viernes, 12 de diciembre de 2014

MÁS HERMOSA QUE EL SOL, LA VIRGEN DE GUADALUPE


Más hermosa que el sol
Solemnidades y fiestas


Lucas 1, 39-48. Solemnidad de la Virgen de Guadalupe. Ella es la Madre de Dios y Madre nuestra, estamos bajo su cuidado. Con ella jamás nos perderemos. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. "Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava".

Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, y llena de amor esta oración para que sepa, como tu Madre santísima, encaminarme con rapidez y diligencia a proclamar tu mensaje de amor. No tengo porque temer porque, gracias a mi Madre de Guadalupe, sé que Tú y ella me acompañan en mi camino.

Petición
Santísima Virgen de Guadalupe, haz que me deje modelar por tu ejemplo y calor de madre.

Meditación del Papa Francisco
La aparición de la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego fue un signo profético de un abrazo, el abrazo de María a todos los habitantes de las vastas tierras americanas, a los que ya estaban allí y a los que llegarían después.
Este abrazo de María señaló el camino que siempre ha caracterizado a América: ser una tierra donde pueden convivir pueblos diferentes, una tierra capaz de respetar la vida humana en todas sus fases, desde el seno materno hasta la vejez, capaz de acoger a los emigrantes, así como a los pobres y marginados de todas las épocas. Una tierra generosa.
Éste es el mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, y éste es también mi mensaje, el mensaje de la Iglesia. Animo a todos los habitantes del Continente americano a tener los brazos abiertos como la Virgen María, con amor y ternura» (Papa Francisco, 11 de diciembre de 2013)
Reflexión
Yo creo que todos los hombres de este mundo deberíamos ser unos enamorados de nuestra propia madre. Gracias a Dios, yo sí tengo la fortuna de serlo. Cuando pienso en mi madre, me inspiro y se me ensancha el corazón. Y a mucha honra lo tengo. Pero la temperatura de mi corazón se enardece mucho más cuando pienso en nuestra madre de los cielos.

Solemos decir que  el 100% de los mexicanos sin excepción somos guadalupanos. Esto hace mucha gracia a todas las personas que lo escuchan, sobre todo en Europa. Y se ríen con mucho agrado, haciendo gestos de aprobación. El alma de nuestro pueblo es profundamente mariana.

Y es que María ha estado siempre presente en nuestra historia y en lo más hondo de nuestra fe.

Toda la vida espiritual de los mexicanos está fuertemente permeada por una devoción muy tierna y filial hacia la Madre de Dios; y las gestas religiosas más heroicas de nuestro pueblo han estado siempre inspiradas y guiadas por la mano de la Santísima Virgen. México es México gracias a la Virgen de Guadalupe. Sin ella, no se entiende nuestra cultura.

Desde que los misioneros españoles trajeron la fe y el Evangelio a nuestro pueblo, y México comenzó a existir como encrucijada de civilizaciones, la Virgen de Guadalupe hizo acto de presencia. Se apareció al indio Juan Diego, se autoproclamó Madre y Reina de todos los mexicanos, y puso su morada en nuestra tierra. Ya todos conocemos la historia, pero es emocionante recordarla.

Corría el año de 1531, apenas diez años tras la conquista de la gran ciudad azteca de Tenochtitlán. Un sábado 9 de diciembre, Juan Diego, un humilde indiecito mexicano, pasaba por el cerro de Tepeyac, cerca de la ciudad de México. Se dirigía a la doctrina dirigida por los franciscanos en Tlaltelolco, cuando, al pasar junto al cerrito, se le apareció una hermosísima Señora, más bella y radiante que el sol. Le dijo: "Sábete y ten bien entendido, hijo mío, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive, Creador del cielo y de la tierra". Acto seguido, le pidió un templo en ese sitio y le mandó a la ciudad de México a exponer su deseo al obispo fray Juan de Zumárraga.

