sábado, 11 de mayo de 2013

FLORECILLAS A MARIA - Flor del 11 de mayo 2013


FLORECILLAS A MARIA
Flor del 11 de mayo:

Virgen clemente


Meditación: María camino a Belén…fatigada y esperanzada, pues llevaba en sus entrañas al Dios que amaba; María en Belén…frío y pobreza para cobijar al Rey, pero Ella era Palacio de Pureza y Cristal para que se pudiera acurrucar. María junto a la Cruz…, “estaba junto a la Cruz de Jesús Su Madre” (Juan 19,25). ¡Cuanta soledad y miseria!. Si, la miseria de todos los hombres de todos los siglos. Mis miserias también…
María es Madre de pobreza y sacrificio, debemos imitarla si queremos ser sus verdaderos hijos.

Oración: ¡Oh Virgen clemente, oh Madre de misericordia!. Llévanos a la santidad por el camino de la Verdad, y no toleres nuestros pecados, sino que enséñanos a ser santos. Que sepamos ver lo que no hacemos bien, teniendo la clemencia del Corazón de Tu Hijo para con nuestros hermanos, porque así como perdonamos seremos perdonados. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar sobre las propias miserias, para no volver a juzgar las miserias de los demás.
 

CON MARIA, RECORDANDO LA ASCENSIÓN

Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Con María, recordando la Ascensión
La Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza…
 
Con María, recordando la Ascensión

Cuarenta largos y extraordinarios días han trascurrido, Madre querida, desde el glorioso Domingo de Pascua.

Durante este tiempo, tu humilde corazón de madre repasó una y otra vez sus tesoros escondidos. En ése volver del alma cada acontecimiento vivido cobra ahora, sentido diferente. Pero tú, dulce Madre, a pesar de ser la elegida, la llena de gracia, la saludada por los ángeles y por los creyentes, tú no quieres brillar por esos días, pues Aquél cuya luz es inextinguible aún debe terminar la labor por la que había bajado del cielo a habitar en tu purísimo vientre. Por eso te mantienes casi oculta, limitándote a ser una presencia orante en la Iglesia naciente. Así te encuentro en los Evangelios, pero… necesito que me cuentes, Señora, lo que ha sido para ti el día de la Ascensión.

Y cierro los ojos tratando de imaginar tu rostro, tu mirada, tu voz serena que me responde al alma.

- El día de la Ascensión fue el final ansiado, presentido, mas nunca totalmente imaginado por mí, de la historia de amor más bella que jamás haya existido. Una historia de amor que comenzó un día, ya lejano, y al mismo tiempo tan cercano, en Nazaret. Una historia que trascurrió durante treinta años, en el silencio y sumisión a mi amor materno, de Aquél por quien el mundo debía salvarse.

- ¡Ah, Señora!, en esa sumisión a ti Jesús glorificó grandemente al Padre, por ello es que tus hijos glorificamos al Padre sometiéndonos a ti (1).

Sonríes…

Tu mirada se pierde ahora en la lejanía.

- Como te decía, la Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza… por esos días Jesús se aparecía a sus amigos y les daba, con la fuerza extraordinaria de quien es la Verdad, los últimos consejos, las últimas recomendaciones, y les regalaba al alma, las más hermosas promesas.

Recuerdo claramente el día de su partida… era casi mediodía, el sol brillaba con fuerza, y hasta casi con alegría. Mi Hijo caminaba cerca de Betania con sus amigos, les pedía que fuesen hasta los confines de la tierra enseñando su Palabra. Su voz sonaba segura, serena, protectora, especialmente cuando les entregó aquella promesa que sería luego manantial de fe y esperanza para tantos hijos de mi alma…” Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”

Yo presentía la partida… y Él sabía que necesitaba abrazarlo… como cuando era pequeño, como cuando le hallamos en el Templo, luego de aquella lejana angustia. Él lo sabía y vino hasta mí, me miró con ternura infinita y me abrazó fuerte, muy fuerte, y susurró a mis oídos…:

- Gracias Madre, gracias… gracias por tu entrega generosa, por tu confianza sin límites, por tu humildad ejemplar… gracias.

