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miércoles, 2 de enero de 2019
SOLEMNIDAD DE MARÍA, MADRE DE DIOS, 1 DE ENERO
Solemnidad de María, Madre de Dios
1 de Enero
Un nuevo año comienza y la Iglesia, cada 1 de enero, lo inicia celebrando la Solemnidad de “María, Madre de Dios” para pedir la protección de aquella que tuvo la dicha de concebir, dar a luz y criar al Salvador. Conoce aquí cómo es que surge este título en honor a la Virgen y lo que hicieron los primeros cristianos para defenderlo.
La Fiesta de “María, Madre de Dios” (Theotokos) es la más antigua que se conoce en Occidente. En las Catacumbas o antiquísimos subterráneos de Roma, donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Santa Misa, se encuentran pinturas con esta inscripción.
Según un antiguo testimonio escrito en el siglo III, los cristianos de Egipto se dirigían a María con la siguiente oración: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita" (Liturgia de las Horas).
En el Siglo IV el término Theotokos se usaba con frecuencia en Oriente y Occidente porque ya había entrado a formar parte del patrimonio de la fe de la Iglesia.
Sin embargo, en el siglo V, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, afirmando: “¿Entonces Dios tiene una madre? Pues entonces no condenemos la mitología griega, que les atribuye una madre a los dioses”.
Nestorio había caído en un error debido a su dificultad para admitir la unidad de la persona de Cristo y su interpretación errónea de la distinción entre las dos naturalezas – divina y humana – presentes en Él.
Los obispos, por su parte, reunidos en el Concilio de Éfeso (año 431), afirmaron la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo. A su vez declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios".
Luego, acompañados por el pueblo y portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".
San Juan Pablo II, en noviembre de 1996, reflexionó sobre las objeciones planteadas por Nestorio para que se comprenda mejor el título “María, Madre de Dios”.
“La expresión Theotokos, que literalmente significa ‘la que ha engendrado a Dios’, a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere solo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina”, dijo el Pontífice.
“El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Pero el Hijo de Dios, hace dos mil años, tomó nuestra naturaleza humana y entonces María lo concibió y lo dio a luz”, añadió.
Asimismo, señaló que la maternidad de María “no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana”. Además, “una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino de la persona que engendra”, enfatizó San Juan Pablo II.
Para terminar, es importante recordar que María no es sólo Madre de Dios, sino también nuestra porque así lo quiso Jesucristo en la cruz. Por ello, al comenzar el nuevo año, pidámosle a María que nos ayude a ser cada vez más como su Hijo.
LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 2 DE ENERO 2019
Lecturas de hoy 2 de Enero. Feria de Navidad
Hoy, miércoles, 2 de enero de 2019
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,22-28):
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 97
R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,19-28):
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 2 de enero de 2019
Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
“Por sus frutos los conoceréis”. Porque el fruto es el momento de la verdad, mientras que las palabras pueden quedarse en buenos propósitos. En el fruto es más difícil el engaño; es imposible que un árbol malo de buenos frutos. Si el fruto es bueno, lo es el árbol.
San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno, a los que recordamos hoy, dieron buenos frutos; San Gregorio formó el primer monasterio que hubo en Asia Menor, organizó la existencia de los religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia de oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha durante cinco años solamente, pero en la historia del monaquismo cristiano tiene tanta importancia como el propio San Benito.
Los malos frutos son los que nos muestra la Primera Carta de Juan en la primera lectura: llama ”anticristos” a los que no creen en Jesús como el Mesías, el Ungido enviado por Dios, que ha asumido en verdad nuestra carne humana. Y si no creen en Cristo, tampoco creen en Dios Padre. Y al revés, el que confiesa su fe en Cristo, cree también en el Padre y en la acción del Espíritu Santo en su vida.
Parece que, en esta comunidad, a la que Juan escribe algunos, abandonando la doctrina que habían recibido desde el principio, habían ofuscado su fe en Cristo, tanto con herejías doctrinales como con una practica descuidada en la vida. Juan quiere que sus lectores estén vigilantes y no se dejen seducir, por eso los corrige con esta carta de exhortación y ánimo.
Tampoco nosotros queremos dejarnos seducir por falsas doctrinas y engaños en este nuevo año. Queremos permanecer, un verbo que nos habla de fidelidad, de perseverancia, de mantenimiento de la verdadera fe, sin dejarnos engañar. Permanecer en la verdad del evangelio es permanecer en comunión con Cristo y con Dios Padre, ungidos y movidos por su Espíritu. Es lo que Juan el Bautista recuerda a los que acuden a preguntarle: “yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.” Con Cristo queremos estar, a Él queremos conocer más y mejor, para servirle y amarle en todos los acontecimientos de este nuevo año recién comenzado.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf
lunes, 31 de diciembre de 2018
ORACIÓN PARA DESPEDIR EL AÑO QUE TERMINA Y RECIBIR EL AÑO NUEVO 2019
Oración para despedir el año que termina y recibir el Año Nuevo
Redacción ACI Prensa
Oración para despedir el año que termina y recibir el Año Nuevo
Se acerca el fin del 2018 y el mundo entero se prepara para recibir el nuevo año con fiestas y fuegos artificiales, pero muchos olvidan de celebrarlo con Dios, dueño de la vida y el tiempo. Por ello te compartimos esta oración para rezarla junto con tu familia, comunidad o amigos antes de la medianoche del 31 de diciembre.
Se recomienda estar alrededor del nacimiento o pesebre. Juntos comienzan diciendo: “En el nombre del Padre…”
Luego se hace la siguiente oración:
Lector 1: “Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.
