domingo, 14 de agosto de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 14 DE AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 14


Será forzoso insistir en la idea de que todo hombre es nuestro hermano; no importa de dónde sea, de dónde venga, a dónde vaya. Y si todo hombre es mi hermano, a todo hombre debo amar y ayudar como a mi hermano.
Préstame tu vivir, remoto hermano,
para que ponga en él lo que te falta;
el sabor de mi pan, para tu hambre;
para tu soledad, mi compañía.
De mi fibra el calor para tu frío.
De mi esperar, sostén para tus ansias.
De mi llorar, consuelo compartido.
De mi crecer, oasis de bonanza.
De mi lucha, valor en tu camino.
De mi entender, la luz que te haga falta.
Y de todo mi amor, bálsamo tibio,
Que, si vives sin Dios, te ofrezco el mío.
“La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de fraternidad, que permite y consolida el diálogo sincero” (GS 92)


* P. Alfonso Milagro

IMÁGENES DE SAN MAXIMILIANO KOLBE











SAN MAXIMILIANO KOLBE, MÁRTIR, 14 DE AGOSTO


Hoy 14 de agosto la Iglesia celebra a San Maximiliano Kolbe, el mártir que ofreció su vida por un padre de familia



 Maximiliano significa “el más importante de la familia”. San Maximiliano Kolbe nació un 8 de enero de 1894 en la ciudad polaca de Zundska Wola, que en ese momento se encontraba ocupada por Rusia.

Siendo niño realizó una travesura que su mamá le reprochó. Tiempo después, la madre vio que el pequeño Kolbe había cambiado de actitud y que frecuentemente oraba llorando ante un pequeño altar que tenía escondido entre dos roperos.

La madre preocupada le pidió que le contara todo. Entonces, temblando de emoción y con los ojos llenos de lágrimas le dijo: “Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería de mí. Lo mismo en la Iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja”.

“La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté que las aceptaba… (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció”.


Este hecho marcó profundamente la vida de Maximiliano, quien se volvió un gran devoto de la Virgen Inmaculada e ingresó a la Orden de los Franciscanos.

Estando como estudiante en Roma, funda la “Milicia de la Inmaculada” con la finalidad de promover el amor y el servicio a la Virgen y la conversión de las almas a Cristo. De regreso a Polonia, publica la revista mensual “Caballero de la Inmaculada”.

En 1929 funda la "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów, a 40 kilómetros de Varsovia. Tiempo después se ofrece como voluntario para ir al Japón. Estando allá funda una nueva "Ciudad de la Inmaculada" ("Mugenzai No Sono") y publica la revista “Caballero de la Inmaculada” en japonés.

Regresa a Polonia en plena Segunda Guerra Mundial, es apresado y enviado a campos de concentración. Cierto día se escapa un prisionero y los alemanes, para dar muestra de severidad, escogen a 10 prisioneros que son condenados a morir de hambre. El décimo número le tocó al sargento Franciszek Gajowniczek, polaco también, quien exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”.

Ante esto, el P. Maximiliano ofrece intercambiarse por el condenado. El sacerdote es llevado a un subterráneo, donde alienta constantemente a los demás presos a seguir unidos en la oración. Todos mueren y solo él queda vivo. Al final, le aplican una inyección letal que acaba con su vida.

Su máximo deseo era: “Concédeme alabarte, Virgen santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir…”

El Papa Pablo VI lo declaró Beato y fue canonizado por San Juan Pablo II, su paisano, quien dijo que “Maximiliano Kolbe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida”.

El 19 de julio de 2016 el Papa Francisco visitó la “celda del hambre” donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en el tercer día de su viaje apostólico a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud.



LOS INICIOS

San Maximiliano María Kolbe fue hijo de María Dabrowska y de Julio Kolbe, pertenecientes a la Tercera Orden Franciscana, y los cuales tenían en su casa un taller y un pequeño altar con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.

Nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. Sus hermanos fueron Francisco, José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente.

Aproximadamente en el año 1906, un suceso marca la vida de Maximiliano, y preocupa y desconcierta a su madre. Ella misma relata el suceso a los pocos meses del martirio de Maximiliano. Dice ella: "Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que será de ti!. Después, yo no pensé más, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se le podía reconocer. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual él a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenía una conducta superior a la de su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lágrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunté: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu madre!

