domingo, 25 de diciembre de 2016

FELICES FIESTAS? NO, POR FAVOR, FELIZ NAVIDAD!!

¿Felices fiestas? No, por favor: ¡Feliz Navidad!
Rescatemos el sentido real de esta magna celebración


Por: Mónica Muñoz | Fuente: elobservadorenlinea.com 




Algo que recuerdo vivamente de mi niñez es la época navideña, que, comenzando diciembre, se anunciaba por todas partes: las casas eran revestidas de luces de colores, la gente colocaba sus árboles y acomodaba el nacimiento en un lugar preponderante en la sala de su hogar.  Por supuesto, la televisión no se quedaba atrás, los comerciales inundaban la programación con villancicos y las películas recordaban durante todo el día que se acercaba el 25 de diciembre.  Era, además, tiempo para preparar platillos que sólo en esta época se podían saborear: los romeritos y el bacalao eran las estrellas de todo menú familiar, sin olvidar el ponche, la sidra de manzana y los postres que daban a las mesas el toque especial.

Y qué decir de las posadas: Primero, el rezo del rosario y la letanía cantada, “Ora pro nobis”, repetíamos sin entender el significado exacto, pero con el gusto de saber que seguía entonar los versos “en el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar, mi Esposa amada”, para escuchar la consabida respuesta, hasta lograr que un alma generosa abriera las puertas de su casa para que entraran los Santos Peregrinos José y María, que estaba a punto de dar a luz al Niño Dios.

Y, por fin, el momento más esperado por todos, había llegado: romper la piñata, hecha con una hermosa olla de barro llena de fruta, cacahuates y dulces, que tronaba después de sendos palazos asestados por los niños que disfrutaban a más no poder de la novena de fiestas previas a la Natividad.

De esas fechas guardo con cariño dos recuerdos: uno, cuando, por la noche del 24, de camino a la cena con mis abuelitos, mi papá detenía el coche frente a una casa que tenía un enorme nacimiento.  Las personas de ese hogar dejaban abiertas las cortinas para que quien pasara pudiera contemplar las escenas representadas bellamente.  Mis hermanos y yo admirábamos cada pieza, acomodada con cuidado sobre papel decorado para que simulara ser un pueblito lleno de detalles: un lago hecho con papel aluminio en el que “nadaban” cisnes y patos.  Un establo con borreguitos y vacas, casitas, pastores, mujeres realizando labores hogareñas, y en el centro, presidiendo todos los cuadros, se hallaban María, José y el Niño recién nacido, a punto de recibir la visita de los tres Reyes Magos que se acercaban con sus regalos.

El segundo, evoco cuando íbamos a cortar nuestro árbol al bosque de los árboles de Navidad en Amecameca, Estado de México. Nos daba mucha emoción que mis papás pasaran por nosotros al salir de la escuela para ir a escoger nuestro pinito, que mi padre cortaba con mucha facilidad y lo acomodaba en el techo del coche.  Luego, sembrábamos el que sustituiría al que nos estábamos llevando.



Sí, se respiraban sentimientos de hermandad, se deseaba hacer el bien al prójimo, pasábamos muchos momentos en familia, pero, lo principal de ese tiempo, era que verdaderamente se celebraba a Aquél que había nacido para redimir al mundo de sus pecados.  En la actualidad, me da tristeza comprobar que poco a poco se ha desplazado al Festejado para reemplazarlo por comidas y fiestas sin sentido.  Los villancicos quedaron para el museo y en su lugar escuchamos cualquier tipo de música, menos la que habla de Jesús y su venida a este mundo.  Las posadas son “pachangas” y borracheras, así que ni hablar de rezos y cantos, eso está bien para los mojigatos… entonces, ¿qué sentido tiene hablar de Navidad, si ya no la celebramos?

Ahora, se ha desechado al Rey que ha nacido entre nosotros para sustituirlo por Santa Clos y figuras vestidas de rojo.  Los adornos que decoran las plazas y centros comerciales hablan del invierno con sus copos de nieve artificiales, las luces multicolores bailan sobre duendes, renos y trineos, por cierto, objetos extranjeros que han invadido nuestro país, pero por ningún lado vemos el portal de Belén, ni la estrella, ni los ángeles de los coros celestiales, mucho menos animales y pastores, pero lo más grave es que, el motivo de esta gran fiesta, Dios que ha enviado a su Hijos para salvar al mundo, ha sido ignorado por el ambiente ateo que nos invade cada vez más.

