domingo, 26 de junio de 2016

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA 


Madre mía: Desde que amanece el día, bendíceme; 
en lo rudo del trabajo, ayúdame; 
si vacilo en mis buenas decisiones, fortaléceme; 
en las tentaciones y peligros, defiéndeme; 
si desfallezco, sálvame y al cielo llévame.
Amén.

LA NIETA QUE SALVÓ A SU ABUELO

LA NIETA QUE SALVÓ A SU ABUELO



En un lugar del Perigord (Francia), ejercía su profesión un médico, a quien nadie hacía referencia  por su propio nombre, sino al que todos llamaban «el buen Doctor»,Y en verdad merecía este título, porque era realmente bueno con todos, y, sobre todo, con los 
pobres.

Sin embargo, el doctor no era un hombre religioso. No es que fuese descreído. No llegaba a tanto. Más bien era «indiferente». Así, se daba el caso de que desde la fecha lejana de su matrimonio no se habla preocupado de recibir los sacramentos...

Los muchos años y la excesiva actividad profesional desarrollada postraron al doctor en el lecho,  con irreparable agotamiento. Toda esperanza de curación quedaba descartada. ¡Y «el buen Doctor» iba a morir en la impiedad!


Este pensamiento y temor torturaba el corazón de una nieta que le acompañaba en aquella ocasión. La niña era un ángel de dulzura y de piedad. Sentada junto al enfermo, lo entretenía y cuidaba. Y mientras descansaba el anciano, dirigía con lágrimas esta plegaria al cielo:

«Oh, Virgen buena, Vos que sois todo misericordia y todo lo podéis, moved a penitencia el corazón de mi abuelo! No permitáis, santa Madre de Dios, que muera sin auxilios espirituales. En vos, Madre mía, tengo puesta toda mi confianza.» Y tras de esa oración rezaba las fres Avemarias...

Una tarde, con el fin de distraer a su abuelo, la niña empezó a pasar revista al contenido de una gran cartera donde aquél había ido dejando recuerdos de pasados tiempos... Sus ojos se detuvieron en un sobre viejo, y exclamó:

—Una antigua carta, abuelo. ¿De quién será que la has conservado?...
El anciano le respondió:
—Léela y haremos memoria.

Y la joven leyó:
«Mi querido ahijado: ¡Cuánto siento no poder abrazarte antes de que te marches a París!, pero me es imposible ir a verte. Estoy atada a la cama por mi reumatismo. Seguramente no volverás a ver aquí abajo a tu vieja madrina, y por esto te pido escuches mis consejos, que serán los últimos.

«Tú sabes que París ha sido siempre un abismo, y ante ese peligro tiemblo por ti. Sé un hombre fuerte, de buen temple, firme en la fe. Permanece fiel al Dios de tu bautismo, que has de ver en la eternidad.- Yo te pongo bajo la protección de la Santísima Virgen María, y te recomiendo encarecidamente seas constante en la práctica de piedad que desde muy niño tuviste de rezar mañana y noche las tres Avemarias... «Rogará por ti tu madrina, que te estrecha fuertemente sobre su corazón...»

La carta, que tenía fecha de hacía cuarenta y ocho años, produjo una honda emoción al doctor. Rememoró los años despreocupados de su juventud, sus extravíos y ligerezas, su alejamiento de los actos de culto y el abandono de sus devociones. Pensó también en sus tareas profesionales y en su vida familiar y se detuvo recordando a su bondadosa madrina, que murió a los pocos meses de escribir aquella carta. Ella le había enseñado a rezar las tres Avemarias en su infancia...

Sintió el doctor un vivo impulso de gratitud hacia esa mujer buena, cuyos buenos consejos no siguió. Y mirando tiernamente a la nieta, balbuceó:

—¡Por mi madrina!... Dios te salve, María...
Y rezó las tres Avemarias juntamente con la nieta, que, con íntimo gozo, sonreía y lloraba a la vez.

¡Estaba ganado para Dios «el buen Doctor»!...
—Llama al Padre —dijo el enfermo—, porque he de contarle estas cosas.

Acudió el sacerdote diligentemente, y el doctor hizo su confesión con singular fervor, Al día siguiente empeoró alarmantemente y hubo que administrarle el Santo Viático... Con paso acelerado se aproximaba la muerte.

Cogió «el buen Doctor» con dificultad una mano de su nieta y, haciendo un gran esfuerzo, le dijo:
—Esto se acaba..., reza conmigo las tres Avemarías,,,
Al terminar la tercera Avemaria expiró dulcemente.

