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sábado, 22 de noviembre de 2014
viernes, 21 de noviembre de 2014
CON MARÍA, EL DÍA DE SU PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO, 21 DE NOVIEMBRE
Con María, el día de su presentación en el Templo
Este día, la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, María fue presentada en el Templo.
Por: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Al meditar sobre tu vida, Madre querida, nos queda siempre en el alma alguna enseñanza, un prudente consejo, un camino...
Este 21 de noviembre la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, fuiste presentada en el Templo.
Por más que intento, Madrecita, no puede descubrir mi corazón una enseñanza en esta parte de tu vida. Me quedo en oración. Acabo de recibir a tu Hijo bajo la apariencia de pan. Así, mi corazón hecho pregunta se postra ante ti.
Enséñame, Madre...
Me abrazas el alma y siento que te acompaño en tan hermoso día.
Vas llegando al Templo de la mano de tus padres. La mano de Joaquín te llena de fuerza y confianza. La de Ana te sostiene un equipaje de amor, besos y abrazos para que te acompañe en el viaje trascendental que emprendes.
Con tu inocencia, jamás perdida, y tu ternura, exquisitamente multiplicada en años venideros, vas acercándote al lugar del que tanto te han hablado y vas aprendiendo a abrazarte al Dios eterno que conociste de la boca de tus amados padres.
Por estas cosas de la imaginación una María mamá, tal como me la recuerda la imagen de la Parroquia, me acompaña a descubrir a una María niña.
Vamos subiendo las escalinatas... Al llegar al último escalón distingo, a una prudente distancia un personaje conocido...
¡ Madre! ¿Acaso esa mujer que está allí, observando de lejos es... ?
-Si, hija, es Ana, la profetisa.
Claro, según dice la Escritura: "... casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones" (Lc 2, 36-37)
Ana... quien años más tarde hablaría "... acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén"...(Lc 2,38)
Ana... mira a esta niña de ojos dulces, belleza serena y sonrisa de cielo.
Ana... guarda ese rostro en su corazón, pues el rostro de María es inolvidable.
Me descubro nuevamente arrodillada en la Parroquia. Te miro con el alma, María, y descubro de tu mano la enseñanza. Simple y profunda. Simple como una mujer viuda mirando de lejos. Profunda, como el amor que nos tienes.
¡Nadie puede olvidarte, Madre!. Una vez que se te ha conocido, no es posible el olvido.
Aunque pasen muchos años entre el encuentro y el abrazo... entre la mirada y la sonrisa.
Nadie, que te haya visto, aunque sea una vez, puede olvidarte. Verte... no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. El encuentro es interior. El abrazo, único.
Mi corazón está feliz pues me has enseñado, una vez más, que meditar en tus ejemplos no es en vano, ni "pérdida de tiempo". Meditar en ti calma las angustias del alma, encamina los pasos del corazón y nos acerca a tu Hijo.
Este 21 de noviembre quiero pedirte que subas conmigo las escalinatas de mi vida. Que me lleves de la mano y me proveas de un imprescindible equipaje interior. Que sepa mantener ese equipaje meditando siempre en tus virtudes y ejemplos.
Feliz recuerdo de tu Presentación, Madre.
Hermano que lees estas sencillas líneas. Acompaña a Maria recordando con ella este día. Acompáñala con una oración, con un pensamiento, con una obra de caridad... Suma tu sencilla ofrenda a la que hizo de su vida la más pura ofrenda de amor.
ORACIÓN A LA PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA AL TEMPLO
ORACIÓN A LA PRESENTACIÓN
DE LA VIRGEN MARÍA AL TEMPLO
Oh Dios, que quisiste que en este día
fuese presentada en el templo la Santísima
Virgen María, morada del Espíritu Santo:
suplicámoste por su intercesión nos concedas
merecer ser presentados en el templo de
tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
LA PRESENTACIÓN DE NUESTRA SEÑORA AL TEMPLO, FIESTA, 21 DE NOVIEMBRE
La Presentación de Nuestra Señora al Templo
Fiesta, 21 de noviembre
Por: Mario Sgarbossa y Luiggi Giovannini
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre.
Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”.
El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa. Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.
