domingo, 20 de noviembre de 2016

EL TRONO DE JESÚS ES LA CRUZ, DICE EL PAPA FRANCISCO EN LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


El trono de Jesús es la cruz, dice el Papa en Solemnidad de Cristo Rey

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa.



VATICANO, 20 Nov. 16 / 07:32 am (ACI).- En la homilía de la Misa que presidió en la Plaza de San Pedro el 20 de noviembre, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo y tras clausurar el Año de la Misericordia, el Papa Francisco destacó que el trono de Jesús es la cruz.

El Santo Padre indicó que “el Evangelio presenta la realeza de Jesús al culmen de su obra de salvación, y lo hace de una manera sorprendente”.

“Su realeza es paradójica: su trono es la cruz; su corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano; no viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos deslumbrantes en los dedos, sino sus manos están traspasadas por los clavos; no posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas”.

Francisco subrayó que la grandeza del reino de Cristo “no es el poder según el mundo, sino el amor de Dios, un amor capaz de alcanzar y restaurar todas las cosas”.

“Por este amor, Cristo se abajó hasta nosotros, vivió nuestra miseria humana, probó nuestra condición más ínfima: la injusticia, la traición, el abandono; experimentó la muerte, el sepulcro, los infiernos”.

El Santo Padre señaló que en esta Solemnidad “proclamamos esta singular victoria, con la que Jesús se ha hecho el Rey de los siglos, el Señor de la historia: con la sola omnipotencia del amor, que es la naturaleza de Dios, su misma vida, y que no pasará nunca”.

El Papa exhortó además a los fieles a acoger “personalmente” a Jesús y reconocerlo como “el Señor de nuestra vida”.

ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS


Este es el rey de los judíos



El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo. 

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso. 

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga». 

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo. 

El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella". 

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?


José Antonio Pagola

HOY 20 DE NOVIEMBRE ES LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


¡Feliz Solemnidad de Cristo Rey!


 (ACI).- "Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad" (Jn 18, 36-37). Con la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia Católica concluye el Año Litúrgico recordando a los fieles y al mundo que nadie y ninguna ley está por encima de Dios.

La Solemnidad fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.


La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejó Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

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La fiesta


Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. "Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten en miembros del Reino de Dios.

"Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. ...No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad." (Jn 17, 9-11.15-17)

Ésta es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual se ha sacrificado: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros." Y pide que a pesar de estar en el mundo vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios.

Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor.



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ORACIONES A CRISTO REY


Oraciones a Cristo Rey


¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal
Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado
Ejerce sobre mí todos tus derechos
Renuevo las promesas de mi bautismo, 
renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; 
y prometo vivir como buen cristiano
Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, 
el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia
Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras 
para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza
y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.




Oración: Que viva mi Cristo

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey
que impere doquiera triunfante su ley,
que impere doquiera triunfante su ley.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!
Mexicanos un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión
a ese Padre gozosos cantemos,
empuñando con fe su pendón.
Él formó con voz hacedora
cuanto existe debajo del sol;
de la inercia y la nada incolora
formó luz en candente arrebol.
Nuestra Patria, la Patria querida,
que arrulló nuestra cuna al nacer
a Él le debe cuanto es en la vida
sobretodo el que sepa creer.
Del Anáhuac inculto y sangriento,
en arranque sublime de amor,
formó un pueblo, al calor de su aliento
que lo aclama con fe y con valor.
Su realeza proclame doquiera
este pueblo que en el Tepeyac,
tiene enhiesta su blanca bandera,
a sus padres la rica heredad.
Es vano que cruel enemigo
Nuestro Cristo pretenda humillar.
De este Rey llevarán el castigo
Los que intenten su nombre ultrajar.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 20 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 20



Si abrimos la Biblia en su primera página, encontramos aquella afirmación sobre el origen del hombre: “Dios sopló en su nariz un aliento de vida”.
Eso es el hombre, nada más que eso, pero nada menos que eso: un aliento de Dios, un algo de Dios, algo vital como es el aliento.
El hombre lleva en sí un poco del calor de Dios, de ese calor que es fecundo y que da vida.
Pero si es calor de Dios, ¿por qué no se convierte en llama que encienda cuanto se halle alrededor suyo? Si es calor de Dios, ¿por qué va esparciendo frío en sus relaciones, frío de resentimientos, frío de hostilidades, frío de egoísmo? 
No está llamado a ser témpano sino fuego; donde hay témpanos, hay frío; donde hay frío, no hay vida. En cambio donde hay fuego, hay calor, y donde hay calor surge en el acto la vida.
“Tú les diste tu buen Espíritu para que supieran discernir… Ellos clamaban a ti; tú los escuchabas desde el cielo; y por tu gran misericordia los salvaste… Tú fuiste paciente con ellos durante muchos años; les advertiste con tu Espíritu… por tu inmensa ternura, no los has abandonado, porque eres un Dios compasivo y misericordioso” (Neh 9,20-31)


