sábado, 7 de febrero de 2015

MARÍA, DICHOSA LA QUE HA CREÍDO


María, dichosa la que ha creído
Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma.


Por: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: la-oracion.com



La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia en la fe", nos dice el Catecismo de la Iglesia (n. 148). Muchos cristianos encuentran difícil el ejercicio de la fe. El Espíritu Santo nos ha dejado en María un modelo cercano para vivir la fe. Ella nos invita a abandonarnos en Dios, como lo hizo en el momento en que el ángel le anunció el plan que el Señor tenía para Ella. Juan Pablo II habla del "claro oscuro" de la fe de la Virgen María y de una peregrinación en la fe. Cuando pensamos en la fe de los grandes personajes del Antiguo Testamento, de María, de José quizás tenemos en mente la fe de unos "gigantes", que, en comparación con nosotros, hombres y mujeres de poca fe, son muy superiores a nosotros.


Es cierto que ellos vivieron de fe, pero su fe, fue como la nuestra sometida a la prueba. No fue una fe fácil, sino siempre en camino, siempre abierta a las grandes sorpresas de Dios. María, a quien el ángel Gabriel llamó "llena de gracia" y llena de la presencia del Espíritu Santo, una vez que el mensajero celeste la dejó, se quedó sola con la carga de misterio que llevaba en su corazón y en su cuerpo. Muchas preguntas se haría dentro de su alma y muchas preguntas le podrían poner los otros a las que Ella no sabría responder. Vivió toda su vida con el misterio y lo aceptó abandonándose en manos del Padre. Por ello, Isabel al saludarla la llama dichosa porque ha creído (Lc 1, 45).

Isabel, quizás sin saberlo, nos está dando la clave de la felicidad, de la dicha, que tanto buscamos los hombres y tan difícil nos es acercarnos a ella y poseerla en plenitud. Isabel pone en relación la felicidad, con la fe. En la medida en que tenemos más fe, somos más dichosos. A veces pensamos lo contrario, que la fe nos hace infelices, que nos obliga a someternos a una serie de reglas insoportables, que nos encierra en una prisión llena de preceptos, que no nos deja disfrutar de la vida. Y no es así. La fe nos da la verdadera dimensión del ser humano que es la dimensión espiritual. Es cierto que tenemos un cuerpo, pero este mismo cuerpo está como permeado por el alma. Y la fe nos abre a la dimensión del espíritu que, junto con el cuerpo, constituye la unidad el ser humano en su ser personal.

María fue una mujer libre y liberadora porque vivió de fe. Fue dichosa en la fe. Abrió horizontes nuevos a su vida gracias a la fe. Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma, "para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 35).

El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es dichoso. "Santo triste, triste santo", decía la gran santa de Ávila. La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia de quien se sabe amado por un Amor infinito que nunca fallará. María llevó en su corazón y en su cuerpo ese Amor, el Emmanuel, el Dios con nosotros que nos acompaña en cada instante. Ella lo dio al mundo y nos lo da a cada uno de nosotros para que, acogiéndolo en la fe, se nos abran, también a nosotros, las puertas de la felicidad.

LOS PRIMEROS VIERNES DE CADA MES


Los Primeros Viernes
Una bendición que no pasa de moda
Aquella herejía jansenista quiso apartar a las almas de la Sagrada Comunión, pero Jesús le ganó la partida...
Por: Pedro García Cmf | Fuente: www.riial.org




Corrían los últimos años del siglo diecisiete y se había echado sobre toda Europa dentro de la Iglesia una herejía verdaderamente mala, maldita, nacida del mismo infierno. Se le llamó Jansenismo. ¿En qué consistía?

Tenía las apariencias de algo muy justo, como era el respeto grande a Dios. Decían aquellos herejes, que se confesaban muy católicos: Como Dios es tan grande, tan santo, tan santísimo, solamente nos podemos acercar a El con un alma purísima, con una conciencia inmaculada, con una santidad digna de Dios. Esto es lo que decían ellos.

