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lunes, 6 de abril de 2020

UNA PRECIOSA ORACIÓN PARA REZAR EN FAMILIA EL JUEVES SANTO, DÍA DEL AMOR FRATERNO


Una preciosa oración para rezar en familia el Jueves Santo, Día del Amor Fraterno
Redacción ACI Prensa






La Conferencia Episcopal Española y Cáritas España invitaron a celebrar el Jueves Santo, también conocido como Día del amor fraterno, como “un momento privilegiado, en estos días que celebramos como Iglesia la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, para llamar a vivir la fraternidad y hacer vida real el mandamiento nuevo del amor”.

Por eso animaron a expresar de manera concreta la “solidaridad y cercanía con todos aquellos que atraviesan por circunstancias difíciles a causa del coronavirus”.

Una de ellas es el gesto que Cáritas y la Conferencia Episcopal proponen para el día de Jueves Santo bajo el lema “La fraternidad alumbra la esperanza”.

Se trata de encender una vela en el momento de compartir la cena, acompañado de una oración-bendición. Con este gesto se invita a unirse a Jesús en su Última Cena y a todos por los que Él se entrega.

“En un día donde, a causa del aislamiento, sólo hemos podido celebrar la Eucaristía de manera virtual, este gesto nos ayudará a sentirnos, si cabe, más unidos entre nosotros, más en común-unión con todos y con toda la Humanidad sufriente por esta pandemia global. Al encender una vela, nos unimos en comunidad fraterna y alumbramos la Pascua que esperamos”, precisan.


Cáritas y la Conferencia Episcopal proponen esta oración-bendición para acompañar el encendido de la vela en el momento de la cena:

Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final,
hasta el extremo que se puede amar: dar la vida por otro.


Gracias Señor, porque en la última cena
partiste tu pan y vino, para saciar nuestra hambre y nuestra sed…

Gracias Señor, porque en la Eucaristía nos haces UNO contigo,
nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos
a entregar la nuestra…

Gracias Señor, porque en el pan y el vino
nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa
con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Bendice nuestra cena, Señor; bendice a nuestros hermanos más frágiles
y enfermos con quienes hoy nos sentimos especialmente unidos;
que la fraternidad alumbre para ellos la esperanza.


AMEN. 



Entre otras propuestas, también animan a mostrar el amor al prójimo a través del apoyo económico a las personas más vulnerables. Es decir, una cercanía solidaria con los afectados ante el impacto del coronavirus que puede manifestarse a través del apoyo económico a la campaña de emergencia “Cada gesto cuenta” lanzada por Cáritas para apoyar las necesidades más urgentes de las personas en situación más vulnerable.

Las 70 Cáritas Diocesanas que hay en España han lanzado innumerables proyectos e iniciativas solidarias bajo el lema “La Caridad No Cierra” para acompañar las necesidades básicas de quienes se encuentran en condiciones de mayor precariedad, como son, entre otros, las personas sin hogar, los mayores o las familias con escasos recursos.

Según precisan, “los efectos del Covid-19 en las condiciones económicas y sociales del país están siendo muy intensos y todo indica que, debido a la crisis de empleo en ciernes y la falta de ingresos a la que ya se enfrentan cientos de miles de familias, las demandas de apoyo urgente van a multiplicarse”.

Ante esta situación, los esfuerzos de acompañamiento de Cáritas estarán allí donde las necesidades de las personas más frágiles sean mayores.

También recuerdan que cada Jueves Santo, la Iglesia hace memoria agradecida de la Última Cena de Jesús con sus discípulos y de esa experiencia radical del amor fraterno que Jesús quiso expresar en el gesto del lavatorio de los pies, que es expresión del amor hecho servicio. 

“No hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir, si no se está dispuesto a despojarse de todo aquello que estorba, sin ponerse a los pies de aquel que nos necesita”, precisan.

Por eso, en este Día del Amor Fraterno de 2020, “cuando Jesús nos invita a sentarnos a su mesa, a compartir el pan y la vida, a aprender la lección del servicio, es el momento en el que este servicio debemos centrarlo de forma concreta en los golpeados por el coronavirus y, especialmente, en quienes están en situación de mayor vulnerabilidad y exclusión social ante la pandemia”.

Dentro de la llamada que Cáritas y la Conferencia Episcopal lanzan para vivir este año la jornada del Amor Fraterno potencian el valor de la acogida, se apuntan algunas actitudes que pueden ayudar a vivir el amor fraternal como son la mirada atenta para descubrir la necesidad del otro, comenzando por aquellos con quienes compartimos el hogar y el confinamiento.