Fiesta, 21 de noviembre
Por: Mario Sgarbossa y Luiggi Giovannini
La memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María, tiene una gran importancia, porque en ella se conmemora uno de los “misterios” de la vida de quien fue elegida por Dios como Madre de su Hijo y como Madre de la Iglesia. En esta “Presentación” de María se alude también a la “presentación” de Cristo y de todos nosotros al Padre.
Por otra parte, constituye un gesto concreto de ecumenismo con nuestros hermanos de Oriente. Esto se puede apreciar en el comentario de la Liturgia de las Horas que dice: “En este día, en que se recuerda la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva, construida cerca del templo de Jerusalén en el año 543, celebramos junto con los cristianos de la Iglesia oriental, la “dedicación” que María hizo de sí misma a Dios desde la infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada”.
El hecho de la presentación de María en el templo no lo narra ningún texto de la Sagrada Escritura; de él, sin embargo, hablan abundantemente y con muchos detalles algunos escritos apócrifos. María, según la promesa hecha por sus padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de Jerusalén y entre el canto de los ángeles. Para subir al templo había quince gradas, que María caminó sola a pesar de ser tan pequeña. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
La realidad de la presentación de María debió ser mucho más modesta y al mismo tiempo más gloriosa. Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo: “Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.
NUESTRA SEÑORA DE LA PRESENTACIÓN DEL QUINCHE, ADVOCACIÓN MARIANA, 21 DE NOVIEMBRE
Nuestra Señora de la Presentación del Quinche
Advocación Mariana, 21 de noviembre
Por: n/a | Fuente: Corazones.org
Patrona de Ecuador
La imagen de Nuestra Señora de la Presentación del Quinche es una hermosa escultura en madera, tallada en el siglo XVI por Don Diego de Robles, extraordinario artista al que se deben otras imágenes de María de gran popularidad y veneración.
Según algunos testimonios, la Virgen se apareció a los indios en una cueva prometiéndoles librarlos de los peligrosos osos que devoraban a los niños. Por otra parte, los que habían encargado la confección de la imagen a Don Diego, no le pagaron por ella, por lo que decidió entonces dársela en vez a los indios oyacachis a cambio de unos tablones de fino cedro que este necesitaba para sus trabajos. Los caciques quedaron admirados cuando vieron llegar a Diego Robles con la imagen de la Virgen a cuestas y reconocieron en ella los mismos rasgos de la Señora que se les había aparecido y les había hablado en la cueva. Sin duda, la Virgen quiso visitar primero a sus hijos mas pobres para atraerlos al Señor de los Señores quien ella lleva en sus brazos.
Quince años permaneció la imagen al cuidado de los indios hasta que en 1604, el obispo del lugar ordenó su traslado al poblado del Quinche, de donde finalmente tomó su nombre. La imagen, que es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto, está revestida por un amplio y hermoso ropaje de brocado cubierto de gemas, y bordado con hilos de oro y plata que sólo dejan ver su rostro moreno y apacible. La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Niño en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz.
A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna, ambas de plata pura, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas, manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano que gusta ver a su patrona resplandeciente, vestida siempre con las mejores galas. El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de aquellas sierras. Mestizo es el color de la Madre, síntesis del alma del inca y del español. Su fina nariz está enmarcada por un delicado rostro ovalado de labios delgados y boca pequeña; sus ojos achinados y su mirada triste con los párpados entrecerrados o caídos le confieren una dulzura única. Por eso esta advocación es tan popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto "la Pequeñita" a su protectora del cielo.
Es de admirar la variedad de cantos que se entonan en honor de la Virgen del Quinche, con textos en quechua, en jíbaro y en otros diversos dialectos de la región y también en castellano; muchos de ellos se cantan desde hace cuatro siglos. La imagen fue coronada en 1943 y su fiesta se celebra el 21 de noviembre. El templo actual fue declarado Santuario Nacional en 1985
jueves, 20 de noviembre de 2014
SE BUSCA UN SANTO
Se busca un Santo
Perdóname, Señor, que venga a molestarte, pero se me acaba de ocurrir una idea:
Dicen que tienes necesidad de un Santo y pienso que tal vez podría servirte yo...
Vengo, pues, a ofrecerme para tal empleo; creo que podría cumplir bien esa ocupación.
