martes, 13 de septiembre de 2016

JESÚS LE HABLÓ A UN NIÑO



Jesús le habló a un niño



La adoración eucarística es un encuentro del alma y de todo nuestro ser con Jesús. Es la criatura que se encuentra con el Creador. Es el discípulo ante el divino Maestro. Es el enfermo con el Médico de las almas. Es el pobre que recurre al Rico. Es el sediento que bebe de la Fuente. Es el débil que se presenta ante el Todopoderoso.

En Inglaterra, un misionero predicaba a muchos niños sobre la Eucaristía. Tanto conmovió a un niño lo escuchado que, al día siguiente fue temprano a la Iglesia y se acercó al altar. Como no podía llegar al Sagrario; se subió al altar y, golpeando la puertita, preguntó: “¿Estás aquí, Jesús?” Al no oír nada, repitió: “¿Estás aquí, Jesús? Contéstame. Me lo aseguró el Padre”. El niño atendió, pero al no oír nada insistió: “Querido Jesús, yo creo en ti y te amo. Contéstame”. Esta vez Jesús le dijo: “Sí, estoy aquí, pequeño, ¿qué necesitas de mí?” El niño con voz temblorosa, dijo: “Mi padre no es cristiano; te pido que lo conviertas”. Y Jesús le dijo: “Tu oración ha sido escuchada”. El niño volvió a su casa contento y feliz. Ese mismo día su padre se acercó a un sacerdote y volvió a Dios.

El santo Cura de Ars exclamaba: “¡Cuán consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estás dominado por la tristeza? Ven un momento a sentarte a sus pies, y quedarás consolado. ¿Eres despreciado del mundo? Ven aquí, y encontrarás un amigo que jamás quebrantará la fidelidad”. Que sepas aprovechar esta maravillosa presencia.


* Enviado por el P. Natalio

LA HUMILDAD


La humildad



Se acercaba mi cumpleaños y quería ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.

Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba en uno de los bancos, el más retirado, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver a un hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara que parecía eterna.

Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.

Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era un hombre al que no le faltaba nada. Tenía mi trabajo, que me producía mucho dinero. Claro que... ¿cómo no iba a producírmelo trabajando tanto?. Tenía mis hijos a los que, gracias a mi esfuerzo, tampoco les faltaba nada y tenían todos los juguetes que quisiesen tener. En fin, gracias a mis interminables horas de trabajo no le faltaba nada a mi familia.

Me acerqué entonces al hombre y le pregunté:

- Caballero, ¿qué pediría usted como deseo en su cumpleaños?

Pensaba yo que el hombre me contestaría que pediría dinero. Así, de paso, yo le daría unos billetes que tenía y realizaría la obra de caridad del año.

No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contesta lo siguiente, con la misma sonrisa en su rostro que no se le había borrado y nunca se le borró:

-Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo sería muy egoísta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más. Vivía con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio. Hace mucho, conocí el amor de mi padre y mi madre, que se desvivían por darme todo el amor que les era posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrí muchísimo pero entendí que hay otros que nunca conocieron ese amor, yo sí y me sentí mejor.

De joven, conocí una chica de la cual me enamoré perdidamente. Un día la besé y estalló en mí el amor hacia aquella joven tan bella. Cuando se marchó, mi corazón sufrió tanto... Recuerdo ese momento y pienso que hay personas que nunca han conocido el amor y me siento mejor.

Un día en este parque, un niño correteando cayó al suelo y comenzó a llorar. Yo fui, lo ayudé a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo, me sentí padre y me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.

Cuando siento frío y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sentirán nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.

Mi querido amigo, ¿qué más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que soy consciente de ello?

Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando. ¿Qué necesitan ellas? Lo mismo que yo, nada... Estamos agradecidos al Cielo de esto, y sé que usted pronto lo estará también.

Miré hacia el suelo un segundo como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me había abierto los ojos en su sencillez. Cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que había vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo era tal vez un ángel enviado por Dios, que me daría el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano... la humildad.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 13 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 13


Hay quienes corren el riesgo de comprometerse para toda su vida; hay quienes adoptan como norma de su vida el "¡no te metas!" egoísta y estéril.

Una cosa es meterse y otra muy distinta es entrometerse.
Está bien que no te entrometas en la vida de los demás; déjales su libertad personal y reconoce el derecho que tienen a mandar ellos en su vida.

