jueves, 13 de septiembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 13 SEPTIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Jueves de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, jueves, 13 de septiembre de 2018



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,1b-7.11-13):

El conocimiento engríe, lo constructivo es el amor. Quien se figura haber terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es debido. En cambio, al que ama a Dios, Dios lo reconoce. Vengamos a eso de comer de lo sacrificado. Sabemos que en el mundo real un ídolo no es nada, y que Dios no hay más que uno; pues, aunque hay los llamados dioses en el cielo y en la tierra –y son numerosos los dioses y numerosos los señores–, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe el universo y por quien existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen ese conocimiento: algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace poco, comen pensando que la carne está consagrada al ídolo y, como su conciencia está insegura, se mancha. Así, tu conocimiento llevará al desastre al inseguro, a un hermano por quien Cristo murió. Al pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su conciencia insegura, pecáis contra Cristo. Por eso, si por cuestión de alimento peligra un hermano mío, nunca volveré a comer carne, para no ponerlo en peligro.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 138,1-3.13-14ab.23-24

R/. Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. R/. 

Tú has creado mis entrañas, 
me has tejido en el seno materno. 
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, 
porque son admirables tus obras. R/.

Señor, sondéame y conoce mi corazón, 
ponme a prueba y conoce mis sentimientos, 
mira si mi camino se desvía, 
guíame por el camino eterno. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 13 de septiembre de 2018
 CR


Amar al enemigo

Mientras se predique en la Iglesia este Evangelio, el mensaje de Jesús estará a salvo, aunque sus seguidores nademos en la mediocridad. Si el amor es el centro del Evangelio, estas exigencias son la guinda del amor. Aquí  todo es revolucionario y subversivo. Y una revolución muy especial; porque, de entrada, no intenta cambiar una sociedad, unas minorías, unos empobrecidos; ni derriba impedimentos de estructuras o personas fuera de uno mismo. Es el discípulo de Jesús el que ha de cambiar; es a él a quien le hiere esa “revolución”: amar al enemigo es terrible.

Como en un texto escolar, podemos señalar estas partes en el evangelio de hoy. a) Exhortación solemne: Amad, bendecid, orad. Con un objeto difícil: a vuestros enemigos, a los que os odian, a los que os maldicen. b) Lo expresa con unas imágenes expresivas: Si te dan en una mejilla, le pones la otra; al que te quite la capa le dejas la túnica. c) Apunta las razones: Lo contrario también lo hacen los pecadores. d) Ofrece las promesas de Dios: tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados.

El perdón al enemigo es la prueba de fuego del amor del cristiano. Aquí no cabe que se cuele el egoísmo, el buscar algo a cambio o algún otro deseo menos puro. El amor ha de ser sin límites ni condiciones, es decir, todo “por gracia”, como de Dios lo hemos recibido, como nos enseñó el Señor, “Como yo os he amado”. Ya sé que estamos tocando fondo… como que es tocar el corazón de Dios.

Que lejos está este mensaje de Jesús de la ley del Talión (el ojo por ojo), agazapada todavía en la voz de algunos cristianos, aunque les dé vergüenza  formularla así. Puede ser que  nos cueste identificarnos con las palabras de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Pero, por lo menos, que se vea que este es nuestro ideal y nuestra norma de vida. Sólo haciendo las cosas “por gracia”, y no sólo por mera justicia como la entienden los hombres, se romperá la espiral o el eslabón de la violencia y nos acercaremos a la reconciliación. No hay que esperar a que el otro pida perdón para otorgar nuestro perdón. “Dios es bueno con los malvados y desagradecidos”. ¿Más claro?

BUENOS DÍAS




miércoles, 12 de septiembre de 2018

QUÉ SE NECESITA PARA SER VERDADERAMENTE LIBRE? PAPA FRANCISCO LO EXPLICA


¿Qué se necesita para ser verdaderamente libre? El Papa Francisco lo explica
Redacción ACI Prensa
Foto: Marina Testino / ACI Prensa




El Papa Francisco recordó, durante la Audiencia General de este miércoles 12 de septiembre, que la verdadera libertad no consiste sólo en la capacidad de elegir, sino que la capacidad de amar es esencial para poder ser libres.