El obispo no pareció darle crédito. Y, después de escucharlo varias veces, el obispo le pidió una señal de la Señora para saber si era en verdad la Madre de Dios quien le enviaba. Con palabras cariñosas, la Señora del cielo encargó a Juan Diego que volviera al día siguiente para darle la señal. Pero su tío se encontraba muy enfermo y dio un rodeo al cerrito para que la Señora no lo demorara, pues iba a Tlaltelolco a buscar un sacerdote para su tío. Pero la Madre de Dios le salió al encuentro y le dijo: “¿A dónde vas, hijo mío, el más pequeño, y qué camino es éste que has seguido?”. Juan Diego le contó, apenado, lo de su tío. Y la piadosísima Virgen le respondió con un tono muy dulce, con estas bellísimas palabras: “Oye y ten entendido, el más pequeño de mis hijos, que es nada lo que te asusta y aflige.

No se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni ninguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No estás acaso bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora. Y está seguro de que ya sanó”.

Juan Diego oyó estas razones, se consoló mucho y se puso muy contento. Y luego le ordenó la Señora del cielo que subiese al cerro y recogiera en su tilma las rosas que encontrara. A pesar de que era un crudo invierno y de que en aquellos peñascos no podía haber flores, obedeció. En la cima halló hermosas rosas de Castilla. La Señora las tomó en sus manos y le dijo: “Ésta es la señal que has de llevar al obispo; sólo a él las mostrarás y le dirás que debe hacer lo que he ordenado”.

El indio llegó a la casa del obispo. Mostró la señal y manifestó la voluntad de la Señora de que se le edificara un templo. Al tiempo que hablaba, desplegó la tilma y apareció en ella una hermosísima imagen de la siempre Virgen Santa María. Asombrado el obispo, cayó de rodillas, veneró la imagen milagrosa y mandó colocarla en su oratorio. Al día siguiente el prelado acompañó a Juan Diego para que le señalara el sitio en donde se le había aparecido la Señora y donde había mandado que se le edificara un templo.
Según una sólida tradición, la imagen de la Virgen de Guadalupe, después de su impresión en la tilma del indio Juan Diego en 1531, en la ciudad de México, permaneció algunos días en la capilla episcopal del obispo fray Juan de Zumárraga, y luego en el templo mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue trasladada solemnemente a una ermita construida al pie del cerro del Tepeyac.

Su culto se propagó rápidamente e influyó decisivamente para la difusión de la fe entre los indígenas. El 12 de octubre de 1895 tuvo lugar la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII. En 1910, San Pío X la proclamó patrona de América Latina; en 1935, Pío XI la nombró patrona de las Islas Filipinas; y en 1945, Pío XII le dio el título de Emperatriz de América. Por último, S.S. Juan Pablo II, durante su cuarto viaje a México, promulgó, el día 23 de enero de 1999, el día de la Virgen de Guadalupe como fiesta en toda América.

Propósito
Asistir a misa, preferentemente a un santuario mariano y en compañía de la familia.

Diálogo con Cristo
¡Qué dicha tener una Madre tan dulce y cariñosa, y una Reina tan poderosa en nuestra propia casa! Ella es la Madre de Dios y la Madre nuestra, y estamos bajo su cuidado, en su regazo maternal. Con ella jamás nos perderemos.Hoy, Madre mía, quiero agradecerte todas las gracias que me has alcanzado y pedirte tu bendición para que reine la paz en mi familia y entorno social. 

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, ADVOCACIÓN MARIANA, 12 DE DICIEMBRE


Nuestra Señora de Guadalupe. 
Patrona de México y Emperatriz de América
Advocación Mariana
Fiesta: 12 de Diciembre


Un sábado 9 de diciembre, el indio Juan Diego, recién convertido a la fe católica, se dirigió al templo para oir Misa. Al pie de un cerro pequeño llamado Tepeyac vio una nube blanca y resplandeciente y oyó que lo llamaban por su nombre. Vio a una hermosa Señora quien le dijo ser "la siempre Virgen María Madre de Dios" y le pidió que fuera donde el Obispo para pedirle que en aquel lugar se le construyera un templo. Juan Diego se dirigió a la casa del obispo Fray Juan de Zumárraga y le contó todo lo que había sucedido. El obispo oyó con admiración el relato del indio y le hizo muchas preguntas, pero al final no le creyó.

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo. De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano.

Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio. Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

ROSAS EN EL TEPEYAC


ROSAS EN EL TEPEYAC


Las veo en la ladera del bosque;
son grandes, muy variadas:
Todas llevan en su cáliz
perlas del rocío de la noche.

Las ha plantado una mano celestial.
La Madre de Dios tiene preferencia
por las rosas de Castilla, le gustan las rosas.