* P. Alfonso Milagro

FELIZ DOMINGO... VIVA CRISTO REY!!!


sábado, 19 de noviembre de 2016

MENSAJE DE JESÚS PARA TI


Mensaje de Jesús para ti


La actitud de confianza en Dios es frecuente en la Biblia: recorre casi todas sus páginas; las personas que desfilan por ellas son confrontadas con esta señal del varón justo, para quien Dios es único bien y poderoso refugio. La confianza es un aspecto de la misma fe, pero tiene un matiz cordial. Jesús te habla con suavidad y dulzura.

“¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No desesperes; no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: “Jesús, yo confío en ti”. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, yo confío en ti”. Y verás grandes milagros. Te lo prometo por mi amor.” Jesús.

La confianza, que es abandonarse en el Señor, te dejará sereno y tranquilo en medio de las tempestades de la vida, porque te has fiado nada menos que de Dios que es poderoso, bondadoso y fiel. El salmista afirma: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, pues no quedará defraudado”.  Anímate a intentarlo.


* Enviado por el P. Natalio 

OCHO COSAS QUE NO SABÍAS DE LA FIESTA DE CRISTO REY


8 cosas que tal vez no sabías de la Fiesta de Cristo Rey


 (ACI).- En el calendario litúrgico, mañana es la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, comúnmente conocida como la Fiesta de Cristo Rey.

Es el último domingo del año litúrgico (Adviento empieza en una semana) y esta fiesta nos recuerda que sin importar lo que los poderes de la tierra nos pidan hacer, Cristo es el verdadero rey que debe reinar en nuestros corazones.

Conoce 8 detalles de esta impresionante fiesta gracias a Churchpop.com:

1. Fue instituida hace solo 90 años, en 1925.

Luego de la Primera Guerra Mundial, en medio del crecimiento del comunismo en Rusia, y con ocasión del 1600 aniversario del Concilio de Nicea (año 325), el Papa Pío XI instituyó la fiesta en 1925 a través de la encíclica Quas Primas. Su primera celebración tuvo lugar en 1926.

2. Se celebró por primera vez el día de Halloween en 1926.


Fue originalmente establecida para el último domingo de octubre, justo antes de la Fiesta de Todos los Santos. En el año 1926, cuando se celebró por primera vez, ese domingo coincidió con el 31 de octubre.

3. Fue el Beato Pablo VI quien en 1969, revisó la fiesta y le dio su nombre y fecha actual.

El Papa Pablo VI dio a la fiesta su actual título completo (la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo) y la trasladó al último domingo del año litúrgico.

4. La fiesta fue una respuesta al crecimiento de la secularización, el ateísmo y el comunismo.

Mientras el mundo pedía elocuentemente a los cristianos que deben restringir su religión y dar una mayor lealtad a los gobiernos, el Papa Pío XI escribió respecto a la fiesta:

"Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía. Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas". (Quas Primas, 34)

5. Pese a sus orígenes católicos, la fiesta es celebrada por muchos protestantes.

A pesar de que fue creada hace menos de cien años en la Iglesia Católica, algunos anglicanos, luteranos, metodistas y presbiterianos celebran la fiesta.

6. En la Iglesia protestante de Suecia, este domingo es llamado "Domingo de la condena".

Aunque oficialmente los protestantes de Suecia celebran esta fiesta como "El regreso de Cristo", su nombre coloquial "Domingo de la Condena" procede del hecho de que le dan un enfoque particular en el Juicio Final y la segunda venida de Cristo.


7. Algunos anglicanos se refieren a este domingo como "Domingo de la agitación".

Obtiene este nombre por dos razones:

En primer lugar, la oración colecta anglicana para el día comienza con las palabras, “agitad, despertad, te suplicamos oh Señor, las voluntades de tus fieles…”

En segundo lugar, algunas de las antiguas recetas del pudín o pan dulce requieren que el pudín se agite y se asiente durante varias semanas antes de ser cocinados. Este domingo se convirtió en un día que la gente tradicionalmente comenzaba a preparar el pudín cristiano, que incluye “agitar”.