La humildad para reconocer la propia vulnerabilidad y acoger el cariño y la cercanía del otro, la ayuda mutua, porque es la hora de una fraternidad inteligente, ejemplar y creativa para superar el individualismo y descubrir que nos necesitamos todos, así como la compasión, es decir, sentir con el otro y estar al lado compartiendo desalientos y esperanzas.

También animan a la responsabilidad para cuidarse y cuidar al otro, asumiendo las consecuencias de las propias acciones, la gratuidad, porque amar es dar, es dar-se, ofrecer lo que soy y tengo, aunque parezca insignificante y acompañar como expresión del amor hecho servicio generoso, entregado y cercano.

Y a unirse a la oración contemplando a Cristo en su Cruz y mirando con ternura a todos los que sufren, así como la esperanza, la que viene de Cristo resucitado, que ilusiona y abre al futuro porque con la Pascua llegan días de salvación y alegría. 

jueves, 24 de marzo de 2016

HOY ES JUEVES SANTO - REFLEXIÓN


Hoy comienza el Triduo Sacro celebrando la Última Cena
Jueves santo. Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía, el Orden Sacerdotal y nos recuerda el mandamiento del amor.
Por: San Juan Pablo II 




Hoy comienza el Triduo Sacro con la celebración de la Pascua, de la Última Cena, donde Jesús instituye el Sacramento de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal y nos recuerda el mandamiento del amor con su ejemplo en el lavatorio de los pies. Es un día para contemplar su amor infinito hecho servicio, hecho un pedazo de pan, hecho presencia continua entre nosotros.


La Última Cena

Después de la Cena se va a Getsemaní con sus discípulos. Ahí en la presencia de su Padre pasa la noche velando en oración para prepararse para la hora definitiva, para la cruz. Un momento para acompañar a Jesús y velar con él.

Texto sobre la Última Cena:

1. "Habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1).

Estas palabras, recogidas en el pasaje evangélico que se acaba de proclamar, subrayan muy bien el clima del Jueves Santo. Nos permiten intuir los sentimientos que experimentó Cristo "la noche en que iba a ser entregado" (1 Co 11, 23) y nos estimulan a participar con intensa e íntima gratitud en el solemne rito que estamos realizando.

Esta tarde entramos en la Pascua de Cristo, que constituye el momento dramático y conclusivo, durante mucho tiempo preparado y esperado, de la existencia terrena del Verbo de Dios. Jesús vino a nosotros no para ser servido, sino para servir, y tomó sobre sí los dramas y las esperanzas de los hombres de todos los tiempos. Anticipando místicamente el sacrificio de la cruz, en el Cenáculo quiso quedarse con nosotros bajo las especies del pan y del vino, y encomendó a los Apóstoles y a sus sucesores la misión y el poder de perpetuar la memoria viva y eficaz del rito eucarístico.
Por consiguiente, esta celebración nos implica místicamente a todos y nos introduce en el Triduo sacro, durante el cual también nosotros aprenderemos del único "Maestro y Señor" a "tender las manos" para ir a donde nos llama el cumplimiento de la voluntad del Padre celestial.

2. "Haced esto en conmemoración mía" (1 Co 11, 24-25). Con este mandato, que nos compromete a repetir su gesto, Jesús concluye la institución del Sacramento del altar. También al terminar el lavatorio de los pies, nos invita a imitarlo: "Os he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con vosotros, también lo hagáis vosotros" (Jn 13, 15). De este modo establece una íntima correlación entre la Eucaristía, sacramento del don de su sacrificio, y el mandamiento del amor, que nos compromete a acoger y a servir a nuestros hermanos.

No se puede separar la participación en la mesa del Señor del deber de amar al prójimo. Cada vez que participamos en la Eucaristía, también nosotros pronunciamos nuestro "Amén" ante el Cuerpo y la Sangre del Señor. Así nos comprometemos a hacer lo que Cristo hizo, "lavar los pies" de nuestros hermanos, transformándonos en imagen concreta y transparente de Aquel que "se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo" (Flp 2, 7).

El amor es la herencia más valiosa que él deja a los que llama a su seguimiento. Su amor, compartido por sus discípulos, es lo que esta tarde se ofrece a la humanidad entera.”
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