martes, 31 de diciembre de 2013

HOY ES NOCHE VIEJA


Autor: P Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net
Hoy es Noche vieja
Deseo dormir en paz la última noche del año y despertar con el alma renovada para emprender la nueva jornada de este año que comienza.


Se fue un año más. 

Al final del año es conveniente hacer un balance de los 365 días, para ver qué se hizo con ese año de vida. Conviene también saldar todas las deudas que se tienen con Dios y con los demás. 

Quiero asomarme a la ventana de mi casa y mirar hacia atrás, hacia ese largo camino que he recorrido durante todo el año. 

Si algo puedo ver, es que cada día de ese año transcurrido estuvo lleno del amor de Dios. Estoy en deuda con Él; por eso mi primera palabra al final del año es: ¡Gracias!. 

Pero, al lado de tantas bondades de ese Dios, está la triste historia de la ingratitud y la mediocridad para con ese gran amigo. Por eso la segunda palabra tiene que ser: "¡Perdóname todos los errores, todas las mediocridades!. ¡Yo sé que me perdonas!" 

Pero hay una tercera palabra que quiero decir: "Te pido un gran año para hacer con el una gran tarea, ayúdame a que este año que empieza sea mejor, que valga la pena vivir. Conviértelo en un gran año. Que aquello de "próspero año nuevo" no se quede en una ironía, sino en una verdad. 

También quiero, al final del año, saldar cuentas con mi prójimo, quiero sacar de mi espíritu, arrancar, tirar todos los rencores, odios, resentimientos hacia mis hermanos. Quiero terminar el año bien con todos. Quiero poder decir que no tengo malos sentimientos hacia ningún ser humano. 

Es hora de pedir perdón a todos los que en el camino he herido, molestado, desairado. A los que tenían derecho a esperar una respuesta y no se la di, a los que necesitaban una palabra de aliento y me quedé con ella. A los que encontré tirados en el camino de la vida, desesperados, tristes, vacíos de Dios y de ilusión, y pasé de largo porque tenía mucha prisa. Quiero pedirles perdón. 

Deseo dormir en paz la última noche del año y despertar con el alma renovada para emprender la nueva jornada de este año que comienza. 

Es importante recordar que este año será lo que cada uno haga con él. ¿Será el mejor o será el peor? ¿Será uno de tantos, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario? De cada uno de nosotros depende. 

Dios que te da ese año nuevo es el que más ardientemente te dice: ¡FELIZ AÑO! 

Al Dios que me dio la vida, ¡gracias!. 
Al Dios de mis días felices, ¡gracias!. 
Al Amor de mis amores, ¡gracias!. 
Puesto que al final de la vida me examinarán del amor, perdóname por no haber amado lo suficiente, y concédeme morir de amor. 

lunes, 30 de diciembre de 2013

SE TERMINA EL AÑO 2013


Autor: P. Jorge Loring SJ | Fuente: Catholic.net
Se termina el año 2013
Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios.


El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí. 


El día de hoy podríamos considerar tres cosas: 
a) El tiempo pasa. 
b) La muerte se acerca. 
c) La eternidad nos espera. 

El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí. 

La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho. 

La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal. 

Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino. 

Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado. 


Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual y moral. 

Hagamos examen del año que termina. 

Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría. 

Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está. 

Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él? 

Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una de sus páginas. 

Que no haya páginas negras que deseemos arrancar. 

Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros. 

Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno. 

Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito. 

También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien. 

Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán. 

Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina. 

De la paciencia que Dios a tenido con nosotros. 

Y de su gran misericordia. 

