sábado, 4 de enero de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, 5 Y 6 DE ENERO 2020

Lecturas de Epifanía del Señor
enero de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (60,1-6):

¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71

R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos dé la tierra.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

V/. Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-3a.5-6):

Hermanos:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel”».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio del lunes, 6 de enero de 2020
Luis Manuel Suarez, cmf
Queridos amigos:

¡Feliz fiesta de la Epifanía! “Epifanía” significa “manifestación”, “desvelamiento”. Y eso es lo que celebramos hoy como Iglesia: que Dios se ha manifestado… ¡a todos los pueblos! Y lo ha hecho de manera que todos le podamos comprender, recibir y acoger: en la humildad de una carne mortal como la nuestra.

Los tres magos de Oriente representan a los distintos pueblos y razas de la tierra. Para todos ha venido el Salvador. No sólo para el pueblo de Israel, sino que a través del resto fiel de ese pueblo, el Señor quiere llegar con su presencia hasta los confines del mundo y hasta los rincones de todos los corazones.

Recorriendo el relato que nos presenta hoy el Evangelio, podemos reconocer en los magos de Oriente unos “discípulos misioneros”, modelos de la llamada que nos viene recordando el Papa Francisco. ¿Y cómo pueden ser los magos unos discípulos misioneros?

En primer lugar, porque buscan signos. No se limitan a ver pasar la vida, sino que en ella buscan aquello que les lleve a Dios y a descubrir su voluntad. Son inquietos. Son buscadores.

En segundo lugar, porque preguntan. Y preguntar es la primera tarea de todo discípulo. Reconocen que no saben y preguntan a quien cree que les puede ayudar, orientar, aconsejar. Porque si no hay preguntas, sobran todas las respuestas.

En tercer lugar, caminan. Porque de nada sirve mirar y preguntar si eso no lleva a un movimiento. Salen de su tierra, se movilizan, hacen todo un camino… como Abraham y Sara, como tantos otros hombres y mujeres de nuestro mundo.

Y también adoran. Porque adorar es la actitud cabal del discípulo que encuentra la Luz, y ante esa presencia pone su vida y todo su ser.

Por último, estos gestos de discípulos que tienen los magos se completan con su ser misioneros. En el relato viene apuntado en la última frase: “se marcharon a su tierra…”. ¿Qué dirían, qué contarían, qué harían… a partir de lo que encontraron en Belén? Eso es ser misionero: anunciar con las palabras y mostrar con las acciones que Dios está con nosotros y por nosotros en la persona de Jesús, abriéndonos caminos de nueva vida.

Ser “discípulos misioneros”, al estilo de los magos de Oriente, todo un regalo y toda una tarea que se nos recuerda en la festividad de la Epifanía. Nos ofrecemos hoy al Señor para que cuente con nosotros en ese camino, con la oración apostólica de San Antonio Mª Claret:

Señor y Padre mío,
que te conozca y te haga conocer,
que te ame y te haga amar,
que te sirva y te haga servir,
que te alabe y te haga alabar
por todas las criaturas. Amén.
Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

IMÁGENES DE TARJETAS DE FELIZ DÍA DE REYES










































¿QUÉ SABEMOS DE LA ESTRELLA DE LOS MAGOS DE ORIENTE?

¿Qué sabemos de la Estrella de los Magos de Oriente?
¿Qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario?


Por: Vicente Balaguer | Fuente: PrimerosCristianos.com



La estrella de los magos pudo ser una conjunción planetaria entre Jupiter y Saturno
La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).
Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” San Mateo.
Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos.
En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero.
El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.
En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.
¿Qué pudo ser la Estrella?
La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres:
1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra
2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella
3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.
Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 4 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy 4 de Enero. Feria de Navidad
Hoy, sábado, 4 de enero de 2020


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,7-10):

Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97

R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.

Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 4 de enero de 2020
Luis Manuel Suarez, cmf

Queridos amigos:

La Palabra de Dios de hoy continua con el Evangelio de Juan, que a lo largo del año se lee en la Iglesia en algunos tiempos especiales, como Navidad y Pascua. Un Evangelio especial, distinto de los otros tres, que nos da perspectivas novedosas de la persona de Jesús.

En el pasaje de hoy, que continúa el de ayer, continúa el comienzo de la vida pública de Jesús. Y en su brevedad, contiene una serie de movimientos y de diálogos que provocan movimientos, que ahora te invito a contemplar.

En primer lugar aparece Juan. De las pocas cosas que dice este personaje en todo el Evangelio, las palabras que hoy pronuncia señalan a aquél que él precedía: “Éste es el Cordero de Dios”. Juan está dando el relevo, pasando el testigo. Ha cumplido su función y abre la puerta al que llega. Todo se va cumpliendo en su vida.

A continuación aparece Jesús, con los dos discípulos que Juan le remite. Y el breve diálogo con ellos es de lo más revelador: “¿Qué buscáis?”, ¿Dónde vives?”, “Venid y lo veréis”… Y aquellos discípulos fueron, vieron y se quedaron con Él aquél día. Tan importante fue aquél encuentro para aquellos dos discípulos, que recuerdan los detalles del momento: serían las cuatro de la tarde. ¿Qué fue lo que vieron aquel día? Sin saberlo con detalle, toda la vida de Jesús fue un mostrar con la vida aquello a lo que quisieron apuntar sus palabras.

Y por último, aparece Andrés, uno de los dos que siguieron a Jesús. Y hace de anunciador para su hermano Simón. Sin muchas palabras. Pero seguramente con mucha convicción y con un punto de emoción en la mirada: “Hemos encontrado al Mesías”. Y lo llevó a Jesús.

En la vida y en la Iglesia, hace falta movimiento. Hoy la Palabra nos ha mostrado tres escenas con movimiento. Y tres retos para nuestras vidas. Ser como Andrés, que desde el encuentro con el Señor, lleva a otros a ese encuentro, como el mayor tesoro de la vida. Ser como Juan, dando el relevo cuando corresponda, sabiendo que ninguno agotamos el plan de Dios en el mundo, sino que somos pequeños eslabones de la gran cadena de la historia de salvación –la historia del amor de Dios para con nosotros. Y vivir desde Jesús, respondiendo a su iniciativa, entrando en diálogo con Él, acogiendo lo que él nos muestra e intentando mostrar humildemente con nuestra vida aquello a lo que quieren apuntar las palabras que de Él recibimos.

Como muy bien le gusta recordar al Papa Francisco, todos los cristianos somos “Discípulos misioneros”, llamados a escuchar y seguir al único Maestro, siendo sus testigos en todo tiempo y lugar. Que en el año recién comenzado podamos seguir caminando como esos “discípulos misioneros” que el mundo necesita.

Vuestro hermano en la fe:

Luis Manuel Suárez CMF ( luismanuel@claretianos.es)
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