PAPA FRANCISCO Y LÍDER ARMENIO: ECUMENISMO DE SANGRE TRASCIENDE DIVISIÓN ENTRE CRISTIANOS


Papa Francisco y líder armenio: Ecumenismo de sangre trasciende división entre cristianos
Por Alvaro de Juana




EREVÁN, 26 Jun. 16  (ACI).- El Papa Francisco y el líder de la Iglesia Armenia, el Catholicós Karin II, han firmado una Declaración conjunta en la que condenan los fundamentalismos religiosos y la persecución que sufren en la actualidad los cristianos. También hablan de la familia y de la unidad.

En el texto, ambos líderes denuncian que “las minorías étnicas y religiosas se han convertido en el objetivo de persecuciones y de tratamientos crueles, hasta el punto de que tales sufrimientos por pertenecer a una confesión religiosa se han transformado en una realidad diaria”.

“Los mártires pertenecen a todas las Iglesias y su sufrimiento constituye un ecumenismo de sangre que trasciende las divisiones históricas entre cristianos, llamándonos a todos nosotros a promover la unidad visible de los discípulos de Cristo”.

Ambos aseguran su oración “para un cambio de corazón en todos aquellos que comenten tales crímenes y en aquellos que se encuentran en condiciones de detener la violencia”.

Asimismo dan gracias a Dios “por la continua y creciente cercanía en la fe y en el amor entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica en el testimonio común al mensaje del Evangelio en un mundo lacerado por conflictos y deseos de consuelo y esperanza”.


El documento recuerda también la histórica visita de San Juan Pablo II en 2001 y asegura que el “exterminio de un millón y medio de cristianos armenios” es “el primer genocidio del Siglo XX”.

Todavía, “somos por desgracia testigos de una inmensa tragedia que sucede ante nuestros ojos: de innumerables personas inocentes asesinadas, deportadas u obligadas a un doloroso e incierto exilio por continuos conflictos con base ética, política y religiosa en Oriente Medio y en otras partes del mundo”, denuncia el documento.

“Imploramos a los jefes de las naciones que escuchen la petición de millones de seres humanos que esperan con ansia paz y justicia en el mundo, que piden el respeto de los derechos dados a ellos por Dios, que tienen necesidad urgente de pan, no de armas”.

El texto también denuncia que “por desgracia, asistimos a una presentación de la religión y de los valores religiosos en un mundo fundamentalista, que viene usado para justificar la difusión del odio, de la discriminación y de la violencia”.

“La justificación de tales crímenes –dice la Declaración conjunta- sobre la base de ideas religiosas es inaceptable porque Dios no es un Dios de desorden sino de paz”.

El documento también plantea que al ser cristianos “estamos llamados a buscar y desarrollar vías de reconciliación y de paz”.

Ambos líderes piden también “a los fieles de nuestras Iglesias” que abran “sus corazones y sus manos a las víctimas de la guerra y del terrorismo, a los refugiados y a sus familias”.

El Catholicós y el Papa reconocen que ya se ha hecho mucho, pero “se puede hacer mucho más por los responsables políticos y la comunidad internacional para asegurar el derecho de todos a vivir en paz y seguridad, para sostener el estado de derecho, para proteger las minorías religiosas y étnicas, para combatir el tráfico y el contrabando de seres humanos”.

El texto también aborda la perdida de fe del mundo y explica que “la secularización de amplios sectores de la sociedad, su alienación por aquellos que es espiritual y divino conduce inevitablemente a una visión desacralizada y materialista del hombre y de la familia humana”.

“A este respecto, estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países”, explican. “La Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica comparten la misma visión de la familia, basada en el matrimonio, hecho de gratuidad y de amor fiel entre un hombre y una mujer”.

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YO QUISIERA SER


Yo quisiera ser



Yo quisiera ser plato de sopa caliente para el mendigo,
sonrisa joven para el anciano,
mano blanca que estrecha la del hermano de color,
voz que tranquiliza en el miedo de la noche,
palabra de consuelo para secar una lágrima,
palabra de amor que desarma,
brisa marina en la frente del drogadicto,
un barrote de menos para el prisionero,
humilde flor en una choza,
viento cálido en la tundra,
lluvia fina en el desierto,
y, para quien desee ascender al Cielo,
querría ser escalera. 


Javier López
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