Temblando de emoción y con los ojos anegados en lágrimas, me contó: "Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que sería de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño y me preguntó si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba... (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció".

El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su "Madrecita" celestial es algo más que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos más audaces; es el manantial de su santidad y de su apostolado”.


A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano María.

El padre Wilk lo describe así: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración."

Pero de pronto entró la crisis en ambos hermanos. Maximiliano se convenció y convenció a su hermano de abandonar el seminario. Cuando estaban a punto de hablar con el superior, les visita la madre llena de alegría. Orgullosa les cuenta que José, el hermano menor, también entraría en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera que sería toda la familia Franciscana!.

El 4 de septiembre de 1910 ciñó a su cintura el cordón de San Francisco, y de esa manera comenzó su año de noviciado. ¡Apenas dieciséis años!

En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma, donde los finalizó. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.

En 1918 es ordenado sacerdote.


LA MISIÓN

Maximiliano siempre fue muy devoto de la Inmaculada Concepción, por lo que pensaba que la Iglesia tenía que ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la fe católica. Es por eso que movido por su devoción, funda en el año 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada", el cual se consagraría a la Virgen María y lucharía con todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría:

"una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada."

Inició la publicación de una revista mensual llamada "Caballero de la Inmaculada", ésta era orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María. Comenzó con un tiraje de sólo 500 ejemplares en 1922, y para el año 1939 alcanzaría cerca de un millón de ejemplares publicados.

La primera "Ciudad de la Inmaculada" se funda en el año 1929 en el convento franciscano situado en Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que luego de algunos años se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a:

"conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones."

Luego de que el papa solicitara sacerdotes para ir de misiones, en el año 1931 se ofrece como voluntario y viaja a Japón donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la Inmaculada" en idioma japonés ("Seibo No Kishi").



EL TESTIMONIO

Regresó a Polonia en el año 1936, siendo director espiritual de Niepokalanów, y luego de 3 años, mientras se daba la Guerra Mundial, fue apresado junto a otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Poco tiempo después, el día de la Inmaculada Concepción, es liberado.

En 1941 es nuevamente hecho prisionero y ésta vez es enviado a la prisión de Pawiak, y luego llevado al campo de concentración de Auschwitz, donde prosiguió su ministerio a pesar de las terribles condiciones de vida.

Los nazis siempre trataban a los prisioneros de una manera inhumana y antipersonal, de manera que los llamaban por números; a San Maximiliano le asignaron el número 16670. A pesar de los difíciles momentos en el campo su generosidad y su preocupación por los demás nunca le abandonaron.

El 3 de agosto de 1941, un prisionero escapa; y en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros para ser condenados a morir de hambre. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.

"No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos". (Jn 15, 13)

San Maximiliano, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio.

Luego de 10 días de su condena y al encontrarlo todavía con vida, los nazis le colocan una inyección letal el 14 de agosto de 1941.



EL LEGADO

De esta manera San Maximiliano María Kolbe da testimonio y ejemplo de dignidad, en medio de la más terrible adversidad.

En el año 1973 el Papa Paulo VI beatifica a San Maximiliano y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad.

Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su vocación sacerdotal:

“Surge aquí otra singular e importante dimensión de mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów”.


Fuente: Aciprensa

ENCENDER FUEGO


Encender fuego



Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.

Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo… ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».

No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.

El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.

El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.

El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».

Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).


* José Antonio Pagola

Y PENSÉ QUE DIOS SERÍA...


Y pensé que Dios sería...
...Sabio y cariñoso, sincero y asequible, bueno como un Padre.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Vi los giros de un águila en el cielo: energía, altura, atrevimiento, grandeza. Y pensé que Dios sería sublime, solemne, majestuoso, soberanamente libre.

Vi la filigrana de una flor exótica, los insectos tan variados que en ella paseaban, la delicadeza de sus estambres y el color violáceo de sus pétalos. Y pensé que Dios sería artista, lleno de fantasía, delicadeza y buen gusto.

Vi el caminar sereno de un anciano, sus ojos pequeños, su mirada profunda, su bastón tembloroso y las caricias con las que recibía a uno de sus nietos. Y pensé que Dios sería sabio y cariñoso, sincero y asequible, bueno como un Padre.

