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jueves, 14 de noviembre de 2013
miércoles, 13 de noviembre de 2013
NOVENA DE CONFIANZA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
NOVENA DE CONFIANZA AL INMACULADO CORAZÓN
DE MARÍA
¡Oh María! En tus manos pongo esta súplica. Bendícela. Después preséntala a Jesús. Haz valer tu amor de Madre y tu poder de Reina. ¡Oh María! Cuento con tu ayuda. Confío en tu poder. Me entrego a tu voluntad. Estoy seguro de tu misericordia. Madre de Dios y Madre mía, ruega por mí. ¡Dulce corazón de María sed mi salvación!.
Amén.
ORAR CON MARÍA
Orar como María
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
En un artículo aparecido en Selecciones, abril del 88, se narra la historia de un joven de 15 años que sufría de leucemia. Para nada habían servido el cuidado de doctores, enfermeras y el cariño de su madre. La enfermedad y la depresión se habían adueñado seriamente de aquel joven. Sin embargo, un día se le antojó tener flores en la habitación. Su madre encargó un hermoso arreglo floral. Además de la tarjeta de su madre venía otra, escondida entre las flores que decía, “Douglas, fui yo, Laura, quien atendió el pedido de tus flores. De niña, a mis 7 años, padecí también, igual que tú, de leucemia. Hoy tengo 22 años y me siento muy bien. No lo olvides, te puedes curar. Mi corazón está contigo.
“Mi corazón está contigo”. El amor de aquella madre estaba siempre con su hijo, con él estaba, además, la compasión de Laura, quien conocía en carne propia los estragos de la leucemia. Fueron esos dos amores, hechos presencia y oración, los que lograron vencer la depresión y enfermedad de aquel joven. Con la fuerza del amor, Douglas se animó, enfrentó la enfermedad y salió adelante.
Hay muchas definiciones de oración. Orar, es, también estar con él y con los otros. Un gran ejemplo de esta clase de oración fue María, ella siempre supo estar con Dios, con los otros, con su hijo y con nosotros.
María estuvo con Dios. En la soledad descubrió su presencia y su omnipotencia; nada era imposible para el Dios que vivía en ella (Lc 1,36). Y como ella había dejado entrada total al Hacedor de Maravillas, Dios se hace transparencia en sus entrañas y ella se hace portadora de la inmensidad de Dios, del misterio, de la salvación.
María estuvo con los otros. Quien vive en comunión con Dios, logra descubrir a los otros. Quien se rinde a Dios y se abandona en sus manos, ofrece éstas para atender las necesidades de los otros. El ver y sentir por los otros exige ponerse en camino y salir del mundo familiar para ir a la casa del necesitado. La visita de María a Isabel es un llevar el misterio de la sencillez y grandeza que llevaba en sus entrañas; ella es testigo de la transformación que el Todopoderoso ha hecho en su vida, por eso alaba, engrandece y se alegra en el Dios que la ha salvado (Lc 1,46-47).
María estuvo con su hijo. El Dios que llevaba en sus entrañas se hacía ahora más visible, lo podía tener en sus manos, tocarlo, acariciarlo, mostrárselo a los pobres pastores y a los magos ricos.
Fue su misión mostrar la luz a todos, estar cerca de él: recibirle, acompañarle, protegerle y alimentarle.
La Virgen María oró y es modelo de oración para el cristiano. Dice Pablo VI, en la Marialis Cultus, n. 18: “María es la ‘Virgen orante’. Así aparece ella en su visita a la madre del Precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad, de fe, de esperanza: tal es el ‘Magnificat’ (Lc, 46-55), la oración por excelencia de María, el canto de los tiempos mesiánicos, en el que confluyen la exultación del antiguo y del nuevo Israel, porque – como parece sugerir San Ireneo– en el cántico de María fluyó el regocijo de Abrahán que presencia el Mesías ( Jn 8,56) y resonó, anticipada proféticamente, la voz de la Iglesia: “Saltando de gozo, María proclamaba proféticamente en nombre de la Iglesia: Mi alma engrandece al Señor…”
En efecto, el cántico de la Virgen, al difundirse, se ha convertido en oración de toda la Iglesia en todos los tiempos. “Virgen orante” aparece María en Caná, donde, manifestando al Hijo con delicada súplica una necesidad temporal, obtiene además un efecto de la gracia: que Jesús, realizando el primero de sus “signos”, confirme a sus discípulos en la fe en él (Jn 2, 1-12). También el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: “los apóstoles perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos” (Act 1, 14): presencia orante de María en la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque ella asunta al cielo, no ha abandonado su misión de intercesión y salvación”.
María, como Abraham, intercede por la humanidad, por los que no tenían vino y manda hacer lo que el Señor dice. Faltaba el vino en aquella boda de Caná de Galilea. El vino es signo de alegría, de fortaleza. Faltar el vino en una boda, en el ambiente judío, significaba el fin de la fiesta. Y María, que se dio cuenta, dijo a Jesús: “no tienen vino”. Y a los sirvientes les mandó: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 1-11). Su acción fue salvadora.
María fue y sigue siendo intercesora. Silvano el Archimandrita cuenta cómo san Antonio había orado al Señor que le mostrara a quién se podría parecer. “Dios le hizo comprender que no había alcanzado la medida de un zapatero de Alejandría. Antonio dejó el desierto, se fue a casa del zapatero y le preguntó cómo vivía. Él le respondió que daba un tercio de su renta a la Iglesia, otro a los pobres y que guardaba el resto para él. Esto no le pareció nada extraordinario a Antonio que había abandonado todos sus bienes y vivía en el desierto en la mayor pobreza. Ahí no estaba pues su superioridad. Entonces Antonio le dijo:
“El Señor me ha enviado para ver cómo vives”. El humilde artesano, que veneraba a Antonio, le confió entonces el secreto de su alma: “No hago nada especial. Solamente, cuando trabajo, miro a todos los que pasan y digo: que todos se salven, sólo yo pereceré”.
PENSAMIENTO MARIANO 21
PENSAMIENTO MARIANO
María es Madre de Dios y Madre nuestra, Madre poderosa y piadosa, que desea ardientemente llenarnos de favores celestiales.
San Juan Bosco
martes, 12 de noviembre de 2013
EL ESPÍRITU SANTO Y LA VIRGEN MARÍA
El Espíritu Santo y María
Padre Francisco Fernández Carvajal
I. Mientras dura la espera de la venida del Espíritu Santo, Nuestra Señora vive como un segundo Adviento, a la vez muy semejante y muy diferente al primero, el que preparó el nacimiento de Jesús. En ambos se da la oración, el recogimiento, la fe en la promesa, el deseo ardiente de que ésta se realice. En el primero, María llevaba a Jesús oculto en su seno, permanecía en el silencio de su contemplación. Ahora, Nuestra Señora vive profundamente unida a su Hijo glorificado, en compañía de los apóstoles y de las santas mujeres, todos el cenáculo, animados de un mismo amor y de una sola esperanza. La tradición, al meditar esta escena, ha visto la maternidad espiritual de la Virgen sobre toda la Iglesia. Nosotros esperamos la llegada del Paráclito muy unidos a nuestra Señora rezando el Santo Rosario, contemplando sus misterios.
II. El Espíritu Santo, que ha habitado en María desde el misterio de su Concepción Inmaculada y la llenó de su gracia, que la cubrió con su sombra ( Lucas 1, 35) cuando concibió a su Hijo Jesús, ahora, en el día de Pentecostés vino a fijar en Ella su morada de una manera nueva, con una plenitud única. Su corazón era el más puro, el más desprendido, el que de modo incomparable amaba más a la Trinidad Beatísima. La Virgen es la criatura más amada de Dios. Pues si a nosotros, a pesar de tantas ofensas, nos recibe como el padre al hijo pródigo; si a nosotros siendo pecadores, nos ama con amor infinito y nos llena de bienes cada vez que correspondemos a sus gracias, ¿qué hará para honrar a su Madre Inmaculada, Virgo Fidelis, Virgen Santísima, siempre fiel? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa.
