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jueves, 25 de junio de 2020
miércoles, 24 de junio de 2020
10 CONSEJOS PARA ENFRENTAR LA MUERTE DE FORMA CRISTIANA
10 consejos para enfrentar la muerte de forma cristiana
Lo que estamos llamados a hacer es entender el verdadero sentido de la muerte
Por: Fabio Acuña Acuña | Fuente: PildorasDeFe.net
La muerte nos asusta a todos; vernos indefensos y frágiles nos genera incertidumbre, preguntas, malestar.
Muchas veces, evadiendo el tema, decimos que aún nos falta mucho para ese día, que no nos preocupa y cuando alguien nos toca el tema lo desviamos.
En realidad, lo que estamos llamados a hacer es entender el verdadero sentido de la muerte, y para ello debemos revisar los siguientes aspectos que nos darán una visión cristiana de la misma
1. Recurrir a los sacramentos:
Unción de los enfermos, confesión y comunión.
Cuando este momento se acerca se debe procurar dejar este mundo libre de cargas y pecados, recibir la unción de los enfermos, confesarse y comulgar. De esta forma, al llegar la muerte, será el encuentro con Cristo, que como Buen Pastor acompaña a sus ovejas.
Debemos procurar que si un ser querido o vecino se encuentra en esta situación, ayudemos buscando o avisándole a un sacerdote cercano para que vaya a visitar al enfermo y pueda irse en gracia de Dios.
Recordemos personalmente buscar vivir en comunión con el Señor, cumplir sus mandamientos y confesarnos y comulgar con frecuencia por amor a nuestro Dios y considerando que la propia muerte puede sobrevenirnos cuando menos lo esperamos.
2. Comprender que la muerte es un estado liberador.
Cristo quiso liberarnos con amor y entrega. Al resucitar, Él venció a la muerte y nosotros debemos vivirla comprendiendo que un ciclo terreno termina e inicia el tiempo de gracia al lado de Dios y su corte celestial.
Recordemos que la muerte y resurrección de nuestro Señor nos permite que compartamos con Él la vida eterna. Jesús nos dice: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Juan 11, 25-26)
3. Entender que la muerte no es un castigo
sino la entrada a la vida eterna.
La muerte entró al mundo para purificar el pecado que heredamos de nuestros primeros padres, todos estamos convocados a ir con el Creador de la vida y entregar cuentas de cómo hemos vivido en esta tierra. No necesariamente la enfrentaremos cuando estemos enfermos o ancianos, será cuando se nos llame al encuentro con Dios Padre, quizás en el momento menos esperado.
Nuestra esperanza y alegría es Cristo quien nos ha redimido: “Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6,23)
4. Conservemos con amor el recuerdo de
nuestros seres queridos que han partido.
Si bien ya no están físicamente con nosotros, todas sus enseñanzas y los momentos compartidos viven en nuestros corazones, honremos siempre su memoria como un tesoro invaluable que nos acompañará en nuestra vida.
5. Acompañar, aconsejar y ayudar a los
familiares de quien ha fallecido.
Cuando se ha perdido a alguien, generalmente nos refugiamos en la soledad, el llanto y el silencio, la depresión, la inapetencia y el estrés.
Nuestra tarea cristiana es acompañar, aconsejar y ayudar a los familiares, recordarle con alegría, procurando que se distraigan y vean en la muerte no un fin, sino un continuar en el amor de Dios, que tiene preparado un lugar para cada uno de nosotros.
6. Evitemos caer en depresiones prolongadas,
busquemos ayuda y soporte espiritual.
Aunque nos duele que un ser querido haya partido y sentimos un vacío en ese tiempo y espacio que compartía con nosotros, hay que evitar caer en depresiones prolongadas, primeramente porque sabemos que a quien se ha ido no le hubiese gustado vernos así, y segundo, porque contamos con la esperanza cristiana de que, quien ha creído y vivido en el Señor, tiene vida eterna en Él.
Si nos es difícil levantarnos del duelo, busquemos ayuda en un sacerdote o director espiritual para sobrellevar el dolor, será muy útil.