Hoy, son más las personas que se desean “Felices fiestas”, perdiendo de vista lo esencial y reduciendo la incomparable obra de la salvación a una fiesta de fin de año. Hasta los católicos bien formados han adoptado esta moda. Incluso, un personaje importante en México ha llegado al colmo, enviando felicitaciones con motivo de las “fiestas de invierno”.

Ahora que hemos llegado a la gran fecha, los invito a rescatar el sentido real de esta magna celebración. Para los cristianos, católicos y no católicos, ha nacido el Salvador del mundo, no hay ningún hecho que se le compare, por importante que parezca, por eso, por favor, no nos deseemos “felices fiestas”, démonos un abrazo y digámonos sinceramente ¡feliz Navidad!

QUÉ NOS ENSEÑA LA NAVIDAD?

¿Qué nos enseña la Navidad?
La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 





La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna.

La Navidad, a pesar de ser una fiesta cristiana, se ha popularizado en todo el mundo. Efectivamente, hasta los no creyentes celebran "las fiestas de diciembre", como se les dicen. Los regalos, los pinos adornados y los Santa Claus abundan en esta época y el gasto familiar se eleva a las nubes.

Por desgracia, el verdadero sentido de celebrar el nacimiento de Cristo se ha transformado en un mero intercambio de regalos, tal como lo hacían los paganos griegos y romanos para las fiestas de la Saturnalia, es decir, el inicio del invierno.

Un poco de historia

Emmanuel significa Dios con nosotros. La celebración de la Navidad nos recuerda que Dios no está lejos, sino muy cerca de nosotros. En Navidad, celebramos al Niño Jesús que es Hijo de Dios. En Él, Dios nos mostró su rostro humano, para salvarnos y amarnos desde la tierra.

Jesús es el Hijo unigénito de Dios, imagen perfecta del Padre, lleno de gracia y de verdad.


¿Qué nos enseña la Navidad?

La celebración de la Navidad es un momento privilegiado para meditar en el texto evangélico de San Lucas 2, 1-20, en donde se narra con detalle el Nacimiento de Cristo.

Podemos reflexionar las virtudes que encontramos en los diferentes personajes involucrados y luego, aplicarlas a nuestra vida:

María nos enseña a ser humildes, a aceptar la voluntad de Dios, a vivir cerca de Dios por medio de la oración, a obedecer a Dios y a creer en Dios.

José nos enseña a escuchar a Dios y hacer lo que Él nos diga en nuestra vida, aunque no lo entendamos y a confiar en Dios.

Jesús nos enseña la sencillez. A Dios le gusta que seamos sencillos, que no nos importen tanto las cosas materiales. Jesús, a pesar de ser el Salvador del mundo, nació en la pobreza.

Los pastores nos enseñan que la verdadera alegría es la que viene de Dios. Ellos tenían un corazón que supo alegrarse con el gran acontecimiento del nacimiento de Cristo.

El 25 de diciembre se celebra la Navidad. Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo y enseñarnos el camino para la vida eterna.

Jesucristo es luz, amor, perdón y alegría para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

La Sagrada Familia nos da ejemplo de la aceptación de la Voluntad de Dios, viviendo con sencillez, humildad y alegría el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén.

Actividad en familia

La persona que dirige, lee y pide a los demás miembros del grupo que cuando ella se detenga en las palabras negritas, ellos tendrán que adivinar la palabra que falta para completar la historia.

"En una ciudad llamada Nazaret vivía una joven llamada María. María amaba mucho a Dios y estaba comprometida para casarse con un hombre muy bueno que se llamaba José y era carpintero.

Un día, se le apareció a María el Ángel Gabriel mandado por Dios y le preguntó si quería ser la Madre del Hijo de Dios y le explicó que el Espíritu Santo vendría sobre ella. María contestó que sí aceptaba.

José se preocupó mucho cuando María le dijo que iba a tener un bebé. Pero una
noche, Dios le mandó a José un mensaje.

El ángel le dijo en sueños que no dudara en casarse con María pues el Hijo que Ella estaba esperando era el Hijo de Dios y que salvaría a los hombres del pecado.
José despertó y fue a buscar a María, la llevó a su casa y cuidó de ella.

En aquellos días el Emperador César Augusto, dio la orden de que todos tenían que ir al pueblo de donde eran sus familias para empadronarse.

José formaba parte de la familia de David que eran del pueblo de Belén. Entonces José y María tuvieron que ir al pueblo de Belén. El viaje fue muy difícil para la Virgen María porque ya había llegado el momento de que naciera el bebé.
Tan pronto como llegaron a Belén, José empezó a buscar donde descansara María, pero no encontró ningún lugar porque todas las posadas estaban llenas de gente.
Al final, José encontró un establo y llevó ahí a María.