Pero, como nadie se veía con una limpieza de alma tan exquisita, ¿qué ocurría? Pues que las almas, en vez de acercarse confiadamente a Dios, huían de El por miedo. Sobre todo, se alejaron de la Sagrada Comunión. No se atrevían a comulgar porque nadie era digno de recibir al Señor. Total, que el Sacramento de los Sacramentos no servía para otra cosa sino para caer de rodillas ante él en adoración profunda, llena de temor, y para nada más.

El mal era muy grave. Pero fue el mismo Jesús quien puso remedio. Se aparece a Margarita María —precisamente en la octava del Corpus—, le muestra el Corazón sobre su pecho, y le dice unas palabras que han pasado a la historia de la piedad cristiana moderna:

- Este es el Corazón que tanto ha amado a los hombres, que no ha ahorrado nada hasta entregarse del todo por ellos, y, sin embargo, no recibo de ellos más que ingratitud y menosprecios. Encarga a Margarita María que propague la devoción al Corazón de Jesús, y le hace la gran promesa:

- Yo prometo la salvación a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos como una reparación a mi Corazón divino. ¿Cuál fue el resultado? Las almas, antes tan miedosas de acercarse a comulgar, perdieron el temor. Empezaron a comulgar los Primeros Viernes, seguían comulgando los demás días, y después se convirtió la Sagrada Comunión —como lo fue desde el principio en la Iglesia— en el alimento normal del cristiano cara a la vida eterna. Jesús había conseguido con aquella aparición y aquella promesa lo que El pretendía: hacer de la Eucaristía el centro de la vida cristiana.

La verdad es que vale la pena conservar la costumbre de la Sagrada Comunión en los Primeros Viernes. Indiscutiblemente, que trae muchas bendiciones y gracias sobre toda la Iglesia.

En la evangelización primera de muchas Misiones modernas, la práctica de los Primeros Viernes ha jugado un gran papel y ha metido hondamente la costumbre de recibir al Señor en el Sacramento.

Se hizo célebre el caso de un indio piel roja en Norteamérica. El jefe de la tribu, llamado Ciprá, se hace un corte en la mano al trabajar. Ante el peligro de infección, el Padre Misionero le obliga a emprender un largo viaje en busca del médico, el cual, ante la gravedad del caso, le manda quedarse unos días para hacerle una cura radical, antes de que se extienda la gangrena. Y el indio:

- No puedo detenerme. Mañana es Primer Viernes y tengo que ir con los demás de mi tribu a la Misión a recibir la Comunión del “vestidura negra”. Ya volveré después.

- Pero después ya será demasiado tarde, y habré de cortarte la mano.

- No importa. Me cortarás la mano. Pero Ciprá no faltará a la Comunión del Primer Viernes con los demás de la tribu. No hubo manera de convencer a aquel indio cabezón. Marchó, recibió la Comunión de manos del “vestidura negra” —como llamaban al Padre con sotana—, y, al volver, la cosa ya no temía remedio.

- Ya te lo dije... Ahora es necesario amputarte tres dedos al menos. Y el cacique, simpático: - Pues, corta los tres dedos, que no valen lo que una Comunión.

En fin, dejemos al indio piel roja con su mano maltrecha, para preguntarnos ahora nosotros: ¿qué queda de aquella práctica tan bella de la Comunión en los Primeros Viernes? ¿Ha pasado de moda? No, afortunadamente. No ha pasado de moda, aunque hoy ya no tenga la fuerza que tuvo en años pasados. Son muchas las iglesias que se ven muy concurridas en los Primeros Viernes de mes, muchas las confesiones y muy nutridas las filas de los comulgantes. Quizá ya no se mira hoy tanto eso de la promesa de la salvación, que, al fin y al cabo, es una promesa de una revelación privada, en la cual nadie está obligado a creer.