Cuando se alejaba ya de mí se acercó Juan, el discípulo a quien Jesús amaba mucho. Entonces el Maestro le dijo, mirándome:

- Cuídala Juan, cuídala y hónrala… protégela y escúchala. Ella será para ti, y para todos, camino corto, seguro y cierto hasta mi corazón. Hónrala Juan, pues haciéndolo… me honras.

- Lo haré, Maestro, lo haré…- contestó Juan desde lo más profundo de su corazón.

Jesús y Juan volvieron con los demás. En ese momento mi Hijo, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos y subió al cielo ante sus ojos y una nube comenzó a cubrirlo, delicadamente.

Los apóstoles se arrodillaron ante Él.
Mientras yo levantaba mi mano en señal de despedida y mis ojos se llenaban de lágrimas, sentí que me miraba… y su mirada me hablaba…


- ¿Qué te decía, Señora? ¿Qué te decía Jesús mientras partía?

- “Espérame, Madre, enviaré por ti… espérame…”
Ay! Hija mía, mi corazón rebosaba de gozo. En tanto los amigos de Jesús miraban fijamente al cielo, como extasiados. En ese momento se acercaron a ellos dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: “ Hombres de Galilea, ¿Por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir”( Hch 1,11)

Los hombres tardaron un rato en reaccionar, luego, uno a uno, se fueron acercando a mí.

- Debemos volver a Jerusalén, tal como Él lo pidió- dijo Pedro, quien sentía que debía velar por esa Iglesia naciente, hasta en el más mínimo detalle.

Los demás asintieron. Volvimos y subimos a la habitación superior de la casa. Nos sentamos todos. Pedro comenzó a recitar, emocionado, la oración que Jesús nos enseñó, al finalizar dijo:

- Hermanos, permanezcamos en oración hasta que llegue el día en que, según la promesa de Cristo, seamos bautizados con el Espíritu Santo.

Yo me retiré a prepararles algo para comer. Juan se acercó y me abrazó largamente. Yo sentía que comenzaba a amarlos como a mis hijos… me sentía madre… intensamente madre… y nacía en mí una necesidad imperiosa de repetir a cada hijo del alma, aquellas palabras que pronunciara en Caná de Galilea: “...Hagan todo lo que él les diga”( Jn 2,5)

Así nos quedamos, hija, nos quedamos todos esperando Pentecostés, la Iglesia primera, en una humilde casa de Jerusalén.

Espero haber contestado lo que tu alma me preguntó…


-Claro, Madre amada, claro que sí, como siempre, eres para tus hijos modelo de virtud, camino seguro hacia Jesús… compañera y amiga . Una vez más y millones de veces te lo diría, gracias, gracias por haber aceptado ser nuestra mamá, gracias por ocuparte de cada detalle relacionado a la salvación de nuestras almas, gracias por enseñarnos como honrarte, porque haciéndolo, honramos a Jesús… gracias por defendernos en el peligro… gracias por ser compañera, compañera, compañera….

Ahora, Santa Madre, debes enseñarnos a esperar, adecuadamente, Pentecostés.

Amigos que leen estas líneas, María ansía entrar a sus corazones para contarles las maravillas de Pentecostés… háganle sitio… es la mejor decisión que pueden tomar… no lo duden jamás…

___________________________

(1) San Luis María Grignon de Montfort “Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen” pag 94. Edit. Esin, S.A. -1999


NOTA

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."



  • Preguntas o comentarios al autor
  • María Susana Ratero.

    viernes, 10 de mayo de 2013

    IMAGENES DE LA VIRGEN DE FATIMA




























    MARÍA MADRE

     
    María Madre


    La Virgen,
    sonríe muy bella.
    ¡Ya brotó el Rosal,
    que bajó a la tierra
    para perfumar!