Vi un hombre que tramaba nuevos males. Con su libertad ha escogido matar, despiadadamente, a hombres y mujeres desprevenidos. Y pensé que Dios había arriesgado mucho al dar la libertad a quienes son capaces del mal casi sin límites, de egoísmos atroces, de venganzas despiadadas.

Vi una enfermera que humedecía con ternura los labios de una anciana moribunda. Y pensé que Dios no se equivocó al hacernos libres: simplemente puso en nuestras manos posibilidades de amor y de servicio con quienes sufren y lloran a mi lado.

Vi un sacerdote que repartía, generosamente, el Cuerpo de Cristo. Sin distinguir si se acercaban pobres o ricos, ancianos o niños, hombres o mujeres, pecadores o santos. Y pensé que Dios sería asequible como un pedazo de pan, dispuesto a darse a todos, deseoso de repartir gracia y vida a quienes lo acogen con fe y lo aman como hijos perdonados.

Vi un Evangelio y empecé a leer palabras de esperanza y de vida. Me hablaban de misericordia, de una alegría inmensa por los pecadores que dejan de vivir como errabundos, de un Jesús Hijo y hermano que busca la oveja perdida. Y pensé que Dios sería un Padre loco de amor, porque prefirió dejar morir al Hijo antes de enviar azufre y fuego para destruir a quienes vivimos en pecado.

Vi una noche llena de estrellas que temblaban encima de un viejo cementerio. En las tumbas, cruces de madera, de mármol o de cemento querían levantarse al cielo, recoger aquellos restos, invitar al visitante a soñar en la patria verdadera, conquistada con la Sangre de un Cordero. Y pensé que Dios me ama como nadie, me espera con anhelos de encuentro, me tiende una mano taladrada para que pueda subir, poco a poco, hacia un abrazo eterno. Que Dios sería misericordia infinita, amor completo, locura de entrega, caridad tierna y fresca como rocío mañanero...

CONSAGRACIÓN A LA INMACULADA, COMPUESTA POR SAN MAXIMILIANO KOLBE


Consagración a la Inmaculada, compuesta por S. Maximiliano Kolbe


"OH Inmaculada, reina del cielo y de la tierra,
refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima,
a quien Dios confió la economía de la misericordia.
Yo....... pecador indigno, me postro ante ti,
suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y
posesión tuya.

A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades
de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad.
Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva,
para cumplir lo que de ti ha sido dicho:

"Ella te aplastará la cabeza" (Gen 3:15), y también:
"Tú has derrotado todas las herejías en el mundo".
Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas
me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria
en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo,
aumento en cuanto sea posible el bienaventurado
Reino del Sagrado Corazón de Jesús.

Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia
de la conversión y la santificación, ya que toda gracia
que fluye del Corazón de Jesús para nosotros,
nos llega a través de tus manos".

Ayúdame a alabarte, OH Virgen Santa
y dame fuerza contra tus enemigos."



Fuente: www.corazones.org

FELIZ NOCHE!!


sábado, 13 de agosto de 2016

APRENDAMOS JUNTOS A ORAR



Aprendamos juntos a orar ¿vale?
Reflexiones María


Con María hacia Jesús


Por: Dr. Javier Mandingorra | Fuente: es.catholic.net 



Tanto a vosotros como a mí, estoy seguro de ello, se os habrá dicho o habréis oído que María es ejemplo, maestra, de oración.
Y esto no es una frase hecha, María al haber sido protegida del pecado original, su sensibilidad para todo lo referente a Dios, es tan grande que, nosotros pobres pecadores, apenas podemos entender. Pero baste recordar cómo eran esos momentos de Adán y Eva en el paraíso, como se relacionaban con Dios antes de su caída, de su desobediencia. Era una comunicación natural y espontánea, era una oración perfecta. Pues así debió de ser en la Tierra también la de María, un dialogo con Dios de forma natural y continua.
Un pasaje que siempre me ha fascinado por su delicadeza y por su naturalidad es el de la Anunciación, en ese episodio narrado por Lucas, autor del tercer Evangelio, se aprecia como debe ser nuestro orar a ejemplo de María.
“En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María.”
Lucas con esta introducción nos pone en presencia de Dios, nos va preparando para lo trascendental.