El gran fruto de la práctica de los Primeros Viernes es que ahora se comulga para obsequiar al Corazón de Jesús, para desagraviarle por los pecados del mundo, para rogar por la salvación de todos. Y más que en la promesa a Margarita María, se mira a la gran promesa de Jesús en el Evangelio, que nos dice:

- Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Juan 6,57)

Por estas palabras de Jesús en el Evangelio de Juan, sabemos que es imposible se pierda quien ha hecho de la Comunión el alimento ordinario de su vida cristiana. Más que de los Primeros Viernes, hacemos caso de la Comunión en la Misa dominical. Y, lo que es mucho mejor, de la Misa de cada día. Porque son muchos los trabajadores que, después de las labores de la jornada, se meten en la Iglesia para no perder su Comunión diaria. Este, éste ha sido el gran fruto de esa práctica tan devota, que ha conseguido hacer de todos los días otros tantos Primeros Viernes de mes.

Aquella herejía jansenista quiso apartar a las almas de la Sagrada Comunión, pero Jesús le ganó la partida. Por nuestra parte, le decimos al Señor que sí, que cuente con nosotros cuando nos llama al comulgatorio. ¿Por qué no vamos a comulgar, si con la Comunión le damos al Corazón de Jesucristo la mayor de las alegrías?...

viernes, 6 de febrero de 2015

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA












INVOCA A LA VIRGEN MARÍA


INVOCA A MARÍA



Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María.

Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María.

Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.

Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.

Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara

San Bernardo.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA, SALUD DE LOS ENFERMOS


ORACIÓN NUESTRA SEÑORA, 
SALUD DE LOS ENFERMOS 



María, Madre amadísima, te invoco confiadamente como salud de los enfermos. Eres Madre de bondad, especialmente para quienes están bendecidos con la Cruz, en particular la enfermedad. Humildemente te pido esta gracia 

(Mencione el favor que desea).


 Madre del Perpetuo Socorro, te ruego que presentes mi petición a tu Divino Hijo. No será rechazada si te dignas rogar por mí, porque tu intercesión es poderosa ante Dios. Con la confianza de un niño, me abandono a la santa voluntad de Dios. El cuidará de mis deseos. 

Madre de Misericordia, yo te amo; en ti pongo mi confianza. Por tus manos ofrezco a Dios todos los sacrificios que haya de soportar con todo el amor de mi corazón. Que todas mis penas se conviertan en un acto de amor a Dios, de reparación por mis pecados, y mérito por la salvación de las almas, en particular la mía. Enséñame a tener paciencia y conformidad con la voluntad de Dios, imitándote a ti, Madre Dolorosa. 

V. Ruega por nosotros, Señora Nuestra, salud de los enfermos.

 R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo. 

0remos: Te rogamos, Señor Dios nuestro, que nos bendigas a nosotros tus siervos, con salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, Salud de los enfermos, seamos libres de las tristezas presentes y disfrutemos de las alegrías eternas. Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO CONTRA SATANÁS


ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL REFUGIO
 (contra Satanás) 



¡Augusta Reina de los cielos y Soberana de los Ángeles!, Vos que habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satanás, os lo pedimos humildemente, enviad las legiones celestiales para que bajo vuestras órdenes, persigan a los demonios, los combatan en todas partes, repriman su audacia y los lancen al abismo.

¿Quién como Dios?
¡Oh buena y tierna Madre!, seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza.
¡Oh, Divina Madre!, enviad a los Santos Ángeles para defendernos y arrojar lejos de nosotros al cruel enemigo.
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos, guardadnos. AMÉN

jueves, 5 de febrero de 2015

VAYAMOS A LA VIRGEN MARÍA


Unidos a María



Vayamos a María con todos nuestros pecados y miserias, que Ella sabrá convertirnos de pecadores en santos, puesto que María todo lo puede por gracia de Dios, y los más grandes pecadores se pueden convertir en grandes santos si acuden a su auxilio.

 No desesperemos nunca. Aunque estemos con un pie en el Infierno y parezca que ya no tenemos salvación y estamos perdidos para siempre, todavía queda una esperanza: María Santísima.

 Si la invocamos, los demonios huirán al fondo del abismo y nos dejarán tranquilos y en paz y podremos hacer una sincera confesión y seremos envueltos por la Misericordia de Dios, y así no solo nos salvaremos sino que llegaremos a ser grandes santos y apóstoles de Dios y de la Virgen.

TESTIMONIOS MARIANOS


Unidos a María



Del 15 de enero al 2 de marzo de 1933, la Virgen María apareció ocho veces a una niña de 11 años, Mariette Béco, en Bélgica, en Banneux, ciudad ubicada a 20 km de Lieja.