Al poco tiempo, nació el Niño Jesús. María envolvió al niño en pañales y lo acostó en un pesebre que José había preparado.

Cerca de Belén habían unos pastores que cuidaban sus ovejas, entonces se les apareció un ángel de Dios y les dijo: No tengan miedo, les traigo buenas noticias, hoy ha nacido en Belén el niño que será el Salvador, vayan a verlo.
De pronto, el Cielo se llenó de ángeles que cantaban a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad!.

Los pastores corrieron hacia Belén y encontraron a José, María y el Niño Jesús tal como les habían dicho los ángeles. Adoraron al Niño y le ofrecieron regalos."

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 25 DE DICIEMBRE



LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 25



Cantando van los pastores
cantando van las muchachas,
cantando van monte abajo por la veredita blanca.
Un lucerito brillante los guía con su fulgor;
con alma, salud y gracia entonan esta canción:
"Podéis, pastorcillos, alegres cantar;
en Belén el Niño ha nacido ya.
Tocad las campanas, a gloria tocad;
en Belén el Niño ha nacido ya.
Al son de alegres campanas,
llegando van los pastores
y al Niño le hacen ofrenda
de sus regalos mejores;
pero hay un pastorcito
que trae el más grande don
y al Niño con alegría
le ofrece su corazón.
Podéis, pastorcillos, alegres cantar;
en Belén el Niño ha nacido ya..."

“No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc 2,11). Así comienza la nueva era: la era de la realización de la promesa hecha a nuestros antepasados; ya nos ha venido el Mesías, el Redentor, el Salvador; ya podemos considerarnos salvados por la infinita misericordia de nuestro Hermano Jesús, que se entregará por todos nosotros.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ NAVIDAD!!!


sábado, 24 de diciembre de 2016

DECÍDETE POR DIOS


Decídete por Dios


La Reina de la Paz te deja hoy un mensaje para la próxima Navidad. Te anima a decidirte por Dios, entregarte a él, ponerlo en el primer lugar en tu propia vida y en tu hogar. Es nada más ni nada menos que decidirte a hacer realidad el precepto del Señor, Creador nuestro: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas”.

“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, les traigo al pequeño Jesús para que él los bendiga con su bendición de paz y de amor. No olviden que ésta es una gracia que muchas personas ni conocen ni aceptan. Por eso, ustedes, los que se dicen míos y que buscan mi ayuda, entréguense completamente. Por encima de todo, den su amor y su ejemplo en sus familias. Ustedes dicen que la Navidad es una celebración familiar. Por eso, queridos hijos, den a Dios el primer lugar en sus familias, a fin de que él pueda darles a ustedes la paz y pueda protegerlos. Decídanse por Dios y entonces ustedes lo tendrán todo. ”

Con sencillas palabras la Madre te recuerda lo que Jesús dijo (Mt. 6, 33) y que tantas veces olvidamos: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. Esto es decidirse por Dios, darle el primer lugar… y él no se dejará superar en generosidad, a cambio ¡lo tendrás todo! Esto es fe. Atrévete a la entrega completa.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO EN NAVIDAD: RENUNCIEMOS A LA TRISTEZA


Papa Francisco en Navidad: Renunciemos a la tristeza y lo efímero porque ha nacido Dios
Foto: ACI Prensa



VATICANO, 24 Dic. 16 / 04:21 pm (ACI).- En la Misa que presidió a las 21:30 horas de Roma en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco explicó el verdadero sentido de la Navidad: “Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios”.

“El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará”, afirmó.

En la homilía que pronunció el Pontífice, también afirmó que “la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece”.

“Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más”. Dejémonos tocar por la ternura que salva”, invitó el Papa.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). Las palabras del apóstol Pablo manifiestan el misterio de esta noche santa: ha aparecido la gracia de Dios, su regalo gratuito; en el Niño que se nos ha dado se hace concreto el amor de Dios para con nosotros.


Es una noche de gloria, esa gloria proclamada por los ángeles en Belén y también por nosotros hoy en todo el mundo. Es una noche de alegría, porque desde hoy y para siempre Dios, el Eterno, el Infinito, es Dios con nosotros: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; es cercano, se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya.

Es una noche de luz: esa luz que, según la profecía de Isaías (cf. 9,1), iluminará a quien camina en tierras de tiniebla, ha aparecido y ha envuelto a los pastores de Belén (cf. Lc 2,9).