En su catequesis, el Papa se refirió a los diferentes tipos de esclavitud, ya sea interior o interior, que existen en la actualidad. “Están las restricciones externas, como las opresiones, las vidas secuestradas por la violencia y otros tipos de injusticia”.

Por otro lado, “existen las prisiones interiores como, por ejemplo, los bloques psicológicos, los complejos, los límites de carácter o de otro tipo”.

Ante estas situaciones, el Santo Oadre se preguntó: “¿Existe reposo en estas condiciones? Un hombre recluso u oprimido, ¿puede ser libre? Y una persona atormentada por dificultades interiores, ¿puede ser libre?”.

“Efectivamente, hay personas que, permaneciendo en la cárcel, viven una gran libertad de ánimo”. Al mismo tiempo, “hay personas marcadas por grandes fragilidades interiores que, sin embargo, conocen el reposo de la misericordia y lo saben transmitir”.

“La misericordia de Dios, te libera, y cuando te encuentras con la misericordia de Dios tienes una libertad grande y eres capaz de transmitirla. Por eso es importante abrirse a la misericordia de Dios, para dejar de ser esclavos de uno mismo”.

Ante estas diferentes situaciones, “¿qué es, entonces, la verdadera libertad? ¿Quizás consiste en la posibilidad de elección? Ciertamente esta es una parte de la libertad, y nos esforzamos para que se garantice a todo hombre y mujer. Pero sabemos bien que poder hacer aquello que se desea no es suficiente para ser verdaderamente libres, no tampoco felices. La verdadera libertad es mucho más”, aseguró Francisco.

“De hecho, –destacó el Papa– hay una esclavitud que encadena más que una prisión, más que una crisis de pánico, más que una imposición de cualquier género: la esclavitud del propio ego”.

El Pontífice continuó: “El ego puede convertirse en un tormento que tortura al hombre esté donde esté, y que le produce la más profunda opresión, aquella que se llama ‘pecado’, que no es la violación trivial de un código, sino el fracaso de la existencia”.

Frente al ego, el Papa situó el don del amor que se manifiesta en el tercer mandamiento: “El tercer mandamiento, que invita a celebrar con el reposo la liberación, para nosotros cristianos es la profecía del Señor Jesús, que destruye la esclavitud interior del pecado y hace al hombre capaz de amar”.

“El amor verdadero es verdadera libertad: ayuda a desprenderse de las posesiones, reconstruye las relaciones, sabe acoger y valorar al prójimo, transforma en don alegre toda fatiga y capacita para la comunión. El amor da la libertad incluso en la cárcel, aunque se sea débil o se esté limitado”.

El Papa concluyó: “Esta es la libertad que recibimos de nuestro Redentor, el Señor Jesucristo, que sabe vencer la esclavitud de nuestro corazón con su amor y su salvación. Él, que nos ha amado mientras estaba clavado en la Cruz, nos abre el camino por medio del mar de nuestros miedos y nos da la verdadera libertad. En Él cada hombre puede encontrar el reposo de la misericordia y de la verdad que nos hace libres”.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 12 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
12 septiembre



Cuando se nos pregunte con qué fundamento nosotros creemos, esperamos y gozamos por adelantado de la eterna felicidad, deberemos responder: Apoyándonos en el Padre celestial, que se ha dignado hacernos sus hijos.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 11 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
11 septiembre



La humildad y el servicio son las mayores excelencias en el Espíritu de Jesús. El máximo servicio, como expresión del máximo amor, lo da el que llega a morir por los demás.

Una forma de morir es entregar la vida en un acto de generosidad heroica, como el soldado que muere por la patria, o como el sacerdote que cae bajo las balas de un pelotón por guardar fidelidad a su compromiso sacerdotal.

Pero hay otra forma de morir: poco a poco, gota a gota, día a día, momento a momento, deshilachándose en el cumplimiento de un deber monótono y persistente.



P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 12 SEPTIEMBRE 2018

La fuente
Santo Evangelio según San Lucas 6, 20-26. Miércoles XXIII de Tiempo Ordinario.


