martes, 25 de enero de 2022

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 25 DE ENERO DE 2022 - LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO APÓSTOL



25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Martes 25 de enero de 2022



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Hch 22,3-16): En aquellos días, dijo Pablo al pueblo: «Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crie en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y todos los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase, para que los castigaran.

»Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?’. Yo pregunté: ‘¿Quién eres, Señor?’. Me respondió: ‘Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues’. Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz. Yo pregunté: ‘¿Qué debo hacer, Señor?’. El Señor me respondió: ‘Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer’.

Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco. Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: ‘Saulo, hermano, recobra la vista’. Inmediatamente recobré la vista y lo vi. Él me dijo: ‘El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados’».

O bien (Hch 9,1-22): En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió, para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres que seguían el nuevo camino. Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Preguntó él: «¿Quién eres, Señor?». La respuesta fue: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la ciudad y allí se te dirá lo que tienes que hacer». Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: «Ananías». Él respondió: «Aquí estoy, Señor». El Señor le dijo: «Ve a la calle principal y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando». Saulo tuvo también la visión de un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista. Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos los que invocan tu nombre». Pero el Señor le dijo: «No importa. Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa». Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: «Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo». Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas.

Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios. Todos los que lo oían quedaban sorprendidos y decían: “¿No es este hombre el que andaba persiguiendo en Jerusalén a los que invocan el nombre de Jesús y que ha venido aquí para llevarlos presos y entregarlos a los sumos sacerdotes?” Pero Saulo, cada vez con más vigor, refutaba a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús era el Mesías.



Salmo responsorial: 116

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Versículo antes del Evangelio (Jn 15,16): Aleluya. Yo os he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayáis y deis fruto, y su fruto permanezca. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».





«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»

Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera

(Ripollet, Barcelona, España)



Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.  

HOY 25 DE ENERO LA IGLESIA CELEBRA LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO



 25 de enero: La Iglesia celebra la conversión de san Pablo

Pablo, en un inicio llamado Saulo, era un fariseo que perseguía cristianos, hasta que vivió la presencia de Jesús.

La conversión de san Pablo. Obra de Esteban Bartolomé Murillo. Imagen: Museo del Prado.




Saulo, quien posteriormente sería san Pablo, fue uno de los primeros en perseguir a los cristianos, como fue el caso de la lapidación de san Esteban, de la cual dice el Libro de los Hechos: Y Saulo estaba allí, dando su aprobación a la muerte de Esteban (8, 1).


La persecución de Saulo está referida en el Libro de los Hechos 

(9; 1-19):

Saulo no dejaba de amenazar de muerte a los creyentes e el Señor. Por eso, se le presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, a buscar a los que seguían el nuevo camino. Pero cuando ya se encontraba cerca de la ciudad de Damasco, una luz que venía del cielo brillo de repente a su alrededor. Saulo cayó al suelo y oyó una voz que le decía: ‘Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?’

Saulo preguntó ‘¿Quién eres, Señor?’ La voz le contestó: ‘Yo soy Jesús, el mismo a quien estas persiguiendo, levántate y entra en la ciudad, allí te dirán qué debes hacer’.

Posteriormente se narra como Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver.

En Damasco vivía un creyente que se llamaba Ananías a quien el Señor se le presentó en una visión, y le dijo que fuera a una casa en donde estaba hospedado Saulo y la pusiera las manos sobre su cabeza, entonces volvió a ver.

Luego el Señor le dijo: he escogido a ese hombre para que hable de mí a la gente de otras naciones, y a sus reyes, y también a los israelitas. Yo le mostraré lo mucho que tiene que sufrir por mi causa.

Ananías le dijo a Saulo: Jesús, el que se te apareció en el camino me ha mandado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.  Al momento cayeron de los ojos de Saulo una especie de escamas, y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado.En el estante cayeros de los ojos de Saulo una especie de escamas y recobró la vista. Entonces se levantó y fue bautizado.

La Basílica San Pablo Extramuros se levantó en el lugar en que murió

Saulo regresó a Jerusalén de donde tuvo que huir, y realizó cuatro largos y pesados viajes. En el primero, estuvo en Antioquía, Salamina, Pafos, Perge, Iconio, y Derbe.

En el Segundo, estuvo en Jerusalén, Éfeso, Atenas, Corinto, Macedonia, Fílipos, Samotracia, Listra, Antioquía.

En el Tercero, volvió a visitar algunas de estas ciudades, pero además estuvo en Tiro, Rodas, y en el Cuarto y también fue a la Isla de Malta, en Sicilia y finalmente, encadenado, a Roma, donde pidió audiencia con al Emperador que él lo juzgara porque era ciudadano romano, y finalmente fue decapitado.

En el lugar donde murió San Pablo se levantó la Basílica de San Pablo Extramuros, llamada así porque estaba fuera de las murallas de Roma, y por su conversión, ha sido un lugar idóneo para eventos interreligiosos.


La Iglesia celebra su conversión el 25 de enero.



 

¿ES ESTE EL VERDADERO ROSTRO DEL APÓSTOL SAN PABLO?



¿Es este el verdadero rostro del apóstol San Pablo?

El Departamento de Arqueología Sagrada de la Academia Brasileña de Hagiología se propuso un ambicioso objetivo: recrear el rostro de San Pablo Apóstol.

 Foto: Vatican News.




San Pablo es considerado como uno de los grandes santos de la historia. Algunas pinturas lo retratan como un hombre joven y otras más como un anciano. Pero, ¿cómo lucía en realidad Saulo de Tarso?

El Departamento de Arqueología Sagrada de la Academia Brasileña de Hagiología quiso responder a esta pregunta y, gracias a una profunda investigación, encargó a una artista la reconstrucción del rostro de San Pablo que, asegura, “está en perfecta armonía con la única descripción disponible” que se encuentra en los Hechos de Pablo y Tecla, un texto apócrifo que data del siglo II.

