viernes, 21 de enero de 2022

EL PAPA FRANCISCO PROCLAMA DOCTOR DE LA IGLESIA A SAN IRENEO DE LYON



El Papa Francisco proclama Doctor de la Iglesia a San Ireneo de Lyon

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa




La Oficina de Prensa del Vaticano informó que este viernes 21 de enero, el Papa Francisco proclamó a San Ireneo de Lyon como Doctor de la Iglesia.

“San Ireneo de Lyon, venido de Oriente, ha ejercido su ministerio episcopal en Occidente: Él fue un puente espiritual y teológico entre cristianos de orientales y occidentales”, afirma el decreto del Santo Padre.

El decreto indica que “su nombre, Ireneo, expresa esa paz que viene del Señor y que reconcilia, reintegrando en la unidad. Por estos motivos, luego de haber tenido el parece de la Congregación de las Causas de los Santos, con mi Autoridad Apostólica, lo declaro Doctor de la Iglesia con el título de Doctor unitatis” (Doctor de la unidad).

“Que la doctrina de tan grande Maestro pueda alentar siempre más el camino de todos los discípulos del Señor hacia la plena comunión”, concluye el decreto.

“Doctor de la Iglesia” es un título que la Iglesia Católica, a través del Papa o un concilio ecuménico, otorga de manera oficial a algunos santos, reconociéndolos como maestros eminentes de la fe para los fieles católicos de todos los tiempos.

San Ireneo es el segundo Doctor de la Iglesia proclamado en el pontificado del Papa Francisco. El primero fue San Gregorio de Narek, quien recibió el título en 2015.

El Vaticano había anunciado inicialmente en octubre la intención del Papa de proclamar a San Ireneo de Lyon como doctor de la Iglesia; y ayer mediante un comunicado habían concretado la decisión, que finalmente se anunció hoy.

El Papa Francisco recibió la propuesta de la Congregación para las Causas de los Santos durante la audiencia que concedió el jueves al prefecto del dicasterio, Cardenal Marcello Semeraro.

San Ireneo nació en el año 125 en Asia Menor, probablemente en Esmirna, en el territorio que corresponde a la actual Turquía.

Recibió una sólida formación académica y religiosa, tuvo amplios conocimientos en Sagradas Escrituras, literatura y filosofía, estuvo en estrecho contacto con discípulos de los Apóstoles, como San Policarpo.

Como Obispo de Lyon en Galia, la actual Francia, destacó por combatir las diferentes herejías de la época con fuertes argumentaciones que expuso en cinco libros donde desmontaba las diferentes sectas al ponerlas ante la correcta doctrina emanada de las enseñanzas de los Apóstoles y de las Sagradas Escrituras.

Consiguió rebatir el gnosticismo, una corriente herética que suponía la principal amenaza para la fe y la Iglesia de la época, que considera que la salvación se puede conseguir por medio del conocimiento.

La Enciclopedia Católica explica que “Ireneo escribió en griego muchas obras las cuales le han asegurado un lugar excepcional en la literatura cristiana, debido a que, en asuntos religiosos controvertidos de importancia vital, exhiben el testimonio de un contemporáneo de la era heroica de la Iglesia, de uno que había escuchado a San Policarpo, el discípulo de San Juan, y quien, de cierta manera, perteneció a la era apostólica”.

“Ninguno de estos escritos nos ha llegado en el texto original, aunque muchos grandes fragmentos de ellos existen como citas en escritores posteriores”, agrega.

Se desconoce el año de su muerte. Según la tradición, San Ireneo fue martirizado.

Sus restos mortales, como lo indica Gregorio de Tours, fueron sepultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llamaba Iglesia de San Juan, pero más adelante se llamó de San Ireneo.

Esta tumba o santuario fue destruida por los calvinistas en 1562 y, al parecer, desaparecieron los últimos vestigios de sus reliquias.


