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sábado, 15 de marzo de 2014
jueves, 13 de marzo de 2014
EL AVEMARÍA EN LA BIBLIA
El Avemaría en la Biblia:
El Avemaría en su primera parte es el saludo que el Ángel Gabriel le dirige a la Santa Madre de Dios, Maria inmaculada y la exclamación llena del Espíritu Santo, pronunciada por Santa Isabel su prima; Lucas capitulo 1 versículo 26 al versículo 56 donde se lee la Anunciación y la Visita de la Madre de Dios Maria Inmaculada a su Prima Santa Isabel (en la Biblia latinoamericana hay una excelente explicación de todos estos versículos), Mientras que la segunda parte del Avemaría es una petición que los cristianos le hacemos “que ruegue por nosotros pecadores…” como lo a hecho siempre, ejemplo en las bodas de cana, y nos dice «hagan lo que mi hijo les diga»
CON LA VIRGEN MARÍA, UNA BARCA QUE SE ALEJA
Con María, y una barca que se aleja
Me tomas de la mano y me conduces a la orilla del lago, justo a tiempo para ver al Maestro y los discípulos subir a una barca y alejarse.
Leo el Evangelio según San Marcos (6,30-34).
Lo leo, Madrecita, refugiada en tu Corazón, pues por experiencia he aprendido que es el mejor sitio para escuchar a tu Hijo, para aprender sus enseñanzas y sacar el mayor fruto en mi propia vida.
Así pues, mirando tu pequeña imagen de Luján, el corazón se va a aquella casa, donde Jesús está con sus discípulos y “los que iban y venían eran muchos y no les quedaba tiempo ni para comer”…
Me acompañas, dulce Madre, me tomas de la mano y me sientas muy cerquita del Maestro, para escuchar su Palabra…
Cada palabra, cada mirada de Él, es bálsamo exquisito para mi alma dolorida. En un momento, al ver tanta gente, Jesús les dice a los discípulos: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco”. Se despide de nosotras y se aleja.
- ¿Adónde va, Madre? ¿Podemos seguirle?
Me tomas de la mano y me conduces a la orilla del lago, justo a tiempo para ver al Maestro y los discípulos subir a una barca y alejarse. Una honda pena me llena el alma. Jesús se aleja… se va… o lo que es peor, no puedo seguirle. Y las olas del lago marcan la distancia con acompasado canto en la orilla.
- Madre ¿Qué hago ahora?
- Aprende, hija, aprende. Mira las aguas ¿Qué ves?
Sin comprenderte aun y sin pensar un poco más allá de lo que tengo a la vista, te digo sorprendida:
- Pues… agua, Madre… el agua es… solo agua…
- No si la miras con el alma, hija. Vamos, atrévete, te sorprenderás.
Y de tu mano dejo a mi alma mirar con sus ojos. Y el agua ya no es agua. Las olas no son olas, sino que son… son todos mis miedos, mis olvidos, mis excusas, mis pecados. Todo lo que no me permite seguir a Jesús por donde va. Y mi alma gime en una pregunta:
- Madre ¿Qué hago? ¿Cómo paso por encima de todo esto? ¿Cómo torno en puente estas aguas turbulentas?
Me abrazas suavemente y me acaricias el cabello. Siente mi corazón inmensa paz. Siente mi alma que aun no se acabaron los caminos.
- No es un puente el único camino para llegar, hija. Además, en la barca se van las herramientas que necesitas para construirlo. No, no puedes hacer un puente.
- ¿No hay esperanza, entonces, Madre?
- Siempre la hay, querida hija, siempre…Mira a tu alrededor.
Allí noto que “les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos”
- ¿Rodear el lago, Madre? ¿Ir por tierra siguiendo al que va por las aguas? ¿Cómo llegaré? Es demasiado lejos… no podré, Maria, lo siento…
- ¡Vaya, que pronto bajas los brazos!
- Es… que conozco mis fuerzas y sé que no podré.
- Bien dices, hija. Conoces “tus” fuerzas, pero ¡Te aseguro que desconoces las mías!
- No te comprendo, Madre.
Y estiras tu mano segura hacia la mía, vacilante. Tu mano es segura, brillante, purísima ¿Cómo negarme a tomarla? Y la aprieto con todas mis fuerzas.
- ¿Lista?-me dices sonriente- Prepárate, hija mía, prepara tu alma para el milagro.