En su jardín del cielo
debe haber plantado rosas a granel,
y deben muchos ángeles cuidarlas con primor.
Son las rosas de la Madre del Señor.

“Rosas en mi jardín no hay ya,
todas han muerto”, diría un día el poeta.
¡Qué tragedia! Mustios pétalos por el suelo
es todo lo que queda de la gloria de las rosas.

Habrá que pedirle a la dueña del Tepeyac
algunos retoños de rosal
de los que plantó en la colina
para plantarlos en el jardín.

Esos rosales siempre ostentan rosas,
son frescas y hermosas;
nunca se marchitan porque son de Ella.

La imagen de Guadalupe
está pintada con pétalos de rosa,
con rocío de la noche, con amor materno.

No importa que el lienzo sea lo más pobre,
porque esa tilma recoge la obra maestra
que un pincel grabó en ella.

¿Un serafín? ¿Sabía pintura la Virgen?
Los de brocha de aquí abajo
no aciertan a descifrar
con qué arte de dibujo
fue impresa tan magnífica pintura
en una tela tan pobre.

LA GUADALUPANA, TU MADRE


La Guadalupana, tu madre
Tenemos miedo de tantas cosas, la enfermedad, falta de dinero,robos, al futuro. Pero Ella nos dice: No temas
Por: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net



El nombre más repetido en las mujeres mexicanas es el de GUADALUPE. Por eso muchas celebran su santo el 12 de Diciembre, fecha en que una mujer vestida de princesa, se le apareció a un natural de esta tierra, a Juan Diego, en la Colina del Tepeyac.

Santa María de Guadalupe es el nombre de la celestial Señora. Ella pidió que se construyera un templo, y el templo se construyó. Más aún, hace algunos años se construyó un nuevo santuario más grande y moderno para dar cabida a un número mayor de peregrinos.

Hoy se encuentran muchísimos templos en todo México dedicados a la Virgen de Guadalupe. Casi todas las ciudades tienen el suyo.

¿Para qué pidió un templo? Para que todos nos sintiéramos en su casa cuando fuéramos allí a rezar, para poder decir a cada habitante de nuestro país las mismas palabras que dirigió a Juan Diego: “No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?”

Hermosas palabras que nos quiere decir a cada uno todos los días, pero sobre todo en esos días amargos, días de dolor y desesperanza.

“No temas, ¿no esto yo aquí que soy tu Madre?...” Tenemos miedo de tantas cosas, miedo de perder la salud, el dinero, a que nos roben, miedo al futuro. Existe mucho miedo en el ambiente. “No temas...”, nos dice Ella.

El 12 de Diciembre hasta los más duros se ablandan, van de rodillas ante la Guadalupana.

Santos y pecadores, borrachos y mujeriegos, quizá hasta le juren a la Virgencita que van a cambiar para siempre, y al día siguiente vuelven a ser los mismos. Pero hicieron el intento, y cualquier intento es bueno. Ella se los toma en cuenta. Después de tantos intentos fallidos, basta que uno de esos esfuerzos de resultado.

Yo me pregunto si México sería el mismo si no hubiera intervenido en su historia la Reina del Cielo.

Me impresiona que los mismos inicios de México como nación, interviniera tan amorosamente esa Persona a quién con santo orgullo se le llama “Reina de México”.

En aquel momento era necesaria la ayuda y protección de la Madre de Dios. Hoy es mucho más necesaria. Los males de México son tantos y tan duros que se necesita la ayuda del cielo para remediarlos. Creo que no bastan los buenos políticos y los buenos economistas.

¡Reza, México, a tu Reina!, para que puedas ser liberado de este naufragio. Esa Reina no ha devaluado su amor a México ni a los mexicanos, hoy los quiere como entonces, pero se necesitan millones de manos alzadas al cielo, millones de rodillas que toquen la tierra rezando, millones de lenguas y corazones que unan su voz y su amor en una oración gigantesca y sonora a la Reina de México, para que venga a auxiliarnos en esta hora difícil.

Para los que tienen fe, hay un faro de esperanza en la Colina del Tepeyac que se llama Santa María de Guadalupe.

