jueves, 27 de diciembre de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 27 DE DICIEMBRE



LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
27 de Diciembre



Creo que en estos días de Navidad todos deseamos en lo más recóndito de nuestro corazón que siempre sea Navidad: los niños por sus juguetes, los comerciantes por sus ventas, los adultos por el ambiente de alegría que respiran en sus hogares.

Y sin embargo, podemos decir con verdad que eso está en nuestras manos, que somos nosotros los que tenemos la virtud de hacer que todos los días sean Navidad, todos los días del año; y entonces, ¡qué hermoso sería el año entero!


P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO: HOY MUCHOS JÓVENES DAN LA VIDA POR JESÚS Y NO SON NOTICIA


Hoy muchos dan la vida por Jesús y no son noticia, dice el Papa Francisco
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco recordó que actualmente también hay mártires y no son noticia. Así lo indicó en un breve mensaje compartido este 26 de diciembre, fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia, a través de su cuenta de Twitter @pontifex.

“La Iglesia crece con la sangre de los mártires, hombres y mujeres que dan su vida por Jesús. Hoy hay muchos, pero no son noticia”, se lee en su cuenta de esta red social.

Previamente en el rezo del Ángelus el Santo Padre destacó que San Esteban imitó a Jesús hasta el punto del martirio y además “no maldice a sus perseguidores, sino que reza por ellos: dobló las rodillas y gritó a gran voz: ‘Señor, no los culpes por este pecado’”.


“Estamos llamados a aprender de él a perdonar, a perdonar, siempre -y no es fácil hacerlo, todos los sabemos- el perdón alarga el corazón, genera compartida, dona serenidad y paz”, insistió el Papa.

En otra ocasión, en la Audiencia General del 28 de junio, el Santo Padre aseguró que la esperanza cristiana es la fuerza de los mártires.

“Los mártires no viven para sí, no combaten para afirmar sus propias ideas, y aceptan deber morir sólo por fidelidad al Evangelio. El martirio no es ni siquiera el ideal supremo de la vida cristiana, porque sobre ello está la caridad, es decir, el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Lo dice bien el Apóstol Pablo en el himno a la caridad, es decir el amor hacia Dios y hacia el prójimo”, explicó el Papa.


Además, el Pontífice aseguró que actualmente hay “más de los mártires de los primeros tiempos” y rezó para que “Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos. Nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día”.

En este sentido, el Papa Francisco dijo también en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta el 11 de diciembre que a los mártires que entraban al Coliseo cantando y rezó por los mártires de hoy “pienso en los valientes trabajadores coptos asesinados en la playa de Libia, degollados, que morían diciendo: ‘¡Jesús, Jesús!’. Tenían ese consuelo en su interior, alegría en el momento del martirio”.

De este modo, el Santo Padre resaltó que “el estado habitual del cristiano debe ser el consuelo, que no es lo mismo que el optimismo, no: el optimismo es otra cosa. Se habla de personas luminosas, positivas: la positividad, la luminosidad del cristiano es el consuelo”.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 27 DE DICIEMBRE 2018


Lecturas de hoy San Juan. Apóstol y evangelista
Hoy, jueves, 27 de diciembre de 2018



Primera lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4):

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 96,1-2.5-6.11-12

R/. Alegraos, justos, con el Señor

El Señor reina, la tierra goza, 
se alegran las islas innumerables. 
Tiniebla y nube lo rodean, 
justicia y derecho sostienen su trono. R/.

Los montes se derriten como cera 
ante el dueño de toda la tierra; 
los cielos pregonan su justicia, 
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.

