Papa Francisco invita a jóvenes misioneros a no ver la realidad como si fueran turistas
Por Miguel Pérez Pichel
Foto: ACI Prensa
GÉNOVA, 27 May. 17 / 07:22 am (ACI).- El Papa Francisco, durante su viaje apostólico a Génova, se encontró con jóvenes misioneros y les animó a ir a la misión con un corazón abierto y listo para amar, y no ver la realidad como la ven los turistas: por medio de fotografías.
El Santo Padre habló sobre las transformaciones que se producen en el interior del que acude a las misiones. “El ser misionero te lleva a aprender a mirar. A aprender a mirar con ojos nuevos, porque con la misión los ojos se renuevan. Aprender a mira la ciudad, nuestra vida, la familia, todo lo que está a nuestro alrededor. La experiencia misionera te abre los ojos y el corazón”.
El Papa dijo a los jóvenes que cuando decidan ir de misiones, no lo hagan como turistas. Ser verdaderos misioneros ayuda a dejar de ser “turistas de la vida para convertirnos en hombres y mujeres jóvenes que aman con compromiso la vida”.
El Santo Padre insistió en ese concepto de “turistas de la vida” contrapuesto al misionero. “Habéis visto a estos que hacen fotos de todo cuando van de turismo, y no miran nada. Luego miran las fotografías en casa. Pero una cosa es mirar la realidad y otra mirar las fotografías, y si nuestra vida es de turista solo miraremos las fotografías o las cosas que pensamos que es la realidad”.
“Es una tentación para los jóvenes el ser turistas, el mirar la vida con ojos de turista, superficialmente. No toco la realidad, no miro las cosas que suceden, no miro las cosas como son. Abandonad esa actitud de turistas para volveros jóvenes con compromisos serios con la vida. Las misiones os ayudan a permanecer más atentos, más sensibles, y a mirar con atención”.
La misión, “al enseñarte a mirar con ojos nuevos, te acerca al corazón de muchas personas, y destruye la hipocresía. Encontrar a gente adulta hipócrita es algo feo, pero encontrar a un joven que comienza la vida con una actitud de hipocresía, esto es suicida”.
Por otro lado, el Pontífice también invitó a reflexionar sobre los motivos de la misión: “Cuando voy a las misiones no se trata solo de mi decisión, hay otro que me envía a la misión, y no se puede ser misionero sin ser enviado de Jesús”.
“Es el mismo Jesús el que trabaja en tu corazón, el que cambia tu mirada y te hace mirar con ojos nuevos y no con ojos de turista. Debemos vivir en misión, lo cual implica escuchar a aquel que me envía, que es Jesús”.
La misión también ayuda a profundizar en la fraternidad entre los hombres, “a mirarnos a los ojos y entender que somos hermanos. Que no hay una Iglesia y una ciudad de buenos y una Iglesia y una ciudad de malos”.
Francisco explicó que un elemento esencial de la misión es el amor al prójimo. “No podemos hacer nada sin amor. Un gesto de amor, una mirada de amor. Puedes hacer toda clase de planificaciones para ayudar, pero sin amor…”.
“El amor es dar la vida. No hay ningún amor más grande que el de aquel que da la vida. Jesús dio ejemplo de esto dando su vida. Si no tienes el corazón dispuesto a amar, no podrás hacer una buena misión”. En ese caso, “la misión pasará como una aventura, un viaje de turismo”. Para evitarlo, hay que “prepararse e ir con un corazón listo para amar”.
Ahora bien, ¿qué significa amar? Para el Papa Francisco “amar es la capacidad de estrechar una mano sucia, de mirar a los ojos de aquellos que están en situación de degrado, y decirles: ‘Para mí tú eres Jesús’. Y este es el inicio de toda misión”.
Siendo misioneros, se puede contribuir a luchar contra la “cultura del vacío”. “Venimos de una cultura del vacío, de la soledad. La gente, por dentro, está sola”. Esa cultura del vacío “es la propuesta del mundo y no es compatible con la alegría. Si hay algo que destruye nuestras ciudades es ese aislamiento”.
“Ir a la misión es ayudar a salir del aislamiento y hacer comunidad, fraternidad, pero sin adjetivar. Si Dios ama a todos, yo también tengo que estar dispuesto a amar a todos”, subrayó.
“Hay muchos hermanos nuestros con la mirada y el rostro desfigurado por una sociedad que solo se defiende con la exclusión, aislando a la gente, ignorando. Si queremos ser misioneros y llevar el evangelio y esa alegría, nunca ignoréis, aisléis o excluyáis a nadie”.
Francisco comparó el corazón de un misionero, de un discípulo, con el corazón de un marinero. Ambos tienen las mismas características: “horizonte y coraje”. “Si no tienes horizonte y solo puedes mirar hasta donde llega tu nariz, nunca serás un buen misionero, y si no tienes coraje, nunca serás un buen misionero”.
Por último, hizo hincapié en que, para poder realizar la misión, hay que tener “una vida espiritual sana, la cual genera jóvenes valientes que, ante algunas cosas que te propone esta ‘cultura normal’ del vacío, son capaces de preguntarse: ‘¿esto es normal o no es normal?’”.
“Los jóvenes son las primeras víctimas de esos vendedores de humo que les meten tantas cosas en la cabeza. Y ante eso hay que preguntarse: ‘¿Esto es normal o no es normal?’. Hay que tener el coraje de buscar la verdad”.
Por ejemplo: “¿Es normal que el Mediterráneo se haya convertido en un cementerio? ¿Es normal que tantos países cierren sus puertas a estas personas que huyen del hambre de la guerra, y vienen a buscar un poco de seguridad? Haceros esa pregunta. Si no es normal, debo implicarme para que eso no suceda. Y hacer eso requiere valentía, coraje”, finalizó.