Los pastores descubren sencillamente que «un niño nos ha nacido» (Is 9,5) y comprenden que toda esta gloria, toda esta alegría, toda esta luz se concentra en un único punto, en ese signo que el ángel les ha indicado: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12).

Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús. No sólo entonces, sino también hoy. Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios.

Con este signo, el Evangelio nos revela una paradoja: habla del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende.

Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido de la vid

Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.

Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas. ´`´`El misterio de la Navidad, que es luz y alegría, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza. Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, «porque no tenían [para ellos] sitio en la posada» (v. 7): Jesús nace rechazado por algunos y en la indiferencia de la mayoría.

También hoy puede darse la misma indiferencia, cuando Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado.

Pero la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece. Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más. Nace en Belén, que significa «casa del pan». Parece que nos quiere decir que nace como pan para nosotros; viene a la vida para darnos su vida; viene a nuestro mundo para traernos su amor. No viene a devorar y a mandar, sino a nutrir y servir.

De este modo hay una línea directa que une el pesebre y la cruz, donde Jesús será pan partido: es la línea directa del amor que se da y nos salva, que da luz a nuestra vida, paz a nuestros corazones.

Lo entendieron, en esa noche, los pastores, que estaban entre los marginados de entonces. Pero ninguno está marginado a los ojos de Dios y fueron justamente ellos los invitados a la Navidad. Quien estaba seguro de sí mismo, autosuficiente se quedó en casa entre sus cosas; los pastores en cambio «fueron corriendo de prisa» (cf. Lc 2,16).

También nosotros dejémonos interpelar y convocar en esta noche por Jesús, vayamos a él con confianza, desde aquello en lo que nos sentimos marginados, desde nuestros límites. Dejémonos tocar por la ternura que salva. Acerquémonos a Dios que se hace cercano, detengámonos a mirar el belén, imaginemos el nacimiento de Jesús: la luz y la paz, la pobreza absoluta y el rechazo.

Entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevemos a Jesús lo que somos, nuestras marginaciones, nuestras heridas no curadas. Así, en Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de Navidad: la belleza de ser amados por Dios. Con María y José quedémonos ante el pesebre, ante Jesús que nace como pan para mi vida. Contemplando su amor humilde e infinito, digámosle gracias: gracias, porque has hecho todo esto por mí.

ORACIÓN PARA BENDECIR LA MESA EN NAVIDAD


Oración para bendecir la mesa en Navidad



(ACI).- Las fiestas de Navidad suelen ser ocasión para reunir en casa a familiares y amigos. Compartimos una sencilla oración publicada por la Diócesis de Málaga en España para bendecir la mesa.


Bendice, Señor, nuestra mesa en esta noche de Luz.
Quienes vamos a cenar celebrándote sabemos que la fiesta eres Tú que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo, por la generosidad y la esperanza.
Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas justas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y la gratitud alimenten cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros, por eso, en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestro país.
Bendice esta familia y esta mesa.
Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí.
Amén.

ORACIÓN FAMILIAR PARA PONER AL NIÑO EN EL PESEBRE


Oración familiar para poner al Niño en el pesebre



 (ACI).- Antes de la medianoche del 24 de diciembre, cuando estés reunido o reunida con tu familia para colocar la imagen del Niño Dios en el pesebre, te invitamos a recitar esta breve oración para pedirle a Jesús que también nazca en tu corazón y en el de tus seres queridos.

Lector 1:

Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:

En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por nuestros amigos, vecinos y por las personas que trabajan con nosotros.

Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy, al contemplar el pesebre, recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2:

Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.

Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.

(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre, o si ya está allí, se coloca un pequeño cirio o una velita delante de Él).

Lector 3:

Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.

Amén.

Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria.

Para finalizar se puede entonar algún villancico y todos se dan un abrazo de paz.

QUÉ OFRECERÉ AL NIÑO JESÚS COMO MI REGALO DE NOCHEBUENA?


¿Qué ofreceré al niño Jesús como mi regalo de Nochebuena?
¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?

Algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.


Por: Mayra Novelo de Bardo | Fuente: Catholic.net 




Preparar la Navidad sin perder la esencia de esta fiesta hoy es muy difícil. Pues hay muchos compromisos. Pero la Navidad no es sólo comprar, preparar y pensar; también es tener contacto con el Señor, salir a su encuentro. Y es muy importante vivirla desde esta dimensión. El Papa hace unos días con unas palabras improvisadas explico a los niños que san Pablo dice: «Orad sin cesar, es decir, no perdáis el contacto con Dios”.