Pero "métete" con ellos siempre que eso les suponga un bien; métete, es decir, preocúpate por su bien, por sus problemas, por sus necesidades.

No te aísles dentro de ti mismo, no te cierres en tus propias necesidades y problemas; no limites tu preocupación solamente a ti y a los tuyos.

Convéncete más bien de que, de una u otra forma, todos los seres humanos son "los tuyos"

“El Señor preguntó a Caín: ‘¿Dónde está tu hermano Abel?’ ‘No lo sé’, respondió Caín. ‘¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?’ (Gn 4,9). Caín pecó por matar a su hermano; pero es que ya lo había matado al despreocuparse de él. Despreocuparse de hermanos es despreocuparse de Dios, que es el Padre de ambos.


* P. Alfonso Milagro

LA HISTORIA DE LA JOVEN QUE SE LIBRÓ DEL DEMONIO GRACIAS AL NOMBRE DE MARÍA


La historia de la joven que se libró del demonio gracias al nombre de María


 (ACI).- Cuenta San Alfonso María de Ligorio en su libro “Las Glorias de María” (Cap. X) que, siguiendo las referencias de otros dos autores católicos, hacia el 1465 vivía en Güeldres (Holanda) una joven llamada María que fue a hacer unos recados a Nimega (Países Bajos) y allí fue tratada groseramente por su tía.

Por el camino de vuelta, la muchacha desconsolada y encolerizada invocó la ayuda del demonio y este se le apareció en forma de hombre, prometiéndole ayudarla con algunas condiciones.

“No te pido otra cosa –le dijo el enemigo– sino que de hoy en adelante no vuelvas a hacer la señal de la cruz y que cambies de nombre’. ‘En cuanto a lo primero, no haré más la señal de la cruz –le respondió–, pero mi nombre de María, no lo cambiaré. Lo quiero demasiado’. ‘Y yo no te ayudaré’, le replicó el demonio”.


Después de discutir por un tiempo, los dos acordaron que ella se llamaría con la primera letra del nombre de María, es decir, Eme. Una vez cerrado el pacto, ambos se fueron a Amberes, donde la joven vivió seis años con esa perversa compañía y llevando una mala vida.

Cierto día la chica le dijo al enemigo que deseaba ir a su tierra, al demonio le repugnaba la idea pero finalmente consintió. Al llegar a la ciudad de Nimega, se dieron con la sorpresa de que se estaba representando en la plaza la vida de Santa María.

“Al ver semejante representación, la pobre Eme, por aquel poco de devoción hacia la Madre de Dios que había conservado, rompió a llorar. ‘¿Qué hacemos aquí? –le dijo el compañero–. ¿Quieres que representemos otra comedia?’ La agarró para sacarla de aquel lugar, pero ella se resistía, por lo que él, viendo que la perdía, enfurecido la levantó en el aire y la lanzó al medio del teatro”.

Es así que la joven contó su triste historia, fue a confesarse con el párroco, quien la remitió al Obispo y éste al Papa. El Pontífice, después de oír su confesión le impuso como penitencia llevar siempre tres argollas de hierro: una en el cuello y una en cada brazo.


La joven María obedeció y se retiró a Maestricht (Países Bajos), donde se encerró en un monasterio para penitentes.

“Allí vivió catorce años haciendo ásperas penitencias. Una mañana, al levantarse vio que se habían roto las tres argollas. Dos años después murió con fama de santidad; y pidió ser enterrada con aquellas tres argollas que, de esclava del infierno, la habían cambiado en feliz esclava de su libertadora”.

HOLA, BUENOS DÍAS!!!

lunes, 12 de septiembre de 2016

ORACIÓN PARA INVOCAR EL NOMBRE DE MARÍA

Oración para invocar el nombre de María


¡Madre de Dios y Madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María!
haz que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.

Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!”
¡Qué aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.

Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:

“Os amo, Jesús y María;
Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía”.

