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lunes, 21 de septiembre de 2020
domingo, 20 de septiembre de 2020
LA VIRGEN MARÍA ¿PROHÍBE LA BIBLIA VENERARLA?
La Virgen María ¿Prohíbe la Biblia el venerarla?
Evidencia bíblica para repetir con Santa Isabel
Por: Por Guido Rojas M.P.D. | Fuente: defiendetufe
!Cuántas veces nos hemos escuchado a los evangélicos y demás grupos religiosos ¡ acusar a los católicos de adorar a " María " como si fuera una "Diosa"; desobedeciendo así el primer mandamiento de la ley de Dios dado a Moisés en el monte Sinaí, que dice: " Adorarás al señor tu Dios y sólo a él darás culto ". (Deuteronomio 6,13), " no tendrás otros Dioses a parte de mi" (Éxodo 20, 3). Este ataque de las sectas no tiene fundamento, pues conociendo bien la Palabra se aclara cual es lugar de María en la Biblia. Conozcámoslo:
Hay que tener en cuenta que la Iglesia Católica ha aceptado fielmente este decreto divino de "adoración" en la persona de " Dios Padre" y en "Jesucristo" quien " es la imagen visible de Dios, que es invisible ", ( colosenses 1, 15). " El es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es" ( Hebreos 1,3) . Los Católicos solamente a Dios Adoramos.
Que quede claro que los católicos no " adoramos" a María, sino que la "veneramos" (respeto especial), porque es ella la mujer escogida por el Padre Eterno, para que fuera la madre de su "hijo unigénito" pues " la mujer dio a luz un hijo varón,. El cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro" ( Apocalipsis 12, 5), ( Lucas 1, 32- 33).
Evidencias bíblicas de la veneración a la Virgen
Por esta razón, el ángel San Gabriel recalca que María es "la favorecida de Dios" ( Lucas 1, 28); y su prima Santa Isabel la llama "Bendita entre todas las mujeres " ( Lucas 1, 42); es también la "nueva Eva" , anunciada desde el principio en el libro del Génesis después de la desobediencia de nuestros primeros padres en e paraíso, cuando "Dios el Señor" le dijo a la serpiente : " Haré que tu y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia" ( 3, 15).
Por otra parte , de la vida de María sabemos que era una joven de raza Judía de unos 15 años de edad, que vivía en el pequeño pueblo de Nazaret ( Israel), y estaba comprometida en matrimonio con José, descendiente del rey David ( Lucas 1, 26 - 27), hombre " justo" o " santo" ( Mateo 1,19) . Igualmente, las Escrituras nos aportan una valiosa información sobre las virtudes en ella, como la obediencia absoluta al mandato de Dios, al responder al ángel "Hágase en mí según tu palabra ", y su humildad llamándose así misma como la " esclava del señor" ( Lucas 1, 38).
La concepción del Hijo de Dios, es fruto del Espíritu Santo y el poder del Dios Altísimo, que descansó sobre ella como una nube (Lucas 1,35); tal cómo sucedía cuando Yahvé descendía en la Tienda del Encuentro del Santuario, construido por Moisés (Éxodo 40,35). Por eso, la Virgen María es llamada por los católicos como el "nuevo Santuario".
También se destaca La pobreza en que vivía con su esposo, ya que " sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su primer hijo, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón" (Lucas 2, 6 - 7). Su angustia al encontrar después de tres días de desaparecido a Jesús de doce años, sentado entre los doctores de la ley en el templo de Jerusalén ( Lucas 2, 48), guardando todas estas cosas en su corazón ( Lucas 2, 51).
La fidelidad a su Hijo en la bodas de Caná, al indicarle a los que estaban sirviendo el vino " Hagan todo lo que el les diga" (Juan 2,5); y en el Pentecostés, cuando recibe el Espíritu Santo en forma de llamas de fuego, en compañía de los once apóstoles , los parientes de Jesús y otras mujeres ( Hechos 1, 12 - 14).
