Noveno día: Explicación de las letanías
Mater Christi
Madre de Jesucristo. ¿Hay un título más glorioso, para María, que ser la Madre de Jesucristo, cuya gloria y majestad se derraman sobre ella? Porque adorando a Jesucristo como Rey de reyes y Amo soberano del universo, ¿no se debe honrar a su Santísima Madre como la Reina gloriosa del cielo y de la tierra? Y si Betsabé, e otro tiempo, obtuvo tanta gloria por ser la madre de Salomón, ¡qué honor, qué gloria no le corresponde a María, la Madre de Jesucristo, que es el Hijo de Dios y Dios mismo!
Mater divinae gratiae
Madre de la divina gracia ¿Se podrá dudar que María fue la Madre de la divina gracia, después de que fue elevada a la dignidad de Madre de aquél que es el autor de todas las gracias, y después que el arcángel Gabriel, el enviado del altísimo, la saludó llena de gracia? No, ciertamente; porque es en vista de esta plenitud que la Iglesia le aplica esas palabras del Eclesiástico: En mí está toda la gracia, y que los santos Padres la compararon con el mar, por ser el mar el reservorio y la fuente de todas las aguas de la tierra, lo mismo que María es el tesoro y el canal de todas las gracias del cielo.
Ejemplo
Un gran pecador se encontró un día con San Bernardo, lamentando la multitd de sus pecados. “Es imposible que Dios me conceda su persona y su gracia”. El santo Doctor le respondió lleno de compasión: “Tranquilícese usted, hijo mío, no tiene ninguna razón para desesperar”. Tome, lea. El santo le hizo leer el pasaje de la Escritura en que el Ángel dice a María: “No temas porque has encontrado gracia delante de Dios (Luc I, 30). ¿Comprende esas palabras? Preguntó el santo. María encontró gracia. Hijo mío, usted sabe que se puede encontrar cosas que otros han perdido. Así, no tarde no tema, apúrese en recurrir a la Madre de Dios y dígale : “ He perdido la gracia y tú la has encontrado, devuélvemela reconciliándome con tu Hijo, y leugo que haya recuperado esta gracia, guárdame por miedo a que la pierda de nuevo”. El pobre pecador repitió confiado, se prosternó delante de la imagen de la Virgen, rogó a la Madre de la gracia divina, hizo penitencia y muruó bendiciendo el nombre de su celeste protectora.
Pidamos a la Santísima virgen una gracia abundante por nuestro progreso en las virtudes de nuestra condición
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACi Prensa
Décimo día: Explicación de las letanías
Mater purissima
Madre purísima. Cuando se dice que María no tiene mácula, se quiere decir que está exenta, por privilegio único, pero conveniente, del pecado original, porque Dios no debía permitir que su incomparable Madre fuese infectada un solo instante con la mancha del pecado. Nació para aplastar a la serpiente infernal. ¿Podía comenzar siéndole sumisa?. Cuidémonos de pensar que María haya pecado en Adán, ya que este sentimiento sería igualmente injurioso a la gloria del Hijo de Dios que deshonrarlo por la pureza de su madre que niega su consentimiento para efectos del misterio de la encarnación que le anunció el enviado e Dios, que después que ella hubiese comprendido, por las palabras del ángel, que convirtiéndose en madre de Dios no tenía nada que temer por su pureza.
Mater castíssima
Madre castísima. Hay que convenir que le príncipe de los Apóstoles haya tenido grandes privilegios; pero Jesús no permitió que ningún discípulo que no fuese virgen reposara sobre su seno durante la Cena, y penetrara en el secreto de los misterios más ocultos, Si el Salvador favoreció a san Juan más que a todos los otros discípulos, en virtud a su gran pureza, ¡con qué abundancia de favores y gracias debió estar prevenida María, cuya pureza permanece intacta e inviolable en el seno de su admirable fecundidad.
Ejemplo
San Luís Gonzaga, clérigo menor de la Compañía de Jesús, no esperó los progresos de los años para elevarse a las más sublimes virtudes. El voto de virginidad que le había inspirado, a los nueve años, su amor a María, fijó en él por siempre las miradas benéficas de la Reina de los corazones puros. Unos de los favores más privilegiados que recibió fue ignorar toda su vida las rebeliones de la carne que humillan a los más grandes santos, y no aprobar nunca esos pensamientos inoportunos que son el objeto casi continuo de sus combates. Consumido de perfección antes de entrar en los ejercicios del noviciado, fue modelo de sus maestros y mereció pronto coronar con una santa muerte una vida del todo angélica.