III. Todo cuanto se ha hecho en la Iglesia desde su nacimiento hasta nuestros días, es obra del Espíritu Santo. “Lo que el alma es al cuerpo del hombre, eso es el Espíritu Santo en el Cuerpo de Jesucristo que es la Iglesia. El Espíritu Santo hace en la iglesia lo que el alma hace en los miembros de un cuerpo” ( SAN AGUSTÍN, Sermón.) El Espíritu Santo es también el santificador de nuestra alma. Después de Pentecostés la Virgen es “como el corazón de la iglesia naciente” ( R. GARRIGOU- LAGRANGE La Madre del Salvador.) El Espíritu Santo, que la había preparado para ser Madre de Dios, ahora, en Pentecostés, la dispone para ser Madre de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Santa María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros y ayúdanos a preparar la venida del Paráclito en nuestra alma.
Fuente: Colección "Hablar con Dios" Ediciones Palabra.
RUEGA POR NOSOTROS, VIRGEN MARÍA
Ruega por nosotros, Virgen María.
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres amada
y de santidad inspiradora.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres la sierva
y Él que eleva a los humildes
a la gloria te ha ensalzado.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios luz eres radiante
en Cristo Muerto y Resucitado.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque en Dios eres puente
para llevarnos al cielo
a nosotros pecadores.
Ruega por nosotros,
Virgen santa,
porque de Dios eres Madre
cuando en ti se hizo Hombre
y Cristo se embarcó para siempre
en el devenir de la historia.
ROSA MÍSTICA
Rosa Mística
Fray Alejandro R. Ferreirós OFMConv
Rosa Mística, fragancia del Eterno
que perfumas mi templo en tu presencia
aroma suave de su complacencia
que floreces en el frío del invierno.
Eres la flor que adorna mi plegaria
el pensamiento que bendice mi conciencia
la suavidad y el color de la paciencia
la faz de una inocencia legendaria.
Alabo en la mañana tu belleza
la armonía que la gracia te regala
y el cándido fulgor de tu pureza.
Resplandece inmaculada la realeza
pues la luz que de Ti brota no se iguala
y proclama al universo tu grandeza.
lunes, 11 de noviembre de 2013
UNA LUZ CLARA
Autor: P.Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net Una luz clara | |
Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos que los hechos marquen la pauta de nuestras acciones. | |
Una luz en medio de la oscuridad. Las formas emergen en medio de la noche. Empezamos a ver con algo de nitidez lo que bulle a nuestro alrededor. Un mundo de prisas y angustias trata de absorbernos, mientras el reloj corre y suena el teléfono. Hay ocasiones en que la vida nos arrastra. Dejamos que los hechos marquen la pauta de nuestras acciones. Empezamos a vivir como despojados de quereres propios y esclavos de voluntades ajenas. Cuando una luz clara nos hace ver cómo perdemos el tiempo entre actos que nos cansan y que nos destruyen, estamos en condiciones para dar un paso fuera de las tinieblas y de las dudas asfixiantes. Esa luz vino al mundo, habló a los pobres y a los ricos, visitó a los enfermos, consoló a los tristes, denunció el pecado, anunció la gran fiesta de la misericordia. Esa luz tuvo un rostro y un nombre: Jesucristo. Queda atrás la noche con sus tinieblas y sus miedos. Rompemos con ambiciones que carcomen lo mejor del alma. Abrimos el corazón a Dios, que nos conoce y ama como Padre bueno. Una luz clara ilumina los ojos de mi alma y me impulsa a pedir perdón, a perdonar, y a buscar la paz que viene de lo alto y que llena la vida de esperanza. |
domingo, 10 de noviembre de 2013
HIMNO A MARÍA INMACULADA
Himno a María Inmaculada
José Mª Lorenzo Amelibia
A ti, Virgen del manto azulado,
A ti, Madre del Dios hecho hombre,
Y más limpia que el sol refulgente
Queremos por siempre con gozo cantar.
Cantaremos tu excelsa mirada;
Cantaremos tus manos sagradas;
Tu postura, tus labios benditos
En coloquio con Dios eternal.
Junto a ti pasa el mundo manchado,
Aun el lirio se empolva a tu lado,
Y tú sola en pureza perpetua.
¡Albricias, Señora, Madre Virginal!
Y por tu pureza, celestial matrona,
Hoy te prometemos con toda ilusión
Pasar por el medio de todas pasiones
Sin contaminarnos, limpio el corazón.
Tu manto azulado es nuestra bandera;
Y todos nosotros, con fe y decisión,
Te juramos, Madre, morir aunque fuera,
Con tal de que reines en el mundo de hoy.
Hombres y mujeres, sencillos y grandes:
¡Venid a las filas de bandera azul!
¡Amor en el pecho! ¡Fe en los corazones!
¡Pureza y entrega son nuestros blasones!
Luchad con denuedo por que reine siempre
El manto azulado: María y Jesús.
EL ÁNGELUS
El Ángelus
Esta oración, que en su forma actual ya se conocía en el s. XVI, nos recuerda el gran misterio de la Encarnación, por el cual María fue elevada a la excelsa dignidad de Madre de Dios.
Se reza tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer.
Se debe rezar de rodillas, excepto el Sábado por la tarde y el Domingo, que se reza de pie, en recuerdo de la resurrección de Jesús.
V. El Ángel del Señor Anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, a fin de que habiendo conocido por la voz del Ángel el Misterio de la Encarnación de tu divino Hijo, podamos, por los méritos de su Pasión y de su Cruz, alcanzar la gloria de la Resurrección. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
GRACIAS MAMÁ
GRACIAS MAMÁ
"¿Por que lloras mamá?", le pregunto un niñito a su madre.
"Porque soy mujer", le contestó la mujer.
"Pero yo no entiendo", dijo el niño.
Su madre se inclinó hacia él y abrazándolo le dijo:
"Y nunca lo entenderás".
Mas tarde el niñito le preguntó a su padre: * "¿Por qué mamá llora a veces sin ninguna razón?".
"Todas las mujeres lloran siempre por ninguna razón", era todo lo que el padre le podía contestar.
El pequeño niño creció y se convirtió en todo un hombre preguntándose todavía por qué será que las mujeres lloraban.
Un día el niño convertido en hombre se arrodilló y le preguntó a DIOS:
"DIOS, ¿porque lloran tan fácilmente las mujeres?"."Y DIOS le dijo:
"Cuando hice a la mujer tenía que ser algo especial: hice sus hombros lo suficientemente fuertes como para cargar el peso del mundo entero, pero a la misma vez lo suficientemente suave para confortar".
"Le di una inmensa fuerza interior para que pudiera soportar el dar a luz y hasta el rechazo que muchas veces proviene de sus propios hijos".
"Le di una dureza que le permite seguir adelante y cuidar a su familia a pesar de las enfermedades y la fatiga y sin quejarse aún cuando otros se rinden".
"Le di la sensibilidad para amar a un niño bajo cualquier circunstancia, aún cuando su niño la haya lastimado mucho".
"Esa misma sensibilidad que hace que cualquier tristeza, llanto o dolor del niño desaparezca y que le hace compartir las ansiedades y miedos de la adolescencia.
"Le di la fuerza suficiente para que pudiera perdonar a su esposo de sus faltas y la moldeé de una de sus costillas para que ella pudiera cuidar de su corazón".
"Le di sabiduría para saber que una buena esposa nunca lastimaría a su esposo, y a veces le pongo pruebas para medir su fuerza y su determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo".
"Le di las lágrimas y son de ella exclusivamente para usarlas cuando las necesite. Es su única debilidad... una lágrima por la humanidad".
Le doy gracias a DIOS por haber creado a la mujer.