7. Respetar el luto y evitar hablar de dinero
o herencias en los momentos más sensibles
Es posible que la persona fallecida haya dejado algunos bienes que corresponden a los hijos o las personas que comparten un rasgo de consanguinidad.
Todo tiene su tiempo apropiado, y es lamentable ver familias que, aun cuando no ha ocurrido la muerte o está muy reciente, tienen rencillas por temas materiales. La Biblia nos enseña: “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra” (Colosenses 3,1-2)
8. Es recomendable donar la ropa y cosas usadas por nuestro familiar difunto.
Es una buena obra de caridad donar las prendas que la persona usó a una beneficencia, casa hogar o refugio, de esta forma corresponderemos con la obra de misericordia de vestir al desnudo. Otra razón es que muchas veces estas cosas materiales a las cuales nos apegamos nos hacen mucho daño, no nos permiten superar el dolor que ocasionado por la pérdida y dejar a nuestro familiar descansar en paz.
9. Evitemos caer en prácticas supersticiosas
o de Nueva Era para mitigar nuestro dolor.
Algunas empresas en su afán, no de compartir el dolor sino de lucrarse de éste, ofrecen rituales que no son compatibles con la verdadera vida cristiana. Por ejemplo: sembrar un árbol con los restos de nuestro familiar, arrojar las cenizas a un lago para perpetuar su memoria, crear un cementerio virtual para visitarle online, o llamarle a un animalito como el familiar relacionándolo con la reencarnación (la cual es incompatible con nuestra fe), etc. El dolor no puede desviarnos de nuestra fe, nuestra confianza siempre debe estar puesta en Dios y en sus promesas, es su gracia la que nos ayudará a continuar.
10. Orar por el eterno descanso de quienes han partido.
Es esencial y la mayor obra de amor que podemos tener con nuestro ser querido. En muchos de nuestros países de habla hispana se acostumbra, al día siguiente de la cristiana sepultura, reunirse en torno a la oración o “novenario” para ayudar al difunto durante la purificación que le corresponda en el purgatorio.
Debemos hacerlo con mucha fe, ofreciendo la Eucaristía por su eterno descanso, rezando el Santo Rosario, la Coronilla de la Misericordia, etc. Es nuestro deber cristiano orar los unos por los otros: La Iglesia purgante (los que han fallecido), la Iglesia militante (los que aún tenemos vida terrenal) y la Iglesia triunfante (Los Santos que están con Cristo.)
Nos dice el Catecismo de la Iglesia: “Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46).
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.” (numeral 1032)
9 DATOS QUE QUIZÁS NO CONOCÍAS DE SAN JUAN BAUTISTA
9 datos que quizás no conocías de San Juan Bautista
Redacción ACI Prensa
Con estos 9 datos se puede conocer detalles poco conocidos de la vida de San Juan Bautista, una figura importante y misteriosa del Nuevo Testamento cuya fiesta se celebra hoy.
1) Tiene relación de parentesco con Jesús
En el Evangelio de San Lucas 1:36, a la madre de Juan Bautista, Isabel, se le describe como “pariente” de María, lo que significa que probablemente tenían una relación de sangre.
Isabel, siendo una persona mayor, pudo haber sido una tía, tía abuela u otro tipo de pariente. Esto significa que Jesús y Juan Bautista eran primos en uno u otro sentido del término.
2) Su ministerio inicia poco ante al de Jesús
San Lucas da una fecha precisa del inicio del ministerio de Juan Bautista: “En el año quince del imperio de Tiberio César… fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados”.
Esta fecha es importante porque San Lucas sugiere que el ministerio de Jesús comenzó poco después de que lo hizo Juan Bautista, lo que sitúa la fecha probable del bautismo de Jesús en el año 29 o principios del año 30.
3) Fue precursor y anunció al Mesías
Juan Bautista fue el precursor o mensajero del Mesías. Su misión era preparar el camino para su llegada, haciendo un llamado al arrepentimiento, a la conversión y bautizando con agua.
También vino a anunciarlo e identificarlo. Juan Bautista dijo: “Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel” (Juan 1:31).
