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lunes, 14 de abril de 2014
domingo, 13 de abril de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS SACRAMENTADO
Oración para una visita a Jesús Sacramentado.
¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.
Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.
No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.
Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.
Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.
Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.
Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.
Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.
Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo.
Amén.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN DE RUSIA A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
Consagración requerida por Nuestra Señora de Fátima
(por la conversión de Rusia y la era de la paz)
Consagración a la Santísima Virgen
Hecha por el Papa Juan Pablo II y
los Obispos del Mundo
25 de marzo de 1984
1. "Recurrimos a tu protección, Oh! Santa Madre de Dios."
Al repetir las palabras de esta antífona, con la cual la Iglesia de Cristo ha orado por siglos, nos vemos hoy ante ti, Madre, en el año Jubilar de la Redención.
Nos encontramos unidos a todos los Pastores de la Iglesia de una manera particular ya que constituimos un solo cuerpo y un solo colegio junto a Pedro.
En el vínculo de esta unión, pronunciamos las palabras de la presente consagración, en las que deseamos incluir, una vez más, las esperanzas y ansiedades del mundo moderno.
Hace cuarenta años y de nuevo, diez años después, su servidor el Papa Pío XII, teniendo ante sus ojos las experiencias dolorosas de la familia humana, consagró y confió al mundo entero a tu Inmaculado Corazón, especialmente a aquellas personas, por las que tienes un amor y preocupación particular, dadas sus circunstancias.
Nosotros también tenemos hoy, a este mundo de individuos y naciones ante nuestros ojos; el mundo del segundo milenio que se acerca ya a su fin, el mundo moderno, nuestro mundo!
La Iglesia, teniendo en cuenta las palabras del Señor: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes ....Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28:19-20), ha dado, en el Concilio Vaticano II, vida fresca al conocimiento de su misión en este mundo.
Por lo tanto, Oh Madre de los individuos y de los pueblos, tu que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, tu que tienes el conocimiento materno de todas las batallas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, que afligen al mundo moderno, acepta nuestra súplica que dirigimos a tu Corazón movidos por el Espíritu Santo.
Abraza, con el amor de Madre y de Sierva del Señor, este nuestro mundo, que confiamos y consagramos a ti, ya que estamos llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno de los individuos y de los pueblos.
De un modo especial te confiamos y consagramos a ti a aquellos individuos y naciones que particularmente necesitan ser confiados y consagrados.
"Recurrimos a tu protección, santa Madre de Dios ": no desprecies nuestras peticiones en momentos de necesidad.
2. Contémplanos, mientras nos encontrarnos frente a ti, Madre de Cristo, ante tu Inmaculado Corazón. Deseamos, junto a toda la Iglesia, unirnos a la consagración, que por amor a nosotros, tu Hijo hizo al Padre: " Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad ". (Jn 17 : 19). Deseamos unirnos a nuestro Redentor, en esta Su consagración para el mundo y para la raza humana, la cual, en su Corazón divino, tiene el poder para obtener el perdón y asegurar la reparación.
El poder de esta consagración, dura por toda la eternidad y abarca a todos los individuos, personas y naciones. Esta supera toda maldad que el espíritu de maldad pueda provocar, y que de hecho ha provocado en nuestro tiempo, en el corazón del hombre y de su historia.
¡Cuan profundamente sentimos la necesidad de consagrar la humanidad y al mundo - nuestro mundo moderno- en unión con el mismo Cristo! Ya que la obra redentora de Cristo, debe ser compartida en el mundo por medio de la Iglesia.
El presente año de la Redención nos muestra esto: el Jubileo especial de toda la Iglesia.
¡Seas tu bendita, sobre todas las criaturas, tu la Sierva del Señor, quien obedeciste, en su totalidad, el llamado divino!
¡Gracias a ti, estamos totalmente unidos a la consagración redentora de tu Hijo!
¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios en el camino de la fe, esperanza y amor! Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana el mundo moderno.
3. Al encomendarte a ti, o Madre, al mundo, a todos los individuos y personas, también te encomendamos esta consagración del mundo, colocándola en tu Corazón maternal.