REFLEXIONES DE SAN MARÍA DE LIGORIO SOBRE EL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


Reflexiones de San María de Ligorio 
sobre el Santísimo nombre de María



1. María, nombre santo

El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san Epifanio, san Antonino y otros. “Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de San Lorenzo– salió el nombre de María”. De él salió tu excelso nombre; porque las tres divinas personas, prosigue diciendo, te dieron ese nombre, superior a cualquier nombre, fuera del nombre de tu Hijo, y lo enriquecieron con tan grande poder y majestad, que al ser pronunciado tu nombre, quieren que, por reverenciarlo, todos doblen la rodilla, en el cielo, en la tierra y en el infierno. Pero entre otras prerrogativas que el Señor concedió al nombre de María, veamos cuán dulce lo ha hecho para los siervos de esta santísima Señora, tanto durante la vida como en la hora de la muerte.


2. María, nombre lleno de dulzura

En cuanto a lo primero, durante la vida, “el santo nombre de María –dice el monje Honorio– está lleno de divina dulzura”. De modo que el glorioso san Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que san Bernardo en el nombre de Jesús. “El nombre de Jesús”, decía éste; “el nombre de María”, decía aquél, “es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos”. Se cuenta del V. Juvenal Ancina, obispo de Saluzzo, que al pronunciar el nombre de María experimentaba una dulzura sensible tan grande, que se relamía los labios. También se refiere que una señora en la ciudad de colonia le dijo al obispo Marsilio que cuando pronunciaba el nombre de María, sentía un sabor más dulce que el de la miel. Y, tomando el obispo la misma costumbre, también experimentó la misma dulzura. Se lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres veces: “¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?” (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5). Pregunta Ricardo de San Lorenzo: “¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?” Y él mismo responde: “Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas”.

Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor.


3. María, nombre que alegra e inspira amor

Dice el abad Francón que, después del sagrado nombre de Jesús, el nombre de María es tan rico de bienes, que ni en la tierra ni en el cielo resuena ningún nombre del que las almas devotas reciban tanta gracia de esperanza y de dulzura. El nombre de María –prosigue diciendo– contiene en sí un no sé qué de admirable, de dulce y de divino, que cuando es conveniente para los corazones que lo aman, produce en ellos un aroma de santa suavidad. Y la maravilla de este nombre –concluye el mismo autor– consiste en que aunque lo oigan mil veces los que aman a María, siempre les suena como nuevo, experimentando siempre la misma dulzura al oírlo pronunciar.

Hablando también de esta dulzura el B. Enrique Susón, decía que nombrando a María, sentía elevarse su confianza e inflamarse en amor con tanta dicha, que entre el gozo y las lágrimas, mientras pronunciaba el nombre amado, sentía como si se le fuera a salir del pecho el corazón; y decía que este nombre se le derretía en el alma como panal de miel. Por eso exclamaba: “¡Oh nombre suavísimo! Oh María ¿cómo serás tú misma si tu solo nombre es amable y gracioso!”.Contemplando a su buena Madre el enamorado san Bernardo le dice con ternura: “¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen María, tu nombre es tan dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que lo nombra no se inflame de amor a ti y a Dios; y sólo con pensar en él, los que te aman se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte”. Dice Ricardo de San Lorenzo: “Si las riquezas consuelan a los pobres porque les sacan de la miseria, cuánto más tu nombre, oh María, mucho mejor que las riquezas de la tierra, nos alivia de las tristezas de la vida presente”.

Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice san Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia. Tu dulcísimo nombre –le dice san Ambrosio– es ungüento perfumado con aroma de gracia divina. Y el santo le ruega a la Madre de Dios diciéndole: “Descienda a lo íntimo de nuestras almas este ungüento de salvación”. Que es como decir: Haz Señora, que nos acordemos de nombrarte con frecuencia, llenos de amor y confianza, ya que nombrarte así es señal o de que ya se posee la gracia de Dios, o de que pronto se ha de recobrar.

Sí, porque recordar tu nombre, María, consuela al afligido, pone en camino de salvación al que de él se había apartado, y conforta a los pecadores para que no se entreguen a la desesperación; así piensa Landolfo de Sajonia. Y dice el P. Pelbarto que como Jesucristo con sus cinco llagas ha aportado al mundo el remedio de sus males, así, de modo parecido, María, con su nombre santísimo compuesto de cinco letras, confiere todos los días el perdón a los pecadores.