Esa identificación se hizo efectiva cuando Juan bautizó a Jesús: “Y Juan dio testimonio diciendo: ‘He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él’. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’”.
4) Su arresto afectó a Jesús
Los evangelios indican el primer ministerio de Juan Bautista y el de Jesús se desarrolló en Judea, en la parte sur de Israel, cerca de Jerusalén. Sin embargo, cuando Juan fue arrestado por Herodes, el gobernante de Galilea y Perea, Jesús tuvo que dejar su ministerio en Galilea, según precisa Mateo 4:12.
5) Enseñó sobre moral en el trabajo
Juan Bautista fue interrogado tanto por recaudadores de impuestos como por soldados sobre lo que debían hacer para agradar a Dios, y les pide que trabajen de manera justa.
Lucas 3:12-14: “Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: ‘Maestro, ¿qué debemos hacer? Él les dijo: ‘No exijáis más de lo que os está fijado’. Preguntáronle también unos soldados: ‘Y nosotros ¿qué debemos hacer?’ Él les dijo: ‘No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada’”.
6) No fue la reencarnación de “Elías”
En el Evangelio, cuando Jesús identifica a Juan Bautista como el “Elías” que iba a venir, señaló que el cumplimiento de la profecía de Elías no debía tomarse de la manera literalista como lo hacían los escribas de su época.
Elías no era quien debía regresar e ir a Judea para evangelizar al pueblo, sino que debía aparecer alguien “como Elías” para realizar esa tarea. Esa persona era Juan el Bautista, el precursor del Nuevo Testamento que prepara el camino para la llegada del Señor; mientras que Elías hizo lo propio en el Antiguo Testamento.
7) Era bastante famoso
Hay indicadores muy claros sobre esta afirmación: El movimiento que inició Juan Bautista tuvo seguidores en tierras lejanas, y existe información sobre su vida en otros textos aparte del Nuevo Testamento.
Los textos referidos los escribió el historiador judío Flavio Josefo.
8) El hijo de Herodes El Grande lo asesinó
A Juan Bautista lo asesinó Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande, quien heredó las regiones de Galilea y Perea.
Este hombre tenía un matrimonio ilegítimo. Aparentemente, había robado a Herodías, la esposa de su hermano Herodes Filipo I. Esa situación lo puso en contra de Juan Bautista, quien se opuso a la unión (Marcos 6:18), lo que llevó a Herodes a arrestar a Juan (Mateo 14: 3).
Aunque tenía a Juan Bautista en custodia y su esposa lo odiaba y lo quería muerto, Herodes Antipas era protector de Juan y lo admiraba como predicador: “Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto” (Marcos 6:20).
Incluso la muerte de Juan Bautista no terminó con la admiración de Antipas por él. Cuando comenzó a escuchar noticias sobre Jesús, pensó que Jesús podría ser Juan resucitado (Marcos 6:14), y trató de ver a Jesús con sus propios ojos (Lucas 9:9).
9) Murió a causa del odio
La esposa de Herodes Antipas, Herodías, odiaba a Juan presuntamente por criticar públicamente su traición a Herodes Filipo I, su ex esposo, así como el matrimonio contraído con su hermano.
Finalmente, después de que su hija Salomé deleitara a Antipas con un baile especial en su fiesta de cumpleaños, Herodías pudo manipularlo para que diera la orden de la muerte de Juan por decapitación (Marcos 6: 21-28).
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
HOY LA IGLESIA CELEBRA EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA, 24 DE JUNIO
Hoy la Iglesia celebra el nacimiento de San Juan Bautista, el "Profeta del Altísimo"
24 de Junio
“La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja”, explicaba el Obispo San Agustín (354-430) en sus sermones ya en los primeros siglos del cristianismo.
“Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegaron hasta Juan”, añadía el Santo Doctor de la Iglesia.
San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo. En el primer capítulo de San Lucas se narra que Zacarías era un sacerdote judío casado con Santa Isabel y no tenían hijos porque ella era estéril. Estando ya de edad muy avanzada, el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías de pie a la derecha del altar.