Estas dos cosas se juntaron en las mentes de los anglicanos y según la Wikipedia: “Supuestamente, los cocineros, esposas y sus sirvientes iban a la iglesia, y escuchaban las palabras ‘agitad, te suplicamos, oh Señor…’, y les recordaba, por asociación de ideas, que ya era hora de empezar a agitar los pudines de Navidad”.

8. La estatua de "Cristo Rey" de Polonia es la más grande estatua de Jesucristo Rey del Universo en el mundo.

Con 33 metros de altura (un metro por cada año de la vida terrenal de Jesús) y 3 metros de base, la estatua del Cristo Rey de Swlebodzin en el noroeste de Polonia es tres metros más alta que el Cristo Redentor de Río de Janeiro, Brasil.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 19 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 19


Conocida es la oración atribuida a Francisco de Asís; puede servirnos para nuestra reflexión de hoy.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz… ¡Qué trágico sería convertirse en instrumento destructor de la paz!

Donde haya odio, ponga yo amor… Horrible, si donde hay amor, siembro el odio.

Donde haya ofensa, ponga yo perdón… Que después del perdón, no ponga yo nueva ofensa.

Donde haya discordia, ponga yo la unión…  Nunca permitas que sea yo el elemento de discordia entre los hermanos.

Donde haya error, ponga yo tu verdad; donde haya duda, ponga yo mi fe… Y no siembre el escepticismo y la confusión.

Finalmente, donde haya tristeza, siembre la semilla de la alegría y del optimismo, de la confianza en la bondad de Dios.
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación”
 (Rom 5,10-11).


* P. Alfonso Milagro

CELEBRAR A CRISTO REY


Celebrar a Cristo Rey
¡Lo proclamamos nosotros a los cuatro vientos con humildad gozosa! Sobre todo, con la fidelidad diaria a nuestros deberes cristianos.


Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net 




Último Domingo de Calendario Litúrgico, dedicado a celebrar la festividad de Jesucristo Rey.

Una solemnidad moderna que nos gusta mucho a los creyentes.

Instituida por la Iglesia precisamente en los tiempos de la democracia, para demostrar que la soberanía de Jesucristo no tiene condicionamientos humanos, ni es Jesucristo un Jefe elegido por votación popular, ni va a ser un día echado de su trono o suplantado por otro rival que le venga a privar de sus derechos.

Empezamos por escuchar al mismo Jesús, que reivindica su condición real ante una autoridad civil, la cual le puede hacer pagar caro su atrevimiento de proclamarse Rey.

Condenado ya como blasfemo por la Asamblea del pueblo judío, Jesús es llevado al tribunal de Roma, que no se va a meter en cuestiones religiosas sino en asuntos civiles.

Y empieza Pilato por la pregunta clave:
- ¿Tú eres el rey de los judíos?
Jesús sabe muy bien que esto no lo puede decir Pilato por cuenta suya, sino por otros que se los han ido a contar para prevenirlo en contra del acusado. Así que Jesús le pregunta a su vez:
- ¿Lo dices esto por ti mismo, o porque otros te lo han dicho de mí?
Pilato se molesta un poco, aunque le muestra a Jesús respeto y temor:
- ¿Acaso yo soy judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús le contesta, porque la pregunta es sincera, y, además, se la hace la autoridad:
- Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuese de este mundo, mis vasallos hubiesen luchado por mí, para no ser entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí abajo.
Hay mucha dignidad en estas palabras de Jesús, de modo que Pilato, pagano y que nada sabe de la religión judía, sospecha algo misterioso. Por eso vuelve a la primera pregunta, haciéndosela más concreta:
- Entonces, ¿tú eres rey?
Jesús sigue el diálogo con Pilato en un plano de mucha seriedad y sinceridad:
- Sí; yo soy rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Quien es de la verdad, escucha mi palabra.
Pilato no entiende. Pero se da cuenta de que tiene delante de sí a una persona muy especial. De ahí sus esfuerzos por salvarlo de las iras y del griterío que le viene de la calle, azuzada como está la gente por los jefes del pueblo. Su pecado, como le insinuará después el mismo Jesús, es estar haciendo caso a los enemigos personales de este reo en vez de atender los gritos de su conciencia. Jesús le deja como palabra última a Pilato esta confesión:
- Yo soy rey. Aunque mi reino no es de este mundo.
Y Pilato, que quede tranquilo... Jesús no causará ningún problema a los romanos, desde el momento que le asegura que su reino no es político sino espiritual, no de este mundo sino del otro...