Y, antes que alguna pregunta turbase tan delicado momento, comienzas a correr por la orilla. Me llevas. Siento los pies ágiles y el corazón liviano. Conoces todos los atajos, todos los secretos del camino. La gente corre a esperar a Jesús y noto que, de tu Mano, voy más rápido. Y compruebo que eres el camino más corto, perfecto, fácil y seguro para llegar a Jesucristo.
Estamos a pocos metros de la barca. Jesús nos ve llegar. Tu, espléndida, yo, jadeante, asombrada, feliz… Las demás personas nos miran con asombro pues no comprenden cómo hemos llegado antes que ellos.
Recupero el aliento mientras Jesús se nos acerca.
Te abraza. Le hablas de mí. El Maestro me mira y se compadece.
Las palabras se me han volado… no hacen falta. Él conoce bien cada dolor, cada espina de mi corazón, cada pecado cometido.
El Maestro, entonces, se dispone a enseñarnos.
Te sientas a mi lado, Madre, y das a mi alma el mejor de los consejos, el que repites a cada devoto tuyo: ”Haz todo lo que Él te diga”
El alma se va serenando. Apoyo mi cabeza en tu hombro mientras le escucho. Cuando Jesús hace unos segundos de silencio, tú te apresuras a explicarme lo que no entendí.
Ya cae la noche, el sol se ha escondido por completo en la ventana de la parroquia. Ya no estoy sentada a la orilla del lago sino en el banco… pero aún siento Tu Mano entre las mías… Al mirarlas, veo con alegría que aun sostienen el Rosario, rezado antes de Misa…
Te había pedido abrazar al Maestro cuando terminase de hablar, pero temí no poder hacerlo por tanta gente que había a su alrededor. Pero recordé tus palabras: “¡Tu no conoces mis fuerzas!”. Y me diste el regalo del abrazo con Jesús. No a la orilla del lago, sino en la Eucaristía. Un abrazo de Corazón a corazón. Un abrazo lleno de palabras, de lágrimas, de caricias, de alivio para el alma.
Ahora sé que muchas veces sentiré que Jesús se aleja y unas olas de dolor, de olvido y hasta de pereza intentarán separarme de Él. Sé, Madre, que entonces deberé tomar tu Mano y correr contigo, porque Tú conoces todos los caminos para llegar a Él… todos los atajos, todos los secretos.
Amigo mío, amiga mía que lees este sencillo relato. Cuando sientas que las olas del dolor, del olvido, la indiferencia… o cualquier otra, te separe del Maestro, corre con tu corazón a los pies de María. Pídele te dé su Mano para seguir a Jesús. Ella es el camino más corto, fácil, seguro y perfecto para llegar al más ansiado de los destinos: El Corazón de Jesús.
EL AMOR
El amor
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
Dios es amor, Dios es perdón. Él nos mandó amar y perdonar: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27).
San Juan recoge muy bien el mandato del amor y este mandato lo repetía machaconamente una y mil veces, como lo único importante en la vida. Ese mandato es único. Es un gran tronco con tres ramas: amor a Dios, al otro y a uno mismo, o mejor, al otro como a uno mismo. Nosotros los humanos estamos muy acostumbrados a dividir, a separar. Y nos cuesta comprender que no puede existir el amor a Dios sin el del prójimo, y que éste es la concretización del otro. Es necesario amar a Dios, amar al otro y amarse a sí mismo. El amor es vida, es fuerza. Al amar nos asemejamos a Dios, recogemos toda su fuerza y poder, y todo lo que tocamos, aunque sea de barro, le damos vida con nuestra presencia y nuestro aliento. Quien ama tiene vida, engendra vida y deja vivir. Quien odia, está dominado por la muerte.
Necesitamos el amor y el cariño para poder desarrollarnos y crecer como seres humanos. Sin amor se marchita la flor, se muere el animal y desaparece todo el género humano. Cuando amamos –decía Chesterton– no sólo ofrecemos flores a la persona amada, sino que las flores de todos los parques y jardines nos lo recuerdan.
Jesús fue maestro en el amor. Y amó a todos y hasta el final, pero especialmente a los más pobres e indefensos. Jesús amó y perdonó. Amó a los enemigos y perdonó a aquellos mismos que acabaron con su vida, porque no sabían lo que hacían. Quien no ama y no perdona es porque no ha conocido a Dios (1 Jn 4, 9).