El tesoro más rico que México y el mundo entero tiene es una tilma sencilla donde la Madre de Dios se pintó a sí misma para que al contemplarla oyéramos todos su dulce mensaje: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”

PEREGRINACIÓN A LA BASÍLICA DE GUADALUPE



Peregrinación a la Basílica de Guadalupe
Villa de Guadalupe, México D.F.

Recorrido por el Santuario Mariano más visitado del mundo, superado sólo por la Basílica de San Pedro 


Por: Redacción Catholic.net | Fuente: www.sancta.org / otros



La Basílica de Santa María de Guadalupe, llamada oficialmente Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, es un santuario de la iglesia católica, dedicado a la Virgen María en su advocación de Guadalupe, ubicado al pie del Cerro del Tepeyac en la delegación Gustavo A. Madero de la Ciudad de México, actualmente perteneciente a Arquidiócesis Primada de México por medio de la Vicaria Guadalupana que actualmente se encuentra al cuidado de Monseñor Enrique Glennie Grauecon el título de Vicario General y Episcopal de Guadalupe y Rector del Santuario. Es el recinto mariano más visitado del mundo, superado sólo por la Basílica de San Pedro. Anualmente unos veinte millones de peregrinos visitan el santuario, de los cuales cerca de nueve millones lo hacen en los días cercanos al 12 de diciembre día en que se festeja a la Virgen María de Guadalupe.
La iglesia actual fue construída en el sitio de una anterior iglesia del siglo 16 que fue terminada en 1709: la vieja Basílica. Cuando esta antigua Basílica se volvio riesgosa debido al hundimiento de sus cimientos, una moderna estructura llamada la nueva Basílica fue construída en su cercanía. La imagen original de la Virgen de Guadalupe se encuentra ahora alojada en esta nueva Basílica.

Construída entre 1974 y 1976, la nueva Basílica fue diseñada por el arquitecto Pedro Ramirez Vasquez. Tiene un diseño circular de forma que la Imagen puede ser vista desde cualquier punto de la iglesia. Un crucifijo vacío significa la resurrección de Cristo. El coro esta ubicado entre el altar y los fieles para indicar que el también es parte de ellos. A los costados se encuentran las capillas del Santísimo y de San José. Sus siete puertas en el frente son una referencia a las siete puertas de Jerusalén a las que se refirió Cristo.

Nuestra Señora de Guadalupe y los Papas 
En total 26 Papas han honrado en alguna forma oficial a Nuestra Señora de Guadalupe



Nueva Basílica de Santa María de Guadalupe 
En el interior de este templo caben 10,000 personas, ubicadas en la parte central y en las nueve capillas del piso superior



Antigua Basílica de Santa María de Guadalupe 
Templo Expiatorio a Cristo Rey (Antigua Basílica)



Parroquia de Indios 
En la sacristía es posible ver parte de los cimientos de las dos primeras ermitas construidas en el Tepeyac para cumplir el deseo de la Virgen de Guadalupe



Museo de la Basílica de Guadalupe 
Las obras artísticas que forman la colección del museo son mostradas y evaluadas como artefactos culturales que ofrecen la forma y posibilidades de estudio desde ángulos muy diversos



Capilla del Pocito 
El sello particular de esta pequeña capilla, joya arquitectónica del estilo barroco, es su forma, pues es la única de base circular, o céntrica, que, levantada en aquella época, se conserva en nuestro país



Parroquia de Capuchinas 
La iglesia, como se había inclinado peligrosamente, fue cerrada en los años 70 para su renivelación (primer caso mundial), reabriéndose en 1996



 
Ubicación

La Basílica se encuentra en la Ciudad de México, en el vecindario de la Villa de Guadalupe Hidalgo (o simplemente "la Villa"), en el lado Norte de la ciudad.

Cómo llegar a la Basílica: (estando ya en la Ciudad de México)

Desde el Centro Hístorico de la ciudad tomar el metro(subterráneo), Linea 3, en "Hidalgo". Transferir a la Linea 6 en "Deportivo 18 de Marzo", hasta la siguiente estación: "La Villa Guadalupe". Desde allí caminar 2 cuadras hacia el norte hasta la Basílica.

Desde la Zona Rosa tomar un Pesero ó Autobús en la Avenida de la Reforma hasta la terminal cerca de la Basílica.

O tome un taxi desde el hotel donde se aloje. El viaje desde el centro de la ciudad tomará un promedio de 30 minutos.