Juan escribe su Evangelio para los cristianos, y más que narrar con taquigrafía el dialogo de Jesús con Pilato, quiere hacer ver que aquella calumnia lanzada contra Jesús --de que había sido condenado por revoltoso contra Roma--, carecía de todo fundamento.

La Iglesia de nuestros días ha reflexionado mucho sobre este hecho de la realeza de Jesucristo. Y ha mantenido y mantiene una fiesta que para muchos es inoportuna.

El mundo -que se aleja de Dios con un laicismo y una secularización tan peligrosos, ha de saber que por encima de los acontecimientos humanos y sobre los gustos de la sociedad hay un Rey que reivindica los derechos de Dios.

Ese mundo debe rendirse a Dios, y Jesucristo se proclama Rey para ser el primer testigo de la verdad.

A su Iglesia la constituye signo visible de esta autoridad que Él mantiene sobre el Reino de Dios en el mundo, y le encarga transformar las estructuras sociales de un modo conforme con el querer de Dios.
Jesucristo es Rey, y por eso hace de nosotros los cristianos un pueblo real, libre de toda esclavitud.

En particular nosotros los seglares --instruidos por el Concilio--, sabemos que participamos de la realeza de Jesucristo; somos reconocidos como encargados de promocionar a la persona humana; y se nos encarga meter el Evangelio en la sociedad como el fermento en la masa, llenando del espíritu de Jesucristo todas las realidades sociales, ya que estamos metidos dentro de todas las vicisitudes del pueblo.

Esta nuestra vocación dentro del Pueblo de Dios es un testimonio de la realeza de Cristo.

Porque, si Jesucristo no fuera Rey y no tuviera el dominio y la soberanía sobre todos los hombres y sobre todas las cosas, ¿con qué derecho y autoridad, o con qué título legítimo, nos presentaríamos nosotros ante los demás para hacerles cambiar de opinión, para mudar sus estructuras y modos de ser, para transformar el mundo conforme a nuestro parecer y nuestros gustos?... Aunque este parecer y estos gustos no son nuestros --afortunadamente--, sino del mismo Jesucristo y de su Iglesia.
¡Jesucristo es Rey!

Lo proclamamos nosotros a los cuatro vientos con humildad gozosa.
Lo proclamaron con valentía ante las balas muchos mártires modernos.

Y esta fe que profesan nuestros labios, la queremos proclamar, sobre todo, con la fidelidad diaria a nuestros deberes cristianos..

ORACIÓN A CRISTO REY



ORACIÓN A CRISTO REY

¡Oh Cristo Jesús! Os reconozco por Rey universal. Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado para Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos.

Renuevo mis promesas del Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. 

¡Divino Corazón de Jesús! Os ofrezco mis pobres acciones para que todos los corazones reconozcan vuestra Sagrada Realeza, y que así el reinado de vuestra paz se establezca en el Universo entero. Amén.

QUIENES FRACASAN EN EL MATRIMONIO NO SON EXTRAÑOS EN LA IGLESIA, DICE EL PAPA


Quienes fracasan en el matrimonio no son extraños en la Iglesia, dice el Papa a obispos
Por Walter Sánchez Silva
 Foto: Daniel Ibáñez ( ACI Prensa)



VATICANO, 18 Nov. 16 /  (ACI).- El Papa Francisco explicó que los obispos tienen el deber de acoger y acompañar a quienes han fracasado en su matrimonio y nunca considerarlos “extraños al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia”.

Así lo indicó el Santo Padre en su discurso a los obispos reunidos este viernes 18 de noviembre en la Rota Romana, donde reciben un curso sobre la reforma del proceso de nulidad matrimonial que entró en vigor en diciembre de 2015.

En sus palabras a los obispos, en una visita que originalmente estaba programada para este sábado 19 de noviembre, el Papa resaltó que el fin de toda acción pastoral es la “salus animarum”, es decir, la salvación de las almas.

En esta perspectiva, dijo Francisco, “la Iglesia camina desde siempre, como madre que acoge y ama, bajo el ejemplo de Jesús Buen Samaritano”.

“La Iglesia del Verbo Encarnado se ‘encarna’ en las vivencias tristes y los sufrimientos de la gente, se inclina ante los pobres y ante cuantos están lejanos de la comunidad eclesial o se consideran fuera de ella a causa de su fracaso matrimonial”.

Sin embargo, prosiguió el Santo Padre, estos fieles “permanecen incorporados a Cristo en virtud del bautismo. Por lo tanto a nosotros nos toca la gran responsabilidad de ejercitar el munus (don), recibido de Jesús divino Pastor, médico y juez de las almas, de no considerarlos nunca extraños al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”.