El ser humano vive en la medida que ama. La vida nos ofrece la oportunidad de hacerlo a plenitud o a medias, de vivir en libertad o dentro de los muros de la prisión. Toda la vida debiera ser una historia de amor.
El amor es una respuesta aprendida en la infancia y a lo largo de la vida. Para que el niño pueda amar y perdonar necesita crecer en un ambiente de amor y respeto, pues nadie puede dar lo que no ha recibido. Quizá, por eso, es importante caer en la cuenta de la fuerza transformadora del amor, abrirse a él, optar por él y tenerlo como lo único importante de nuestra vida, ya que en eso seremos juzgados (Mt 25,31-46).
Amor que sonríe, sirve, cura y engendra fuerzas. Amor que es bondad, perdón, compasión y ternura. Amor que se expresa en un saludo, en una sonrisa, en una comida. Amor que libera del odio, que acaba con la envidia, que siempre siembra vida por donde pasa y anida.
INDULGENCIA PARA EL POSADERO
"Indulgencia para el posadero"
Te acusan, posadero, de haber negado al Hijo de Dios un sitio en tu posada.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, ya no sería el Padre su única morada ni los pobres más pobres su más segura estancia.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, la confianza en Dios de María y José no habría sido probada hasta el límite.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, no habríamos visto a Dios en un pesebre, acostado entre pajas, ni habríamos conocido la suma pobreza de Belén.
Si le hubieras dado un sitio en la posada ya no sería tan oscura y santa la noche, sin más testigos que Dios, María y José. La soledad habría quedado herida y la Palabra, dicha en el silencio, perturbada.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, no habrían sido pastores, proscritos y excluidos del Reino de los cielos por la ley farisaica, los primeros en recibir la Buena Nueva de la salvación. Que esto enseña san Lucas.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, los que no tienen casa podrían pensar que no había compadecido con ellos. No sería su semejante. Si le hubieras dado un sitio en la posada, habrían perdido evocación y fuerza sus futuras palabras: las zorras tienen madriguera, y los pájaros nidos, mas el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, ¿a quién acudiríamos en la prueba del exilio, ante el rechazo de los propios o la incomprensión de los ajenos? ¿Dónde refugiaríamos nuestra soledad?
Si le hubieras dado un sitio en la posada, san Jerónimo, y san Sabas y san Juan Damasceno, y tantos eremitas y anacoretas, no habrían imitado al Maestro alojándose en cuevas del desierto. Tú has contribuido a que el desierto se convierta en ciudad de santos.
Si le hubieras dado un sitio en la posada, ¿en quién me excusaría para cerrar a otros las puertas de mi casa? Me sirves tantas veces...
Si le hubieras dado un sitio en tu posada, lloraría sin consuelo, perdería la esperanza, cuando tan a menudo le cierro yo las puertas de mi alma.
Hoy nace para mí, quien nació para ti, posadero de Belén. Tú me enseñas a decir con el poeta Luis López Anglada: Yo soy el de la posada que no te abrí.
YO TE DESEO
Yo te deseo
Autor: Victor Hugo
Hoy quiero compartir contigo los más bellos deseos para ti. Por supuesto, hoy le he pedido a Dios, me los conceda a mí también...
"Te deseo primero que ames y que amando, también seas amado. Y que de no ser así, seas breve en olvidar, y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo que no sea así, pero que si es, sepas ser feliz.
Te deseo también que tengas amigos, y que sean valientes, fieles, y sinceros y hasta algunas veces inconscientes, pero que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, la medida exacta, para que algunas veces cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que te haga poner los pies en la tierra.
Te deseo además que seas útil, mas no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil; sino con los que se equivocan mucho, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no madures con demasiada prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor, y es necesario dejar que éstos fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena para valorar nuestras bendiciones y dar gracias por ello.
Te deseo que descubras con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen y que te rodean seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Pero a las que siempre, tú tendrás la oportunidad de llevar una palabra de consuelo.
Te deseo que acaricies un animal, alimentes a un pájaro y oigas a un
jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera te
sentirás bien.
Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.
Te deseo además que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez al año, pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: "esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo finalmente, que siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo nada más que desearte sino que seas feliz".
MARÍA, LÁMPARA ENCENDIDA
María, lámpara encendida
SS. Juan Pablo II
En ella se realizan
las promesas de nuestra salvación;
en Ella se refleja la belleza primera
con la que Dios concibió a la humanidad.