El domingo 15 de enero de 1933, a las 7 de la tarde, Mariette estaba sentada en frente a la ventana, en casa de sus padres. Afuera, nevaba. Estaba helando a -12 grados. Mariette levanta la cortina. 
Con asombro, vio una “luz” en el jardín, luego percibió une “bella señora”. La Virgen la llamó y Mariette le siguió… En cada aparición, Mariette salió fuera, en el frío, y siguió la bella Señora.
El 19 de enero de 1933: - “¿Quién es Ud. mi bella Señora?” – “Yo soy la Virgen de los pobres”. La Virgen condujo a la niña al manantial, un manantial “para todas las naciones…, para los enfermos”.

El 15 de febrero de 1933, la Virgen le dijo “Creed en mí, yo creeré en vosotros […] Rezad mucho”. El 2 de marzo de 1933: “Yo soy la madre del Salvador, Madre de Dios, rezad mucho”. (El año 1933 es el momento de la accesión de Hitler al poder). El 22 de agosto de 1949, el obispo diocesano reconoció oficialmente las apariciones de Banneux.

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA A LA VIRGEN MARÍA


miércoles, 4 de febrero de 2015

ORACIÓN A MARÍA INMACULADA POR LA UNIÓN DE LOS CRISTIANOS


Oración a María Inmaculada por la Unión de los Cristianos
 P. Tondini 



Llenos de confianza en Ti, Madre de Dios, siempre Virgen, junto a nuestros hermanos separados, veneramos en tu

Inmaculada Concepción el fundamento de la salvación, la base de la gracia, el sostén de nuestra esperanza.

Escucha oh María la plegaria que te dirigimos por estos hermanos que, a una con nosotros, te llaman Toda Santa, Árbitro de los dones de Dios y Dispensadora de todos los dones.

Haz que, comprendiendo la divina autoridad de Pedro, fundamento de la Iglesia, fundamento supremo de los Apóstoles, Custodio del Reino de los Cielos, base inquebrantable de la fe, reconozcan finalmente la autoridad del Sumo Pontífice y lo llamen también ellos su Pastor, Heredero del trono y del primado de Pedro y Cabeza de la Iglesia. Así sea.

martes, 3 de febrero de 2015

LUZ DE LA VIRGEN MARÍA


Luz de María
Rafael Ángel Marañón 




En el profundo de tu amor sagrado,
Bebo corrientes de divino gozo,
Pues muestras a Jesús siendo el embozo
Que tu dulce ilusión nos ha mostrado.

Eres la dulce luz que al apocado,
Enciende misteriosa en su sollozo,
La llama que prendió al que en un pozo
Te rinde su piedad, a ti, el dechado.

Nunca hubo ni habrá con tal brocado,
En luciente arco iris de los santos, 
Pastora como tú, tan fiel cayado.

Nos muestras a Jesús, el hijo amado,
Y enseñas la obediencia con que tantos,
La luz del mundo, habían anunciado.

FLORES A LA VIRGEN MARÍA


Las flores a María
Blanca María Alonso Rodríguez





Rosal engalanado y bendecido,
aroma de virtudes olorosas,
arcádico vergel, dulce, florido
de savia virginal que emana rosas.

Rosal, el más temprano amanecido,
divina fue la mano plantadora,
capricho celestial que buscó nido
a la naciente vida, tierna aurora.

Bondad hay en tus pétalos amantes,
amor en tus corolas doloridas,
pesar en tus espinas suspirantes.

Divina creación, Gracia de flores,
quisiera en tu dosel posar mis rosas,
para libar de Ti bellos colores.

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LOURDES








lunes, 2 de febrero de 2015

NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA - 2 DE FEBRERO

Nuestra Señora de la Candelaria

 
Esta bella devoción esta profundamente arraigada en toda América. Se sabe que Hernán Cortés portaba en el cuello una medalla de Nuestra Señora de la Candelaria. En Colombia, se conoce también como la patrona de la ciudad de Medellín y se encuentra coronando el escudo de armas de la ciudad.