A pesar de lo que digan, el mundo está lleno de personas perfectas.
Hay muchos que te ofrecen tantos sacrificios que, para que no te
equivoques al contarlos, los marcan con pequeñas cruces en un
cuadernillo. A mí, la verdad, no me gustan los sacrificios, me fastidian enormemente...
Lo que te he dado, Señor, tú sabes bien que lo has cogido tú mismo sin pedirme permiso y, lo más que yo he hecho, ha sido no protestar...
Hay también otros que se corrigen de un defecto por semana y ¡claro! serán forzosamente perfectos al cabo de un trimestre.
Pero yo no tengo suficiente confianza en mí para hacer eso, ¿quién sabe si perseveraré al cabo de la primera semana?
¡Soy tan impulsivo, Dios mío!
Por eso, prefiero quedarme con mis defectos, aunque usándolos lo menos posible...
Las personas perfectas tienen tantas cualidades, que no hay sitio en su alma para otra cosa y por lo tanto nunca llegaran a ser Santos.
Además, tampoco tienen ganas de serlo por miedo a faltar a la humildad.
Pero un Santo, Señor, yo creo que es ser un vaso vacío, que tú llenarás de tu gracia, con el amor que desborda tu Corazón, con la santidad de los Tres...
Mira, Señor, que yo soy eso: un vaso vacío, sin nada; sólo hay un poco de fango estancado en el fondo y no está muy limpio, ya lo sé...
Pero seguro que ahí arriba tú tienes algún detergente celestial! y además, ¿para qué serviría el Agua de tu Costado sino para lavarlo antes de usarlo?
Pero si tampoco tú quieres de mí, Señor, no insistiré...
Piensa, sin embargo, en mi propuesta, que va en serio.
Cuando vayas a tu bodega a sacar el vino de tu amor, acuérdate que, en cierto lugar de la tierra, tienes un pequeño vaso a tu disposición.
Y YO... ¿QUÉ HAGO?
POESÍA A LA VIRGEN MARÍA ROSA MÍSTICA
Rosa Mística
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv
Rosa Mística, fragancia del Eterno
que perfumas mi templo en tu presencia
aroma suave de su complacencia
que floreces en el frío del invierno.
Eres la flor que adorna mi plegaria
el pensamiento que bendice mi conciencia
la suavidad y el color de la paciencia
la faz de una inocencia legendaria.
Alabo en la mañana tu belleza
la armonía que la gracia te regala
y el cándido fulgor de tu pureza.
Resplandece inmaculada la realeza
pues la luz que de Ti brota no se iguala
y proclama al universo tu grandeza.
OJOS DE MADRE
Ojos de Madre
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R.
Me miré en tus ojos de Madre,
eran dos lunas llenas
de luz celestial,
refulgentes como faros
para iluminar la noche oscura
de nuestra humanidad.
Eran dos libros
abiertos de par en par
para conocer y leer
la historia viva de Dios
y de la humanidad.
La misericordia y el amor,
estaban en el Dios Creador,
la tragedia y la culpa
en la pobre humanidad.
Me sentí silencio encadenado,
amarrado con cadenas de hierro
forjado en la fragua del pecado
que atenaza a la humanidad.
Tus ojos de Madre,
eran banderas desplegadas al viento
como palomas en busca de libertad
para la triste humanidad.
Me vi pequeño y grande,
a la vez,
por ser yo condición y rehén
de la entera humanidad.
Tras esos ojos maternales
había ríos impetuosos
de misericordia entrañable,
eran remansos de paz a la vez
que el alma purificaban,
en el perdón y la ternura,
de toda la humanidad.
Reflejaban tus ojos
una historia dispar,
en Dios había amor y bondad,
pero también ansias de perdón
en la caída humanidad.
Tus ojos, Virgen María,
son ojos de Madre,
ventanas de luz abiertas
y un poema de libertad
para la redenta humanidad.
!OH CORAZÓN DE MARÍA¡
¡Oh Corazón de María!
Hna. Teresa del Carmen Rodríguez Perez
Oh Corazón de María,
traspasado por la lanza
anunciada por Simeón.
Oh corazón generoso
admirable, amoroso
herido por el AMOR.
Mendigas Madre a mi puerta,
permaneces esperando
por si la dejara abierta.