Cuando vamos a orar eso es lo que tenemos que hacer en primer lugar, prepararnos para lo trascendental, vamos a dialogar con Dios, que más trascendental que esto
Lucas como médico que es y cumpliendo lo que nos dice en el Capítulo I de su Evangelio, de que se ha informado con exactitud de todo, nos da una serie de datos para confirmar la veracidad de lo ocurrido, como son el dar el nombre de la ciudad, el nombre de esa virgen, que estaba desposada con José aunque no vivían juntos, que pertenecía a  la casa de David. Es como darnos datos “científicos” para que creamos lo sobrenatural que viene a continuación.
María es su nombre, y es este nombre, al pronunciarlo, es ya una forma de orar. María, el nombre de la virgen era María.
Etimológicamente hay varias propuestas a este nombre de María, me gusta la que lo relaciona de con los vocablos luz y mar en hebreo,  de ahí que en las letanías se la llame Stella Maris.
Los padres de la Iglesia la vinculan a otra palabra aramea que significa Señora, y si pensamos que puede tener origen en Egipto, la hermana de Moisés llevaba ese nombre, derivaría del vocablo amada.
Si las reunimos, estas tres acepciones para invocarla, tendríamos: Amada Señora Estrella del Mar. Esa es María, nuestra amada señora que nos ilumina en la travesía, no siempre fácil, de las aguas, en ocasiones turbulentas, del mar que es la vida.
Que buena forma de comenzar la oración pues. invocando así a María, como Amada Señora que nos ilumina en este caminar de la oración.
Sigamos con Lucas en esta nuestra oración:
“Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”
Y habiendo entrado… ¿dejamos tu y yo entrar a Dios en nuestro corazón?, estamos receptivos a lo sobrenatural a la gracia de Dios. ¿Cómo esta nuestro corazón?, cerrado o abierto a las cosas de Dios.
Tal vez lo tenemos lleno de “cosas” y eso no nos permite la acogida de lo realmente importante que es Dios. Que buen punto inicial de examen en presencia de Dios y de María, ver que sobra en nuestro corazón, que cosas hay en el que, como espinas, ahogan a Dios en el. Puede ser que sobren cosas materiales o afectos, amores impropios. Hay que saber vaciarse de todo ello y aunque duela y aunque cueste, es algo que vale la pena, pues ese vaciarnos, ese tirar lastre nos prepara para recibir la gracia, al Espíritu y de esa forma ser en verdad  felices.
Pidamos un corazón grande para el amor, para saber ver en todo la bondad de Dios, ver a Dios en nuestro caminar diario.
El texto griego dice literalmente Alégrate, en vez de Dios te salve. Y es que lo que le va a comunicar es motivo de gran alegría. Es la salutación que todos quisiéramos de nosotros oír. Una salutación jamás dada a nadie en toda la historia de la humanidad.
Llena de gracia, María es la llena de gracia, y eso hace que se llene de Dios, que este llena de Él. Estar con Dios, el tenerle en nuestro corazón, en nuestra vida como referente, nos da paz, alegría. Un cristiano no puede ser una persona triste, si lo está, triste, es que la gracia de Dios no habita en él. La alegría y Dios van de la mano.
Que buen punto para examinarme en alegría pues ello me indicara como es mi trato con Dios, cuáles son mis prioridades, como es mi amor a Dios y a los demás.
Cuando acudimos a la Confesión, Sacramento de la Reconciliación, reconciliación con Dios y con nuestros semejantes, nosotros lo necesitamos por ser pecadores,: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” Juan VIII, 1. “Siete veces cae el Justo” Proverbios, 24. Allí nos llenamos de gracia  al ser perdonados, reconciliados en este Sacramento hacemos más santa a la Iglesia al aumentar la santidad de sus miembros. Así pues el acudir a este Sacramento es ya de por si un acto de Caridad grande, un acto de amos, al hacer mas santos a los miembros de la Iglesia por medio de la Comunión de los Santos.
Esto nos permite que Dios habite en nuestra alma de forma espiritual y también de una forma sacramental y real al comulgar. Podemos decir como el Ángel a María: El Señor está conmigo.
Si, el Señor está conmigo mientras no lo expulse por el pecado, pero la salutación a María nos aporta algo nuevo, el Ángel no le dice el Señor está contigo, sino, el Señor es contigo.