4. María, nombre que da fortaleza

Por eso, en los Sagrados cantares, el santo nombre de María es comparado al óleo: “Como aceite derramado es tu nombre” (Ct 1, 2). Comenta así este pasaje el B. Alano: “Su nombre glorioso es comparado al aceite derramado porque, así como el aceite sana a los enfermos, esparce fragancia, y alimenta la lámpara, así también el nombre de María, sana a los pecadores, recrea el corazón y lo inflama en el divino amor”. Por lo cual Ricardo de San Lorenzo anima a los pecadores a recurrir a este sublime nombre, porque eso sólo bastará para curarlos de todos sus males, pues no hay enfermedad tan maligna que no ceda al instante ante el poder del nombre de María”.

Por el contrario los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante. Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras.

Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan.

Atestigua san Germán que como el respirar es señal de vida, así invocar con frecuencia el nombre de María es señal o de que se vive en gracia de Dios o de que pronto se conseguirá; porque este nombre poderoso tiene fuerza para conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca. En suma, este admirable nombre, añade Ricardo de San Lorenzo es, como torre fortísima en que se verán libres de la muerte eterna, los pecadores que en él se refugien; por muy perdidos que hubieran sido, con ese nombre se verán defendidos y salvados.

Torre defensiva que no sólo libra a los pecadores del castigo, sino que defiende también a los justos de los asaltos del infierno. Así lo asegura el mismo Ricardo, que después del nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y que tanto sirva para la salvación de los hombres, como este incomparable nombre de María. Es cosa sabida y lo experimentan a diario los devotos de María, que este nombre formidable da fuerza para vencer todas las tentaciones contra la castidad. Reflexiona el mismo autor considerando las palabras del Evangelio: “Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27), y dice que estos dos nombres de María y de Virgen los pone el Evangelista juntos, para que entendamos que el nombre de esta Virgen purísima no está nunca disociado de la castidad. Y añade san Pedro Crisólogo, que el nombre de María es indicio de castidad; queriendo decir que quien duda si habrá pecado en las tentaciones impuras, si recuerda haber invocado el nombre de María, tiene una señal cierta de no haber quebrantado la castidad.


5. María, nombre de bendición

Así que, aprovechemos siempre el hermoso consejo de san Bernardo: “En los peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no se te caiga de los labios, que no se te quite del corazón”. En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el nombre de Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos. No se aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos nombres tan dulces y poderosos, porque estos nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para vencerlas todas. Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides.

En suma, llega a decir san Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción. Por eso tiene razón san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”, como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación eterna. También dice Ricardo de San Lorenzo que invocar este santo y dulce nombre lleva a conseguir gracias sobreabundantes en esta vida y una gloria sublime en la otra. Por tanto, concluye Tomás de Kempis: “Si buscáis, hermanos míos, ser consolados en todos vuestros trabajos, recurrid a María, invocad a María, obsequiad a María, encomendaos a María. Disfrutad con María, llorad con María, caminad con María, y con María buscad a Jesús. Finalmente desead vivir y morir con Jesús y María. Haciéndolo así siempre iréis adelante en los caminos del Señor, ya que María, gustosa rezará por vosotros, y el Hijo ciertamente atenderá a la Madre”.


6. María, nombre consolador

Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el santísimo nombre de María, por las gracias supremas que les obtiene, como hemos vitos. Pero más consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte que les otorgará. El P. Sergio Caputo, jesuita, exhortaba a todos los que asistieran a un moribundo, que pronunciasen con frecuencia el nombre de María, dando como razón que este nombre de vida y esperanza, sólo con pronunciarlo en la hora de la muerte, basta para dispersar a los enemigos y para confortar al enfermo en todas sus angustias. De modo parecido, san Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le escuchaban. Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial. Y es que esta breve oración, la de invocar los nombres de Jesús y de María, dice Tomás de Kempis, cuanto es fácil retenerla en la memoria, es agradable para meditar y fuerte para proteger al que la utiliza, contra todos los enemigos de su salvación.


7. María, nombre de buenaventura

¡Dichoso –decía san Buenaventura– el que ama tu dulce nombre, oh Madre de Dios! Es tan glorioso y admirable tu nombre, que todos los que se acuerdan de invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el infierno.

Quién tuviera la dicha de morir como murió fray Fulgencio de Ascoli, capuchino, que expiró cantando: “Oh María, oh María, la criatura más hermosa; quiero ir al cielo en tu compañía”. O como murió el B. Enrique, cisterciense, del que cuentan los anales de su Orden que murió pronunciando el dulcísimo nombre de María.

Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía san Germán. ¡Oh muerte dulce, muerte segura, si está protegida y acompañada con este nombre salvador que Dios concede que lo pronuncien los que se salvan! ¡Oh mi dulce Madre y Señora, te amo con todo mi corazón! Y porque te amo, amo también tu santo nombre. Propongo y espero con tu ayuda invocarlo siempre durante la vida y en la hora de la muerte. Concluyamos con esta tierna plegaria de san Buenaventura: “Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela”. No desdeñes, oh María –sigamos rezando con el santo– de venir a consolarme con tu dulce presencia. Sé mi escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del perdón y del descanso eterno. Y termina el santo diciendo: “Oh María, abogada nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el tribunal de Jesucristo”.


Texto tomado del libro 
"Las glorias de María" de San Alfonso María de Ligorio

Fuente: Aciprensa

HOY 12 DE SEPTIEMBRE ES LA FIESTA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra
Por Abel Camasca


 (ACI).- Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios que San Lucas señala en su Evangelio para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario” (p. 68), San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo:

“El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Desde muy antiguo, en la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la forma con la que cada uno es nombrado porque, tal como como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (2158-2159), “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”.

“El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.

Por lo tanto, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos están llamados a honrar los Santos Nombres de Jesús y de la Virgen María.

7 RASGOS DEL SANTO NOMBRE DE LA VIRGEN EXPLICADOS POR LOS SANTOS


¿Te llamas María?
 7 rasgos del Santo Nombre de la Virgen explicados por los santos


 (ACI).- A mediados del siglo XVIII los jansenistas empezaron a divulgar que la devoción a la Santísima Virgen era una superstición. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, salió en defensa de la Madre de Dios y publicó su famoso libro “Las Glorias de María”.

En dicha obra, capítulo X, se leen 7 importantes rasgos del Santo Nombre de María que todo cristiano siempre debe recordar:

1.- Nombre Santo 

“El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan San Jerónimo, San Epifanio, San Antonino y otros”.

2.- Lleno de dulzura 

“El glorioso San Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que San Bernardo en el nombre de Jesús. ‘El nombre de Jesús’, decía éste; ‘el nombre de María’, decía aquél, ‘es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos’… Se lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres veces: ‘¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?’ 
(Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5)”.


“Pregunta Ricardo de San Lorenzo: ‘¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?’ Y él mismo responde: ‘Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas’. Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor”.

3.- Alegra e inspira amor 

“Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice San Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice San Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia”.

4.- Da fortaleza 

“Los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante”.

“Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan”.

5.- Promesas de Jesús 

“Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides”.

“En suma, llega a decir San Efrén, que el nombre de María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción”.


6.- Brinda consuelo 

“San Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le escuchaban”.

“Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial”.

7.- Buena aventura 

“Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía San Germán”.

“Concluyamos con esta tierna plegaria de San Buenaventura: ‘Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela’. No desdeñes, oh María –sigamos rezando con el santo– de venir a consolarme con tu dulce presencia. Sé mi escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del perdón y del descanso eterno. Y termina el Santo diciendo: ‘Oh María, abogada nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el tribunal de Jesucristo’”.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 12 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 12


Sucede que los más imperfectos son los que más perfección exigen; lo menos humildes son los que menos toleran las faltas de humildad en los otros.

El más humilde es el más comprensivo con las faltas de los demás; el más perfecto es el más comprensivo con las imperfecciones de los demás, porque la virtud es la comprensión de lo no virtuoso, y la imperfección es la intransigencia aún con la misma virtud.

Si eres intolerante con los demás, con tus familiares, con tus hijos, con tus dependientes, con tus vecinos... ¿no será porque no eres tú suficientemente perfecto?

Siempre es bueno juzgarse a sí mismo antes de pretender juzgar a los demás.

Pero, eso sí: juzgarse a sí mismo con entera imparcialidad y no con un certificado de buena conducta que nos extendemos ya antes de iniciar el juicio.

“Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. Tú me harás justicia, porque tus ojos ven lo que es recto” (Sal 17,1-2). 

Todo lo conoce el Señor, todo lo pesa y mide con absoluta imparcialidad y justicia: Él es santísimo y exige la santidad de sus hijos.  

* P. Alfonso Milagro

BUENOS DÍAS!!

domingo, 11 de septiembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 11 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 11


Hazte de vez en cuando esta pregunta:
- "¿Para qué estoy yo en la vida?"