    La Virgen María
    canta nanas ya.
    Y canta a una estrella
    que supo bajar
    a Belén volando
    como un pastor más.

    Tres Reyes llegaron;
    cesa de nevar.
    ¡La luna le ha visto,
    cesa de llorar!
    Su llanto de nieve
    cuajó en el pinar.

    Mil ángeles cantan
    canción de cristal
    que un Clavel nació
    de un suave Rosal.

    Gloria Fuertes


     



    

    CURACIÓN MILAGROSA EN LOURDES


    ME CURÉ MILAGROSAMENTE
    CON EL AGUA DE LA GRUTA DE MASSABIELLE, LOURDES
    Ha dicho el Papa Juan Pablo II recordando su peregrinación a Lourdes en l983: "Donde está la Virgen presente, allí abunda la gracia y allí se registra la curación del hombre: curación en el cuerpo y en el espíritu".
    De estas palabras del Papa nos da testimonio ERNEST JUNQUÉ TORT, al que devolvió la vida la Virgen María en sus tiernos años. Reproducimos sus palabras trasmitidas en una conversación con nuestro Consiliario.
    Era el mes de julio de l963, cuando contaba yo solamente siete meses. De repente se me presentaron los terribles síntomas de una enfermedad que parecía desconocida. Luego se diagnosticaría como leucemia. ¡Dios mío, leucemia a mis siete meses! Entre tanto la medicación nada conseguía en mi pequeño y débil cuerpo. El mal avanzaba. Cada vez estaba peor. Finalmente al comprobar que los tratamientos médicos nada conseguían para detener el avance del mal, el Dr. Pedrerol, muy buen médico pediatra de Vilafranca, que llevaba mi caso, les dijo a mis padres que hicieran el esfuerzo de llevarme a Barcelona, para que las eminencias del Hospital Clínico de aquella ciudad tal vez encontraran una solución a mi enfermedad y recobrara la salud.
    Trasladado urgentemente al Clínico de Barcelona, comenzaron los doctores de aquel centro una larga serie de pruebas para dictar seguros qué enfermedad tenía y el proceso necesario para mi curación. Los resultados fueron fatales. No había posibilidad alguna de curación. Efectivamente la leucemia me consumía. Cada día que pasaba en el Hospital Clínico se arruinaba más mi pequeño organismo de siete meses. Mis padres,
    que eran y son unos modestos agricultores –mi padre pastor, que conoce todos los caminos de la montaña y aun del llano de Tarragona– y que nunca se habían visto en un problema semejante pasaron unos días de angustia. ¡Cuánto debo a la bondad de mis padres y a su sacrificio! El caso es que tenían que vivir en Barcelona a mi lado, y entrar en unos gastos muy superiores a lo que ellos podían. Ahora comprendo lo que son los padres con los hijos antes de que tengamos conocimiento. Siguieron las pruebas y al final le dijeron claramente a mi padre, que no había remedio humano y que necesariamente moriría en pocas horas.