El mensajero divino le comunicó que su esposa iba a tener un hijo, que sería el precursor del Mesías, y a quien pondría por nombre Juan. Zacarías dudó de esta noticia y Gabriel le dijo que quedaría mudo hasta que todo se cumpla.
Meses después, cuando María recibió el anuncio de que sería madre del Salvador, la Virgen partió a ver a su prima Isabel y se quedó ayudándole hasta que nació San Juan.
Así como el nacimiento del Señor se celebra cada 25 de diciembre, cercano al solsticio de invierno (el día más corto del año), el nacimiento de San Juan es el 24 de junio, alrededor del solsticio de verano (el día más largo). Así, después de Jesús los días van a más y después de Juan, los días van a menos hasta que vuelve “a nacer el sol”.
La Iglesia señaló estas fechas por el siglo IV con la finalidad de que se superpongan a dos fiestas importantes del calendario greco-romano: “día del sol” (25 de diciembre) y el “día de Diana” en el verano, cuya fiesta conmemoraba la fertilidad. El martirio de San Juan Bautista se conmemora cada 29 de agosto.
Biografía de San Juan Bautista, Nacimiento
Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.
San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses - el 24 de diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).
El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.
Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".
Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".
El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".
Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.
Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.
También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.
De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.
Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.
Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.
Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".
Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".
Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo"…
"Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…"
Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…"
Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El.
Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".
Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo".
Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".
Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.
Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.
Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.
Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.
Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.
Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".
En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…"
Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…"
Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.
Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".
Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se puso muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.
Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.
FUENTE: www.ewtn.com
EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 24 DE JUNIO DE 2020 - NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA
Duodécima Semana del Tiempo Ordinario - Año Par
Miércoles 24 de junio de 2020
Hoy es: Natividad de San Juan Bautista (24 de Junio)
“ Juan es su nombre ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 49, 1-6
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso».
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, -tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza-:
«Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Salmo
Sal 138, 1-3. 13-14. 15 R/.
Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 22-26
En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: “Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación».
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Le replicaron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Reflexión del Evangelio de hoy
Te hago luz de las naciones
Tono exaltado, brillante, pero también quejumbroso por la desilusión de su aparente fracaso. Como siempre, primero los lamentos. La misión casi siempre es dolorosa. Se necesita tiempo, reposo y calma interior para sopesar y escuchar lo que Dios pueda decirnos. Todo profeta -cada uno lo somos- pasa por momentos de desaliento y desánimo.
Profeta no es quien adivina el futuro, sino aquel que conociendo el pasado, sacando sus lecciones, interpreta el presente con serenidad, con vistas a un futuro esperanzado y mejor. Por eso digo: todos somos profetas: conocedores de un mensaje, de una historia, con sus partes negativas, y que no deberíamos repetir. Es la única forma de que mejore el futuro. Los versículos 5 y 6 son los que abren el horizonte de esperanza, sin necesidad de ser ilusos, sino confiados en el Señor. Hemos sido elegidos para ser portadores de luz, de libertad, de fraternidad. “Luz para las naciones”, “llevar la salvación allá donde estemos o vayamos”. Es nuestro reto; como lo fue el de Jesús. Se trata de escuchar, de encontrar el apoyo en Dios, de no ser pretenciosos ni engreídos, abrirnos a la LUZ.
En estos meses, hemos pasado un tiempo de prueba duro en todas las naciones; por eso, encontrar en Jesús -como lo hizo la comunidad primitiva cuando escuchó este texto y que hoy podemos aplicar también a Juan, el bautista-, la Luz para ver más y mejor, ver más lejos y más hondo, con mayor sinceridad y más despojo, con más veracidad y entrega, es lo que nosotros, cristianos, podemos ofrecer a los demás…aunque no crean lo mismo.
Cuesta adaptar la visión interior al foco luminoso de Jesús. Al principio, es una luz cegadora, pero poco a poco, la realidad entorno va adquiriendo su auténtica dimensión y claridad, porque nuestro interior es más diáfano con Jesús.
Mencio, filósofo chino, reformador del confucionismo -hemos aprendido mucho de los chinos de antaño y de ahora- decía: “La verdad expresada antes de tiempo siempre es peligrosa”. Los profetas lo sabían bien, lo experimentaron en carne propia. La Iglesia es tierra de profetas.