Amanece la luz para el justo, 
y la alegría para los rectos de corazón. 
Alegraos, justos, con el Señor, 
celebrad su santo nombre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy jueves, 27 de diciembre de 2018
José María Vegas, cmf


Testigos de lo que hemos visto y oído

Martirio significa testimonio, y ese testimonio puede exigir en ocasiones el sacrificio de la propia vida. Pero esta forma de testimonio extremo no es lo frecuente. Y, sin embargo, el cristiano, que ha reconocido la presencia del Mesías en el niño nacido en Belén, tiene que estar siempre dispuesto a llegar a ese extremo. El discípulo amado, que la tradición ha identificado con el evangelista San Juan, nos enseña un camino de testimonio radical, que no llega al derramamiento de sangre, pero que no implica una entrega menor de la propia vida. El ver, oír y palpar con las propias manos indican una extraordinaria cercanía a Cristo. Y se trata de un ver, oír y palpar la Palabra que se ha hecho carne. El primer paso para poder dar un testimonio vital y radical es acercarse a esa Palabra, escucharla, contemplarla y ponerla en práctica. Son formas de oír, ver y tocar que están al alcance de todos nosotros, no sólo de lo que convivieron con el Jesús histórico. Haciéndolo así nos unimos, por medio de la tradición de toda la Iglesia, a los discípulos de primera hora, y participamos plenamente en su alegría. Se trata de la alegría de la Resurrección. Como aquellos primeros discípulos, oímos el testimonio de María Magdalena, corremos al sepulcro y somos capaces de ver en los signos de muerte el triunfo de la vida, de palpar, gracias a la fe, la victoria de la Resurrección.

Y así, los que hemos visto, oído y palpado no podemos no transmitirlo con palabras y con el testimonio de nuestra vida. El que da testimonio hoy es el discípulo amado, cuya identidad cierta sigue siendo un misterio. Pero ello nos permite a cada uno de nosotros ponernos en el lugar del discípulo amado, porque ¿qué hemos visto, oído y palpado, sino la manifestación del extremos amor de Dios, que se ha encarnado en la humanidad de Cristo, nacido en Belén, y ha entregado su vida en la cruz y resucitado para la salvación de todos?

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

BUENOS DÍAS








miércoles, 26 de diciembre de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 de Diciembre




Esa carta que mandé a Jesús de Nazaret... me la devolvió el correo, poniendo en el sobre: "Al remitente".

Sí, en el sobre el mismo Jesús puso una notita que decía: "No soy yo, sino ustedes los cristianos los que deben procurar que nadie sienta frío, ni ausencia de hogar; devuélvase al remitente, para que tome nota."

Jesús me devolvió la carta para que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad; para que todos lleguemos de una vez a comprender que Jesús sigue naciendo en cada niño que llora, y sigue naciendo en cada niño que viene a este mundo, y sigue llorando en cada niño que llora, y sigue teniendo frío en cada niño desprovisto de ropa y sigue teniendo hambre en cada uno de los hambrientos.

Es Jesús de Nazaret el que vive hoy en la carne de cada uno de los pobres necesitados en los que nosotros, los cristianos, los que creemos en Jesús, debemos demostrar nuestro amor a él.

él mismo lo dejará escrito en el Evangelio al decir: Lo que hagan con cada uno de mis pequeños hermanos, lo hacen conmigo.


P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 26 DE DICIEMBRE 2018

Lecturas de hoy San Esteban
Hoy, miércoles, 26 de diciembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio, 
un baluarte donde me salve, 
tú que eres mi roca y mi baluarte; 
por tu nombre dirigeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu: 
tú, el Dios leal, me librarás. 
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. 
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen; 
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, 
sálvame por tu misericordia. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 26 de diciembre de 2018


José María Vegas, cmf
Perseverar en la dificultad

La liturgia nos recuerda con crudeza que el mundo en el que ha nacido el hijo de María, el Hijo de Dios, es un mundo hostil, en el que dominan fuerzas mortíferas, que consideran que hacen un bien eliminando a los enemigos, matando a los oponentes. San Esteban, el protomártir, ve cómo se le arrebata la vida por dar testimonio del Dios hecho carne en el hombre de Nazaret, en el niño nacido en Belén, que contemplábamos ayer. Los ángeles cantan, los pastores adoran, pero también se organizan fuerzas siniestras que quieren acallar la Palabra que nos habla, nos llama, nos cura y nos salva en un lenguaje que podemos entender. El martirio de Esteban es un reflejo de la Pasión de Cristo: “Si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a mí” (Jn 15, 16). No es fácil comprender ese odio al que habla palabras de amor y perdón, y pasa haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo (cf. Hch 10, 38).