Sabemos que la Navidad está cerca: la manera más practica de experimentarlo es la preocupación de cómo expresar nuestro afectos a familiares y amigos, a demás de la decoración y la cena de noche buena. Esperemos que la demostración de afecto sea no sólo con los regalos, sino también con nuestro corazón. Pensemos que Cristo, el Señor, está cerca de nosotros, que entra en nuestra vida y nos da luz y alegría.

El papa Benedicto XVI durante este tiempo de adviento nos ha invitado a preparar en nuestro corazón y en nuestra vida la venida del Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

El mismo Santo Padre no sólo da ejemplo de oración constante en esta tiempo de espera, también involucra la vida, los actos concretos hechos regalo para Jesús niño, como el de visitar a los detenidos en la cárcel romana de Rebibbia, Roma. Sabemos perfectamente que dondequiera que haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un encarcelado, allí está Cristo mismo.

Otra manera muy concreta de vivir con obras la esencia de la navidad es la plena capacidad de acogida el sinceramente ponerme en escucha de las vicisitudes personales de cada miembro de mi familia, de los amigos o vecinos, pues el mismo Cristo se identifica con cada uno.

Si ya tienes lista tu casa y el corazón para vivir el nacimiento de Cristo tan esperado pero te falta un regalo concreto para ofrecerle, Catholic.net te presenta algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.

¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?


Lo dejaré nacer en el corazón preparándome con una buena confesión.

Viviré con fervor la Misa de Navidad para abrazar a Cristo hecho Carne en la Sagrada Eucaristía.

Recordaré con el ejemplo o los detalles que El Hijo de Dios se hizo hombre por amor al hombre.

Perdonaré y pediré perdón a aquella persona de la que me aleje por alguna razón.

Le hablaré a alguna persona, familiar o amigo del cual me he desinteresado.

Visitaré a algún familiar, amigo, conocido, vecino enfermo o que viva solo

Colaboración concreta y generosa en algún centro de acogida, asociación de bien.

La austeridad en el modo de vivir, cuidado de lo que uso y tengo

Viviré con especial alegría sabiendo que él es destructor del pecado y de la muerte

Promover todo lo que ayude a engendrar debidamente la vida, a cuidarla, a hacerla crecer

Todo mi ser está dispuesto a acompañarle en estas fiestas, no lo dejaré sólo.


Concluyo con las palabras del Papa: “corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros brazos al Niño que María y José nos presentan. Volvamos a partir de Él y con Él, afrontando todas las dificultades y las alegrías que el nuevo año nos reserva” y sobre todo comprometamos la vida pues vale la pena seguir a un Dios niño que se da hasta la muerte y muerte en cruz por amor a nosotros.

CRISTO JESÚS ESTÁ CON NOSOTROS ESTA NOCHE


Cristo Jesús está con nosotros esta noche
El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos adorarle.


Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net 




Natividad del Señor

"Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo".

Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres.

Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.

Benedicto XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".

No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo.

Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.

Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.

Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.


Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 24 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 24



Mañana es día de fiesta, día de Natividad.
Por eso la campanita no hace más que repicar.
Campanita de la iglesia, parece el corazón de mi pueblo, que repica en cada palpitación.
Hace no sé cuántos años en Belén nació el Señor.
Por los cielos, milagroso, un lucero apareció.
En su cunita de paja fueron a darle calor un buey, un asno y tres reyes, según me contó un pastor.
Y con tan cálido aliento fue creciendo el Niño Dios para inundar el mundo de paz, consuelo, amor.
Festejando el nacimiento habrá mañana alegría en las almas, y en la mesa el pavo, castañas y sidra.
Y el corazón de mi pueblo, igual que la campanita pasará el día de fiesta, repica que te repica.
“Mientras se encontraba en Belén, le llegó el tiempo de ser madre, y María dio a luz a su hijo primogénito” (Lc 2,6-7). Cristo es el primogénito de María, no porque ella haya tenido otros hijos, sino porque Dios la tenía predestinada para ser la Madre universal de todos los redimidos; al dar a luz a Cristo, podemos considerar que también nos ha dado a luz a nosotros los bautizados; es, pues, en cierto modo hoy el día de nuestro nacimiento con Cristo y en Cristo; por eso es la fiesta de todo el pueblo de Dios.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ VIERNES!!


viernes, 23 de diciembre de 2016

EL ARBOLITO DE NAVIDAD


El arbolito de Navidad



Es bueno y recomendable durante el tiempo de Navidad colocar en tu hogar un arbolito con adornos y luces, ya que puede ser un buen símbolo de Cristo Salvador. Nacido en Belén, él es el verdadero Árbol de la vida, del que fue separado Adán a causa del pecado. En familia, el papá o la mamá pueden hacer esta oración de bendición y rociar el arbolito:

Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe en estos días de Navidad los misterios del nacimiento de Jesucristo. Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, vivir también a la luz de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo y ser enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia. Gloria a él por los siglos de los siglos. Amén.