Quizás no te la hagas por temor de que te quite el sueño. Te puedo asegurar que es todo lo contrario.

Cuando uno sabe a ciencia cierta para qué está en el mundo, indudablemente no tiene la paz suficiente para conciliar el sueño; al menos un sueño reparador.

Mientras que, cuando se tiene lúcido el horizonte, cuando se sabe a ciencia cierta de dónde se viene y a dónde se va, la tranquilidad del espíritu se trasvasa al mismo cuerpo y éste puede entregarse al descanso y gozar de él de un modo más profundo y reparador.
Es preciso fijarse metas, mirar hacia el futuro, y no ahogarse con las limitaciones del presente.

Es preciso recordar que sobre la tierra está el cielo; y el azul del firmamento es siempre más hermoso que el ocre de la tierra.
“Ya está preparada para mí la corona de la justicia que el Señor, como justo Juez, me dará en ese día y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación” (2 Tim 4,8). Nadie es tan generoso como el Señor; de nadie debes tener tanta confianza como de Él; nada de lo que haces por él cae en el vacío.



* P. Alfonso Milagro

IMÁGENES DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS CORONADA



INDIGNACIÓN EN COLEGIO CATÓLICO TRAS PROFANACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA Y BURLA A JESÚS

Indignación en colegio católico tras profanación de la Virgen María y burla a Jesús




ARIZONA, 11 Sep. 16 /  (ACI).- Los padres de familia de una escuela católica están indignados tras una serie de burlas contra Jesús y María que fueron realizados durante un partido de fútbol americano al interior de la escuela católica Notre Dame del Estado de Arizona en Estados Unidos.


El viernes de la semana pasada, los rivales pertenecientes al colegio público Desert Mountain colocaron una máscara de Hillary Clinton sobre el rostro de una estatua de la Virgen María ubicada en la entrada del colegio, y pusieron un juguete sexual en la parte baja de la imagen.

Si bien la máscara y el juguete sexual fueron retirados y sustituidos por un jarrón de flores en la base de la estatua, las burlas continuaron durante todo el partido. Una persona vestida como Jesús empezó a danzar con otra vestida de demonio.


"Esto va más allá de una ofensa. No hay nada peor que profanar una imagen de María. Y Jesús no es una mascota, es una figura religiosa", dijo uno de los padres de familia, Lisa Gregory, a una filial local de CBS.

“Es probablemente una broma cruel de escuela secundaria, pero quien hizo esto tiene que entender que actuó con fanatismo e intolerancia. Probablemente no se dio cuenta", añadió

Los padres aseguran haberse quejado con el guardia de seguridad, sin embargo la burla no se detuvo. "Un joven estaba bailando con el diablo y burlándose de lo que nosotros como cristianos consideramos santo y sagrado", dijo otro padre de familia, Mike Williams.

Asimismo, los padres aseguraron que no culpan a los muchachos por el incidente, pero sí a los funcionarios de la escuela por no intervenir y detener las ofensas. Esperan también que todos los estudiantes comprendan que “aquellas ‘bromas’ eran demasiado ofensivas y se pasaron de la raya”.

"Los muchachos pueden ser jóvenes y tontos. Cometen errores. Pero si no se les permite rezar en una escuela pública al menos deberían ser capaces de no burlarte de Cristo", dijo Williams.

La estación de noticias local no recibió respuesta alguna de los funcionarios del colegio público Desert Mountain.

NUESTRA SEÑORA DE COROMOTO, PATRONA DE VENEZUELA, 11 DE SEPTIEMBRE


Hoy 11 de septiembre celebramos a 
Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela



 (ACI).- Cuenta la tradición que al llegar los españoles a la región de Guanare (Venezuela) por el 1591, un grupo de indios de la tribu de los Cospes abandonó su tierra y huyó hacia el río Tucupido para no tener contacto con los “blancos” y su religión. 

Así permanecieron las cosas por muchos años hasta que alrededor de 1651 el cacique Coromoto, junto con su esposa, contempló asombrado en la quebrada del río y sobre las corrientes de las aguas a una hermosísima Señora que los miraba con expresión amable en el rostro. 

La misteriosa mujer, que llevaba también un niño sonriente en brazos, le dijo al cacique: “sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo”. 

El cacique, impresionado por lo que ha visto y oído, obedeció y marchó con su tribu para ser instruido en la fe cristiana. Sin embargo, el indio no se acostumbró al nuevo régimen de vida alejado de los bosques y retornó a su aldea con su familia.