Pero el recuerdo de este reflejo de la Pasión no pretende empañar el misterio de la Navidad ni oscurecer su luz. Al contrario, nos recuerda el sentido profundo de este nacimiento: “Si alguno pregunta por el misterio se sentirá llevado a afirmar más bien, que no fue su muerte una consecuencia de su nacimiento, sino que él nació para poder morir” (S. Gregorio Nacianceno). Jesús ha nacido para comunicarnos la vida de Dios, que es el amor, es decir, para dar su vida por amor. Y es este amor la luz que ilumina la noche de la humanidad, la oscuridad del odio. Al recordar el martirio de San Esteban, la liturgia nos avisa de que acoger al niño nacido en Belén significa en definitiva asumir su mismo modo de vida: tratar de hacer de nuestra vida una entrega por amor. Y esto puede, extrañamente, atraernos el odio de este mundo. Pero no hay que temer: esto será ocasión para dar testimonio ante el mundo de ese mismo amor, de perseverar, a pesar de los pesares, en esa voluntad de amar hasta el final. 

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

BIENVENIDOS





martes, 25 de diciembre de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 25 DE DICIEMBRE - NATIVIDAD DEL SEÑOR


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
25 de Diciembre




Carta a Jesús de Nazaret: "Querido Jesús, mi hermano y mi amigo; ya estás en Nazaret, al calorcito del hogar humilde de tus padres. Pero, ¿sabes cómo naciste? Era de noche, casi las 24 horas. Las estrellas brillaban en el cielo, como lágrimas de plata. La luna estaba allí también blanca, redonda, pura. Allí estaban estrellas y luna, como testigos de tu llegada; hacía mucho frío, pues en aquella región donde tú naciste, en el día de tu nacimiento es lo más crudo del invierno.

Pero...¿sabes dónde naciste? Naciste en un establo, en una cueva de animales. Sí, no hagas gestos de extrañeza. Tu mamá, María, tuvo que pasar la noche allí, porque nadie le quiso dar albergue en esa noche. Ya ves, son cosas de la vida y te tocó a ti. 

Y eso que te pasó a ti, está pasando ahora mismo a muchos que tampoco tienen ni siquiera dónde nacer, porque  sus papás son muy pobres.

Tú temblabas de frío, como hoy muchos otros tiemblan.

Pero al rato, yo no sé cómo ni de dónde, unos cuantos pastores estuvieron a tu lado. Llevaban un sencillo obsequio para tu mamá María y para ti. mientras tanto tú llorabas; es que debían hacerte daño las pajas punzantes del pesebre en el que reposabas. Además tenías frío.

Gracias a que un buey y una mula, mirándote quieto, sin comprender tus temidos, te daban calor húmedo con su aliento cariñoso.

Así pasaste la noche; entre gemidos y lágrimas; hasta el amanecer, que no sé qué hizo entonces mamá María -seguro que te buscó una casa entre los parientes- para que pudieras descansar algo menos molesto. 

Bueno, ya te dije cómo viniste a este mundo, cómo naciste; ahora te dejo con tu mamá María, al calor de tu hogar; pero te pido, Señor, que no te olvides de los que no tienen ni hogar, ni calor, ni mamá; porque eso... debes ser muy triste.

Adiós, un beso de cariño y respeto".


P. Alfonso Milagro

EL CIELO EN CASA. ¡FELIZ NAVIDAD!


El cielo en casa. ¡Feliz Navidad!
Una de nuestras tentaciones más frecuentes suele ser la de soñar con un cambio de escenario, como condición para lograr la felicidad deseada.


