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domingo, 30 de agosto de 2015
NOVENA A LA VIRGEN NIÑA, DEL 31 DE AGOSTO AL 8 DE SEPTIEMBRE
Novena a la Virgen Niña
Oraciones para cada día por la solemne conmemoración del Nacimiento de la Santísima Virgen. Del 31 agosto al 8 de septiembre
Por: Devocionario Católico | Fuente: www.devocionario.com
ORACIÓN INICIAL
¡Oh María santísima! elegida y destinada desde la eternidad por la augustísima Trinidad para Madre del unigénito Hijo del Padre, anunciada por los Profetas, esperada de los Patriarcas, y deseada de todas las gentes; sagrario y templo vivo del Espíritu Santo, sol sin mancha, porque fuisteis concebida sin pecado original, Señora del cielo y de la tierra, Reina de los Ángeles; nosotros humildemente postrados os veneramos, y nos alegramos de la solemne conmemoración anual de vuestro felicísimo Nacimiento; y de lo mas íntimo de nuestro corazón os suplicamos que os dignéis benigna venir a nacer espiritualmente en nuestras almas, para que cautivadas estas por vuestra amabilidad y dulzura, vivan siempre unidas a vuestro dulcísimo y amabilísimo Corazón.
Día 1. Ahora con nueve distintas salutaciones contemplaremos los nueve meses que estuvisteis encerrada en el seno materno; diciéndoos que oriunda de la Real prosapia de David, salisteis con grande honor a luz de las entrañas de santa Ana vuestra afortunadísima madre. Avemaría.
Día 2. Os saludamos, oh Niña celestial, paloma candidísima de pureza, que a despecho del infernal dragón fuisteis concebida sin pecado original. Avemaría.
Día 3. Os saludamos, oh Aurora brillantísisima, que como precursora del Sol de justicia, trajisteis la primera luz al mundo. Avemaría.
Día 4. Os saludamos, oh Elegida, que, cual sol sin mancha alguna, despuntasteis en la noche más tenebrosa del pecado. Avemaría.
Día 5. Os saludamos, oh bellísima Luna, que iluminasteis al mundo envuelto en las más densas tinieblas del gentilismo. Avemaría.
Día 6. Os saludamos como a esforzada amazona, que sola, a manera de un numeroso ejército, pusisteis en fuga a todo el infierno. Avemaría.
Día 7. Os saludamos, oh hermosa alma de María, a quien Dios poseyó desde la eternidad. Avemaría.
Día 8. Os saludamos, oh amada Niña, y veneramos vuestro santísimo cuerpecito, los sagrados pañales en que fuisteis envuelta, y la sagrada cuna en que estuvisteis acostada, y bendecimos el punto y momento en que nacisteis. Avemaría.
Día 9. Os saludamos finalmente, oh amada Niña, como adornada de todas las virtudes en grado inmensamente mas elevado que los otros Santos, y que, hecha digna Madre del Salvador, y habiendo concebido por virtud del Espíritu Santo, paristeis al Verbo encarnado. Avemaría.
***
ORACIÓN FINAL
¡Oh graciosísima Niña! que con vuestro feliz nacimiento habéis consolado al mundo, alegrado al cielo y aterrado al infierno; habéis dado ayuda a los caídos, consuelo a los tristes, salud a los enfermos y alegría a todos; os suplicamos con los mas fervorosos afectos que renazcáis espiritualmente con vuestro santo amor en nuestras almas; renovad nuestro espíritu para que os sirvamos, encended de nuevo nuestro corazón para que os amemos; y haced florecer en nosotros aquellas virtudes con las que podamos hacernos siempre mas agradables a vuestros benignísimos ojos. ¡Oh María! Sed para nosotros María, haciéndonos experimentar los saludables efectos de vuestro suavísimo Nombre; sírvanos la invocación de este Nombre de alivio en los trabajos, de esperanza en los peligros, de escudo en las tentaciones, de aliento en la muerte. Sea el Nombre de María como la miel en la boca, la melodía en el oído, y el júbilo en el corazón. Así sea.
sábado, 29 de agosto de 2015
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: "Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tu eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. Amén.