En declaraciones a Vatican News, el cardenal Odilo Scherer, arzobispo de de São Paulo, Brasil, aseguró que “la investigación y los recursos de la técnica pueden ayudar a brindar una imagen aproximada de ese hombre de rostro muy llamativo, mirada incisiva y presencia envolvente”.



Reconstrucción del rostro de San Pablo. Foto: Vatican News. 


Calvo y de nariz aguileña

“Nacido en la ciudad de Tarso, actual Turquía, Saulo parecía un joven bajo y delgado, de rasgos oscuros y ojos oscuros. Con su conversión, recorrió el mundo evangelizando y siendo perseguido, tanto que fue martirizado en Roma”, recuerda Vatican News.

Sus reliquias se encuentran en la Basílica de San Pablo Extramuros.

Fábio Tucci Farah, quien también es uno de los fundadores del Departamento de Arqueología Sagrada de la Academia Brasileña de Hagiología y especialista en reliquias de la Arquidiócesis de São Paulo, explicó que el ícono más antiguo del apóstol fue encontrado hace poco más de 10 años en Roma.

“En junio de 2009, L’Osservatore Romano publicó un descubrimiento extraordinario en las catacumbas de Santa Tecla: el ícono más antiguo de São Paulo, datado entre fines del siglo IV y principios del quinto. Debajo de una gruesa capa removida por láser, especialistas de la Pontificia Academia Romana de Arqueología descubrieron el fresco de un hombre calvo de rostro delgado y alargado, barba oscura y nariz grande”.

“Si bien San Pablo tiene una vasta – y variada – iconografía, el ícono descubierto en las catacumbas de Santa Tecla está en perfecta armonía con la única descripción disponible de su apariencia, encontrada en los Hechos de Paulo y Tecla, un texto apócrifo que posiblemente se remonta a el segundo siglo”.

En él, San Pablo aparece como un hombre de baja estatura, de cejas dibujadas, calvo, de piernas arqueadas, ojos hundidos y una gran nariz aguileña.

La descripción el evangelio apócrifo junto a la antigua iconografía hallada en Roma sirvieron de punto de partida para la recreación del rostro de Saulo, que estuvo a cargo de la artista brasileña Girleyne Costa, con la colaboración del propio Farah.


La recreación estuvo a cargo de la artista brasileña Girleyne Costa. Foto: Vatican News.


“Para este trabajo, también tomamos en cuenta algunas características étnico-raciales, el estilo de vida paulista y, por supuesto, la personalidad que salta de sus innumerables epístolas”.

“No queríamos presentar simplemente el retrato de un fariseo de Tarso, que viajó miles de kilómetros como misionero, en el siglo I. Nuestro objetivo era presentar a un hombre con rostro de ángel que hablaba a la gente del siglo XXI. siglo. Un misionero que, después de casi dos milenios, sigue encantando al público”, dijo Farah a Vatican News.

Este retrato, explicó, forma parte de un proyecto más ambicioso, que busca recrear el rostro de todos los apóstoles de Jesús, en colaboración con el Museo de Arte Sacro de São Paulo denominado, y que lleva por nombre “El Verdadero Rostro de los Apóstoles de Cristo”.  

FELIZ MARTES!!!




 

lunes, 24 de enero de 2022

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 24 DE ENERO DE 2022

 



Lunes 3 del tiempo ordinario

Lunes 24 de enero de 2022




1ª Lectura (2Sam 5,1-7.10): En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos: ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: ‘Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tu serás el jefe de Israel’». Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. Tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años; en Hebrón reinó sobre Judá siete años y medio, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá.

El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban el país. Los jebuseos dijeron a David: «No entrarás aquí. Te rechazarán los ciegos y los cojos». Era una manera de decir que David no entraría. Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David. David iba creciendo en poderío, y el Señor de los ejércitos estaba con él.



Salmo responsorial: 88

R/. Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.

Un dia hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo».


«Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso».


«Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río».

Versículo antes del Evangelio (2Tim 1,10): Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida por el Evangelio. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 3,22-30): En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo».



«El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca»

Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez

(Sant Feliu de Llobregat, España)



Hoy, al leer el Evangelio del día, uno no sale de su asombro —“alucina”, como se dice en el lenguaje de la calle—. «Los escribas que habían bajado de Jerusalén» ven la compasión de Jesús por las gentes y su poder que obra en favor de los oprimidos, y —a pesar de todo— le dicen que «está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22). Realmente uno queda sorprendido de hasta dónde pueden llegar la ceguera y la malicia humanas, en este caso de unos letrados. Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los entendidos, los que conocen las cosas de Dios para ayudar al pueblo, y resulta que no sólo no lo reconocen sino que lo acusan de diabólico.

Con este panorama es como para darse media vuelta y decir: «¡Ahí os quedáis!». Pero el Señor sufre con paciencia ese juicio temerario sobre su persona. Como ha afirmado San Juan Pablo II, Él «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre». Su condescendencia sin límites le lleva, incluso, a tratar de remover sus corazones argumentándoles con parábolas y consideraciones razonables. Aunque, al final, advierte con su autoridad divina que esa cerrazón de corazón, que es rebeldía ante el Espíritu Santo, quedará sin perdón (cf. Mc 3,29). Y no porque Dios no quiera perdonar, sino porque para ser perdonado, primero, uno ha de reconocer su pecado.

Como anunció el Maestro, es larga la lista de discípulos que también han sufrido la incomprensión cuando obraban con toda la buena intención. Pensemos, por ejemplo, en santa Teresa de Jesús cuando intentaba llevar a más perfección a sus hermanas.