Por: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: www.enticonfio.org 




Se equivocan quienes piensan que la felicitación navideña es un acto protocolario y vacío de contenido. Muy al contrario, se trata de una tradición destinada a refrescar nuestra memoria, de forma que caigamos en la cuenta de que la Navidad es auténticamente “reveladora” del motivo que a todo ser humano se le ofrece, para colmar su felicidad.

El Cielo se inauguró en Belén

Las religiones que no han partido de la Biblia como fuente de la Revelación, han caído inexorablemente en el error de imaginar el más allá de la muerte –y más en concreto, el Cielo- como un lugar maravilloso y fascinante, que garantiza la felicidad del hombre. La felicidad del Paraíso consistiría en la fortuna de vivir en un lugar extraordinario, en el que el hombre podrá incluso saciar sus apetencias y encontrar los placeres que en esta vida ha deseado, sin haberlos podido alcanzar. Es decir, fuera de la Palabra de Dios, la imagen que el hombre se ha forjado del Cielo ha sido tan material y carnal, como ridícula.

Sin embargo, la Revelación cristiana es muy distinta. Nosotros creemos que la felicidad que se nos ofrece en el Cielo consiste en vivir con Jesucristo, compartiendo nuestra vida con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. La felicidad no la da un “lugar”, ni la satisfacción de unos placeres, sino el vivir “con el Señor” (cfr. 2 Co 5, 8). El Cielo consiste en dejarnos amar por Dios en plenitud, por toda la eternidad.

Una vez purificadas las falsas imágenes sobre la Vida Eterna, entendemos la razón para nuestra felicitación navideña: ¡el Cielo comenzó en Belén hace dos milenios! En efecto, aquella fue la primera vez que se nos ofreció la posibilidad de iniciarnos en esa experiencia de eterna felicidad: “¡Vivir con Él!”. Paradójicamente, Él se abajó y tomó nuestra condición humana, para que nosotros pudiésemos “habitar” con Él.

Poco importa que el “lugar” fuese tan pobre como un establo, y que al Hijo de Dios se le hubiesen negado los “espacios más dignos” de aquella ciudad. ¡Aquella cuadra era el Cielo, porque el Cielo es Jesús!

Felicidad, ¡ya!

Una de nuestras tentaciones más frecuentes suele ser la de soñar con un cambio de escenario, como condición necesaria para lograr la felicidad deseada: “¡Si encontrase otro trabajo…! ¡Si pudiese marchar a otro lugar…! ¡Si cambiase esta situación adversa…!”. Parece como si la felicidad fuese siempre una reivindicación pendiente, condicionada al lugar y a las circunstancias que nos rodean…

Sin embargo, cuando la tradición cristiana felicita las Navidades, no lo hace al modo de quien aspira a un anhelo, sino como un recordatorio del don que ya nos ha sido dado en Belén. Somos “ya” felices y dichosos, porque en Él lo tenemos todo. ¡El Cielo ya ha comenzado en la tierra: en todos aquellos que han acogido a Jesús, como el Hijo de Dios!

Así es como esta Navidad viviremos unas fiestas verdaderamente “felices”: si ponemos al Señor en el centro de nuestras vidas. Él llenará de paz nuestros corazones y nuestros hogares.

¡Os deseo una Feliz y Santa Navidad a todas las familias!

HOY SE INICIA LA OCTAVA DE NAVIDAD, CELEBRAMOS EL NACIMIENTO DE JESÚS 8 DÍAS SEGUIDOS


Hoy se inicia la Octava de Navidad, celebramos el nacimiento de Jesús 8 días seguidos
Redacción ACI Prensa





Como es tradición en la Iglesia, la noche del 24 de diciembre se empieza a celebrar de manera solemne la Natividad del Señor y luego siguen ocho días llamados “Octava de Navidad”, que comienza el 25 de diciembre y concluye el 1 de enero, en los que igualmente se festeja el nacimiento del Niño Dios.

