jueves, 23 de enero de 2014

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA
De San Ildefonso de Toledo
(del Libro de la perpetua virginidad de Santa María)




A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro. 
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo, servirte a ti y a tu Señor. 



A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;  a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios. 



Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor. 



Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad. 



¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente! 



Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor 
con la excusa de honrar a Dios su Hijo. 



Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,  deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre. 
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor; lo que se da a la Madre redunda en el Hijo; 
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido, 
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey. 



Por eso me gozo en mi Señora, 
canto mi alegría a la Madre del Señor, 
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador  y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne. 
Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios  y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,  ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad por los siglos de los siglos. 
Amén. 

martes, 21 de enero de 2014

ORACIONES A NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA


Oraciónes a la Virgen de Altagracia

!Oh, Madre de la divina sabiduría y por eso Madre de Dios de Altagracia! Postrado/a a tus pies vengo a pedirte dos gracias con esta oración.

La primera es una alta gracia de grande honra y gloria para la tierra, pues es la exaltación de la santa fe católica, la extirpación de las herejías, la paz y concordia entre los cristianos, las victorias contra los infieles y la rendición de los cristianos cautivos.

La segunda es la gracia justificante para este/a arrepentido/a pecador/a, que ya aborrece los viles deleites de la culpa, y propone no ofender más a la bondad infinita.
Por tu mano, Señora, espero esta misericordia, para que después de servirte en esta vida, llegue a gozar en la otra de la Divina Gracia.
Para que más bien pueda contar las misericordias de Dios, os pido atendáis a mi necesidad y me concedáis la gracia que os voy a pedir.

(Aquí parándose un poco en silencio, pedirá cada uno lo que necesite), y después dirá:

Así Madre mía lo espero de vuestra piadosa liberalidad; más si acaso no conviniere mi petición, me resigno en tu santísima voluntad; dadme paciencia para tolerar los trabajos y pasiones de la vida, hasta el fin dichoso de verte con tu hijo Jesús en la gloría. Amén.




Oración de Consagración de la familia a la Virgen María de la Altagracia.

¡Oh Madre de La Altagracia!
Queremos consagrarnos a Ti.
Y por eso te reconocemos a partir de este día
como Reina de nuestra familia.
Virgen María de La Altagracia,
hoy consagramos nuestras vidas a Ti.

Sentimos necesidad constante de tu presencia
para que nos protejas, nos guíes y nos consueles.
Sabemos que en Ti encontramos el amor de una madre
y todos los ejemplos de la primera discípula de Jesús.
Tú nos dices con mucha sabiduría:
Hagan todo lo que Él diga.
Dios nos conceda la Alta Gracia de vivir para Ti,
de amarte, escucharte e imitarte hoy y siempre;
ayúdanos a ser padres ejemplares para nuestros hijos.
Amadísima Madre de La Altagracia,
enséñanos y a nuestros hijos a amar a Jesús.
Haznos dignos de Jesús y de Ti, Madre,
y que la Consagración de este día,
nos una más a Ti y a tu Hijo.
Santa María Virgen de La Altagracia, Reina de nuestra
familia, ¡Ruega por nosotros! ¡Ruega por nuestros
jóvenes! ¡Ruega por nuestras familias! Amén.

NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA, ADVOCACIÓN MARIANA, 21 DE ENERO


Autor: . | Fuente: Corazones.org
Nuestra Señora de la Altagracia
Advocación Mariana, 21 de enero
Patrona de República Dominicana

Tiene la República Dominicana dos advocaciones marianas:
Nuestra Señora de la Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia, Protectora y Reina del corazón de los dominicanos. Su nombre: "de la Altagracia" nos recuerda que por ella recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Ella, como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".

Existen documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos hermanos a la ciudad de Higüey llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.

La piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a este que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes; ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación mariana. Ya de vuelta a Higüey, el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda.

Mientras hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al mercader diciéndole: "Esto es lo que usted busca". Era la Virgen de la Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el misterio. El cuadro de Ntra. Sra. de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta hacerlo casi irreconocible.

Sobre una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos.

María de la Altagracia lleva los colores de la bandera Dominicana anticipando así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente, añadida a la pintura original. Un poco retirado hacia atrás, San José observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y discretamente.

El marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes, probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan Pablo II también visitó a la Virgen en su basílica en Higüey

lunes, 20 de enero de 2014

NADIE TE AMA COMO YO


LO QUE VALE LA PENA RECORDAR

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Lo que vale la pena recordar
El mundo nos ha llenado de prisas, de reacciones ante lo inmediato y nos hacen dejar de lado recuerdos importantes, decisivos.
 
Lo que vale la pena recordar

Olvidamos muchas cosas. Nombres, calles, lugares, hechos, datos.

Hay, ciertamente, olvidos que se agradecen. A nadie le gusta recordar cómo nos falló aquel amigo, qué nos hizo un compañero de trabajo, cómo sufrimos ante un fracaso.

Pero otros olvidos nos dañan en lo más profundo del alma. Porque no es sano olvidar que no hemos pedido perdón a quien hemos ofendido, o que no hemos dado gracias a quien nos tendió la mano en el momento en el que más lo necesitamos.

El mundo nos ha llenado de prisas, de reacciones ante lo inmediato. Los mensajes del teléfono móvil, o los que transmitidos y recibimos en las redes sociales (Facebook, Twitter y compañía) nos encadenan al presente, y nos hacen dejar de lado recuerdos importantes, decisivos.

Frente a tantas prisas, y ante el desgaste continuo de una memoria frágil, hay que aprender a recordar lo que vale la pena.

Porque vale la pena recordar que tenemos unos familiares, cercanos o lejanos, a los que debemos mucho y que esperan un poco de cariño.

Porque vale la pena recordar a esos hombres y mujeres que de manera oculta permiten que funcionen la electricidad, el agua y las ambulancias.

Porque vale la pena recordar que son muchos los corazones buenos que dejaron su tiempo e incluso su salud para enseñarnos, para curarnos, para tendernos una mano cuando más lo necesitábamos.

Porque vale la pena recordar que el mundo no viene de la nada, sino que surge desde un Amor inmenso, desde un Dios que recuerda, eternamente, a cada uno de sus hijos.

Hay cosas que vale la pena recordar. Más allá de lo inmediato, una memoria abierta y un corazón sensible harán posible recuerdos valiosos, desde los que cada uno podrá dar gracias o pedir perdón.

Con una buena memoria, también el presente se hará más llevadero y el futuro será afrontado con humildad, alegría y esperanza, porque sabremos vivir cada día recordando el inmenso Amor que Dios nos ofrece cada día.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC 

    ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA NIÑA



    ORACIÓN A LA VIRGEN NIÑA

    Pequeña y dulce Maria, princesa mia, sin pecado concebida, estrella de mis dias y desde niña la mas perfecta profecia. Ilumina esta vida mia, a veces enceguecida, sin ansias ni dicha y totalmente empobrecida. Hazme, pequeña Maria, luz en estos dias y resplandor en la oscuridad del alma mia. Hazme niño, pequeñito y dulcisimo para que el Buen Dios escriba lo que ha querido de esta vida, para su gloria y como verdad que ilumina.
    Amen

    ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


    ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO (San Agustín)

    Respira en mí, oh Espíritu Santo,
    Para que sea santo mi pensar.
    Impéleme, oh Espíritu Santo,
    Para que sea santa mi actitud.
    Atráeme, oh Espíritu Santo,
    Para que yo ame lo que es santo.
    Fortaléceme, oh Espíritu Santo.
    Protégeme, oh Espíritu Santo,
    Para que jamás pierda lo que es santo.
    Amén.

    domingo, 19 de enero de 2014

    ORACIÓN FRANCISCA POR LA PAZ



    ORACIÓN FRANCISCA POR LA PAZ

    ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! 
    Que allí donde haya odio, ponga yo amor; 
    donde haya ofensa, ponga yo perdón; 
    donde haya discordia, ponga yo unión; 
    donde haya error, ponga yo verdad; 
    donde haya duda, ponga yo fe; 
    donde haya desesperación, ponga yo esperanza; 
    donde haya tinieblas, ponga yo luz; 
    donde haya tristeza, ponga yo alegría.

    ¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto 
    ser consolado como consolar; 
    ser comprendido, como comprender; 
    ser amado, como amar.