Indica permanencia, no algo temporal como en ti y en mí. Dios permanentemente estaba en María, en la sin pecado. Que maravilloso es pues en nuestra oración meter a María, será señal cierta, clara, de que a pesar de nuestra indignidad, Dios va a estar presente por María en nuestra oración.
Quiero recordar, pues ayuda a nuestra oración, que en algunos importantes manuscritos griegos y versiones antiguas añaden: Bendita tú entre la mujeres.
Es la exaltación de María como Mujer entre las mujeres, es la nueva Eva, la que vence a la serpiente, al maligno, al Malo.
Su dignidad es la más grande por haber sido elegida para ser Madre de Dios.
El evangelista nos sigue diciendo:
“Ella se turbo al oír estas palabras, y consideraba que significaría esta salutación.”
Siempre me ha sorprendido que María no se turbara ante la presencia del ángel sino por su saludo. Ello me hace pensar que al ser inmaculada, al haber sido concebida sin pecado original la presencia o visión de los ángeles no debía serle algo novedoso. Se turba por el saludo, enrojece ante esas palabras de alabanza que le dedica. En su humildad esas palabras le generan confusión, pues se siente ante Dios poca cosa.
Qué ejemplo nos da también María de humildad, de que al orar nos humillemos ante Dios, que nuestra actitud no sea de prepotencia sino de sabernos muy poca cosa ante el Señor, somos humus, nada, hojarasca. Por eso en la oración no podemos dejar de ser pedigüeños, no vamos a contar nuestros logros, lo importante que somos, sino a: Adorar, Desagraviar, dar Gracias y Pedir.
Orando así conoceremos nuestra vocación, lo que Dios espera de nosotros, lo que nos tiene destinado desde siempre, desde la eternidad.
“Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Sera grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinara eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.”
Tu y yo, ante el descubrimiento de lo que Dios espera de nosotros, el descubrimiento de la vocación, podemos perfectamente tener un miedo inicial, es lógico, es miedo a lo que desconocemos, es miedo a no saber si seremos capaces de hacer, de cumplir, lo que Dios nos pide. Es miedo a fracasar, es miedo de nuestras inseguridades, de nuestras limitaciones. Miedo a nuestros miedos.
No tener miedo, se repite en la Biblia 365 veces, es como si el Señor nos lo dijera todos los días del año, nos lo recuerda a diario pues nos conoce bien y sabe de nuestras limitaciones, pero ese no temas no es una sugerencia, es una orden. Nos pide confianza ciega en Dios, Él nos da siempre su gracia ante lo que nos pide, gracias suficientes para el cumplimiento de la misión encomendada, de ahí la orden: no temas.
Ese miedo inicial no nos ha de hacer sentir mal, es una reacción normal ante la perspectiva de lo divino, de lo sobrenatural, pero hay que saber superarlo confiando en Dios, orando y pidiendo consejo a la persona que nos puede ayudar y que Dios siempre pone cerca de nosotros. En el caso de María es Gabriel, el ángel.
María conocedora de las citas de las Escrituras que el ángel da, reconoce que se le pide ser Madre de Dios, algo que la deja fuera de los planes que creía que Dios esperaba de ella y por eso pregunta:
“María dijo al ángel: ¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?. Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo, será llamado Hijo de Dios.”
María estaba convencida de su vocación a la virginidad como algo que Dios le pedía, pero por las circunstancias de la época debía ser en el matrimonio y este plan de Dios lo desbarata el anuncio del ángel, por eso no es que dude, sino que pide como será eso, pero no es pregunta de duda sino de aceptación de la Voluntad de Dios aunque no la entienda. No es la duda de incredulidad de Zacarías, ella esta pronta a cumplir lo que se le pide aunque no entienda como. Es  abandono  en Dios.
En María se cumple en perfecta conjunción la vocación a la santidad mediante el celibato y la vocación a la santidad en el matrimonio.
La llamada, la vocación es en un instante, pero tiene sus propias dimensiones sus escalones, como el Papa Juan Pablo II comentaba y son:
El primer paso es la búsqueda, buscar lo que Dios espera de nosotros.
Un segundo paso es el de aceptación de la vocación, la acogida.