No nos extrañe, por tanto, si en nuestro caminar aparecen esas contradicciones. Serán indicio de que vamos por buen camino. Recemos por esas personas y pidamos al Señor que nos dé aguante.

SAN FRANCISCO DE SALES, 24 DE ENERO




San Francisco de Sales es el patrono de los escritores, editores y periodistas católicos.

POR CARLOS VILLA ROIZ



Desde 1923, san Francisco de Sales es el patrono de los comunicadores católicos, por disposición del Papa Pío XI, y hay razones de peso para ello, pues además de ser ejemplo de santidad, también fue un asiduo escritor, pletórico de análisis y reflexiones. A continuación, todo lo que debes saber de San Francisco de Sales.


¿Quién fue San Francisco de Sales?

San Francisco de Sales fue un obispo francés, considerado como uno de los santos más influyentes de la Iglesia Católica, por obras literarias como Introducción a la vida devota y Tratado sobre el amor de Dios. Aunque fue nombrado Obispo de Ginebra, nunca pudo tomar posesión.


Biografía

San Francisco de Sales nació el 21 de agosto de 1567 en el Castillo de Sales, ubicado en el ducado de Saboya y fue bautizado el 28 de agosto del mismo año.

Su padre, el marqués de Sales, deseaba que su hijo tuviera una alta posición social como todos los integrantes de su noble familia; por ello, Francisco inició sus estudios en humanidades con los jesuitas en el Colegio de Clermont, luego en Paris donde estudió Derecho Canónico y Civil y en la Universidad de Padua obtuvo un doctorado.

Dios le hizo un llamado y él respondió. Renunció a los títulos de nobleza que le correspondían y decidió ser sacerdote; tomó los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola y fue consagrado por el obispo de Ginebra en 1583.

Después de haber sido rector del cabildo catedralicio y catedrático en distintos planteles universitarios, el obispo le encomendó que fuera a trabajar en la conversión de los seguidores de Juan Calvino, en Chablais, tarea a la que se dedicó entre 1594 y 1598.


Un hombre culto

Francisco de Sales era un hombre muy culto y hablaba francés, latín, hebreo y griego antiguo, y siempre mostró un especial interés por la obra de San Agustín y Santo Tomás de Aquino quien promovía el diálogo entre la fe y la razón.

Fueron años muy difíciles para la Iglesia. Lutero, por un lado, causaba un cisma en la Iglesia; Calvino seguía los mismos pasos, pero era más severo y con mayor rigor, y sus ideas comenzaban a extenderse en el ducado de Saboya; además, Enrique VIII se proclamaba Jefe de la Iglesia en Inglaterra y ante estos conflictos, el Papa Clemente VIII, hacía esfuerzos por mantener la fe de los creyentes en medio de una auténtica persecución de cristianos.

Francisco de Sales llegó a tener un atentado contra su vida; los protestantes habían prohibido escuchar sus sermones y lo difamaron, por eso, sus sermones los imprimía en hojas sueltas que echaba por debajo de las puertas de las casas y con esta táctica logró algunas conversiones e incluso, se reunió en secreto para dialogar con algunos seguidores de Calvino.

Él y su obispo eran considerados como de poca importancia porque tenía muy pocos fieles católicos, e incluso, Enrique IV de Francia le ofreció a Francisco de Sales una mejor plaza en su territorio, pero él rechazó argumentado que no se debía repudiar a una esposa pobre y cambiarla por una rica, sin embargo, también predicó en Chambrey, en Dijon, en Grenoble y en Paris, sobresaliendo en los ministerios como guía espiritual y predicador, y entre las personas a las que tocó el corazón con sus sermones durante la cuaresma, estuvo la baronesa Juana de Chantal, con quien fundó el Instituto de las visitadoras.

Después de tres años de trabajo entre los calvinistas, el obispo de Ginebra lo designó su coadjutor y más tarde, con el permiso del Papa, su sucesor, siendo su consagración episcopal el 8 de diciembre de 1602.

Él falleció en Lyón, Francia el 28 de diciembre de 1622. Fue beatificado por el Papa Alejandro VII en 1665 quien también lo canonizó el 19 de abril de 1665; luego, el papa Pío IX lo declaró Doctor de la Iglesia en 1877 y fijó su fiesta litúrgica para el 24 de enero.

La Iglesia celebra a San Francisco de Sales el 24 de enero.


Libros de san Francisco de Sales

Francisco de Sales fue uno de los mejores escritores de su tiempo siendo su obra maestra “Introducción a la vida devota”.  Entre las obras que se conocen de Francisco de Sales están:

Son los folletos que repartía refutando las ideas calvinistas y que fueron publicadas en 1672.

Virtud de la Señal de la Cruz. Cómo debe ser honrada la cruz de 1597. Consideración sobre el Credo de los Apóstoles, de 1598.

Defensa del estandarte de la cruz. Obra publicada en el año 1600.

Instrucción de los confesores.

Introducción a la vida devota. Se trata de un compendio de una serie de cartas.

Tratado del amor de Dios, de 1616.

Ensayo sobre la ética cristiana.

Tratado sobre la Eucaristía.

Dos tratados sobre la virginidad de la Virgen María.

Tratado sobre demonomanía.

Conferencias espirituales.

Sermones.

Cartas a Santa Juana de Chantal.

Opúsculos.


Frases de San Francisco de Sales

Hay algunas frases de este santo que se han vuelto muy famosas por la sabiduría que en cierran:

“No debemos corregir nunca dejándonos llevar de nuestros sentimientos, sino únicamente de nuestra caridad”

“Ten paciencia con todas las cosas, pero, sobre todo, contigo mismo.”

“Entretenerse en rebuscar defectos ajenos es indicio de no preocuparse de los propios”.

“Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando.”  