Por: H. Jorge Alberto Leaños García, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En medio de mis preocupaciones, mis intereses y mi vida ordinaria, quiero darte un pequeño momento, estar a tu lado y crear conciencia de lo que has hecho por mí. Dame la gracia de saber escucharte, contemplarte y enamorarme de la misión que me tienes preparada.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo, mirando Jesús a sus díscípulos, les dijo:"Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán.
Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!".

Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Si somos capaces de poner la fuente de nuestra alegría y de nuestra tristeza en Cristo podremos entender los caminos que pone en nuestra vida.
Hay que entender las bienaventuranzas para poder vivirlas, pues son benditos los que saben llorar con esperanza, porque ellos son los que encuentran un sentido a su dolor. Son ellos los que saben dar el paso de fe en medio de la incomprensión y logran entender que las lágrimas no tienen la última palabra.
Si la fuente de nuestra alegría está en diversiones y placeres que se prenden y apagan como un relámpago, no podremos encontrar satisfacción total y, aun cuando demostremos seguridad, en el fondo tendremos miedo por saber que esta risa, este consuelo, este gozo tendrá, tarde o temprano, un fin.
Es válido y necesario preguntarnos, ¿por qué somos felices?, ¿por qué reímos?, ¿por qué…? Respondiendo a esta pregunta lograremos examinarnos a fondo y darnos cuenta que no siempre vivimos con fe. Pero también nos ayudará a ver aquellos momentos que logramos responder con espíritu sobrenatural, en un acto de confianza, que pudimos haber puesto la fuente de nuestra alegría y gozo en donde nace la vida eterna, en Dios.
Frente al sufrimiento no comprendido se pone un "por qué" desesperado. Pero por detrás de cada suceso, por fe sabemos que hay un porqué... Es la respuesta que ofrece el creer en un Dios que prepara todo camino para aquellos que le aman.
Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos asombrosos, no son para superhombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día, para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden nunca de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana.
(Homilía de S.S. Francisco, 1º de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy intentaré responder profundamente al porqué de mi felicidad, de mi alegría, de mi tristeza…
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

FIESTA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra
Redacción ACI Prensa






Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios que San Lucas señala en su Evangelio para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario” (p. 68), San Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, se le apareció a Santa Matilde y le dijo:


“El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Desde muy antiguo, en la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la forma con la que cada uno es nombrado porque, tal como como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (2158-2159), “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva”.

“El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.

Por lo tanto, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos están llamados a honrar los Santos Nombres de Jesús y de la Virgen María.

BUENAS NOCHES




lunes, 10 de septiembre de 2018

CÓMO DEBEMOS REZAR EL PADRENUESTRO EN LA SANTA MISA?


¿Cómo debemos rezar el Padrenuestro en la Santa Misa?
El Padrenuestro, debe ser rezado por todos los que participan de la Misa, y sólo EL SACERDOTE debe elevar las manos al rezarlo


Por: Daniel Alberto Robles Macías | Fuente: ConMasGracia.org 




Cada que vez que voy a Misa, hay un gesto de nosotros los fieles que me parece significativo, el rezo del Padrenuestro, ese momento en el que elevamos nuestras manos o tomamos las de los demás. Un acto que cuando es acompañado por la música se vuelve emotivo dentro de la celebración de la cual todos participamos.

Todo esto yo lo veía y lo hacía con mucha normalidad desde muy pequeño. Hasta que un día participando de la oración dentro de la Misa escuché cómo un amigo reprendió a otro diciéndole: “No me tomes de la mano, eso no se debe hacer, es anti litúrgico”. Inmediatamente al oírlo comencé a ver si alguien más dentro de la celebración hacia lo contrario a los demás, por lo que pregunté ¿quién estaba en lo correcto?

Después de unos días, decidí dedicarme a resolver esta interrogante y conocer la verdad. La celebración de la Santa Misa es un rito que está perfectamente regulado. Cada movimiento, gesto y palabra tiene un sentido y un significado ya establecidos. Todo esto, se encuentra dentro de la Instrucción General del Misal Romano que, en otras palabras, es el instructivo que dice cómo y de qué manera debe llevarse a cabo la celebración.

Dentro de este ordenamiento litúrgico, en la parte que se refiere a la oración del Señor, en su punto 152 dice: “Terminada Plegaria Eucarística, el sacerdote con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor juntamente con el pueblo”. Por lo que podemos ver que expresamente no hay nada que indique que los fieles deban elevar o tomarse de las manos.