    Porque dando es como se recibe; 
    olvidando, como se encuentra; 
    perdonando, como se es perdonado; 
    muriendo, como se resucita a la vida eterna.

    SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA


    Saludo a la Bienaventurada Virgen María
    (S. Francisco)

    Salve, Señora, santa Reina, 
    santa Madre de Dios, María, 
    que eres virgen hecha iglesia 
    y elegida por el santísimo Padre del cielo, 
    a la cual consagró Él 
    con su santísimo amado Hijo 
    y el Espíritu Santo Paráclito, 
    en la cual estuvo y está 
    toda la plenitud de la gracia y todo bien.

    Salve, palacio suyo; 
    salve, tabernáculo suyo; 
    salve, casa suya.

    Salve, vestidura suya; 
    salve, esclava suya; 
    salve, Madre suya 
    y todas vosotras, santas virtudes, 
    que sois infundidas por la gracia 
    e iluminación del Espíritu Santo 
    en los corazones de los fieles, 
    para que de infieles hagáis fieles a Dios.

    EL PENSAMIENTO DEL DÍA


    AQUÍ TRAIGO LA CURA PARA CURAR CUALQUIER ENFERMEDAD

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    ¡Aquí traigo la cura para curar cualquier enfermedad!
    El hombre no sólo es un cuerpo sano o enfermo. El hombre también es alma, espíritu.
     
    ¡Aquí traigo la cura para curar cualquier enfermedad!

    - ¡Ya llegó! ¡Aquí traigo la cura para curar cualquier enfermedad! Para todo tengo remedio: para ardor de estómago, dolor de rodillas, malestar de cabeza... ¡Vengan por el remedio que han estado esperando!
    Gritaba el brujo del Imperio, subido sobre un amplio tronco, poblado de retoños verdes, desde donde la multitud podía verle con facilidad.

    Una horda de aldeanos se apiñaba a su alrededor. El vasallo, que paseaba por allí, permaneció observando la escena, por un breve espacio de tiempo.
    - ¡Pidan lo que necesiten! ¿Qué enfermedad les achaca? ¡Pidan, pidan!

    Una mujer alzó la voz:
    - Tengo dos años con un dolor de huesos espantoso. No hay día que no me duelan. Nada me ha podido curar...
    - ¡Señora! –exclamó el brujo- Aquí traigo lo que usted necesita. Tome. Hierva estas hojas y tómese dos tazas cada hora. Verá: en tres días, adiós dolores...

    La gente permanecía sorprendida. Otra voz sonó:
    - Llevo treinta días sin dormir. Cuando trato de cerrar los ojos, un ardor de estómago me hace pasar la noche en vela. Tengo hijos que mantener y en el trabajo no rindo, porque llego muy cansado...
    - Pero, caballero... ¡Por qué no acudió conmigo antes! Lo que usted necesita es un masaje diario con este aceite de flor silvestre. Únteselo antes de acostarse y verá que en cinco escasos días dormirá más profundo que una piedra.

    Parecía que el brujo tenía cura para todo y para todos, pues cientos de manos se alzaban y, en cuestión de minutos quedaban saciadas. El vasallo sintió deseos de acercarse también, para pedirle a aquel hombrecillo feo y encorvado algún remedio para su dolor de pies.

    Y así, de entre la gente aglutinada alrededor del brujo, cuando éste seguía con sus entregas de mercancía, un joven apuesto alzó la mano. Elevando la voz, dijo:
    - Si eres capaz de curarlo todo, dame algo para este mal que traigo...

    El brujo fijó sus ojos en el joven y los aldeanos guardaron silencio.
    - ¿Qué cosa te duele? – preguntó el brujo y el joven contestó:
    - El alma.
    - ¿El alma? Pero, jovencito, si yo no puedo curar esas cosas...
    - Entonces – agregó el joven -, ¿por qué pregonas que eres capaz de curarlo todo cuando no tienes remedio para sanar lo más importante?

    Y tan grande fue el enfado de aquel joven, que a punto estuvo de derribar de un puñetazo el cajón y los frascos que el viejo brujo exhibía. Una mano se lo impidió. Una mano suave que se posó sobre su hombro.
    - ¿Te duele el alma?
    Una chica de mirada pura y apacible posó su mano sobre el joven, que, al verla, respondió ruborizado:
    - Sí. Llevo muchos años así y no he podido encontrar quién me cure.