¡Corazón Inmaculado! Ayúdanos a vencer las amenazas del maligno, que tan fácilmente se siembran en los corazones de la gente de hoy, y cuyos efectos inconmensurables ya hacen peso sobre nuestro mundo moderno y parecen bloquear nuestros caminos hacia el futuro!
De la escasez y de la guerra, libéranos.
De la guerra nuclear, de la incalculable auto destrucción, de todo tipo de guerra, libéranos.
De los pecados en contra de la vida del hombre desde su inicio, libéranos.
Del odio y de la reducción de la dignidad de los hijos de Dios, libéranos.
De toda clase de injusticia, en la vida de la sociedad, nacional e internacional, libéranos.
De la disposición a incumplir los mandamientos de Dios, libéranos.
De los intentos de sofocar en los corazones humanos, la verdad de Dios, libéranos.
De la perdida del sentido del bien y el mal, libéranos.
De los pecados contra el Espíritu Santo, libéranos, libéranos.
Acepta o Madre de Cristo, este grito cargado con los sufrimientos de todos los seres humanos, cargado con los sufrimientos de la sociedad.
Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo, a vencer todo pecado: el pecado individual y el " pecado del mundo ", todas las manifestaciones del pecado.
Permite que sea revelado, una vez más en la historia del mundo, el infinito poder salvador de la Redención: ¡El poder del Amor misericordioso! ¡Que ponga un alto a la maldad! ¡Que transforme las conciencias! ¡Que tu Inmaculado Corazón revele para todos la luz de la Esperanza!
Juan Pablo II
miércoles, 9 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
DEFORMACIONES DEL CULTO A LA VIRGEN MARÍA
Deformaciones del culto a María
San Luis María Grignion de Montfort
90. Presupuestas las cinco verdades anteriores, es preciso, ahora más que nunca, hacer una buena elección de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. En efecto, hoy más que nunca, nos encontramos con falsas devociones que fácilmente podrían tomarse por verdaderas. El demonio, como falso acuñador de moneda y ladrón astuto y experimentado, ha engañado y hecho caer ya a muchas almas por medio de falsas devociones a la Santísima Virgen y cada día utiliza su experiencia diabólica para engañar a muchas otras, entreteniéndolas y adormeciéndolas en el pecado, so pretexto de algunas oraciones mal recitadas y de algunas prácticas exteriores inspiradas por él.
Como un falsificador de moneda no falsifica ordinariamente sino el oro y la plata y muy rara vez los otros metales, porque no valen la pena, así el espíritu maligno no falsifica las otras devociones tanto como las de Jesús y María la devoción a la Sagrada. Comunión y la devoción a la Virgen porque son entre las devociones, lo que el oro y la plata entre los metales.
91. Es, por ello, importantísimo:
1° conocer las falsas devociones para evitarlas y las verdaderas para abrazarlas,
2° conocer cuál es, entre las diferentes formas de devoción verdadera a la Santísima Virgen, la más perfecta, la más agradable María, la más gloriosa para el Señor y la más eficaz para nuestra santificación, a fin de optar por ella.
92. Hay, a mi parecer, siete clases de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima Virgen, a saber:
1° los devotos críticos;
2° los devotos escrupulosos;
3° los devotos exteriores;
4° los devotos presuntuosos;
5° los devotos inconstantes;
6° los devotos hipócritas;
7° los devotos interesados.
a. Los devotos críticos
93. Los devotos críticos son, por lo común, sabios orgullosos, engreídos y pagados de sí mismos, que en el fondo tienen alguna devoción a la Santísima Virgen, pero critican casi todas las formas de piedad con las que las gentes sencillas honran ingenua y santamente a esta buena Madre, sólo porque no se acomodan a sus fantasías. Ponen en duda todos los milagros e historias referidas por autores fidedignos o extraídas de las crónicas de las Ordenes religiosas, que atestiguan la misericordia y poder de la Santísima Virgen. Se irritan al ver a las gentes sencillas y humildes arrodilladas para rogar a Dios ante un altar o imagen de María o en la esquina de una calle... Llegan hasta a acusarlas de idolatría, como si adorarán la madera o la piedra. En cuanto a ellos así dicen no gustan de tales devociones exteriores ¡ni son tan cándidos para creer a tantos cuentos e historietas como corren acerca de la Santísima Virgen! Si se les recuerdan las admirables alabanzas que los Santos Padres tributan a María, responden que hablaban como oradores, en forma hiperbólica, o dan una falsa explicación de sus palabras. Esta clase de falsos devotos y gente orgullosa y mundana es mucho de temer: hace un daño incalculable a la devoción a la Santísima Virgen, alejado de Ella definitivamente a los pueblos so pretexto de desterrar abusos.
b. Los devotos escrupulosos.
94. Los devotos escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre, rebajar al Uno al honrar a la Otra. No pueden tolerar que se tributen a la Santísima Virgen las justísimas alabanzas que le prodigaron los Santos Padres. Toleran penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a aquello o si los que oran a la Santísima Virgen, no orasen a Jesucristo por medio de Ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Madre de Dios ni que los fieles acudan a Ella tantas veces.
Oigamos algunas de sus expresiones más frecuentes: "¿De qué sirven tantos Rosarios? ¿Tantas congregaciones y devociones exteriores a la Santísima Virgen? ¡Cuánta ignorancia hay en tales prácticas! ¡Esto es poner en ridículo nuestra religión! ¡Hábleme más bien de los devotos de Jesucristo! Y, al pronunciar frecuentemente este nombre, lo digo entre paréntesis, no se descubren. Hay que recurrir solamente a Jesucristo. El es nuestro único mediador. Hay que predicar a Jesucristo: ¡esto es lo sólido!"
Y lo que dicen es verdad en cierto sentido. Pero, la aplicación que hacen de ello para combatir la devoción a la Santísima Virgen es muy peligrosa, es un lazo sutil del espíritu maligno, so pretexto de un bien mayor. Porque ¡nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen! Efectivamente, si se la honra, es para honrar más perfectamente a Jesucristo y si vamos a Ella, es para encontrar el camino que nos lleve a la meta, que es Jesucristo.
95. La iglesia, con el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús". Y esto, no porque la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a El lo cual sería intolerable herejía sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la Santísima Virgen y contra sus falsos devotos escrupulosos. "María, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús".
c. Los devotos exteriores.
96. Los devotos exteriores son personas que cifran toda su devoción a María en prácticas externas. Solo gustan de lo exterior de esta devoción, porque carecen de espíritu interior. Rezan muchos Rosarios, pero atropelladamente. Participan en muchas Misas, pero sin atención. Se inscriben en todas las cofradías marianas, pero sin enmendar su vida, sin vencer sus pasiones, ni imitar las virtudes de la Santísima Virgen. Sólo gustan de lo sensible de la devoción, no buscan lo sólido. De suerte que si no experimentan algo sensible en sus prácticas piadosas, creen que no hacen nada, se desalientan y lo abandonan todo o lo hacen por rutina.
El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores. No hay gente que más critique a las personas de oración, que se empeñan en lo interior como lo esencial, aunque sin menospreciar la modestia exterior, que acompaña siempre a la devoción verdadera.
d. Los devotos presuntuosos
97. Los devotos presuntuosos son pecadores aletargados en sus pasiones o amigos de lo mundano.
Bajo el hermoso nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen, esconden el orgullo, la avaricia, la lujuria, la embriaguez, el perjurio, la maledicencia o la injusticia, etc.; duermen en sus costumbres perversas, sin hacerse mucha violencia para corregirse, confiados en que son devotos de la Santísima Virgen; se prometen a sí mismos que Dios les perdonará, que no morirán sin confesión ni se condenarán, porque rezan el Rosario, ayunan los sábados, pertenecen a la cofradía del Santo Rosario, a la del escapulario y otras congregaciones, llevan el hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.
Cuando se les dice que su devoción no es sino ilusión diabólica y perniciosa presunción, capaz de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que dios es bondad y misericordia; que no nos ha creado para perdición; que no hay hombre que no peque, que basta un buen "¡Señor, pequé!" a la hora de la muerte. Y añaden que son devotos de la Santísima Virgen; que llevan el escapulario, que todos los días rezan puntualmente siete Padrenuestros y Avemarías en su honor y, algunas veces, el Rosario o el Oficio de Nuestra Señora, que ayunan, etc.
Para confirmar sus palabras y cegarse aún más, alegan algunos hechos verdaderos o falsos poco importa que han oído o leído, en los que se asegura que personas muertas en pecado mortal y sin confesión, gracias a que durante su vida hablan rezado algunas oraciones o ejercitado algunas prácticas de devoción en honor de la Virgen resucitaron para confesarse o su alma permaneció milagrosamente en el cuerpo hasta que lograron confesarse o, a la hora de la muerte, obtuvieron del Señor, por la misericordia de María, el perdón y la salvación. ¡Ellos esperan correr la misma suerte!
98. Nada, en el cristianismo, es tan perjudicial a las gentes como esta presunción diabólica. Porque, ¿Cómo puede alguien decir con verdad que ama y honra a la Santísima Virgen, mientras con sus pecados hiere, traspasa, crucifica y ultraja despiadadamente a Jesucristo, su Hijo? Si María se obligara a salvar por su misericordia a esta clase de personas, ¡Autorizaría el pecado y ayudaría a crucificar a su Hijo! Y esto, ¿quién osaría siquiera pensarlo?
99. Protesto que abusar así de la devoción a la Santísima Virgen devoción que después de la que se tiene al Señor en el Santísimo Sacramento es la más santa y sólida de todas constituye un horrible sacrilegio, el mayor y menos digno de perdón después de la comunión sacrílega. Confieso que, para ser verdadero devoto de la Santísima Virgen, no es absolutamente necesario que seas tan santo, que llegues a evitar todo pecado aunque esto sería lo más deseable. Pero es preciso, al menos (¡nota bien lo que digo!):
1º mantenerse sinceramente resuelto a evitar, por lo menos, todo pecado mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo;
2º violentarse para evitar el pecado;
3º inscribirse en las cofradías, rezar los cinco o quince misterios del Rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.
100. Todas estas buenas obras son maravillosamente útiles para lograr la conversión de los pecadores por endurecidos que estén. Y si tú, lector, fueras uno de ellos, aunque ya tuvieras un pie en el abismo... te las aconsejo, a condición de que las realices con la única intención de alcanzar de Dios por intercesión de la Santísima Virgen la gracia de la contrición y perdón de tus pecados y vencer tus hábitos malos y no para permanecer tranquilamente en estado de pecado, no obstante los remordimientos de la conciencia, el ejemplo de Jesucristo y de los santos y las máximas del Santo Evangelio.
e. Los devotos inconstantes.
101. Los devotos inconstantes son los que honran a la Santísima Virgen a intervalos y como a saltos. Ahora fervorosos, ahora tibios... En un momento parecen dispuestos a emprenderlo todo por su servicio, poco después ya no son los mismos. Abrazan de momento todas las devociones a la Santísima Virgen y se inscriben en todas sus cofradías, pero luego no cumplen sus normas con fidelidad. Cambian como la luna. Y María los coloca debajo de sus pies junto a la medialuna, porque son volubles e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, que se distinguen por la fidelidad y la constancia. Mas vale no recargarse con tantas oraciones y prácticas devotas y hacer menos pero con amor y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne.
f. Los devotos hipócritas
102. Hay todavía otros falsos devotos de la Santísima Virgen: los devotos hipócritas. Encubren sus pecados y costumbres pecaminosas bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los demás por lo que no son.
g. Los devotos interesados.
103. Existen, finalmente, los devotos interesados. Son aquellos que sólo acuden a María para ganar algún pleito, evitar un peligro, curar de una enfermedad o por necesidades semejantes... sin las cuales no se acordarían de Ella.
Unos y otros son falsos devotos, en nada aceptos a Dios ni a su Santísima Madre.
104. Pongamos, pues, suma atención a fin de no ser del número.
• de los devotos críticos, que no creen en nada pero todo lo critican;
• de los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima. Virgen por respeto a Jesucristo;
• de los devotos exteriores, que hacen consistir toda su devoción en prácticas exteriores;
• de los devotos presuntuosos, que bajo el oropel de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados en el pecado;
• de los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación.
• de los devotos hipócritas, que entran en las cofradías y visten la librea de la Santisima Virgen para hacerse pasar por santos.
• y finalmente de los devotos interesados, que sólo recurren a la Virgen para librarse de males corporales o alcanzar bienes de este mundo.
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