lunes, 22 de julio de 2013

ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE



ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: "Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tu eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. Amén.

BIENAVENTURANZAS DE MARÍA


Bienaventuranzas de María
Padre Ignacio Prado 


BIENAVENTURADOS SI RESPONDEMOS A LA IDEA CREADORA DE DIOS

Bienaventurados nosotros si respondemos como ella con todo nuestro ser y en respuesta, va contenida una cooperación perfecta con la gracia de Dios que previene y socorre y una disponibilidad plena y generosa a la acción del Espíritu Santo que hace de nosotros una criatura nueva y abierta a la acción constante y maravillosa de nuestro padre y creador. 

BIENAVENTURADOS SI ABIERTOS A SU PALABRA MANTENEMOS UN DIALOGO CONSTANTE CON ÉL

Bienaventurados nosotros si sabemos que creer es "abandonarse" en la verdad misma de la palabra de Dios viviente, sabiendo y reconociendo humildemente cuán inescrutables son sus designios e inescrutables sus caminos. Se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con corazón abierto todo lo que está dispuesto en su proyecto eterno de amor. 

BIENAVENTURADOS SI EN LAS PRUEBAS Y DIFICULTADES SABEMOS DECIR AMÉN

Bienaventurados nosotros si como Ella, que confió plenamente en Él, en medio de las pruebas y dificultades de la vida y supo decir cada día con más hondura y radical confianza: "Hágase en mí según tu palabra". Que seamos capaces de crecer y cultivar juntos en familia, en grupo, en comunidad, esa Palabra dicha para cada uno, aceptando, descubriendo, asumiendo en toda su profundidad ese beneplácito amoroso de Dios.

BIENAVENTURADOS SI NOS ADHERIMOS A CRISTO, CAMINO Y VERDAD DE NUESTRAS VIDAS

Bienaventurados nosotros si como Ella, llena de Gracia, que está permanentemente presente en el misterio de Cristo, pegada y adherida a Él en todo su peregrinar (terrestre y celeste) y al mismo tiempo, de modo discreto, pero directo y eficaz, haciendo presente a los hombres el misterio de Jesucristo doloroso, muerto y resucitado. Quien cree en Él no muere, vive para siempre.

BIENAVENTURADOS NOSOTROS SI UNIDOS AL ESPÍRITU HACEMOS IGLESIA

Bienaventurados nosotros si estrechamos nuestra unión y abiertos a la acción fecunda del Espíritu Santo, sabemos aguardar con ánimo abierto y esperanzado, la promesa de los dones del Espíritu para hacer brotar y renacer algo nuevo e inesperado, porque las riquezas del Espíritu son inagotables. Para Dios NADA hay imposible. "Dichosa tú que has creído, porque se hará lo que Él ha dicho".

BIENAVENTURADOS SI SOMOS LIBRES Y VIVIMOS EN LA VERDAD Y LA LUZ

Bienaventurados nosotros si abiertos totalmente a la luz de Dios y orientados hacia Él, por el empuje de la fe, vemos en María, al lado de su hijo, la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia Ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión expresado en el Magnificat.¡Eso engrandece!

BIENAVENTURADOS SI LA ACOGEMOS EN EL ESPACIO MÁS ÍNTIMO DE NUESTRO SER

Bienaventurados nosotros si como auténticos discípulos de Cristo, como Juan al pie de la Cruz, vivimos esta dimensión Mariana, mediante una entrega filial y confiada a la Madre de Dios, iniciada con el testamento del Redentor en el Calvario, "acogiéndola entre las cosas propias" e introduciéndola en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su yo humano y cristiano. Vivir en Él.

BIENAVENTURADOS SI VEMOS EN ELLA EL MODELO DE UNA PERSONA PLENA Y REALIZADA

Cultivando los más altos sentimientos de que es capaz el corazón humano: la oblación total del amor, la fuerza que sabe resistir los más fuertes dolores, la fidelidad sin límites, la laboriosidad infatigable y la capacidad de conjugar la intuición penetrante con la palabra de apoyo y de estímulo. El verdadero sentido de la mujer que la Iglesia descubre a la luz de María. "Tú, que para asombro de la naturaleza humana, has dado el ser humano a tu Creador.

AMAR A LA VIRGEN MARÍA ES PARTE DE NUESTRA CULTURA


Amar a la Virgen María es parte de nuestra cultura 
Eugenio Torres

Cualquiera que visite nuestros países de origen o que viva en nuestras comunidades se dará cuenta del papel tan importante que juega el amor y la devoción por la Virgen María y cómo ese amor está enmarcado en nuestra cultura. 

A diario se acercan personas a mí o a otros trabajadores sociales a pedirnos “una manita” para conseguir un trabajo. Las personas van a aquellos que perciben como que conocen al jefe de una institución para que les recomienden o les cuenten sus problemas en vez de hacerlo ellos personalmente. El papel del intercesor o la intercesora está muy bien definido en nuestra cultura. 