Invita a los de tu hogar a ver en este arbolito, lleno de luces, a Cristo luz del mundo que con su nacimiento nos conduce a Dios, que habita en una luz inaccesible. En los salmos se compara al hombre justo y recto con un esbelto cedro que crece, lozano y frondoso, junto al Templo del Señor. Que la vivencia de Navidad robustezca tu fe.


* Enviado por el P. Natalio

QUÉ PIENSAN LOS SANTOS DE LA NAVIDAD?


¿Qué piensan los santos de la Navidad?
Frases inspiradoras para meditar en Navidad


Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com 




En Navidad el comercio, los medios de comunicación y las empresas en general, aprovechan para disfrazar sus propósitos de venta con frases que invitan a vivir la felicidad, la paz, la armonía, los buenos deseos y un montón de cosas más. Todas ellas buenas, pero que no logran describir lo que realmente es la Navidad.

Por más que los creativos publicistas se rompan la cabeza buscando lindas frases navideñas, nunca podrán comprender la grandeza del misterio que se encierra en la venida de Dios al mundo. Para ello es necesario estar íntimamente ligados a la fuente original de esta celebración, al protagonista de todo, y desde ahí comprender un poco, y lograr explicar otro poco, este tremendo acontecimiento que no vino solo a modificar el calendario, sino nuestras vidas.

Los Santos durante la historia de la Iglesia han ido penetrando y profundizando en el misterio de la Navidad. Ellos nos han dejado frases realmente inspiradoras y llenas de contenido para vivir profundamente esta fiesta. Les compartimos algunas de ellas para que las lleven a la oración y las compartan con sus amigos.

Que el fulgor de tu nacimiento ilumine la noche del mundo. Que la fuerza de tu mensaje de amor destruya las asechanzas arrogantes del maligno. Que el don de tu vida nos haga comprender cada vez más cuánto vale la vida de todo ser humano.

San Juan Pablo II

San Josemaría
Nunca me has parecido más hombre que ahora, que pareces un niño.

San Josemaría Escrivá de Balaguer



Ustedes reciben con frecuencia a Jesús en su corazón; más, ¿no está en el como en un establo, donde no halla otra cosa que suciedad y corrupción, porque están apegados a algo distinto a Él? Si lo miraran como su Salvador y Redentor ¿Qué honores no le tributarían?

San Juan Bautista de La Salle

No puede haber mucho lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida.

San León Magno

Todas las fiestas de la Iglesia son hermosas... la Pascua, si, es la glorificación... pero la Navidad posee una ternura, una dulzura infantil que me atrapa todo el corazón.

Santo Padre Pío de Pietrelcina

Jesús yace en el pesebre, pero lleva las riendas del gobierno del mundo; toma el pecho, y alimenta a los ángeles; está envuelto en pañales, y nos viste a nosotros de inmortalidad; está mamando, y lo adoran; no halló lugar en la posada, y Él fabrica templos suyos en los corazones de los creyentes. Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza... Así encendemos nuestra caridad para que lleguemos a la eternidad.

San Agustín

¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros?

San Bernardo

Es Navidad cada vez que permites al Señor renacer para darlo a los demás. Es Navidad cada vez que estás en silencio para escuchar al otro. Es Navidad cada vez que no aceptas aquellos principios que destierran a los oprimidos al margen de la sociedad.

Beata Teresa de Calcuta

No disimules con oropeles y sonrisas huecas. Quien reposó en un pesebre desea recostarse en tu pobreza y debilidad humildemente reconocidas.

Santa Teresa de Jesús

EMMANUEL, DIOS CON NOSOTROS


Emmanuel, Dios con nosotros
Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo.


Por: Francisco Javier Carrión, L.C. | Fuente: Gama - Virtudes y Valores 




Cuando san Pablo curó al paralítico de Listra (Hch 14,8-18) la muchedumbre pagana pensó que tenía delante a un dios. Y decían: “dioses han bajado hasta nosotros en forma humana”. Pablo se acompañaba de Bernabé al que el pueblo llamó Zeus, y a Pablo, que era el que hablaba, le llamaron Hermes.