En Ella se restablece el coloquio de los
Angeles con el hombre inocente;
en Ella reaparece la integridad virginal
que el mundo admira y que no tiene.
En Ella se cumple el misterio soberano
de la Encarnación que glorifica a Dios
y trae la paz a la tierra.
En Ella, el silencio profundo del alma perfecta y
abierta hacia el infinito, se transforma en amor,
en palabra, en vida, se hace Cristo.
En Ella, toda piedad, gentileza,
soberanía y poesía es viva;
en Ella el dolor se hace tan acerbo que
ningún otro corazón de madre puede igualarlo.
En Ella, tanto la fe como la esperanza, la fortaleza y la bondad, la humildad y la gracia con esa estela de realismo y misterio tienen expresiones sobrehumanas.
En Ella cual cirio encendido,
se irradia a Cristo y su Espíritu.
ORACIÓN POR LAS MADRES
ORACIÓN POR LAS MADRES
Señor: tu también tienes una Madre. La tuya está en el cielo. Es María, pero en algún tiempo estuvo en la tierra. Ayúdanos. pues, a pedir por nuestras madres, aunque tu no necesitas pedir por la tuya. Ellas -nuestras madres- siempre están pidiendo por nosotros. Justo es que nosotros alguna vez pidamos por ellas.
De las madres se han dicho cosas bellísimas. Todas se las merecen ellas.
Ojalá nunca pudiera decirse nada malo de las madres. Sin embargo..., y para que no se diga. Señor. concédenos madres que sepan cuál es e1 fin principal de ellas: la maternidad. Que jamás traicionen esa misión tan maravillosa.
Concédenos madres que sepan amar a sus hijos con amor intenso, con amor cristiano. El amor de instinto no basta.
Que amen a Dios en sus hijos. Que todo su amor sea para encaminarlos a Él.
Con amor que lleve hasta el sacrificio. La madre debe ser toda para sus hijos. Tiene que ser capaz de sacrificar por ellos su cuerpo, su belleza.
Olvidarse de todo menos de que es madre.
Siempre para sus hijos. No sólo madre al traerlos al mundo, si no siempre. Hasta la muerte.
Que críen a sus hijos con esmero y delicadeza, y que sean ellas quienes los eduquen directamente. No hay pretexto que las exima de ese deber.
Educándolos. vigilándolos; con una educación completa, con una vigilancia llena de amor y caridad.
Haz, Señor, que el modelo de nuestras madres sea tu Madre bendita. Que la protectora de nuestras madres sea ella, Maria. Que a ella acudan en sus afanes. Que a ella imiten en sus acciones. Ella, Maria, tu Madre -también nuestra Madre- siguió todos tus pasos, sin dejar un instante de manifestar.. Madre. Así necesitamos a nuestras madres: ¡siempre madres!
Lo más sublime de una mujer es ser madre buena.
Señor, haz que así sean ellas. Amén.
DAME TU MANO, VIRGEN MARÍA
Dame tu mano, María
Himno, Liturgia de las horas
Dame tu mano, María,
la de las tocas moradas;
clávame tus siete espadas
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía
tarde negra y amarilla.
Aquí, en mi torpe mejilla,
quiero ver si se retrata
esa lividez de plata,
esa lágrima que brilla.
Déjame que te restañe
ese llanto cristalino
y a la vera del camino
permite que te acompaña.
Deja que en lágrimas bañe
la orla negra de tu manto
a los pies del árbol santo,
donde tu fruto se mustia.
Capitana de la angustia:
no quiero que sufras tanto.
Qué lejos, Madre, la cuna
y tus gozos de Belén:
"No, mi Niño, no. No hay quien
de mis brazos te desuna".
Y rayos tibios de luna,
entre las pajas de miel,
le acariciaban la piel
sin despertarle. ¡Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel!
¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel,
desde el marco del dintel,
te saludó: "Ave, María"?
Virgen ya de la agonía,
tu Hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
ese augusto itinerario.
Para ir al monte Calvario,
cítame en Getsemaní.
A ti, doncella graciosa,
hoy maestra de dolores,
playa de los pecadores,
nido en que el alma reposa,
a ti ofrezco, pulcra rosa,
las jornadas de esta vía.
A ti, Madre, a quien quería
cumplir mi humilde promesa.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada María.