     Parecía un pequeño cadáver como esos que se ven hoy de los pobres países donde se mueren niños de pura hambre. Mi pobre cuerpo –me dicen mis padres– tenía solamente un hilo de vida. Los médicos aconsejaron a mis padres que ya no se movieran de Barcelona y que si querían llevarme a enterrar a mi pueblo, que podrían hacerlo a las pocas horas. Viajar en este estado era obligarme a morir en el viaje de regreso. Yo, Ernesto, me moría sin remisión a mis siete meses de vida.
    El tiempo urgía. Trasladar mi cuerpo muerto desde Barcelona les hubiera costado días, dinero y una larga tramitación de gestiones, pues no es fácil trasladar un cadáver sin muchas cosas previas. Por eso mis padres decidieron que les entregaran a su hijito y en apariencias aún con vida llevarme a enterrar en el sencillo cementerio de mi pueblo. Aunque los doctores del Clínico desaconsejaban el traslado en tales condiciones, gracias a la influencia de un gran sacerdote, mosén.José Bachs Cortina, que era amigo de mi padre y era uno de los fundadores de Asociación Sacerdotal de San Antonio María Claret, se consiguió que entregaran mi cuerpecito a mis padres. Un colaborador de los ministerios de caridad de mosén Bachs, el taxista Marcelino, que luego había de emparentar con mi familia, me tomó en su taxi. Su madre me llevaba en brazos en la parte trasera del coche. Mis padres iban en otro vehículo. Así comenzó el viaje de Barcelona a nuestro pueblo. Pero aquella santa mujer que me llevaba en sus brazos llevaba con ella un tesoro. Una botellita con agua de Lourdes. Pese a darme ya por muerto, invocó a la Virgen Santísima y dejó caer una gotas del agua de la Virgen en mis labios sin vida. Con sorpresa comprobó que entraba el agua en mi garganta. Prosiguió entonces en darme más veces traguitos de agua y empecé a respirar con suavidad y a volver a mí la vida que parecía había huido ya. Cuando llegamos a mi casa el panorama había cambiado completamente. Yo, Ernesto vivía y dentro de mi debilidad vivía sin tratamiento alguno. Nadie podía creerlo. La sorpresa del bueno del Dr. Pedrerol no es para descrita. A pesar de todo y de apreciar mi mejora, como buen médico le pareció muy prudente seguir poniendo los medios humanos, pues el Señor quiere que colaboremos con sus gracias poniendo todos los medios a nuestro alcance. Se me fueron haciendo pequeñas trasfusiones de sangre de mi padre que era el único que podía hacérmela. Pero yo ya lo recibía todo, sin reacciones extrañas porque asimilaba lo que se me administraba, porque en realidad estaba ya curado de mi enfermedad por la Virgen María. Así año tras año, me revisaban los doctores y no encontraron ya residuos de mi antigua leucemia. A mis diez años me examinaron de nuevo muy a fondo y se vio que era un muchacho completamente normal, fuerte, lleno de salud. Fui con mis padres a Lourdes para dar gracias a la Virgen. ¡Qué emoción! Llevo a Lourdes en mi pecho. Siempre que puedo voy allá con mi mujer y mi hija, o solo con los enfermos y para ayudar a los necesitados de consuelo. El pequeño arbolado de nuestra finca familiar está presidido por la imagen de la Inmaculada como en Lourdes. Me siento consagrado a Ella.
    Hoy han pasado 36 años de aquel terrible día en el que mis padres escucharon en el Hospital Clínico de Barcelona, que tenía leucemia y que no había curación para mí en la ciencia médica. Vivo en la actualidad feliz con mi esposa Dolores, con mi hija Jesica y con mis padres. A todos los amo de todo corazón. Amo la revista AVE MARIA que me habla de la Virgen. Sigo siendo lo que mi familia ha sido. Un trabajador de bien y honrado. Pero hay algo grande en mi vida. La Virgen me ha curado. A Ella le debo mi vida. Quiero que mi vida y la de los míos sean para Ella también.


    Ernest Junqué Tort
    La Bisbal del Penedès, Tarragona

    ORACIÓN A LA VIRGEN MARIA

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    Oracion a María, Nuestra madre

    A Tí que eres la Madre,
    que amas con ternura,
    venimos a ofrecerte nuestra vida
    y a decirte que te amamos;
    que somos tus hijos que confiamos
    en el poder de tu protección.

    Llévanos sobre tu corazón,
    junto al Niño que descansa en tus brazos,
    consuélanos en la aflicción,
    fortalécenos en la tentación.

    Haznos crecer en la fe, en la esperanza, y en el amor a Dios y a los hermanos.
    Conserva en nuestro interior
    la alegría de ser hijos de la Iglesia.