Y es que el pueblo de Listra creía en los dioses pero, más aún, se creía necesitado de los dioses y estaba abierto a la posibilidad de que “los dioses estuvieran entre ellos”.

Pero lo que para los habitantes de Listra no era sino un imposible, se hace posible y real en la Navidad. Ya no dioses imaginarios, sino el Dios verdadero viene a vivir con nosotros. Emmanuel significa: “Dios con nosotros”. Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo.

Pero el mundo de hoy está muy lejos de la actitud de los de Listra. Hoy no nos sentimos necesitados de Dios. No aceptamos que un salvador venga de fuera, nos bastamos a nosotros mismos. No somos capaces de reconocer la enfermedad de nuestra alma, la cojera de nuestra conciencia, la debilidad de nuestro amor. Y por todo eso necesitamos que Otro nos cure y nos salve. Y para eso se necesita una dosis muy grande de humildad.

El mundo de hoy no quiere que “Dios esté con nosotros” porque piensa que su presencia le va a quitar la libertad al mundo. Cuando lo que hace Dios es enseñar el camino de la libertad, el modo humano de caminar con ella. Y tanto no quiere el mundo que “Dios esté con nosotros” que se afana en negar la Navidad y vestir estas fiestas con ropajes de jolgorio sin sentido y gastos superfluos y quitar las imágenes que nos recuerdan que Dios está entre nosotros.

Dios está entre nosotros, camina a nuestro lado. Dios está con nosotros, lucha en nuestro favor. Decía San Pablo: “Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8,31) Dios está por nosotros, nace en Belén para morir en la cruz y salvarnos. Dios está en nosotros, habita en nuestra alma por la vida de gracia.

Pablo, con mucha dificultad, logró convencer a la multitud de que no era un dios, sino un simple mortal. La actitud de Pablo deber ser la nuestra, la humildad. El sentido de la Navidad está en reconocernos lo que somos, hombres pobres necesitados de Dios. No somos dioses por más que sintamos la tentación de hacer las cosas por nosotros mismos sin mirar a Dios ni siquiera de reojo.

Mirar a Dios... la noche de Navidad no levantes la vista para mirar a Dios en el cielo, baja la vista para verlo dormido en el pesebre y cree que ese Niño indefenso puede ayudarte. Acéptalo. Siente necesidad de su amor.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 23 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 23



Manos de Virgen alinean pajas de rubios trigales y sobre el mazo mullido tienden blancor y pañales.
Cuatro mil años pasaron, se aguardó cuarenta siglos, para que este acto humildísimo fuera en el mundo cumplido.
Ya llegó la medianoche, nevada y oscurecida; en resplandor de prodigios está la gruta encendida.
Cuatro mil años pasaron, se aguardó cuarenta siglos a que en este humilde establo naciera este humilde Niño.
Afuera celestes voces dan la nueva a los pastores, mientras los ángeles cantan: "Gloria a Dios... paz a los hombres".
Hay un hondo simbolismo en la humildad del pesebre; trigos que un día serán hostias, linos del altar manteles; el Dios Niño, que ha de darse por amor y en sacrificio de pan a las almas fieles.
“Los pastores volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído” (Lc 2,20). Todo lo que nosotros hemos visto y oído, lo que estamos viendo y oyendo a diario, no es sino pura manifestación del amor infinito de nuestro Dios. Preparamos nuestro corazón para recibirlo el día de Navidad con humildad y gratitud por todo lo que Él ha hecho con nosotros.


* P. Alfonso Milagro

DÍA DE REGALOS!!


Día de los regalos



En cada Navidad nos maravillamos de la bondad de Dios, nuestro Padre, que nos regaló a su mismo Hijo Unigénito, hecho niño en Belén. Ese día, inspirados por el ejemplo de la generosidad de Dios, acostumbramos a prodigar regalos a nuestro alrededor, a parientes y amigos. Pero hay dones más valiosos  —¡y tan necesarios!— que podemos hacernos sin gastar un centavo.

Esboza una sincera sonrisa... y regálala a quien nunca la ha tenido.
Recoge un rayo de sol en tu corazón... y hazlo volar allá en donde reina la noche.
Descubre una fuente... y permite bañarse en ella a quien vive en el barro.
Vierte una lágrima... y ponla en el rostro de quien nunca ha llorado.
Enciende el valor en tu pecho...  y ponlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
Descubre la vida...  y alienta a quien se arrastra por ella.
Cultiva la esperanza...  e irradia su luz a tu alrededor.
Imprégnate de bondad...  y dónala a quien la desconoce.
Descubre el amor...  y comunica su fuego al mundo.

Amigo/a: ¡qué hermoso es hacer de tu vida una Navidad! Anímate a esparcir a manos llenas en el hogar, en el barrio, en tu ambiente de trabajo, el fuego del amor, la luz de la alegría y la fuerza de la esperanza. Que esta celebración cristiana te ayude a meditar y proyectar a tu vida la sorprendente bondad que Dios tiene con nosotros.


* Enviado por el P. Natalio

FELIZ VIERNES!!!


jueves, 22 de diciembre de 2016

PAPA FRANCISCO EXPLICA LO QUE DEBEN EXPRESAR LOS REGALOS DE NAVIDAD


Papa Francisco explica lo que deben expresar los regalos en Navidad
Por Walter Sánchez Silva
Foto Daniel Ibáñez (ACI Prensa)
VATICANO, 22 Dic. 16 / 06:56 am (ACI).- En su saludo por Navidad a los trabajadores de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano este jueves en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco explicó el simbolismo de los regalos que habitualmente las personas se obsequian en Navidad, además de reflexionar sobre el trabajo y la apertura que se debe vivir a la gracia de Dios.

En sus palabras a los dependientes del Vaticano y sus familiares presentes, el Santo Padre expresó su deseo de “agradecer con ustedes al Señor por todos sus dones. Porque es cierto que en estos días se piensa en los regalos de Navidad, pero en realidad quien hace el verdadero regalo es Él, nuestro Padre, que nos dona a Jesús”.

“Y nuestros regalos, esta bella tradición de intercambiar dones, debería expresar justamente esto: ser un reflejo del único don que es su Hijo hecho hombre y nacido de la Virgen María”.


El Papa agradeció también al Señor por el don del trabajo que es “importantísimo ya sea para la misma persona que trabaja así como para su familia. Y mientras agradecemos, rezamos por las personas y las familias en Italia y en todo el mundo, que no tienen trabajo, o que muchas veces hacen trabajos no dignos, mal pagados, dañinos para la salud… debemos siempre agradecer a Dios por el trabajo”.

El Pontífice alentó a que cada uno contribuya a hacer que el trabajo “sea digno, respetuoso de la persona y de la familia, que sea justo”, alentando a seguir “las directivas de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Francisco agradeció a cada uno por su trabajo en el Vaticano y exhortó a mejorar siempre reconociendo los propios límites, para luego recordar el recientemente culminado Año Santo de la Misericordia.

“El Señor este año ha desbordado sobre nosotros su misericordia. ¿Y toda esta gracia ha concluido con el fin del Jubileo? ¡No! Esta gracia está dentro de nosotros, porque nosotros debemos hacerla fructificar en la vida de cada día, ya sea en familia o en el trabajo o en todo lugar”. “La Navidad nos lo recuerda”, resaltó el Papa.

Es importante por ello abrirse a la gracia de Dios “recibido en el Bautismo y en la Confirmación, pero debemos invocarlo cada día, despertar la acción del Espíritu en nosotros, para ‘vivir en este mundo’ – también en este pequeño mundo del Vaticano – ‘con sobriedad, justicia y piedad’”.

Para concluir, el Santo Padre hizo votos para que “el Señor los bendiga y la Virgen los proteja. Y ante el pesebre, acuérdense de rezar por mí”.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 22 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 22



Navidad, la fiesta que reza y que canta, pueril y vetusta, bullanguera y santa, pastoril y regia, magna y familiar, que con ser litúrgica es toda de hogar.
Navidad nos trajo cordiales contentos y el musgo pintado de los nacimientos.
El mundo, hasta el mundo moderno y complejo, sonríe con una sonrisa de viejo, y hay una dulzura cálida que embarga su gran alma fría, su gran alma amarga, con el alborozo de la Navidad.
Así es esta fiesta de paz y bondad, de luz y alegría, de infancia y cariño; el mundo es un viejo que sonríe a un niño.
“María conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Debemos tomar ejemplo de nuestra Madre Santísima: no se contentaba con ver las cosas; las meditaba. No nos contentemos nosotros con ver las cosas de esta Navidad; meditemos en la misericordia del Señor que viene a salvarnos y en la forma en que nosotros debemos colaborar en esa salvación. Navidad es cualquier día del año en que un hombre se acerca a otro hombre para llamarlo hermano y tratarlo como hermano.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ JUEVES!!


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