El 8 de septiembre de 1652 la Señora hizo otra memorable aparición, pero esta vez en la choza del indígena. Sin embargo, ni con su aura y rayos luminosos logró convencer al enojado cacique. Este a su vez trató de echarla y llegó a tomar sus armas con la intención de amenazar a la amable Señora.

La radiante mujer, siempre sonriente, avanzó suavemente hacia el cacique y cuando él extendió su mano con ira para atraparla, ella desapareció, quedándose en el puño cerrado del indio Coromoto una pequeña estampa en la que está grabada la imagen de la Señora.

Después de ocurrida la aparición, el cacique partió al bosque, donde algunos cuentan que le mordió una serpiente venenosa. Luego volvió a Guanare y finalmente pidió ser bautizado.

La reliquia de la Virgen de Coromoto

La reliquia de la Virgen de Coromoto mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho y es de un material tipo pergamino o “papel de seda”. La Madre de Dios aparece pintada de medio cuerpo y está sentada sosteniendo al Niño Jesús en su regazo.

La Madre y el Hijo miran de frente con sus cabezas coronadas. Dos columnas unidas entre sí por un arco forman el respaldo del trono que los sostiene. Su apariencia es como la de haber sido dibujada muy finamente como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos.

La Virgen cubre sus hombros con un manto y un velo cae simétricamente sobre sus cabellos, cubriéndolos devotamente.

El 7 de octubre de 1944 el Papa Pío XII la declaró “Patrona de la República de Venezuela” y su coronación canónica se realizó el 11 de septiembre de 1952 por los tres siglos de la aparición.

Los venezolanos celebran a Nuestra Señora de Coromoto el 2 de febrero (Fiesta de la Presentación del Señor), el 8 (Natividad de la Virgen María) y 11 de septiembre. El Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto fue declarado basílica por Papa Pío XII el 24 de mayo de 1949.

BUENAS NOCHES!!!


sábado, 10 de septiembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 10 DE SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Setiembre 10


Cualquier actuación en tu vida tiene una gran importancia, tanto para ti como para todos los hombres.

Si en tal o cual ocasión no procedes mal, el mundo se sentirá un poco menos malo, y esto por ti.

Si en otra oportunidad procedes con rectitud y honradez, el mundo se sentirá algo más bueno, y en esto por ti.

De ti depende que el mal aumente en el mundo, o, por el contrario, crezca el bien; que el mundo siga enfermo, o sane de sus males.
Que el mundo se sienta más desdichado o más feliz.
Todo depende de ti.

No hables tanto, no critiques tanto, no te amargues tanto; obra más y obra mejor y tu acción será positiva.

No siembres cardos de pesimismos; esparce semillas de bondad.
“Todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo… todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,27-28). Cristo es el que unifica, el que hace que los hermanos seamos uno, que todos tengamos un solo bautismo y una sola fe, seamos un solo Cuerpo y un solo Amor. Cristo es el principio de la unidad; por tanto, cuando nos falta unidad es porque nos está faltando Cristo.


* P. Alfonso Milagro

EL MENSAJE DE LA VIRGEN DE LOURDES


El Mensaje de la Virgen de Lourdes

El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, puede resumirse en los siguientes puntos:

1.- Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes por Pio IX (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.

2.- Derramó innumerables gracias de sanaciones físicas y espirituales, para que nos convirtamos a Cristo en su Iglesia.

3.- Es una exaltación a la virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernadette como instrumento de su mensaje.

4.- Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro".

5.- En todas la apariciones vino con su Rosario: La importancia de rezarlo.

6.- Importancia de la oración, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.

7.- Importancia de la conversión y la confianza en Dios.

LA OTRA MEJILLA



La otra mejilla


Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. 
Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos, muy piadosos. 

Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaban a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. 

Eran viejos papiros, con fama universal de importantes y profundos.

En cierta oportunidad un ladrón robó dos rollos y fugó por la ladera. 
Los monjes avisaron con rapidez al abad. 

El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó:

- Que has hecho? Me has dejado con un solo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. O me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa.
- Padre, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos.

- Bueno, toma el tercer rollo. Sino, se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz. Que Dios te ilumine.