Pongamos nuestra pureza bajo la protección de la Santísima Virgen, recurramos a ella en el momento de la tentación
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
Décimo día: Explicación de las letanías
Mater purissima
Madre purísima. Cuando se dice que María no tiene mácula, se quiere decir que está exenta, por privilegio único, pero conveniente, del pecado original, porque Dios no debía permitir que su incomparable Madre fuese infectada un solo instante con la mancha del pecado. Nació para aplastar a la serpiente infernal. ¿Podía comenzar siéndole sumisa?. Cuidémonos de pensar que María haya pecado en Adán, ya que este sentimiento sería igualmente injurioso a la gloria del Hijo de Dios que deshonrarlo por la pureza de su madre que niega su consentimiento para efectos del misterio de la encarnación que le anunció el enviado e Dios, que después que ella hubiese comprendido, por las palabras del ángel, que convirtiéndose en madre de Dios no tenía nada que temer por su pureza.
Mater castíssima
Madre castísima. Hay que convenir que le príncipe de los Apóstoles haya tenido grandes privilegios; pero Jesús no permitió que ningún discípulo que no fuese virgen reposara sobre su seno durante la Cena, y penetrara en el secreto de los misterios más ocultos, Si el Salvador favoreció a san Juan más que a todos los otros discípulos, en virtud a su gran pureza, ¡con qué abundancia de favores y gracias debió estar prevenida María, cuya pureza permanece intacta e inviolable en el seno de su admirable fecundidad.
Ejemplo
San Luís Gonzaga, clérigo menor de la Compañía de Jesús, no esperó los progresos de los años para elevarse a las más sublimes virtudes. El voto de virginidad que le había inspirado, a los nueve años, su amor a María, fijó en él por siempre las miradas benéficas de la Reina de los corazones puros. Unos de los favores más privilegiados que recibió fue ignorar toda su vida las rebeliones de la carne que humillan a los más grandes santos, y no aprobar nunca esos pensamientos inoportunos que son el objeto casi continuo de sus combates. Consumido de perfección antes de entrar en los ejercicios del noviciado, fue modelo de sus maestros y mereció pronto coronar con una santa muerte una vida del todo angélica.
Pongamos nuestra pureza bajo la protección de la Santísima Virgen, recurramos a ella en el momento de la tentación
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
Vigésimo primer día: Explicación de las letanías
Domus aurea
Casa de oro. Aunque esta comparación esté muy por debajo de la dignidad y de las virtudes de la Madre de Dios, no deja de tener el mérito de la justeza: ¿no se puede llamar Casa de oro a María, cuyo seno fue el tabernáculo del Hijo de Dios vivo? ¿Aquella que es la obra maestra de la Omnipotencia? Y como el oro es el símbolo de la pureza, María que es por siempre pura y está exenta de pecado, ¿no merece el título de Casa de oro?
Foederis arca
Arca de la Alianza. El arca de la alianza que siempre fue para los judíos el monumento más respetable de su religión, tiene tantas relaciones con María que la Iglesia la mira como una figura de la Madre de Dios. Efectivamente, trayendo a la memoria algunos objetos de comparación, hacemos notar que como las tablas de la antigua ley fueron conservadas en el Arca, el legislador de la nueva, Jesucristo, quiso estar durante nueve meses en el casto seno de María. Y si el Arca traía a los Israelitas los recuerdos de la Alianza que Dios había celebrado con ellos, María nos recuerda, también, la nueva alianza, que el hijo de Dios nos hizo contraer con su Padre, tomando en el seno de María la vida que entregó generosamente para rescatarnos.
Ejemplo
San Bernardo, célebre Abad de Clervaux, y el último de los Padres de la Iglesia, parece haber asumido el trabajo de reunir, en sus piadosos escritos, todo lo que en los siglos precedentes se había dicho de más bello y conmovedor sobre la Santísima Virgen, como si reuniera en su corazón todas las tiernos afectos de sus más fervientes servidores. No se puede leer lo que compuso en alabanza de la la Virgen sin sentirse penetrado de respeto, de confianza y de amor por ella; y él mismo, lo estaba de tal manera, que el recuerdo de sus grandezas y sobre todo de su bondad, le hacía caer en éxtasis. Esta buena madre quiso mostrar sensiblemente en su persona cuánto atrae las bendiciones el coraje de abandonar los afectos de la naturaleza, en especial sobre aquellos que se parecía abandonar ya que toda su famili, primeramente tan opuesta a su retito, terminó por compartir con él sus santas dulzuras.
Roguemos a María llenar nuestros corazones de caridad con el fin de que sean una morada agradable a Jesús cuando baje a él en la Santa Comunión.