LA INTERCESIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Intercesión
Fray Ángel Martín Fernández
Madre de Dios que acoges amorosa
nuestra piedad,
tú que estás a la diestra
de Jesús, y conoces
su lado bueno, atiende
a quien acude a ti, cansado
de tanto andar, no siempre
por las piedras más llanas del camino.
Hoy me llego hasta ti, Madre, seguro
de tu favor. Nadie mejor, Señora,
para mediar ante la bondadosa
mano del Hijo.
Pon un beso
en mi nombre en la llaga desangrada
que le clavó al madero
encarnizado de mi ingratitud.
Necesito sentirme tan cercano
a su dolor, que el mismo clavo
que destrozó su mano, clave el pulso
desconcertado de mi sufrimiento.
Tú que estás a la diestra
de Jesús, no distraigas
la mirada de amor con que mirabas
sus ojos, protegiendo
sus días claros y sus claras noches.
MARÍA ES UNA MUJER CON EL CORAZÓN EN EL CIELO
María es una mujer con el corazón en el cielo
La alegría no puede abandonar nunca a quien cree en Dios. Y éste debería ser el rostro de nosotros los cristianos.
Por: Juan J. Ferrán, L.C. | Fuente: Catholic.net
María es una mujer alegre. La alegría es la virtud de los resucitados, de los que tienen a Dios, de los que han puesto su corazón en el cielo. Vemos esta alegría en María Magdalena cuando descubre al Resucitado, en los discípulos de Emaús cuando reconocen a Cristo en la fracción del pan, en los apóstoles cuando Cristo resucitado se les presenta en el Cenáculo.
La alegría no puede abandonar nunca a quien cree en Dios. Y éste debería ser el rostro de nosotros los cristianos que ya vivimos de alguna forma nuestra fe en la resurrección. Por el contrario, la tristeza, como vivencia habitual y permanente, no entra nunca, pase lo que pase, en la vida de quien cree en Cristo.
María es una mujer con el corazón en el cielo. María veía todo a través del cielo. ¿Qué importancia tenían el sufrimiento, las carencias, las luchas, los sacrificios, los esfuerzos, las renuncias, los momentos difíciles, cuando todo eso se ve desde el cielo? Ninguna. Todo es parte de ese camino hacia el cielo, ese camino estrecho que tanto asusta al ser humano, que conduce a Dios. Ella ha sido nuestra precursora en este camino, dándonos ejemplo. Sigamos a María en esta vida que sin duda es para todos "un valle de lágrimas", pero tengamos siempre el corazón arriba, junto a Dios, con espíritu de resucitados.
Dios nos ha dado a María como Madre, Abogada, Intercesora, Mediadora, Amiga y Compañera. En la espiritualidad cristiana debe haber un gran sitio para María en el corazón de cada cristiano. De lo contrario nuestra espiritualidad estaría incompleta, sería muy pobre. Podríamos proponer algunos caminos o medios de espiritualidad mariana para nuestro corazón de cristianos.
El amor tierno y filial a María. María debe convertirse en la vida de un cristiano en objeto de ternura, de cariño, de afecto. A María hay que quererla como se quiere a una madre. Lejos de nuestra espiritualidad una actitud seca, austera, distante, fría hacia quien nos ama tanto, hacia quien aboga tanto por nosotros ante Dios, ante quien tanto nos cuida, ante quien vigila nuestros pasos para que no caigamos en el mal. De ahí la necesidad de tener con María momentos de encuentro, diálogos cordiales, intimidad y confianza. No puede pasar un día en nuestra vida que no nos dirijamos a Ella con la sencillez de un niño a contarle a nuestra Madre del Cielo nuestros problemas, nuestras alegrías, nuestras luchas, nuestros planes.
Pero la devoción a María no debe quedarse sólo en un afecto y amor, porque entonces se empobrecería. Debe convertirse en imitación de sus virtudes. Para nosotros María es la obra perfecta de Dios y en Ella resaltan con luz muy especial todos aquellos aspectos de una vida que agradan a Dios. Aunque nunca seremos tan perfectos como Ella, sin embargo podemos seguir sus pasos para llegar a Cristo a través de María. Su mayor deseo es que amemos a su Hijo, que seamos como Él, que vivamos su Evangelio. ¡Qué María sea nuestra guía en este camino!