Para saber qué otros santos y por qué han sido proclamados Doctores de la Iglesia, puede ingresar a este enlace https://ec.aciprensa.com/wiki/Doctores_de_la_Iglesia  

IMÁGENES DE CALENDARIOS RELIGIOSOS 2022









 

BUENOS DÍAS!!!!





  

domingo, 9 de enero de 2022

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 9 DE ENERO DE 2022 - EL BAUTISMO DEL SEÑOR - CICLO C

 



El Bautismo del Señor (C)

Domingo 9 de enero de 2022



1ª Lectura (Is 40,1-5.9-11): «Consolad, consolad a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados».

Una voz clama: «Preparad el camino del Señor en el desierto, construid en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán». Así ha hablado la boca del Señor.

Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: «Aquí está tu Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres».

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O bien (Is 42,1-4.6-7): Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas. «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».




Salmo responsorial: 103

R/. Bendice, al Señor, alma mía.

Bendice al Señor, alma mía: Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.

Por encima de las aguas construyes tu morada. Las nubes son tu carro; los vientos, tus alas y mensajeros; y tus servidoras, las ardientes llamas.

¡Que numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas, y tu mar, enorme a lo largo y a lo ancho, está lleno de animales pequeños y grandes.

Todos los vivientes aguardan que les des de comer a su tiempo: les das el alimento y lo recogen, abres tu mano y se sacian de bienes.

Se retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu espíritu, que da vida, y renueva el aspecto de la tierra.

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O bien: Sal 28

R/ El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica.

El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: «¡Gloria!». El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio, el Señor se sienta como rey eterno.

2ª Lectura (Tit 2,11-14; 3,4-7): Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.

Al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna.

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O bien (Hch 10,34-38): En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».


Versículo antes del Evangelio (Cf. Lc 3,16): Aleluya. Ya viene otro más poderoso que yo, dijo Juan el Bautista; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 3,15-16.21-22): En aquel tiempo, como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego».

Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; el Amado, en ti me he complacido».





«Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado»

+ Rev. D. Joan BUSQUETS i Masana

(Sabadell, Barcelona, España)



Hoy contemplamos a Jesús ya adulto. El niño del Pesebre se hace un hombre completo, maduro y respetable, y llega el momento en el que ha de trabajar en la obra que el Padre le ha confiado. Así es como le encontramos en el Jordán en el momento de empezar esta labor: uno más en la fila de aquellos contemporáneos suyos que iban a escuchar a Juan y a pedirle el baño del bautismo, como signo de purificación y renovación interior.

Allí, Jesús es descubierto y señalado por Dios: «Puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado’» (Lc 3,21-22). Es la etapa preparatoria del gran camino que está dispuesto a emprender y que le conducirá hasta la Cruz. Es el primer acto de su vida pública, su investidura como Mesías.

Es también el proemio de su modo de actuar: no obrará con violencia, ni con gritos y asperezas, sino con silencio y suavidad. No cortará la caña quebrada, sino que la ayudará a mantenerse firme. Abrirá los ojos a los ciegos y librará a los cautivos. Las señales mesiánicas que describía Isaías, se cumplirán en Él. Nosotros somos los beneficiarios de todas estas cosas porque, como leemos hoy en la carta de san Pablo: «Él nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia, por medio del bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo que derramó abundantemente sobre nosotros (...). De este modo, salvados por su gracia, Dios nos hace herederos conforme a la esperanza que tenemos de alcanzar la vida eterna» (Tit 3,5-7).

La fiesta del Bautismo de Jesús debe ayudarnos a recordar nuestro propio Bautismo y los compromisos que por nosotros tomaron nuestros padres y padrinos al presentarnos en la Iglesia para hacernos discípulos de Jesús: «El Bautismo nos ha liberado de todos los males, que son los pecados, pero con la gracia de Dios debemos cumplir todo lo bueno» (San Cesáreo de Arlés). 

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