Si es la novia, es sinónimo de alegría; si es esposa, es un ansiado anhelo, y cuando esa mujer se llama MADRE... ¡es el CIELO!...
sábado, 9 de noviembre de 2013
LOS NUEVOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO: LOS MISTERIOS LUMINOSOS
LOS NUEVOS MISTERIOS DEL ROSARIO:
Los Misterios Luminosos
El 16 de Octubre de 2002, fue presentada la carta apostólica del Papa Juan Pablo II «Rosarium Virginis Mariae» («El Rosario de la Virgen María»). El punto más destacado fue la inclusión de cinco nuevos misterios en el Rosario.
El Papa, al explicar esta decisión en el documento, define el Rosario como un «compendio del Evangelio» orientado «a la contemplación del rostro de Cristo» con los ojos de María a través de la repetición del «avemaría».
Ahora bien, constata, en los quince misterios del Rosario (cada día se contemplan cinco misterios rezando en cada uno diez avemarías) faltaban hasta ahora momentos decisivos de la vida de Cristo.
Por este motivo, considera «oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión».
Explica que los llama «misterios de la luz» (los otros eran «misterios de dolor», «misterios de gozo», y «misterios de gloria»), pues en su vida pública, Cristo se manifiesta como «misterio de luz»: «Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo» (Juan 9, 5).
Juan Pablo II presenta el enunciado de cada uno de los cinco «misterios luminosos» sobre la vida pública de Jesús:
1. El Bautismo en el Jordán;
2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná;
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión;
4. La Transfiguración;
5. La institución de la Eucaristía.
La carta apostólica explica después el misterio que contempla el cristiano en cada uno de estos pasajes de la vida pública de Jesús.
«Misterio de luz es ante todo el Bautismo en el Jordán --constata--. En él, mientras Cristo, como inocente que se hace 'pecado' por nosotros (cf. 2 Co 5, 21), entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 17 par.), y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera».
«Misterio de luz --añade la carta-- es el comienzo de los signos en Caná (cf. Jn 2, 1-12), cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente».
«Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión (cf. Mc 1, 15), perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe (cf. Mc 2. 3-13; Lc 47-48), iniciando así el ministerio de misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia», sigue aclarando.
«Misterio de luz por excelencia es la Transfiguración --subraya al explicar el cuarto misterio añadido--, que según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo "escuchen"».
«Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad "hasta el extremo" (Jn13, 1) y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio».
El Papa sugiere --respetando la libertad del creyente en este campo-- que los «misterios luminosos» sean contemplados el jueves. Propone, entonces, que el lunes y el sábado los cristianos recen a partir de ahora los «misterios gozosos»; el martes y el viernes los «dolorosos»; el miércoles, y el domingo los «gloriosos».
Juan Pablo II ha proclamado el período comprendido entre Octubre de 2002 hasta Octubre de 2003, Año del Rosario. Aclaró que esta convocatoria celebra tres momentos significativos: los 25 años de su pontificado; los 120 años del aniversario de la encíclica «Supremi apostolatus officio» de León XIII que comenzó una serie de documentos sobre el Rosario; y el apéndice del Año Santo de 2000.
NUESTRA SEÑORA DE ALMUDENA, ADVOCACIÓN MARIANA, 09 DE NOVIEMBRE
Autor: Xavier Villalta
Es tradición, que la primitiva Imagen la trajo consigo el Apóstol Santiago cuando vino de Jerusalén a España a predicar el Evangelio, instaurándose entonces la devoción a tan bella Imagen en la Villa que, más tarde, llegaría a ser Capital de España.
viernes, 8 de noviembre de 2013
ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA EN EL TIEMPO DE ADVIENTO
ORACIÓN A LA
VIRGEN MARÍA EN ADVIENTO
¡Y qué cortos y qué largos se hicieron los nueve meses! Largos para mi cabeza, para el corazón muy breves. Estaba dentro de mí y aunque a Él no le sentía, sentía cómo mi sangre al rozarle sonreía.