Del mismo modo, el dolor de toda buena madre al ver a Cristo clavado en la cruz lleno de heridas y golpes en todo el cuerpo (Juan 19, 25; Isaías 52, 13 -14), hasta el punto que era como si una espada le traspasara su alma. Cumpliéndose así la profecía de Simeón, cuando el pequeño Jesús fue presentado por sus padres en el templo de la Ciudad Santa según la ley mosaica ( Lucas 2,22-35; Juan 19,31-34). Sin embargo, y a pesar del agotamiento físico y la cruel agonía en el madero, el Mesías antes de Morir sacó fuerzas suficientes para encomendar el cuidado de su madre, a Juan, el " discípulo amado" , quien " la recibió en su casa" (Juan 19, 26-27).
Por todos estos argumentos bíblicas, la Iglesia Católica reconoce que María es la " madre del Señor" ( Lucas 1,43), quien tomó la naturaleza humana al nacer de su vientre para traer la salvación a toda la humanidad (Gálatas 4,4; Filipenses 2,6-8).
Como si fuera poco, la Santísima Virgen proclama que todas las generaciones la llamarán "Bienaventurada" porque el Todopoderoso ha hecho en ella grandes cosas ( Lucas 1,48 - 49); y en el último libro de la Biblia, llamado el Apocalipsis ( o Revelación), la muestra como una "reina radiante" pues " Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de dos estrellas en la cabeza" ( 12, 1).
Por toda esta evidencia bíblica repetimos con Isabel "Bendita seas María". Lc. 1,48
Un excelente libro que trata de la Madre bendita es "las Glorias de María" te lo recomiendo !léelo!
HOY SE INICIA LA NOVENA A LOS SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL
Hoy se inicia la novena a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Redacción ACI Prensa
El 29 de septiembre la Iglesia celebrará la Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, quienes aparecen en la Biblia con misiones importantes de Dios.
Por ello, aquí una novena en honor de estos tres amigos del cielo que tienen la tarea de defender al hombre en la lucha contra los planes del demonio.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.
Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te sirvan, Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal.
Y tú, María, reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a los arcángeles y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y auxilio. Amén.
Oración a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael:
San Miguel Arcángel, tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Te imploramos, suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable, para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios.
San Gabriel Arcángel, tú eres el ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del corazón amante de nuestro Señor; Permanece siempre delante de nuestros ojos, te imploramos, para que comprendamos correctamente la Palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue.
San Rafael Arcángel, tú eres el mensajero del amor de Dios. Te imploramos, hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios y no dejes que esta herida se cierre jamás para que permanezcamos sobre el camino del amor en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este amor.
Ayudadnos hermanos grandes y santos, servidores como nosotros delante de Dios. Protegednos contra nosotros mismos, contra nuestra cobardía y tibieza, contra nuestro egoísmo y nuestra avaricia, contra nuestra envidia y desconfianza, contra nuestra suficiencia y comodidad, contra nuestro deseo de ser apreciados. Desligadnos de los lazos del pecado y de toda atadura al mundo.
Desatad la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración.
Clavad en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor.
Buscad en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que se derramó por nosotros. Buscad en nosotros las lágrimas de vuestra Reina vertidas por nuestra causa. Buscad en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen a la cual Dios quiso crearnos por amor.
Ayudadnos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo. Ayudadnos en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente.
Ayudadnos para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna. Amén.
(Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Invocaciones finales
San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros. Amén.
PAPA FRANCISCO: ESTAS SON LAS DOS ACTITUDES DE DIOS HACIA SU PUEBLO
Redacción ACI Prensa
Foto: Vatican Media
En su comentario previo al rezo del Ángelus, el Papa reflexionó sobre dos actitudes de Dios: la llamada y la recompensa. Estas dos actitudes las explica Jesús en el Evangelio en la parábola de los trabajadores llamados a trabajar por el dueño de la viña.
Sobre la llamada, el Pontífice explicó que en la parábola evangélica se narra cómo “el dueño de la viña sale en cinco ocasiones a la plaza y llama a trabajar para él: a las seis, a las nueve, a las doce, a las tres y a las cinco de la tarde. Es conmovedora la imagen de este dueño que sale varias veces a la plaza a buscar trabajadores para su viña”.
Según el Santo Padre, “ese dueño representa a Dios, que llama a todos y llama siempre. A cualquier hora. Dios actúa así también hoy: nos sigue llamando a cada uno, a cualquier hora, para invitarnos a trabajar en su Reino. Este es el estilo de Dios, que hemos de aceptar e imitar. Él no está encerrado en su mundo, sino que ‘sale’ continuamente a la búsqueda de las personas, porque quiere que nadie quede excluido de su plan de amor”. “Dios siempre está en salida, buscándonos”.