    Los aldeanos se quedaron sin habla y sin respirar. El brujo fruncía el ceño, en signo de disconformidad. Aquel chico le había dejado muy mal delante de la gente.

    La chica le miró a los ojos.
    - ¿Sufres soledad, no es así?
    Y como el joven asintiera con la cabeza, ella afirmó:
    - Lo que necesitas es orar.
    El brujo se burló.
    - Y ¿qué es orar? –preguntó el joven.
    - Es saber que Alguien te escucha y te comprende. Es dialogar con Alguien a quien le interesas más que cualquier otra cosa. Es sentirte querido.

    Y el joven, con el rostro iluminado y una leve sonrisa trazada sobre los labios, exclamaba:
    - ¡Eso es justamente lo que anduve buscando durante años: que alguien me hiciese caso y se preocupara por mi!

    El joven se alejó pegando brincos sobre su propia sombra, mientras que el brujo, delante de la atenta mirada de la multitud, recogía su tinglado para desaparecer de allí.



    El hombre no sólo es un cuerpo sano o enfermo. El hombre también es alma, espíritu. Hay dolores que ni la medicina ni las terapias, ni los exhaustos tratamientos pueden aniquilar. Dolores del alma, que conocemos con el nombre de soledad o tristeza. Orar, orar mucho. No hay cura más fiable que la oración. 

    sábado, 18 de enero de 2014

    ANTE LAS TENTACIONES, LA VIRGEN MARÍA TE ACOMPAÑA



    ANTE LAS TENTACIONES

    Madre querida acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén.

    A LA VIRGEN MARÍA



    A LA VIRGEN  MARÍA

    Madre, dame Tu mano y no me sueltes,
    Déjame apoyarme en Ti al andar,
    Enséñame el camino que sólo me conduzca
    A Tu Hijo con quien anhelo un día estar.

    Pídele a El que perdone mis falencias,
    Mi falta de paciencia, también de piedad,
    Que me dé fuerzas para sobrellevar el peso
    De las injusticias que me hacen a menudo llorar.

    Enjuga mis lágrimas con Tu dulzura de siempre,
    Cubre con Tu manto mis penas y ansiedad,
    Regálame la paz que de Tus ojos mana
    Y muéstrame las huellas del amor y la humildad.

    ORACIÓN A SANTA MARIA


    ORACIÓN A SANTA MARIA
    (L. de Grandmaison)

    Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo.

    Amén.

    EL PENSAMIENTO DEL DÍA


    ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA DE LA PAZ


    Oración a María Reina de la Paz: 

    ¡María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina de la Paz! Tú viniste a nosotros para llevarnos a Dios. Alcánzanos la gracia de no sólo decir: ¡Hágase en mí según Tu voluntad!, sino vivirla tal como Tú lo hiciste. Ponemos en Tus manos nuestras manos, a fin de que puedas conducirnos a Jesús en medio de todas las aflicciones y pesares. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén. Rezar el Credo, 7 Padrenuestros, 7 Avemarías y 7 Glorias...

    CUENTA SIEMPRE CON LA VIRGEN MARÍA

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    ¡Cuenta siempre con Ella!
    María nos abraza cuando tenemos miedo, cuando no sabemos a dónde ir.
     
    ¡Cuenta siempre con Ella!

    La tormenta arreciaba en el bosque, mientras trataba de mantener lo menos dispersas posible mis pocas ideas de orientación.

    Los relámpagos fotografiaban mi pavor y lo mostraban a todos los árboles que se asomaban por entre las copas vecinas para ver a aquel intruso.

    EL corazón aceleraba. Mi indecisión inventaba precipicios a poca distancia que destrozaban mi ánimo empequeñecido.

    Fue entonces, allí, que me topé con una ermita de la Virgen. Me metí sin precauciones y, encogido, esperé la aurora.

    Aprendí la lección. Cuando mi vida tropieza y parece que caerá sin remedio, yo La miro. Me enamoré de Ella. Cada mañana le llevo una flor a su santuario.