Y no olvidemos esas formas de oración particular centradas en María como pueden ser el Santo Rosario. Una devoción que hay que llegar a gustar y gozar, metiendo el corazón en cada Avemaría, en cada invocación, en cada recuerdo de María. En casa en familia, ante el Santísimo, en los viajes, el rosario debe ser nuestro acompañante.
miércoles, 26 de agosto de 2015
LA BELLEZA DEL PERDÓN
La belleza del perdón
Autor: Padre Juan Carlos Ortega Rodríguez
El Santo Padre nos recuerda cómo algunos cristianos han abandonado la práctica de este sacramento debido al profundo sentido de justicia que cultivan en su interior y que les lleva a "probar un sentimiento de indignidad ante la grandeza del don recibido. En realidad tienen razón en sentirse indignos" (Carta a los sacerdotes con motivo del Jueves Santo, 15 de marzo de 2001, n.6).
Parecería que estas palabras son contradictorias. Por una parte afirma el Papa que es bueno sentirnos indignos; pero por otra parece que este sentimiento nos aparta de uno de los principales sacramentos.
En realidad la contradicción dependerá no del sentido de indignidad, que todos debemos experimentar, sino del fundamento de la indignidad. Nos hará mal si se funda en la justicia, en cambio será una ayuda si lo basamos en el amor. Me explicaré.
La sociedad actual ha desarrollado fuertemente el sentido de justicia. Hace unos meses comentaba con un amigo este hecho que, aunque positivo, no es suficiente para saciar al ser humano. Más aún, si permanecemos en la sola justicia el hombre se empobrece pues su anhelo más profundo no se limita en ser justo sino que va más allá, deseando amar y ser amado.
Uno de los síntomas de un matrimonio sano es cuando cada uno considera que recibe del otro más de lo que uno mismo merece, es decir, cuando uno se considera indigno de la persona amada. Cuando ambos se consideran indignos del otro es señal que su relación se basa en el amor y no en la justicia.
En efecto, considerarse, en cierta medida, indigno de la persona amada ayuda a valorar los dones que de ella se recibe y ayuda a superar el sentido de culpabilidad por los propios errores.
Si uno se considera indigno, valorará como algo gratuito y no merecido todo el cariño y entrega que de la persona amada recibe; en cambio, si uno se considera digno de tal amor, todos esos detalles serán recibidos como simple respuesta de justicia debida.
De igual modo, uno acepta los propios errores de modo diverso dependiendo de si se vive en una actitud de amor o simplemente de justicia. Si la relación se basa en la justicia, nacerá un sentido de culpabilidad que no sanará incluso si la otra parte perdona, pues nunca se merece el perdón.
Pero si la relación se basa en el amor, los fallos "lejos de deprimir el entusiasmo, le pondrá alas" (n. 9) para encontrar nuevos y mejores modos de manifestar el amor.
Algo similar nos ocurre cuando consideramos nuestros pecados de cara a la constante fidelidad de Dios. Si mi relación con el Señor se basa en la justicia siempre me sentiré culpable e indigno y su amor de Dios, en vez de ayudarme, me abrumará e, incluso, no aceptaré su perdón pues no me lo
merezco.
Pero todo es diverso si mi relación con Él se funda en el amor.
Cierto que probaremos, "como Pedro, el mismo sentimiento de indignidad ante la grandeza del don divino". Pero el amor será capaz de superar las consecuencias de mi indignidad. Llama la atención cómo Jesucristo no exige en primer lugar a Pedro que le pida perdón sino que se le ame: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?" (Jn 21, 15) "Es sobre la base de este amor consciente de la propia fragilidad" que nacerá nuevamente la confianza y la entrega a la persona amada.
Pedro, lleno de amor por el Maestro, y viéndose incapaz de obtener fruto, confía plenamente en su palabra. La pesca milagrosa es muy significativa. Cristo no pide a Pedro algo nuevo o diverso de lo que había realizado antes. Le pido lo mismo, lanzar las redes como hizo en la noche,pero en esta ocasión fiándose de su palabra. "Jesús pide un acto de confianza en su palabra" (n. 7).
El cristiano que ama de verdad a Cristo, sabiéndose pecador e indigno, se acerca a la confesión. Sabe que por sí mismo no es capaz de cambiar, por eso se fía de Dios y de su perdón. Y regresa a su vida para lanzar nuevamente las redes con la seguridad de que la gracia alcanzada en la confesión iniciará a llenar sus redes de buenas obras. Cuando uno ama, el hecho de saberse indigno le impulsa a confiar en la persona amada, es decir, a fiarse plenamente de su amor.
Pedro, porque ama al Señor, aunque se sienta indigno, no sólo confía en Él, sino que "se siente en la necesidad de testimoniar y de irradiar su amor". De igual modo, el cristiano que se sabe indigno pero ama, es impulsado por el amor a entregarse con más ahínco a la persona que ama para demostrarle que aquel error o fallo no expresa realmente lo que su corazón siente por Él.
El cristiano es alguien que se sabe indigno de un Dios tan grande y por ello confía, ama y se entrega a Él.
Quien se confiesa es aquella persona que, consciente de su pecado, desea escuchar del Señor las palabras: ’lanza otra vez tus redes, pero en esta ocasión confiando en mí’.
Quien se confiesa es aquella persona que quiere decir a Dios: te amo, por eso, no tengas en cuanta mis pecados sino la fe y el amor de mi corazón.
EL ÁNGELUS
EL ÁNGELUS
El Ángel del Señor anunció a María.
Y ella concibió por obra del Espíritu Santo.
Ave María.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Ave María.
La palabra se hizo carne.
Y acampó entre nosotros.
Ave María
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos
Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.
Por Cristo, nuestro Señor.
Amén.
martes, 25 de agosto de 2015
NUNCA ME SIENTO SOLO, VIRGEN MARÍA!
Nunca me siento solo
Rafael Ángel Marañón
Cuando pienso en María nunca me siento solo,
Que a su lado el doliente nunca conoce el dolo;
Tuve el alma muy fría, mas no me dejó solo,
Y ahora voy con ella sin fin ni protocolo.
Siento la paz del alma y sólida esperanza,
Pues ya no hay más esfuerzo, sino divina holganza;
Sosiego sin angustia y voces de alabanza
Inmersos totalmente en la eterna alianza.
Y para que a los sones de cítara vibrante,
Sepamos que a los cielos seguimos adelante
Con paso aligerado y paz en el semblante,
Pues la luz de María nos precede radiante.
Es gozo y confianza, por que es feliz camino
A la gruta velada, hacia el feliz destino
De Cristo nuestra vida, abogado divino
Que sale a recibir al pobre peregrino.
Y así todos en uno, al padre omnipotente,
Con amor sin fisuras, vestidos dignamente
Por la sangre del hijo y su madre doliente,
Marchamos hacia el Cielo morada permanente.
domingo, 23 de agosto de 2015
DAME UN CORAZÓN DE NIÑO, VIRGEN MARÍA
Dame un corazón de niño
L. de Grandmaison
Virgen María, Madre de Dios,
dame un corazón de niño,
puro y transparente
como el agua de una fuente.
Dame un corazón sencillo
que no se goce
en la amargura de la tristezas.
Un corazón grande para darse
y tierno a la compasión.
Un corazón fiel y generoso
que no olvide ningún beneficio
ni guarde ningún rencor.
Dame un corazón manso y humilde,
que ame sin exigir ser amado,
que goce desapareciendo en otro corazón
y dispuesto a hacer la voluntad divina.
Dame un corazón grande y valiente
que no se cierre por ninguna ingratitud
ni se canse por ninguna indiferencia.
viernes, 21 de agosto de 2015
JUAN ACOGE A LA VIRGEN MARÍA
Juan te acoge
Emma-Margarita R.A. -Valdés
Es Juan, el galileo,
nacido en la evangélica Betsaida,
hijo de Zebedeo y Salomé,
a quién tu hijo te deja encomendada.
Es símbolo de tu maternidad
para el mundo, tu casa.
Juan significa hermano,
dice su nombre su función exacta.
Tenía por oficio pescador.
Con Santiago el Mayor fue pescador de almas,
atendió la llamada del Cordero
desde el Jordán, bautizado en sus aguas.