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. 
Estimaron que había estado flojo con el rapaz, y que era el monasterio el que había perdido. 
Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que a la semana, el ladrón regresó. 
Pidió hablar con el Padre Superior:

- Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido en cambio que me permitas ingresar como monje. Mi vida se ha transformado.

Nunca ese hombre, había sentido la grandeza del perdón, la presencia de la generosidad excelente.
El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento.
Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.

El agresor espera agresión, no una respuesta creativa, inesperada, insólita. No sospecha la conmoción del poder incalculable de la otra mejilla.

UNA PALABRA QUE HACE MARAVILLAS


Una palabra que hace maravillas
Cada día es una oportunidad para que pronunciemos un fiat lleno de amor a Dios.


Por: Ignacio Sarre Guerreiro | Fuente: Catholic.net 




Fiat. Hágase. Con esta palabra Dios creó el mundo, con todas sus maravillas. La tierra y el cielo, los astros, las aguas, las plantas, los animales, el hombre. “Y vio que era bueno” (cf. Gn 1). El hombre canta con el salmista al contemplar la creación: ¡Grandes y admirables son tus obras Señor! Esta primera creación, Dios la realizó sin depender de nadie. Por amor lo quiso así y creó con su libre voluntad.

Al hombre lo creó “a su imagen y semejanza” (Gn 1, 26), y le dio el don de la libertad. Lo hizo capaz de responder ‘sí ’ o ‘no’ a su voz. Y el hombre pecó, se dejó engañar por la serpiente y le volvió la espalda a su Dios. Entonces, de nuevo movido por el amor, Dios emprendió la obra de una nueva creación, una segunda creación: decidió salvar al hombre del pecado. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3, 16).

El fiat de María fue la segunda la segunda creación, la obra redentora del hombre, provoca en nosotros un asombro aún mayor que la primera. Porque ahora Dios no quiso actuar por sí solo, aunque podía hacerlo así. Prefirió contar con la colaboración de sus creaturas. Y entre ellas, la primera de la que quiso necesitar fue María. ¡Atrevimiento sublime de Dios que quiso depender de la voluntad de una creatura! El Omnipotente pidió ayuda a su humilde sierva. Al ‘sí’ de Dios, siguió el ‘sí’ de María. Nuestra salvación dependió en este sentido de la respuesta de María.

San Lucas, en el capítulo 1 de su Evangelio, traza algunas características del asentimiento de la Virgen. Un fiat progresivo, en el que el primer paso es la escucha de la palabra. El ángel encontró a María en la disposición necesaria para comunicar su mensaje. En la casa de Nazaret reinaban la paz, el silencio, el trabajo, el amor, en medio de las ocupaciones cotidianas. Después la palabra es acogida: María la interioriza, la hace suya, la guarda en su corazón. Esa palabra, aceptada en lo profundo, se hace vida. Es una donación constante, que no se limita al momento de la Anunciación. Todas las páginas de su vida, las claras y las oscuras, las conocidas y las ocultas, serán un homenaje de amor a Dios: un ‘sí’ pronunciado en Nazaret y sostenido hasta el Calvario. El fiat de María es generoso. No sólo porque lo sostuvo durante toda su vida, sino también por la intensidad de cada momento, por la disponibilidad para hacer lo que Dios le pedía a cada instante.

Como Dios quiso necesitar de María, ha querido contar con la ayuda que nosotros podemos prestarle. Como Dios anhelaba escuchar de sus labios purísimos “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), Dios quiere que de nuestra boca y de nuestro corazón brote también un ‘sí’ generoso. Del fiat de María dependía la salvación de todos los hombres. Del nuestro, ciertamente no. Pero es verdad que la salvación de muchas almas, la felicidad de muchos hombres está íntimamente ligada a nuestra generosidad.

Cada día es una oportunidad para que nosotros también pronunciemos un fiat lleno de amor a Dios, en las pequeñas y grandes cosas. Siempre decirle que sí, siempre agradarle. El ejemplo de María nos ilumina y nos guía. Nos da la certeza de que aunque a veces sea difícil aceptar la voluntad de Dios, nos llena de felicidad y de paz.

Cuando Dios nos pida algo, no pensemos si nos cuesta o no. Consideremos la dicha de que el Señor nos visita y nos habla. Recordemos que con esta sencilla palabra: fiat, sí, dicha con amor, Dios puede hacer maravillas a través de nosotros, como lo hizo en María.

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