sábado, 12 de septiembre de 2015

Y EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA


¡Y el nombre de la Virgen era María!
El Dulce Nombre de María

La misericordia divina provee de un refugio seguro al pecador: el Dulce Nombre de María



Por: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: www.mercaba.org 



¡Con qué reverente brevedad escribe San Lucas, en el capítulo primero de su Evangelio, la frase que sirve de pórtico al divino cuadro de la Encarnación!: "¡Y el nombre de la Virgen era María!". Es como presentarnos, en toda su regia sencillez, en el azahar florido y oloroso de su huerto cerrado, a la llena de gracia, a la Reina de los cielos y tierra, a la elegida, a la excelsa Madre de Dios.
 Y, escuchando el acelerado palpitar de aquel corazón sorprendido ante el inefable misterio que va a realizarse, el ángel San Gabriel, con dulce confianza de siervo expresamente encargado de la custodia y guarda de su Señora, le dice, subrayando su augusto nombre: "No temas, María... ".

 La creación entera se goza en balbucear el eufónico nombre que Dios le impuso a su Madre. "Nombre cargado de divinas dulzuras", como asegura San Alfonso María de Ligorio; nombre que sabe a mieles y deja el alma y los labios rezumando castidad, alegría y fervor: ¡María! Por medio de la que así es llamada, nos han venido todos los bienes y la pobre humanidad puede levantar la humillada cabeza y presentir de nuevo la cercanía de inacabables bienaventuranzas: O clemens, o pia, o dulcis Virgo María!
 Bien le cantamos Mutans Evae nomen, porque Ella devolvió a la gracia, con el nombre de vida, todo lo que la desdichada madre natural de los hombres había entregado a las tinieblas, con el nombre de muerte.

 Prueba de sabiduría y de acierto es imponer a la persona el nombre que justamente le corresponde. Y nadie como Dios ha sabido dar exactitud, expresión y síntesis a los nombres que Él mismo ha elegido e inspirado.

 Desde la más remota antigüedad, el nombre impuesto a las personas y a las cosas tuvo, en la mayoría de los pueblos, una significación simbólica. Aun ahora, muchas tribus africanas, otras dispersas en los inmensos parques de América del Norte, y los negros australianos, consideran el nombre como una parte integrante de la personalidad, ocultándolo, a veces, a los extranjeros, bajo apodos y paráfrasis, por temor a los perjuicios que pudiera acarrear su conocimiento.

 En los países cuya historia se ha ido desenvolviendo al veril de una civilización normal y cada vez más pujante, el simbolismo de los nombres perdió, poco a poco, su luz bajo la potencia bienhechora o maléfica de las personas que los ostentaron. Con razón se dice, pues, que el nombre no hace a la persona, sino la persona al nombre. Y afirma San Pedro Canisio que, puesto que "el nombre es símbolo y cifra de la persona, invocar el nombre de María equivale a empeñar su poder en favor nuestro".

 Si el Señor escogió entre todas las criaturas la más perfecta, para ser Madre del Hijo divino; si como privilegio de esta maternidad la hizo inmaculada y arca de todas las virtudes, nos parece muy lógico que también eligiera para Ella el nombre más hermoso, el de más alta y acendrada significación, el más dulce entre todos los del humano lenguaje.

 ¿Qué significados tiene, pues, según la etimología, ese nombre cuyo misterioso sentido sólo Dios nos podría explicar?
 Si, como algunos creen, deriva del idioma egipcio, su raíz es mery, o meryt, que quiere decir muy amada. Según otros, la significación sería Estrella del mar. Si el nombre de María proviene del siríaco, la raíz es mar, que significa Señor. El padre Lagrange opina que los hebreos debieron utilizar el nombre de María con el significado de Señora, Princesa. Nada más conforme a la noble misión de la humilde Virgen nazarena. Otro tercer grupo de filólogos e intérpretes sostienen que la palabra María es de origen estrictamente hebreo. Y sus diversas y preciosas significaciones son las siguientes:

 Primera. Mar amargo, de la raíz mar y jam. María fue un verdadero mar de amargura, desde que en el templo, cuando la presentación de su Hijo, vislumbró la silueta cárdena y dolorida del Calvario. Y un mar de amargura desbordante en la pasión y muerte de Jesús.
 Segunda. Rebeldía, de la raíz mar. Ella, la omnipotencia suplicante, vence a las satánicas huestes. "El nombre de María —escribe el padre Campana— es de una energía singular y tiene en sí una fuerza divina para impetrar en favor nuestro la ayuda del cielo."

 Tercera. Estrella del mar. Le cantamos Ave, Maris Stella! ¡Y con qué arrebatador encanto glosa y profundiza San Bernardo esta expresiva metonimia!

 Cuarta. Señora de mí linaje. Frase muy justa y apropiada a la prerrogativa nobilísima de ser Madre de Dios, Reina de todo lo creado.

 Quinta. Esperanza. Significado más alegórico que etimológico, pero lleno de inefable consuelo. Porque Ella, Spes nostra, es el camino de la felicidad, el arco iris que señala un pacto de armonía entre Dios y los hombres. "Bienaventurado el que ama vuestro nombre, oh María —exclama San Buenaventura—, porque es fuente de gracia que refresca el alma sedienta y la hace reportar frutos de justicia."