Nadie notó en Nazaret lo que estaba sucediendo: que teníamos dos cielos, uno arriba, otro creciendo. ¡Qué envidia me tuvo el cielo durante los nueve meses! El albergó al Dios eterno. Yo tenía al Dios creciente. ¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Vino, dio su mensaje y se fue. Se fue sin aclararme nada de nada, y dejó mil preguntas en mis entrañas. ¿Y quién me las responde si miro al cielo? ¿Este Dios que llevo dentro? ¿Dios está en el cielo? ¿El cielo está en Dios? Y yo por los montes llevando a los dos.
Si estaba hecho de carne ¿era carne de cristal? Y Yo pisaba con miedo, no se me fuera a quebrar. Cuando yo respiraba respiraba Él; cuando yo bebía, bebía también el autor del aire,
del agua y la sed.
¿Y cómo podría ser Dios tan sencillo si dentro de mí pesaba poco más que un cantarillo? Yo acariciaba mi seno para tocarle, porque Él estaba allí al tiempo que en todas partes.
¡Qué fácil le fue todo al buen Gabriel! Dijo que es Dios y es hombre, dijo que es hijo y rey...
Ay en lo demás, Señor, puse la fe.
Si yo no hubiera podido engendrar sin ser mujer ¿por qué los hombres desprecian lo más que se puede ser? Los niños de Nazaret corren y saltan conmigo: son como abejas que buscan miel en el rosal florido.
Cuando yo me alimento, Dios de mi vida, ¿sostengo yo tu sangre o Tú la mía? Cuando miro en la fuente el agua clara, pienso que son tus ojos que se adelantan.
No sé qué dijo el ángel de un dolor y una cruz. Sé que en la noche sangro temiendo que seas Tú. Si yo he sido pobre Tú lo serás más. Porque Dios es pobre si es Dios de verdad.
Las mujeres con envidia contemplan mi gravidez y no saben que soy madre más que de carne, de fe. Cada noche miro al cielo y recuento las estrellas. Falta una y yo lo sé.
¡Pero qué ganas de verla!
José mira y me dice: ¿Cómo estás? ¿Cómo está Él? Le respondo: Yo esperando y Él ardiendo a todo arder. Antes de que Tú vinieras yo vivía en oración. Ahora ya ¿para qué si somos uno, los dos? Cuando llevo hasta mi boca el tierno pan recién hecho, me parece que comulgo la carne que llevo dentro. Esclava soy, esclava fui, pero mis cadenas yo no las rompí: me las dieron rotas cuando nací.
Cuando escucho cómo saltas de gozo dentro de mí, pienso: ¿En un mundo tan triste le dejarán ser feliz? ¿Y Tú, pequeño mío, cómo vas a poder liberar a este mundo que esclavo quiere ser?
Temo que no será fácil, mi amor, que no será fácil ser Salvador. Con mi “sí” se abrió Dios mismo, y con su “sí”, mis entrañas, y con un “sí” de los dos se abrió el reino de las almas.
Lo creo y no me lo creo, no me lo puedo creer, pues sé que Él es más que un hombre siendo sólo yo mujer. Si dicen que fe es no ver las cosas con la mirada, yo sé que no he visto a nadie cuando Él llegó a mis entrañas.
LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA
LA PERPETUA VIRGINIDAD DE LA VIRGEN MARÍA
Dogma Mariano
El dogma de la Perpetua Virginidad se refiere a que María fue Virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
"Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emanuel" (Cf. Is., 7, 14; Miq., 5, 2-3; Mt., 1, 22-23) (Const. Dogmática Lumen Gentium, 55 - Concilio Vaticano II).
"La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo "lejos de disminuir consagró la integridad virginal" de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la 'Aeiparthenos', la 'siempre-virgen'." (499 - catecismo de la Iglesia Católica)
EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE
LA INMACULADA CONCEPCIÓN - 8 DE DICIEMBRE
DOGMA MARIANO
El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854, en la Bula Ineffabilis Deus.
"Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles."
LA MATERNIDAD DE LA VIRGEN MARÍA - DOGMA MARIANO
LA MATERNIDAD DIVINA DE LA VIRGEN MARÍA
Dogma Mariano
Madre de DiosEl dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:
"Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema."
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
"Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)
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