Del mismo modo, “también nuestras comunidades están llamadas a salir de los varios tipos de ‘fronteras’ que pueden existir, para ofrecer a todos la palabra de salvación que Jesús vino a traer. Se trata de abrirse a horizontes de vida que ofrezcan esperanza a cuantos viven en las periferias existenciales y aún no han experimentado, o han perdido, la fuerza y la luz del encuentro con Cristo”.
“La Iglesia debe ser como Dios: siempre en salida. Y cuando la Iglesia no está en salida, se enferma de las muchas enfermedades que tenemos en la Iglesia. ‘¿Y por qué estas enfermedades en la Iglesia?’. ‘Porque no está en salida’. Es cierto que cuando uno sale está el peligro de un accidente. Pero es mejor una Iglesia accidentada por salir a anunciar el Evangelio que una Iglesia enferma de cerrazón. Dios sale siempre, porque es Padre, porque ama. La Iglesia debe hacer lo mismo, siempre en salida”.
La segunda actitud del dueño de la viña en la parábola evangélica, que representa a Dios, es “su modo de recompensar a los trabajadores. Se pone de acuerdo con los primeros obreros, contratados por la mañana, para pagarles ‘un denario’. En cambio, a los que llegan a continuación les dice: ‘Os daré lo que sea justo’. Al final de la jornada, el dueño de la viña ordena que a todos les sea dada la misma paga, es decir, un denario”.
“Quienes han trabajado desde la mañana temprano se indignan y se quejan del dueño, pero él insiste: quiere dar el máximo de la recompensa a todos, incluso a quienes llegaron los últimos. Y aquí se comprende que Jesús no está hablando del trabajo y del salario justo, sino del Reino de Dios y de la bondad del Padre celestial”.
De hecho, subrayó el Pontífice, “Dios se comporta así: no mira el tiempo y los resultados, sino la disponibilidad y la generosidad con la que nos ponemos a su servicio. Su actuar es más que justo, en el sentido de que va más allá de la justicia y se manifiesta en la Gracia. Donándonos la Gracia, Él nos da más de lo que merecemos”.
“Y entonces, quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. En cambio, quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último a primero”, concluyó el Papa Francisco.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 20 DE SEPTIEMBRE DE 2020
Lecturas de hoy Domingo 25º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 20 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (55, 6-9):
Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos –oráculo del Señor–. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes que vuestros planes.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 144
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan
Día tras día, te bendeciré, Dios mío
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor y merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (1,20c-24.27a):
Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios
Evangelio de hoy
Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo (20,1-16):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno." Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra del Señor
«¿(...) vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?»
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós
(Barcelona, España)
Hoy el evangelista continúa haciendo la descripción del Reino de Dios según la enseñanza de Jesús, tal como va siendo proclamado durante estos domingos de verano en nuestras asambleas eucarísticas.
En el fondo del relato de hoy, la viña, imagen profética del pueblo de Israel en el Primer Testamento, y ahora del nuevo pueblo de Dios que nace del costado abierto del Señor en la cruz. La cuestión: la pertenencia a este pueblo, que viene dada por una llamada personal hecha a cada uno: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Jn 15,16), y por la voluntad del Padre del cielo, de hacer extensiva esta llamada a todos los hombres, movido por su voluntad generosa de salvación.
Resalta, en esta parábola, la protesta de los trabajadores de primera hora. Son la imagen paralela del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Los que viven su trabajo por el Reino de Dios (el trabajo en la viña) como una carga pesada («hemos aguantado el peso del día y el bochorno»: Mt 20,12) y no como un privilegio que Dios les dispensa; no trabajan desde el gozo filial, sino con el malhumor de los siervos.