26 DE ENERO: ÚNETE AL PAPA FRANCISCO EN ORACIÓN POR LA PAZ EN UCRANIA



26 de enero: Únete al Papa Francisco en oración por la Paz en Ucrania

Ante la amenaza de guerra, el Papa convoca a participar por la paz y el entendimiento.

Foto: AFP




Preocupado por las amenazas de una nueva guerra en Europa, el Papa Francisco convocó a todos hombres de buena voluntad a sumarse este 26 de enero a una Jornada de Oración por la Paz en Ucrania.

Leer: Papa Francisco: Las homilías deben mover el corazón y ayudar https://desdelafe.mx/noticias/la-voz-del-papa/papa-francisco-las-homilias-deben-mover-el-corazon-y-ayudar/

Este domingo, al finalizar el rezo del Ángelus, el Santo Padre expresó su temor por las amenazas a la paz que viven los habitantes de ese país, y que “ponen en entredicho la seguridad del continente europeo, con repercusiones aún más vastas”.

“Hago un llamado sincero a todas las personas de buena voluntad para que recen a Dios Todopoderoso para que todas las acciones e iniciativas políticas estén al servicio de la fraternidad humana y no de los intereses partidistas”.


Obispos: “Hay un gran peligro para Europa”

En las últimas semanas ha ido en aumento las tensiones entre Ucrania y la Federación Rusa, luego de que éste último desplegara en los últimos días a más de 10 mil soldados en la frontera entre ambos países.

En un comunicado, los obispos de Ucrania y Polonia hicieron un llamado al diálogo y al entendimiento, para alejar el peligro de una acción militar.

“La situación actual representa para los países de Europa Central y Oriental y para todo el continente europeo un gran peligro, que puede destruir los progresos realizados hasta ahora por muchas generaciones en la construcción de un orden pacífico y de la unidad en Europa”, alertaron.  

CONOCE LA HISTORIA DE ESTAS PERSONAS NEGRAS QUE LLEGARON A LOS ALTARES



Conoce la historia de estas personas negras que llegaron a los altares

Redacción ACI Prensa




Cada 24 de enero, el mundo celebra el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes, que fue adoptada por la UNESCO en 2019 y recuerda la importancia de la cultura negra para la humanidad.

En la Iglesia destacan algunas personas de procedencia afrodescendiente que, en su lucha por alcanzar la vocación a la santidad, llegaron a los altares. Te presentamos la historia de algunos santos y beatos que muestran que la santidad no tiene color de piel ni nacionalidad.


1. San Martín de Porres

San Martín de Porres nació en Lima (Perú) en 1579, fue hijo de un noble español de origen burgalés, Juan de Porres, y una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá. Desde niño, se preocupaba por el sufrimiento de la gente, especialmente por los enfermos y los pobres.

Aprendió el oficio de barbero y adquirió algunos conocimientos de medicina. A los quince años pidió ser admitido como “donado”, es decir, como terciario, en el convento de los Dominicos de la Ciudad de Lima.

Ya en el convento, trabajó como enfermero, donde atendía a cualquiera que se presentase a la enfermería, e intercedió ante Dios para que se realizaran numerosos milagros, especialmente curaciones.

San Martín de Porres murió en 1639, fue canonizado por San Juan XXIII en 1962 y ha sido siempre representado con la escoba en la mano, símbolo de su humilde servicio. Fue nombrado “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz” y su fiesta se celebra cada 3 de noviembre.


2. Santa Josefina Bakhita

Santa Josefina Bakhita nació en Sudán (África), de muy pequeña fue capturada en el bosque y vendida como esclava, donde pasó por la propiedad de cinco amos, siendo el cuarto con el que más sufrió de humillaciones y torturas.

Josefina ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, junto con Minnina, su amiga e hija de su nuevo amo, Augusto Michieli. Es ahí que conoce a Dios, quién siempre “había permanecido en su corazón” y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, “pero recién en ese momento sabía quién era”.

El 9 de enero de 1890 recibió el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación. Desde ese momento tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada, y el 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad, se convirtió en una de las hermanas de la orden.

Bakhita falleció en 1947 en Schio (Italia), San Juan Pablo II la beatificó en 1992 y declaró su día de culto el 8 de febrero. Finalmente, el mismo pontífice la canonizó en el año 2000.

“Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”, son las recordadas palabras de la santa que se convirtió en un ícono de la historia de África.


3. San Benito de Palermo

San Benito Manassari nació en San Fratello en Messina (Italia) en 1526, fue hijo de descendientes de esclavos africanos y por su color de piel es conocido como el Moro.

A los 21 años ingresó en una comunidad de ermitaños y vivió en el Monte Pellegrino en Palermo. Sin embargo, cuando el Papa Pío IV disolvió la comunidad pasó a ser parte de los Frailes Menores.

Por 24 años su hogar fue el convento de Santa Maria di Gesù, donde ejerció la labor de cocinero, superior y maestro de novicios, fue conocido por su humildad y por vivir lleno de fe en la divina providencia,

Murió en 1589, fue beatificado por el Papa Benedicto XIV en 1743 y el Papa Pío VII lo canonizó el 24 de mayo de 1807. Su festividad se celebra el 4 de abril y es copatrón de Palermo junto con Santa Rosalía.


4. San Carlos Lwanga y compañeros mártires de Uganda

Carlos Lwanga, José Mkasa, junto a 20 compañeros, fueron martirizados entre 1885 y 1887 en Uganda por haber formado parte de la sociedad de los Misioneros de África, conocida como los Padres Blancos, que se encargó de la evangelización de ese continente durante el siglo XIX.

El líder de la comunidad católica, que para entonces tenía unos 200 miembros, era un joven de 25 años llamado José Mkasa (Mukasa) que trabajaba como mayordomo de la corte del rey Muanga.