Pasas la noche anhelando
que mi corazón ingrato,
descanse en tu regazo
y se abandone a tu abrazo.
Al pie de la cruz tomaste
a tus Hijos redimidos
con la sangre de Jesús
nuestro Cordero Divino.
Permaneciste segura,
ofreciéndote con él,
cual sacerdote al celebrar,
el sacrificio del Altar.
Eres admirable Madre
no guardaste para Ti
nada que no fuera tuyo
pues tu misma te entregaste
en oblación con el Cristo
el Señor, el Redentor.
Del Corazón de tu Hijo
brotó Madre, Agua y Sangre
y tus manos se elevaron
llevando al Altar del Cielo,
tus plegarias, tu corazón
inocente, Inmaculado,
traspasado de dolor
y sostenido por el AMOR.
Ese Corazón herido
Madre hoy quiero consolar,
abrazar, no despreciar.
Tengo temor yo de mí,
pongo mi confianza en Ti,
me llevarás a tu casa,
tu hija me llamarás
y en mí tu corazón
Madre mía triunfará
miércoles, 19 de noviembre de 2014
ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA DIVINA PROVIDENCIA
Oración a la virgen de la Divina Providencia
Omnipotente y sempiterno Dios que nos has concedido a tus siervos el don de conocer la gloria de la eterna Trinidad en la confesión de la verdadera fe, y la de adorar la unidad en el poder de tu majestad; te rogamos que por la firmeza de esta misma fe, nos libres siempre de todas las adversidades. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén
Oh divina Providencia!
¡Concédeme tu clemencia
y tu infinita bondad!
Arrodillada a tus plantas a ti caridad portento.
Te pido para los míos casa, vestido y sustento.
Concédeles la salud, llévalos por buen camino.
Que sea siempre la virtud la que los guíe en su destino.
Tú eres toda mi esperanza.
Tú eres el consuelo mío.
En la que mi mente alcanza, en ti creo, en ti espero, y en ti confío.
Tu divina Providencia se extiende a cada momento.
Para que nunca nos falte: casa, vestido y sustento.
Amén.
LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA DIVINA PROVIDENCIA , 19 DE NOVIEMBRE
Santísima Virgen de la Divina Providencia
Advocación Mariana, 19 de noviembre
Fuente: Corazones.org
Patrona de Puerto Rico
La devoción a la Virgen de la Divina Providencia se origina en el siglo XIII en Italia, de donde llegó poco tiempo después a España, en donde se construyó un santuario en Tarragona, Cataluña.
Se dice que el nombre de Divina Providencia, le fue asignado a la Virgen por San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien en una ocación en la que él y sus frailes no tenían nada que comer, invocó la protección de su Patrona, al poco tiempo se oyó toques en la puerta del convento, encontrando al abrila dos canastas llenas de alimentos.
La imagen original venerada por los Siervos de María y otras órdenes religiosas italianas, es un hermoso óleo en el que aparece la Virgen con el Divino Niño dormido plácidamente en sus brazos. Se cuenta que el título "de la Divina Providencia", se debe a San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien al invocar la protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían nada que comer, encontró a la puerta del convento dos cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su procedencia.
La imagen mandada a hacer por Don Gil Esteve fue tallada en Barcelona según el gusto de la época. Es una hermosa imagen sentada, "de ropaje, (es decir, hecha para ser vestida), y estuvo expuesta al culto en la catedral durante 67 años, hasta que en 1920 fue sustituida por otra magnífica talla, toda de madera, que es la imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia más familiar y conocida por las comunidades puertorriqueñas.
María se inclina sobre el Niño, que en total actitud de confianza duerme plácidamente en su regazo. Las manos de la Virgen se unen en oración mientras sostiene suavemente la mano izquierda del Divino Infante. El conjunto sugiere ternura, abandono, devoción y paz.
El Papa Pablo VI declaró a Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia, como patrona principal de la isla de Puerto Rico mediante un decreto firmado el 19 de noviembre de 1969. En ese documento se decretó también que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del dos de enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen. Se quiso unir así los dos grandes afectos de los puertorriqueños; el amor por su preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.