 Sexta. Elevada, grande, de ram. San Agustín y San Juan Crisóstomo coinciden en adjudicarle el excelso sentido de "Señora y Maestra".

 Séptima. Iluminada, iluminadora. Está llena de luz. Sostiene en sus brazos la luz del mundo. Es pura y diáfana. "El nombre de María indica castidad", dice San Pedro Crisólogo.

 Deliciosamente narra sor María Jesús de Agreda, en su Mística Ciudad de Dios, la escena en la cual la Santísima Trinidad, en divino consistorio, determina dar a la "Niña Reina" un nombre. Y dice que los ángeles oyeron la voz del Padre Eterno, que anunciaba: "María se ha de llamar nuestra electa y este nombre ha de ser maravilloso y magnífico. Los que le invocaren con afecto devoto, recibirán copiosísimas gracias; los que le estimaren y pronunciaren con reverencia, serán consolados y vivificados; y todos hallarán en él remedio de sus dolencias, tesoros con que enriquecerse, luz para que los encamine a la vida eterna".

Y a ese nombre, suave y fuerte, respondió durante su larga, humilde y fecunda vida, la humilde Virgen de Nazaret, la que es Madre de Dios y Señora nuestra. Y ese nombre, "llave del cielo", como dice San Efrén, posee en medio de su aromática dulzura, un divino derecho de beligerancia y una seguridad completa de victoria. Por eso su fiesta lleva esa impronta: Acies ordinata.

España, siempre dispuesta a romper lanzas por la gloria de María, fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrar la fiesta del Dulce Nombre. Y esto acaeció el año 1513. Cuenca fue la diócesis que primeramente solemnizó dicha fiesta, siguiendo su ejemplo, en seguida, las demás, porque el amor de Nuestra Señora es efusivo y prende con facilidad en terrenos de sincera devoción.

Pero fue el papa Inocencio XI —"defensor de la Iglesia con toda la fuerza de su férreo carácter, con la sabiduría de su espíritu y, sobre todo, con el amor de absoluta entrega", como decía en el radio mensaje de beatificación nuestro Santísimo Padre Pío XII—, quien decretó, el 25 de noviembre del año 1683, que toda la Iglesia celebrara solemnemente la fiesta de este nombre excelso, pues invocándolo se había alcanzado la completa victoria sobre los turcos.

 Uno de los más trascendentales y emotivos episodios de la historia universal nos da el relato de esta decisiva victoria:
Si el empuje de las fuerzas cristianas en Lepanto, cuya alma había sido también el papa San Pío V, debilitó la potencia otomana, frenando el ímpetu de sus conquistas, el límite de los territorios dominados por los turcos no había retrocedido, y la puerta tendía a resurgir con el intento de una invasión total de Europa. En 1683 el peligro se hizo ya inminente. Los cálculos menores estiman el ejército que el gran visir Kara Mustafá llevó contra Viena, en unos 200.000 hombres. Era un momento critico en la historia del mundo. Inocencio XI, ante las indecisiones ambiciosas y la política turbia de algunos príncipes europeos, le escribía a Luis XIV de Francia: "Te conjuro, por la misericordia de Dios, que acudas en auxilio de la oprimida Cristiandad, para que no caiga bajo el yugo del tirano. Dios te ha señalado con tan buenas cualidades, y a tu reino con tantas fuerzas y recursos, que creo estás llamado por la Providencia para lograr la más hermosa gloria. ¡Sé digno de la grandeza de tu vocación!". Pero, mientras Luis XIV contestaba con frías excusas, la católica Polonia, al mando de su heroico rey Juan Sobieski, ajustaba alianza con el emperador de Austria, Leopoldo I, y acudía en su ayuda.

Desde el 14 de julio, Viena había quedado ya enteramente cercada por los turcos y aislada del ejército imperial, que se había retirado a la izquierda del Danubio.

Un bosque de tiendas de campaña se extendía en forma de medialuna en torno a la ciudad. Comenzó el terrible bombardeo y, por efecto de él, un incendio imponente. Las enfermedades se cebaban también en los sitiados. Las provisiones de pólvora y los víveres disminuían con suma rapidez. Cada día se hacía más violento y amenazador el apremio de los enemigos. Pero la Providencia divina atendió, una vez más, las oraciones del papa Inocencio XI y de los fieles devotos de la Madre de Dios, que en Ella habían puesto sus esperanzas. Juan Sobieski se preparó al combate recibiendo el Pan de los fuertes y oyendo devotamente la santa misa, y todo el ejército polaco siguió el ejemplo de su rey. "La hora histórica de la batalla definitiva de Viena sonó al alborear el límpido sol del día 12 de septiembre" —dice S. S. Pío XII en el citado radiomensaje con motivo de la beatificación de Inocencio XI—. El ejército de socorro, dirigido por Juan Sobieski, atacó a los asaltantes. Una inesperada tormenta de granizo cayó sobre el campamento de los turcos. Antes de la noche, la victoria sonreía a las fuerzas cristianas que se habían lanzado al combate invocando el Nombre de María. Si como instrumento de liberación Dios había escogido al rey de Polonia, unánimes afirman los críticos e historiadores que el artífice primario de esta misma liberación fue el papa Inocencio, y éste, a su vez, con humildad conmovedora, atribuyó el mérito y la gloria de aquella jornada al favor y socorro de María. Por eso quiso dedicar este luminoso día de septiembre a la fiesta de su Santísimo Nombre.

"El Señor ha hecho vuestro Nombre tan glorioso que no se caerá de la boca de los hombres" (Judith, 13, 25). Sublime elogio que corresponde a María, a la cual todas las generaciones llaman bienaventurada, y Aquel que "hizo en Ella cosas grandes y cuyo Nombre es santo", quiso darle íntima participación de esa misma santidad para consuelo y gozo de quienes invocaren su dulce Nombre. Nombre que ha de ser también loado, "santificado", como el Nombre de Dios, en todo el mundo, porque —repitámoslo una vez más— infunde valor y fortaleza. Bien lo aprendieron los indios mejicanos de boca de los pobres soldados españoles cautivos, que subían al pavoroso "teocalli" invocando: "¡Ay, Santa María!", y con este nombre en los labios expiraban.

En el áureo Blanquerna, de Raimundo Lulio, en el cual, según alada frase del excelentísimo doctor García y García de Castro, arzobispo de Granada, "el beato mallorquín logró aprisionar las transparencias de las ondas del mar de Mallorca y las incógnitas armonías de los montes de Miramar...", se lee de aquel monje que sólo tenía por oficio dirigir, tres veces al día, una salutación a Nuestra Señora. "Es el ruiseñor del monasterio —continúa el doctor García y García de Castro con galana pluma— y canta las delicias de María, y envídianle los otros ruiseñores esparcidos por aquellos bosques que se reflejan en las aguas luminosas del Mediterráneo mallorquín".

"¿Quién se resistirá a escuchar sus melodiosos trinos?"
"¡Ave, María! Salúdate tu siervo de parte de los ángeles y de los patriarcas y los profetas y los mártires y los confesores y las vírgenes, y salúdate por todos los santos de la gloria. ¡Ave, María! Saludos te traigo de todos los cristianos, justos y pecadores; los justos te saludan porque eres digna de salutación y porque eres esperanza de salvación; los pecadores te saludan porque te piden perdón y tienen esperanza de que tus ojos misericordiosos miren a tu Hijo para que tenga piedad y misericordia de sus culpas y recuerde la dolorosa pasión que sostuvo para darles salud y perdonarles sus culpas y pecados.

¡Ave, María! Saludos te traigo de los sarracenos, judíos, griegos, mongoles, tártaros, búlgaros, húngaros de Hungría la menor, comanos nestorinos, rusos, quinovinos, armenios y georgianos. Todos ellos y muchos otros infieles te saludan por ministerio mío, cuyo procurador soy..." (Obras selectas de Raimundo Lulio: B.A.C., p.160).

Esa debe ser nuestra salutación y nuestro ruego: que todos conozcan y alaben a María, que todos pronuncien con reverencia su santo Nombre y que Ella mire a todos sus hijos, dispersos por el mundo, con ojos de misericordia y de amor.

 Su Nombre, para los que luchamos en el campo de la vida, es lema, escudo y presagio. Lo afirma uno de sus devotos, San Antonio de Padua, con esta comparación: "Así como antiguamente, según cuenta el Libro de los Números, señaló Dios tres ciudades de refugio, a las cuales pudiera acogerse todo aquél que cometiese un homicidio involuntario, así ahora la misericordia divina provee de un refugio seguro, incluso para los homicidas voluntarios: el Nombre de María. Torre fortísima es el Nombre de Nuestra Señora. 
El pecador se refugiará en ella y se salvará. Es Nombre dulce, Nombre que conforta, Nombre de consoladora esperanza, Nombre tesoro del alma. Nombre amable a los ángeles, terrible a los demonios, saludable a los pecadores y suave a los justos."

 Que el sabroso Nombre de Nuestra Madre, unido al de Jesús, selle nuestros labios en el instante supremo y ambos sean la contraseña que nos abra, de par en par, las puertas de la gloria.


SU MADRE, NUESTRA MADRE


Su Madre, nuestra Madre
María no es el Evangelio. No hay ningún evangelio de María. Pero sin María tampoco hay Evangelio. Y ella no falta en ninguno de los cuatro.


Por: Redacción Catholic.net | Fuente: Catholic.net 




Y henos aquí, llegados al término de estas meditaciones sobre la figura de María a través de los cuatro evangelistas. Es cierto que todos ellos nos hablan de María con la intención última de decir lo que desean acerca de Jesús. Sus discursos acerca de Cristo encuentran en ella luz y apoyo. Pero ninguno pudo prescindir de ella para hablar de Jesús y presentárnoslo como Evangelio, que es decir: como anuncio de salvación.

María no es el Evangelio. No hay ningún evangelio de María. Pero sin María tampoco hay Evangelio. Y ella no falta en ninguno de los cuatro.

Ella no sólo es necesaria para envolver a Jesús en pañales y lavarlos... No sólo es necesaria para sostener los primeros pasos vacilantes de su niño sobre nuestra tierra de hombres. Su misión no sólo es contemporanea a la del Jesús terreno, sino que va más allá de su muerte en la Cruz: acompaña su resurrección y el surgimiento de su Iglesia.

Vestida de sol, coronada de estrellas, de pie sobre la luna, María, como su Hijo, permanece. Y aunque el mundo y los astros se desgasten como un vestido viejo, para confusión de los que en estas cosas pusieron su seguridad y vanagloria, María permanecerá, como la Palabra de Dios de la que es Eco.

María, Madre de Jesús, pertenece al acervo de los bienes comunes a Jesús y a sus discípulos. Su Padre es nuestro Padre. Su hora, nuestra hora. Su gloria, nuestra gloria. Su Madre, nuestra Madre.

María en San Marcos: La figura de María según Marcos es, como nos muestra su comparación con los pasajes paralelos de Mateo y Lucas, la figura más primitiva que podemos rastrear a través de los escritos del Nuevo Testamento.

María en San Mateo: Mateo enriquece la figura de María manifestando dos rasgos de la Madre del Mesías: Virgen y esposa de José, hijo de David.

María en San Lucas: A Lucas debemos una serie de rasgos de María, detalles de su figura, que proviene de un interés por ella como testigo de la vida de Jesús.

María en San Juan: La importancia que la figura de la Madre de Jesús tiene en el evangelio según San Juan no la podemos inferir de la abundancia de referencias a ella, pues, como hemos visto, son pocas. La hemos de deducir de la sugestiva colocación, dentro del plan total del evangelio, de las dos únicas y breves escenas en que ella aparece: Caná y el Calvario.

viernes, 11 de septiembre de 2015

ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA, PIDIENDO POR NUESTRA FAMILIA



ORACIÓN POR LAS FAMILIAS


Oh, Dios, que en la Sagrada Familia
nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar
vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad.

Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus mandamientos.
Socórrenos en nuestra misión de transmitir la fe a nuestros hijos.
Abre su corazón para que crezca en ellos
la semilla de la fe que recibieron en el bautismo.
Fortalece la fe de nuestros jóvenes,
para que crezcan en el conocimiento de Jesús.

Aumenta el amor y la fidelidad en todos los matrimonios,
especialmente aquellos que pasan por momentos de sufrimiento o dificultad.

Unidos a José y María,
Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.-

EL MONASTERIO Y LA VIRGEN DE LLUC


El Monasterio y la Virgen de Lluc
Según la leyenda, la imagen original de la Virgen la encontró un niño llamado Lucas, hijo de un matrimonio musulmán 


Por: Varios | Fuente: Varios 



El Santuario de Santa María de Lluc se encuentra situado en el término municipal de Escorca a unos 400 metros de altitud, en plena Sierra de Tramontana de la isla de Mallorca, la mayor de las Baleares. Está considerado como el lugar sagrado y de peregrinaje por excelencia de la isla, por residir en él la Virgen de Lluc, patrona de Mallorca.

La tradición

Según la leyenda, la imagen original de la Virgen la encontró un niño llamado Lucas, (Lluc en catalán), en torno al año 1250. Era hijo de un matrimonio musulmán convertido al catolicismo tras la conquista catalana de las Baleares y se encargaba de llevar a las montañas el rebaño de cabras y ovejas de su padre para que allí se alimentasen. Un día, tras ver una luz en la montaña, el niño encontró sobre una roca la efigie y decidió entregársela al párroco local, el cual destinó al valioso hallazgo un puesto de honor en la pequeña iglesia, pero al día siguiente la imagen había regresado allí donde el pequeño Lluc la halló, por lo que este hecho se interpretó como el deseo de la Virgen de permanecer en el lugar en el que se la había encontrado y se le construyó una pequeña ermita, origen del actual monasterio.

Fue tanta la devoción que le profesó el pueblo mallorquín a la Virgen de Lluc que pronto fue reconocida como patrona de la isla de Mallorca, aunque la histórica patrona del Reino de Mallorca era la Inmaculada Concepción. La fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Lluc se celebra el 12 de septiembre. El día 10 de agosto se celebra la fiesta memorial de la Coronación canónica. Por su parte, el primer sábado de agosto se celebra la Marcha des Güell a Lluc a peu, en la cual miles de personas peregrinan al santuario a pie.

En 1948 se celebró el llamado "Congreso de Lluc", el cuál desembocó en la peregrinación que la imagen peregrina de la Virgen realizó por varios pueblos de la isla con motivo del Año Mariano de 1948-1949.

La imagen

La imagen que en la actualidad se venera es una talla medieval del siglo XIII realizada en piedra. Representa a la Virgen con el niño en brazos y mide unos 61 centímetros de altura. La Virgen es de color moreno, este color ya lo tenía en el siglo XV según lo atestiguan documentos de la época. Hay cierta controversia sobre si es la imagen original o no, algunos la consideran como la imagen primitiva y que es del siglo XIII, otros la sitúan en el siglo XV. En el año 1884 fue restaurada con motivo de su coronación pontificia, siéndole quitados los vestidos postizos que llevaba desde hacía siglos dejándola en su forma primitiva. Se pudo comprobar que la Virgen carecía del brazo derecho y el Niño de ambos, aparte de presentar señales de fractura en el cuello. Se le añadió a la Virgen la mano derecha apuntando hacia al Niño y a este ambos brazos con un libro entre las manos.
Coronación Canónica

La Virgen de Lluc fue una de las primeras imágenes marianas de España en recibir la Coronación Canónica en 1883, tras la Virgen de Montserrat de Cataluña (1881). Le siguieron advocaciones como la Virgen de la Candelaria de Tenerife, Patrona de Canarias (1889) o la Virgen de los Reyes de Sevilla (1904).

En 1908 el obispo mallorquín Pere J. Campins celebró el 25º aniversario de la coronación de la virgen en el monasterio de Lluc. Campins fue un gran devoto de esta Virgen, por eso ante la iglesia del monasterio, hay una estatua del obispo arrodillado, mirando hacia la entrada del recinto religioso y con las manos en oración. La escultura data de 1920.

A la Virgen de Lluc se la conoce popularmente como "La Moreneta" , en España existen otras vírgenes negras conocidas con el nombre de "moreneta", como la Virgen de Montserrat (Cataluña) o la Virgen de Candelaria (Tenerife).

Todos los años, se lleva a cabo un acontecimiento multitudinario llamado "Marcha des Güell a Lluc a peu" Marcha de Güell a Lluc a pie) en el que participan más de 50.000 personas que desde Palma, marchan en peregrinación en un recorrido de más de 48 kilómetros hasta llegar al monasterio. Además, cuenta con un jardín botánico que se instauró en 1956, llamado Jardín Botánico de Lluc.

El monasterio es el primer santuario mariano de Baleares.

ORACIÓN POR UN ENFERMO A LA VIRGEN MARÍA


Oración por un enfermo, enseñada por la Reina de la Paz


El 22 de junio de 1985, la Virgen dictó a Jélena Vasilij esta oración por un enfermo. A este propósito la Virgen ha dicho: "Queridos hijos: ¡La oración más hermosa que podéis rezar por un enfermo es precisamente ésta!

La Virgen ha añadido a Jélena que el mismo Jesús la ha aconsejado. Jesús quiere que, durante el rezo de esta plegaria, tanto el enfermo como quien intercede por él se abandonen con confianza en las manos de Dios.

(Recitad tres veces el Gloria, antes de esta oración) 

“Oh, Dios mío, el enfermo que se encuentra ante Ti ha venido a exponerte su deseo, pidiéndote lo que juzga ser para él la cosa más importante. Dios mío, infunde Tú en su corazón este convencimiento: ¡Lo importante es que gocemos de salud en el alma! ¡Que se cumpla en todo, Señor, sobre él tu santa voluntad! Si quieres su curación, que se cure, pero si tu voluntad es otra, que siga llevando su cruz.

También te pido por cuantos intercedemos por él: purifica nuestros corazones para que seamos dignos de transmitir, por nuestro medio, tu divina misericordia. Señor, protégelo y alivia sus penas. Que se cumpla en él tu santa voluntad. Que sea revelado por su medio tu Santo Nombre. Ayúdale a llevar con valentía su cruz.”



EL DULCE NOMBRE DE MARÍA , 12 SEPTIEMBRE


El Dulce Nombre de María
Según se cuenta, el origen del Dulce Nombre de María hace referencia a los ocho días después del nacimiento de la Virgen, en que sus padres le impusieron el Nombre


Por: Redacción | Fuente: Varios 




Dulce Nombre de la Virgen María hace referencia a la festividad litúrgica cristiana, con motivo de la conmemoración del nombre de María, madre de Jesucristo. María (en arameo Mariam) es el nombre que se usa en los evangelios para referirse a la madre de Jesús de Nazaret. Para los cristianos católicos, ortodoxos, coptos, anglicanos y otros grupos cristianos orientales, son más usadas las expresiones «Santísima Virgen María», «Virgen María» y «Madre de Dios». En el Islam se usa el nombre árabe Maryam.

Según se cuenta, el origen del Dulce Nombre de María hace referencia a los ocho días después del nacimiento de la Virgen, en el cual sus padres le impusieron el Nombre. Se celebra el 12 de septiembre.

El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad, instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Virgen María, las necesidades de la iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María.

Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en el año 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la iglesia de occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan III Sobieski, rey de Polonia.

Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María.

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA CON MENSAJES







miércoles, 9 de septiembre de 2015

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ 
ANTE LAS TRIBULACIONES


¡Oíd, querido San José, una palabra mía !... Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro... Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir... pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz... consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.

Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.

martes, 8 de septiembre de 2015

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE, 8 DE SEPTIEMBRE






ORACIÓN A DE SAN JUAN PABLO II A LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE, PATRONA DE CUBA


Oración de San Juan Pablo II cuando coronó a la Virgen de la Caridad del Cobre



¡Virgen de la Caridad del Cobre, 
Patrona de Cuba!
¡Dios te salve, María, llena de gracia!
Tú eres la Hija amada del Padre, 
la Madre de Cristo, nuestro Dios, 
el Templo vivo del Espíritu Santo.

Llevas en tu nombre, Virgen de la Caridad, 
la memoria del Dios que es Amor, 
el recuerdo del mandamiento nuevo de Jesús, 
la evocación del Espíritu Santo:
amor derramado en nuestros corazones, 
fuego de caridad enviado en Pentecostés sobre la Iglesia, 
don de la plena libertad de los hijos de Dios.

¡Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Has venido a visitar nuestro pueblo
y has querido quedarte con nosotros
como Madre y Señora de Cuba, 
a lo largo de su peregrinar
por los caminos de la historia.
Tu nombre y tu imagen están esculpidos
en la mente y en el corazón de todos los cubanos, 
dentro y fuera de la Patria, 
como signo de esperanza y centro de comunión fraterna.

¡Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra!
Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, 
intercede por nosotros con tu corazón maternal, 
inundado de la caridad del Espíritu.
Acrecienta nuestra fe, aviva la esperanza, 
aumenta y fortalece en nosotros el amor.
Ampara nuestras familias, 
protege a los jóvenes y a los niños, 
consuela a los que sufren.
Sé Madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, 
modelo y estrella de la nueva evangelización.

¡Madre de la reconciliación!
Reúne a tu pueblo disperso por el mundo.
Haz de la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas
para que este pueblo abra de par en par
su mente, su corazón y su vida a Cristo, 
único Salvador y Redentor, 
que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, 
por los siglos de los siglos. Amén.

VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE, PATRONA DE CUBA, 8 DE SEPTIEMBRE



Cuba celebra hoy a la Virgen de la Caridad del Cobre
8 de Septiembre
Por Abel Camasca





REDACCIÓN CENTRAL, 08 Sep. 15 / 03:20 am (ACI).- “Mi saludo a los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos sus hermanos que viven en esta hermosa tierra, los pongo bajo su maternal protección, pidiéndole a Ella, Madre amorosa de todos, que reúna a sus hijos por medio de la reconciliación y la fraternidad”, dijo San Juan Pablo II en su visita a la Isla en 1998.

Por los años 1612 y 1613 dos hermanos indios y un negrito de nueve o diez años fueron a buscar sal en la bahía de Nipe (Cuba). Sus nombres, respectivamente, eran Juan de Hoyos, Rodrigo de hoyos y Juan Moreno, conocidos tradicionalmente como “los tres Juanes”.

Tal como contó Juan Moreno en 1687, a sus 85 años de edad, ellos salieron de Cayo Francés embarcados en una canoa para ir a la salina. En el trayecto vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua que no distinguían muy bien.

Al estar más cerca, vieron la imagen de la Virgen María con el niño Jesús en brazos sobre una tablita, en la que estaba escrito: “Yo soy la Virgen de la Caridad”. Luego los navegantes llenos de alegría sólo tomaron tres tercios de sal y se fueron para el Hato de Barajagua.

El administrador del Término Real de Minas de Cobre ordenó levantar una ermita, se colocó allí la imagen y se estableció a Rodrigo de Hoyos como capellán.


Cierta noche Rodrigo fue a ver la imagen y se dio cuenta que no estaba. Entonces se organizó una búsqueda, pero no la encontraron. A la mañana siguiente la Virgen estaba en su altar y dejó a todos sorprendidos porque la puerta de la ermita había permanecido cerrada toda la noche. Este hecho se volvió a repetir dos o tres veces más.

Es así que se pensó que la Virgen quería que la cambiaran de lugar y se le trasladó en procesión al Templo Parroquial del Cobre, donde fue recibida con júbilo. De esta manera la imagen llegó a ser conocida como la Virgen de la Caridad del Cobre.

En el templo se repitió la desaparición de la imagen y pensaron que la Virgen tal vez quería estar sobre las montañas de la Sierra Maestra. Esto se confirmó cuando una niña de nombre Apolonia vio a la Virgen de la Caridad sobre la cima de una de las montañas. Más adelante, la imagen fue llevada a ese lugar.

En las guerras de independencia de Cuba, las tropas se encomendaron a esta advocación y después de la libertad, los veteranos en 1915 pidieron al Papa que declarase a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba. En 1916 Benedicto XV les concedió esta petición y fijó su festividad para el 8 de septiembre.

El actual Santuario donde se conserva la imagen mariana se inauguró el 8 de septiembre de 1927 y en 1977 el Papa Pablo VI elevó este recinto a la dignidad de Basílica. El 24 de enero de 1998, la Virgen de la Caridad fue coronada como Reina y Patrona de Cuba por San Juan Pablo II.



NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD DE VAILANKANNI, ADVOCACIÓN MARIANA, 8 DE SEPTIEMBRE


Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni

Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni



Advocación Mariana, 8 de septiembre 


Por: Cristiandad.org | 




Nuestra Señora de la Salud. Vailankanni, India.

Desde el siglo XVI hasta nuestros días, y con progresivo entusiasmo, los católicos de la India viene invocando a la que ellos denominan "Vailankánni Arókia Matha"; denominación que, traducida, significa "Madre de la Salud Vailankanni".

