 
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás 
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría, 
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe, 
la paradoja de la alegría cristiana, 
que nace y florece en el dolor, 
en la renuncia, 
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría 
sea siempre auténtica y plena 
para podérsela comunicar a todos! 
Amén.

domingo, 16 de febrero de 2014

ORACIÓN DE JUAN PABLO II A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN DE JUAN PABLO II A LA VIRGEN MARÍA

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte Amén.

Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Vos. Ésta es la oración que tú inspiraste, oh María, a santa Catalina Labouré, y esta invocación, grabada en la medalla la llevan y pronuncian ahora muchos fieles por el mundo entero. ¡Bendita tú entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en ti! ¡La maravilla de tu maternidad divina! Y con vistas a ésta, ¡la maravilla de tu Inmaculada Concepción! ¡La maravilla de tu fiat! ¡Has sido asociada tan íntimamente a toda la obra de nuestra redención, has sido asociada a la cruz de nuestro Salvador!

Tu corazón fue traspasado junto con su Corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre. Velas sobre cada uno de tus hijos. Obtienes de Dios para nosotros todas esas gracias que simbolizan los rayos de luz que irradian de tus manos abiertas. Con la única condición de que nos atrevemos a pedírtelas, de que nos acerquemos a ti con la confianza, osadía y sencillez de un niño. Y precisamente así nos encaminas sin cesar a tu Divino Hijo.

Te consagramos nuestras fuerzas y disponibilidad para estar al servicio del designio de salvación actuado por tu Hijo. Te pedimos que por medio del Espíritu Santo la fe se arraigue y consolide en todo el pueblo cristiano, que la comunión supere todos los gérmenes de división que la esperanza cobre nueva vida en los que están desalentados. Te pedimos por los que padecen pruebas particulares, físicas o morales, por los que están tentados de infidelidad, por los que son zarandeados por la duda de un clima de incredulidad, y también por los que padecen persecución a causa de su fe.

Te confiamos el apostolado de los laicos, el ministerio de los sacerdotes, el testimonio de las religiosas.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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