Estuvo con Jesús en Caná, en Galilea...,
contempla sus milagros y escucha sus palabras.
Juan era "hijo del trueno", por su arrojo,
pero Jesús le amansa,
es su amado discípulo, virginal, predilecto,
interpreta fielmente sus parábolas;
en la última cena
le anuncia la traición que Él esperaba,
y deja que en su pecho
apoye la cabeza, tiene allí su morada.
Juan le siguió contigo
hasta el monte Calvario, esa mañana
de la Pasión y Muerte. De pie bajo la Cruz,
como Madre de todos, fuiste a Juan entregada.
Entiende la importante comisión
y te acoge, te ampara.
Recibe junto a ti al Espíritu Santo.
En la asamblea acata
tu sabio parecer, tu inspiración,
tus claras decisiones y enseñanzas.
Permanece a tu lado, queda en Jerusalén
a pesar de presiones y amenazas;
sólo viajó con Pedro,
a sembrar la Noticia por Samaria.
Instauró la Ley Nueva,
reconoció que Pablo era un patriarca,
y fue con Pedro, Cefas y Santiago
la columna del arco de la Alianza.
Él difundió la Voz a los gentiles,
pueblos que los judíos despreciaban.
Te acompañó en la hora de la muerte
y presenció la gracia
que en brazos del Señor, por el amor del Hijo,
fuiste al Reino elevada.
Juan se trasladó a Éfeso
y la santa doctrina predicaba,
cristianizó a paganos,
le seguía la gente entusiasmada.
Le apresan los infieles y le llevan a Roma,
le insultan, le maltratan,
le introducen en un aceite hirviendo
y sale ileso de las llamaradas.
A la isla de Patmos le deportan.
Muere a edad avanzada.
Es enterrado en la ciudad de Éfeso,
sobre su tumba un templo se levanta.
INMACULADA ERES, MARÍA
Inmaculada eres, María
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R
Belleza trasunta de Dios eres,
derramada sobre el barro nuevo
de la creación, María,
que hace del hombre un ser sagrado,
estética de luz difuminada desde un cielo conmovido,
cuando surges bella cual la aurora
que amanece desde las manos increadas
y siempre creadoras del Dios que dice:
hágase.
Y se hizo el mundo y surgió la vida
y surgiste tú, Mujer universal, María,
donde no cabe más geometría
que la del amor por Dios elaborada
cuando el Espíritu Santo aleteaba
sobre las aguas primordiales
para bañar de armonía tu concepción Inmaculada,
pensada en Mujer destinada
a ser Madre del Dios increado
y del hombre por Él creado.
Eres, María, la Mujer por siempre gloriosa
venida al mundo en azul de cielo
como la paz a raudales derramada
que traspasa el alma con un rayo
de la luz increada del Dios
que al coronar de estrellas tu frente
en el candor espléndido de tu ser
te hizo niña, mujer y madre.
Tu actitud de oración y súplica
es acuarela inmortalizada
en el fervor de los pueblos
a tus plantas con humildad postrados.
Ternura es que alienta
el amor y la confianza de tantos hijos
que al rezar te aclaman:
por Reina y Madre,
de cielos, tierra y corazones.
Iconografía santa eres, María,
Tú, la siempre Inmaculada,
enmarcada de azucenas
para embellecer la fragilidad
de nuestro barro tan humano,
que anhela recuperar su origen primigenio
hasta parecerse a la luz de los ángeles del cielo.
Y mientras con fervor los humanos
el Ave María te rezamos
a tu alrededor aparecen cabecitas de querubes
como volutas de incienso flotando en el espacio
para orlar tu imagen gloriosa
elevándose suavemente a la altura.
Un alborozo de alas en miniatura
hienden suavemente el aire
mientras tus labios absortos
parecen musitar una plegaria sencilla,
que es oración al Creador agradecida.
Admirados, te miramos, tú nos miras,
y al cruzarse nuestros ojos,
con temblor emocionado
desde lo más hondo del anhelo,
el corazón prestadas toma las palabras
del Cantar de los Cantares,
para decirte con el cariño más sincero
salido del rincón más recóndito del alma:
“Qué hermosa eres, María, amada mía,
qué hermosa eres”.
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