“Estamos llamados a no excluirlos de nuestra ansia pastoral, sino a dedicarnos a ellos y a su situación irregular y sufriente, con toda solicitud y caridad”, alentó.

Tras resaltar que la misión del obispo también se orienta en este sentido, el Papa Francisco explicó que es importante y necesario “eliminar con decisión todo impedimento de carácter mundano que hace difícil a un gran número de fieles el acceso a los tribunales eclesiásticos. Los asuntos de tipo económico y organizativo no pueden constituir un obstáculo para la verificación canónica sobre la validad de un matrimonio”.

“En la óptica de una sana relación entre justicia y caridad, la ley de la Iglesia no puede prescindir del principio fundamental de la salus animarum. Por lo tanto, los tribunales eclesiásticos están llamados a ser expresiones tangibles de un servicio diaconal del derecho en el resguardo de este fin primario”, subrayó.

Por ello, continuó el Pontífice, la salus animarum es la “palabra final del Código de Derecho Canónico”, para que esté “por encima como ley suprema y como valor que supera el derecho mismo, indicando así el horizonte de la misericordia”.

El Papa comentó asimismo que las preguntas que surgen de la pastoral matrimonial “requieren respuestas y procedimientos no siempre fáciles. Estoy seguro que estas jornadas de estudios los ayudarán a individualizar la aproximación más oportuna a las diversas problemáticas”.


De Cristo, el Buen Pastor, dijo Francisco, “debemos aprender cada día la sabia búsqueda del unum necessarium (lo único necesario): la salus animarum” que es “el bien supremo y se identifica con Dios mismo, como enseña San Gregorio Nacianceno”.

“Confíen en la asistencia indefectible del Espíritu Santo, que conduce invisible pero realmente a la Iglesia”. 

“Recémosle para que los ayude y también ayude al Sucesor de Pedro a responder, con disponibilidad y humildad, al grito de ayuda de tantos de nuestros hermanos y hermanas que necesitan conocer la verdad sobre su matrimonio y sobre el camino de sus vidas”, concluyó.

MARÍA ESTÁ CERCA DE CADA UNO DE NOSOTROS


María está cerca de cada uno de nosotros
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, está cerca de todos


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Esta poesía de María –el «Magníficat»– es totalmente original; sin embargo, al mismo tiempo, es un "tejido" hecho completamente con "hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios.

Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las palabras de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan espléndida, tan buena; por eso irradiaba amor y bondad.

María vivía de la palabra de Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra de Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría. Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo.

Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas maneras: leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, en la que a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la sagrada Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida.

Pero pienso también en el «Compendio del Catecismo de la Iglesia católica», en el que la palabra de Dios se aplica a nuestra vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a entrar en el gran "templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a impregnarnos, como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y tenemos el criterio para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo.

María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros.

Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios.

Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" –así lo dijo el Señor–, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros.

NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA, 19 DE NOVIEMBRE, PATRONA DE PUERTO RICO


Hoy 19 de noviembre es la fiesta de Nuestra Señora de la Divina Providencia, patrona de Puerto Rico
Por Diego López Marina




(ACI).- Nuestra Señora de la Divina Providencia es una advocación mariana que se originó en Italia en el siglo XIII y que luego fue declarada patrona de la isla de Puerto Rico el 19 de noviembre de 1969 por el Papa Pablo VI.

En ese documento se decretó también que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del 2 de enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen (en el segundo viaje de Colón a América).

Se quiso unir así los dos grandes afectos de los puertorriqueños; el amor por su preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.


En la mitad del siglo XIX el recién nombrado Obispo de Puerto Rico, Mons. Gil Esteve y Tomás, trajo consigo a la isla esta devoción que conoció en sus años de seminarista.

El prelado colocó toda su diócesis en las manos de la Divina Providencia debido a que la catedral estaba prácticamente en ruinas y la economía por los suelos.

La confianza del obispo y su trabajo dieron fruto rápidamente y en menos de cinco años pudo reconstruir la catedral. En poco tiempo logró conseguir recursos, y con la ayuda de los fieles, mandó a traer de Barcelona (España) la imagen sagrada de la Virgen que había mandado a tallar.

Hoy la imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia se encuentra en una capilla en la Catedral Metropolitana de San Juan en la capital puertorriqueña. Esta muestra a la Virgen inclinada sobre el niño dormido en su regazo, con sus manos unidas en oración mientras sostiene la mano izquierda del niño.