    Impúlsanos para que seamos entusiastas evangelizadores del Reino.
    Y que tu bendición nos acompañe, Madre hasta ver la hermosura de Dios en el Cielo.
    Amén





    FLORECILLAS A MARIA : 10 DE MAYO DEL 2013

    FLORECILLAS A MARIA
    Flor del 10 de mayo:
    Virgen digna de alabanza

    Meditación: “Bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1,42). “Mi alma engrandece al Señor” (Lucas 1,46). Cuando cumplimos la profecía de llamarla Bienaventurada, hablamos de las maravillas que hizo en Ella el Todopoderoso. Unimos nuestra voz a la suya, alabando perpetuamente al Señor. Imitemos a María agradecida, a María serena, a María llena de sacrificio, a María alegre, a María confiada, a María llena de Gracia y fortaleza para cumplir así nuestra misión en la tierra.

    Oración: ¡Oh Madre!, que te hiciste la más pequeña, siendo realmente excelsa, enséñame a amarte, a alabarte y a agradarte del mismo modo en que vos lo hiciste con el Señor, para que también nosotros lleguemos a El. Amén.
    Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

    Florecilla para este día: Ser pequeños y humildes como María nos pide, para crecer en la Gracia.







     

    jueves, 9 de mayo de 2013

    FLORECILLAS A MARIA: 9 DE MAYO DEL 2013

    FLORECILLAS A MARIA
    Flor del 9 de mayo:
     Madre del buen consejo
    Meditación: María nos aconsejó en las bodas de Caná, “Haced lo que El os diga” (Juan 2,5), y nos lo vuelve a dictar. ¿Qué quiere Cristo de mi?. ¿Lo podemos seguir cuando nos dice “deja todo y sígueme?”.
    “Hijo, ¿por qué nos haz hecho esto?” (Lucas 2,48). Cristo tenía que mostrarnos ante todo más el amor a Dios que el de la familia. ¡Pero cuántas veces abandonamos a nuestra Madre por amores, caprichos, vanidades y miedos!.

    Oración: ¡Oh dulce consejera del alma, oh hermosa Esclava!. Entrega a Dios nuestra alma para que se haga santa, que abramos nuestros oídos y seamos hijos solícitos. Amén.
    Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

    Florecilla para este día: Ser un verdadero Cristo al aconsejar a mi hermano.

    MAGNIFICAT - ORACIÓN

    

    Magnificat
    Santísima Virgen María


    Proclama mi alma la grandeza del Señor,
    se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
    porque ha mirado la humillación de su esclava.
    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
    porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

    Su nombre es Santo
    y su misericordia llega a sus fieles
    de generación en generación.

    Él hace proezas con su brazo,
    dispersa a los soberbios de corazón.
    Derriba del trono a los poderosos
    y enaltece a los humildes.


    A los hambrientos los colma de bienes
    y a los ricos despide vacíos.
     
    Auxilia a Israel su siervo,
    acordándose de su santa alianza
    según lo había prometido a nuestros padres
    en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
    Amén.

    CON MIRADAS A MARIA


    Con miradas a María
    Padre Pedro García, Misionero Claretiano

    Recordamos, para empezar, una frase famosa de hace muchos siglos. San Bernardo, que pasa como el gran amante de María, escribió una página ardorosa, en la que va repitiendo como un estribillo: ¡Mira la Estrella, invoca a María!...

    Y esta frase del gran Santo y Doctor, nos trae a la memoria una anécdota más cercana a nuestros días. El Papa Pío XI, hombre genial, investigador y artista, tenía su capilla privada llena de cuadros de la Virgen, que él mismo se entretenía en colocar y ordenar según su propio gusto. Cuando las paredes de la capilla quedaron llenas y ya no cabía nada más, los cuadros asaltaron la habitación contigua, mientras el Papa repetía sonriendo:
    - ¡Siempre es hermoso mirar a la Señora!...

    ¡Mirar a la Virgen!... Se pueden gastar nuestros ojos en contemplar muchas maravillas en el mundo. Pero llegar a ver una maravilla mayor que la Mujer más bella salida de las manos de Dios, nos va a ser un imposible. Habrá que esperar al otro mundo, de bellezas muy distintas al nuestro...