José fue quemado el 15 de noviembre de 1885 por confrontar una decisión del soberano. Antes de fallecer, el joven dijo a sus verdugos: “un cristiano que entrega su vida por Dios no tiene miedo de morir”.

En mayo del año siguiente, los cristianos, ahora a cargo de Carlos Lwanga fueron capturados y llevados ante el rey, que les preguntó si tenían la intención de seguir profesando su fe, a lo que respondieron “¡Hasta la muerte!”.

El 3 de junio de 1886 doce de ellos fueron quemados vivos y otros 10 cristianos fueron descuartizados. Los 22 mártires fueron beatificados el 6 de junio de 1920 por el Papa Benito XV. Posteriormente fueron canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964.


5. Beato Cyprian Michael Iwene Tansi

Cyprian Michael Iwene Tansi nació en 1903 en Igboezunu al sur de Nigeria. A pesar de la desaprobación de sus padres, ingresó al seminario de Igbarian en 1925 y se consagró sacerdote en 1956.

El P. Tansi fue una persona cercana al pueblo, estuvo principalmente atento a la pastoral de la familia, donde trabajó para asegurarse que las parejas llegaran bien preparadas al Matrimonio y promovió la castidad.

El sacerdote también luchó por el acceso a la educación de las mujeres jóvenes, animó a las personas a recibir el Sacramento de la Reconciliación y nutrir sus vidas por la Palabra de Dios y la Sagrada Comunión.

Fue enviado a la abadía cisterciense de Mount Saint Bernard (Inglaterra) para seguir la vocación monástica y así devolver la vida contemplativa a África. En 1964, cerca de regresar a Camerún para formar la nueva comunidad, falleció de un aneurisma aórtico.

Fue beatificado por San Juan Pablo II el 22 de marzo de 1998 y es el primer beato de Nigeria.


6. Beato Tshimangadzo Samuel Benedict Daswa

Tshimangadzo Samuel Daswa nació el 16 de junio de 1946 en la tribu Lemba en la diócesis de Tzaneen, fue bautizado el 21 de abril de 1963, a los 16 años de edad con el nombre de Benedict.

Daswa fue director de la escuela primaria del pueblo de Nweli, catequista, promotor de obras de caridad y reconocido por su vida de oración, su generosidad y bondad; rasgos que también demostró con su esposa, Shadi Eveline Monyai, una luterana que se convirtió al catolicismo, y sus ocho hijos.

El 2 de febrero de 1990, fue emboscado cuando viajaba en su automóvil, como represalia por negarse a pagar dinero al consejo de ancianos que pensaba acudir a un brujo por una serie de fuertes temporales en la aldea.

Daswa escapó, pero ante la amenaza de matar a la mujer que lo escondía, se entregó a sus asesinos diciendo: “Padre recibe mi espíritu”. Fue asesinado cruelmente, momento en que él oró de rodillas.

Daswa fue beatificado por el Papa Francisco el 13 de septiembre de 2015 y es el primer beato de Sudáfrica.  

FELIZ FIN DE SEMANA





  

domingo, 23 de enero de 2022

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS 2022



Homilía del Papa Francisco en el Domingo de la Palabra de Dios 2022

Redacción ACI Prensa

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco presidió este 23 de enero una Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano por el Domingo de la Palabra de Dios, instituida por el mismo Pontífice en el Motu Proprio Aperuit Illis del 30 de septiembre de 2019.

En su homilía, el Santo Padre invitó volver a colocar la Palabra de Dios “en el centro de la pastoral y de la vida de la Iglesia” a escucharla, a rezar con ella para ponerla en práctica.

“Hermanas y hermanos, la Palabra de Dios nos cambia. La rigidez no nos cambia, nos esconde. Y la Palabra de Dios nos cambia penetrando en el alma como una espada. Porque, si por una parte consuela, revelándonos el rostro de Dios, por otra parte, provoca y sacude, mostrándonos nuestras contradicciones. Nos mete en crisis. No nos deja tranquilos, si quien paga el precio de esta tranquilidad es un mundo desgarrado por la injusticia y quienes sufren las consecuencias son siempre los más débiles. Siempre pagan los más débiles”, advirtió el Papa.


A continuación, la homilía completa del Papa Francisco:

En la primera Lectura y en el Evangelio encontramos dos gestos paralelos: el sacerdote Esdras tomó el libro de la ley de Dios, lo abrió y lo proclamó delante de todo el pueblo; Jesús, en la sinagoga de Nazaret, abrió el volumen de la Sagrada Escritura y leyó un pasaje del profeta Isaías delante de todos. Son dos escenas que nos comunican una realidad fundamental: en el centro de la vida del pueblo santo de Dios y del camino de la fe no estamos nosotros, con nuestras palabras; en el centro está Dios con su Palabra.

Todo comenzó con la Palabra que Dios nos dirigió. En Cristo, su Palabra eterna, el Padre «nos eligió antes de la creación del mundo» (Ef 1,4). Con su Palabra creó el universo: «Él lo dijo y así sucedió» (Sal 33,9). Desde la antigüedad nos habló por medio de los profetas (cf. Hb 1,1); por último, en la plenitud del tiempo, nos envió su misma Palabra, el Hijo unigénito (cf. Ga 4,4). Por esto, al finalizar la lectura de Isaías, Jesús en el Evangelio anuncia algo inaudito: «Esta lectura se ha cumplido hoy» (Lc 4,21). Se ha cumplido; la Palabra de Dios ya no es una promesa, sino que se ha realizado. En Jesús se hizo carne. Por obra del Espíritu Santo habitó entre nosotros y quiere hacernos su morada, para colmar nuestras expectativas y sanar nuestras heridas.