La Virgen María es símbolo de dulzura y amabilidad, es la madre que quita la comida de su plato para dársela a sus hijos. Es la que no nos grita cuando hacemos algo mal (eso lo esperamos más bien de otros) y quien sufre más que nosotros si se nos aplica algún merecido castigo. Es la mujer que no está luchando por posiciones sociales sino que deja que otros hagan la última decisión. Es la que, en las bodas de Caná, dice, “Hagan lo que Jesús les diga”, aunque creemos que ella sabía la contestación que su Hijo daría a los que le pedían vino. 

En nuestra cultura veneramos a la madre con sincera devoción y aquel que la ofende sólo halla el rechazo de los demás. Sabemos todo lo que ella nos ha dado y también sabemos que nunca le podremos pagar eso sino con mucho amor y cariño. En nuestros países, el Día de las Madres es uno muy celebrado en el que todos se reúnen con sus madres, les llevan regalos y las colman de besos. Si eso hacemos con nuestra madre, ¿qué no haremos con la Madre de todos nosotros, la Virgen María? 

Hay una sola Virgen María aunque son muchas las “versiones” o advocaciones porque cada nación tiene la suya según la ve o la percibe. No se cuestiona cómo ni cuándo ni por qué. Una de las tareas más difíciles para un sacerdote en una comunidad hispana es celebrar los días de tantas “vírgenes”. Sólo sabemos que es la Virgen María, nuestra madre, la que intercederá ante su Hijo para lo que le pedimos. Siendo Jesucristo tan buen hijo, ¿cómo nos puede negar algo que le pida su Madre para nosotros? 

Hace apenas unas semanas, mientras hacía una visita a unos esposos, los ánimos se caldearon y el esposo amenazó a su esposa con agresión física. En ese momento, lo único que se me ocurrió fue agarrar una pequeña imagen de la Virgen María y preguntarle al esposo: “¿te atraverías a pegarle a ésta?” El hombre bajó la cabeza y, como transformado, me dijo: “No, a esa no”. Le expliqué que cuando golpeaba a su esposa, golpeaba también a Cristo y a la Virgen María. No fue necesario decirle nada más para convencerlo. 

Fuente: vozcatolica.org

domingo, 21 de julio de 2013

MARÍA, LÁMPARA ENCEDIDA


María, lámpara encendida
SS. Juan Pablo II


En ella se realizan las promesas de nuestra salvación;
en Ella se refleja la belleza primera con la que Dios concibió a la humanidad.

En Ella se restablece el coloquio de los Ángeles con el hombre inocente; en Ella reaparece la integridad virginal que el mundo admira y que no tiene.

En Ella se cumple el misterio soberano de la Encarnación que glorifica a Dios y trae la paz a la tierra.

En Ella, el silencio profundo del alma perfecta y abierta hacia el infinito, se transforma en amor, en palabra, en vida, se hace Cristo.

En Ella, toda piedad, gentileza, soberanía y poesía es viva;
en Ella el dolor se hace tan acerbo que ningún otro corazón de madre puede igualarlo.

En Ella, tanto la fe como la esperanza, la fortaleza y la bondad, la humildad y la gracia con esa estela de realismo y misterio tienen expresiones sobrehumanas.

En Ella cual cirio encendido, se irradia a Cristo y su Espíritu.

MARÍA, INSTRUMENTO DE DIOS


María, instrumento de Dios
Padre Ignacio Larrañaga



La verdadera devoción a la Virgen “no consiste ni en un afecto estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos impulsados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes”. La imitación de María es precisamente otro aspecto de la vida mariana. Sólo Jesús es el “camino” que conduce al Padre, él es el único modelo; pero ¿quién es más semejante a Jesús que María? ¿quién poseyó con más profundidad que María los mismos sentimientos de Cristo? “¡Oh Señora! –exclama San Bernardo- Dios mora en ti y tú en él. Tú le revistes con la sustancia de tu carne y él te reviste con la gloria de su Majestad”.Al encarnarse y habitar en el seno purísimo de la Virgen, Jesús la revistió de sí, le comunicó sus perfecciones infinitas, le infundió sus sentimientos, sus deseos, su querer; y María, que se abandonó totalmente a aquella acción profunda de su Hijo, fue transformada plenamente en él, hasta ser su más fiel retrato.

“María –canta la liturgia antigua- es la imagen perfectísima de Cristo, pintada al vivo por el Espíritu Santo”. El Espíritu Santo, que es el Espíritu de Jesús, se posesionó plenamente del alma purísima y dulcísima de María, y esculpió en ella, con una perfección y delicadeza sumas, todas las líneas, todas las características del alma de Cristo; con razón se puede decir que imitar a María es imitar a Jesús. Precisamente por esto nosotros la elegimos por modelo. Del mismo modo que no amamos a María por sí misma, sino en orden y en unión con Cristo, de quien es imagen perfectísima, Jesús es el único camino que lleva al Padre, y María es el camino más seguro y más fácil para ir a Jesús.

Al encarnar en sí las perfecciones del Padre, Jesús nos hizo posible su imitación. María, modelando en sí las perfecciones de Jesús, nos las ha puesto más a nuestro alcance. Por otra parte, nadie podrá decir con mayor sinceridad y verdad que María: “Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (1Cor 4, 16). Como Jesús vino a nosotros a través de María, así tenemos que ir nosotros a Jesús por medio de María
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