Te doy gracias porque me has escogido portentosamente
Todo en este salmo es acción de gracias por las múltiples situaciones por las que el Señor hace pasar y de las que, por lo general, se sale airoso. El Señor, aunque a veces tarda un poco, siempre responde a nuestras súplicas, nos da fuerzas en medio de tantas flaquezas.
A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación
Las palabras de Pablo son conocidas de todos. David. Juan. Jesús. Cada uno es su papel. Juan se muestra sincero y humilde. No se sabe protagonista de nada; solo es mero puente. Puente que se utiliza y luego se olvida. No es una actitud la suya pre-cristiana, sino que ya se inserta en lo que después va a ser la Buena Noticia de Jesús: actitud de abajamiento, de servicio, de reconocimiento de la propia identidad: humildad y anuncio. Juan no es el eslabón perdido; al contrario: es el eslabón encontrado. Juan es el precursor/anunciador. Como debemos serlo cada uno para los demás.
Juan es su nombre
Desconcierto generalizado ante aquel cambio de nombre. Típico: cuando Dios tiene reservada una misión para alguien, lo primero que hace es cambiarle el nombre. Es una forma de expresar la novedad, porque cada nombre tiene un significado que va más allá de lo puramente familiar.
Por eso, antaño, los religiosos y religiosas, se cambiaban de nombre al iniciar una nueva etapa en su vida. Los papas siguen haciéndolo. Por tanto, no es de extrañar la extrañeza del vecindario cuando Zacarías dijo: Juan es su nombre. Se rompía la tradición familiar. Comenzaba una etapa nueva. Aquel niño, ¿qué iba a ser? ¿qué significado tenía ese giro nominal? Habría de pasar tiempo para saberlo. Juan se convertiría en el eslabón unitivo de esa larga cadena entre lo antiguo y lo nuevo. Lucas es listo e intuitivo en ver más allá de la inmediatez. A él le han contado algo y hace una narración desde la pedagogía divina; lo que los exégetas llaman “hacer una lectura teológica de la realidad”. Lucas la hace en todo su evangelio.
Después vendría el “Benedictus”, todo un resumen de la historia de la salvación en forma de cántico laudatorio.
Es bueno saber qué significa el nombre bautismal que eligieron nuestros padres; y de él, ver si nuestra vida se corresponde con ese significado y comprender mejor nuestra misión en el mundo.
Aunque, la verdad, a veces hay nombres que no suenan muy bien que digamos… Se tratará entonces de que sepamos darle vida y contenido con nuestra personalidad y con nuestros actos… Si lo hacemos bien, pronto veremos que nos “hemos singularizado” más allá del nombre recibido… Claro que no todo podemos someterlo al significado de nuestro nombre, pero sí podemos darle “un estilo nuevo”.
Fr. José Antonio Solórzano Pérez O.P.
Casa San Alberto Magno (Madrid)
martes, 23 de junio de 2020
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 23 DE JUNIO DE 202
Martes de la duodécima semana del Tiempo Ordinario
Martes 23 de junio de 2020
Segundo Libro de los Reyes 19,9b-11.14-21.31-35a.36.
El había oído, en efecto, que el rey se había retirado de Laquis, al recibir la noticia de que Tirjacá, rey de Cus, se había puesto en campaña para combatirlo. Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle:
"Hablen así a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.
Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú te vas a librar?
Ezequías tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor
y oró, diciendo: "Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra.
Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios viviente.
Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las naciones y sus territorios.
Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer.
Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres Dios!".
Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: "Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria, y yo la he escuchado.
Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te desprecia, se burla de ti, la virgen hija de Sión; a tus espaldas mueve la cabeza la hija de Jerusalén.
Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Por eso, así habla el Señor acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad, ni le lanzará una flecha; no la enfrentará con el escudo, ni levantará contra ella un terraplén.
Se volverá por el mismo camino, sin entrar en esta ciudad -oráculo del Señor-.
Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi servidor".
Aquella misma noche, el Angel del Señor salió e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres, que estaban muertos.
Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, emprendió el regreso y se quedó en Nínive.
Salmo 48(47),2-3a.3b-4.10-11.
R/. Dios ha fundado su ciudad para siempre
El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.
Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.
Tu alabanza, lo mismo que tu nombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia.
Evangelio según San Mateo 7,6.12-14.
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.
Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Clemente de Roma
papa del año 90 a 100 aproximadamente
Carta a los Corintios, § 36-38
«El camino que lleva a la vida»
Jesucristo es, amados hermanos, el camino por el que llegamos a la salvación, el sumo sacerdote de nuestras oblaciones, sostén y ayuda de nuestra debilidad. (He 10,20; 7,27; 4,15). Por él podemos elevar nuestra mirada a lo alto de los cielos; por él, vemos como en un espejo el rostro inmaculado y excelso del Padre; por él, se abrieron los ojos de nuestro corazón; por él, nuestra mente, insensata y entenebrecida, se abre al resplandor de la luz; por él quiso el Señor que gustásemos el conocimiento inmortal, ya que «él es el reflejo de la gloria del Padre..., encumbrado sobre los ángeles porque es mucho más sublime que el de éstos el nombre que ha heredado» (Hb 1,3-4)...
Tomemos como ejemplo nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más ínfimos de nuestro cuerpo son necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se coordinan entre sí para el bien de todo el cuerpo (1C 12,12s). Procuremos, pues conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación de Dios. El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico dé al pobre, el pobre dé gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no dé testimonio de sí mismo, sino deje que sean los demás quienes lo hagan. El que guarda castidad, que no se enorgullezca, puesto que sabe que es otro quien le otorga el don de la continencia.
Pensemos, pues, hermanos, de qué polvo fuimos formados, qué éramos al entrar en este mundo, de qué sepulcro y de qué tinieblas nos sacó el Creador que nos plasmó y nos trajo a este mundo, obra suya, en el que ya antes de que naciéramos, nos había dispuesto sus dones. Puesto que todos estos beneficios los tenemos de su mano, en todo debemos darle gracias.
lunes, 22 de junio de 2020
A MARÍA POR JESÚS
A María por Jesús
El título de esta reflexión no es un error de escritura, sino la pura verdad. Porque estamos acostumbrados a oír decir: “A Jesús por María”, y es una gran verdad también, porque por María se va a Jesús, y por Jesús se va al Padre eterno.
Pero queremos demostrar que el reverso de la moneda también se cumple, es decir, que por Jesús se va a María. ¿Acaso Jesús no confió su Madre al apóstol más amado? Efectivamente quien tiene mucho amor y devoción a la Virgen es porque Jesús se lo ha sugerido, se lo ha infundido en el alma, y porque es un alma muy amada de Jesús quien tiene gran devoción a María.
Decimos que cuando pedimos algo a Jesús, se lo podemos pedir por María. Y es cierto también que si queremos obtener algo de la Virgen, que es la Omnipotencia suplicante, se lo debemos pedir por Jesús, en atención a su Jesús, que Ella ama tan profundamente y, diríase casi infinitamente.
Así que si queremos obtener infaliblemente algo de la Santísima Virgen, debemos pedírselo por Jesús, a quien Ella ama tanto, y lo conseguiremos.
Si tenemos mucho amor a María, agradezcamos a Jesús que nos ha regalado ese amor, pues fue Él quien nos ha implantado en el corazón esa devoción mariana.
En esta imagen que acompaña este artículo, podemos ver a Nuestra Señora de la Confianza, que ilustra esta verdad que queremos demostrar. Efectivamente vemos en este cuadro al Divino Niño Jesús en brazos de María, y señalando con su dedito divino a la Virgen. Con esto sobran las palabras, pues es el mismo Hijo de Dios quien nos indica a la Virgen y nos lleva hacia Ella.
Los hijos más amados del Señor, los predilectos de Él, son también muy amantes de la Virgen, pues es Jesús mismo quien los ha llevado a María.
¡Ave María purísima! ¡Sin pecado concebida!
* Sitio Santísima Virgen
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