Desde su proclamación como “Patrona principal de la Nación puertorriqueña”, la devoción a la Virgen de la Divina Providencia ha aumentado grandemente.

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Santísima Virgen de la Divina Providencia
Advocación Mariana, 19 de noviembre


Fuente: Corazones.org 




Patrona de Puerto Rico

La devoción a la Virgen de la Divina Providencia se origina en el siglo XIII en Italia, de donde llegó poco tiempo después a España, en donde se construyó un santuario en Tarragona, Cataluña.

Se dice que el nombre de Divina Providencia, le fue asignado a la Virgen por San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien en una ocación en la que él y sus frailes no tenían nada que comer, invocó la protección de su Patrona, al poco tiempo se oyó toques en la puerta del convento, encontrando al abrila dos canastas llenas de alimentos.

La imagen original venerada por los Siervos de María y otras órdenes religiosas italianas, es un hermoso óleo en el que aparece la Virgen con el Divino Niño dormido plácidamente en sus brazos. Se cuenta que el título "de la Divina Providencia", se debe a San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien al invocar la protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían nada que comer, encontró a la puerta del convento dos cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su procedencia.

La imagen mandada a hacer por Don Gil Esteve fue tallada en Barcelona según el gusto de la época. Es una hermosa imagen sentada, "de ropaje, (es decir, hecha para ser vestida), y estuvo expuesta al culto en la catedral durante 67 años, hasta que en 1920 fue sustituida por otra magnífica talla, toda de madera, que es la imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia más familiar y conocida por las comunidades puertorriqueñas.

María se inclina sobre el Niño, que en total actitud de confianza duerme plácidamente en su regazo. Las manos de la Virgen se unen en oración mientras sostiene suavemente la mano izquierda del Divino Infante. El conjunto sugiere ternura, abandono, devoción y paz.

El Papa Pablo VI declaró a Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia, como patrona principal de la isla de Puerto Rico mediante un decreto firmado el 19 de noviembre de 1969. En ese documento se decretó también que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del dos de enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen. Se quiso unir así los dos grandes afectos de los puertorriqueños; el amor por su preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.

La talla más antigua, que data del 1853, fue la elegida para ser coronada solemnemente durante la reunión del Consejo Episcopal Latino Americano celebrada en San Juan de Puerto Rico el 5 de noviembre de 1976. La víspera del acontecimiento esta imagen fue vilmente quemada en la Parroquia de Santa Teresita de Santurce. Pero eso no detuvo la solemne coronación, que ocurrió en medio de la emoción y las lágrimas de millares de sus hijos y la presencia de cardenales, arzobispos y obispos venidos de toda Latinoamérica.

La imagen quemada fue enviada a España para ser restaurada. Actualmente espera la construcción del proyectado gran santuario nacional para ser allí colocada

BUENAS NOCHES!!!



viernes, 18 de noviembre de 2016

QUÉ HORA ES?


¿Qué hora es?



Una vez vi un bonito reloj y me aproximé para verlo más de cerca. Debajo del reloj, había una pregunta curiosa que decía ¿Qué hora es?

Estas tres palabras unidas forman una gran pregunta para nuestras vidas. Luego de leer esta pregunta, vinieron a mi mente muchas respuestas para cada persona, como por ejemplo:

Es Hora de Perdonar, es la respuesta de las personas que a lo largo de los años han vivido odiando a alguien.

Es Hora de Arrepentirse puede ser la respuesta de los pecadores

Es Hora de Olvidar, responderá alguien que vive de recuerdos, pensando en el pasado, amarrado al pasado, atrapado en el pasado.

Es Hora de Dar, tendría que responder una persona que ha sido mezquina, que ha sido egoísta y se ha olvidado del prójimo

Es hora de ser Humilde, sería la respuesta de las personas orgullosas

Es hora de estar alegres, por la esperanza que tenemos (Romanos 12,12) sería la respuestas de miles que viven tristes y sin esperanza.

Es hora de buscar la Paz, es hora de buscar la Armonía, tendrían que responder los que viven en guerra, buscando la violencia.

Es hora de ser valientes y trabajadores, tendrían que responder los perezosos y flojos.

Es hora de seguir el Camino, la Verdad y la vida, dirían los que están perdidos

Es hora de seguir al Buen Pastor, dirían las ovejas descarriadas

Es hora de buscar la Luz, exclamarían los que viven en la oscuridad

Es hora de Ayunar, es hora de la penitencia, es hora de la limosna, dirían los feligreses en Cuaresma.