Por tanto, si bien el hacerlo no está prohibido, éste no corresponde a la Liturgia ya establecida. Por lo que, el Padrenuestro, debe ser rezado por todos los que participan de la Misa, incluido el sacerdote, y sólo él debe elevar las manos al momento de esta oración. Los fieles no debemos imitar los gestos ni repetir las palabras que sólo el sacerdote puede y debe hacer.

Entonces pudiéramos pensar qué tiene de malo si es un signo de comunión entre todos.  Pero la realidad es que los católicos nos unimos en la Comunión, no cuando nos tomamos de las manos, sino cuando recibimos el Cuerpo de Cristo.

El estar en comunión con los demás no se refleja con tomarnos de la mano al rezar el Padrenuestro, sino en el cuidado de nuestra gracia al confesarnos continuamente, y así, prepararnos para recibir la Comunión. Participar de la Eucaristía es la mejor muestra de nuestra unidad y comunión como católicos.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 10 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
10 septiembre



El Maestro nos afirmó: Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes (Jn 15,20).

Ahí radica nuestra dignidad: Ser como el Maestro. Si sufrimos y morimos con él y como él, más tarde también resucitaremos y triunfaremos con él y como él.

El sufrimiento, el dolor, la persecución es algo pasajero; la victoria, la dicha, la felicidad son lo definitivo. Y es que no hay otro medio de llegar a lo definitivo, si no es pasando por lo temporal.

A la luz, por la cruz.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 9 SEPTIEMBRE



LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
9 septiembre




El sacerdote es el signo de la presencia de Cristo entre nosotros, es el signo de la Iglesia, como sacramento de salvación , es el hombre, que, por amor a Dios  y a los hermanos, ha renunciado a lo más entrañablemente arraigado en la humana naturaleza, como es la formación del propio hogar; ha renunciado al natural placer de ser llamado "papá" por unos niños, para que todos lo puedan llamar con verdad: padre.

Ese es su sacerdote, hermanos; recen por él; estén agradecidos a Dios por tener su sacerdote; no todos pueden gozar de lo mismo; háganle la vida agradable; facilítenle su apostolado, que su conducta con él haga que él se sienta feliz de su apostolado y de su apostolado entre ustedes.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 8 SEPTIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
8 septiembre




La misión del cristiano es evangelizar, construir, edificar, hacer surgir una comunidad cristiano allí donde todavía no exista; dar a conocer al Señor, proclamar la fe y el mensaje del Señor en los campos todavía vírgenes de luz y o desorientación por destellos de falsas luces.

Y allí donde ya se predicó el Evangelio, allí donde ya se conoce al Señor, la misión consistirá en profundizar, robustecer, estabilizar esa comunidad de fe.

Es decir, que la misión es muy amplia; abarca a todo el mundo; no queda limitada ni por espacios, ni por fronteras, ni por ideologías de ninguna especie.

Pero si esto es así, se deduce que estamos obligados , por fidelidad a nuestra misión, a incursionar en lugares, comunidades, profesiones, gremios, empleos, sociedades, áreas... en las que urja formar una comunidad cristina o potenciarla, si es que ya existe.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 10 SEPTIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 10 de septiembre de 2018


Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,1-8):

Se sabe de buena tinta que hay un caso de unión ilegítima en vuestra comunidad, y tan grave que ni los gentiles la toleran: me refiero a ése que vive con la mujer de su padre. ¿Y todavía tenéis humos? Estaría mejor ponerse de luto y pidiendo que el que ha hecho eso desaparezca de vuestro grupo. Lo que es yo, ausente en el cuerpo pero presente en espíritu, ya he tomado una decisión como si estuviera presente: reunidos vosotros en nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregar al que ha hecho eso en manos del diablo; humanamente quedará destrozado, pero así la persona se salvará en el día del Señor. Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 5

R/. Señor, guíame con tu justicia

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huesped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R/.

Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,6-11):

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. 
Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se quedó en pie. 
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?» 
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» 
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 10 de septiembre de 2018
 CR


 No enfrentéis el culto a Dios y el amor al hombre

“¿Hacer el bien o hacer el mal?”, “¿Salvar o dejar morir?”. Tan elemental es la pregunta que parece demagógica. Pero es una pregunta de Jesús. Una vez más, la pelea entre el imperativo de la ley y la necesidad de hacer el bien a la persona que sufre. La escena se produce en la sinagoga, en el centro del culto, en un día que es sábado. La parálisis de un hombre en su brazo derecho tiene la culpa. ¿Curarlo o no curarlo? Las dos partes lo tienen claro: La ley es terminante, dicen los fariseos. El hombre es lo primero, proclama Jesús.

Aunque cuesta creerlo, los enemigos de Jesús se cierran a reconocer la evidencia. “Se pusieron furiosos”, describe el Evangelio. Hay gente que enfrenta la ley y el amor. Diríase que, por no se sabe qué ocultos mecanismos interiores, desaparecen del alma humana los más elementales sentimientos. En el corazón del hombre se secan la compasión, la ternura, la misericordia, todo.

Todo había ido degenerando. El sábado vino de la mano de Dios, tras la creación de las cosas que le habían salido tan buenas. Era día de descanso, día de la alegría del pueblo después de la liberación de Egipto, día de la Alianza. Pero se fue tornando en algo insoportable y ridículo. Tan exagerado que llegó a nimiedades como no poder arar la tierra o recoger leña. Bien sentenció el Maestro: El hombre es Señor del sábado.

También en nuestros días, quién lo diría, las pequeñas batallitas nos impiden, a veces, abrirnos a proyectos más incitantes. Colocar la lupa en ciertos puntos pequeños y discutibles se convierte en lastre pesado que nos obstaculiza realizar o, por lo menos, ver acciones encomiables. Podemos dar una imagen de una religión seca, formalista, dura, de espaldas a la vida y al dolor de los hombres. El más clásico Tomás de Aquino pedía que la ley (y la norma) fuera “ordenación de la razón para el bien de todos”; pues, como quería Jesús en la sinagoga, que las normas no hagan sufrir inútilmente a los hijos de Dios.

Volvamos a los orígenes. Al sábado en que el Señor descansó. Y a nuestro domingo, Pascua y Resurrección. Aquí no se enfrentan el sábado y la curación, la ley y el amor, el culto a Dios y el amor al hombre. Pero si son la misma cosa: “Lo que hicisteis con uno de estos mis pequeños hermanos conmigo lo hicisteis”.

FELIZ SEMANA





domingo, 9 de septiembre de 2018

CURAR LA SORDERA


Curar la sordera



La curación de un sordomudo en la región pagana de Sidón está narrada por Marcos con una intención claramente pedagógica. Es un enfermo muy especial. Ni oye ni habla. Vive encerrado en sí mismo, sin comunicarse con nadie. No se entera de que Jesús está pasando cerca de él. Son otros los que lo llevan hasta el Profeta.

También la actuación de Jesús es especial. No impone sus manos sobre él como le han pedido, sino que lo toma aparte y lo lleva a un lugar retirado de la gente. Allí trabaja intensamente, primero sus oídos y luego su lengua. Quiere que el enfermo sienta su contacto curador. Solo un encuentro profundo con Jesús podrá curarlo de una sordera tan tenaz.

Al parecer, no es suficiente todo aquel esfuerzo. La sordera se resiste. Entonces Jesús acude al Padre, fuente de toda salvación: mirando al cielo, suspira y grita al enfermo una sola palabra: "Effetá", es decir, "Abrete". Esta es la única palabra que pronuncia Jesús en todo el relato. No está dirigida a los oídos del sordo sino a su corazón.

Sin duda, Marcos quiere que esta palabra de Jesús resuene con fuerza en las comunidades cristianas que leerán su relato. Conoce bien lo fácil que es vivir sordos a la Palabra de Dios. También hoy hay cristianos que no se abren a la Buena Noticia de Jesús ni hablan a nadie de su fe. Comunidades sordomudas que escuchan poco el Evangelio y lo comunican mal.

Tal vez uno de los pecados más graves de los cristianos de hoy es esta sordera. No nos detenemos a escuchar el Evangelio de Jesús. No vivimos con el corazón abierto para acoger sus palabras. Por eso, no sabemos escuchar con paciencia y compasión a tantos que sufren sin recibir apenas el cariño ni la atención de nadie.

A veces se diría que la Iglesia, nacida de Jesús para anunciar su Buena Noticia, va haciendo su propio camino, olvidada con frecuencia de la vida concreta de preocupaciones, miedos, trabajos y esperanzas de la gente. Si no escuchamos bien las llamadas de Jesús, no pondremos palabras de esperanza en la vida de los que sufren.

Hay algo paradójico en algunos discursos de la Iglesia. Se dicen grandes verdades, pero no tocan el corazón de las personas. Algo de esto está sucediendo en estos tiempos de crisis. La sociedad no está esperando "doctrina social" de los especialistas, pero escucha con atención una palabra clarividente, inspirada en el Evangelio de Jesús cuando es pronunciada por una Iglesia sensible al sufrimiento de las víctimas, y que sabe salir instintivamente en su defensa invitando a todos a estar cerca de quienes más ayuda necesitan para vivir con dignidad.



© Padre José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 9 SEPTIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 9 de septiembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (35,4-7a):

Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantar. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/. Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,1-5):

No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31-37):

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 9 de septiembre de 2018
Fernando Torres cmf


¡Ánimo, no temáis!

      Había un hombre sordo y tartamudo, por no decir mudo del todo. Es decir, no había comunicación posible. Ni de él hacia la sociedad ni de la sociedad hacia él. Por eso, el sordomudo no fue él a Jesús sino que lo tuvieron que llevar. En realidad no era más que una especie de cosa inútil e inservible. Pero Jesús hace el milagro. Le cura, le abre a la realidad que le circunda. De repente, la comunicación se restablece. Aquel hombre, que por la falta de comunicación se había convertido prácticamente en una cosa, volvía a ser persona, miembro de la sociedad, hermano de sus hermanos. ¡Cómo no se iban a alegrar y admirar los que lo veían! 

      Jesús cumple así las expectativas del pueblo, representadas en las palabras del profeta Isaías en la primera lectura. En ellas está el título de esta homilía. Son palabras que podemos sentir como dirigidas a cada uno de nosotros por parte de Dios: “¡Ánimo. No temáis!” Porque Dios está con nosotros. Porque el Dios de Jesús es Padre y no quiere que ninguno de sus hijos se quede convertido en un trasto inútil e inservible, que se arrincona, que se deja a un lado. Dios quiere a sus hijos sentados todos a la misma mesa, al mismo nivel, compartiendo juntos el pan de las alegrías y las penas, de los gozos y las penalidades que conlleva siempre la vida humana. Dios quiere a sus hijos viviendo juntos en el amor y en la esperanza. Porque él es padre y madre que cuida siempre de sus hijos. Y sus hijos, lo último que pueden hacer es perder la esperanza y la confianza en su Padre. Por eso, no debemos de temer. Dios viene en persona a salvarnos. 

      En esta perspectiva, la de los hijos e hijas de un solo Padre, entendemos mejor las palabras de la carta de Santiago. ¿Cómo es posible que en la comunidad cristiana se haga acepción de personas? Como es posible que siga habiendo títulos, distinciones y privilegios? ¿Cómo es posible que siga habiendo luchas por el poder y por los primeros puestos? Y mucho cuidado con situar esos problemas sólo en las grandes alturas de la Iglesia. Eso sucede también en las comunidades parroquiales, en los grupos y movimientos, en las comunidades religiosas. Todos lo sabemos por experiencia. Por eso, hay que estar muy vigilantes. No hay que pensar que lo que dice Santiago es para otros. Lo decía por su comunidad de aquellos tiempos y lo dice por nuestra comunidad de hoy. La tentación del poder siempre estará presente en el corazón humano y es una amenaza fuerte y permanente para la fraternidad del Reino. Hace exactamente lo contrario de lo que hizo Jesús al curar al sordomudo. Excluye, divide y separa en vez de unir y juntar.



Para la reflexión 

      ¿Hay luchas por el poder y los privilegios en mi comunidad? ¿Qué hacemos para defendernos de esa tentación? ¿Cómo se trata a los marginados en mi comunidad? Quizá la respuesta a esta última pregunta sea la clave para liberarnos de la lucha por el poder.

FELIZ DOMINGO






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