Hermanas y hermanos, tengamos la mirada fija en Jesús, como la gente en la sinagoga de Nazaret (cf. v. 20), -lo miraban, era uno de ellos, cuál novedad, qué hará este, de quien se habla mucho- y acojamos su Palabra. Meditemos hoy dos aspectos de ella que están unidos entre sí: la Palabra revela a Dios y el otro aspecto la Palabra nos lleva al hombre. Está al centro revela a Dios y nos lleva al hombre.

En primer lugar, la Palabra revela a Dios. Jesús, al comienzo de su misión, comentando ese pasaje específico del profeta Isaías, anuncia una opción concreta: ha venido para liberar a los pobres y oprimidos (cf. v. 18). De este modo, precisamente por medio de las Escrituras, nos revela el rostro de Dios como el de Aquel que se hace cargo de nuestra pobreza y le preocupa nuestro destino.

No es un tirano que se encierra en el cielo -esa imagen de Dios fea, no es así-, sino un Padre que sigue nuestros pasos. No es un frío observador indiferente e imperturbable -un dios matemático, no-, sino Dios con nosotros, que se apasiona con nuestra vida, Dios que tiene pasión y se apasiona hasta llorar nuestras mismas lágrimas. No es un dios neutral e indiferente, sino el Espíritu amante del hombre, que nos defiende, nos aconseja, toma partido a nuestro favor, se involucra y se compromete con nuestro dolor. Siempre está presente allí.

Esta es «la buena noticia» (v. 18) que Jesús proclama ante la mirada sorprendida de todos: Dios es cercano y quiere cuidar de mí, de ti, de todos. Y este es el rasgo de Dios: cercanía, Él mismo se define así y dice al pueblo en el Deuteronomio ¿cuál pueblo tiene a su dios cercano a ellos como yo te soy cercano a ti? El Dios cercano. Con esta cercanía que es compasiva y tierna quiere aliviarte de las cargas que te aplastan, quiere caldear el frío de tus inviernos, quiere iluminar tus días oscuros, quiere sostener tus pasos inciertos. Y lo hace con su Palabra, con la que te habla para volver a encender la esperanza en medio de las cenizas, de las cenizas de tus miedos, para hacer que vuelvas a encontrar la alegría en los laberintos de tus tristezas, para llenar de esperanza la amargura de tus soledades. Te hace ir, pero no en un laberinto, te hace ir en el camino para encontrarlo más cada día.

Hermanos, hermanas, preguntémonos: ¿llevamos en el corazón esta imagen liberadora de Dios -del Dios cercano, del Dios compasivo, del Dios tierno- o pensamos que sea un juez riguroso, un rígido aduanero de nuestra vida? ¿Nuestra fe genera esperanza y alegría o -me pregunto- está todavía determinada por el miedo? ¿Una fe con miedo? ¿Qué rostro de Dios anunciamos en la Iglesia, el Salvador que libera y cura o el Temible que aplasta bajo los sentimientos de culpa?

Para convertirnos al Dios verdadero, Jesús nos indica de dónde debemos partir: de la Palabra. Ella, contándonos la historia del amor que Dios tiene por nosotros, nos libera de los miedos y de los conceptos erróneos sobre Él, que apagan la alegría de la fe. La Palabra derriba los falsos ídolos, desenmascara nuestras proyecciones, destruye las representaciones demasiado humanas de Dios y nos muestra su rostro verdadero, su misericordia. La Palabra de Dios nutre y renueva la fe, ¡volvamos a ponerla en el centro de la oración y de la vida espiritual! Al centro la Palabra que nos revela cómo es Dios, la Palabra que nos hace cercanos a Dios.

Y ahora, el segundo aspecto: la Palabra nos lleva al hombre. Nos lleva a Dios y nos lleva al hombre. Justamente cuando descubrimos que Dios es amor compasivo, vencemos la tentación de encerrarnos en una religiosidad sacra, que se reduce a un culto exterior, que no toca ni transforma la vida. Esta es idolatría, idolatría escondida, idolatría refinada, pero es idolatría. La Palabra nos impulsa a salir fuera, fuera de nosotros mismos para ponernos en camino al encuentro de los hermanos con la única fuerza humilde del amor liberador de Dios.

En la sinagoga de Nazaret Jesús nos revela precisamente esto: Él es enviado para ir al encuentro de los pobres -que somos todos nosotros- y liberarlos. No vino a entregar una serie de normas o a oficiar alguna ceremonia religiosa, sino que descendió a las calles del mundo para encontrarse con la humanidad herida, para acariciar los rostros marcados por el sufrimiento, para sanar los corazones quebrantados, para liberarnos de las cadenas que nos aprisionan el alma. De este modo nos revela cuál es el culto que más agrada a Dios: hacernos cargo del prójimo. Debemos volver a esto, en un momento que en la Iglesia existen las tentaciones de la rigidez, que es una perversión, y se cree que encontrar a Dios es ser más rígido, más rígido, con más normas, las cosas correctas, las cosas claras, no es así. Cuando nosotros veamos propuestas rígidas, propuestas de rigidez, pensemos inmediatamente esto es un ídolo, no es Dios, nuestro Dios no es así.

Hermanas y hermanos, la Palabra de Dios nos cambia. La rigidez no nos cambia, nos esconde. Y la Palabra de Dios nos cambia penetrando en el alma como una espada (cf. Hb 4,12). Porque, si por una parte consuela, revelándonos el rostro de Dios, por otra parte, provoca y sacude, mostrándonos nuestras contradicciones. Nos mete en crisis. No nos deja tranquilos, si quien paga el precio de esta tranquilidad es un mundo desgarrado por la injusticia y quienes sufren las consecuencias son siempre los más débiles. Siempre pagan los más débiles.