RETRATO DE LA VIRGEN MARÍA
Retrato de María
Rafael Ángel Marañón
No podemos vivir sin tu mirada,
Tu voz y tu llamada; es la brisa
De tu rostro en quietud; es tu sonrisa
La que trae para todos alborada.
Y vamos tras tu diáfana llamada
Que al buen Jesús nos lleva, y que sumisa
Y en serena actitud, humilde avisa
Hacia el trono de luz, subir la grada.
Con santa voz mi corazón bendiga
Tu paz, amor, modestia y gravedad,
Y avance confiado en tu piedad
¡Id a Él!, es tu espléndida cantiga;
Él es, vuestro motivo de alegría;
Y a Él vamos contigo, fiel María.
ORACIONES A JESÚS MISERICORDIOSO
ORACIONES A JESÚS MISERICORDIOSO
Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de misericordia para nosotros en ti confío.
Oh Jesús, te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por amor. La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro tuyo y todos tus anonadamientos son actos de tu misericordia y tu inconcebible amor (...) Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste tu vida eterna, al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable fuente de tu misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la sangre y el agua de tu Corazón. He aquí la omnipotencia de tu misericordia, de ella toda gracia fluye a nosotros.
Oh Jesús extendido sobre la cruz, te ruego concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de tu Padre en todas las cosas, siempre y en todo lugar. Y cuando esta voluntad me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que te ruego, Jesús, que de tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan constantemente: hágase tu voluntad, Señor.
Oh Salvador del mundo, Amante de la salvación humana que entre terribles tormentos y dolor, te olvidaste de ti mismo para pensar únicamente en la salvación de las almas. Compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mí misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de tu Padre.
Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y se abrió el mar de misericordia para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable misericordia de Dios, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros.
Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en ti confío!
Tu expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó inmensamente para las almas, y el océano de Misericordia se abrió por todo el mundo. O fuente de Vida, Oh Misericordia Infinita, envuelve todo el mundo y desocúpate sobre nosotros.
Oh Sangre y Agua que brotaste del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de misericordia para nosotros en ti confío (187).
Oh Jesús, te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por amor. La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro tuyo y todos tus anonadamientos son actos de tu misericordia y tu inconcebible amor (...) Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste tu vida eterna, al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable fuente de tu misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la sangre y el agua de tu Corazón. He aquí la omnipotencia de tu misericordia, de ella toda gracia fluye a nosotros (1447).
Oh Jesús, Verdad eterna, Vida nuestra, te suplico y mendigo tu misericordia para los pobres pecadores. Dulcísimo Corazón de mi Señor, lleno de piedad y de misericordia insondable, te suplico por los pobres pecadores. Oh sacratísimo Corazón, fuente de misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana. Te suplico luz para los pobres pecadores. Oh Jesús, recuerda tu amarga pasión y no permitas que se pierdan las almas redimidas con tan preciosísima, santísima sangre tuya. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de tu sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores (...) Oh, qué alegría arde en mi corazón cuando contemplo tu bondad inconcebible, oh Jesús mío. Deseo traer a todos los pecadores a tus pies para que glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos (72).
Oh Jesús extendido sobre la cruz, te ruego concédeme la gracia de cumplir fielmente con la santísima voluntad de tu Padre en todas las cosas, siempre y en todo lugar. Y cuando esta voluntad me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que te ruego, Jesús, que de tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza y que mis labios repitan constantemente: hágase tu voluntad, Señor.
Oh Salvador del mundo, Amante de la salvación humana que entre terribles tormentos y dolor, te olvidaste de ti mismo para pensar únicamente en la salvación de las almas. Compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme de mí misma para que pueda vivir totalmente por las almas, ayudándote en la obra de salvación, según la santísima voluntad de tu Padre (1265).
Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y se abrió el mar de misericordia para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable misericordia de Dios, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros (1319).
VIVE TU VIDA
VIVE LA VIDA, NO PERMITAS QUE SE TE ESCAPE
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros. Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...
Walt Whitman
ALMA DE CRISTO
ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santíficame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame,
Agua del Costado de Cristo, purifícame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh Buen Jesús, óyeme!
Dentro de tus llagas, méteme.
No permitas que me aparte de ti.
Del malgino enemigo, líbrame.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a ti
para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
San Ignacio de Loyola.
martes, 11 de marzo de 2014
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