El 2 de Febrero día de la Candelaria es la fiesta de la Purificación de la Virgen María y la Presentación de Nuestro Señor en el templo. La tradición mosaica ordenaba no sólo purificarse sino también ofrecer a Dios al primogénito. Nuestra Señora obediente fue al templo de Jerusalén para cumplir este precepto. Nosotros también debemos desear hacer la voluntad de Dios, cumplir su ley y, con humildad, purificarnos con espíritu de penitencia.

Historia de Nuestra Señora de la Candelaria

Se estima que para el año 1400 apareció la imagen de la Virgen María en las Islas Canarias a dos hombres que estaban pastando su ganado, el cual se espantó rehusándose a caminar, uno de los hombres se acercó y vió la imagen sobre una peña; queriendo hacerla huir tomó una piedra y sintió que en el acto su brazo se paralizó; el otro compañero viendo lo que sucedía, reaccionó y tomando un cuchillo trató de cortar un dedo a la mujer pero, sorprendido, percibió que su propio dedo le sangraba.

Asustados los dos, fueron ante su rey quien decidió ver personalmente lo sucedido. Su sorpresa fue mayor al ver que aquella Imagen irradiaba una hermosa luz.

Propusieron entonces llevársela consigo, pero ninguno osaba tocarla. Es por eso que el rey decide que los dos pastores quienes la habían tocado, la tomen y la lleven. Ellos, al momento de tomar contacto quedan sanados Jubilosos y llenos de alegría celebran lo sucedido.

Existe también la tradición de una aparición de la Virgen de la Candelaria en Cartagena de Indias (Colombia), la cual cuenta que a comienzos del año 1607 el sacerdote español Alfonso García Pared recorría las calles del sector amurallado en busca de una imagen similar a la Virgen de la Candelaria, para ubicarla en el templo construido por la Orden Agustina, en el Cerro de La Popa donde tenía su convento.

No había recorrido mucho cuando en las Calle de las Damas, una señora asomada desde lo alto de un balcón, le preguntó: “Qué busca padre?”, “estoy buscando una imagen de la Virgen de la Candelaria”, le respondió el sacerdote, “venga en tres días y la tendrá, si no estoy, empuje la puerta”, le dijo la mujer y desapareció.

En efecto el padre agustino volvió y llamó pero nadie contestó, empujó la puerta y ésta se abrió, encontró la casa completamente vacía y sola en un rincón, como iluminada por el cielo, estaba la imagen hermosa e imponente de la Virgen de la Candelaria, que luego fue llevada hasta el convento en el Cerro de la Popa, donde cada año miles de cartageneros desfilan de día y de noche para venerar la patrona de esta ciudad.

Es costumbre, desde que lo ordenó el Papa Sergio I en el siglo VII, que en esta fiesta se bendigan las candelas de los presentes fuera de la de la iglesia, luego el sacerdote y los fieles se dirigen en procesión hasta el altar para la Santa Misa. Las velas representan la Luz de Cristo que, como lo dijo Simeón, es “Luz para alumbrar a las naciones y gloria de Israel”.

Sabemos también que las velas son un sacramental utilizado en la liturgia y en la religiosidad popular, un signo de la luz que disipa las tinieblas, de Dios el dador de la vida y luz del mundo. Nuestro señor Jesucristo dijo: “ Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas” (Juan 12-46). Las tinieblas detestan a la luz (Jn. III, 19-21), por eso, en medio de las dificultades de este mundo en que vivimos, con sus tentaciones, seducciones y problemas relativos a la fe, nuestro camino será siempre esta luz. La Virgen de la Candelaria nos trajo esa Luz, su Divino Hijo.

IMÁGENES DE LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO















PRESENTACIÓN DEL SEÑOR. PURIFICACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA


Presentación del Señor. Purificación de María
Felix Lope de Vega



Hoy salen del templo
Dios y María.
Los pastores se alegran,
bailan y gritan.
De derramar sangre
su sangre misma,
por sanarle al hombre
la mortal herida,
cuando de verterla
le trae María.
Los pastores se alegran
bailan y gritan.
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