Un tercer paso sería el de la coherencia, el vivir con arreglo a esa vocación, el ser consecuentes a lo que Dios nos pide.
Y el cuarto paso, que junto con el tercero son los  más difíciles,  es el del tiempo. La fidelidad. Ser coherente toda la vida, ser fiel siempre.
María cumplió perfectamente esos cuatro pasos en su vocación.
Es momento de que tú y yo analicemos, nos examinemos, también de la nuestra a ejemplo de Ella.
Podemos dar por realizado los dos primeros pasos, el de búsqueda y el de acogida o no estaríamos leyendo esto.
Pero como vivimos el de la coherencia, ¿vivimos de acuerdo a lo que creemos?. Aunque ese vivir de acuerdo a mi vocación me acarree incomprensiones, habladurías, perdida incluso de amigos y ser calificado de intolerante tan de moda hoy y que con ese calificativo se nos excluya, y pasemos a ser bichos raros, gente a la que hay que descartar por creerse en posesión de la verdad en un mundo relativista.
Y el cuarto punto, la fidelidad. Podemos ser coherentes uno o dos días, un mes o un año o alguno más, ¿pero siempre, toda la vida?. Esa es la fidelidad: para siempre. Algo también hoy que no se comprende, pues si no se cree en la verdad como ser fiel a ella, como ser fiel a una verdad cambiante, es algo imposible.
Es esta una virtud que ya ni los mayores creen, ¿fidelidad?, ¿a qué y para qué?, si todo cambia.
Y eso nos lleva a una vida sin cimientos, sin valores y construir así la vida es ir hacia un mundo personal lleno de dudas, de trastornos psicológicos, de infelicidad.
Tomemos a María también de ejemplo de fidelidad a su vocación desde el anuncio del ángel hasta al pie de la Cruz.
“Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”
Y con este generoso Fiat, María se convierte en Madre de Dios y por tanto también en madre de todos los vivientes.
Se convierte en la nueva Arca de la Alianza, donde Jesús es el único y perfecto mediador y  también en la Puerta del Cielo y así orando, comprendemos esa exaltación gozosa de piropos que nacen del corazón y que constituyen las Letanías del Santo Rosario dirigidas a nuestra madre María.
Pero antes del Fiat, del hágase, María se define como la esclava del Señor. Es una entrega total a la voluntad de Dios una vez ha comprendido lo que Dios espera de ella. No es una obediencia ciega atolondrada. Es una obediencia de persona madura, reflexiva, que pregunta lo que no entiende y luego acepta lo que Dios le pide, libremente, no de forma servil. Con ella descubrimos lo que en Rom. VIII, 21 se nos dice que descubramos la: “libertad gloriosa de los hijos de Dios”.
Y como rezamos en el ángelus: El Verbo se hizo carne”
Y para que tengamos plena confianza en que Dios no nos abandona, ese Verbo que se hizo carne, carne  como la nuestra pero sin el pecado, el discípulo amado del Señor nos recuerda en su Evangelio: “Y el Verbo era Dios”

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA





















LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 13 DE AGOSTO


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Agosto 13



Toda persona humana tiene los mismos derechos a la verdad y a la libertad; pero no son sujetos de libertad ni de derecho el error, el mal, el desorden ni la anarquía.

En consecuencia, la persona humana podrá usar de su libertad para bien suyo; pero nunca y bajo ningún concepto para dañar al prójimo, para producirse un mal.

No has de pensar que cuando se te impone alguna cosa, sea en el orden del entendimiento o de la voluntad, de las costumbres o de la vida, de las creencias o del afecto, con ello se coarta tu libertad. Todo lo contrario: sometiéndote voluntaria y conscientemente a ello se perfeccionará tu voluntad.
La libertad del entendimiento consiste en ser esclavo de la verdad, y la libertad de la voluntad en ser esclavo de la virtud. El acto de libertad más sublime es llevar a cabo el acuerdo y la armonía más perfecta posible entre su libertad personal y la voluntad de Dios.

“Es la persona humana la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad…” (GS 3). No caigamos ni en un materialismo crudo ni en un angelismo ingenuo: apuntemos más bien a un humanismo integral y cristiano.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ FIN DE SEMANA!!!


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