    Ahora, sin embargo, nos preguntamos: ¿Para qué miramos tanto a María? Alguna razón poderosa debe haber en ello... ¿Por puro gusto estético? No es motivo suficiente... ¿Porque esperamos algo de Ella? Tampoco, pues muchas veces no sentimos necesidad especial... ¿Por qué será?

    Y hay que buscar razones más poderosas. La primera de todas, la más convincente, será siempre el amor: María es nuestra Madre, la queremos sin más, y por eso no nos cansamos nunca de mirarla...
    Este amor se convertirá para nosotros en una aventura divina. Porque nos va a comprometer toda la vida, que, por ser totalmente mariana, será también totalmente cristiana.

    Está muy bien, ante todo, el entusiasmo que sentimos por la Virgen. Porque el entusiasmo se halla siempre en la base de la entrega. San Antonio María Claret, que sabía bien lo que significa amar apasionadamente a María, les hacía repetir con él a los penitentes, cuando habían acabado su confesión:
    - ¡Viva la Virgen Santísima! ¡Viva la Virgen Santísima!...
    De ese amor entusiasta nacerá después el hacer por la Virgen cualquier cosa en la vida cristiana, por ardua y difícil que sea.
    Vendrán después las manifestaciones sencillas del amor. Por ejemplo, el llevar colgada al pecho la medalla de la Virgen o su estampa encerrada en la billetera. Por ejemplo, poner ante su imagen una flor o prenderle una vela. Por ejemplo, visitarla en una ermita o capilla suya...

    ¿Que todo esto son niñerías? No lo creamos. La Virgen, con esas manifestaciones de amor, se lleva muchos besos, y esos besos nacen solamente de los labios de amantes sinceros.
    De esos labios nacerán también plegarias fervorosas. No fallarán las tres Avemarías por la noche antes de dormir. Se desgranará el Rosario, la devoción mariana por excelencia. Se le invocará a la Virgen en cualquier apuro, en cualquier necesidad.

    Con todo esto, se mantendrá siempre el recuerdo y el trato entre Madre e hijos. Y así, se estará viviendo siempre de María, y Ella seguirá dándonos siempre la vida de Dios por la Gracia que nos irá comunicando.
     
    Finalmente, se manifestará en nosotros esa dependencia de María, viviendo como Ella. Si nos hemos consagrado a la Virgen, querremos tener sus mismos sentimientos --que, por otra parte, son los sentimientos de Jesús--; querremos actuar como Ella; querremos que nuestra vida resulte en todo igual que la suya.
    Entonces, María se habrá convertido de hecho en el modelo y ejemplar de la vida cristiana para cada uno de nosotros, y llegaremos así a la perfección a que Dios nos ha destinado.
    Hemos empezado hoy mirando a María, igual que la miraban un Doctor de la Iglesia y un Papa: como algo hermoso y como Estrella de Salvación.

    Y se me ocurre ahora recordar la mirada de un sentenciado a muerte. El criminal se había obstinado en su crimen. Lo malo no era el no reconocer nada ante los hombres, sino que rehusaba todo el auxilio que le brindaba Dios. Llaman al sacerdote, pero todo resulta inútil. Se niega a la confesión y permanece impenitente. No hace ningún caso del padre que le ofrece el perdón de Dios, aunque le hayan condenado los hombres como criminal.

    Pero, mientras el padre le habla sin que él le preste ninguna atención, se pone a mirar la estampa Milagrosa que lleva el mismo sacerdote, la cual presenta al descubierto su Corazón, lo mismo que el Niño sentadito en sus rodillas. Esta mirada a la Virgen se hace cada vez más intensa. Sigue el condenado a muerte sin escuchar al sacerdote, porque su pensamiento lo tiene en otra parte. Hasta que prorrumpe en esta exclamación salvadora:

    "Muy hermosa es la Virgen de la estampa, pero más hermosa la voy a ver yo muy pronto en el Cielo."
    Recibe la absolución, sube los peldaños del cadalso, y su alma se escapaba hacia las alturas de la Gloria, donde le esperaba una Virgen María radiante de hermosura.
    Nuestras miradas a la Virgen no se van a acabar con nuestra vida en la tierra. ¡Hay que ver cómo la miraremos allá arriba, y para siempre!...
    