Es hora de buscar a Dios, dirán también muchos

Para la pregunta "¿Qué hora es?" existen muchas y diversas respuestas. Hay diferentes maneras de contestar, pero de manera particular la respuesta que yo daría, mi respuesta preferida, la que más me emociona es: ES HORA de: "AMAR A DIOS con todo nuestro CORAZON, con toda nuestra ALMA, y con toda nuestra MENTE y con todas nuestras FUERZAS (Mc 12,29)"

Por gracia de Dios, nosotros tenemos aún un reloj: el reloj de nuestra vida. Aún nos queda el tiempo necesario para responder adecuadamente a la pregunta: ¿Qué hora es? 

Responde con tu vida a esta pregunta, con tus acciones; responde con buenas obras.

Un consejo: Durante el resto de tu vida, prepara la repuesta que salvará tu vida.

Si aprovechas el reloj de la vida y aprendes a responder a esta pregunta, cuando mueras y te encuentres ante el tribunal de Cristo, a ti te corresponderá hacer esta pregunta. Sí, en efecto, probablemente cuando llegues asombrado por el cambio de estado, preguntaras: ¿Qué hora es Señor? 

Y si en la vida terrenal aprendiste a responder a esta pregunta, Jesucristo seguro te responderá:

Es hora de la ETERNIDAD, Es hora de la VIDA ETERNA.


© Web Católico de Javier

PERDONAR AL QUE NOS OFENDE, OBRA DE MISERICORDIA ESPIRITUAL


4. Perdonar al que nos ofende
Obras de misericordia espirituales

Liberar el corazón del odio y del rencor es un acto de misericordia hacia el prójimo, pero también hacia nosotros mismos


Por: Víctor Orozco, L.C. | Fuente: Catholic.net 




Yo perdono… pero no olvido. Esta frase quizá la hemos escuchado más de una vez en labios de una persona que ha sufrido a causa de otro. Con frases como ésta los cristianos buscamos esquivar el compromiso evangélico de perdonar a nuestros enemigos. No nos engañemos: el Evangelio, si no duele, no es Evangelio. Perdonar al que nos ofende no es nada fácil. Sin embargo, esta obra de misericordia se halla al centro del mensaje de Jesús de Nazaret.

Es comprensible que si queremos tomar en serio esta invitación de la Iglesia sintamos internamente algo de incomodidad y rebeldía. ¿Acaso la Iglesia nos invita a permitir que otros nos hagan el mal sin oponer resistencia? ¿Se trata verdaderamente de dejar que nos golpeen en una mejilla sin quejarnos y que nos limitemos a responder con una sonrisa mientras giramos el rostro para que nos golpeen del otro lado? ¿Sería ir contra el Evangelio si en lugar de perdonar a nuestros agresores nos defendemos y los acusamos ante las autoridades para que se haga justicia?

Para entender las palabras de Jesús es necesario comprender a Jesús mismo. Al Señor le tocó vivir en una época en que sus paisanos estaban sometidos al dominio del imponente Imperio romano. Jesús vivió en un pueblo subyugado; para los hebreos criticar y ofender a los dominadores era lo más normal. Al Maestro le tocó ver cómo el corazón de tantas personas estaba contaminado, lleno de odio y resentimiento hacia los altaneros invasores.
Jesús constató, con gran tristeza, que su pueblo, su gente, vivía esclavizado, no ya por un enemigo que se había infiltrado injustificadamente y los había sometido con violencia. Vivían una esclavitud aún más terrible y penosa, la esclavitud del espíritu.

En este contexto se puede comprender por qué Jesús insistió tanto en el perdón a los que nos hacen el mal. Para los oyentes de su mensaje esos "que nos hacen el mal" tenían un nombre y un rostro muy concreto. La intención de Jesús nunca fue la de provocar una revolución política. Su revolución era más ambiciosa, más profunda, más bella. La revolución del amor.

Cuando Cristo invita a perdonar a los que nos hacen el mal su intención no es la de promover la injusticia, invitándonos a soportar pasivamente el mal que nos hagan. A lo que invita es a liberar el corazón del odio y del rencor. Ante la injusticia que padecemos tenemos dos opciones: o guardamos rencores o perdonamos de verdad. Quien odia vive triste, traumado, insatisfecho; quien perdona vive en paz, es libre, y puede alcanzar más fácilmente la felicidad.