    María nos abraza cuando tenemos miedo, cuando no sabemos a dónde ir. ¡Cuenta siempre con Ella! 

    viernes, 17 de enero de 2014

    ATIENDE MI ORACIÓN


    Atiende mi oración
    Autor: J. Alonso Lockward 


    Hoy que estoy triste 
    y que la mente vaga en la nube 
    del tiempo, 
    déjame decirte que te quiero. 

    Déjame reafirmar que solamente 
    buscaré ser tu siervo. 
    Que nada me interesa en esta tierra, 
    que nada intento ser sin ti. 

    Señor, 
    ahora que retuerce 
    mis telas interiores la tristeza, 
    escucha mi oración. 

    Te hablo 
    desde el fondo del pez 
    que me ha tragado 
    y en este fango de cisterna rota, 
    sin llanto y sin canción, 
    con todas mis entrañas 
    yo te alabo. 

    Yo te alabo, Señor, 
    aunque esté triste. 
    Vacío de saber, 
    lleno de nunca, 
    lanzo el alma a tu cielo. 

    Quiero que sepas
    que mi amor es tuyo 
    Ayer, cuando fui, 
    Ahora cuando estoy 
    Y mañana cuando no sé.

    AMAR LA VIDA


    Amar la vida


    Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. 

    Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro. 

    "¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Ralph. Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. 

    "Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida". 

    Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos. Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura. 
    Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién lo disfrutó más. Eso es, creo yo, lo que se pondrá en la balanza a la hora de hacer el recuento final.

    EL PENSAMIENTO DEL DÍA


    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES


    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
     A LA VIRGEN DE LOURDES


    Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.

    Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…

    Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.

    Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.

    Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.

    Santa Bernardita, rogad por nosotros.

    LA AMISTAD


    LA AMISTAD


    Toda mi vida he buscado la amistad en mucha gente, 
    la necesidad de ser querida y aceptada,
    y eso me esfuerzo a perseguirlo. 

    Desde entonces me he esforzado siempre por dar lo mejor de mi, 
    y empecé a transformar lo que yo era en lo que  yo pensé que seria aceptado. 

    Estoy aprendiendo a abrir los ojos de mi alma  para poder reconocer todo lo que me rodea  y para poder saber lo que es la amistad para mi. 

    Que puedo decir? 
    Ahorita es un momento en el que estoy conectada con Dios. La amistad va creciendo poco a poco. 

    La amistad se ve con la vida,  y es bonito tener un amig@ que camine  por ella junto a mi.

    Para mi la amistad es un regalo que sale de un corazón que quiere y se que es agradecido. 

    Se da gratuitamente, salen de las personas que verdaderamente siente en ellas el amor de Dios. 

    No se compara y no se exige,  nace y se cultiva con lo que se da en esa amistad. 

    Es un amor concreto, que perdona, y acepta a la persona tal como es, la lleva en el corazón, en el pensamiento  y en las oraciones. 

    Yo siento que por medio de todos mis amig@s  Dios me esta amando.

    La verdadera amistad, no se acaba con las pruebas, 
    NI CAMBIA POR LA DISTANCIA, mas bien CRECE, 
    se FORTALECE. 

    Me gusta pensar que otros reciban de mis mejores amigos
    La verdadera amistad no finge ni lleva la corriente, 
    nos enseña lo mejor de nosotros con amor. 

    La amistad esta siendo una reflexión del amor que 
    Dios nos tiene. 

    Todos somos billionarios, poseemos del mayor tesoro 
    que Dios nos da,  que es el amor concretizado en la amistad. 
    Yo siempre daré generosidad genuina,  siempre voy a compartir la sabiduría de mi alma,  siempre verdadera y bien intencionada, 
    toda mi persona corre a ayudar, a sostener y a apoyar. 

    No hay nada mejor que tener a un amigo que este bien conectada con Dios o con su ser.  Por que otra vez de ella brota el amor 
    que Dios nos tiene. 

    Y nos lo da a nosotros, para que lo consideremos un DON. 
    No hay nada mejor que dar con amor y misericordia. 
    Solo sabiendo lo tanto que valgo, 
    podré valorar a las demás personas. 