    MARÍA: CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS


    María: Consuelo de los afligidos
    Padre Tomás Rodríguez Carbajo

    . Ante el dolor por el que todos tenemos que pasar en este valle de lágrimas, no hay uniformidad en las reacciones, dependiendo éstas del sentido que le den. Hay quienes se rebelan por considerarse víctimas de un fatal destino, otros intentan pasar por él con una tranquilidad estoica , y no faltan quienes lo asumen como un medio para purificarse, una oportunidad para victimarse en unión con Jesús en la Eucaristía.

    . Nuestras limitaciones humanas no nos permiten desentrañar el sentido pleno del dolor, nunca podremos comprender el alcance del mismo, pero hemos de reconocer que algún sentido y grande tiene que tener, cuando Cristo lo asumió y con él nos redimió.

    . No podemos tildar de castigo al dolor y al sufrimiento, pues, a todos los que ama Dios no los excluye de este círculo, tenemos el ejemplo claro de María. Ella la amada y la preferida de Dios pasó por el dolor, la amargura y el sufrimiento. Su actitud nos sirve para consolarnos en las penas, sostener nuestro ánimo y alimentar la esperanza de que nuestro sufrimiento puede tener un buen fruto, cuando como Ella lo asumimos y ofrecemos al Señor.

    . María sabe lo que es sufrir, estuvo al pie de la cruz (Jn.19,25) en el Calvario.. Su corazón sensible ante el dolor ajeno y su gran pesar por las grandes injusticias, ingratitudes y tormentos por los que estaba pasando su Hijo, le preparaban para doctorarla en la difícil asignatura del dolor salvífico, es decir, hacia el significado cristiano del sufrimiento, pues, lo que para algunos puede ser obstáculo de su felicidad o motivo para alejarse de Dios, para un creyente no puede ser una maldición, ya que Jesús proclamó bienaventurados los que lloran(Mt.5,5).

    . Ante un dolor insoportable hay quien se queja, acusando de injusto a Dios; pero la queja muere en los labios de quien contempla a Cristo Crucificado, que sufre voluntaria e inocentemente. No se puede acusar a un Dios solidario con los sufrimientos humanos!

    . De María se nos dice varias veces n el Evangelio que guardaba todo en su corazón. Es de suponer que una pregunta fuera ésta : Por qué tanto dolor". A nivel humano no encontramos explicación, pero eso no quiere decir que no lo tenga. Cristo no sólo nos redimió con el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento quedó redimido.

    . A las personas se les puede ayudar con palabras y con ejemplos, refiriéndonos al dolor, nos sirve más modelos a imitar que palabras de consuelo. En esta línea tenemos a María, a quien podemos contemplar como una imagen viva del Evangelio del sufrimiento:

    - María sufrió pobreza en Nazaret.
    - María sufrió humillación en Belén.
    - María sufrió estrecheces en la huida a Egipto.
    - María sufrió dolor al quedarse viuda.
    - María sufrió angustia por la pérdida de su Hijo.
    - María sufrió temor, cuando sus parientes tuvieron a su Hijo por loco.
    - María sufrió el constante presagio de la espada anunciada por Simeón.
    - María sufrió incertidumbre ante el desenlace que tomaría el ritmo de la pasión.
    - María sufrió desprecios por ser la Madre del ajusticiado.
    - María sufrió soledad, cuando murió su Hijo.
    - María culminó todos sus dolores difíciles de imaginar, pero fecundos para la salvación de los hombres en la cima del Calvario.
    . María fue preservada del pecado, pero no del sufrimiento. Al contemplar a la Virgen Dolorosa penetramos más íntimamente en el misterio de Cristo y de su dolor salvífico.
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