Lector 2: Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Todos: Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.
A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”
Para terminar, los participantes se agarran de las manos y rezan un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego, entre todos, se dan un abrazo diciendo: “La paz sea contigo. ¡Feliz año Nuevo!”
domingo, 30 de diciembre de 2018
ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA
Oración a la Sagrada Familia
Sagrada Familia de Nazaret;
enséñanos el recogimiento,
la interioridad;
danos la disposición de
escuchar las buenas inspiraciones y las palabras
de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad
del trabajo de reparación,
del estudio,
de la vida interior personal,
de la oración,
que sólo Dios ve en los secreto;
enséñanos lo que es la familia,
su comunión de amor,
su belleza simple y austera,
su carácter sagrado e inviolable. Amén
¡FELIZ FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA!
¡Feliz fiesta de la Sagrada Familia!
Redacción ACI Prensa
Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y la Iglesia nos invita a mirar a José, María y al Niño Jesús, quienes desde un principio tuvieron que enfrentar peligros y el exilio a Egipto, pero demostrando que siempre el amor puede más que la muerte. Ellos son reflejo de la Trinidad y modelo de toda familia.
La fiesta de la Sagrada Familia, que se celebra dentro de la Octava de Navidad, es una celebración que motiva a profundizar en el amor familiar, examinar la propia situación del hogar y buscar soluciones que ayuden al papá, la mamá y los hijos a ser cada vez más como la Familia de Nazaret.
La vida familiar no puede reducirse a los problemas de pareja, dejando de lado los valores trascendentes, ya que la familia es signo del diálogo Dios – hombre. Padres e hijos deben estar abiertos a la Palabra y a la escucha, sin olvidar la importancia de la oración familiar que une con fuerza a los integrantes de la familia.
San Juan Pablo II recomendaba mucho el rezo del Santo Rosario dentro de las familias y tenía muy presente aquella frase que dice: “la familia que reza unida, permanece unida”.
San José
Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el porqué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.
"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.
"Ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho.
Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.
Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.
San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.
La Santísima Virgen María
Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios.
"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.
En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.
"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.
El Niño Jesús
Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.
"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.
"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.
"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE DICIEMBRE 2018 - SAGRADA FAMILIA
Lecturas de hoy Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo C
Hoy, domingo, 30 de diciembre de 2018
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):
El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5
R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
V/. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
V/. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
V/. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
(3,12-21):
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimos.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy domingo, 30 de diciembre de 2018
Fernando Torres cmf
Una familia marcada por el sufrimiento
Estratégicamente situada inmediatamente después de la Navidad, esta fiesta nos invita a mirar a la familia formada por Jesús, María y José. En primer lugar, nos recuerda una vez más que el hecho de la encarnación tuvo lugar en nuestra historia. No sólo en un tiempo y lugar concretos sino también en una familia concreta. María y José fueron el matrimonio en el que Jesús nació, creció y maduró físicamente y como persona.
Tenemos la tentación de pensar en aquella familia y tratar de aplicar a ella lo que hoy pensamos que es el ideal para una familia. Si a nosotros nos parece que “x” es bueno para una familia, entonces ese valor “x” estuvo presente en aquella familia de Nazaret. Nos imaginamos la vida de aquella familia llena de armonía, de amor, de paz. José trabajando en el taller y María en la cocina, mientras que Jesús juega o está en la escuela. Todo eso no son más que proyecciones de nuestra realidad sobre una realidad de la que sabemos muy poco y de la que los Evangelios nos hablan menos todavía. En el caso de que los pocos datos que tengamos sean históricos –ya se sabe que los evangelios de la infancia tienen más de composición teológica que de historia fiel a los hechos–, la vida de aquella familia fue realmente azarosa. José tuvo que acoger a María, cuando ésta se había quedado embarazada sin su participación. No debió ser fácil ese primer momento de la relación. Luego viene el nacimiento en Belén. El texto nos habla de la pobreza en que vivían. ¡Nadie los acogió! Y la mucha pobreza no suele formar parte del ideal de la vida de una familia. No sólo eso. La familia se vio obligada a emigrar a Egipto. ¡Refugiados políticos! Hoy sabemos lo dura que es la vida de los emigrantes. Mucho más dura sería en aquellos tiempos en los que no existían en absoluto las organizaciones y leyes que hoy, mal que bien, se destinan a acogerlos y hacerles en cierta medida la vida más fácil. Del padre no se vuelve a hablar en los Evangelios y, por más que nos empeñemos, en algunos textos se ve que hubo una cierta distancia entre Jesús y su familia debido a su misión. Lo mismo se puede decir del Evangelio de hoy, quizá una parábola de lo que ocurrió una vez Jesús se hizo mayor.
Así ha sido la familia a lo largo de los siglos y las culturas. Una realidad siempre cambiante, siempre sometida a presiones diversas y dificultades. En esta fiesta quizá lo más importante no sea tratar de imponer el ideal de lo que a nosotros nos parece bueno para la familia sino comprometernos a echar una mano a todas las familias que sufren, a ser muy comprensivos con aquellos que no encajan en nuestra idea de familia, a acoger a los que están solos y abrirles las puertas de nuestro corazón, aunque no sean de nuestra familia. Porque la familia de los hijos de Dios es más grande que la familia de los lazos de la carne.
Para la reflexión
¿Cómo vivo la relación con mi propia familia? ¿Me doy cuenta de que en Jesús mi familia se ha ampliado hasta abarcar a toda la humanidad? ¿Cómo practico la acogida y el amor con ellos, mis hermanos y hermanas del mundo, sobre todo los que más sufren?
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