LA VIRGEN MARÍA, LLENA DE GRACIA


LA VIRGEN MARÍA, LLENA DE GRACIA

Si tenemos frecuentemente el Nombre de María en los labios y, sobre todo, en el corazón, entonces tenemos la seguridad de que perseveraremos en el bien y la justicia y al fin alcanzaremos la salvación eterna. Porque el que se olvida de María, muy pronto caerá en las tinieblas del pecado y será presa de los demonios. ¡Ay de nosotros si perdemos la devoción a María! Estaremos perdidos. Por eso siempre hay que avivar el amor que tenemos a esta augusta Doncella, que es nuestra Madre dulcísima y que está constantemente a nuestro lado para ayudarnos en todo trance y contra las fuerzas del Infierno. Siempre, junto al Nombre de Jesús, debemos pronunciar también el Nombre de María, terror de los demonios y causa de alegría espiritual para quienes lo pronuncian con fe y amor. ¿Quién nos podrá arrebatar de las manos de María? Nada ni nadie, porque María es todopoderosa por gracia de Dios, que le ha conferido todo su poder para que Ella defienda a los que les son fieles y devotos y salve a los hombres del Maligno. Aumentar la devoción a María es trabajar por la santidad propia y de los demás. Invitemos a confiar en la Virgen y llenaremos de esperanza a las almas desesperadas.

INVOCAR A LA VIRGEN MARÍA



INVOCAR A LA VIRGEN MARÍA

Así como el cuerpo necesita de la respiración para vivir, así también el alma necesita invocar a María para vivir, es decir, para conservar o recuperar la gracia de Dios. Que nunca se nos caiga de los labios el Nombre santo de María, porque ante el sonido de ese nombre, los demonios tiemblan de espanto y nosotros sentimos una dulzura al pronunciarlo, que inunda todo nuestro ser, y con solo decirlo frecuentemente ya nos dan ganas de ser cada vez más buenos, porque nadie que pronuncie el Nombre de María con fe y confianza, es abandonado de Ella, y seguramente se salvará. Si todavía no nos hemos consagrado a la Virgen, es tiempo de que lo hagamos, porque así Ella se entregará completamente a nosotros y nosotros completamente a Ella, y así seremos felices porque nos haremos dueños del tesoro más grande que posee Dios: la Santísima Virgen María. Así como los niños llaman a la mamá en el momento del peligro, así también nosotros debemos invocar y llamar a nuestra Mamá del Cielo, a María, para que nos defienda y proteja en todo peligro.

EN ESTE MUNDO


EN ESTE MUNDO

En este mundo terreno los hombres buscamos conservar cuidadosamente nuestros bienes materiales que nos han costado sudor y trabajo el conseguirlos. Por eso tienen éxito las compañías de seguro que, por una pequeña cuota nos protegen por posibles desgracias como incendios, robos, etc. Y si eso hacemos con las cosas materiales, para protegerlas, mucho más debemos hacerlo con las cosas espirituales, y entre ellas la mayor es la Gracia de Dios en nuestra alma, que debemos cuidar y tratar de asegurarla contra todo riesgo. ¿Cómo haremos, puesto que los demonios son astutísimos y tenemos enemigos por todas partes? 

Hay un seguro contra todo riesgo que nos ha dado el mismo Dios por su amor infinito hacia nosotros. Este seguro es María Santísima. Si nos encomendamos a Ella y le damos todo lo que tenemos, absolutamente todo, Ella nos lo cuidará y estaremos a salvo para siempre. ¿Y hay que pagar mucho dinero para obtener esta protección? dirá alguno. Esto no se compra con dinero sino con amor, es decir, con tierna devoción a María, con invocarla constantemente y tener su Nombre santísimo en los labios y vivir en su presencia.

A LA VIRGEN DE NAVIDAD


A la Virgen de Navidad


La olvidada campana de la estrella
toca la hora del Amor, y el viento
dispersa en las tinieblas el lamento
de los cautivos y la Paz lo sella.

Porque eres Madre, siendo aún Doncella,
y el río de tu leche es ya sustento;
porque duerme el Señor bajo tu aliento,
heno de tu campiña en la gamella:

En la Noche del Tiempo renacido,
incapaz de decir tu dulce nombre
la Palabra del Padre hecha vagido;

capullo de las fajas y del sueño,
tembloroso y mortal capullo de hombre
¡nuestro hermano mayor y el más pequeño!

Pedro María Casaldáliga
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