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE GUADALUPE









jueves, 11 de diciembre de 2014

EL ARMA DE SAN JUAN PABLO II, LA CONSAGRACIÓN MARIANA


El arma de Juan Pablo II – la consagración mariana
El P. Evaristo Sada nos habla de la consagración a la Virgen como medio de salvación


Por: P. Evaristo Sada 


En el "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen", San Luis María Grignion de Montfort nos dice que el camino seguro, fácil y corto para acercarnos a Cristo y parecernos más a Él es laconsagración a la Virgen María y propone 33 días de preparación para hacer la consagración Mariana.
Todos sabemos que el crecimiento espiritual, nuestra transformación en Cristo, no es cosa fácil. Entonces, es razonable que la oferta de Montfort levante sospechas... Pero hay muchas personas de fiar que lo aprueban y lo promueven. Por ejemplo, el Papa Pío IX dijo que esta devoción a María es la mejor y la más aceptable. El Papa Pío X promulgó que quien rezara la fórmula de la consagración Mariana de San Luis María recibiría indulgencia plenaria en perpetuidad. Él mismo experimentó la eficacia de esta devoción y por ello la promovió con tanta decisión en la encíclica Mariana Ad Diem Illum donde dice que "No hay camino más seguro y más fácil como María para unir a todos los hombres con Cristo." Y el promotor principal ha sido el Papa Juan Pablo II que declaró que la lectura del "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen", fue decisiva en su vida y tomó como lema papal una expresión que aparece en el texto breve de la consagración Mariana de San Luis María Grignon de Montfort:
Totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt. Accipio te in mea omnia. Praebe mihi cor tuum Maria!
Soy todo tuyo y todo lo mío es tuyo. Te recibo como mi todo. ¡Dame tu corazón, oh María!
Todo tuyo.

¿En qué consiste la consagración Mariana?

Es la total consagración a Jesús a través de la Santísima Virgen María. Consiste en un acto libre y voluntario donde ofreces toda tu persona y tu vida, y te entregas todo entero, en cuerpo y alma, a la Madre de Jesús y Madre nuestra para que a través de ella el Espíritu Santo nos transforme conforme a la imagen de Jesús.

La misión que Jesús le dio a María:

Jesús nos dio a su madre como nuestra madre espiritual para que Ella nos conciba a la vida cristiana por obra del Espíritu Santo, nos alimente, nos cuide y nos lleve a la plenitud de Cristo.
Cuando Jesús miró por última vez a su Madre antes de morir le dijo: "Mujer aquí tienes a tu hijo. Aquí tienes a tu Madre" (Jn 19, 26-27) ¿Qué quiso decirle Jesús a María? Fórmalos como me formaste a mí. ¿Qué quiso decirle a Juan? (él nos representaba a todos nosotros) Descansa en su regazo, confíate a sus manos maternales: Ella te va a santificar por el poder Espíritu Santo, Ella se encargará de modelarte y transformarte conforme a mi imagen.
San Luis María enuncia en su libro "los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores": Ella los ama, los mantiene, los guía y dirige, los defiende y protege, intercede por ellos ante Dios. Y añade los frutos que esta devoción produce en el alma: alcanza luz del Espíritu Santo para crecer en humildad y conocimiento personal, la Sma. Virgen concederá parte de su fe, apartará del alma los escrúpulos y ensanchará y abrirá el corazón para correr "por el camino de los mandamientos de su Hijo" con gran libertad interior, los llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma, "el alma de la Sma. Virgen María se os comunicará para glorificar al Señor" y "Ella dará su fruto a su tiempo y este fruto suyo es Jesucristo".

Pertenecer a María.