La celebración de la “Octava” tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que los judíos festejaban las grandes fiestas por ocho días. Asimismo, tal como se lee en el Génesis (17, 9-14), hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo es la circuncisión al octavo día después del nacimiento.

Jesús mismo, como todo judío, también fue circuncidado al octavo día y resucitó el “día después del séptimo día de la semana”. Es así que la Octava (ocho días) sigue siendo una tradición muy importante en la Iglesia y por ello se ha establecido sólo dos en el calendario litúrgico: la “Octava de Navidad” y la “Octava de Pascua”.

En la Octava de Navidad también se celebran las siguientes fiestas importantes:

26 de diciembre: San Esteban es el primer mártir del cristianismo y representa a todos los que murieron por Cristo voluntariamente.

27 de diciembre: San Juan Evangelista es el joven y valiente apóstol que permaneció al pie de la cruz con la Virgen María. Es considerado el “discípulo amado” y representa a los que estuvieron dispuestos a morir por Cristo, pero no los mataron.

28 de diciembre: Los Santos inocentes representan a los que murieron por Cristo sin saberlo y a los millones de bebés que mueren hoy día con el aborto.

Domingo después de Navidad: La Sagrada Familia es modelo para todas las familias y símbolo de la unión de la Santísima Trinidad. Este año cae domingo 30 de diciembre.

1 de enero: María Madre de Dios. Todos los títulos atribuidos a la Virgen María tienen su raíz en este dogma de fe.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 25 DE DICIEMBRE 2018, LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

 

Lecturas de hoy Natividad del Señor
Hoy, martes, 25 de diciembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy martes, 25 de diciembre de 2018
 José María Vegas, cmf
Entre nosotros

Estamos celebrando el nacimiento de Jesús, la encarnación del Hijo de Dios, la venida del Dios-con-nosotros (Emmanuel). Pero es importante que nos preguntemos y tratemos de entender quién es este Dios que ha nacido en carne mortal.

Juan, el águila de Patmos, que comienza su evangelio mirando al sol, a la luz indefectible que es Dios, nos recuerda que este Dios en el que creemos y que ha nacido en Belén no es “un dios cualquiera”, de los muchos que pululan por ahí, pretendiendo un título (el de Dios) que no les corresponde. El Dios al que contemplamos anoche es el creador de todas las cosas, de todo sin excepción: de modo que sólo hay un Dios y por tanto, en lo que respecta a la creación, somos libres, podemos mantenernos en pie y no debemos inclinarnos ante nada de lo que habita este mundo: en él nada es divino, todo es criatura del único Dios que está por encima de todo, y sólo ante Él hemos de postrarnos en actitud de adoración. Dios, que todo lo ha creado con su Palabra poderosa, está, pues, por encima de todas las cosas, y el universo entero e inmenso no es capaz de contenerlo. No hay ni ideas, ni conceptos, ni sistemas religiosos que puedan expresar adecuadamente lo que es Dios y dónde podemos encontrarlo. Mirando al sol con ojos de águila, Juan nos indica que tenemos que aceptar esta limitación nuestra, y debemos renunciar a todo intento de poseer y manipular a Dios.

Pero esto no significa que debamos resignarnos a la pura ignorancia, ni que Dios se niegue a comunicarse con nosotros. No quiere decir que Dios nos ha creado arrojándonos al mundo y, después, se ha desentendido de nosotros. Juan nos lo está diciendo: el Dios eterno lo ha hecho todo por medio de su Palabra. Y si esta Palabra estaba junto a Dios desde el principio y era Dios, es que Dios mismo es comunicación, relación. Lo es dentro de sí: Dios es interna comunicación y perfecta comunión en la distinción de las personas. La perfecta unión en la diferencia en que consiste el Dios trinitario, aunque nuestra mente no alcanza a entender el misterio, nos permite comprender que Dios es Amor; no sólo que Dios ama (que también), sino que Él es en su esencia íntima Amor. Y esa comunicación interna quiere comunicarse fuera de Él: ya la creación es el primer acto de comunicación y revelación. Pero, además, el Dios Palabra, se nos dice, quiere establecer un diálogo. ¿Cómo? ¿Cómo se comunicará el Dios, al que el universo inmenso no puede contener, con nosotros, que habitamos una minúscula mota de ese universo inabarcable? Y ¿cómo podrá hacerlo sin infundirnos temor, a causa de su enorme grandeza y poder?