La Palabra pone en crisis esas justificaciones nuestras que siempre hacen depender aquello que no funciona del otro o de los otros. Cuánto dolor sentimos cuando vemos nuestros hermanos y hermanas morir en el mar porque no los dejan desembarcar y esto, algunos, en el nombre de Dios. La Palabra de Dios nos invita a salir al descubierto, a no escondernos detrás de la complejidad de los problemas, detrás del “no hay nada que hacer”, “es un problema de ellos, es un problema suyo” o del “¿qué puedo hacer yo?” Dejémoslo allí. Nos exhorta a actuar, a unir el culto a Dios y el cuidado del hombre. Siempre allí.

Porque la Sagrada Escritura no nos ha sido dada para entretenernos, para mimarnos en una espiritualidad angélica, sino para salir al encuentro de los demás y acercarnos a sus heridas. He hablado de la rigidez, de aquel pelagianismo moderno, que es una de las tentaciones de la Iglesia, y esta otra es buscar una espiritualidad angélica, es un poco otra de las tentaciones de hoy, los movimientos espirituales agnósticos, el agnosticismo que te propone una palabra de dios que te mete en órbita y no te hace tocar la realidad.

La Palabra que se ha hecho carne (cf. Jn 1,14) quiere encarnarse en nosotros. No nos aleja de la vida, sino que nos introduce en la vida, en las situaciones de todos los días, en la escucha de los sufrimientos de los hermanos, del grito de los pobres, de la violencia y las injusticias que hieren la sociedad y el planeta, para no ser cristianos indiferentes sino laboriosos, cristianos creativos, cristianos proféticos.

«Esta lectura que acaban de oír -dice Jesús- se ha cumplido hoy» (Lc 4,21). La Palabra quiere encarnarse hoy, en el tiempo que vivimos, no en un futuro ideal. Una mística francesa del siglo pasado, que eligió vivir el Evangelio en las periferias, escribió que la Palabra del Señor no es «“letra muerta”, sino espíritu y vida. [...] Las condiciones de la escucha que reclama de nosotros la Palabra del Señor son las de nuestro “hoy”: las circunstancias de nuestra vida cotidiana y las necesidades de nuestro prójimo» (M. Delbrêl, La alegría de creer, Sal Terrae, Santander 1997, 242-243).

Entonces, preguntémonos: ¿queremos imitar a Jesús, ser ministros de liberación y de consolación para los demás? Es decir, actuar la Palabra. ¿Somos una Iglesia dócil a la Palabra? ¿Una Iglesia con capacidad de escuchar a los demás, que se compromete a tender la mano para aliviar a los hermanos y las hermanas de aquello que los oprime, para desatar los nudos de los temores, liberar a los más frágiles de las prisiones de la pobreza, del cansancio interior y de la tristeza que apaga la vida? ¿Queremos esto?

En esta celebración, algunos de nuestros hermanos y hermanas son instituidos lectores y catequistas. Están llamados a la tarea importante de servir el Evangelio de Jesús, de anunciarlo para que su consuelo, su alegría y su liberación lleguen a todos. Esta es también la misión de cada uno de nosotros: ser anunciadores creíbles, profetas de la Palabra en el mundo. Por eso, apasionémonos por la Sagrada Escritura. Dejémonos escrutar interiormente por la Palabra, que revela la novedad de Dios y nos lleva a amar a los demás sin cansarse. ¡Volvamos a poner la Palabra de Dios en el centro de la pastoral y de la vida de la Iglesia! Así seremos libres de todo pelagianismo rígido y seremos libres de las ilusiones, de espiritualidad que te coloca en la órbita sin cuidar a los hermanos y hermanas. ¡Volvamos a poner la Palabra de Dios en el centro de la pastoral y de la vida de la Iglesia! Escuchémosla, recemos con ella, pongámosla en práctica. 

¿POR QUÉ ES DIFÍCIL PERDONAR?



¿Por qué es tan difícil perdonar?

Para perdonar tenemos que elevar nuestra memoria a un nivel superior, reemplazando el recuerdo doloroso por las palabras de Jesús

Por: Madre Angélica | Fuente: EWTN.com


Una de las pruebas más difíciles que se enfrentan en la vida es la constatación de que se es incapaz de perdonar a alguien que nos lastimó. Jesús nos dio un ejemplo de esa actitud cuando relató la parábola del hijo pródigo que malgastó su herencia.

Cuando a este joven se le acabó todo el dinero y empezó a pasar necesidad en una tierra donde había sobrevenido un hambre extrema, decidió volver a su padre, pedir perdón y solicitar ser tratado como a uno de sus jornaleros. El padre misericordioso, que nunca dejó de amar a su hijo, lo perdonó en el acto y le devolvió su lugar en la casa, como su hijo.

Pero el hermano mayor, que había permanecido fiel a su padre, se quejó. Estaba celoso de la fiesta que se había organizado en honor de su hermano pródigo.

Al hermano mayor le pareció completamente injusto que su padre honrara a ese hermano descarriado, mientras que a él nunca lo había recompensado por su lealtad y su trabajo. En lugar de alegrarse por la conversión y el regreso de su hermano, el mayor se irritó y se entristeció, y se negó a entrar en el banquete.

El padre le explicó por qué debía alegrarse: porque el hijo que estaba perdido había vuelto. En ese momento, el hermano mayor tuvo que elegir. ¿Haría caso a la súplica de su padre y se uniría a su alegría, o se encerraría en sí mismo y en su tristeza autocompasiva? ¿Iba a aceptar reconciliarse con su hermano, aunque no fuera más que por amor a su padre, o se retiraría amargado y con el corazón endurecido?

Jesús no nos contó cuál fue la reacción del hermano mayor. Tal vez quería que reflexionáramos sobre cuál sería nuestra reacción, ya que es una opción que todos, tarde o temprano, vamos a tener que hacer.

Sea porque tenemos a un alcohólico en la familia, o un ser querido se hace adicto a las drogas, o un cónyuge nos es infiel o un amigo nos traiciona, todos, en algún momento, nos enfrentaremos con la opción de perdonar a quien nos hirió, incluso si esa persona no nos pide perdón.

El único remedio veraz para curar ese tipo de sufrimiento es perdonar a quien nos hirió. Por eso es que Jesús nos regaló el “Padrenuestro”.

Si nosotros no perdonamos a los demás, cada vez que rezamos el Padrenuestro, ¡estamos pidiendo a Dios que no nos perdone las ofensas que hacemos contra Él! Jesús también nos dio Su propio ejemplo en la Cruz cuando dijo: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.




¿Por qué es tan difícil perdonar y olvidar?

Yo lo llamo “vivir en el recuerdo”. Cuando nuestra Fe y nuestra Esperanza son débiles, podemos vivir inmersos en un recuerdo triste.

Durante años revivimos y reavivamos ese momento de dolor y enojo, hasta que se nos deforma el alma y se nos endurece el corazón.

En ese estado, empezamos a justificar todas nuestras debilidades por esa experiencia dolorosa que recordamos una y otra vez.

A esa altura, es imposible ver las propias faltas con humildad y tratar de cambiar nuestra conducta indeseable para bien. Al final, un día nos percatamos de que estamos atrapados en un ciclo sin fin de frustración, enojo y tristeza.

Esa es una situación peligrosa ya que, a menos que rompamos ese patrón, todo lo que nos suceda cada día será un recuerdo de ese incidente que nos lastimó tanto.

La tensión va a ir en aumento hasta que la vida entera se va a ver destruida por frustraciones que no existen. Es fácil imaginarse al hermano mayor cargado de amargura contra su hermano descarriado durante mucho tiempo.

Si eligiera rechazar la alegría de la reconciliación y el sacrificio, cosecharía solamente tristeza y tormentos. Se estaría cargando sobre las espaldas ese rencor cada vez que viera a su hermano. Pero sería la opción que él mismo escogió la que le causaría tristeza.


¿Cuál es la solución? ¿Cómo logro perdonar?

Sin duda, perdonar no es hacer de cuenta que no tenemos problemas ni sentimientos, ni que nunca hubo ofensa. No se pueden enterrar los sentimientos ni los recuerdos a costa de una gran fuerza de voluntad. Eso no sirve.

No, la respuesta requiere de un enfoque completamente distinto. Debemos usar esos sentimientos que nos provocan dolor como una oportunidad para imitar al Padre, nuestro Dios Compasivo, Misericordioso y Amante, que hace salir el sol sobre justos e injustos.

Tenemos que empezar a ver lo sucedido como algo que Él permitió que pasara para nuestra santificación, para hacernos santos según nuestra reacción ante ese acontecimiento doloroso.

En lugar de tratar de hacer de cuenta que no nos sentimos heridos, tenemos que elevar nuestra memoria a un nivel superior, reemplazando el recuerdo doloroso por las palabras de Jesús o por algún incidente de Su vida.

La memoria, una de nuestras facultades mentales, es un regalo precioso que nos dio Dios. Pero debe ser usada correctamente. La memoria debe considerarse un depósito tremendo donde podemos guardar todo lo que nos relatan los Evangelios acerca de Jesús y Su vida, llenando el lugar con Oración, Escrituras y los Sacramentos.

Cada vez que recordamos una ofensa pasada, debemos reemplazar el recuerdo con palabras de Jesús, trayendo a la memoria los episodios en que Él perdonó, y cómo utilizó cada oportunidad para dar Honor y Gloria a Su Padre.

Entonces, cuando aparezca un recuerdo inquietante, podemos “cambiar de carril” hacia un pensamiento diferente: uno centrado en Jesús. Esto va a lograr que nuestra memoria se eleve por sobre las cosas de este mundo, y empiece a vivir en la Palabra de Dios.

Sin embargo, este proceso de sustituir un mal recuerdo por buenos pensamientos puede utilizarse incorrectamente. Si se realiza en una esfera completamente natural, puede ayudar a cambiar el pensamiento, pero nunca nos va a provocar un cambio de vida que nos acerque a la unión con Dios.

Por ejemplo: un colega nos ofende con un comentario antipático. Uno permanece callado, pero las palabras que dijo nos queman por dentro como el fuego. Hay quienes nos aconsejarán salvar esta situación a través del “pensamiento positivo”, o mediante alguna técnica como la formación de una imagen mental de una flor que flota en un lago espejado.

Esto puede cambiar el patrón de pensamiento y calmar los ánimos, pero no nos va a hacer semejantes a Jesús. No, no es esa la manera de proceder.




Jesús es el centro del perdón

Es Jesús quien debe ocupar el centro de nuestras facultades mentales. Jesús es el Camino a seguir para controlar nuestra memoria y nuestra imaginación. Es Jesús la Verdad que nos ayuda a elevar nuestro entendimiento por encima de nuestra limitada capacidad para ver los Misterios de Dios. Y Jesús es la Vida a través de la cual se fortalece nuestra voluntad para superar los más grandes obstáculos.

Como cristianos, debemos luchar por vivir una vida santa, la vida de un hijo de Dios –no simplemente una “buena” vida como meras criaturas de Dios-.

Es solamente a través de Jesús que podemos elevarnos de una vida de imperfección o tristeza o amargura a una vida de santidad y esperanza y alegría.

Dios siempre saca cosas buenas de toda situación para quienes lo aman, si no en esta vida, en la otra.

Cuando ponemos nuestra confianza en nuestro Dios Amor, todas nuestras penurias pueden convertirse en escalones que nos lleven al Cielo. 

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