Para ellos la fe es algo que ata y esclaviza y, calladamente, tienen envidia de quienes “viven la vida”, ya que conciben la conciencia cristiana como un freno, y no como unas alas que dan vuelo divino a la vida humana. Piensan que es mejor permanecer desocupados espiritualmente, antes que vivir a la luz de la palabra de Dios. Sienten que la salvación les es debida y son celosos de ella. Contrasta notablemente su espíritu mezquino con la generosidad del Padre, que «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tim 2,4), y por eso llama a su viña, «Él que es bueno con todos, y ama con ternura todo lo que ha creado» (Sal 145,9).
sábado, 19 de septiembre de 2020
EL MILAGRO SE REPITE: LA SANGRE DE SAN GENARO SE LICÚA POR COMPLETO EN NÁPOLES
El milagro se repite:
La sangre de San Genaro se licúa por completo en Nápoles
Redacción ACI Prensa
Foto: Captura de Youtube
Una vez más, este sábado 19 de septiembre, la sangre de San Genaro, patrón de Nápoles, volvió a licuarse de forma milagrosa en el día en que la Iglesia celebra la fiesta de este mártir italiano.
A las 10:02, hora de Italia, el Cardenal Crescenzio Sepe, Arzobispo de Nápoles, anunció la repetición del milagro y destacó que, en esta ocasión, la sangre se ha vuelto completamente líquida, sin grumos, como ha sucedido en ocasiones anteriores.
“¡Sea alabado Jesucristo! Queridos amigos, queridos fieles todos. Una vez más, con alegría, con emoción, os informo de que la sangre de nuestro santo mártir patrón Genaro, se ha licuado. Completamente licuado, sin ningún grumo, como sucedió en los años pasados, signo del amor, de la bondad, de la misericordia de Dios y de la cercanía, de la amistad, de la fraternidad de nuestro San Genaro. Se de gloria a Dios y veneración a nuestro santo. Amén”, fueron las palabras del Cardenal desde la Catedral de Nápoles.
La licuefacción de la sangre de San Genaro
La licuefacción de la sangre de este santo es un fenómeno inexplicable que se produce tres veces al año: el sábado anterior al primer domingo de mayo, con motivo de la traslación de los restos del santo a Nápoles; el día de su fiesta litúrgica, el 19 de septiembre; y el 16 de diciembre, aniversario de la intercesión de San Genaro para evitar los efectos de la erupción del volcán Vesubio en el año 1631.
En diciembre del año 2016 no se produjo el milagro, lo cual provocó cierta preocupación entre los fieles. Aunque el hecho de que no se licúe se suele interpretar como el anuncio de un desastre, esto no siempre es así.
De hecho, el proceso no siempre se produce del mismo modo: a veces tarda varias horas, o incluso días, en licuarse. En otras, como en 2018, el milagro se produce antes de la celebración litúrgica, y en otras ocasiones, por motivos desconocidos, la sangre no se licúa.
El mismo Papa Francisco fue testigo del inexplicable fenómeno en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre fuera de las tres fechas indicadas. Por lo tanto, se trató de un hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX.
El milagro no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007.
El martirio de San Genaro
San Genaro, patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las bestias sólo rugieron sin acercárseles.
Entonces fueron tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.
Las reliquias de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente llegaron a Nápoles en 1497.
EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 19 DE SEPTIEMBRE DE 2020
Lecturas de hoy Sábado de la 24ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 19 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,35-37.42-49):
Alguno preguntará: «¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán?» ¡Necio! Lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y, al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, fue un ser animado.» El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 55,10.11-12.13-14
R/. Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida
Que retrocedan mis enemigos
cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R/.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R/.
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias;
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,4-15):
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo.
Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»
Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy sábado,
19 de septiembre de 2020
CR
Queridos amigos:
Parábola del sembrador, tan literariamente bella, tan profunda en su sentido, tan importante como para que sea el mismo Jesús quien la explique a los suyos. Un sentimiento agridulce nos envuelve. Hoy “revive” la Palabra: el sínodo reciente sobre el tema, la pasión frecuente en torno a la Lectio Divina, la presencia de la Biblia en muchos foros. Pero el sabor amargo nos acucia: qué mala prensa tienen nuestras homilías (“no me eches sermones”, igual a “no me aburras”), qué escaso fruto detrás de tantas catequesis o clases de religión. ¿Cuántos leen los documentos de los Obispos?