Por eso, cuando María nos ve a cada uno de nosotros, sus hijos, nos mira con amor, anhelando el momento en que libremente le digamos: Madre, soy todo tuyo, te pertenezco, fórmame como lo hiciste con Jesús, protégeme del Maligno, llévame al Paraíso.
Si Dios Omnipotente confió incondicionalmente en la Virgen María y puso a Su Hijo Unigénito en sus brazos maternales, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?
Cuando le demos todo a María, Ella se hará cargo de nosotros y de nuestros seres queridos.
Cuando estemos como ciegos en las horas oscuras, María escuchará nuestro grito desesperado: "Señor, que vea" (Mc 10,51) y se encargará de decirle a Jesús: "Mira, no tienen vino" (Jn 2,3) y encontraremos una y otra vez la salida de las tinieblas para entrar en su luz maravillosa (cfr. 1 P 2,9)
A la hora del sufrimiento y de la cruz, María estará allí, de pie a nuestro lado, abrazándonos con ternura. (Jn 19,25)
En las decisiones importantes, María nos mostrará el Camino, la Luz, la Verdad, la Vida. Ella será la dulce y firme Pastora que nos conduzca por el buen Camino (Cfr. Jn 14,6). María nos lleva siempre por el mejor camino a Jesús.
En la vida cotidiana, María será nuestra educadora, la que nos forme en las virtudes cristianas.
María será nuestra maestra de oración. Nos conducirá siempre al Sagrario y nos mostrará el costado traspasado de Su Hijo, nos enseñará a entrar en la intimidad de Su Corazón traspasado. Es un maravilloso intercambio: le damos nuestro corazón a María y Ella nos da su Corazón inmaculado. A María le gusta compartir, cuando le demos nuestro corazón con absoluto abandono, Ella nos abrirá la intimidad del suyo, conoceremos cómo es su amor a Jesús, cómo gusta Su palabra, cómo contempla los misterios de Su Hijo. Sentiremos como Ella siente, amaremos como Ella ama, dejaremos que Jesús encuentre consuelo y descanso en nosotros como lo encuentra en Ella.
A la hora de nuestra muerte, María será la que nos abra la puerta del hogar definitivo, nos abrace y nos lleve a la presencia del Padre para entrar en su intimidad y permanecer allí para siempre.

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA: SOY TODO TUYO MARÍA


SOY TODO TUYO MARÍA
San Juan Pablo II


Virgen María, Madre mía
Me consagro a ti y confío en tus manos
Toda mi existencia.

Acepta mi pasado con todo lo que fue.
Acepta mi presente con todo lo que es.
Acepta mi futuro con todo lo que será.
Con esta total consagración
Te confío cuanto tengo y cuanto soy,
Todo lo que he recibido de Dios.

Te confío mi inteligencia,
Mi voluntad, mi corazón.
Deposito en tus manos mi libertad;
Mis ansias y mis temores;
Mis esperanzas y mis deseos;
Mis tristezas y mis alegrías.

Custodia mi vida y todos mis actos
Para que le sea más fiel al Señor
Y con tu ayuda alcance la salvación.
Te confío ¡Oh María! Mi cuerpo y mis sentidos
Para que se conserven puro
Y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma
Para que Tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad

Igual a la tuya:
Hazme conforme a Cristo,
Ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo
Y el ardor de mi juventud,

Para que Tú me ayudes a no envejecer en la fe.
Te confío mi capacidad y deseo de amar,
Enséñame y ayúdame a amar
Como Tú has amado y como Jesús quiere que se ame.
Te confío mi incertidumbres y angustias,
Para que en tu corazón yo encuentre
Seguridad, sostén y luz,
En cada instante de mi vida.

Con esta consagración
Me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios
Que esta elección comporta,
Y te prometo, con la gracia de Dios
Y con tu ayuda,
Ser fiel al compromiso asumido.

Oh María, soberana de mi vida
Y de mi conducta
Dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
Para que camine siempre junto al Señor
Bajo tu mirada de Madre.
¡Oh María!
Soy todo tuyo
Y todo lo que poseo te pertenece
Ahora y siempre.

AMEN.

LA NECESIDAD DE LA INTERCESIÓN DE LOS SANTOS Y DE MARÍA SANTÍSIMA


De la necesidad de la intercesión de los santos y María Santísima
María quien reza sin contar contigo es como quien pretende volar sin alas.