Recordemos, ante todo, que el poder de Dios es un poder benéfico, dador de ser y de vida, que crea el universo y lo sostiene con su palabra poderosa. En esto se distingue del poder humano, que se mide, normalmente, por su capacidad de destrucción. Dios viene con su poder, pero no amenazando, asustando, amedrentando. Por eso, antes de su aparición definitiva, ha preparado el encuentro hablándonos de “muchas maneras”, ya por medio de la misma creación (que proclama la gloria de Dios: cf. Sal 18A) ya, sobre todo, por medio de los profetas. No por casualidad, entre el misterio inefable del Dios creador y Palabra, y el misterio de su encarnación, aparece Juan Bautista, el último y el más grande de los profetas, que no sólo anuncia la venida de Cristo, sino que lo señala ya presente entre los hombres. Así, poco a poco, disipando las causas de temor, Dios ha venido finalmente a visitarnos en persona. Y no podía hacerlo de otro modo que haciéndose Él mismo pequeño, abajándose, poniéndose a nuestra altura: la Palabra, esa misma Palabra poderosa por la que todo se hizo y que todo lo sostiene, se ha hecho carne, y habita entre nosotros.

Al hacerse carne, se ha hecho visible y cercano, podemos verlo y tocarlo. Pero se ha hecho también débil y vulnerable: se arriesga a que, al verlo, lo despreciemos y que, al poderlo tocar, lo hagamos para golpearlo, incluso matarlo. En ese “hacerse carne” Juan ya nos está avisando sobre su muerte en la cruz. Y es que, al asumir el riesgo de la encarnación, renunciando a imponerse con fuerza y poder, el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, ha aceptado la posibilidad de que no lo conozcamos y no lo acojamos. 
Sólo hay un modo de conocerlo y acogerlo: la fe y, en consecuencia, el amor. Cuando damos el paso de la fe y aceptamos el riesgo del amor (renunciando al poder destructivo del mal), al acogerlo nos hacemos semejantes a Él, y Él nos hace partícipes de su poder, de ese poder inmenso, por el que todo se hizo, pero que es un poder benéfico: el poder de ser hijos de Dios, de nacer de nuevo, no de sangre ni de carne, sino de un amor superior y fontal, del mismo Dios. Es verdad que es este un poder paradójico que nos lleva a participar de su mismo destino: el de dar la vida por nuestros hermanos. A veces, como tantos cristianos hoy, en la verdadera cruz del martirio; la mayoría de las veces en el testimonio del amor vivido día a día, con frecuencia en medio de fuertes oposiciones.

Pero con este poder alcanzamos la libertad: no nos sometemos a la ley mosaica, sino a la gracia y la verdad de Jesucristo. En esto consiste ser hijos en el Hijo: ser libres de los falsos dioses, tener la fuerza y la dignidad de no inclinarnos ante ningún poder de este mundo. De esta manera, nos hacemos también, como Juan el Bautista, profetas que hablan de muchas maneras pero transmitiendo un único mensaje: que Jesús es el Mesías, el que existía desde toda la eternidad. Y de esta manera, preparando y abriendo el camino a Jesús para muchos, realizamos en nosotros la profecía de Isaías: nos convertimos verdaderamente en mensajeros que anuncian la paz, que traen la Buena Nueva, que pregonan la victoria salvífica de Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

¡FELIZ NAVIDAD!













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