El mismo Jesús lo clarifica. Dios es el sembrador, la semilla es la palabra y la tierra es el corazón del hombre. Es la palabra que estuvo en el principio de la creación y de la historia, que se reveló en Jesucristo, Verbo de Dios y palabra en el tiempo, que se escucha y ora en la Iglesia, que se siembra a raudales en la tarea misionera. Una nota peculiar de la siembra es la abundancia; cae sobre todos los terrenos, los fecundos y los baldíos, sobre tierra mullida y sobre zarzas. Jesús habló para todos; para los que, fascinados, le escuchaban y para los que no le querían. Luego, ante tan buena siembra, la respuesta del hombre es muy diversa. Es el misterio de la libertad del hombre. Dios solo nos propone sin imponer nada. ¿Por qué unos se abren generosamente a la palabra, mientras otros se cierran en la indiferencia? ¿Por qué?
Pues hay que ser optimistas, según el texto de la parábola. Esta apunta que “la mayor parte” cayó en tierra buena, y dio el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno. Dicen que, aun en las buenas cosechas de entonces, no salía más del siete por ciento. Ojalá este optimismo nos empuje a promover mucho el estudio y la oración de la Palabra. Por otra parte, aun sabiendo que el fruto es don del cielo, sabemos que nosotros somos el cauce por donde discurre la semilla. Nos preguntamos: ¿Cómo vivimos nosotros la palabra, antes de comunicarla a los demás? No olvidamos que en nosotros también hay zarzas y pedregales; nuestras perezas, frivolidades, mundanidades, antivalores evangélicos, durezas de corazón, pueden sofocar la semilla. Y, al revés, si nos acompaña la profundidad de vida espiritual, la cosecha estará más segura. Siempre estamos preguntándonos, ¿Cómo está nuestro corazón sobre el que se derrama la palabra de Dios? Hagamos como María, la Madre de Jesús, que escuchaba, guardaba y ponía por obra lo que quería su Hijo. Solo así, lograremos que, como en los profetas y apóstoles, arda nuestro corazón de discípulos de Jesús y apóstoles del Evangelio.
viernes, 18 de septiembre de 2020
¿QUIÉN ERES MUJER?
¿Quién eres mujer?
Por: María Teresa González Maciel | Fuente: Catholic.net
Mujer. Sabes que todo lo que está a tu alrededor, te insinúa, te grita te exige. Lo que debes ser, lo que debes pensar, lo que debes valorar, lo que debes pesar, medir, vestir, tener.
Canalizas tus fuerzas y energías, para conseguir tener y ser todo lo que te pide la sociedad.
¿Quién eres mujer? Cuando vas por la calle y sabes que eres analizada, calificada, incluso utilizada, desgarrada, cosificada. Y sigues y luchas por cumplir los mandatos de tu sociedad.
Sin embargo, continuas, consumes, gastas, te desgastas, con esa fantasía de lograr tener la aprobación de los que te rodean.
Caminas, corres, llevas en tus pensamientos una y mil preguntas… Algo te dice que debes detenerte. Dudas. Sin embargo. Haces una cita para estar contigo. Parece algo raro, pero algo te dice que es necesario.
Entonces escuchas tu voz interior que te susurra, te abraza, te dice cuál es tu identidad.
Esa voz te dice una y otra vez que eres muy valiosa, señala tus dones, tu peso real, tu psicología, tu calidez, la fuerza y belleza de tu alma diseñada para escuchar, nutrir, alentar, acompañar, capaz de percibir y ver las cosas pequeñas que a otros se escapan. Llamada a defender tus grandes ideales.
También te confirma tu enorme grandeza, tu gran dignidad. Debes ser tratada como una mujer con la identidad de hija de Dios.
Tu cara se ilumina, sonríes, suspiras, parece que el aire que entra en tu vida llega con gran fuerza, con mayor limpieza.
Te pones de pie, arreglas tu cabello. Pareces ahora una gran guerrera que va por el triunfo, que buscas la auténtica realización, la verdadera paz.
Contemplas dos veredas. Tus ojos son otros, tienes esperanza.
Y dentro de ti, dentro de tu alma, una voz resuena, una voz que fortalece y llena todos los espacios. No podrá borrarse, ya quedó grabada
EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2020
Lecturas de hoy Viernes de la 24ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 18 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (15,12-20):
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que lo muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho, si es verdad que los muertos no resucitan. Porque, si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 16,1.6-7.8.15
R/. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R/.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,1-3):
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor