La pureza
Hoy el mundo se burla de esta virtud, porque por todos los medios de comunicación social, especialmente la televisión, exalta y promueve toda clase de impureza. Pero el sexto mandamiento no ha sido abolido por Dios, sigue en vigencia, y los que no lo cumplen pecan gravemente y, si mueren en ese estado, se condenan para siempre al infierno.
El demonio de la lujuria ha sabido introducirse en todas partes y ya todas las naciones se han embriagado con su copa. La moda, cada vez más provocativa y escandalosa, ya no tiene reparos en nada, y así se hace cada día más difícil mantenerse en pie en este pantano que es el mundo actual. Hoy más que nunca este mundo está en poder del Príncipe de las tinieblas, de Satanás, que reina casi sin oposición.
Pero dice el Apocalipsis que en este tiempo aparece en el cielo un gran signo, una Mujer vestida de Sol. Es la Virgen, que viene en ayuda de sus hijos y a combatir al demonio y todos sus secuaces. Ahora, el que quiera conservarse puro y casto debe, necesariamente, cobijarse bajo su manto, porque Ella es la Virgen Pura que transmite su pureza inmaculada a sus hijos y devotos.
Ya dice el Señor en el Evangelio que si nuestro ojo está malo, todo nuestro ser estará en tinieblas, y es por el sentido de la vista que entra el pecado. Por eso, para preservarnos de este mal, es necesario que acostumbremos a los ojos a las miradas puras y honestas, evitando todo espectáculo o imagen obscena o peligrosa para la conservación de esta virtud.
No descendamos al abismo con la mayoría, pues hoy la mayor parte de la humanidad desciende más bajo que los brutos y una mínima parte es la que sube hacia Dios. No hay términos medios: o se sube o se baja, nunca en la vida espiritual se queda uno estancado, sino que o avanza o retrocede. Ya lo dice Jesús en el Apocalipsis: Que el santo se santifique más, y que el pecador peque más aún, vengo pronto.
¡Ave María purísima! ¡Sin pecado concebida!
* Sitio Santísima Virgen