Todo comenzó, como en tantas otras ocasiones, con la sencillez ingenua de dos pastorcitos que decían haber visto a la Madre de Jesús. El primer pastorcito contaba a los vecinos de la aldea cómo una hermosa Señora, con un Niño en los brazos, le había pedido un poco de agua fresca de la que él llevaba en un cántaro y cómo, al llegar a su casa, se había llevado la gran sorpresa de ver que el agua se había transtormado en jugosa leche fresca... El otro niño pastor había sido curado milagrosamente por esa misma Señora así lo afirmaba él, y la Senora le había pedido que para agradecerle la recuperación de la salud, consiguiera levantar una capilla en aquel lugar adonde las gentes acudirían y Ella les mostraría de continuo su maternal benevolencia. Un señor rico de Nagapathnam, con la ayuda de todo el vecindario, había respondido puntualmente a la reiterada petición del niño pastor y la capilla alzaba al poco sus muros en la cima del altozano. Al pie de la montaña de la Virgen, como comenzaba ya a designar las buenas gentes de aquel lugar, la ancha bahía del mar de Bengala, escenario de los afanes de los pobres pescadores de la aldea de Vailankánni y sorpresa, admirable por su belleza, para las carabelas lusas que lo surcaban con impulsos de descubrimientos, ideales de evangelización y avaricias incontenibles de oro, rubíes y especias...

Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Una mala noche las aguas del mar de Bengala se encresparon porque los monzones estaban a punto de irrumpir con sus diluvios y los navegantes portugueses, aunque avezados a las muchas tormentas, vieron en peligro sus vidas. Una resplandeciente luz, en la altura de un altozano vecino, les infundía esperanza, sin que supieran a ciencia cierta el porqué de ese sentimiento de esperanza y, sobre todo, el porqué de aquella insólita claridad... Uno de los marineros recordó de repente que, en una travesía anterior, habia divisado los muros de una capilla y toda la tripulación, sin más argumentos, se puso acto seguido a invocar la protección de Nuestra Señora.

Por lo que en consideración de este favor que devolvía a la vida desde una inminente muerte a unos marineros. Y en atención a los otros dos anteriores del agua convertida en leche fresca y del pastorcito curado de sus enfermedades, las gentes del lugar comenzaron a invocar a la Virgen de la ermita como "Santa María, Madre de la Salud".

De aquella primitiva construcción nada queda al presente, salvo que la curiosidad de los arqueólogos se concentre algún día en forzar excavaciones de viejas cimentaciones. La piedad de los católicos de la India construyó un templo mayor y luego otro aún más espacioso, éste superpuesto al primero. Los arquitectos quisieron imitar un tanto al Santuario de Lourdes, y trazaron una amplia escalinata de dos brazos, erigieron las catorce cruces del Viacrucis, hicieron saltar el agua de unas rocas vecinas... Juan XXIII, a instancias del episcopado indio, elevó el templo a la categoría de basílica menor y todos comenzaron a calificar al santuario de la "Madre de la Salud de Vailankanni" como "el Lourdes de la India".

La festividad de la "Madre de la Salud" se celebra el 8 de septiembre de cada año. Más de 1,000,000 de peregrinos se concentra en la jornada para honrar la natividad de Nuestra Señora. Llegan al Estado de Támil Nádu, a la diócesis de Thanjavur y a esta aldea de 5,000 habitantes, desde todas partes del inmenso país. Llegan los que son y se profesan católicos, indios lógicamente; pero llegan también y esto es novedoso miles y miles que se confiesan musulmanes, hindúes, jainistas, shiks, parsis. Las concentraciones masivas no se hacen solo el día 8 de septiembre. Durante todo el año y particularmente en Pascua, en mayo, en agosto..., las multitudes se apiñan en el santuario. La Iglesia de India, que cuenta con muchos otros templos dedicados a la Virgen, no ha procedido por el momento, al menos a declarar al de la "Madre de la Salud" como el Santuario Mariano nacional, pero pocas dudas caben de que éste de la aldea de Vailankanni sea el principal y tal vez el más antiguo de todos los santuarios marianos de la India, seguido muy de cerca también es verdad por el de la "Virgen de las Gracias", en Sardana, diócesis de Meerut en el Norte del país, y por el de la "Virgen del Monte", en Bandra, archidiócesis de Bombay.

Resultaba lógico que el Santuario de la "Madre de la Salud" expresara el amor maternal de Nuestra Señora en instituciones de asistencia y de beneficencia para los más desvalidos: los niños y los ancianos. Y así se ha hecho, en efecto. A la sombra del Santuario se han construido dos orfanatos. Uno para niños, y otro para niñas.

Funcionan también aquí mismo un asilo para ancianos y ancianas y un dispensario para urgencias que no cierra sus puertas ni de día ni de noche por la extraordinaria afluencia de peregrinos que de día y de noche suben hasta la colina.

Los orfanatos del Santuario, como los otros 800 que la Iglesia tiene en India para bien de los niños huérfanos y abandonados, están financiados, al menos parcialmente por la obra de la Infancia Misionera.

DARÁ A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS


Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús
Solemnidades y Fiestas


Mateo 1, 18-23. Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen. Bendito el día que vio nacer a la Santísima Virgen. ¡Feliz cumpleaños, María! 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 23a. Semana del Tiempo Ordinario,  del domingo 6 al sábado 12 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-23 
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros. 

Oración 
A María el Evangelio la llama bienaventurada, porque siempre creyó en el cumplimiento de la Palabra. Te suplico, Señor, que tu Santísima Madre, cuyo nacimiento celebramos hoy, interceda por mí para que sepa escucharte y creer en lo que hoy me quieres decir.

Petición
Dios mío, aumenta mi fe, para poder imitar a María en su fidelidad.