    PENSAMIENTOS SOBRE LA AMISTAD EN IMÁGENES










    jueves, 16 de enero de 2014

    RUEGO A LA VIRGEN DEL CARMEN


    Ruego a la Virgen del Carmen
    Noemí Alas


    Santa Madre, misericordia 
    de aquellos cuyas almas
    soñaron horizontes salados
    cuerpos a mitad de camino
    con sus ojos abiertos 
    hacia el lecho marino
    de marea y de espuma 
    piedad para aquellos hombres 
    de la mar ,piedad por las viudas
    y por los que hoy yacen en el fondo 
    del mar.

    ROSA MÍSTICA


    Rosa Mística
    Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv


    Rosa Mística, fragancia del Eterno
    que perfumas mi templo en tu presencia
    aroma suave de su complacencia
    que floreces en el frío del invierno.

    Eres la flor que adorna mi plegaria
    el pensamiento que bendice mi conciencia
    la suavidad y el color de la paciencia
    la faz de una inocencia legendaria.

    Alabo en la mañana tu belleza
    la armonía que la gracia te regala
    y el cándido fulgor de tu pureza.

    Resplandece inmaculada la realeza
    pues la luz que de Ti brota no se iguala
    y proclama al universo tu grandeza.

    DIEZ CLAVES PARA LA PAZ


    Diez claves para la paz


    1. Mira a todos con respeto y benevolencia.

    2. No hables mal contra nadie, no condenes a ninguna persona a ningún grupo, a ningún pueblo, a ninguna institución.

    3. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar, para convivir, para comenzar una vida nueva cada día.

    4. Desea simplemente la paz con todos, la colaboración, la convivencia, el gozo de la fraternidad y del servicio.

    5. Trata de simplificar los problemas en vez de agrandarlos; no acumules las sombras, busca en todo los resquicios de luz y los caminos de la esperanza.

    6. Ten el valor de negarte a colaborar con cualquier proyecto violento, 
    apártate de los que enseñan y practican el odio, la venganza, el amedrentamiento y la violencia.

    7. Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, de concordia, de
    convivencia, de misericordia y de consuelo.

    8. Apoya a los que trabajan sinceramente por la paz, en la verdad, libertad y justicia.

    9. Dedica algún tiempo a trabajar tú también por la paz, con serenidad,
    esperanza y generosidad.

    10. Pide a Dios que te dé el espíritu de la sabiduría de la bondad, de la
    fortaleza y de la generosidad para ser instrumento de su bondad y de su amor en un mundo renovado donde todos podamos vivir en la verdad, el amor, la libertad y la fraternidad.

    SALUDO A JESÚS SACRAMENTADO


    Saludo a Jesús Sacramentado


    Oh Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, aquí presente en el Santísimo Sacramento del altar, creo todo lo que Vos, mi Señor, me habéis revelado. Arrepentido de todos mis pecados, esperando en Vos que nunca permite que sea confundido, agradeciendo por este don supremo, amándoos sobre todas las cosas en este Sacramento de vuestro amor, adorándoos en el misterio profundo de vuestra humildad, os manifiesto y hago patente todas las heridas y miserias de mi pobre corazón y os pido me deis todo lo que necesito y deseo. Pero tan solo os necesito a Vos, oh Dios mío, tan solo os deseo a Vos, vuestra gracia y la gracia de usar debidamente vuestras gracias, poseeros en esta vida y poseeros en la otra.

    Bendito seáis, oh poder divino de vuestro paternal Corazón, que aunque todo lo podéis, sin embargo, no podíais darnos un don más precioso que este Santísimo Sacramento.

       Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento. (repítase después de cada alabanza)

       Bendita seáis, oh Sabiduría del Verbo Divino, que todo lo sabéis y lo ordenáis, y sin embargo no sabíais prepararnos una comida más exquisita, que este Santísimo Sacramento.

       Bendito seáis, oh Dios mío, que en vuestra inefable dulzura de amor os habéis transformado en este pan para darnos como el más dulce manjar.

       Bendito seáis, oh Dios mío, que habéis encerrado todos vuestros misterios en esta humilde forma de pan terrenal. ¡Oh Trinidad Santísima!

    REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA

    Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
    Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
    Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.
     
    Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
    Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:

    "Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

    Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

    Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

    Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

    Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

    Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

    También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

    Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

    Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
    Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

    Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

    Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

    Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

    Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

    Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.



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  • Ma. Esther de Ariño
     

    PENSAMIENTO MARIANO 27



    PENSAMIENTO MARIANO

    En el Rosario aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. 

    Juan Pablo II
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