La talla más antigua, que data del 1853, fue la elegida para ser coronada solemnemente durante la reunión del Consejo Episcopal Latino Americano celebrada en San Juan de Puerto Rico el 5 de noviembre de 1976. La víspera del acontecimiento esta imagen fue vilmente quemada en la Parroquia de Santa Teresita de Santurce. Pero eso no detuvo la solemne coronación, que ocurrió en medio de la emoción y las lágrimas de millares de sus hijos y la presencia de cardenales, arzobispos y obispos venidos de toda Latinoamérica.
La imagen quemada fue enviada a España para ser restaurada. Actualmente espera la construcción del proyectado gran santuario nacional para ser allí colocada
martes, 18 de noviembre de 2014
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre de los hombres y de las mujeres: Reina y defensora nuestra SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA!
Venimos aquí para " CONSAGRARNOS A VOS ANTE ESTE ALTAR Y VUESTRA ESCOGIDA IMAGEN", y ofreceros el homenaje de nuestra vida y de nuestro amor; para felicitarte, como hijos tuyos, por los incomparables privilegios con que Dios te adornó desde el primer instante de tu concepción inmaculada, y para alegrarnos contigo por la gloria sublime de que ahora gozas en el cielo.
Un día feliz, admirada ante la bondad de Dios que acababa de hacerte Madre suya, dijiste aquellas palabras de divina inspiración: <<DESDE AHORA ME LLAMARAN BIENAVENTURADA TODAS LAS GENERACIONES.>>
Nosotros queremos cumplir ahora la parte que nos corresponde en esta profecía triunfal, y proclamamos tus glorias y te bendecimos por ellas con todo el fervor de nuestros corazones enamorados de tu hermosura y santidad.
Bendita seas, Santa María, por tu Concepción Inmaculada y por tu Maternidad Divina; por tu santidad y por tu poder de mediadora universal; por tu piedad y tu misericordia.
Tu nunca te olvidas de que has sido levantada hasta el trono de Dios, no sólo para tu gloria, sino también para nuestra salvación; no te olvides de que Dios te ha llevado al cielo en cuerpo y alma, para que así intercedas mejor por nosotros, pobres pecadores.
Llenos de confianza en tu poder y en tu bondad, y sabiendo que, como Madre buena, oyes los ruegos de tus hijos y de tus hijas, te suplicamos con todo el fervor de nuestro corazón, que no nos dejes de tu mano, porque, si tú nos dejas, nos perderemos para siempre.
¡No nos abandones y danos fortaleza, Santa Madre de Dios!
Para luchar contra las malas inclinaciones de nuestra naturaleza, herida por el pecado.
Para dominar las miradas peligrosas, y para impedir las conversaciones atrevidas.
Para apartarnos de compañías que nos lleven al pecado; para cumplir decididamente nuestros deberes de trabajo y estudio.
Para ser buenos y leales con los que convivimos y amigos, caritativos y atentos con los pobres y los enfermos, constantes y devotos en la recepción de los sacramentos de Confesión y Comunión.
Danos fortaleza para luchar y vencer;
¡Oh celestial vencedora de todas las batallas de Dios!
Y concédenos que los que hoy nos hemos reunido ante Ti para haceros entrega de todo nuestro ser mediante esta consagración, cantar tus alabanzas y pedir tu protección, nos reunamos un día en la gloria del paraíso para ofrecer contigo nuestro amor a tu Hijo y Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.
PÍDELE A LA VIRGEN MARÍA
Pídele a María
Julia E. Gómez Caride de Mouriño
Pídele a María,
piensa en María,
mira a María
dando a luz La Luz.
Ella es Su Madre y la nuestra,
Ella enseña y acompaña,
Ella nos ama y cobija,
Ella le pide a Jesús.
Ella es Su Madre y la puerta,
Ella ilumina el puente,
Ella nos tiende la mano,
Ella nos lleva a Jesús.
Pídele a Maria,
nuestra Mediadora,
piensa en María,
nuestra Auxiliadora,
mira a María,
nuestra Alegría
Ella nos lleva al Santuario,
Su Sagrario.
PIENSO EN LA VIRGEN MARÍA
Pienso en María
Rafael Ángel Marañón
Siempre pienso en María, pues nada hay más hermoso
Que tenerla por madre y noble valedora,
Y confiar tranquilo a salvo y virtuoso
Disfrutando su amor con gozo a toda hora.