Meditación del Papa Francisco
El tema central en el Evangelio de Jesús es el Reino de Dios. Jesús es el Reino de Dios en persona, es el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Es en el corazón del hombre donde el Reino, el señorío de Dios, se establece y crece. El Reino es al mismo tiempo don y promesa. Ya se nos ha dado en Jesús, pero aún debe cumplirse en plenitud. Por ello pedimos cada día al Padre: “Venga a nosotros tu reino”. […]Queridos jóvenes, elMagnificat, el cántico de María, pobre de espíritu, es también el canto de quien vive las Bienaventuranzas. La alegría del Evangelio brota de un corazón pobre, que sabe regocijarse y maravillarse por las obras de Dios, como el corazón de la Virgen, a quien todas las generaciones llaman “dichosa”. Que Ella, la madre de los pobres y la estrella de la nueva evangelización, nos ayude a vivir el Evangelio, a encarnar las Bienaventuranzas en nuestra vida, a atrevernos a ser felices. (Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud 2014).
Reflexión
Según la liturgia, fue en el mes de septiembre que, hace más de veinte siglos, vino al mundo la Mujer destinada a ser Madre del Divino Salvador. Al recordar este nacimiento, venturoso entre todos para el género humano, lo invitamos a meditarlo en breve reflexión.

El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo representó una honra incomparable para toda la humanidad. Guardadas las proporciones, también la venida de la Santísima Virgen al mundo dotó de particular nobleza al género humano. Fue Ella la creatura más perfecta hasta entonces nacida, concebida sin pecado original, a quien le fue dada, desde el primer instante de su ser, una superabundancia de gracias.

De esta manera se comprende, la afirmación de que María Santísima está para Nuestro
Señor, así como la luna para el sol: Ella representa la suave y amena luminosidad de la luna, y Él, la omnipotente y deslumbrante claridad del sol.

Hay sin duda, inmensa belleza en el despuntar del día del fulgurante astro. No obstante, en ciertas ocasiones, el aparecimiento de la luna tiene su encanto también, su poesía y su grandeza. La natividad de Nuestra Señora fue, para toda la humanidad, como un magnífico nacer de la luna: sol de las sombras, sol del reposo, sol de las largas meditaciones y de los extensos ejercicios del espíritu...

El cumpleaños del padre o de la madre son siempre un motivo de alegría que reúne a toda la familia para celebrarlo. Cada uno deja sus ocupaciones y trata de hacer feliz al festejado. Este signo externo trata de reflejar un sentimiento más profundo como es la gratitud y el amor. A nuestros padres debemos la vida. Ellos fueron el instrumento de Dios para concebirnos. Hoy celebramos el cumpleaños de nuestra madre del cielo, la Santísima Virgen María.

Como toda buena familia, la Iglesia se reúne para celebrar, festejar y agasajar a María.

Cuántas veces en nuestra vida familiar se suceden acontecimientos que, humanamente, carecen de una explicación lógica.

Cuántas veces en nuestras vidas no vemos claro, nos falta luz. Y sin embargo, Dios está ahí, como estuvo hace dos mil años en la vida de la Sagrada Familia de Nazaret.

Propósito
Celebrando el cumpleaños de la Virgen María, aprovechemos para renovar nuestra fe. Unámonos en familia en torno a ella y pidámosle que nos ayude a descubrir siempre la mano de Dios en nuestra vida. Que al igual que María y José, sepamos confiar en la Providencia buscando en todo servir y agradar a Dios.

Diálogo con Cristo
Gracias Jesús por dejarnos a María como madre y modelo de santidad. Quiero acercarme más a Ella para poder seguir mejor su ejemplo y así lograr que todo momento de mi existencia sea un paso para crecer en el amor a Dios y a mis hermanos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

¡ FELIZ CUMPLEAÑOS, VIRGEN MARÍA!


¡Feliz cumpleaños María!
8 de septiembre. Natividad de la Santísima Virgen.


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 




La Natividad de la Santísima Virgen María, 8 de septiembre

La Virgen María fue la Madre de Jesús y, con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas. Dios escogió a esta mujer para ser la Madre de su Hijo. Con ella se aproximó la hora de la salvación. Por esta razón la Iglesia celebra esta fiesta con alabanzas y acciones de gracias.

Un poco de historia

El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción.

Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.

La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella.

La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) al establecer que se celebraran en Roma cuaro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.

Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Algunos dicen que nació en Nazaret, pero otros opinan que nació en Jerusalén, en el barrio vecino a la piscina de Betesda. Ahí, ahora, hay una cripta en la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar en el que nació la Madre de Dios.

Algo que no debes olvidar

María vino al mundo sin pecado original y con la gracia santificante.
La Virgen María fue escogida para ser la Madre de Dios.
La Virgen María fue pura y santa.
Al nacer la Virgen María se cumplió la promesa de Dios de que mandaría al mundo a una mujer de la que nacería el Salvador para liberarnos del pecado.

Cómo vivir la fiesta en familia 

Llevar flores a la Virgen en alguna capilla, en señal de que la amamos y dando gracias a Dios por haberla creado y escogido para esa gran misión.

Pedir a la Santísima Virgen María, para que nos consiga la gracia que más necesitemos en este momento de nuestra vida, como familia.

Oración

María, en este día que festejamos tu nacimiento, te pido que me ayudes a estar siempre cerca de ti y de tu Hijo Jesús.
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