Por: Rafael Sanz Carrera | Fuente: Un blog de pensamiento cristiano



Seguimos con esta obrita de san Alfonso María de Ligorio, “El gran medio de la oración”. Además, estos días del Cónclave podemos acudir más a la Virgen María y a los santos para que nos concedan el Papa que la Iglesia necesita hoy.
Aquí aparece el lugar conveniente para tratar de la duda si es necesario también recurrir a la intercesión de los Santos para alcanzar las gracias divinas. (…) Pero volvamos a la duda que arriba nos atrevemos a exponer. ¿Hay verdadera obligación de invocar la intercesión de los Santos? No es mi propósito resolver aquí esta sutilísima cuestión. No quiero sin embargo dejar de exponer una doctrina del Angélico Doctor. (…) se propone a sí mismo con toda claridad la siguiente duda:
¿Debemos rogar a los Santos para que intercedan por nosotros? Hay un orden divinamente establecido en todas las cosas, según Dionisio Areopagita, y es que las últimas cosas vuelvan a Dios valiéndose de las intermedias. Y como los Santos ya están en la Patria y por tanto muy cerca de Dios, parece que está pidiendo el orden general establecido, que nosotros, que aún estamos con este cuerpo mortal y andamos peregrinando lejos de Dios, a Él volvamos por mediación de los Santos. Así sucede, cuando por ellos llegan hasta nosotros los efectos de la divina bondad, pues nuestra vuelta a Dios debe seguir en cierto modo el mismo proceso de la donación de su bondad, ya que los beneficios divinos llegan a nosotros por medio de los santos, así por medio de los mismos debemos volver a Dios. De aquí podemos concluir que cuando pedimos a los Santos que recen por nosotros, los constituimos intercesores y en cierto sentido mediadores nuestros.
Meditemos estas palabras del Angélico Doctor y veremos que según su doctrina el orden de la divina ley exige que nosotros, míseros mortales, nos salvemos por medio de los Santos, recibiendo de sus manos las gracias necesarias para nuestra salvación eterna. Como alguno puede objetar que parece superfluo acudir a los Santos, ya que Dios es infinitamente más misericordioso que ellos y más inclinado a socorrernos, responde el santo muy atinadamente que,si lo ha dispuesto así el Señor, no ha sido por falta de poder por parte suya, sino para conservar en todo el orden general establecido de obrar siempre por medio de las causas segundas. (…)
Y qué decir de De la intercesión de María Santísima.
Lo que hasta aquí llevamos dicho de la intercesión de los Santos puede decirse, pero con mucha mayor excelencia, de la intercesión de la Madre de Dios. Sus oraciones valen más que las de todo el paraíso. Da la razón Santo Tomás, diciendo que los santos, según su mérito, así es el poder que tienen de salvar a otros muchos; pero como Jesucristo y digamos lo mismo de su Divina Madre, tienen gracia tan abundante, por eso pueden salvar a todos los hombres. Lo dice así el Santo Doctor. Ya es cosa grande decir de un santo que tiene bastante gracia para salvar a muchos. Pero si pudiera decirse de alguno que la tenía tan grande que a todos los hombrespudiera dar la salvación sería la más grande alabanza. Mas ello solamente puede decirse de Jesucristo y de su Madre Santísima. San Bernardo hablando de la Virgen escribió estas hermosas palabras: Así como nosotros no podemos acercarnos al Padre sino por medio del Hijo, que es mediador de justicia, así no podemos acercarnos a Jesús si no es por medio de María que es la mediadora de la gracia y nos obtiene con su intercesión todos los bienes que nos ha concedido Jesucristo. En otro lugar saca el mismo santo de todo esto una consecuencia lógica, cuando dice que María ha recibido de Dios dos plenitudes de gracias: la primera, la encarnación del Verbo eterno, tomando carne humana en su purísimo seno; la segunda, la plenitud de las gracias que de Dios recibimos por su intercesión. Oigamos las palabras del mismo santo: Puso el Señor en María la plenitud de todos los bienes, y por tanto, si tenemos alguna gracia y alguna esperanza, si alguna seguridad tenemos de salvación eterna, podemos confesar que todo nos viene de Ella, pues rebosa de delicias divinas. Huerto de delicias es su alma y de allí corren y se esparcen suaves aromas, es decir, los carismas de todas las gracias.