Hace tiempo asistí al curso de psicología en que se hablaba sobre la "terapia del perdón". No me sorprendió para nada que la conferencista afirmara que a veces las terapias consistían simplemente en ayudar al paciente a desahogar los rencores que guarda y en ayudarle a perdonar. De manera que la obra de misericordia "perdonar a los que nos ofenden" es un acto de misericordia hacia el prójimo, pero también hacia nosotros mismos.  

Quien dice Yo perdono… pero no olvido, da a entender que perdona sólo de palabra, pero en su interior guarda rencores. Esa persona, en lugar de ser libre, encadena voluntariamente su corazón en el pilar del odio.

La obra de misericordia "Perdonar al que nos ofende" no es una invitación a dejarnos hacer el mal sin defendernos cuando sea necesario. Hay que poner los medios para evitar el mal y para que se haga justicia. Aquí se trata de no dejar contaminar nuestro corazón con rencores dañinos y de volar libres con las alas del amor.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 18 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 18



Insisto en que debemos mirar a Dios no sobre las nubes sino a nuestro lado, en el hermano que sufre, en el que goza, en el niño y el anciano, en el sano y el enfermo.
Lee la canción que te lo recuerda gráficamente:
“Señor, creí verte, pidiendo limosna, cubierto de harapos, ganándote el pan, vivir en las villas, comer malamente, postrado en un lecho de pobre hospital.
Señor, creí verte cobrando facturas, y allá en la oficina ganándote el pan, curar al enfermo, hacer de maestro, barrer plazas y calles de nuestra ciudad.
Señor, creí verte pescando en el río, jugando en la cancha, ganándote el pan, bajar a la mina, subir el andamio, guiar autobuses y luego volar.
Señor, ¿eras Tú? Dime la verdad”.
“A Cristo ustedes lo aman sin haberlo visto, y creyendo en Él sin verlo todavía, se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria, seguros de alcanzar el término de esa fe, que es la salvación” (1 Pe 1,8-9). ¡Es tan fácil ver a Dios en los hermanos, servir a Dios en los hermanos, salvar a los hermanos para Dios!


* P. Alfonso Milagro

HERIDAS QUE AHOGAN EL ALMA


Heridas que ahogan el alma
No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso.


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net 




Los golpes de la vida dejan heridas. Algunas, gracias a Dios, cicatrizan con cierta velocidad. Otras tardan en cerrarse. Otras siguen abiertas por semanas, meses, incluso años.

Las heridas del corazón tienen un comportamiento parecido. Una ofensa, una traición, un desengaño, un fracaso, pueden hacernos daño durante un tiempo breve, pero sin dejar grandes huellas en la propia vida. Otras veces tardan más tiempo, pero al final cicatrizan. Pero existen heridas del alma que sangran durante un tiempo largo, muy largo, casi asfixiante.

Esas heridas ahogan el corazón y lo sumergen en depresiones intensas, en miedos que aturden, en odios que destruyen, en sospechas hacia todos y hacia todo, en desesperanza, en agonía interior.

Es casi imposible evitar los malos momentos, los golpes fuertes en el camino de la vida. Pero es importante saber afrontarlos con un corazón sano y con un realismo sereno. Sobre todo, con la esperanza puesta en Dios.

En el mundo no todos son buenos, pero tampoco todos son malos. No todas mis decisiones llevan a buenos resultados, pero no todas están condenadas al fracaso. Entre mis amigos no todos son fieles y sinceros, pero gracias a Dios no son todos traidores y miserables.

Las heridas forman parte de la vida, constituyen un ingrediente inevitable entre quienes emprenden un camino. A veces, porque uno mismo es torpe y no supo prever dónde estaba el peligro. Otras veces, porque los otros, con o sin culpa, obstruyen nuestra vida, provocan heridas en el cuerpo o en el alma, cortan nuestros mejores sueños o también (gracias a Dios) impiden que llevemos a cabo planes absurdos.

No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo entre mis manos mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso. Hay ojos y corazones amigos que piden, que suplican, que me levante de mi pena, que deje mis angustias, que supera ofensas, que pida perdón a Dios y a quien he dañado de algún modo, que ponga en marcha mi inteligencia y mi voluntad para conquistar metas buenas.

Hoy es un día en el que mi corazón puede recibir una terapia profunda, intensa, desde las manos de un Dios que no dejará nunca de amarme, porque soy obra de sus manos. Basta simplemente que le dé permiso para que limpie, para que cosa, para que le deje hablar en lo más íntimo del alma, para que consuele mi dolor, para que perdone mi pecado, y para que me lleve, suavemente, a perdonar a todo aquel que me haya provocado alguna herida en este camino misterioso del existir humano.
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