Todo toma en sus manos brillo resplandeciente,
Todo toma una forma y aspecto acogedor,
Todo parece fácil si la tengo presente,
Y en su seguro seno me armo de valor.
Siempre presente en mí, con ella también gozo
La dicha que abastece su inagotable fuente,
Do tengo mi confianza y tengo mi alborozo,
Y en sus manos benditas reposa ya mi mente.
Como volcán que surge de la profunda tierra,
Así mi amor se crece hacia María amante,
Pues su calor me lleva al fuego que destierra
Los miedos de mi alma, a mi Cristo triunfante.
Ahora en paz serena, con santa reflexión
Adoro al Dios del Cielo pues Cristo me ha salvado,
Y de María en los brazos, por la divina unción
Reposo en paz y calma, ya libre del pecado.
PEREGRINO CON MARÍA
Peregrino con María
Rafael Ángel Marañón
Sé que estaré a tu lado de una u otra forma,
Dejando el fatigoso bregar de peregrino,
Gozando de tu amor sin código ni norma,
Habiendo ya llegado al fin de mi camino.
Ya he dejado mis huellas en la arena del mundo
Y en el nombre de Cristo y en tu amparo María
Caminé en confianza con talante jocundo,
Sin temer las tormentas bajo tu tierna guía.
He creído seguro a pesar de mi culpa,
Pues siempre notaba que vivía protegido
Por el amor profundo de María que no inculpa,
Y el poder infinito del Cristo prometido.
He resistido siempre los ataques del mal
Con el hijo bendito, el Cristo del Creador,
Dirigiendo mis ojos al agudo puñal,
Que María sufriera sumisa a su Señor.
No quiero más casuísticas, ni anhelo otro destino,
Que en Cristo y en María yo tengo mi poder;
Ande ebrio este mundo su paso mortecino,
Que a nadie más yo quiero amar o pretender.
MI TIERNA MADRE LA VIRGEN MARÍA
Mi tierna Madre María
Padre Gabriel Medina Magallanes
Al hablar de la Santísima Virgen María, no basta con describir de lejos el misterio como un objeto científico, es necesario vivirlo desde dentro y presentarlo a quien quiera gustarlo, uniendo el sólido fundamento teológico y escriturístico con la unción religiosa y la vibración de una piedad auténtica y cordial.
Ante el Misterio de Mi Tierna Madre María no podemos quedarnos en la pura erudición, erudición que nos deje fuera del Misterio, donde domine la hojarasca verbal y la piedad poco ilustrada que se reviste de una adjetivación dulzona y vana. necesitamos un modelo cercano que nos haga familiares, íntimas y accesibles las virtudes. Por encima de sus preferencias morales,
Mi Tierna Madre María vivió su existencia en la tripe dimensión de la Fe, la Esperanza y la Caridad. Y lo hizo con la silenciosa naturalidad que es el secreto de la grandeza de los grandes santos. Pasó por las mayores pruebas y los dolores más punzantes irradiando la fortaleza de una creencia inquebrantable, de una esperanza invencible y de un amor incandescente.
Mi tierna Madre María aceptaba de buen grado el Misterio de Dios presente en su vida. El primer dolor y gozo se presenta cuando Ella ha vuelto a Nazaret después de la visita a su prima Santa Isabel. José, el humilde carpintero queda maravillado cuando advierte que su esposa va a ser madre y empieza a sufrir una duda angustiosa. El no acata a entender que se trata de una bendición del Espíritu Santo: ¡Su esposa ha concebido un hijo! El sabe que su esposa es santa... ¡Su esposa es santa, su esposa es humilde, y no le dice que aquel hijo es el Hijo de Dios! María calla dejándolo todo en las manos del Señor! José comprende que allí se realiza un Misterio elevado, y quiere dejar en libertad a su joven esposa, quiere separarse de ella. Pero el Padre del cielo vela por su siervo fiel y le convierte su pena en consuelo, en admiración y gozo.
El, el carpintero del pueblo, es elegido para esposo de la madre de Dios y padre legal del Salvador del mundo.
Así entendemos que la devoción a Mi Tierna Madre María “no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, probada, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia Nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes”. (L. G. no. 67)
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