Podemos por tanto asegurar que todos los bienes que del Señor recibimos, nos llegan por medio de la intercesión de María. ¿Qué por qué es así? Responde categóricamente San BernardoPorque así lo ha dispuesto el mismo Dios. Esta es su divina voluntad, son palabras de San Bernardo, que todo lo recibamos por manos de María. Pero San Agustín da otra razón y parece más lógica, y es que María es propiamente nuestra Madre; lo es, porque su caridadcooperó para que naciésemos a la vida de la gracia y fuéramos hechos miembros de nuestra cabeza que es Jesucristo. Pues Ella ha cooperado con su bondad al nacimiento espiritual de todos los redimidos, por eso ha querido el Señor que con su intercesión coopere a que tengan la vida de la gracia en este mundo, y en el otro mundo la vida de la gloria. Que por esto la Santa Iglesia se complace en llamar y saludarla con estas suavísimas palabras: Vida, dulzura y esperanza nuestra.
Nos exhorta San Bernardo a recurrir siempre a esta divina Madre, ya que sus súplicas son siempre escuchadas por su divino Hijo. Acudamos a María, exclama con fervoroso acento, lo digo sin vacilar…, el Hijo oirá a su Madre. A continuación añade: Hijos míos, Ella es la escala de los pecadores. Ella mi máxima esperanza, Ella, toda la razón de confianza del alma mía. La llama escala, porque así como no podemos subir el tercer escalón sin poner antes el pie en el segundo, de la misma manera nadie llega a Dios si no es por medio de Jesucristo, y a Jesucristo nadie llega sino por medio de María. Y añade que es su máxima esperanza y el fundamento de su confianza porque Dios ha dispuesto que todas las gracias nos pasen por manos de María. Por esto concluye recordándonos que todas las gracias que queramos obtener, las pidamos por medio de María, porque Ella alcanza todo lo que quiere y sus oraciones jamás serán desatendidas. He aquí sus textuales palabras: Busquemos la gracia, y busquémosla por medio de María, porque halla todo lo que busca y jamás pueden ser frustrados sus deseos. No de distinta forma hablaba el fervoroso San EfrénSólo una esperanza tenemos, decía, y eres tú, Virgen purísima. San Ildefonso, vuelto a la misma celestial Señora, le hablaba así: La Majestad divina ordenó que todos sus bienes pasaran por tus manos benditas. A Ti están confiados todos los tesoros divinos y todas las riquezas de las gracias. San Germán le decía todo tembloroso: ¿Qué será de nosotros si Tú nos abandonas, vida de todos los cristianos? San Pedro Damián: En tus manos están todos los tesoros de las misericordias de Dios. San Antonio: Quien reza sin contar contigo es como quien pretende volar sin alas. San Bernardino de Siena: Tú eres la dispensadora de todas las gracias: nuestra salvación está en tus manos. En otro lugar llegó a afirmar el mismo santo que no tan sólo es María el medio por el cual se nos comunican todas las gracias de Dios sino que desde el día en que fue hecha Madre de Dios, adquirió una especie de jurisdicción sobre todas las gracias que se nos conceden. Sigue ponderando la autoridad de la Virgen con estas palabras: Por María, de la cabeza de Cristo, pasan todas las gracias vitales a su Cuerpo Místico. El día en que siendo Virgen fue hecha Madre de Dios, adquirió una suerte de posesión y autoridad sobre todas las gracias que el Espíritu Santo concede a los hombres de este mundo, que nadie jamás obtendrá gracia alguna, sino según lo disponga esta Madre piadosísima. Y añade esta conclusión: Por tanto, sus manos misericordiosas dispensan a quien quiere dones, virtudes y gracias. Y lo mismo confirma San Bernardino de Siena con estas palabras: Ya que toda la naturaleza divina se encerró en el seno de María, no temo afirmar que por ello adquirió la Virgen cierta jurisdicción sobre todas las corrientes de las gracias, pues fue su seno el océano del cual salieron todos los ríos de las divinas gracias.
Por lo demás, si es cierto que le agrada al Señor que recurramos a los santos, mucho más le ha de agradar que acudamos a la intercesión de María para que supla Ella nuestra indignidad con la santidad de sus méritos. Así cabalmente lo afirma San Anselmo: para que la dignidad de la intercesora supla nuestra miseria. Por tanto, acudir a la Virgen no es desconfiar de la divina misericordia; es tener miedo de nuestra indignidad. Santo Tomás, cuando habla de la dignidad de María, no repara en llamarla casi infinita. Como es Madre de Dios tiene cierta especie de dignidad infinita. Y por tanto, puede decirse sin exageración que las oraciones de María son casi más poderosas que las de todo el cielo.
Pongamos fin a este primer capítulo resumiendo todo lo dicho y dejando bien sentada esta afirmación: que el que reza se salva y el que no reza se condena. (…)
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